La hermandad: es inherente a la migración humana
«¡Levanta la voz por los que no tienen voz!
¡Defiende los derechos de los desposeídos!
¡Levanta la voz, y hazles justicia!
¡Defiende a los pobres y necesitados!».
(Proverbios. 31: 8-9).
En la tradición bíblica y cristiana, los pobres son los preferidos de Dios y especialmente los migrantes. En la Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense siempre ha sido una constante la preocupación por la condición y vulnerabilidad de los migrantes.
Revisemos algunos textos bíblicos del Antiguo Testamento al respecto: «Cuando un extranjero resida con vosotros en vuestra tierra, no lo maltrataréis. El extranjero que resida con vosotros os será como un nacido entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo…» (Levítico. 19:33s). «No oprimirás al extranjero, porque vosotros conocéis los sentimientos del extranjero…» (Éxodo. 23:9). «Porque el Señor vuestro Dios es Dios de dioses… Él hace justicia al huérfano y a la viuda, y muestra su amor al extranjero dándole pan y vestido. Mostrad, pues, amor al extranjero…» (Deuteronomio. 10:17ss). «Maldito el que pervierta el derecho del forastero, del huérfano y de la viuda«, (Deuteronomio. 27:19). La mayoría de estos textos culminan con la expresión: «… porque vosotros fuisteis extranjeros en la tierra de Egipto».
Desde la perspectiva profética (Ezequiel, Jeremías, Esdras, entre otros), los profetas siempre reprenden a las elites de Israel y Judá, por la injusticia social y opresión hacia los migrantes: “… los príncipes de Israel… han estado aquí para derramar sangre… trataron con violencia al extranjero y en ti oprimieron al huérfano y a la viuda” (Ezequiel. 22:6s). “Así dice el Señor: si en verdad hacéis justicia… y no oprimís al extranjero, al huérfano y a la viuda…” (Jeremías 7:6).
La visión del Nuevo Testamento, especialmente la de Jesús acerca de los migrantes, resalta la relación de Él hacia los menospreciados, los samaritanos, los extranjeros. Jesús no se inhibió en absoluto de conversar amigablemente, con una mujer samaritana de dudosa reputación, derrumbando la barrera de exclusión entre judíos y samaritanos (Juan. 4:7-30). De los diez leprosos que una vez sanó Jesús, solo uno volvió para expresar su gratitud y reverencia, y la narración del evangelio enfatiza que “era un samaritano” (Lucas. 17:11-19). En fin, la opción privilegiada de Jesús era hacia los pobres en general y especialmente hacia los extranjeros.
En este sentido, nos repelen las noticias actuales de la política migratoria de EEUU hacia los migrantes, especialmente los decretos ejecutivos del presidente entrante Donald Trump.
Nos inquietamos al leer y ver las noticias sobre el trato a este sector de la sociedad mundial. Un ejemplo de la migración en Centroamérica es que esta se ha agravado ante la huida de miles de niños y niñas, que intentando escapar de la condición de miseria y violencia en El Salvador, Honduras, Guatemala, México, exponiéndose a las pandillas de traficantes de seres humanos, llamados los coyotes, para llegar a la frontera sur de EEUU, y que finalmente son deportados a su tierra de origen, sin antes pasar por el escarnio, maltratos, violaciones y toda clase de vejámenes. Hay otros países, donde la migración se da por asuntos políticos, económicos, raciales, entre otros.
Actualmente, el grado de violación de los derechos humanos de los migrantes pasa por: redadas en varios estados de EEUU, redadas en escuelas y colegios norteamericanos en busca de hijos e hijas migrantes, redadas en sitios de trabajo usualmente donde laboran migrantes, las redadas no son solo a hispanos, ahora abarcan a negros, indígenas nativos, personas con rasgos no europeos, entre otros.
Concordamos con varios políticos, religiosos y especialistas en el tema migratorio que, la migración actual es una dimensión de la globalización, esta no implica no solo la transferencia de recursos, productos y comercio, sino que, además, es también la movilización de personas, de seres humanos que toman la difícil y frecuentemente penosa decisión de, abandonar a su familia y amigos en la búsqueda de un futuro mejor.
De allí que, esta es la realidad y destino de muchos inmigrantes, que, ante sus escasos recursos, se ven obligados a ejercer trabajos domésticos, de construcción de infraestructura, de recolección de diferentes tipos de cosechas de alimentos, aceptan ser conejillo de indias en las empresas farmacéuticas, y si son menores de edad se les impone el trabajo esclavo en minerías a cielo abierto y en industria de la producción de equipos tecnológicos; pero a la vez, se despierta en los imperios y poderosos el típico temor y odio hacia el otro y la otra, hacia el migrante, especialmente si vive dentro su país y más cuando llega a ser numeroso. Situación que también es denunciada en el texto bíblico de Éxodo. 1: 8-14.
Desde la IMWC, primero, nos sumamos a las denuncias de toda crueldad y saña contra los migrantes, que como humanas tienen derechos. Segundo, abogamos porque se les preste atención a sus historias de sufrimiento, esperanza, coraje, resistencia e ingenuidad ideológica. Tercero, hacemos un llamado a las autoridades norteamericanas (estadales, policiales y militares) a hacer un alto a estas medidas inhumanas, pensar y actuar como seres pensantes y recordarles que muchos de ustedes también fueron migrantes y extranjeros.
La unidad y discernimiento de ustedes pueden transformar la decisión presidencial. Hoy la economía norteamericana está demostrando que los migrantes son necesarios, y que puede colapsar más de lo que hasta ahora se encuentra. El costo de la vida norteamericana sería insostenible para ustedes, “los legales” sin la población migrante. Y ojalá puedan con esta experiencia tan dolorosa dignificar el trabajo y los aportes culturales de las familias hoy perseguidas.
Seguros que toda crisis es para transformar lo que no dignifica a las personas y a la natura, vayamos unidos a encontrar las soluciones buenas para todos y todas (Apocalipsis. 21: 4).
A las iglesias cristianas y toda expresión espiritual únanse para discernir, defender y transformar tanta equivocación.
Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense (IMWC).