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Etiqueta: ignorancia

Educación o Fascismo

La historia nos muestra que hay dos fuerzas en constante pugna: una que empodera a los individuos, promoviendo el pensamiento crítico y la libertad, y otra que los somete, utilizando el miedo y la ignorancia como herramientas de control. Esta dicotomía —entre educación y fascismo— no solo define los principios de una sociedad, sino que también determina su futuro. Hoy más que nunca, enfrentamos el desafío de decidir hacia cuál de estas fuerzas nos inclinaremos.

La Educación como Base de la Libertad

La educación ha sido siempre la clave para la emancipación humana. A lo largo de la historia, el acceso al conocimiento ha permitido a las personas liberar su pensamiento y cuestionar las estructuras de poder que las oprimen. Desde la antigua Grecia hasta los movimientos de liberación del siglo XX, la educación ha sido el arma de los oprimidos. Erik Fromm, en su libro El Miedo a la Libertad, señala que la libertad requiere de un acto consciente y que la ignorancia, alimentada por el miedo, es el obstáculo principal para alcanzar esa libertad (Fromm, 1941).

Una educación que promueva el pensamiento crítico no solo forma individuos con capacidad de reflexión y análisis, sino también ciudadanos activos que cuestionan el status quo y luchan por una sociedad más justa. Sin embargo, no basta con cualquier educación. Debe ser una educación crítica, que enseñe a pensar y no a obedecer ciegamente.

Ejemplos históricos como el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, liderado por figuras como Martin Luther King Jr., muestran cómo el acceso al conocimiento y la educación empoderó a millones para resistir la opresión sistémica (King, 1963). De igual manera, en América Latina, las dictaduras militares de los años 70 fueron desafiadas por movimientos estudiantiles que usaron la educación como un espacio para organizarse y luchar por la democracia.

El Fascismo: El Cultivo del Miedo y la Ignorancia

El fascismo, en contraste, se alimenta de la ignorancia. No necesita ciudadanos que piensen; necesita súbditos que obedezcan. La manipulación del miedo es su arma más poderosa. Desde los regímenes fascistas de Hitler y Mussolini, hasta las dictaduras modernas, el miedo ha sido utilizado para controlar, censurar y reprimir a las masas. El fascismo se sustenta en una estructura verticalista, donde el poder se concentra en unas pocas manos, y cualquier disidencia es castigada violentamente (Mudde & Kaltwasser, 2017).

El miedo, para los fascistas, no es una consecuencia indeseada, sino un objetivo buscado. Durante la pandemia de COVID-19, vimos cómo el miedo fue utilizado para incrementar las ganancias de empresas transnacionales y farmacéuticas, mientras la vida de millones quedaba relegada a un segundo plano (Baker et al., 2020). En este contexto, la ignorancia y la desinformación se volvieron herramientas clave. La manipulación mediática y la difusión de teorías de conspiración generaron un ambiente de confusión y polarización que favorecía a quienes buscaban el control total.

La Manipulación de la Educación por el Fascismo

Un aspecto clave del fascismo es su capacidad para controlar y manipular la educación. Regímenes autoritarios han transformado los sistemas educativos en herramientas de adoctrinamiento, eliminando cualquier posibilidad de pensamiento crítico y distorsionando la historia. La censura de libros y el revisionismo histórico son comunes en estos contextos, donde solo se permite una visión única, la del régimen (Zerubavel, 1996).

En la actualidad, vemos casos donde la educación sigue siendo un campo de batalla ideológico, en el que se decide quién tiene derecho a la verdad. En algunos países, se distorsiona la historia en los currículos escolares para promover visiones autoritarias, y se eliminan discusiones sobre derechos humanos y justicia social, elementos fundamentales para una educación integral.

El Rol de los Medios y las Redes Sociales

La educación ya no se limita a las aulas. Los medios de comunicación y las redes sociales juegan un papel crucial en la forma en que las personas acceden a la información y desarrollan su percepción del mundo. Sin embargo, estas plataformas han sido fácilmente manipuladas por quienes buscan promover el miedo y la desinformación. Las fake news y las teorías de conspiración se han convertido en armas poderosas, que permiten a los regímenes autoritarios manipular la opinión pública y sembrar confusión (Allcott & Gentzkow, 2017).

Es crucial que la alfabetización mediática sea parte integral de la educación moderna. Las personas deben aprender a discernir entre información veraz y manipulada, a cuestionar las fuentes y a desarrollar un pensamiento crítico frente a lo que consumen. La lucha por la verdad es, hoy en día, una batalla que se libra en las redes sociales, donde la información falsa se propaga con mayor rapidez que la verdad.

La Resistencia a Través del Conocimiento

A pesar de los esfuerzos del fascismo por dominar la educación y controlar la información, siempre ha habido resistencia. Movimientos sociales, intelectuales y ciudadanos han utilizado el conocimiento como una forma de combatir la opresión. Durante las dictaduras en América Latina, profesores y estudiantes arriesgaron sus vidas para mantener espacios de pensamiento libre y crítico. En la Alemania nazi, muchos intelectuales y académicos se negaron a plegarse al régimen, a pesar de la persecución (Mosse, 1966).

El conocimiento, el acceso a la información y la educación son las armas más poderosas que tenemos para resistir al fascismo. No se trata solo de enseñar hechos y cifras, sino de enseñar a pensar, a cuestionar, a resistir.

Conclusión: Un Futuro en Juego

Hoy, más que nunca, nos enfrentamos a una decisión crucial: elegir entre una sociedad educada y crítica, o una sociedad sometida por el miedo y la ignorancia. El fascismo prospera cuando dejamos de cuestionar, cuando permitimos que el miedo controle nuestras vidas. La educación es la única vía para garantizar una ciudadanía libre, empoderada y capaz de defender sus derechos.

Como sociedad, debemos exigir una educación pública y de calidad, accesible para todos, que fomente el pensamiento crítico y no la obediencia ciega. Solo entonces podremos aspirar a un futuro donde el fascismo no tenga lugar, y la libertad sea un derecho y no un privilegio.

  • Allcott, H., & Gentzkow, M. (2017). Social Media and Fake News in the 2016 Election. Journal of Economic Perspectives, 31(2), 211-236.
  • Baker, R., et al. (2020). COVID-19: Impact on Business and Economic Activity. National Bureau of Economic Research.
  • Fromm, E. (1941). El Miedo a la Libertad. Nueva York: Farrar & Rinehart.
  • King, M. L. (1963). I Have a Dream. Speech delivered during the March on Washington for Jobs and Freedom.
  • Mudde, C., & Kaltwasser, C. R. (2017). Populism: A Very Short Introduction. Oxford University Press.
  • Mosse, G. L. (1966). Toward the Final Solution: A History of European Racism. Howard Fertig.
  • Zerubavel, E. (1996). Social Mindscapes: An Invitation to Cognitive Sociology. Harvard University Press.

Nota sobre la autoría: Este texto es una revisión de mis ideas sobre el papel de la educación y el fascismo, y ha sido elaborado a partir de una síntesis de diferentes fuentes y referencias. No es un trabajo original, sino una recopilación y análisis de conceptos existentes en la literatura sobre el tema. Juan Arguedas Chaverri.

Supervivencia en una burbuja de ignorancia

Bernardo Archer Moore

Por Bernardo Archer Moore

No es una tarea nada fácil. Con el paso del tiempo, la sabiduría de nuestros antepasados al no enviar a sus hijos a ser educados bajo el sistema educativo poscolonial español demuestra haber sido una decisión acertada.

Como alternativa, financiaron sus propias escuelas privadas de inglés, que utilizaban los mismos libros de texto Royal Reader utilizados para educar a los niños en Gran Bretaña, en lugar de los Paco y Lola utilizados por los nativos.

Mientras que el sistema británico se centraba en la lectura, la ortografía, la comprensión y la resumición; Paco y Lola se centró principalmente en la lectura y la escritura (gramática).

Creando así una burbuja de ignorancia, una sociedad donde la comprensión lectora es un recurso escaso y el privilegio de unos pocos; lo que lo convierte en un comportamiento normal, que de por sí desalienta el interés por la investigación para escapar de la burbuja de la ignorancia.

A diario criticamos la corrupción de funcionarios públicos, que piden dádivas por el cumplimiento de sus deberes, o de quienes lo ejercen en supuesto beneficio propio en lugar del bien común. Pero ninguno de ellos nació torcido, sino, como un bebé bonito con esperanzas positivas.

La transformación de los políticos y empleados gubernamentales se da dentro de la susodicha burbuja, y al escalar posiciones se escapan y al operar fuera de la misma, se aprovechan a voluntad de los que aún permanecen adentro.

Llevándolos a la corrupción, gestión en beneficio propio y el de sus más allegados. Desde un permiso de construcción hasta contratos de concesiones por obras públicas multimillonarias.

De allí los calificativos de «ser un pueblo domesticado» y la «dictadura en democracia».

Enseñar a pensar

Por Arnoldo Mora

Es ya un lugar común afirmar que vivimos en una crisis en el sistema educativo en general y, en especial, en la educación pública de primaria y secundaria. Por desgracia, todos los datos y cifras confirman los peores augurios de una crisis, que constituye la mayor de las amenazas a la democracia y la paz social y a los logros materiales y culturales de nuestra sociedad actual. Ese papel preponderante de la educación se debe a que somos herederos de la cultura griega clásica, para la cual la única solución a todos los males que afectan a la humanidad radica en la erradicación de la ignorancia; razón por la cual sólo existe una medicina para combatir toda forma del mal, cual es la de forjar un método que enseñe o eduque a las nuevas generaciones; tal pretendía ser la mayéutica de Sócrates, y la creación por parte de la sociedad, de una nueva profesión, la más valorada de todas: la de ser educador, “paidagogós” , o guía del buen camino de los niños, si nos referimos a las raíces etimológicas del término. Pero los filósofos griegos fueron más lejos; sostuvieron que la única razón de ser de la educación es enseñar a pensar. Todo hombre es un animal racional, decía Aristóteles, lo cual quiere decir que está dotado de razón, de capacidad de convertir en “logos” (palabra-pensamiento) los datos de la experiencia sensible. En nuestros días, la filosofía analítica afirma que la mayor revolución que vivimos se da con la creación de un lenguaje basado en las matemáticas, lo cual ha posibilitado la creación de la inteligencia artificial (AI) que se ha convertido en el desafío mayor de lo que entendemos por “humano”, hasta tal punto que constituyó el tema central de la más reciente cumbre del G20, que tuvo verificativo en Roma.

Por eso debemos ir a la raíz del problema y preguntarnos qué significa “educar”. La respuesta la dieron los filósofos griegos: educar es enseñar a pensar, esto es, indagar los fundamentos de la razón o conciencia racional o teórica y su aplicación utilitaria, de donde surge el ámbito de la tecnología y el poder que de ahí se desprende, pasar de la razón teórica al pensamiento práctico, del “logos” a la “techne”. Por eso preguntarnos cómo y por qué piensa el hombre es la cuestión radical que está a la base del origen de por qué el ser humano debe educarse. Si el pensar constituye la característica fundamental del ser humano, lo que lo distingue de los otros seres que pueblan el universo, debemos comenzar por preguntarnos qué es pensar y cómo llegamos a la construcción de un lenguaje que nos permita interpretar primero y luego transformar el material que nos proveen nuestros sentidos como punto de partida, en otras palabras, se trata de convertir en lenguaje, es decir, traducir los datos empíricos en símbolos a la luz de principios racionales; lo cual se da en tres niveles epistemológicos: el del lenguaje, el de los símbolos matemáticos y, como culminación, la abstracción lógico-filosófica. Pero para poder cuestionarnos en torno a lo que significa “pensar”, ante todo, debemos indagar cuál es la facultad que nos posibilita lograr ser “animales-pensantes”. Esa dimensión del saber filosófico se suele llamar “epistemología”; el término proviene de Platón, quien distinguía el saber racional (“episteme”) de la simple opinión o palabrería (“doxa”); el salto del uno al otro se da cuando descubrimos que nuestra facultad de pensar constituye el origen del saber racional; Descartes, Kant y Husserl son considerados como los principales representantes de aquella corriente de la filosofía que se fundamenta en el pensamiento crítico, lo cual solemos calificar como saber o reflexión epistemológica.

El conocimiento humano parte de la experiencia empírica, de lo que nos suministran nuestros sentidos (Aristóteles); estos datos nos dan el “ente”, es decir, una presencia óntica que no ha descubierto su ligamen con el “ser” o conciencia de lo universal (Hegel). Pero si lo ligamos al origen del lenguaje, es decir, a la construcción del universo simbólico, debemos partir de indagar cómo construimos lo simbólico mismo. Al afirmar nuestra condición de animal, partimos de que constatamos lo real-externo a manera de “huella”, que el hombre convierte en “trazos”; con ello tenemos el primer nivel de “abstracción”; ambas experiencias son fundamentalmente visuales, es decir, espaciales. Pero si afirmamos que el origen de nuestros conocimientos empieza como constatación de huella que deviene en trazo por la acción-imaginación humana (dibujo), sólo es posible si lo vemos como una presencia de un ente que ya no existe en forma inmediata. La conciencia de lo exterior como única forma de constatar lo exterior a nuestra existencia se da simultáneamente, como conciencia del pasado y del futuro, dentro de los cuales está inserto el dato que asume la conciencia como presente; esto hace que lo dado no sea para el hombre un hecho sino un acto, es decir, que no se da sin un sujeto activo, por no decir creador. Nuestra experiencia primigenia se da dentro del marco de la imaginación, lo que convierte al dato en contenido del lenguaje. La experiencia del dato como inserto en el tiempo se produce gracias a la conciencia del pasado y al proyecto hacia el futuro que implica nuestra conciencia como sujeto activo; el pensamiento es acción. Esta conciencia como presente eterno, es decir, que subsume el pasado y el futuro hace de la conciencia un ser temporal (Husserl) y del espacio-tiempo la condición de posibilidad de lo real como dato de la conciencia o información del conocer (Kant). Lo cual convierte la huella en signo gracias a la mediación del trazo. Convertir la huella en signo de una presencia es la esencia misma del conocer racional. Idea y palabra se identifican en lo que los griegos llamaban “logos”. Lo que se suele llamar “salto epistemológico” ((Althusser) o convertir lo empírico (experimental) en racional se da cuando el signo se convierte en símbolo, el “ente” en “ser” (Aristóteles), iluminando la comprensión de lo concreto con la dimensión de lo universal (Hegel), la facticidad en ley del pensamiento y en norma de la acción. Pero esto no se da sin una concepción ontológica de lo real en cuanto tal (Aristóteles); lo cual hace que pasemos de la “existencia” a la “esencia” (Sartre), de lo percibido a lo concebido (Tomás de Aquino”), del “ser” a la nada” (Hegel), de lo concreto a lo abstracto, de lo particular a lo universal, del “ente” al “ser” (del “to ti-estin” al “einai” según la terminología de la METAFÍSICA de Aristóteles, que Hegel tradujo muy literalmente como “Da-sein” y “Sein” (libro primero de la CIENCIA DE LA LÓGICA.). Pero gracias a la crítica heideggeriana, la metafísica en la corriente existencialista actual se reduce a antropología ontológica (Olarte), lo cual le permite a Sartre titular su obra maestra como EL SER Y LA NADA, entendiendo por “ser” lo real y por “nada”, al ser-del-hombre. Retrocediendo a la filosofía del conocimiento anterior a la crítica epistemológica que dio origen a la filosofía moderna con Descartes, se debe recurrir a la teoría de la “abstracción” de Aristóteles. El pensador griego hablaba de tres niveles de abstracción: el físico, el matemático y el filosófico en el sentido fuerte del término, es decir, metafísico. La abstracción física consiste en prescindir de la unicidad del dato para asumirlo a la luz de sus cualidades sensibles, lo cual le da un primer nivel de universalidad; la abstracción matemática consiste en ver en el dato tan sólo su dimensión cuantitativa (“numérica” en el sentido pitagórico); finalmente, la abstracción metafísica consiste en asumir la inteligibilidad-onticidad del dato en su condición de ser en cuanto ser (“ens generalissimum” según los escolásticos). En la filosofía actual se expresan esos tres niveles del conocer (”noético-noemáticos”, según los términos de Husserl) en la forma siguiente: gramatical o experiencia primigenia o existencial que nos es dada en el lenguaje (“poesis” según el último Heidegger), abstracción matemática o traducción algebraica del lenguaje (Moore, Russell) y la abstracción filosófica o lógica (Hegel).

Todo lo dicho debe ser concebido como la fundamentación epistemológica de la educación formal en los niveles de primaria y secundaria, cuya crisis ha motivado el que yo, en mi condición de filósofo, haya pergeñado estas líneas con el fin de demostrar que educar sólo puede significar una cosa: enseñar a pensar, es decir, asumir lo real desde la teoría como diría Platón; para lo cual sólo hay un camino: pensar en abstracto (Aristóteles) lo cual no deja de ser una tautología según Wittgenstein. Veamos. Lo primero que se debe enseñar a los niños es el lenguaje materno; el niño aprende a hablar mimetizando los gestos y sonidos que emanan del rostro materno, concretamente de sus labios; esto lo logra el niño en los cinco primeros años de su vida; es muy importante que en el entorno familiar se hable siempre al niño y que se emplee un lenguaje variado para que enriquezca su vocabulario; el desarrollo de la inteligencia es directamente proporcional a las diversidad y abundancia de palabras que, desde la más tierna edad, aprenda el nuevo miembro del grupo familiar. El siguiente paso es aprender a leer y escribir, lo cual se suele hacer simultáneamente, lo cual según lo dicho líneas arriba, es partir de la huella al trazo y finalmente, al signo. Pero el lenguaje sólo se convierte en texto cuando al conjunto de símbolos sonoros se añade la dimensión temporal, cuando el texto sólo se puede entender si lo asumimos como la expresión gráfica de un acontecimiento, es decir, si se le ve bajo la óptica de “ser-en-el-tiempo”, dado que el dibujo nos dio la dimensión espacial. El trazo nos da la escritura como expresión gráfica del lenguaje; pero al asumirse el lenguaje como signo nos adentramos en la dimensión o abstracción matemática, lo real, al asumirse en su dimensión cuantitativa se convierte en número (Pitágoras), lo cual nos permite ordenar los datos en grupos numéricos a partir de unidades indivisibles (“quantum” según Planck); debemos a la civilización sumeria, matriz de la civilización occidental, que esa numeración sea decimal, es decir, sumando los dedos de las dos manos; es de notar que los griegos no conocieron el cero, que debemos a la India. El niño aprende en la escuela primaria las cuatro operaciones aritméticas. De los rudimentos de la aritmética pasa el joven estudiante a la geometría; el dibujo o dimensión espacial del signo es visto como un conjunto de relaciones formales, lo que permite medir. Ya en secundaria, se aprende el álgebra, término de origen árabe debido al sabio que la inventó (siglo X) y que fue introducido en Europa en el Renacimiento; gracias al matemático francés Viéte, Descartes la conoció, lo cual le permitió crear las matemáticas modernas o geometría analítica que une ambas tradiciones, gracias a lo cual la ciencia moderna ha alcanzado las inauditas dimensiones de máxima revolución de nuestros tiempos. Pero al convertir los números en palabras el álgebra recupera la abstracción de la gramática y le da al símbolo matemático una universalidad y abstracción que las matemáticas griegas no le dieron. La dimensión ulterior de las matemáticas, que sólo se estudia en educación superior, es el cálculo, que consiste en asumir desde la lógica o abstracción filosófica, cosa que debemos a Leibniz, creador del cálculo infinitesimal. Finalmente, la dimensión filosófica del saber sólo se logra con las categorías propias de la lógica, tanto formal (identidad) como dialéctica (contradicción); con ello hemos llegado a la máxima universalidad del saber humano (Hegel), haciendo realidad aquello que decía Piaget, para quien el conocimiento humano se reduce a establecer dos columnas: la del sí y la del no. El curso de filosofía que debe impartirse en el último año de secundaria, tiene como objetivo preparar al estudiante para su ingreso a los estudios superiores. Para ello debe ser un adicto a la lectura y capaz del pensar en abstracto. Si después de once años de educación formal no se ha logrado eso, el país ha incurrido en un descomunal despilfarro del presupuesto nacional y nutrido el legítimo descontento y frustración de las nuevas generaciones, a las que debemos preparar para (con)vivir en un mundo globalizado, en donde el saber suministrará a la sociedad más posibilidades de éxito que las armas y el dinero. Sólo así la especie sapiens podrá sobrevivir.

La acometida de la ignorancia

Dr. Luis Paulino Vargas

En un video difundido el día de ayer, y dirigido a las universidades públicas, Katharina Müller, ministra de educación, incurre en múltiples falacias, tergiversaciones, contradicciones…y también mentiras.

La señora manipula, para tratar de crear un conflicto artificial: sistema educativo de niveles primario y secundario contra las universidades; estudiantes de primaria y secundaria contra estudiantes de la educación superior; docentes de primaria y secundaria contra docentes del nivel superior.

Por ignorancia, arbitrariedad, o ambas cosas, pero es obvio que Müller no comprende lo que es distintivo de las universidades, no solo en Costa Rica sino en cualquier país del mundo. Pero, en fin, si ni siquiera comprende por qué es importante la enseñanza de las matemáticas, difícilmente podría entender el papel que les toca desempeñar a las universidades. De ahí, las disparatadas comparaciones a las que apela.

Primero, la formación profesional de nivel terciario es mucho más cara que la formación que se brinda en niveles inferiores, por lo que comparar lo uno con lo otro es absurdo. Piénsese los costos que conlleva la formación de una médica, un ingeniero, una informática, un farmacéutico, una geóloga, un químico. Piénsese en el alto costo asociado a los estudios de posgrado (especialidades, maestrías, doctorados), que necesariamente deben aspirar a niveles muy altos de rigor académico y científico.

Segundo, a lo largo de la historia, las universidades son, por excelencia, centros generadores de pensamiento crítico, como, asimismo, fuerzas impulsoras importantes para el cultivo de una sensibilidad superior, en todo lo cual juegan un papel fundamental, las ciencias sociales, la filosofía, el arte y, en general, las humanidades.

Tercero, de las universidades depende, en grado muy significativo, el desarrollo de la investigación científica y tecnológica, la cual es necesariamente cara.

Cuarto, restringir la investigación científica a lo que sea “útil”, o sea, rentable, es, no solo una visión muy estrecha y mezquina, sino, y a decir verdad, una palmaria muestra de ignorancia. Acontece que sin investigación básica no hay desarrollo tecnológico posible. No comprender esto, es lo propio de una mentalidad encadenada al subdesarrollo.

Las universidades públicas, tienen muchos logros como también múltiples defectos. Lo reconozco: han sido remolonas cuando de corregir esos defectos se trata. Y, sin embargo, sigue siendo cierto que cumplen un papel fundamental, que absolutamente nadie más cumplirá en Costa Rica. Destruirlas, como busca hacerlo este gobierno, no es el camino correcto.

Compartido con SURCOS por Juan Carlos Cruz Barrientos.

Hablemos de la sangre: La menstruación es una cuestión laboral y sindical

Al conmemorar el 28 de mayo el Día Internacional de la Higiene Menstrual, el movimiento sindical debe reconocer que la menstruación es una función corporal natural que las mujeres y las niñas experimentan de diversas maneras y que puede agravar su exclusión de las sociedades debido a la ignorancia, los prejuicios y los tabúes. La falta de instalaciones sanitarias privadas y limpias, el dolor menstrual y otras molestias físicas relacionadas con la menstruación son otros factores que contribuyen a la posición desigual de las mujeres en el lugar de trabajo. La menstruación sigue siendo una barrera importante para la igualdad, ¡y esto no es aceptable!

Sobre la base de la resolución del Congreso de la UITA de 2017 de hacer de la menstruación una cuestión laboral y sindical, la UITA ha elaborado un breve documento político (disponible en inglés, español y francés) centrado en:

  • Cómo organizar acciones concretas en torno a la igualdad de la menstruación en el lugar de trabajo
  • Cómo crear un entorno de trabajo solidario e informado
  • Cómo negociar con los empresarios sobre la menstruación
  • Cómo participar en campañas nacionales cruciales

La presidenta del Comité de Mujeres de la UITA, Patricia Alonso, declaró: «No existe una solución única aplicable a todos los contextos, países y lugares de trabajo. Lo que sí es cierto es que los sindicatos deben asegurarse de que cualquier trabajo en torno a la menstruación no conduzca a la discriminación en la contratación o la promoción de las mujeres trabajadoras y no fomente ningún estereotipo de género”.

Fuente: iuf.org

La Lógica y el Sentido Común

José Luis Callaci

La Lógica y el Sentido Común parecieran estar cada vez más ausentes en estas decadentes sociedades occidentales.

Aunque haya gente pensante, valiente honesta y sedienta de conocimiento, dispuesta a enfrentarse a la manipulación y la mentira, siguen siendo minoría.

Filósofos, literatos y científicos (Sócrates, Tolstoy, Einstein) se han referido a los necios, (llamándolos de distinta manera); los que creen saber lo que no saben y se aferran a ese tipo de ignorancia. Han dicho estos grandes que a estas personas hay que ponerles cuidado o tomarlos al menos en cuenta porque suelen ser mayoría.

Un Quijote “latinoamericanizado” en mosaico

SURCOS comparte esta serie de “El Quijote”, obra de José Luis Callaci.

«La realización de este mosaico, surge gracias a habilidades adquiridas en mis años juveniles y que ahora las retomo con algunos comentarios que considero necesarios hacer en tiempos de cambios y de grandes incertidumbres», señala Callaci.

«Mi Quijote “latinoamericanizado” lucha en tierras en las que dominan aún los tres Grandes gigantes: el miedo, la injusticia y la ignorancia. Tanta contradicción y desazón le abruma y se siente desconcertado. Pero no se ha quitado la armadura y sigue su camino hasta alcanzar esa estrella inalcanzable».

«La sombra del Quijote con su Rocinante denota cierto orgullo, voluntad y esperanza. Ambos personajes muestran que el mensaje sigue vivo, que las luchas y esfuerzos deben permanecer intactos porque los molinos aún siguen ahí», expone el artista. Le invitamos a ver las imágenes en la galería.

 

 

Réquiem por la Costa Rica democrática, culta y solidaria

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

El espectáculo legislativo de este infausto mes de abril de 2021 tiene que continuar cueste lo que cueste, no importa si sus protagonistas estén destrozando, o desmontando paso a paso, mecanismo a mecanismo, pieza a pieza, los componentes esenciales de la institucionalidad del país y los fundamentos jurídicos e incluso filosóficos que le dieron fundamento a lo largo de las siete décadas transcurridas desde el fin de la la guerra civil de 1948 y la aprobación de la Constitución Política de 1949. Para eso es que el diario La Nación y sus propietarios necesitan tener a los diputados encerrados en el horroroso búnker de Cuesta de Moras, además de que cuentan con el beneficio adicional de la gran cantidad de tontos que piensan que la Asamblea Legislativa es una fábrica de leyes, sin darse cuenta de que afilan el cuchillo que pondrán en sus pescuezos.

La constitución de aquel año, que ahora nos parece tan lejano, y su espíritu han muerto después de agonizar durante al menos las dos primeras décadas del nuevo siglo, aunque todavía nosotros todavía no terminamos de tomar nota de las consecuencias de tan infausto suceso: la separación de los poderes del estado, la autonomía universitaria y la municipal han quedado reducidas a cenizas, pero también las instancias administrativas y judiciales en materia de gobierno y empleo público, las que pasarán a estar controladas por un cada vez más poderoso y jacobino gobierno central.

El estado social de derecho que se empeñaron en plasmar en los artículos 50 y 74 del nuevo texto los constituyentes reformistas del Partido Social Demócrata, tales como Rodrigo Facio y Luis Alberto Monge, entre otros y los del Partido Constitucional Demócrata como Celso Gamboa y un numeroso grupo de ilustres constitucionalistas de entonces, que contaron con el decisivo apoyo de la mayoría más bien “conservadora” de los diputados ulatistas de entonces, es algo que ha terminado por desvanecerse en medio de la oleada cortesana, mediocre y neoliberal-neoconservadora-neopentecostal que domina a la mal llamada clase política costarricense, la que ha venido a dar al traste con la brillante defensa de la autonomía universitaria, dotándola de recursos financieros que la garanticen, plasmada plenamente en aquella constitución por Rodrigo Facio, Fernando Baudrit y otros destacados constitucionalistas de grata memoria, durante largos debates que merecen recordados, sobre todo por su perenne vigencia (Ver Óscar Castro Vega RODRIGO FACIO en la constituyente de 1949 EUNED San José CR 2003). Han quedado en olvido y reducidos casi a nada los aportes de Luis Alberto Monge, como diputado constituyente encargado por su pequeña fracción socialdemócrata, de redactar y defender el capítulo de las garantías sociales, como un capítulo de la constitución que estaban por aprobar. La obra demoledora de las yorlenis león y otros personajes de poca monta terminó por ser más corrosiva y persistente, tanto como para dar al traste con los valiosos aportes de aquellas generaciones.

Estamos en manos de las gentes de una clase política, donde predominan la ignorancia y la mediocridad, dentro de la que se mezclan las expresiones integristas de una vieja religión revelada (como en el caso neopentecostalismo con su elaborada teología conservadora del éxito y la “salvación personal”, unidos al oportunismo e ignorancia supina de sus voceros políticos) con aquellas otras, de orden secular, propias de la religión del mercado, convertido en el gran desiderátum en todos los órdenes de la vida económica, política y social al que obedecen el PLN PAC PUSC RN NR y otras franquicias electorales, también listas para cazar incautos en la próxima “campaña electoral”, hoy convertidas en el “partido único neoliberal” que desgobierna a Costa Rica.

El delirante odio populista de cierta derecha hacia los intelectuales y el pensamiento libre ha marcado el tono de la ofensiva totalitaria contra la universidad pública costarricense, a la que ven como subversiva por ser un espacio libre para una profesión de fe democrática de amplio espectro y otorgadora de “privilegios” hacia sus académicos, investigadores y funcionarios a los que desearían ver reducidos a la condición de precariedad salarial y laboral de sus pares de las universidades privadas.

Son el pensamiento auténtico y el trabajo académico libre de las manipulaciones de los poderes fácticos, como también la investigación científica seria, con sus innumerables aportes de gran calidad en beneficio del conjunto de los costarricenses, junto con una sostenida acción social dirigida hacia muchas comunidades de todo el país los componentes de lo que en su conjunto irritan a los dueños de este país: a lo sumo, para estas gentes de corta mirada y gruesos bolsillos, las universidades deben ser fábricas de graduados, donde como en el caso de la gran mayoría de las privadas (en todo hay excepciones) brillan por su ausencia las bibliotecas, los laboratorios y los institutos de investigación. Por desgracia los poderosos dueños de los grandes medios de (in)comunicación social han tenido éxito en convencer a muchas gentes incautas ocultando, detrás de supuestas preocupaciones de orden fiscal, mientras se dedican a saquear de verdad los recursos públicos, sus verdaderas intenciones totalitarias y su insaciable rapiña, como en el caso de las trochas, la ruta 27 y otros inconfesables negociados, además de la colosal evasión tributaria.

Es por eso que no nos queda, por ahora, sino exteriorizar este réquiem por la la ruina de la institucionalidad democrática de un país como este en el que hemos nacido, al que consideramos digno de mejor suerte. Las nuevas generaciones tendrán que emprender de nuevo, casi de cero, una lucha que los reformadores sociales de los años cuarenta supieron materializar en hechos y resultados positivos, al construir de esa manera un país más solidario, culto y justo que los del resto de la región, ¿vamos entonces hacia una “centroamericanización” de Costa Rica, entendida en el peor sentido del término?

La ignorancia, la educación y el poder en la pandemia

Juan Huaylupo Alcázar[1]

La ignorancia ha sido usada como epíteto contra adversarios, sin embargo, no existe nadie que carezca de conocimiento, todos poseemos conocimientos, pero nadie tiene los mismos conocimientos ni posee todos los conocimientos existentes. Así, todos somos ignorantes y sabedores de muchos conocimientos. No es un atentado contra la autoestima reconocerse ignorante, sin embargo, es vergonzoso no reconocerlo, porque la autosuficiencia omnisapiente del ignorante, es una posición atrevida, absurda y contradictoria.

Tampoco la ignorancia puede ser interpretada como contraria a la ciencia, pues la ciencia admite su ignorancia para superar sus propios conocimientos, descubrir nuevas realidades y crear nuevas explicaciones de realidades desconocidas. T.S. Eliot, en 1928, lo sintetiza en un ensayo: “No debemos dejar de explorar. Y al final de nuestras exploraciones llegaremos al lugar del que partimos, y lo conoceremos por primera vez” y lo reiteraba en un poema en 1934: “Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia”. La ciencia omnicomprensiva no existe, imaginarla absoluta, dogmática o estática, contradice lo que pretende comprender y explicar.

El sabernos ignorantes tampoco es motivo de satisfacción en las relaciones con las personas, organizaciones, la sociedad y el mundo, pues al desconocer el medio donde vivimos y trabajamos y nos relacionamos, perdemos libertad y somos víctimas de quienes pretenden modelar y dominar el devenir de los otros. Las nuevas interpretaciones son exigencias cognoscitivas, ante un mundo que se modifica radicalmente. Creer que todo puede seguir igual en medios convulsos, inciertos e imprevisibles, es sin duda, un conservadurismo regresivo, que impulsa prácticas caducas y fallidas. El nuevo conocimiento crea dudas, interrogantes y cuestiona lo que creíamos saber y dominar, luego aferrarse al pasado, sin reconocer el dinamismo del presente, satisface nuestras creencias y reafirma ideologías, pero alejadas y separadas de los acontecimientos y realidades que se reconstruyen permanente. Somos ignorantes de nuestra propia ignorancia, imposibilitados de reconocer y descifrar las inconsistencias de las creencias, ideologías, prejuicios y contradicciones del devenir cotidiano.

En el presente costarricense donde prevalece la autocracia sobre la democracia, la certidumbre sobre la relatividad de un mundo incierto y dinámico, es un absurdo sustentarse en falsos e inexistentes universos absolutos, aunque no pocos graduados universitarios pregonan y aplican repetitivas y estandarizadas certezas, a pesar que las realidades requieren interpretaciones particulares, complejas y holísticas. Aspectos sobre los que no se habla, analiza ni discute, por el contrario, se difunde mediáticamente e incluso se difunden en las aulas de algunas universidades, donde no importan las inconsistencias ni las contradicciones, pues se repite lo que muchos creen y hacen, sea por tradición, creencias, ideologías, prejuicios, estereotipos o por prácticas impuestas desde poderes ignorantes. El desarrollo del quehacer científico e investigativo convierte en conocimiento vulgar el pensamiento predominante, así como revela totalitarismo en algunas de las autodenominadas democracias.

La ignorancia sobre la falsedad de las certezas o verdades disciplinarias, no solo afecta el conocimiento sobre la situación y condición de la realidad, sea esta individual, social u organizacional, también puede tener efectos perniciosos en los negocios, la salud, el bienestar o el desarrollo, cuando se toman decisiones sobre realidades que se desconocen o que se pretenden modelar al antojo e interés.

Así, cuando los actuarios estiman que el régimen de pensión es insostenible, proponen aritméticamente, el aumento de las cotizaciones y cuotas, encubriendo ineficiencias administrativas y transgresiones políticas a los ciudadanos y justifican que sean los trabajadores quienes resuelvan la crisis fiscal del gobierno. De modo similar, las operadoras del Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROP) se apropian y deciden sobre los dineros que no les pertenecen y en casos excepcionales, -como posiblemente se aprobará a partir del 28 de julio en la Asamblea Legislativa-, se devolverán parcial y en eternos tractos a sus dueños, que deberán demostrar a la burocracia estar sin trabajo remunerado, a pesar que la crisis muchos trabajadores están impedidos de satisfacer sus necesidades e inclusive afecta su alimentación y salud familiar, lo cual es evidente y no requiere demostración ni certificación patronal alguna.

Las necesidades básicas insatisfechas de los asalariados inciden en sus demandas por reanudar sus labores para la obtención del salario de subsistencia, esa es su verdad, la cual coincide con las exigencias empresariales por la apertura de sus negocios para seguir obteniendo ganancias, -en muchas pequeñas y microempresas las ganancias son una transfiguración del salario-, pero para los dueños del capital, su verdad es incrementar sus riquezas con el trabajo de los asalariados. Son verdades polarizadas socialmente distintas y contradictorias, aunque son mutuamente dependientes, pero los dueños del capital cuentan con el servicio de una estructura social, política y económica que los beneficia, mientras que la institucionalidad pública, que debe auxiliar, amparar y proteger a los excluidos del poder, es débil, precaria, burocrática y caótica.

Las autoridades sanitarias, intelectuales y entidades internacionales de la salud, coinciden en que la reanudación de los negocios, sin vacuna ni tratamientos eficaces para contrarrestar la pandemia, incrementará el número de infectados que colapsará nuestro sistema hospitalario, con las fatales consecuencias, así como alterará dramáticamente la vida de sus familias y compañeros. Esta consideración no es una especulación, ya ocurre en otros espacios y también se inicia en Costa Rica. No obstante, los empresarios, el gobierno, los legisladores y magistrados no les interesa esa realidad y prefieren ignorar las previsiones y advertencias, así como eluden las contradicciones con las autoridades sanitarias para continuar la flexibilización y la eliminación de las restricciones sanitarias. ¿Podrá ser desconocimiento de los efectos de la eliminación de las medidas de las sanitarias, o es más bien una intención premeditada deshumanizada y totalitaria?

Las personas que están obligadas a trabajar se exponen a enfermarse, ante la fragilidad de la asistencia y ayuda estatal, como aquellas que son engañadas con la publicidad gubernamental y empresarial de supuestas y absolutas garantías sanitarias, son personas obedientes y disciplinadas al poder, y su confianza se trastoca en ignorancia, que les limita evitar el contagio y difusión del Covid-19 del cual además aún se ignoran todas las características de sus diversos modos de diseminación.

La transparente subordinación del poder político a los imperios de los dueños y administradores de negocios, que no les importa la salud pública ni la vida de trabajadores ni clientes, al fin y al cabo y otra vez más responsabilizarán a la población por irrespetar los cuidados sanitarios, dejando inmunes e impunes al gobierno y a los mercaderes causantes de la propagación de la enfermedad pandémica, como un medio para las determinaciones políticas contra las libertades, la democracia y la liquidación de la institucionalidad y el Estado Social de Derecho.

A través de los tiempos, la ignorancia y la obediencia ciega han sido los medios usados para el dominio y la explotación, así como, lo es para eliminar todo tipo de resistencia al poder y su perpetuación. En algunos contextos y en diversos periodos, la educación fue un contendiente radical contra la ignorancia y el poder tiránico, pero hoy la educación está debilitada, controlada, descontextualizada y es indiferente ante la problemática pública y nacional, así como pasiva en su función cognoscitiva transformadora de la sociedad. Al parecer, la educación sufre también el impacto conservador del presente, al reeditar su significación etimológica, relacionada con los actos de “reducir, seducir, inducir y conducir”, atributos propios de las prácticas políticas totalitarias.

La educación formal contemporánea al repetir caducos conocimientos, ya no reflexiona ni cuestiona interpretaciones sobre las realidades ni el poder. La supeditación política de la educación reproduce ignorancia. ¿Será la sabiduría de nuestra ignorancia la que nos de la fuerza para dudar y cuestionar el poder? En cualquier caso, la educación requiere ser pensada y revisada con una alta dosis de pensamiento crítico, pero ello no la exime de su compromiso con los procesos políticos en la pandemia.

Enseñando dogmas se impide la discusión, debate y el disenso en las aulas y en el quehacer cotidiano. En nuestro contexto, rebelarse contra la obsolescencia cognoscitiva, obtiene desaprobación y exclusión del poder prevaleciente y de los medios privados de difusión, como es de suponer, pero es lastimosa la función educativa que crea los peores analfabetos que, a decir de Ortega y Gasset, son los que sabiendo leer y escribir, no leen ni escriben, como pernicioso es el dicho acuñado, ante el temor a represalias y críticas, “calladito más bonito”. ¿Acaso en Costa Rica somos felices conservadores por temerosos e ignorantes?

La ignorancia se difunde mediáticamente y aprueba la repetición de falsedades, como la absurda negación de la existencia de la enfermedad pandémica por parte de fanáticos fundamentalistas amigos de viaje de las fuerzas políticas más conservadoras; la falaz creencia de que el cumplimiento de las restricciones sanitarias de manera individual, en un medio contaminado, es garantía para no contaminarse; o que la crisis se resuelve confiscando salarios a los trabajadores, entre otras mentiras, mientras se busca silenciar a quienes relativizan o cuestionan falsas verdades y anquilosados conocimientos.

Las falsedades son certezas para el ignorante, como la reiteración de las mentiras por parte de los medios y del poder tiránico, son parte de proyectos totalitarios. Voltaire lo escribía en 1736, como parte de las prácticas autoritarias: “Es necesario mentir como un demonio, sin timidez, no por el momento, sino intrépidamente y para siempre […] Mentid, amigos míos, mentid, que ya os lo pagaré cuando llegue la ocasión.” Al parecer, el poder totalitario, en todos los tiempos ha tenido en la mentira, en un recurso para la conservación y reproducción del poder, como también es el medio para que tiranos reclamen democracia como lo hacía Hitler, antes de alcanzar el poder estatal, o lo hacen actualmente los empresarios en la pandemia.

[1] Es catedrático en Administración Pública. Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Costa Rica.