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Etiqueta: injusticias sociales

Defensores de los Saqueadores

Macv Chávez

“Me gustaría soñar con que el pueblo ha aprendido de esta «pandemia» y decir que no volveremos a lo mismo, porque el pueblo se levantará con su acción para ser un mundo mejor. Me gustaría soñar con esta utopía, pero todavía tengo que estar despierto para comer.” – 2020.

Siempre me había preguntado la razón por la cual la policía y demás autoridades del gobierno municipal, regional y nacional golpean desenfrenadamente a los que les dan de comer: al pueblo, cosa que no comprendía por más que le daba vueltas y vueltas, por más que me decían que era porque están obligados a seguir órdenes de sus superiores, entre otras cosas; pero hoy, pude verlo con mayor claridad, cuando en la calle Bolognesi oí un grito desesperado, el que me llevó a dejar el almuerzo para darme media vuelta y contemplar a un señor que se ponía al frente de un carro municipal o policial, abrazando al vehículo para que sienta su dolor, su impotencia, porque los otros no lo sentía, porque penosamente este grupo que andaba en el carro, según mi mala visión, desde policías municipales hasta los de verdad, estaban avanzando con mercadería robada, sí, robada, robada por estas dizque “autoridades”, porque eso de decomisar a la gente que se busca la vida diaria y honradamente no es más que un robo a mano armada de leyes y normas que solo sirven para la opresión y represión del pueblo, tal y como lo hacen las autoridades de gobierno, a las que suelen defender muchos policías y demás sujetos del orden cuando existen luchas por injusticias sociales, donde se oprime al pobre solo por tener el poder, ese poder que el pueblo deposita en ellos para que los representes, no para que le hurten ni los aplasten y menos humillen como muchas veces suelen hacerlo.

Es evidente que tenemos serios problemas sociales, para lo que se requiere la representación de toda esta gente en el poder o gobierno; pero, penosamente, por otra parte, también tenemos serios problemas con las autoridades, porque llevamos siendo conducidos por la sobrevivencia, razón por la cual esta gente del poder en mayoría termina siendo indiscutiblemente ladrona, delincuente, miserable, corrupta, motivo por el cual como sociedades no podemos progresar como corresponde, al punto de vemos forzados -en mayoría- a buscarnos la vida como sea, y esta es una muestra clara e indiscutible de cómo estamos como país, porque hoy por hoy bordeamos un poco más allá del 90% de desempleo, esa que conocemos como la informalidad, donde la mayoría sale a buscarse el día a día, de formas distintas, algunos honradamente porque saben el valor de la vida, del amor propio y el respeto al otro, y otros simplemente van de sabios y grandes en la vida aprovechándose de los más débiles, que en sí yo no lo llamaría débiles, porque en una sociedad tan miserable y corrupta como la que nos encontramos hay que ser bien valiente para vivir honestamente, con honor, don dignidad, sin abusar ni estafar de nadie, cosa que no sucede con muchas autoridades o trabajadores del estado que se prestan o vendan los ojos antes cientos de miles de injusticias sociales que se cometen a diario, simplemente porque tienen su sueldo asegurado, ese sueldo que sale del pueblo, aunque muchos de ellos no paguen sus impuestos directamente, pero son los grandes consumidores de las grandes empresas a las que hacen pagar impuestos aparentemente, pero que en el fondo es el pueblo el que lo paga, porque finalmente la mayoría de productos de estas grandes empresas las consume el pueblo, una cosa curiosa y valiosa de reconocer.

Es un hecho indiscutible que tenemos que entender: el pago de los impuestos es de vital importante para el desarrollo de la sociedad, tan igual como también es imprescindible disminuir enormemente la corrupción, porque eso de desaparecerla en nuestras sociedades paupérrimas es una utopía, simplemente porque el ser humano todavía no ha aprendido a ser persona, y por eso muchas veces contemplamos injusticias sociales como normales o con reacciones de momento, solo para sobrevivir o ayudar a sobrevivir al prójimo, sin lograr ver más allá, en el tiempo, y por eso no dejaremos de seguir contemplando las mismas injusticias sociales constantemente, en la vida diaria, simplemente porque no hacemos o luchamos para cambiarlas de raíz, y la fuente de eso están en las leyes y normas que nos rigen como sociedades, pero también en la formación humana de cada persona; aunque a estas alturas de la vida solo dan ganas de decir suciedades en vez de sociedades y animales domésticos en vez de personas, simplemente porque para haber evolucionado tanto en el conocimiento y los derechos del hombre todavía seguimos siendo un asco de humanidad, y no hablo en absoluto, sino en mayoría, esa mayoría que es la que impone el sistema de vida, sino no tendríamos la miserable realidad que vemos a diario, pues la realidad sería otra si tan solo aprendiéramos sobre la dignidad del ser humano más allá de nosotros mismos, más allá de andar buscando una vida digna en una sociedad tan miserable.

Por otro lado, es evidente que existen muchas personas que estamos cargados de este asco a la sociedad, donde algunos cuantos buscan accionar de alguna forma para mejorarla y otras simplemente se han aislado y limitado a buscar su vida digna para no contaminarse con tanta basura; pero, siento confesar que estas acciones solo son consuelos de momento, mismas acciones revolucionarias hormonales, como el 14N vivido el año pasado, como la que hoy pude contemplar cuando la gente se metió a defender al señor hasta recuperar su mercadería, la cual es una muy valiosa acción, pero también limitada, sin un ideal en sí, porque el carro no solo tenía mercadería de ese señor, sino también de otra u otras personas, porque creo que habían algunos productos más que fueron “decomisados”, vamos, robados, sí, literalmente robados, porque lo “decomisado” ya no es devuelto a su dueño, porque muchas veces se lo reparten entre ellos; cosa que me conduce a preguntar: ¿Las otras personas no tenían la misma necesidad? ¿Ellos no sufrieron el robo solo porque no lucharon a morir como lo hizo el señor al ponerse al frente del carro? Esto es algo que me retuvo en la contemplación, porque mis ganas de subirme al carro y sacarme la M con esos malnacidos de policías o policías municipales era grande, infinita, porque no dejaban de golpear a la gente que quería recuperar lo del señor. Pero, la violencia no se soluciona con violencia, quizás sirva temporalmente para librar a alguien, pero no sirve para acabar realmente con el problema, pensé en ese momento, y simplemente me limité a pensar y reflexionar sobre este hecho que me produce impotencia, una importancia cargada de rabia, cólera, ira, porque no podemos seguir jugando en esta vida al superviviente (al que vive bajo el sudor del otro solo porque tiene poder) y al sobreviviente (al que lucha día a día para salir adelante a pesar de las adversidades de la vida y de forma honrada), porque esas son formas inhumanas de vivir, porque finalmente todos deberíamos tener la libertad de poder trabajar dignamente, para vivir de la misma manera. Por ende, debemos tener conciencia de la realidad para no llegar a niveles de opresión ni miseria, a niveles inferiores a la dignidad del hombre.

Si bien es cierto que la informalidad podría perjudicar de alguna forma a los negocios formales, también es cierto que esa informalidad muchas veces permite que mucha gente pueda atender sus necesidades básicas, por ende, la solución no está en robarles sus productos, ni abusar del poder para formalizarlos, sino buscar formas que permitan convivir a ambos dignamente, porque finalmente en realidades tan atropelladas como la nuestra ambos contribuyen a mantener la economía del país, porque si estos señores no consumieran nada, muchas empresas no tendrían las ganancias que tienen, porque la economía se mueve en todos los niveles sociales, siendo la masa la que más consume, por ser mayoría, y por lo tanto la que más impuestos aporta al estado, indirectamente, porque finalmente el impuesto viene incluido en cada compra que realizamos, no se desprende de las ganancias que tiene el empresario; por ende, creo que es tiempo de que el pueblo aprenda a tener el poder, pero para eso es indispensable tener consciencia, y para ello necesitamos formarnos como personas, en igualdad con el otro, sin distinción de títulos ni clases sociales, sino en unión del derecho y del deber, conociendo nuestros derechos civiles, reformando la educación básica para elevar el nivel de la superior y salir de tanta mediocridad, porque si seguimos estando aislados, seguiremos siendo los oprimidos u opresores de la corrupción, de la miseria.

Finalmente, por momentos pienso que la solución ante tanta miseria humana está en la anarquía, pero en una sociedad tan mediocre como la nuestra vivir en anarquía es imposible, porque eso no sería para vivir en armonía, sino en el caos, donde afloraría de peor forma la miseria humana que llevamos cargando en nosotros solo por el instinto de supervivencia y sobrevivencia, ese que se pervierte constantemente gracias a las constantes praxis sociales, esa que busca justificar la miseria con un “así es la sociedad”, “así es la moda”, “así son las cosas y yo no puedo hacer nada para que cambie”, “tengo que adecuarme a ella”, dichos que no hacen más que mostrar nuestra resignación ante la falta de evolución del ser, ante la propia incapacidad de pensar por nosotros mismos, por reconocernos como seres humanos, como animales racionales, trascendentales, logrando hacer aflorar en el día a día la miseria, esa que nos domina desde el poder político hasta las calles, simplemente porque no nos dedicamos todos a combatirla con un ideal en conjunto, con identidad nacional o humana, tomando el poder para ejercer prácticas de convivencia acordes a la dignidad del ser, sin injusticias sociales, y todo gracias a que seguimos desunidos, aislados, desnutridos del ser, mirando la realidad desde la comodidad de nuestras vidas, desde la paz de nuestros hogares, o simplemente desde el drama de nuestra existencia, buscando disfrutarla con cosas banales o efímeras solo para decir que hemos disfrutado de la vida, sin importarnos los otros, sin ir más allá de los nuestros o de los que son como uno, simplemente porque finalmente el mundo es así durante cientos o miles de años, algo que me parece el pensamiento más fracasado para haber evolucionado tanto en conocimiento en los últimos dos mil años, para haber avanzado tanto en tecnología en los últimos doscientos años, sin llegar a comprender ¿para qué carajos nos sirve tanta evolución del pensamientos si vamos a seguir girando en la misma miseria de siempre, en la del superviviente y sobreviviente, es decir, la del opresor y oprimido?

Arequipa, 19 de mayo de 2021 a las 20:25 horas

“Me apesta la humanidad, huele a muerte”

Macv Chávez

Dedicado a mi buen y admirado amigo: Edwards Herrera Vega, a quien no me canso de admirar por su capacidad intelectual, pero sobre todo gran calidad humana, en el día en el que pasa a ser importante para los políticos: porque al fin podrá votar.

No sé qué hora saldrá el sol. El cielo está como la gente de estos tiempos, entre sombras, a oscuras. Al parecer la miseria nos ha consumido hasta el punto de incapacitarnos para razonar. El miedo a la muerte nos ha transformado en zombis de nuestros tiempos, en animales domesticados para luchar por la supervivencia y sobrevivir, según el poder de nuestras vidas. Nos han separado por manadas, entre oprimidos y opresores, por eso seguimos el patrón de conducta inculcada por los pastores del poder, hasta el punto de ser los Eichmann de la modernidad, porque simplemente acatamos órdenes sin ningún tipo de remordimiento, porque inconscientemente hemos renunciado a ser personas, a tener conciencia, a distinguir entre el bien y el mal, para saber elegir entre el bien y lo mejor como seres trascendentales que somos, y todo para andar matándonos los unos a los otros, solo por seguir las órdenes de los Hitler de la miseria y opresión.

Quizás más de uno piense que todo esto lo digo porque puede ser que haya seguido a los peores ejemplos de vida: Sócrates bebiendo la cicuta para defender sus ideas, al Dios que habitaba en él: la conciencia, cuya idea cambió la contemplación del hombre, yendo de su exterior al interior; Ortega preocupado por el ser del hombre: su dignidad y circunstancia; Marañón igualando a los ricos y pobres en su consultorio y atenciones; Heraud luchando por la dignidad de los otros, con gran conciencia de la vida y del ser, que no se aleja de la reflexión de Sartre, quien nos indicaría que el prójimo no solo es aquel que vemos, sino aquel que nos ve, aunque nosotros no lo veamos, dándonos a comprender la extensión humana del ser en sí mismo, de ese yo universal que nos vendría a hablar Unamuno y por el cual una sola persona vale más que toda la humanidad junta, aunque de nada sirve que todos sacrifiquen a una sola persona, porque es indispensable que todos aprendamos a sacrificarnos a sí mismos; y por eso hemos podido contemplar que, a pesar de tantos sacrificios de una sola persona, como los ya mencionados anteriormente, así como de Jesucristo, Buda, Einstein, Hawking, entre tantos otros que cambiaron la historia de la humanidad, cosa que conocemos o podemos revisar en la historia de las revoluciones armadas, como intelectuales, seguimos girando en el mismo estilo de vida, entre supervivientes y sobrevivientes, opresores y oprimidos, amos y esclavos, por más que los matices de la modernidad nos lo presenta diferente, solo por la evolución de la tecnología y el conocimiento del hombre, ese que todavía sigue siendo pobre de ser, y por eso vemos tantas injusticias sociales, y todo porque hasta ahora no hemos aprendido a trascender.

Hoy hemos llegado al punto de que vivir es ser un pobre diablo endiosado, uno que quiere ser lo que no es: un dios, un ser que decide sobre el origen y fin de la vida, y por eso vemos a flor de piel las prácticas hipócritas de la defensa de la vida que nos encierra como roedores que se aferran a la vida sin siquiera haber aprendido a vivir, sin siquiera haber aprendido a ser persona, a tener conciencia: conocimiento pleno del ser y hacer, de la naturaleza de sí mismo; y, por ende, hemos destruido nuestro exterior como también nuestro interior, y por eso es que el consumo del mundo nos pasa factura cada cierto tiempo, como lo hizo con la gripe española, que mató entre 20 y 50 millones de persona en dos años, en un mundo menos globalizado que la actualidad, cosa que me lleva a cuestionar la realidad que vivimos con el famoso Coronavirus, porque si realmente el virus fuera un castigo de la naturaleza -como lo habían dicho al principio del año pasado, porque provenía de un murciélago- ya hubiera arrasado con más de 100 o más millones de habitantes, porque la naturaleza es indolente cuando tiene que recuperar su equilibrio, y más con las rápidas conexiones que existen ahora entre los continentes, y si no, miremos a los fenómenos del niño, esos que nos demuestran que por más inteligente que sea el hombre nunca podrá someter a la naturaleza del todo, porque ella tarde o temprano recupera lo que es su suyo sin importarle si arrasa con pueblos enteros.

Hoy nos han inutilizado hasta refugiarnos en la hipócrita idea de salvar la vida de los nuestros y los otros, sin darnos cuenta de que nos han adiestrado para responder de esa forma, porque somos inútiles como personas en sí, porque finalmente está demostrado que no hemos aprendido a ser persona, pues no tenemos conciencia de nuestra propia existencia, y todo porque no hemos aprendido a vivir; y, por ende, no tenemos conciencia de que la muerte es lo único seguro que existe en la vida, de la que no nos escaparemos hagamos lo que hagamos, simplemente porque la vida en sí no nos pertenece, porque es de quien nos la destino, llamémoslo Dios o simplemente Vida, con mayúscula, o -ya si quieren- naturaleza, porque nadie sabe exactamente hasta cuándo va a vivir, salvo que se suicide y la tinke, porque muchas veces hasta el suicida se salva de su asesinato. Y por eso creo que, simplemente no hemos aprendido a vivir como personas, porque no hemos aprendido cuál es el proceso de la existencia, esa que quizás la conocemos por la fotosíntesis enseñada en las escuelas, a la que se reduce la mayoría de los seres humanos: los domesticados, los que nacen, crecen, sobreviven, se reproducen, joden y se dejan joder para volver a joder y finalmente mueren sin dejar absolutamente nada que trasciende; y por eso hasta ahora no se tiene las bases para una mejor sociedad, una sociedad más humana que animal, más digna para todos los hombres (varones y mujeres y todas las demás orientaciones o elecciones personales) cosa que ayudaría a mejorar indiscutiblemente a las siguientes generaciones, como seres trascendentales que somos; y todo gracias a que todavía no existe conciencia del ser, a pesar de tanta dizque evolución humana; razón por la cual la dignidad sigue estando por los suelos, donde los endiosados del mundo (los opresores) siguen gobernando a las masa, a los borregos que van al matadero de la sobrevivencia, donde dejan su existencia para que otros puedan vivir del sudor de su frente, mientras que los otros, los supervivientes, contemplan cómo la masa se pelea entre la masa para sobrevivir, para comer y “disfrutar” de su efímera existencia, asesinando o asaltando a lo bestia salvaje, mientras que los supervivientes lo hacen de forma más inteligente, solo pasteando a las ovejas, tal y como lo hicieron cuando incentivaron a las marchas contra el dictador más inútil de la historia, quien no tuvo ni una hora de gobierno y ya era dictador, hasta el punto de que renunció sin gobernar jamás, simplemente porque el puesto le quedó demasiado grande para su tan escasa capacidad racional, porque en el fondo no era un dictador, sino un completo inútil, el tonto más útil de la historia, diría una amiga que se ríe a morir del pobre, para no renegar.

Hoy esa masa hormonal que antes gritaba dictadura está dormida ante la descarada corrupción que afronta la realidad nacional, y mundial. Está callada ante la miseria de la vida diaria, y digo miseria porque no es posible que a pesar de tanto conocimiento desarrollado sobre el ser humano y la dignidad del hombre todavía sigan existiendo abismales diferencias entre las personas en las atenciones de sus necesidades básicas: educación, salud, alimentación, vivienda, seguridad, oportunidad laboral, donde el poder económico gira en manos de unos pobres diablos, de unos infelices de la vida en sí, de unos que se creen más inteligentes que otros, cuando en sí solo son miseria humana, simplemente porque también es gente: masa que no ha aprendido lo que es su ser en sí; y, por ende, su existencia humana es tan superficial como el hecho de vivir entre la ley de la selva: sobrevive el más pendejo y fuerte, por eso los gritos miserables de la gente gira entre derechos humanos que no existen y que nos endiosan insufriblemente, porque son capaces de matar a lo Eichmann: sin sentir el menor remordimiento, porque es gente que justifica la caridad con la lástima, sin darse cuenta de que están cayendo en más miseria humana, ante situaciones que en sí son realmente desagradables y repugnantes como la violación y ciertas malformaciones humanas que nos golpean fuertes sufrimientos de impotencia, simplemente porque no se puede dar calidad de vida a esas personas, ,porque se requiere mucho esfuerzo para darles lo mejor, esfuerzo que la humanidad máquina u hormonal no está dispuesta a hacer, porque ellos tienen la función del disfrute en modo superpoderoso, y por eso los sacrificios no son de sí mismo, solo de su cuerpo, y no porque no se pueda en sí, sino porque seguimos cayendo en la miserable vida del hambriento, ese que busca tener más y más simplemente porque es incapaz de llenar o saciar su sed, porque lo que busca el ser no está en las posesiones exteriores sino en las interiores, y por eso que todas las grandes revoluciones que cambian la historia termina fracasando: simplemente porque no vemos al ser en sí mismo; y, por eso, la mayor lucha del hombre está en lograr la igualdad de la dignidad con la equidad del ser en sí mismo, es decir, debemos comprender mejor las capacidades individuales del ser, y para ello es indispensable que las personas aprendan a descubrir quiénes son para poder saber cuál es su quehacer, porque por más que todos podamos hacer de todo, el ser no goza a plenitud con todo, es decir, no se sacia haciendo todo, porque simplemente goza o trasciende haciendo aquello que le permite elegir siempre entre el bien y lo mejor, es decir, entre lo digno para uno sin trasgredir a los otros, porque si recordamos nuestros derechos y deberes “empiezan cuando termina de uno y terminan cuando empieza de otro”, simplemente porque nadie es más ni menos de sí mismo, sino complementarios para el equilibrio de la vida y la dignidad, tan igual como lo es la naturaleza.

Pero esto es algo que no se ve en la práctica de la vida del ser humano, simplemente porque, a pesar de tanto conocimiento humano, todavía no hemos aprendido a ser personas; y, por ende, caemos en los vacíos existenciales gritando dignidad donde no existe, reclamando derechos que no existen, simplemente porque no conocemos realmente nuestro ser en sí, haciendo shows de borregos para sentir que somos diferentes, cayendo en sentimentalismos baratos, en frases de autoayuda que yo lo llamaría lástima, porque quieren ser tratados como si fueran infantes incapacitados para comprender la realidad humana, y todo porque realmente no somos más que masa, rebaño que se mueve al grito del pastor, ese pastor que nos controla y encierra para servirle a los suyos, hasta el punto de que no hacen repetir “quédate en casa” sin tener oportunidad a cuestionarla, menos a contemplar lo que implica vivir en sí, porque las ovejas solo deben obedecer y repetir lo que sus amos les ordenan, mismo guacamayos: que repiten todo lo poco que su amo le enseña, cosa que llega a hacerme asquear interminablemente a  los humanos de estos tiempos, que no son muy diferentes a los de otros, con tantas injusticias sociales que se observan en la vida diaria: políticos ladrones y mentirosos, obras de desarrollo miserables, porque no duran en el tiempo, sino en la necesidad de la corrupción, donde la explotación del hombre por el hombre sigue humillándonos los unos contra los otros, porque, si profundizamos en la vida diaria, nos encontramos en la normalización de frases paupérrimas del ser, como “si los políticos son ladrones y corruptos, qué puedes esperar del pueblo”, “pero los humanos son así”, como si hubieran aprendido a ser personas, a trascender, a ir más allá de sí mismos, a explorar su interior y ser, hasta el punto de que son gente, gente que terminan siendo hienas, hienas dispuestas a devorarse a su inocente presa, al cojudo que se deja estafar porque cree en el valor de la palabra, porque piensa que todos son como él, sin ver que la realidad es distinta: miserable, porque la gente también es igual de miserable y corrupta que sus pastores (los políticos), solo para no ser ellos la carne que llevan al matadero de la vida de opresión, y todo porque la realidad todavía nos hace vivir en el constante miedo de morir si no nos adecuamos al sistema, porque la honestidad y dignidad no es rentable ni sociable, porque vivimos en sociedades putrefactas, sociedades que apestan a miseria, que huelen a muerte, porque simplemente la masa ha muerto como ser individual, como persona, para ser masa, animal doméstico al adaptarse al sistema para poder sobrevivir, sobrevivir como un animal que se deja guiar por su pastor, ese mismo que le meterá el miedo a morir solo porque no ha aprendido a vivir, hasta lograr encerrarlo peor que a una rata de laboratorio, porque la rata no tiene la misma capacidad de razonar que nosotros, quienes podemos comprender mejor la realidad, mejor que los demás animales.

Penosamente la realidad es corrupta y miserable en la sociedad de la mayoría, esa mayoría desnaturalizada de su ser, robotizada y domesticada, acostumbrada a ver normal a la miseria, como parte de la vida diaria, solo porque no ha podido contemplar otra realidad, hasta el punto de olvidar que somos diferentes a los demás animales, por más que nos comportemos peor que ellos, como bestias extremadamente salvajes, y todo por estar incapacitados para razonar gracias a cojudos que se creen dioses, quienes finalmente nos dictan las normas de vida, porque ellos son los que viven pensando que si son astutos podrán escaparse de la muerte como Sísifo, solo que burlándonos de los unos y los otros, de los “inferiores a uno”, los más débiles; y no de los cojudos dioses de la vida diaria, de los miserables opresores, hasta ser unos revolucionarios hormonales como en tiempos donde todavía no se conocía la dignidad del hombre, donde el conocimiento del ser era tan pobre como el hombre del mito de la caverna, un cavernícola incapacitado para socializar,  porque simplemente nos dejamos guiar por los olores sexuales que unen a los unos con los otros para un mismo fin: sobrevivir, cuando deberían ser como los revolucionarios del Reddit: inteligentes, hasta el punto de poner en jaque a los lobos que gobiernan gran parte de la economía del mundo, simplemente porque no es tiempo de una revolución de armas, sino una donde la inteligencia sepa jaquear hasta matar a los reyes del mundo, porque es ahí donde se concentra la peste humana, esa que huele a muerte y comete grandes genocidios a lo Eichmann.

Pucallpa, 31 de enero de 2021 a las 15:16 horas.