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Etiqueta: instituciones públicas

Es la misma cosa de siempre

Oscar Madrigal

El país que vivimos centra su atención en asuntos como por ejemplo la poca inteligencia de una ministra o la minusvalía de otro ministro. Son aspectos importantes enmarcados en lo que pretende Chaves y su equipo por el fondo: disminuir la democracia, deslegitimar a las instituciones o violentar principios constitucionales.

Mientras eso se discute, el mundo social nacional sigue acumulando problemas sin que se vea posibilidad de solución.

La semana pasada se informa en La República que Costa Rica está en el podio de países con mayor DESEMPLEO, según la OCDE. Con el 11,6% de tasa de desempleo que cerró el año pasado, el país ocupa el segundo lugar de todos los países miembros de esa organización con mayoría de personas desempleadas, solo superado por España, pero ocupando el primer lugar de los países latinoamericanos miembros de ella.

Hoy se informa que el Régimen No Contributivo, el que paga las pensiones a los más pobres y necesitados del país, inició el año con un faltante de recursos que no presupuestó Hacienda, que hará que no se puedan entregar 5.000 nuevas pensiones y que obligaría a reducir el monto de la pensión de ¢80.000 a ¢70.000.

Por otra parte, también se informa, que las becas para los estudiantes de primaria y secundaria se reducirían en número este año, en una cantidad superior a las cien mil becas.

Todo esto sin hablar de muchos otros asuntos como el deterioro creciente del poder adquisitivo del salario, el alto costo de la vida, que más de la mitad de las familias costarricenses no llegan a fin de mes o que la concentración de la riqueza es un problema obsceno.

Mientras esa realidad golpea a las grandes mayorías, el Gobierno que es el responsable de esta situación se vanagloria de los superávit fiscales aunque lo logren con el empobrecimiento de las personas más necesitadas.

Esta realidad terminará imponiéndose, a pesar de las cansinas promesas gubernamentales que no se concretan en nada.

Manifiesto conjunto por la democracia ante los hechos ocurridos en Brasil

El Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) – Brasil, la Asociación Brasileña de Apoyo a la Infancia y la Fundación Vida para Todos – ABAI,  realizaron este 10 de enero de 2023 un manifiesto en conjunto ante el intento de golpe de Estado realizado en Brasil, en el cual comunican:

“Las instituciones de la sociedad civil, antes nombradas, sin fines de lucro, que actúen en la defensa de los derechos humanos, solidaridad, respeto al medio ambiente y producción de alimentos saludables, por sus respectivos representantes, expresan su repudio a los actos violentos de terrorismo real practicados ayer en Brasilia, contra Instituciones Públicas de los tres poderes – Ejecutivo, Legislativo y Justicia, a través de la Corte Suprema de Justicia.

La democracia no es compatible, ni con actos violentos, conspiraciones u omisiones de nadie, y mucho menos de autoridades constituidas para defender los intereses más grandeslulu del país – una vida digna para todos los brasileños y brasileñas, el estado de derecho, el patrimonio público, la riqueza natural y la Constitución Federal de la República.

Brasil necesita paz y unidad para reconstruir el país después de toda la destrucción de economía y derechos fundamentales de los últimos años. En este contexto, nos unimos a todas las fuerzas democráticas, en particular al gobierno legítimamente electo del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, con el propósito de promover la paz social y la reconstrucción de un país justo y solidario para todos y cada uno”.

 

Imagen recuperada de InfoNews.

De deudas y privatizaciones: Andando por el mundo con el bolsillo lleno y la cabeza vacía

Gilberto Lopes

Diciembre, 2022

El ministro de Hacienda, Nogui Acosta, se vanagloria de que por primera vez, en trece años, el Gobierno va a amortizar el principal de la deuda. Nos sugiere que se cumple así «un hito en la trayectoria de consolidación de las finanzas públicas”.

Abonar al principal, en vez de renegociar la deuda y reactivar la economía no lo hace nadie, salvo en condiciones muy particulares. Ningún gobierno serio hace eso que propone el gobierno de Chaves. Eso es una tontería. Pero vender el patrimonio nacional para hacerlo ¡es más que una tontería!

La propuesta de vender activos para reducir la deuda no solo es un engaño –que oculta la verdadera ambición de comprar, a precios de liquidación, negocios muy rentables–, sino que es el verdadero objetivo de esas propuestas, que tienen poco –o nada– que ver con el tema del manejo de la deuda.

Ciertamente, hay que tratar de manera seria el problema de la deuda, como parte de un programa de desarrollo del país. No de someternos a inaceptables y dolorosas condiciones, con tal de satisfacer a las demandas de los acreedores.

No tiene sentido hacerlo, si se mantienen las condiciones que generaron la deuda. Con la venta de los activos se puede abonar algo, pero nada relevante. Al poco tiempo estaremos debiendo lo mismo, o más. Si vendemos activos nacionales para pagar la deuda estaremos, a corto plazo, no solo más endeudados, sino también más pobres.

La deuda, una bomba a desactivar

Hace tiempo un economista español, catedrático de la Universidad de Sevilla, profesor Juan Torres López, viene tratando el tema de la deuda.

Al profesor Torres lo fui a entrevistar a Sevilla hace ya algunos años y le he dado seguimiento a sus escritos. De sus textos viene la idea de que la deuda es una bomba que debe desactivarse, artículo publicado en el periódico español Público, el 11 de junio del 2021.

Es su opinión de que los datos sobre la evolución de la deuda en todo el mundo nos muestran que “estamos sentados sobre una bomba que va a estallar sin remedio, si no se adoptan medidas adecuadas para desactivarla”.

Le parecían impresionantes los datos sobre las deudas que acababa de publicar el Banco Internacional de Pagos (Bank for International Settlements (BIS), con sede en Basilea, Suiza). Las deudas acumuladas en el mundo a fines del 2020 habían llegado a unos 286 billones de dólares (millones de millones; trillions en inglés), cerca de 3,5 veces el producto mundial.

De esa deuda, 221,4 billones correspondían al sector no financiero: 53,8 billones al endeudamiento de los hogares; 83,4 billones a deuda de los gobiernos; 78,6 billones a deudas de las sociedades no financieras. A lo que había que sumar 65 billones de dólares del sector financiero.

Un año después, esa deuda había trepado a 303 billones, alimentada por la montaña de dinero inyectado en las economías para hacer frente a los efectos de la COVID 19 sobre empresas y personas, según datos del Institute of International Finance (IIF), una asociación de instituciones financieras mundiales, con sede en Washington.

Estos datos son graves por su cuantía pero, sobre todo, por su crecimiento vertiginoso, acelerado a causa de la pandemia. Según el BIS, la deuda total del sector no financiero se había triplicado desde el 2000.

El análisis de la economía de los países de la Unión Europea (UE) es objeto de especial atención del profesor Torres. Según los datos de Eurostat, que cita en el artículo mencionado, la deuda pública de toda la UE era de doce billones de euros. La de los países de la zona del euro (eurozona), ligeramente inferior, alcanzaba los 11,1 billones. Lo que, en su opinión, demostraba que las “mal llamadas” políticas de austeridad no servían para disminuir la deuda, “sino justamente para todo lo contrario”. Desde 2000 –afirma– la deuda de la eurozona ha aumentado en 6,8 billones. Cantidad similar a la que han pagado, en ese tiempo, en intereses.

En 2020, en plena pandemia, los países de la UE tuvieron que dedicar 191,6 mil millones de euros para pagar intereses. Es decir, “en retribución a bancos que le han prestado dinero creado, en su práctica totalidad, de la nada, sin ningún costo para ellos”.

Hace tan solo una semana la BBC publicó una nota revelando que había personas comiendo alimentos para mascotas en Gran Bretaña y calentando su comida con velas. Hace unos meses nos decía que muchos británicos mayores de 50 años, imposibilitados de pagar alquileres, tenían que vivir en casas compartidas. Quizás en pocos países las políticas de privatizaciones y contención del gasto público han sido tan eficaces como en Gran Bretaña.

Estos ejemplos evidencian la necesidad de discutir como enfrentar el problema de la deuda. No se trata de un problema técnico, sino político, como veremos.

¿Quiénes son los adictos a la deuda?

Torres se hace algunas preguntas. Una de ellas es ¿quiénes son los adictos a la deuda? Se trata de un artículo que publicó hace algunos años, en 2017. Poco antes había publicado un libro con el provocador título “Economía para no dejarse engañar por economistas”.

Uno de los mitos más extendidos sobre la vida económica –dice en su artículo– es el de que la enorme deuda acumulada en el mundo es consecuencia de que la gente vive por encima de sus posibilidades. Otro mito es el de que “los partidos de centro-izquierda son muy pródigos cuando gobiernan, produciendo grandes déficits que la aumentan sin cesar”.

Pone como ejemplo declaraciones de la entonces canciller alemana, Angela Merkel, de que ningún Estado puede gastar más de lo que ingresa. Eso tiene sentido en el caso de una familia, pero no tiene ninguno en un Estado, dice Torres. Si el Estado deja de gastar provoca una disminución de los ingresos de la gente, algo que no pasa cuando se trata de una familia.

Se trata, como tantas otras afirmaciones, “de una falsedad que se desmiente fácilmente con el conocimiento elemental de los procesos económicos y con los datos”, asegura Torres.

Los errores económicos tienen propósitos, asegura. Los adictos a las deudas no son las familias, mucho menos las familias de escasos recursos. Son los bancos, “porque esa es la fuente de sus ganancias y de su impresionante poder, no solo financiero, sino también mediático, cultural y político”. Cuando se nos dice que hay que salvar a los bancos, lo que se pretende es crear condiciones para que sigan endeudando a la gente.

La explicación de este proceso es relativamente sencilla y clara. Nos dicen que hay que imponer políticas de recortes de gastos para ahorrar, reducir el gasto y bajar la deuda. Pero lo que se busca –dice Torres– es todo lo contrario: reducir la capacidad de generar ingresos propios para que los bancos vuelvan a prestar, creando así nuevas deudas.

La prueba del engaño es que la deuda subió más “justamente en el periodo de aplicación de políticas de recortes sociales y rescate de la banca”, que las autoridades financieras aseguraban ser indispensables para disminuir la deuda.

Privatizar para pagar

El pasado 1 de diciembre, el economista brasileño José Álvaro de Lima Cardoso denunciaba la deuda pública como un “mecanismo infinito de drenaje de dinero público.

Cardoso se refería a la limitación de gastos para atender las necesidades sociales impuesta al presupuesto brasileño, luego del golpe de Estado contra la presidente Dilma Rousseff en 2016. Medida similar a la adoptada en Costa Rica, mediante ley aprobada sin necesidad de ningún golpe de Estado. En Brasil se congeló, además, el gasto social del gobierno por 20 años, con el resultado de una grave recesión económica y desastrosos resultados sociales.

En 2004, en medio de una nueva crisis financiera internacional, Ernesto Gutiérrez Betancor publicaba, en la revista “Conceptos Sociales”, de la UNAM, el artículo (reproducido por diversos medios) “La deuda externa, ¿quién debe a quién?”.

Ahí nos señalaba que “en los últimos años, las condiciones de vida de la mayoría de la población de África, América Latina y Asia han empeorado drásticamente”.

“En el África subsahariana, por ejemplo, el consumo medio por habitante es menor que en 1970. Los ingresos de la mayoría de los latinoamericanos son también inferiores, en un 20%, a los que recibían en 1980. Esta desesperada situación a menudo se nos presenta como el producto de la corrupción, la incompetencia o la ineficacia”.

Pero –dice Gutiérrez Betancor–, los datos estadísticos muestran una realidad bien diferente. “En 1999, los 41 países pobres más endeudados (PPME) transfirieron al Norte 1.680 millones de dólares más de los que recibieron. En el mismo año, los países del llamado «Tercer Mundo», en su conjunto, realizaron una transferencia neta de recursos de 114.600 millones de dólares”. Pese a esto, una deuda que, en 1982, ascendía a 780 mil millones de dólares había trepado a algo más de 2 billones (millones de millones) de dólares, menos de 25 años después.

A finales de 2019, la deuda externa total solo de los países de ingreso mediano y bajo (no de todo el llamado Tercer Mundo, o de los “mercados emergentes”) ascendía a 8,1 billones de dólares, según datos del Banco Mundial, institución a cargo de los programas de reducción de la deuda y de la pobreza, donde trabajaba nuestro presidente Rodrigo Chaves.

Ya en los años 70, Robert McNamara, exejecutivo de la Ford, Secretario de Defensa de los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam y luego presidente del Banco Mundial, entre 1968 y 1981, advertía que “la tasa media de aumento de la deuda luego de la década del 60 representa cerca del doble de la tasa de crecimiento de los ingresos por exportaciones, con las cuales los países endeudados deben asegurar este servicio de la deuda. Esta situación no puede continuar indefinidamente”.

Cuando se hizo evidente que los países subdesarrollados no podrían asumir sus compromisos en las condiciones pactadas, el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional propusieron como solución las llamadas «políticas de ajuste estructural».

Como medidas fundamentales de esas políticas están la reducción del gasto público y la privatización de las empresas estatales. Cuarenta años de esas políticas han dado como resultado la aceleración de un proceso contra cuyas consecuencias insostenibles ya advertía McNamara, hace 50 años.

En Costa Rica, el gobierno propone privatizar el Banco de Costa Rica, uno de los tres bancos estatales. Se vanagloria el ministro de Hacienda, afirmando que, por primera vez en trece años el Gobierno va a amortizar el principal de la deuda.

Pero el secreto no está ahí, sino en la venta del banco, un negocio excepcional, al que los posibles compradores (incluyendo la banca colombiana) tienen puestos los ojos desde siempre.

¿Cuánto se amortizaría con la venta del BCR?, le pregunté a un economista que acompaña estos procesos en el país. “No hay un valor definido. Se estima en unos 1.850 millones de dólares. Alcanza para pagar durante seis meses los intereses de la deuda.

Pero este es un valor puramente contable. El valor económico del banco es muy superior. Para el país, debe considerarse su valor social, que incluye la capacitación de su personal –unas cuatro mil personas–, el valor de sus instalaciones, los diversos servicios que presta a la sociedad, no solamente financieros, sino de trámites de documentos, como pasaportes o licencias de conducir”.

Qué significa para un banco privado ser muy eficiente, se pregunta: significa ganar la mayor cantidad de dinero posible. Eso se logra reduciendo personal, reduciendo salarios y los servicios que presta y, sobre todo, aumentando la tasa de interés crediticia, que hoy es de 8,4% anual en la banca pública y más del 15% en la privada.

¡Una estafa para el país!

En cambio, no se propone eliminar o reducir las diversas exenciones tributarias que favorecen a los inversionistas, en particular en el régimen de zonas francas.

Entre las medidas de transferencia de recursos para los bancos está también un proyecto de ley –que se está negociando a instancias del sector financiero– para permitir transferir a los acreedores un 30% de los ahorros del Régimen obligatorio de pensiones complementarias (ROP) de quienes se encuentren con problemas de deudas. Una medida que los afectará posteriormente, al reducir el monto de sus futuras pensiones, además de debilitar el sistema de pensiones.

En su “Estrategia de la deuda a mediano plazo”, publicada en abril pasado, el ministerio de Hacienda afirma que la deuda del gobierno central equivale a 66,46% del PIB. Y agrega que, “gracias a la dinámica de los ingresos y la contención del gasto pareciera que el país se dirige hacia una estabilización de las finanzas públicas”.

Nada dice de las condiciones sociales, del desempleo estructural, de la creciente concentración de la riqueza, ni del asalto sistemático a las eficientes instituciones públicas –la banca, las telecomunicaciones, la energía, la salud, la educación, las carreteras, los aeropuertos– donde las medidas privatizadoras han venido debilitando los servicios públicos, sin que ningún proyecto de país ofrezca un modelo de desarrollo que reduzca la deuda o la pobreza.

Durante años los promotores de esos proyectos han andado por el mundo con el bolsillo lleno y la cabeza vacía. Tratan de vendernos las viejas ideas, que nos han traído a esta crisis, como solución a nuestros problemas. Para eso cuentan en Costa Rica con el control de la presidencia y una holgada mayoría en la Asamblea Legislativa.

Con la venta de activos no se va a resolver el problema de la deuda, sino a agravar un proceso de concentración de la riqueza y de mayores sufrimientos sociales para la población costarricense.

Privatizaciones y contención de gastos, receta infalible para el deterioro de las condiciones de vida de la población costarricense, como lo ha demostrado la historia.

FIN

¿Salvarán los cambios políticos a Liberación Nacional?

Vladimir de la Cruz

El Partido Liberación Nacional, de los actuales partidos activos, en la vida nacional, es el más viejo y el que más ha impactado el desarrollo institucional del país desde 1951, cuando se fundó, y desde 1953 cuando empezó a ejercer gobiernos. Si se retrotrae su historia a sus raíces desde la Junta de Gobierno, 1948-1949, cuando su fundador, José Figueres gobernó, a la fuerza, de facto, con los Decretos Ley que aprobaron, en ese período de Gobierno, que sentaron las bases de la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX, más importancia se le puede reconocer en el desarrollo institucional nacional al Partido Liberación Nacional, que dirigió el país en 9 ocasiones, 9 gobiernos, 1953, 1962, 1970, 1974, 1982, 1986, 1994, 2006 y 2010 de los 18 gobiernos que ha tenido el país desde entonces, incluido el actual.

El resto de los gobiernos se los han repartido 3 coaliciones en 1958, 1966 y 1978, de tradición opositora liberacionista con ribetes socialcristianos, 3 del Partido Unidad Social Cristiana, 1990, 1998, 2002, dos del Partido Acción Ciudadana, 2014 y 2018 y el actual Gobierno de Partido Progreso Social Democrático, 2022-2026.

De esa acción de gobiernos liberacionistas se desarrolló el Estado asistencialista, benefactor y el Estado Social de Derecho que se construyó especialmente hasta 1978, fortaleciendo un conjunto de instituciones públicas poderosas, claves y estratégicas para el desarrollo nacional, como han sido la Universidad de Costa Rica, las universidades públicas que se impulsan en los Gobiernos de Figueres y Daniel Oduber, 1970-1978, la Universidad Nacional, el Instituto Tecnológico, la Universidad Estatal a Distancia, el Instituto de Vivienda y Urbanismo, el Consejo Nacional de la Producción para sirvió para asegurar precios justos a los productores nacionales, asegurar sus cosechas para el consumo y para regular precios para los consumidores, la Banca pública estatal que se puso al servicio de distintos sectores empresariales, comerciales y productivos y del público, la Caja Costarricense del Seguro Social, que fundada en el gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia, 1940-1944, se desarrolla, amplía y universaliza sus servicios por el impulso que le da Liberación Nacional, el Instituto Costarricense de Electricidad, el motor del desarrollo y de la economía nacional, y el Instituto Nacional de Seguros, por citar algunas de las instituciones que durante los gobiernos liberacionistas se fortalecieron, al menos hasta 1978.

Fue la Liberación Nacional el que impulsó y fortaleció la clase media nacional, que a pesar de los embates económicos con que se ha venido golpeando a toda la población del país, sigue siendo fuerte, poderosa y sobreviviente, una parte de ella y la otra, sectores amplios de la clase media amenazados en su estatus de vida, con tendencia a ser excluidos y expulsados de esta clase media, reduciendo su tamaño, y a pasando, parte de ella, a formar parte de la composición social de los sectores pobres del país.

Con el Gobierno de Rodrigo Carazo, 1978-1982 se empezó a desmantelar el Estado, se empezaron a privatizar instituciones que eran empresas públicas. A partir del Gobierno de Luis Alberto Monge se impulsaron los Planes de Ajuste Estructural y al inicio de la década de 1990 se impuso la política de Tratados de Libre Comercio, que han atendido todos los gobiernos desde entonces, entre otros cambios importantes que afectaron estructuralmente el desarrollo institucional del país.

El proceso de desmantelamiento estatal no ha cesado. La apertura bancaria, o la desnacionalización que se impuso en el Gobierno de José María Figueres, 1994-1998, culmina no solo con el sector bancario financiero nacional gobernando el país, sino que conduce ahora a deshacerse de más instituciones bancarias públicas, como es el intento de vender el Banco de Costa Rica y el Banco Internacional de Costa Rica.

La descentralización por la privatización de servicios en las instituciones estatales ha debilitado su esencia, camino cada vez más seguro hacia su total privatización y desaparición de las mismas. Es la pinochetización fina, que se ha venido haciendo de la atención primaria de los servicios públicos esenciales, para imponer la privatización de todos los servicios públicos.

La educación pública la han debilitado, la han disminuido en su papel estratégico. La tendencia es hacia la privatización de toda la enseñanza.

La salud pública la han debilitado, fortaleciendo la atención de la salud en manos privadas, y sometiendo a la Caja Costarricense del Seguro Social a depender en diversos servicios de esa salud privada, con grave desatención a los asegurados. Las listas de espera son su mejor emblema.

Al ICE le llevan ganas desde hace muchos años. Del Consejo Nacional de Producción mantienen sus viejos edificios por avenida 10 como símbolo del abandono que se hizo de los productores y consumidores nacionales. Las Universidades son sujetas de ataques constantes en sus finanzas y en su autonomía institucional y funcional, como de reducirles su papel hasta donde puedan. El sector cultura, desarrollado institucionalmente desde el Gobierno de José Figueres, 1970-1974, lo tienen en capilla ardiente, casi artículo mortis en algunas de sus expresiones.

En este breve escenario se han fortalecido unos pequeños grupos nacionales, pero la inmensa población se ha empobrecido. Los índices de pobreza y pobreza extrema crecen. De la misma manera los índices de riqueza se concentran cada vez más en menos manos. A mayor riqueza nacional, concentrada en pocas manos, según los datos, se produce mayor pobreza y pobreza extrema, se reduce fácticamente el volumen de la clase media. Esto es más dramático en las regiones rurales y en las regiones de polos turísticos de desarrollo, donde esto se evidencia más.

La pobreza, la pobreza extrema, el trabajo informal, el desempleo creciente, el desempleo de mujeres cabeza de familia, el ausentismo forzado del proceso educativo, en parte por la pandemia, la no recuperación de los empleos perdidos por la pandemia, las casi 1000 instituciones escolares y educativas paralizadas sanitariamente son apenas una ligera foto del país más feliz del mundo que tenemos…

El asunto es que el Partido Liberación Nacional es parte causal de todo esto. Las banderas sociales que Liberación Nacional tenía las arriaron hace mucho tiempo. Liberación Nacional perdió su memoria histórica, ya ni celebran sus fechas emblemáticas, en las campañas electorales carecían de historia y de conquistas institucionales impulsadas por ese partido. En las últimas campañas electorales se olvidaron de los sectores sociales, que fueron sus bases de apoyo histórico. La renovación de sus liderazgos partidarios se hizo cada vez más alejado de las bases y del pueblo. Se incrustó en Liberación Nacional una verdadera mafia administrativa, desde las instancias cantonales que impusieron cambios que controlaron la vida interna de ese Partido, descabezando a sus líderes históricos, y desmemorizando al Partido.

Las tres derrotas consecutivas electorales que arrastra Liberación Nacional, 2014, 2018 y 2022, a pesar de que en el 2014 y en el 2022, lograron inscribirse para la segunda vuelta electoral, no les alcanzó porque carecieron de mensaje, de identificación con sectores sociales, no pudieron levantar una sola propuesta social frente a un pueblo electoral necesitado de soluciones a los graves problemas que los aqueja, volcándose más fácilmente por nuevas opciones políticas, aunque les fallaran, porque los partidos tradicionales ya les habían y estaban fallando, y era preferible confiar, ensayo y error, en nueva opciones por peligrosas que pudieran ser. El canto de sirenas fue válido hasta el 2022.

Liberación Nacional fue cómplice del descrédito con el que se empezó a cuestionar a los políticos, a los dirigentes políticos, a los líderes tradicionales de los partidos, a los partidos políticos, a la Política como tal, al sistema político, al sistema democrático que lo han desacreditado facilitando las tendencias políticas autoritarias anti todo. En su propio seno se han comido a sus dirigentes históricos y las bases de su propio Partido.

Las medidas que han impulsado no son salvadoras. De no desmantelar la estructura mafiosa que controla el Partido para la escogencia de sus dirigentes y candidatos, desde las asambleas cantonales, no van a salir adelante.

El Partido dejó de ser un Partido Político hace mucho tiempo. Su Directorio Político era simbólico, de papel. En los últimos 20 años, me atrevo afirmar, que no se ha pronunciado públicamente de manera importante sobre ningún tema nacional.

La cabeza del Partido terminó siendo su cola, mientras las fracciones legislativas de Liberación Nacional se convertían de hecho en varias cabezas que trataban de gobernarlo.

No se sentía por ninguna parte que el Directorio Político fuera un baluarte de dirección política partidaria, hacia fuera del partido y hacia adentro.

En su Directorio llegó a mantenerse representantes de expresidentes que públicamente se habían retirado del Partido. Se aceptó a personas que se habían ido del partido, que se les habían enfrentado políticamente y electoralmente, de nuevo en el Directorio, como si nada hubiera pasado.

El Partido fue tomado por sectores bancario-financieros más que por políticos, respondiendo en ese sentido a esos otros intereses, más que la visión política que debe tener una organización que se precie de ser un partido político. Se ha impuesto una visión financiera de hacer negocios con el partido. 

El discurso manejado contra los líderes históricos, los poquillos que le quedan, es errado. Los nuevos que han sido nombrados no son menos tradicionales que los que se han convertido en blanco de los ataques, y quizá si el pensamiento político que los otros tienen.

A Liberación Nacional le faltan líderes políticos. Deberían tener espejos de los líderes socialdemócratas europeos y latinoamericanos que están en la lucha política, al lado de sectores populares.

A Liberación Nacional lo ha perjudicado mucho los vínculos con la corrupción y la narcomafia con que se ha vinculado a dirigentes suyos, de todo nivel, sin que el Partido haya podido hacer nada. No hay en este momento ninguna propuesta para modificar los Estatutos de manera que se permita actuar contra este tipo personas, y dirigentes de distinto rango, que se enquistan en el partido y sus estructuras internas, como públicas en las que participan, municipales, diputadiles o partidarias. Si eso no lo corrigen están manteniendo al paraguas que les filtra agua por todo lado.

Liberación Nacional dejó de ser un Partido pensante, ideológico, teórico doctrinario, visionario del país. En cierta forma dejó de ser un Partido político, como existían los partidos socialdemócratas. Carece de una perspectiva política, ideológica o teórica, y social para trazar el camino de la Costa Rica de los próximos años, carece de banderas sociales y políticas. Carece de identidad con sectores sociales.

Las renuncias de Laura Chinchilla, de Fernando Zamora y de Claudio Alpízar, parecieran ser las más importantes de los últimos meses en ese Partido. Por ahora son solo dirigentes y destacadas figuras del Partido.

Vienen las elecciones municipales dentro de un año. Este será el reto de Liberación Nacional, mantener las casi 50 alcaldías que tienen en su poder hoy.

El alcance de la última Asamblea Nacional solo ha trascendido en el nombramiento de dos de sus principales dirigentes del Directorio del Partido, apoyados por José María Figueres y Oscar Arias. Pareciera que esa Asamblea no dio para más.

Si es así, no ha habido más que un cambio cosmético, y en esa foto siguen siendo los más importantes dentro de ese Partido, guste o no, José María Figueres y Oscar Arias.

Ataques por distintos frentes por parte del Gobierno

Juan Carlos Durán Castro

En la actualidad es muy común escuchar en los medios y noticias expresiones como:

  • Proyectos de ley
  • Recorte de presupuestos a los sectores más vulnerables para pulverizar instituciones
  • Alianzas en la Asamblea
  • Pactos oscuros por eurobonos
  • Desfinanciar el Poder Judicial en proyectos antidrogas, anticorrupción, debilitar OIJ
  • Listas de espera en CCSS, privatización en sus distintas modalidades tercerización, decisiones en sector educación, entre otros frentes

Que solo buscan ultimar la fase dos de los objetivos incompletos que encubrían la ley 9635 de » fortalecimiento de las finanzas públicas”, la ley 9808, que elimina el derecho a la protesta social (incluida la huelga en el sector público y sus efectos e impactos en los sindicatos del sector), y la ley de empleo público. Todo en un ataque a las autonomías constitucionales creadas en la Constitución Política de 1949.

Una táctica ruin del presidente Rodrigo Chaves y su gobierno de derecha más antiguo y descarado del país, aprovechándose de la popularidad le quita al pueblo en frente de sus narices, las instituciones que tanto le dieron a Costa Rica y que provienen de luchas sociales de derecho. 

“Estamos transitando como país hacia una peligrosa concentración del poder como la que existió antes de 1949”.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

El pueblo deberá defender las instituciones que considera fundamentales

José Luis Pacheco Murillo

Por lo general, los sabios y los entendidos nos inculcan la filosofía de vivir “ligeros de equipaje”. Es decir, no obsesionarnos con la acumulación de cosas materiales. El fundamento es el estar preparados para alzar vuelo en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia. Ese pensamiento es válido para seres humanos.

Sin embargo, ese principio no necesariamente es bueno cuando del Estado se trata. La venta de instituciones públicas no siempre ha sido un buen negocio para el Estado y por ende para la ciudadanía. Mucho menos cuando esas instituciones son exitosas y proveen al país oportunidades de desarrollo. Ya conocemos lo que ha sucedido en otros países cuando se han despojado de las instituciones que brindaban bienestar, el pueblo termina pagando las consecuencias.

Quizá haya que poner orden en algunas. Quizá haya que mejorar la forma de prestar servicios o quizá haya que ponerlas a competir para hacerlas más eficientes, pero deshacerse de ellas no siempre es la mejor decisión.

El dinero que pagarán por ellas durará poco y luego ya no tendremos ni dinero ni instituciones y eso simplemente es empobrecernos más y hacer que el futuro sea poco halagüeño.

El pueblo deberá defender las instituciones que considera fundamentales para que tengamos un futuro promisorio y especialmente para las nuevas generaciones. No siempre nuestros representantes en la Asamblea Legislativa tienen los mismos pensamientos e intereses que el pueblo y por ello también ahí se debe presionar y hacer saber que no queremos despojarnos de lo que tanto ha costado mantener.

Vender lo que ha sido bueno es un pensamiento de pobreza y abandono en manos de otros que vendrán a explotarnos. Tengan mucho cuidado señores del gobierno, Presidente y diputados con lo que hacen con lo que pertenece al pueblo.

Dios quiera que entiendan que eso de las instituciones no son bienes de difuntos sin herederos, por el contrario, nuestros antepasados lucharon mucho por tener y dejarnos algo para nuestro futuro. No despilfarren y no hagan de lo que no les pertenece una fiesta para beneficio de amigos y financistas de campaña.

Partido Pueblo Unido: Chaves descubre su verdadero rostro

100 pasos hacia la prolongación del nefasto modelo neoliberal en Costa Rica

El discurso de Rodrigo Chaves Robles, la noche del martes 16 de agosto de 2022, confirma la intensión de continuidad de este depredador modelo político económico ¡Chaves se quitó la máscara!

Lo más “destacado” y que la clase política neoliberal esperaba, se oficializó, la venta del Banco de Costa RICA, BICSA, 49% del INS, la tercerización de servicios en la CCSS y otras instituciones públicas.

Su discurso “endulzante” caracterizado por “darle a los corruptos y a la corrupción” contrasta con su postura de la venta o concesión de activos estatales, practica neoliberal que bien sabemos ha fomentado la corrupción y el enriquecimiento ilícito del sector financiero y económico empresarial dominante.

Pueblo Unido lo ha denunciado desde su resurgimiento en la pasada campaña electoral, la Administración Chaves Robles es una continuidad de un modelo Político-Económico que está siendo desechado en la mayor parte de nuestro continente y que en Costa Rica ha venido a ubicarnos deshonrosamente en el ranquin entre los 5 países a nivel mundial con mayor crecimiento de desigualdad social.

Se develan las verdaderas intenciones, distintas a las demagógicas promesas de campaña. Muestra el lobo su verdadero rostro mientras el pueblo sigue sin soluciones concretas, afrontando el deteriorado costo de vida, poder adquisitivo, paupérrimos salarios, insostenible inflación, acelerado índice de pobreza, el creciente precio de los combustibles, tarifas, entre otros, teniendo la agobiante tarea de afrontar cada día, en esa maraña de dificultades, el permanente desafío de lograr sobrevivir.

Mientras en sus 100 días el Ejecutivo no ha dado muestras concretas de atender los frecuentes reclamos del pueblo, no ha presentado proyectos de ley a la Asamblea Legislativa para sancionar con la severidad que demanda el pueblo la institucionalizada corrupción, para combatir con verdadera fortaleza los mecanismos legales e ilegítimos de defraudación al Fisco. Tampoco ha dicho o hecho nada con respecto a la concesión de los espectros radioeléctricos, frecuencias de radio y la concentración de estas y otras concesiones como las de transporte público en pocas manos, parar y resarcir todo el saqueo que por décadas se le ha hecho a los costarricenses con sus bienes públicos.

Las puertas de Casa Presidencial en Zapote siguen abiertas de par en par, pero para las cámaras empresariales y los financistas de campañas electorales que con frecuencia visitan el domicilio presidencial en búsqueda de recuperar con creces lo invertido. Con seguridad, con el discurso de ayer del presidente, quedan más que satisfechos.

Entre algunas de las cuestionables y desafortunadas decisiones políticas de este gobierno, Pueblo Unido señala como desaciertos en este segmento de periodo innumerables contradicciones. Se quejan de la inflación, el endeudamiento, la crisis y los esfuerzos que deben sortear para cumplir con la regla fiscal. Aducen imposibilidad para mejorar los decaídos salarios de los costarricenses, pero duplican, eso sí, el de los ministros y viceministros. También beneficia con subsidios y privilegios a los importadores “arroceros” y “autobuseros” financistas de su campaña, mientras los productores agrícolas nacionales son llevados a la quiebra.

Pueblo Unido condena la propuesta gubernamental de seguir “vendiendo” la institucionalidad pública y acrecentar la desigualdad. Llamamos al pueblo costarricense a cerrar filas contra la pretensión de seguir la piñata del club de amigos de las élites político empresariales y prepararse para que, con fervor y un verdadero espíritu patriota, fortalezcamos la organización y tejido social para recuperar a nuestra patria de las manos de la muerte neoliberal, en las calles, la Costa Rica que deseamos heredar a nuestros hijos.

San José, 16 de agosto de 2022

 

Imagen: Semanario Universidad.

UCR manifiesta preocupación por posible reforma al artículo 176 de la Constitución Política

La UCR exhortó al Poder Legislativo a que archive el proyecto de ley debido a las posibles consecuencias adversas para el Estado social de derecho y el sistema democrático costarricense. (Foto: Facebook Asamblea Legislativa).

Alejandra Amador Salazar, Periodista

Mediante un pronunciamiento aprobado el pasado viernes por el Consejo Universitario, la Universidad de Costa Rica (UCR) manifestó su preocupación por los términos en los que se fundamenta la propuesta de reforma al artículo 176 de la Constitución Política de la República de Costa Rica, la cual se tramita actualmente en la Asamblea Legislativa mediante el Expediente N.° 22.266.

La iniciativa tiene como propósito, según la exposición de motivos, fortalecer el principio de equilibrio financiero y evitar crear instituciones y programas en el sector público sin que se verifique su contenido presupuestario; sin embargo, también pretende que ese principio prevalezca sobre la autonomía constitucional otorgada a instituciones como el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), la Caja Costarricense del Seguro Sociales (CCSS), las municipalidades y las universidades públicas.

Ante esta situación, la UCR aseguró que las autoridades gubernamentales y legislativas harían mal en limitar, negar, retrasar o condicionar –bajo criterios estrictamente presupuestarios– los recursos financieros que debe proveer el Estado a dichas instituciones públicas.

Además, recordó que la Asamblea Nacional Constituyente de 1949 fue clara al establecer un régimen de autonomías constitucionales, con el fin de evitar la concentración de poder en el Ejecutivo.

Esta casa de estudios superiores considera que el proyecto legislativo contiene una modificación intrínseca a aspectos esenciales de la organización política y económica del Estado costarricense, ya que menoscaba y cercena principios constitucionales en favor de razones presupuestarias; lo anterior refleja una clara intencionalidad de concentrar la toma de decisiones financieras en el Poder Ejecutivo, en contraposición a la descentralización administrativa constitucional e incluso a la pregonada en las recomendaciones de política pública de los organismos internacionales.

Por estos motivos, la UCR exhortó de manera vehemente a las diputadas y a los diputados que archiven este proyecto de ley debido a las posibles consecuencias adversas para el Estado social de derecho y el sistema democrático costarricense.

Asimismo, instó a los Poderes de la República, al TSE, a las municipalidades, a la CCSS y a las demás universidades públicas a debatir acerca de las repercusiones que tendría para el cumplimiento de sus fines constitucionales esta reforma.

¿Qué está pasando en la democracia costarricense?

Foto: Gerardo Iglesias

El nuevo gobierno

Después de 200 años de independencia y más de setenta de vida democrática ininterrumpida, Costa Rica ofrecía un retrato de estabilidad política, instituciones públicas medianamente aceptables y logros en el plano de la salud, la educación y la protección medio ambiental. Ya no es el caso.

Gerardo Castillo

La línea ascendente alcanzó a llegar hasta los años 1980, cuando el desgaste del Estado benefactor y la introducción, por fuerza externa o sumisión, del ideario neoliberal puso de moda las políticas económicas que colocan al libre mercado y la iniciativa privada por encima del bienestar general.

Para ello, se orquestó toda una campaña mediática muy cargada contra los partidos políticos, tildándolos en forma general como corruptos, y se satanizó a los sindicatos y sus dirigentes.

El Estado fue vapuleado como ineficiente ante la sociedad civil, se criticaron los altos salarios, la abultada planilla y la duplicidad de instituciones y; por otro lado, se intensificaron los negocios entre el sector privado y el público.

La influencia del primero fue mayor y esto permeó más la corrupción, principalmente en mandos medios. Todo esto devino en una Costa Rica diferente.

La pandemia como espejo

El panorama estadístico actual refleja una situación preocupante; por un lado, la pandemia sacó a la superficie lo que venía mal y agudizó los problemas: la creciente pobreza, las altas tasas de desempleo (13,6 por ciento) y; por el otro, la concentración de riqueza en pequeñas élites de industriales y banqueros.

Los impactos son visibles, principalmente a nivel interno. Las comunidades de las zonas fronterizas y los puertos concentran no solo situaciones de riesgo, sino que agregan un crecimiento de la delincuencia, el narcotráfico y una putrefacción que alcanza a los gobiernos locales.

Los dos años de pandemia fueron más que suficientes para constatar que la seguridad social resistió, que el personal de salud no es tan vago como la prensa pintaba y que la coexistencia entre grupos sociales (ricos, pobres, medios y excluidos) por más que la han ido diluyendo, sigue siendo una necesidad intrínseca del ser humano.

¿“Quo vadis” Costa Rica?

Las últimas elecciones no solo dejaron un presidente infrecuente sino una serie de enseñanzas para los estudiosos de las conductas políticas modernas.

El Partido Progreso Social Demócrata (PPSD) es una etiqueta como muchas otras que se presentaron en el mercado electoral. Un partido improvisado, sin ideología clara ni dirigentes conocidos.

Esta constatación no solo desenmascara la cultura política tica sino que estimula la revisión crítica de los partidos y políticos tradicionales y los no tradicionales (religiosos y personalizados), que han brillado por su indisciplina, volatilidad, irresponsabilidad, personalismo, incompetencia y oportunismo.

Los candidatos fueron muchos y en gran parte carentes de interés por mostrar una identidad partidaria.

Esto suscita desconfianza y en sus discursos resultaba todo un acertijo descifrar las corrientes ideológicas que pregonan. ¿Es una visión de derecha, de izquierda, socialdemócrata, social-cristiana o liberal?

En los comicios recientes quedó evidente el desprestigio que vive la política nacional.

Se alcanzó el más alto nivel de abstencionismo (40 por ciento) pero, aun así, el vencedor pudo con menos de un 30 por ciento convencer al electorado con promesas de un cambio, sin evidencias de cómo lograrlo, ni con qué equipo va a llevarlo a cabo.

El PPSD operó como una franquicia utilizada por un outsider de la política que regresó al país después de más de veinte años de ejercer como funcionario internacional en el Banco Mundial.

Fue nombrado ministro de Hacienda sin mayor investigación de su prontuario, duró corto tiempo, pero suficiente para ser encandilado por las cámaras.

Soberbia

En la realidad cotidiana no existía el PPSD, más allá del registro electoral. Fue encabezado por un desconocido sin experiencia política electoral que exhibió soberbia al diagnosticar los males del país (empleo, costo de vida, pensiones de lujo y corrupción) −que están sobrediagnosticados− y que prometió resolverlos en forma inmediata, frontal o por la vía que sea necesaria.

Males muy conocidos, propios de un país desigual, controlado por élites empresariales que, en alianza con la dirigencia de los partidos tradicionales y la prensa comercial, han venido concentrando y ensanchando la distancia entre la Costa Rica pobre y la Costa Rica de los ricos. ¿Y… la clase media?

El estado social de derecho ha sido debilitado y la clase media, cada vez más estrujada, entró a engrosar el grupo de los indignados y desclasados.

Resultó fácil al candidato del PPSD, supuestamente libre de pecado, adversar a otro candidato que cargaba con el desgaste de una anterior administración y estigmatizado, con razón o sin ella, como corrupto.

No de “los mismos”
La victoria fue clara y demostró, entre otras cosas, que fueron las provincias más pobres y de menor desarrollo (pobreza, desempleo, salubridad, escolaridad, inseguridad, etc.) las que inclinaron su voto a favor del debutante.

La inteligencia, las universidades, periodistas, escritores y grupos de mujeres de reconocida imagen internacional abogaron por el candidato conocido, pero no logró cambiar un pronóstico que ya había sido anunciado: la gente menos favorecida y resentida quería cambio y un presidente que no fuera de “los mismos”.

Lo sorprendente de lo acontecido no fue la lógica manifestación de los antisistema, sino más bien que la izquierda y los sindicatos no fueran quienes lideraran la inconformidad social.

Sí lo logró un candidato de derecha, cuyos discursos dejan muchas dudas respeto a la inclinación populista y al deterioro que pueda sufrir la institucionalidad democrática del país.

Como las lluvias de mayo

Y como elemento más perturbador se han ventilado serias dudas acerca del origen y transparencias de los fondos utilizados en el financiamiento de campaña del PPSD.

En definitiva, el mando político de CR a partir del 8 de mayo es un tiro al aire, tanto por la reducida representación del Ejecutivo en la Asamblea Legislativa como porque llega un gobierno con gabinete de desconocidos, sin experiencia política, improvisados y con contradicciones que ya saltan a la opinión pública como las torrenciales lluvias en mayo.

Con más dudas que esperanzas

Una de las críticas ácidas en la campaña electoral fue que ni el partido ni el candidato contaban con un equipo profesional calificado, con experiencia en administración en el manejo del Estado.

A ello el candidato ganador respondía en los debates que los partidos que tenían los mejores equipos eran los mismos que presentaban como figuras a los responsables del descalabro.

Por eso, él asumiría el compromiso de llevar profesionales jóvenes y sin amiguismo de ningún tipo.

Los jerarcas serían escogidos por agencias especializadas en selección de personal, tal y como acostumbra hacerlo la empresa privada.

De nuevo el mensaje endulzó el ingenuo anhelo de cambio sin considerar que las ideas, igual que los propósitos, solo logran demostración en los hechos y que estos, para cumplirse, exigen competencia, capacidad y una mínima cohesión en principios y un modelo de país, condiciones básicas que no pueden inventarse de un día para otro.

La victoria no requirió presentar ningún equipo. Al formarse el gabinete afloraron las primeras contradicciones: “que el país está económicamente quebrado, dijo una diputada, y por otro desmintió el ministro aclarando que no…eso no puede afirmase de esa forma…”

Gerentes

Apenas se publicaron nombres de ministros aparecieron las observaciones: una ministra de Trabajo de conocida trayectoria antisindical, acompañada de un viejo funcionario de dudosa reputación; un ministro de Hacienda que en la administración pasada se descubrió que había incumplido al fisco; una ministra de Agricultura no solo atada a las cámaras empresariales sino enredada en casos de infracciones laborales.

El propio ministro del Medio Ambiente declaró que los grupos ambientalistas van contra la empresa privada y el presidente expresó no estar a favor del Acuerdo de Escazú.

¿Cuál va a ser la imagen de Costa Rica a partir de ahora en los foros internacionales que luchan por la defensa del planeta? Es predecible en un corto plazo que la incomunicación del “equipo” conduzca a rápidas deserciones y a una centralización presidencialista.

Hay indicios para pensar que, lejos de un presidente de la república, tendremos un gerente con un maletín de ocurrencias que presagia conflictos, no solo con los otros poderes sino desde diferentes frentes sociales.

 

Fuente: http://www.rel-uita.org/costa-rica/que-esta-pasando-en-la-democracia-costarricense/

La CTRN rechaza la aprobación de la Ley de Empleo Público por ser precarizada, antidemocrática y arbitraria para las relaciones laborales

SURCOS comparte la siguiente información:

Los tres poderes del Estado se han alineado para aprobar hace pocos días está autoritaria ley, a pesar de los múltiples llamados, alertas y planteamientos jurídicos y sociolaborales que hemos hecho todas las organizaciones sindicales, las universidades públicas y otras entidades importantes del Estado y de la sociedad civil, respecto a la inconveniencia de aprobar una norma que contiene varios aspectos medulares seriamente lesivos para las instituciones públicas, para los servicios a la ciudadanía y para las personas trabajadoras del sector público.

Con esta iniciativa se pretende instalar en el país un sistema de relaciones laborales arbitrario, impositivo, precarizador de las condiciones de trabajo y vida de los trabajadores y trabajadoras públicas. Su puesta en marcha va a generar un estancamiento laboral y un retroceso del derecho colectivo, que dará lugar a numerosas demandas de violación de derechos a nivel nacional e internacional, con el lamentable aumento de la conflictividad social.

Esta acción política antisocial obedece a una lógica economicista y austericida aducida por el Gobierno para reducir el déficit fiscal que argumentan es provocado por el sector público, lo cual es completamente falso, y cuyo objetivo no es sólo obtener un préstamo de “supervivencia” del Fondo Monetario Internacional, porque principalmente se pretende acabar con la organización legítima de los trabajadores y trabajadoras en las entidades públicas, quitarles todo mecanismo de participación para la defensa de sus intereses, proscribir de hecho y de derecho la negociación colectiva, y dejar desprotegidas a las trabajadoras y trabajadores públicos para defender sus derechos fundamentales e intereses legítimos y democráticos. Por eso para la elaboración de esta ley no se han priorizado los argumentos técnicos de fondo que son esenciales para fundamentar una mejora real de los servicios públicos; por el contrario, dichos servicios serán recortados de modo progresivo, y su deterioro gradual será negativo tanto para la atención de las necesidades ciudadanas, como para las personas trabajadoras públicas y sus familias.

No le importó al Gobierno y a los partidos cómplices de su visión, sacrificar a toda la población trabajadora del sector público, lo que también afectará al sector privado y a sus personas trabajadoras asalariadas formales e informales. El tejido productivo del país notará el golpe de la precarización laboral en poco tiempo, y la economía de muchas familias se resentirá indefectiblemente. Esto traerá una escalada de conflictos y una mayor polarización social, de cuyas consecuencias deberá hacerse responsable una parte de la clase política decadente, egocéntrica, traficante de influencias, contraparte de corrupciones, que ha perjudicado el bienestar general para su beneficio particular. 

Consideramos que esta iniciativa antilaboral, junto otras leyes antiobreras aprobadas en este periodo legislativo, evidencian un grave retroceso para la democracia, el trabajo decente, la protección social y los derechos laborales y sindicales de la gente. Las élites nacionales que están detrás del Poder Ejecutivo y de los partidos tradicionales, vinculadas con algunos grupos poderosos del sector empresarial, han logrado en esta legislatura imponer totalmente su agenda de intereses exclusivos y excluyentes, a través del control político de las instituciones y de los sistemas de decisión. Por eso no ha sido posible reforzar la legislación contra la evasión y elusión fiscal, o aprobar la ratificación del Convenio 190 de la OIT, entre otras muchas cosas que el pueblo viene reclamando sin encontrar puertas para el diálogo y la participación como exige el artículo 9 de la Constitución. 

La propia OIT, consultada por la Asamblea Legislativa en 2020 sobre este proyecto de ley, expresó numerosos comentarios sobre varias partes del articulado que podrían entrar en conflicto con los Convenios Internacionales ratificados por el país. A pesar de ello, los legisladores y legisladoras han mantenido la mayoría de contenidos que ponen en riesgo el cumplimiento de dichos Convenios, en especial en materia de los derechos de libertad sindical y de negociación colectiva. 

El signo principal del Gobierno saliente, que ha perdido desde hace mucho toda credibilidad de la población, ha sido su incapacidad y falta constante de voluntad para el diálogo social. Incluso con esta ley tramitada de manera autoritaria y sorda ante el pueblo, entierra el diálogo social en el sector público que es siempre un espacio indispensable para la estabilidad y la armonía laboral. 

Por todo ello seguiremos luchando para defender nuestros derechos y nada nos impedirá movilizarnos y responder con la unidad de acción sindical contra esta abusiva y despótica ley.

Confederación de Trabajadores Rerum Novarum. 

Miembro de ITCU CSI IGB

CSA TUCA

CSU