Julián Zugazagoitia: periodista, escritor y ministro republicano
Gabe Abrahams
Julián Zugazagoitia Mendieta nació en Bilbao el 5 de febrero de 1899.
Su padre, Fermín Zugazagoitia Aranguren, fue director de la Cooperativa Socialista de la Casa del Pueblo de Bilbao, ejerciendo de concejal de la ciudad desde 1905 hasta 1909.
En 1914, Julián Zugazagoitia se afilió a las Juventudes Socialistas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Bilbao, por el influjo paterno. En 1917, participó en la Huelga General y, por ese motivo, pasó una breve estancia en la cárcel de Larrinaga.
En 1920, Zugazagoitia fue elegido presidente de las Juventudes Socialistas de Bilbao e inició su actividad como periodista en El liberal, La Lucha de Clases y El Socialista, entre otros medios, siendo condenado a un destierro en Santoña en 1923 por un artículo en el semanario La Lucha de Clases.
En su destierro de Santoña, Zugazagoitia inició también su carrera literaria. De esos años, son sus obras Una vida heroica: Pablo Iglesias (1925), Una vida humilde: Tomás Meabe (1925), Una vida anónima (1927), El botín (1929) y El asalto (1930).
En las elecciones municipales de 1931, que acabaron con la monarquía en España, Julián Zugazagoitia fue elegido concejal del Ayuntamiento de Bilbao. En las elecciones constituyentes del mismo año, obtuvo el acta de diputado.
En 1933, Zugazagoitia fue cofundador de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, una asociación dedicada a presentar a la URSS en la sociedad española. Un año después, tuvo un papel destacado en la Revolución de Octubre, desarrollada principalmente en Asturias y Cataluña. Por su participación, cumplió condena de prisión en la cárcel Modelo madrileña.
En esos años republicanos, Zugazagoitia estuvo centrado en su actividad política, aunque mantuvo viva su faceta de periodista y escritor de la década anterior. En esa etapa de su vida, fue director de El Socialista y escribió Rusia al día (1932). Durante su estancia en prisión por la Revolución de Octubre del 34, escribió también Trabajos clandestinos, obra inédita hasta el año 2005, entonces publicada con prólogo de su nieto José María Villarías Zugazagoitia.
En las elecciones de febrero de 1936, Julián Zugazagoitia consiguió el acta de diputado por Vizcaya. Tras producirse el Golpe de Estado del 18 de julio de ese año y el inicio de la Guerra Civil Española (1936-1939), permaneció en Madrid, siendo nombrado ministro de la Gobernación en 1937 por el presidente Juan Negrín.
En junio de ese año, desde su nuevo cargo, Zugazagoitia diseñó y creó el Departamento Especial de Información del Estado (DEDIDE), un servicio de inteligencia supervisado por él, que tenía como principal objetivo el espionaje de franquistas y anarquistas contrarios al gobierno republicano. En marzo de 1938, el DEDIDE fue absorbido por el Servicio de Información Militar (SIM), es decir por el servicio de inteligencia de la Segunda República Española, el cual mantuvo su labor.
En 1937, Zugazagoitia, además, fue ministro interino de Hacienda y promovió a la navarra Julia Álvarez Resano para el cargo de gobernadora civil en la provincia de Ciudad Real, convirtiéndose ésta en la primera mujer en desempeñar el cargo en España. Desde esa fecha hasta el final de la guerra, estuvo al frente de la Secretaría General de Defensa Nacional.
Finalizada la Guerra Civil, Julián Zugazagoitia se exilió y fijó su residencia en París. En la capital francesa, dirigió la revista Norte y colaboró con el diario La Vanguardia de Buenos Aires, escribiendo artículos sobre la guerra de España. En Norte, publicó su libro Madrid. Carranza 20. Los artículos publicados en La Vanguardia fueron reunidos en 1940 en un libro importante titulado Historia de la guerra de España.
En el prólogo que le dedicó Santos Juliá a una edición moderna del libro, comentó que el autor no quiso ejercer como historiador en la obra. El propio Zugazagoitia lo escribió así: “Yo no soy, ni puedo ser, un historiador. Soy un periodista que descubre sus observaciones y sus notas, por si tienen alguna utilidad para quienes hagan, serena y fríamente, la historia de la guerra». Con su libro dedicado a la Guerra Civil Española, Zugazagoitia dejó para la posteridad y las futuras generaciones una aportación única, llena de datos y juicios serenos desde su propia y directa experiencia.
Tras la ocupación alemana de Francia, fue detenido el 27 de julio de 1940 por la Gestapo. Pocos días después, el 31 de julio fue entregado a las autoridades franquistas.
Ya en España, sufrió una parodia de juicio. Fue juzgado por militares golpistas culpables del delito de Rebelión contra la Segunda República Española, siendo condenado a muerte paradójicamente por ese delito.
De poco le sirvió en el juicio haber sido ecuánime en su famoso libro dedicado a la guerra de España, incluso a la hora de valorar el juicio y el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española. “¿Por qué se ejecutó a Primo de Rivera? Nunca supo nadie contestarme satisfactoriamente… Se le condenó no por lo que había hecho, sino más bien por lo que se suponía que habría hecho de encontrarse en libertad…”, escribió.
Tampoco le sirvió en el juicio el hecho de que durante su mandato intentase evitar la muerte de varios personajes del bando sublevado, como el periodista y escritor Wenceslao Fernández Flórez o el también escritor Rafael Sánchez Mazas, uno de los fundadores de Falange Española y famoso protagonista de la novela Soldados de Salamina de Javier Cercas, que relata su fallido fusilamiento en el santuario de Santa María del Collell de Girona y su huida por los bosques de Palol de Revardit hasta Cornellà del Terri.
Julián Zugazagoitia fue fusilado el 9 de noviembre de 1940, en las tapias del Cementerio del Este de Madrid; fue uno de los 14 fusilados en ese día, uno de los 953 fusilados en ese año, uno de los 2.663 ejecutados desde mayo de 1939 hasta febrero de 1944 en ese mismo lugar. Inmediatamente después, su mujer y sus hijos se marcharon de Francia rumbo a México, país de acogida de un buen número de republicanos ilustres.
Tras el final de la dictadura franquista, los ayuntamientos de Bilbao y Madrid le dedicaron una calle. Poca cosa para tan ilustre socialista vasco; para tan ilustre periodista, escritor y político republicano. Para tan ilustre personaje. Muy poca.