Vladimir de la Cruz
En Costa Rica no somos muy dados a elaborar grandes monumentos, alusivos a personajes o eventos históricos. Generalmente se han hecho bustos, sobre pedestales, e imágenes pequeñas de personas. Pocos monumentos grandes hay, el de León Cortés es uno, el conjunto de las Garantías Sociales es otro, el de Rafael Ángel Calderón Guardia y el de Daniel Oduber, otros, el Monumento Nacional, los de Juan Santamaría y Juan Rafael Mora otros, y así unos cuantos más, pero pocos. Como no hemos tenido batallas de las que surjan héroes, me parece que en el país no hay monumentos de personajes o militares a caballo… el único monumento a caballo puede ser el del Sabanero en Guanacaste…
Placas conmemorativas las hay en distintas partes colocadas. Quizá donde más hay es en el propio Hospital San Juan de Dios, que está cumpliendo 175 años, donde estas placas con sus respectivos nombres de médicos distinguidos y famosos, que laboraron para el Hospital, hoy están recordados en los distintos salones y pasillos del Hospital, donde pueden observarse y destacan.
Con motivo de la discusión que se ha realizado semanas atrás, relacionada con el Monumento de León Cortés, de si se debe quitar o no de la entrada del Paseo Colón, lo que se ha puesto en la mesa de discusión es justamente la valoración histórica de grandes personajes y de situaciones históricas relevantes, y de cómo significarlas para la memoria pública.
Los personajes históricos siempre van a darse. Cada época los tiene en el campo político, cultural, social, de las artes, las letras y las ciencias, en muchos países, en el campo militar. Algunos reconocimientos de este tipo se dan para estos personajes, vivos o muertos, con distinciones como Premios Nacionales, que los hay cada año, Benemeritazgos y reconocimientos que hace la Asamblea Legislativa, que no pueden darse a granel.
En el interior de cada familia hay personajes que se recuerdan, como modelos, aun cuando no hayan destacado en el campo histórico, casi como héroes familiares, madres y padres, abuelos y abuelas, bisabuelos y bisabuelas. En mis familias paterna y materna, mis abuelos y bisabuelos han sido personajes permanentes, presentes, aun cuando murieron hace más de 70 años, modelos en muchos aspectos, aun cuando no les conociéramos. La tradición familiar los ha mantenido en alto.
En el campo de los Premios Nacionales se hace una valoración de obras o de trabajos de los autores en cada campo y sobre ellos se distingue, lo que los Jurados de dichos Premios considera es lo mejor del año, o de los dos años, cuando son bianuales.
Los Premios Nacionales pocas veces han provocado discusiones, por la designación hecha, pero se aceptan.
Las valoraciones de los Reconocimientos y distinciones que hace la Asamblea Legislativa también, pocas veces, han tenido sus cuestionamientos. Incluso la Comisión Legislativa que hace el estudio de los personajes y recomienda al conjunto de los Diputados estos reconocimientos es una Comisión literalmente SECRETA, de nombramiento del Presidente Legislativo, a efecto de que sobre ella no se produzcan presiones, y que en conciencia y mérito de su propio trabajo haga las propuestas que el Plenario Legislativo ha de aprobar o rechazar.
Así, las valoraciones históricas siempre se harán para distinguir a personas, sobre todo si han pasado por el mundo político. En las diversas instituciones, particularmente universitarias, y hasta en algunos ministerios, también se hacen distinciones y reconocimientos. Esto no se va a poder evitar.
Si se analiza la lista de Beneméritos de la Patria, una buena parte de ellos la constituyen Jefes de Estado y Presidentes de la República. Y de todos ellos se puede hacer un balance histórico positivo como negativo, según se quiera ver, apreciar y analizar. ¿Por qué? Porque responden a épocas precisas, a situaciones históricas concretas, que de una u otra manera hacen, que para esos momentos, estos personajes tengan un sitial de honor o de distinción, que se quiera exaltar o reconocer para las generaciones que lo vivieron y para las futuras, como mensajes positivos del desarrollo histórico patrio, pero también, sobre sus actos, en esos mismos eventos se les puede cuestionar y fuertemente. Por ejemplo, una figura como Manuel Mora Valverde, para mí muy querida, apreciada y admirada, y para muchas personas con iguales sentimientos hacia él, sin embargo, hoy, para muchos de los que fueron sus compañeros de lucha, y de vida militante en el Partido Vanguardia Popular, es una persona muy criticada, y en cierta manera devaluada, y para algunos hasta vilipendiada, sobre todo con motivo de la crisis que sufrió ese Partido a mediados de la década de 1980-1990, donde fue prácticamente destituido de la Secretaría General, que había ostentado toda su vida, y donde la crisis que se ocasionó el destituirlo de ese puesto, y darle la Presidencia del Partido, entre otros temas de fondo que se movieron en esa crisis partidaria, quebró ese Partido en dos, en ese momento, perdiendo Manuel Mora la personería jurídica e histórica sobre Vanguardia Popular, ante el Tribunal Supremo de Elecciones, siendo obligado a hacer otro partido político, el del Pueblo Costarricense, que no tuvo ninguna repercusión política ni electoral posterior. Tampoco Vanguardia Popular la llegó a tener, y prácticamente ha desaparecido de todo escenario electoral.
Recuerdo, a pocos años de la división de ese Partido, como el día de su sepelio, y de sus actos fúnebres en la Iglesia de la Soledad, donde fue llevado, si yo no tomo la decisión de decir unas palabras en su memoria, a la salida de la Iglesia, nadie lo hubiera hecho, acto en el cual hice un breve repaso de su vida, luchas y militancia política y de su valoración histórica para nuestra Patria. En ese momento estábamos, junto a un grupo de ciudadanos movilizados despidiéndolo en sus honras fúnebres, el Presidente de la Republica, José María Figueres Olsen, su esposa Josette Altmann, que interrumpieron un viaje al exterior para estar presentes en ese momento, regresando rápidamente a Costa Rica, el hijo de Manuel, Manuel Mora Salas, y por supuesto, viejos militantes comunistas, “manuelistas”, muchos de ellos… pero no se veían ni llegaron al funeral sus viejos militantes que se habían quedado con Vanguardia Popular…Así son también las pasiones políticas, fuertes, terribles, que no perdonan y menos olvidan.
Nadie puede negar el papel de los grandes hombres en los eventos históricos. Imprimen su sello, su huella. Provocan identificaciones culturales, sociales, morales, generan que a hijos les pongan nombres de esos líderes históricos, políticos, militares, culturales, deportivos, y hasta de novelas televisivas con las cuales la gente termina identificándose con sus personajes.
En muchos casos esos grandes hombres son el resultado de un grupo de otros grandes hombres que les colaboran, que forman parte de su quehacer político, con quienes han trabajado, como un grupo, pero cuyo reconocimiento principal se hace al líder de ese grupo, a quienes esos mismos otros grandes hombres, grandes líderes, le dieron el reconocimiento, a uno de ellos, también por sus propios méritos, como el principal, entre los iguales que son.
Los eventos históricos del pasado, los hechos sucedidos, no los podemos cambiar. Esos eventos los podemos interpretar de diferentes maneras, pero seguirán siendo los mismos acontecimientos históricos apreciados y evaluados desde distintas aristas y desde diferentes enfoques históricos o analíticos.
Muchas veces pienso en el Gobierno de Rodrigo Carazo Odio, quien subió a la Presidencia con gran apoyo popular, en medio de la crisis de la caída de la dictadura somocista en Nicaragua, con un importante papel que jugó en esa caída, por la forma como apoyó al insurgente Frente Sandinista de Liberación Nacional, con dos figuras en su Gabinete que recordaban a los grandes líderes culturales y populares de la primera mitad del siglo XX, Marina Volio su Ministra de Cultura, hija del General Jorge Volio, y de María Eugenia Dengo, hija de Omar Dengo, Ministra de Educación, además el mismo Rodrigo casado con una nieta del autor de la Letra del Himno Nacional, Estrella Zeledón, otro líder cultural popular de esos años, José María Zeledón Brenes. Dos años después el Gobierno de Carazo se encontraba en una crisis profunda económica y política, hasta un golpe de estado en su contra se fraguó. En su gobierno se inició el proceso de privatizaciones de instituciones del Estado, con la eliminación de CODESA, y todo ello condujo que a la salida de su gobierno tuviera una imagen pública muy caída, criticada y devaluada. La recuperó después, en sus luchas contra el COMBO del ICE y de oposición al TLC, y a su participación en grupos patrióticos nacionales que se habían constituido, a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, con personajes que en su tiempo le habían criticado.
Rodrigo Carazo es un caso de “héroe” inicial, “héroe caído” y “héroe recuperado”. Así son las cosas, así son los resultados históricos. Héroes que pueden terminar villanos y villanos que pueden surgir, y resurgir de nuevo como héroes.
Cuando el pintor Echandi hizo su famoso cuadro alusivo a “la quema del Mesón”, fue muy criticado, en su tiempo, porque “el personaje de la quema” en ese cuadro se alejaba mucho de la imagen del Monumento de Juan Santamaría. Pero él no había pintado a Juan Santamaría, había pintado la “quema del Mesón”, donde habían participado, en esa acción, dos personas, tan importantes como Juan Santamaría, el Oficial del Ejército Pacheco Bertora y el combatiente Rosales, de origen nicaragüense, miembro de nuestro Ejército.
El Monumento a las Garantías Sociales no tiene las figuras de Monseñor Víctor Manuel Sanabria, Jefe de la Iglesia Católica, en esos días, ni la de Manuel Mora Valverde, Jefe del Partido Comunista, con cuyos esfuerzos y unidad política fue posible materializar esas Garantías Sociales. No tiene esas figuras porque no era un Monumento a los líderes de esas Garantías Sociales. Por ello allí se representan, de manera simbólica, la educación superior, la seguridad social, el Código de Trabajo y el mundo jurídico laboral que está naciendo, con personalidad propia a la vida nacional, en ese momento, y obviamente la gran figura del Presidente Rafael Ángel Calderón Guardia, en cuya Administración se aprobaron esas grandes reformas sociales, las Garantías Sociales, como capítulo constitucional, y el Código de Trabajo. Como figuras en el Monumento un joven estudiante, un niño, una mujer, un trabajador.
Solo para alborotar el panal nacional. Si en los siguientes años se quisiera hacer un gran reconocimiento al proceso de pacificación de Centroamérica, o en el contexto de la celebración del Bicentenario de la Independencia de Centroamérica, que marca un hito histórico innegable en toda la región, y en Costa Rica también, que se logra por la gestión, impulso y lucha que da, especialmente, el Presidente Oscar Arias Sánchez, desde la propia campaña electoral que le llevó a la Presidencia, con las gestiones y acciones que desde su gobierno impulsa, que se le reconoce con el Premio Nobel de la Paz, que le fue otorgado por haber logrado las firmas que pusieron fin a los conflictos en Centroamérica, y sentaron las bases de la reconstitución democrática, en esos países, aún con las dificultades que han permanecido para asentar más sólidamente esas democracias, Premio Nobel, que el mismo Fidel Castro dijo que “el Premio dado a Oscar Arias era un Premio muy bien ganado y reconocido”.
Pues bien, volviendo a alborotar el panal. Si se quisiera hacer un reconocimiento en esta dirección con un gran monumento, ¿cómo se haría? ¿A Oscar Arias en lo personal? ¿Incluiría a los Presidentes de Centroamérica el Monumento, o como en el Monumento Nacional, mujeres sustituirían la representación de esas Repúblicas y de esos personajes? ¿O como en el Monumento a las Garantías Sociales, estaría la figura de Oscar Arias, con la discreta presencia que tiene la figura de Calderón en ese Monumento, con algunos elementos alusivos a la paz lograda? Habrá seguidores del Presidente Cerezo, y “enemigos” de Oscar Arias, que los tiene, solo para “bajarle piso”, que propondrían que a Cerezo, que reclama la paternidad, sin ADN reconocido, de esa paz, se le coloque en el eventual monumento
No podemos evitar el reconocimiento del papel de grandes hombres, y grandes políticos en asuntos nacionales, o centroamericanos, como en el caso apuntado. La pasión de nuestras propias militancias, de nuestras propias convicciones políticas, de nuestras propias tradiciones familiares o culturales no puede llevarnos a opacar lo que social, nacional o políticamente se le pueda reconocer a un personaje determinado, si lo sabemos ubicar en su tiempo histórico, en sus circunstancias, en el contexto en que le toca desenvolverse.
Esta discusión siempre estará abierta a cualquier personaje que se quiera cuestionar y valorar. Probablemente la discusión alrededor de León Cortés conduzca, hacia el futuro, a valorar más situaciones históricas que personajes, para exaltar en monumentos.
Cuando José Figures Ferrer, en su segundo Gobierno constitucional, en 1973, recordando los 25 años de la Guerra Civil, impulsó la creación y elaboración de algunos monumentos, en ellos puso una placa donde aludía “a los caídos de los dos bandos”, los que lucharon por “las Garantías Sociales” y los que lucharon “por la pureza del sufragio”, que fueron los dos grandes temas que movilizaron a la guerra civil. Con ello también trataba don Pepe de contribuir a superar la división de la familia costarricense, que hasta ese momento todavía era intensa. Manuel Mora, ya era diputado nuevamente, 1970-1974, junto con un ex combatiente de Figueres, Marcial Aguiluz, entonces aliado de Manuel Mora, y su partido comunista, Vanguardia Popular, estaba todavía ilegalizado. Así es la Historia Nacional.
Si quisiéramos ver la historia de los países socialistas, en cuanto a personajes históricos se trata, hoy provocan grandes discusiones. El mismo Lenin, si se conserva o no en la Plaza Roja, es un gran tema en la Rusia de Vladimir Putin, la Rusia que hace 30 años dejó la construcción socialista…y Putin…que dejó de ser militante comunista… Stalin hasta 1954 era el gran personaje. Poetas como Nicolás Guillén y Pablo Neruda le hicieron poemas… Los zapateros comunistas en sus talleres de zapatería generalmente tenían una foto de Stalin.
León Cortés es tan solo un punto en la Historia Nacional. Destaquemos otros personajes o eventos históricos…esa es la tarea. Aprovechemos el Bicentenario de la Independencia para ello. No perdamos la oportunidad que nos ofrece tan conmemorable ocasión y festividad nacional, que con pandemia o sin ella, la vamos a celebrar, de cualquier manera… Pero, sobre todo estudiemos la Historia Nacional, conozcamos lo mejor posible la Historia Patria…leamos lo que se va publicando día a día para formar mejor nuestros criterios, juicios y opiniones históricas…