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Etiqueta: libertarios

Los libertarios y los multilateralistas

Marlin Oscar Ávila

Marlin Óscar Ávila.

Grandes potencias europeas, junto con EUA están abriendo senderos hacia una guerra mucho más global de la que ha estado dándose en zonas orientales en el presente año, estimuladas por la OTAN contra Rusia. Para la Alianza de Occidente, esa Federación en Europa del Este (Rusia) es un botín que debe ser conquistado como lo hacían los corsarios en el siglo XVIII y los imperios del XIX, excepto que ahora existe un estratega nacionalista como Vladimir Putin, sumamente «peligroso», aliado a la gran potencia China, que juntos están construyendo un mundo multipolar al cual se están uniendo los demás países que están fuera del eje de Washington y donde se apuesta por la paz y el equilibrio climático duradero.

La caída del imperio estadounidense está sucediendo aun cuando su destrucción significa el resquebrajamiento de muchas estructuras institucionales, desde el micro local, hasta el macro institucional, desde lo nacional hasta lo multinacional. Se hará sentir lenta y dolorosamente. Su repercusión es en todos los aspectos de la vida social, especialmente en aquellas sociedades más dependientes del dominio imperial norteamericano y, menos lo será en aquellos países que han iniciado relaciones alternativas. Naciones con gobiernos más liberales y neoliberales tendrán una mayor resistencia a esos cambios y al multilateralismo, aun cuando su retórica sea «libertaria» dadas sus ataduras con el sistema dominante del norte.

Un síntoma de que esta corriente multilateralista está creciendo es la expansión de ondas ultraconservadoras, cuyas expresiones suenan como de la época de la guerra fría, entre 1947 a 1991. Entre mayor sea la ignorancia mayores son las acusaciones de «comunistas» hacia quienes buscan la autonomía y soberanía, principios básicos del multilateralismo.

Esperemos a que los gobiernos y pueblos de la región Centroamérica avancen en apoyar el multilateralismo. Que no se dejen manipular por los grandes medios controlados por las oligarquía, seguidoras de las grandes corporaciones del mercado internacional.

6 de julio de 2024

Se presentan como libertarios pero son todo lo contrario

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (12)
Tercera época

Rogelio Cedeño Castro
Sociólogo y escritor costarricense

A semejanza de lo que acontece en el mundo ficticio de la llamada MATRIX, una serie fílmica de tres películas, exhibida recientemente de nuevo por Netflix, la que había causado furor en el período que corre durante los años de 1999 y 2003, entre un público compuesto por los más jóvenes de aquel entonces (Pourquoi les 13-25 ans en font leur filme culte LA GÉNÉRATION MATRIX Le nouvel observateur n° 2015 Du 19 au 25 juin 2003) en la que los seres humanos reducidos a la condición de esclavos de las máquinas, o una parte de ellos y las máquinas (dotadas de voluntad y actuando por sí mismas, formando parte de un programa informático que domina el universo) libran una larga guerra llena de innumerables trampas, y amenazas insospechadas para los seres humanos que aparecen en cada tramo del despliegue del incesante conflicto, a mi parecer nunca resuelto del todo, ni siquiera al final de la tercera película dados los vacíos que deja entre los espectadores más críticos.

El mundo de Matrix o la matriz informática resulta ser, en cierto sentido, uno tan parecido al del universo de nuestra cotidianidad en las sociedades contemporáneas, siempre en guerra con la naturaleza en general, en la que se promueven la deforestación y la contaminación, la crueldad hacia las otras especies animales y entre los mismos seres humanos, debida la enorme destructividad de estos últimos, donde nada de lo que parece ser, lo es en efecto aunque presente rasgos de realidad, pues todo aquello que se presenta ante nuestros ojos no pasa de ser una ficción o la sumo, un acercamiento a lo que de verdad acontece: en ella, aunque por todos lados aparecen una serie de individuos o movimientos sociopolíticos que dicen ser libertarios o liberales, sus conexiones e intencionalidades ocultas nos demuestran que son precisamente lo contrario, el problema reside en que debemos dotarnos de una especie de hermenéutica, o llave maestra para poder evidenciarlo y salir del engaño, dentro de lo que es una tarea que apenas estamos empezando.

Los presuntos liberales de la segunda década del siglo XXI se visten con ropaje ajeno, o sólo hacen uso del término “liberal” como un mero adjetivo, y mucho menos lo emplean como sustantivo, dotado de algún valor explicativo, lo que podría resultarles comprometedor. Parece que, más bien estas gentes se toman la audaz liberalidad de apantallarnos, o de hacer un intento de oscurecer nuestro raciocinio diciéndonos que ellos son liberales libertarios, una cierta alquimia política que cobró sentido a finales del siglo XIX, cuando los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, verdaderos precursores de la revolución mexicana, de 1910 en adelante, le dieron a la rama del liberalismo de México en la que militaban, un fuerte contenido anarquista y reivindicativo de las clases populares, más acorde con el sentido primigenio de la palabra “libertario”, entonces asociada con el anarquismo o los anarquistas, mientras que nuestros contemporáneos de la ultraderecha local no pasan de ser meros “libertarians”, lo que en el lenguaje y la tradición anglosajonas quiere decir más bien conservadores (Tories) e individualistas extremos, inspirados en el pensamiento del sociólogo y filósofo inglés Herbert Spencer (1828-1903), quien preconizaba que ayudar a los más desfavorecidos por la fortuna, es decir a lo más pobres no hacía otra cosa que debilitarlos, los que sobrevivan serían siempre los más fuertes.

Las llamadas “elecciones libres” no pasan de ser otro mito, uno que resulta ser el más peligroso, dado que opera como un gigantesco mecanismo controlado por los banqueros y los propietarios de los medios de comunicación social más importantes. Es por ello que el mero enunciado elecciones libres no aclara nada al no explicarnos ¿de qué o de quien serían libres esas elecciones?, tan inherentes al quehacer político existente en las democracias formales o democracias de baja intensidad de nuestros países: los que financian a los “partidos” y a los “candidatos” son quienes tienen la última palabra e incluso dirán a los medios de comunicación ¿cuáles son los candidatos a entrevistar en los momentos de más rating o sintonía de la radio, la TV o en los espacios preferenciales de la prensa escrita diaria, en un país donde sólo existen dos diarios?, los demás quedarán dentro de la igualitaria invisibilidad. Esto es algo que ya ocurrió en Costa Rica durante las elecciones generales del año 2014, y lo más probable es que ocurra de nuevo, en las de febrero de 2022, en el océano inmanejable de candidaturas presidenciales y diputadiles inscritas, dentro de lo que parece ser una invitación al caos, o la renuncia al intento de cualquier explicación racional del universo político en que nos movemos.

Lo tenemos al frente y no lo vemos

Columna LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (4)
Tercera época
Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

A ratos nos resulta inexplicable que no nos demos cuenta de la existencia de una serie de eventos, o incluso actitudes de las gentes que ocurren frente a nuestros ojos, pareciera, por lo contrario, que cuanto más sean evidentes por sí mismos más imperceptibles se tornan para nosotros. En medio de una serie de gentes que se presentan como (neo)liberales, libertarios (libertarians, a la manera anglosajona en realidad), demócratas o defensores de la libertad, no nos damos cuenta que muchos de ellos no son más que liberticidas, enemigos de cualquier otra libertad que no sea la del mercado o al menos eso es lo que aseguran, cuando la verdad es que nuestros países latinoamericanos lo que existen son sociedades mercantilistas que favorecen la existencia de grandes monopolios privados, de esos que impidiendo la libre competencia y estrujando a la mayor parte del sector empresarial en una clara negación del tan cacareado libre mercado, se tornan en millonarios a costillas de todos nosotros, además de saquear las arcas públicas o a causa de ello. Es por eso que no debería extrañarnos, ni causarnos asombro, lo que ha ocurrido con empresas como MECO y Solís en el sector de la llamada obra pública, dado que es así sobornando a ciertos funcionarios públicos con poder de decisión como opera la cosa, pongan atención pues eso es lo “normal” dentro del mercantilismo, dejémonos de pudibundeces, el tiempo dirá ¿cuáles fueron las verdaderas causas que llevaron al presente escándalo.? Cuando a otros empresarios, como es el caso de Juan Carlos Bolaños, no pertenecientes a tan selecto club, se les ocurre entrar en el negocio del cemento para competir y abaratar los costos en el mercado de ese bien tan esencial, entonces ya sabemos lo que ocurrió, hasta se llevaron en banda al gerente del Banco de Costa Rica, quien por cierto falleció, en el medio del forcejeo y el escándalo montados por la prensa interesada, la que finge ser la representante, además de defensora de los intereses de la ciudadanía y la nación costarricense.

En el Perú de la segunda década del nuevo siglo, tanto como en otros países de la región, incluida Costa Rica, estamos convencidos de que no hay periodistas cumpliendo su labor informativa, como pudiera pensar cualquier ciudadano desaprensivo, más bien lo que hay en abundancia son agresivos operadores políticos (de la derecha y los dueños monopólicos de la mayor parte de los medios) nos dice el veterano político, periodista, escritor y analista político peruano, Ricardo Belmont, pues se trata de esos “comunicadores” que micrófono en mano hacen imprudentes. irrespetuosas e impertinentes preguntas a sus entrevistados, sobre todo a aquellos que no son del agrado de los poderes fácticos, no lo hacen como debe efectuarlo un periodista sino un policía, y aún este último es más prudente en esa tarea, sobre todo en una investigación judicial que supone, al menos, la presunción de inocencia del interpelado. Don Ricardo quien fuera Alcalde de Lima, en tiempos del dictador Alberto Fujimori, en los turbulentos años de la década del noventa, hace estas afirmaciones frente a la agresiva actitud de una prensa que no acepta el resultado de la segunda vuelta electoral del 6 de junio anterior.

La izquierda democrática y el Partido Perú Libre ganaron las elecciones, mientras los medios al servicio de la oligarquía racista y totalitaria que lo atacaron sin piedad durante toda la campaña electoral, procuran ahora separar al presidente Pedro Castillo Terrones de su base política y social: el propio Partido Perú Libre, su dirigencia y militancia en todo ese inmenso país. Eso sería un error suicida para el nuevo gobierno peruano, como con toda certeza lo ha dicho hasta la saciedad don Ricardo Belmont, en sus programas de radio y televisión.

A casi cien años de su fundación, un día de 1924, en la ciudad de México, bajo el nombre de Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), sus remanentes o despojos peruanos se han unido a las bandas fascistas fujimoristas para atacar a las organizaciones populares, a los militantes del Partido Perú Libre y otras organizaciones políticas de la izquierda peruana del presente.

El expresidente Alan García Pérez, quien se hundió en la corrupción y terminó suicidándose, hace apenas dos años, representó en 1985, de una manera circunstancial, lo que ningún otro dirigente del aprismo peruano pudo alcanzar, ni siquiera Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979), el fundador del APRA, quien siempre vivió de manera austera, y promulgó la avanzada Constitución del 79 poco antes de morir, las esperanzas regionales de un ascenso de la lucha contra el neoliberalismo y sobre el tema de la impagable deuda externa latinoamericana que empezaba a crecer como alud imparable, todo ello al alcanzar la presidencia de la república del Perú, después de más de cinco décadas de luchas, prisiones, ostracismo, alianzas diversas y golpes de Estado, pues el APRA siempre estuvo vetado por la oligarquía y los militares.

Aquellos cinco años de su primera gestión, de retórica progresista alrededor de la consigna de sólo destinar el 10% del PIB, terminaron sin pena ni gloria, aunque asustaron un poco a la vieja oligarquía, la que buscó representarse a través del escritor arequipeño y converso religioso a la magia del mercado, Mario Vargas Llosa, convertido en el ideólogo de la derecha neoliberal, aunque el que se aprovechó de la ocasión, en una segunda vuelta electoral, fue un ingeniero de origen japonés, quien ya en la presidencia de la república dio un golpe de estado dejó de lado constitución de 1979 para instaurar una de corte neoliberal en 1993, la que es preciso derogar para detener el saqueo del país, por parte de un puñado de empresas monopólicas.

Con una admirable dosis de oportunismo e instinto político de supervivencia, Luis Alberto Monge y otros dirigentes del Partido Liberación Nacional de Costa Rica prefirieron mostrarse omisos frente a las primeras veleidades, supuestamente izquierdistas de Alan García, si aquel se estaba preparando para traicionar el antimperialismo de su viejo partido, los del PLN ya no estaban para antimperialismos de ninguna clase, si es que alguno había quedado por ahí rezagado, no había que desagradar a Washington ni siquiera con la sospecha, ya la vieja socialdemocracia latinoamericana había empezado su largo viaje sin retorno hacia la derecha y en beneficio del más feroz capitalismo financiero, una empresa que los tiene al borde del fascismo, como el de aquellos socialdemócratas alemanes de 1919, que propiciaron el asesinato de Rosa Luxemburgo y el aplastamiento de la revolución alemana: Podemos concluir que ni siquiera en aquellos días ahora lejanos, se aparecieron los del PLN por la capital peruana para acompañar a los líderes del “partido hermano”, con hermandades así no hacen falta enemigos nos dice un viejo refrán.