¡Tú tienes reloj, pero nosotros tenemos el tiempo…!
A las puertas de la llegada del 2025 y seguir adelante con dignidad y determinación
Caryl Alonso Jiménez
Los Tuareg son un pueblo nómada en el desierto del Sahara. Han vivido así desde hace más de 2,500 años. “Nosotros tenemos el tiempo y ustedes tienen relojes…”, dijo Moussa Ag Assarid, en una entrevista en Madrid publicada por La Vanguardia (2019).
Posiblemente los Tuareg son una de las tribus nómadas que aun habitan en el desierto del Sáhara. Son más conocidos como los hombres azules. Son esas sociedades que quedaron al margen de la acumulación de la liquidez…. Pero han retenido a lo largo de las decenas o centenas de años la mayor de las ambiciones humanas de occidente: el tiempo.
En la entrevista fue sorprendente, los Tuareg tienen la virtud de escuchar el hervor del agua para esperar beber un té con la calma del tiempo. Tienen el tiempo para observar entornos y encontrar aquellos detalles de la noche y el día. Seguro, no tendría nada de extraordinario, excepto porque nada va alterar “el sol por las mañanas, y respirar la luz del amanecer…”, como repite Pablo Neruda (1904-1973).
Los Tuareg no tienen libros de motivación para persuadirse que tienen la ilusión de dominar las emociones. No, no los necesitan… y tampoco hacen extensas campañas para golpetearlos con el gasto plastificado para deudas de por vida y con intereses escondidos. Tampoco hay redes de poder para quedarse con los bienes y activos. Es que no existen… El campo y el extenso desierto es su tierra. No necesitan nada de las redes del consumo para ser diferentes o dichosos.
Tampoco tienen vecinos ni compañeros de trabajo que se sientan amenazados por una idea, por un mejor análisis o por una visión estratégica que aliente un mejor futuro. No, nadie compite por salir de viaje. Los Tuareg no van a ninguna parte y tampoco lo necesitan… no necesitan el tiempo para competir…
Vale recordar que en el 2011, una narrativa cinematográfica en un extraño atrevimiento, bajo la dirección de Andrew Niccol, presentó la cinta, “El Precio del mañana”, catalogada de ficción y distopía. Realmente, ¿Distopía? ¿Acaso no es verdad que para vivir se necesita liquidez, que resulta ser tiempo y vida?
En la cinta el protagonista busca destruir los sistemas tecnológicos que lo persiguen por una falsa acusación. Allí revela cómo un grupo social vive para siempre con el control del tiempo… ¿Acaso no es eso lo que ocurre hoy…? Entonces ¿Cómo entender liquidez?
¿Tiempo…? El ruido semántico es dramático con la realidad, y con los que no tienen el precio para pagar el tiempo de hoy. Seguro, las redes del consumo es el invento para ponerle precio al tiempo y la vida. La caricatura de una vida mejor, es la burla inoculada que arrebata libertad y distrae el pensamiento, lo hace parte de una supuesta sociedad feliz. ¡Vaya!, qué razón tenía Aldous Huxley en, “Para un mundo Feliz”, (1932),
¿Tiempo…? Vaya tiempo del mundo que vivimos… Alguna vez en una clase universitaria comenté el argumento del tiempo… un estudiante me preguntó, ¿Pero sí todo funciona bien, entonces dónde está el problema…? y le contesté aquella misma frase de Carl Sagan, – ¿No entendiste nada del curso…?
Alguna vez Stephen Hawking (1942-2018), en una exposición de su libro, “Breve historia del tiempo” (1995), explicó cómo la evolución del universo había alcanzado extensiones infinitas, donde la tierra y la humanidad apenas somos un punto imperceptible en el firmamento… Un asistente intrigado preguntó, ¿Veremos esas transformaciones en el universo…? Si, solo levanta la vista cada noche y lo comprenderás mejor.
A veces la inmensidad asombra y es eso lo que nos define… La soberbia contemporánea es seguro que produce ese miedo de ver hacia arriba en las noches estrelladas, y, seguro, usamos relojes para medir prisa y evitar ver la inmensidad… y aprender a ser humildes.
Pero, ¿cómo nos hicieron caer en la trampa del tiempo y aceptar el precio…? Al parecer confundimos precio con vida… y esa es la trama, aceptar por verdad lo que no entendemos, y seguro, por ello nos cuesta distinguir entre tiempo y vida.
No me cabe duda, el resto son historias teatrales, donde los minutos del espacio/tiempo que hablaba Einstein, quedan reflejadas en ese diminuto sentido de vida que termina cada segundo… y construye un nuevo tiempo… Pero, ¿lo dejaremos ir…?
Los Tuareg seguramente serán el descubrimiento de una norma de vida, donde el silencio resultará ser el mejor antídoto… Somos eso, apenas un haz de luz retratado en la fotografía del Voyager II en noviembre pasado, a 24 mil millones de Kilómetros de distancia, que demostró el tamaño de lo que somos… Pero, ¿lo comprenderemos?
¿Seguiremos siendo los mismos en el 2025…? Si, seguro que sí, de eso se trata, no de la certeza de la victoria; sino seguir, a pesar de las dificultades. Y, como dice Harper Lee, en su más poderosa afirmación, “¡seguir adelante, pase lo que pase…!”.