Miguel Sobrado y Juan José Rojas , Catedrático Universidad Autónoma de Chapingo
Nuestra América, en este momento de cambios acelerados en el panorama mundial, está viviendo intensos procesos de transformación que, en algunos casos resultan difusos y hasta regresivos y, en otros, se trata de experiencias alentadoras de autogestión social y de fortalecimiento institucional que es preciso complementar. En cualquier caso, es imprescindible abordar tales fenómenos como expresiones de un todo continental, y saber aprender de ellos liberándonos de valoraciones y esquemas del siglo XX que han mutado en nuestra época, adquiriendo por su aplicación práctica una connotación muy alejada de su significado inicial.
Empecemos por analizar en lo profundo el caso de Milei en la Argentina donde la mayoría de los votantes, más que otorgarles un respaldo a sus propuestas, votaron con desesperación contra un sistema clientelista manejado por “punteros” que, en vez de crear ciudadanía, negociaban los votos de los “rebaños locales” ante los políticos depredadores. Así, un país de los más ricos del continente, que llegó a perfilarse incluso como potencia regional, pasó a un estado de postración con una tasa de pobreza que rebasaba el 40% y una inflación superior al 100%. Bajo este contexto, tanto tirios como troyanos, responsables del desastre, no ofrecían una alternativa creíble para los electores.
De tal forma que cuando apareció el espectáculo de Milei con una sierra ofreciendo acabar de raíz con estos males cerrando instituciones y dolarizando la economía, la mayoría electoral desesperada se cobijó en sus brazos sin analizar las consecuencias que tendría para ellos mismos la aplicación de su programa económico.
Dicho en otras palabras, votaron contra el clientelismo y los privilegios de grupos enquistados en el gobierno para servirse de su posición y no para servir a la población que es el verdadero y único cliente que financia sus salarios. Partidos que, en nombre de las necesidades reales de los trabajadores, al llegar al poder, a menudo, les daban la espalda con grandes negociados para sus dirigentes y hasta los maltratan en las ventanillas y en la calidad del servicio. Por eso, por su práctica oportunista, los eslóganes populistas perdieron credibilidad y terminaron siendo rechazados como palabras gastadas.
Por otra parte, en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, al margen de los canales del viejo sistema clientelista instaurado por el PRI desde el siglo pasado y pese a la existencia de conflictos serios de violencia en algunos estados y municipios, ha sabido cumplir con las expectativas de la población trasladando los recursos que antes eran saqueados por los presidentes y ministros y la red de funcionarios que se servían en cascada de sus privilegios, a los ancianos con pensiones débiles o carentes de pensión, así como a estudiantes de escasos recursos económicos para que no abandonen sus estudios. Con estos recursos, sin recurrir a nuevos endeudamientos, ha recuperado las empresas petroleras y energéticas y ha impulsado la construcción de grandes obras de infraestructura que contribuyen a la ampliación del mercado nacional. Todo ello, le ha permitido conseguir logros políticos importantes que han acrecentado su autoridad y prestigio. Con sus locuciones mañaneras ha logrado un gran éxito, como ejemplo continental, al neutralizar a los medios tradicionales al servicio de la oligarquía. El prestigio de su gobierno es tal que, a unos meses de cumplirse el sexenio, su partido Morena tiene una posición privilegiada frente a las nuevas elecciones.
No obstante, algunos de sus proyectos estratégicos, como el tren maya y el corredor interoceánico, han provocado afectaciones graves al medio ambiente; la inseguridad pública persiste y se torna incontrolable en diversos puntos del territorio nacional; pero, quizás, su déficit principal se manifiesta en el escaso fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil, las cuales han sido desplazadas de la agenda pública por un estatismo asfixiante. El balance global arroja así un panorama de claro-oscuros que amerita ser reforzado en sus aspectos positivos mediante un ejercicio autocrítico y un replanteamiento de los ejes centrales en los que debe basarse el proceso de transformación.
Bukele, en El Salvador, ha logrado con energía, frente al terror de las maras, restituir la autoridad del Estado y la seguridad de la ciudadanía. Un primer paso muy importante, que debe complementarse con una política educativa y de capacitación empresarial que les abra nuevos horizontes a los jóvenes. De igual forma, debe insistirse en que el restablecimiento del orden público no debe implicar el sacrificio de los derechos humanos y mucho menos convertirse en una justificación para alentar la concentración del poder en pocas manos y la legitimación de prácticas autoritarias que pongan en entredicho el régimen democrático.
Lula en Brasil, ha retomado con firmeza las riendas del Estado, deterioradas severamente por la administración de Bolsonaro y, apartándose de las prácticas clientelares, está incorporando a los excluidos, a través de los poderes locales, en la formulación e implementación de políticas sociales redistributivas e integradoras. Junto con ello, las inversiones públicas en los sectores industriales y agrarios, bajo una perspectiva de largo alcance, están modificando el perfil de la economía brasileña y desatando su potencialidad a fin de desempeñar un papel cada vez más protagónico en el nuevo mundo multipolar.
Petro en Colombia se ha enfrascado en la paz total, en un contexto donde sus iniciativas son saboteadas, tanto en el parlamento y en el ámbito del poder judicial, como por las acciones bélicas impulsadas por los grupos de interés enemigos de la paz. Sin duda, está avanzando, aunque lentamente, en otras reformas que le pueden dar dividendos políticos que fortalezcan su autoridad, como la reforma educativa, la de salud y la de pensiones.
En Chile, Gabriel Boric, ha sufrido, en parte por su maximalismo, lo embates de una derecha que ha saboteado la reforma constitucional y que tiene suficiente fuerza en el parlamento para postergar sus iniciativas que podrían enriquecer su autoridad y capacidad de maniobra y avance.
En suma, tal como se puede apreciar en este ligero esbozo, en los diferentes países de América Latina hay material suficiente para aprender de lo que está sucediendo en nuestro continente, pero aún hace falta dejar de lado la visión fragmentada por país y los conceptos que identifican como progresistas a estructuras “populares” clientelistas, manipuladas por intereses corruptos de grupo. En su lugar hay que impulsar una estrategia política acumulativa del cambio que forme ciudadanos educados y capacitados alrededor de organizaciones autónomas, de tipo comunal, asociativo y solidario.
El presidente de Brasil, Lula Da Silva, critica fuertemente el papel que ha tenido la Organización de las Naciones Unidas en el presente conflicto entre Israel y Palestina por no hacer nada para resolver el conflicto.
Junto a esto, Lula Da Silva le ha realizado propuestas a los representantes de otros países como: garantizar un corredor humanitario con el fin de que las personas puedan recibir agua, comida, medicamentos y seguridad. Además erradicar la pobreza y la desigualdad que solo son rasgos de la estupidez humana, comenta el mandatario de Brasil.
Las noticias suelen relatarse siguiendo un orden cronológico inverso: desde el final hacia el principio, esto es, desde lo más reciente de los hechos hacia sus antecedentes y su contexto. Pero esta vez quizás deberíamos iniciar así: “El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón llegó a América con tres naves; tras este ‘descubrimiento’ se desató la invasión europea, y con ella el genocidio más grande en la historia de la humanidad”. Pero, tal vez lo hagamos en otra oportunidad, porque ahora urge informar sobre las durísimas condiciones de supervivencia del pueblo Yanomami en los estados de Roraima y Amazonia, Brasil.
Carlos Amorín
El pasado viernes 20 de enero la plataforma digital Sumaúma, con sede en Altamira, Pará, publicó un artículo cuyo título fue “Diario de guerra. No estamos pudiendo contar los cuerpos1” , ilustrado con desoladoras fotografías de niños y niñas Yanomami desnutridos y enfermos. Las periodistas Ana Maria Machado, Talita Bedinelli y Eliane Brum iniciaron su texto así: “La criatura Yanomami ya había vivido 1.095 días, pero pesaba lo mismo que un bebé recién nacido. Con 3 años apenas alcanzaba los 3,6 kilos”.
Una imagen puede más que mil palabras
Las fotografías son de una crudeza extrema, y evocan testimonios gráficos de hambrunas en otras latitudes, o de los campos de concentración nazis. Este horror generó repercusiones primero a nivel local, y rápidamente las imágenes se viralizaron a nivel global.
Esa misma tarde el presidente Lula anunció que estaría viajando al día siguiente a Boa Vista, capital del estado de Roraima, y el Ministerio de Salud Pública declaró el “estado de emergencia sanitaria” en todo el territorio Yanomami.
Lula llegó a esa ciudad acompañado por diversas autoridades gubernamentales, especialmente por Sonia Guajajara2, ministra de Pueblos Indígenas, y la presidenta de la Fundación de los Pueblos Indígenas, Joênia Wapichana3, ambas recientemente designadas en sus funciones por el nuevo presidente.
En el precario centro de salud local especializado en la atención a los Yanonami, Lula declaró a la prensa que “Más que una crisis humanitaria, lo que vi en Roraima fue un genocidio: un crimen premeditado contra los Yanomami, cometido por un gobierno insensible al sufrimiento«.
Cuando más es más
Las cifras oficiales del MSP establecen 99 infantes de entre 1 y 4 años fallecidos en 2022 como consecuencia de desnutrición, neumonía, diarrea, malaria, contaminación con mercurio provocada por la minería ilegal y otras enfermedades evitables.
No obstante, datos obtenidos por la plataforma Sumaúma mediante la Ley de Acceso a la Información, registran la muerte de 570 niños y niñas Yanomami por esas mismas razones en los últimos cuatro años, periodo en el cual Jair Bolsonaro ocupó la Presidencia.
El Ministerio de Justicia, por su parte, informó que se inició una investigación a cargo de la Policía Federal por posible delito de “genocidio”, al constatarse graves omisiones por parte de funcionarios públicos responsables de la asistencia sanitaria y humanitaria a los Yanomami, así como posible corrupción a gran escala implicando desvío y reventa de medicamentos y alimentos destinados a los indígenas.
“Ordené ayer la apertura de una investigación policial para averiguar si hubo genocidio. Consideramos que hay indicios muy fuertes de negativa a la asistencia nutricional y de salud de esas poblaciones indígenas. Hubo intención», dijo el ministro de Justicia Flavio Dino.
La investigación abarcaría no solo posibles delitos de jerarcas de Salud regionales y nacionales, sino también crímenes de contaminación ambiental y desvío de fondos.
El “otro” ejército de Bolsonaro
Asimismo, Lula da Silva advirtió que se perseguirá a los “garimpeiros4” ilegales que, según estimaciones, serían unos 20 mil en los estados de Roraima y Amazonas, más de dos tercios del total de Yanomami habitando en la región. También anunció “medidas enérgicas” contra la deforestación que se multiplicó enormemente con la protección de Bolsonaro.
El informe “Yanomami Under Attack”, publicado en abril de 2022 por Hutukara Associação Yanomami y Associação Wanasseduume Ye’kwana, con asistencia técnica del Instituto Socioambiental (ISA), hace un balance de la extracción ilegal de oro y otros minerales en esa región.
Se sabe que el problema de la minería ilegal no es nuevo en la Tierra Indígena Yanomami (TIY). Sin embargo, su escala e intensidad crecieron de manera impresionante en los últimos cinco años. Datos de MapBiomas indican que a partir de 2016 la curva de destrucción minera tomó una trayectoria ascendente y, desde entonces, ha ido acumulando tasas cada vez mayores. En los cálculos de la plataforma, de 2016 a 2020 la minería en TIY creció nada menos que un 3.350%, señala el texto.
Dicho informe muestra que en 2018, el área total afectada por los garimpos ilegales era de 1.200 hectáreas. Relevamientos efectuados en diciembre de 2021 comprobaban que esa superficie había crecido a 3.272 hectáreas.
La voz de las víctimas
Para las asociaciones indígenas, el estado de salud crítico que muestran las imágenes compartidas en los últimos días con niños, adultos y ancianos desnutridos, es consecuencia de la combinación de tres factores desencadenados por el garimpo: aumento de los casos de paludismo, falta de acceso a alimentos o agua potable y reducción de los servicios sanitarios.
Según el informe “Yanomami Under Attack”, en el centro de de salud Yanomami de Arathau, cerca del río Parima, “en 2020 se prestaron 11.200 servicios de atención sanitaria, pero en 2021 el número se redujo a 2.800.
Como consecuencia −continúa el informe−, varios pacientes con enfermedades tratables vieron empeorar su estado, y algunos incluso murieron. Es el caso de un chamán de 50 años que murió en la comunidad Macuxi Yano en octubre por no poder recibir atención médica. Y también la situación de dos niños de la casa Xaruna que murieron de malaria en octubre, y un tercer niño de la misma comunidad víctima de malaria y neumonía, en noviembre”.
La plataforma Sumaúma, a través de la Ley de Acceso a la Información (LAI), obtuvo otros datos alarmantes: “Los casos de malaria, enfermedad que se propaga en el territorio con los mineros, pasaron de 2.928 en 2014 a 20.394 en 2021; 46 niños menores de 5 años habían perdido la vida solo en los 5 primeros meses de 2022 por lo que las estadísticas denominan ‘causas evitables’ (falta de tratamiento médico y prevención) y el 52,7% de los niños yanomami menores de 5 años estaban desnutridos”.
La información obtenida por Sumaúma también mostró que desde julio de 2020, los centros de salud que operan dentro del territorio yanomami fueron cerrados 13 veces debido a las acciones de los mineros, dejando a los indígenas sin atención médica.
“La falta de asistencia a los pueblos indígenas es la forma más eficaz de matar sin dejar huellas”, concluye Sumaúma.
Como dijimos al inicio, deberíamos comenzar este desarrollo informativo empezando en 1492, pero eso ya lo han hecho otras personas y, algunas, de manera excelente.
No obstante, es necesario debatir hasta qué punto las sociedades no originarias de nuestra querida América han adquirido conciencia de las razones profundas por las cuales las (ahora) minorías étnicas continúan siendo diezmadas por doquier mediante el genocidio5 y el etnocidio6.
Algunos realizaron esta advertencia hace ya muchos años, como por ejemplo la célebre cantante Elis Regina, que en su versión de la mundialmente famosa Aquarela do Brasil contrapone un coro representando un canto indígena como fondo de la idílica imagen que presenta la canción7.
La Rel UITA se compromete a seguir muy de cerca esta situación, y a aportar la mayor información al respecto.
Imagen: Allan McDonald
Foto: Samaúra.com
(Con información de: Sumaúma.com, AFP, France24.com, EFE, Larepublica.co, BBC.com, Nwesletter.ihu, Federico.Tatter Substack, www.ihu.unisinos.br y fuentes propias)Nota del Editor: Agradecemos la valiosa colaboración de Jair Krischke en la elaboración de este informe.
Notas:
1 – https://sumauma.com/nao-estamos-conseguindo-contar-os-corpos/ 2 – Originaria de las Tierras Indígenas Arariboia. El término Guajajara hace referencia a su pueblo nativo. 3 – Oriunda del estado de Roraima. El término Wapichana hace referencia a su pueblo nativo. 4 – Mineros, principalmente de oro, en los ríos selváticos que constituyen verdaderas mafias de las florestas. 5- Eliminación física de un pueblo. 6 – Eliminación del “alma” de un pueblo, su arte, su cultura, su lengua, creencias, instituciones, etc. 7 – https://www.youtube.com/watch?v=rvxmF4KS9O4
El 8 de enero de 2023 varios miles de partidarios del expresidente Jair Bolsonaro irrumpieron en las tres principales instituciones democráticas de Brasil. El Congreso, el Tribunal Supremo Federal y el Palacio Presidencia en la Plaza de los Tres Poderes de la capital fueron saqueados durante varias horas en un intento de golpe de Estado. El atentado, meticulosamente planificado, provocó indignación en todo el mundo.
El 30 de octubre de 2022, en ocasión de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, los brasileños dieron su voto al candidato del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva, con una estrecha ventaja sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro. Con un total del 50,9%, Lula consiguió dos millones de votos más que su adversario, de un total de 124 millones de votantes. Después de dos legislaturas consecutivas de éxito entre 2003 y 2010 y el 80% de opinión favorable, el antiguo líder obrero vuelve al poder para un nuevo mandato de cuatro años, hasta 2027.[1]
El Presidente Lula debería haber vuelto al Palacio Presidencial en enero de 2019 como candidato favorito de las elecciones de 2018. Pero tras una conspiración orquestada por el fiscal Sergio Moro en el marco del caso de corrupción Lava Jatopara impedir su candidatura, Lula fue condenado arbitrariamente en 2017 a nueve años y seis meses de prisión – aumentados a 12 años en apelación – por corrupción pasiva y lavado de dinero, sin que se presentara ninguna prueba material ante el tribunal. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU condenó el juicio contra Lula afirmando que “violó su derecho a ser juzgado por un tribunal imparcial, su derecho a intimidad y sus derechos políticos”.[2]Lula pasó 580 días en prisión, de abril de 2018 a noviembre de 2019, lo que permitió a Bolsonaro hacerse con el poder sin dificultad. El líder ultraderechista ni siquiera intentó guardar las apariencias y que se apresuró a dar las gracias al fiscal Moro nombrándolo Ministro de Justicia.[3] En 2019, Tribunal Supremo anuló la condena de Lula, denunciando la instrumentalización política del proceso en su contra.[4]
Bolsonaro es un líder abiertamente fascista. “Vamos directamente a la dictadura”, dijo en el pasado.[5]Nostálgico del régimen militar brasileño que marcó al país entre 1964 y 1985, enemigo de los principios democráticos, el expresidente calificó en 2019 de “héroe nacional” al coronel Carlo Alberto Ustra, condenado por actos de tortura y barbarie por la justicia brasileña. Dilma Roussef, Presidenta de Brasil de 2011 a 2016, fue torturada por los servicios de Ustra cuando era una joven militante revolucionaria opuesta a la autocracia de los generales.[6]
Tras de cuatro años de gobierno, el balance de Bolsonaro es singularmente negativo, marcado por el ultraconservatismo, el fortalecimiento del poder de la Iglesia Evangélica, el discurso de odio contra las personas de color, las mujeres, la diversidad sexual y la izquierda.[7] Su catastrófica gestión de la pandemia del Covid-19 ha convertido a Brasil en uno de los países del mundo con mayor tasa de letalidad del mundo. Sus políticas antisociales han disparado la tasa de pobreza, con 33 millones de personas que pasan hambre. Bajo su mandato, la deforestación de la Amazonia ha alcanzado niveles sin precedentes, con un aumento del 60%, destruyendo tierras indígenas y causando preocupación en la comunidad mundial. En el plano internacional sus políticas han provocado el debilitamiento de los lazos con muchos países.[8]
A pesar de la transparencia de las elecciones de 2022, Bolsonaro siempre se ha negado a reconocer la victoria de su adversario, difundiendo rumores de fraude y calentando a su electorado, que ha multiplicado las acciones violentas desde 2022, sobre todo bloqueando carreteras. Además, desde entonces, centenas de personas acampaban en frente del cuartel general del ejército en Brasilia coreando el lema “S.O.S. Fuerzas Armadas”, exigiendo explícitamente una intervención militar para romper la legalidad constitucional e impedir el acceso de Lula al poder el 1 de enero de 2023, todo ello con el acuerdo tácito de Bolsonaro.[9] Además, el presidente saliente no dudó en presionar fuertemente al Tribunal Superior Electoral para que anulara las elecciones. Pero el TSE se negó a ceder a las amenazas y validó el escrutinio, denunciando la acción de Bolsonaro y calificando sus acusaciones de “ridículas e ilícitas”, afirmando que eran “ostensiblemente conspirativas al Estado democrático de derecho”. Incluso el Ministerio de Defensa concluyó que no hubo fraude en un informe de noviembre de 2022.[10]
El 30 de diciembre de 2022, dos días antes de la ceremonia de investidura de Lula, Bolsonaro abandonó el país rumbo a Estados Unidos, negándose a cumplir con la tradición republicana de entregar la banda a su sucesor, símbolo de una transición pacífica. Era la primera vez desde el advenimiento de la democracia en 1985 que un presidente saliente se negaba a saludar al nuevo mandatario. Aquel año el general Joao Figueredo, último jefe de la junta militar, se negó a participar en la ceremonia de investidura del Presidente electo José Sarney.[11] La actitud de Bolsonaro fue incluso criticada públicamente por su vicepresidente saliente, el general Hamilton Mourao: “Líderes que deberían tranquilizar y unir a la nación en torno a un proyecto de país han permitido que su silencio o su protagonismo inoportuno y dañino creen un clima de caos y desintegración social”.[12]
El 1ro de enero de 2023, la ceremonia de investidura reunió a numerosas delegaciones oficiales de todo el mundo para presenciar la toma de posesión de Lula como Presidente de la República, lo que ilustró el apoyo internacional al nuevo poder. Cientos de miles de brasileños viajaron a la capital para dar la bienvenida al advenimiento de una era diferente para Brasil, marcado por cuatro años difíciles. Para simbolizar la nueva etapa para el pueblo brasileño, especialmente para las categorías más indigentes, Lula eligió a una mujer de 33 años recolectora de basura, Aline Sousa, para entregarle la banda presidencial.[13]
En su discurso de investidura, Lula recordó la larga y difícil batalla jalonada de obstáculos que lo llevó a la victoria, denunciando el uso de fondos públicos con fines electorales por parte de su adversario. Presentó un requisitorio contra el gobierno saliente por “destruir las políticas públicas que promovían la ciudadanía, los derechos esenciales, la sanidad y la educación”. Prometió a los brasileños una “vida digna, sin hambre, con un acceso al empleo, la sanidad y la educación”.[14]
Una semana después, el 8 de enero de 2023, miles de activistas de extrema derecha se reunieron en la capital, Brasilia, en lo que fue claramente una operación cuidadosamente planificada. Lanzaron un asalto de varias horas contra las tres principales instituciones democráticas del país, el Congreso, el Palacio Presidencial y el Tribunal Supremo, tres joyas de la Plaza de los Tres Poderes, edificadas por el arquitecto Oscar Niemeyer, saqueando los locales y destruyendo obras de arte de un valor incalculable, con el objetivo de quebrantar la legalidad constitucional. Dos años casi exactos después del ataque al Capitolio en Washington por parte de los partidarios de Donald Trump que se negaban a reconocer el resultado de las elecciones, Brasil vivió el mismo dramático episodio. La comunidad internacional condenó unánimemente el atentado contra el Estado de derecho.[15]
El Presidente Lula firmó un decreto que delega la seguridad de la capital en las autoridades federales hasta finales de enero de 2023.[16]Hasta 1.200 personas han sido detenidas y el Tribunal Supremo ha ordenado el desmantelamiento de los campamentos de los golpistas en un plazo de 24 horas.[17]
Las responsabilidades
A pesar de sus negativas, el principal autor intelectual de este intento de golpe de Estado es el mismo presidente saliente.[18] De hecho, Bolsonaro ha cuestionado repetidamente los resultados electorales unánimemente reconocidos, avivando las llamas del resentimiento de sus partidarios y galvanizando a los sectores más radicales tentados por la ilegalidad. Como señala el New York Times, el asalto fue “la violenta culminación de los incesantes ataques retóricos del Sr. Bolsonaro contra el sistema electoral del país”.[19]Por su parte, CNN subrayó que “Bolsonaro ha puesto constantemente en duda la legitimidad de la votación, sin presentar ninguna prueba”.[20]El ex jefe de Estado abrió así la vía a una acción violenta sin precedentes en la historia del Brasil democrático. A través de su abogado, persistió en calificar los acontecimientos de “movimiento social espontaneo dirigido por la población”. El Tribunal Supremo anunció la apertura de una investigación contra él. Según la prensa estadounidense, “no hay duda de que inspiró a las aproximadamente 5 000 personas presentes en la manifestación que se volvió violenta”.[21]Además de la responsabilidad de Bolsonaro, también está la de los grupos que prestaron apoyo material y financiero para la organización de tal operación.
Los servicios de inteligencia tenían sin duda toda la información necesaria sobre los proyectos violentos de los militantes bolsonaristas. Por ejemplo, numerosos mensajes que circulaban por Telegramy WhatsApp llamaban a “atacar infraestructuras estratégicas, como refinerías de petróleo y a levantar barricadas”. No cabe duda de que los grupos de manifestantes estaban infiltrados por agentes de los servicios de inteligencia, como ocurre en cualquier país del mundo. Así, según una nota de la policía militar de Brasilia, no menos de 100 autobuses con más de 4.000 personas llegaron a la capital entre el viernes 6 de enero y el domingo 8 de enero de 2023.[22]No obstante, no se tomaron medidas para detener a los organizadores e impedir la agresión.
Además, la responsabilidad del ejército está claramente comprometida, ya que aceptó la presencia del bando golpista, que pedía la ruptura del orden constitucional, durante más de diez semanas en una zona de seguridad nacional. Además, el día de los disturbios, el batallón de la guardia presidencial estacionado permanentemente en el Palacio del Jefe del Estado no consideró oportuno intervenir para impedir la invasión. Estos soldados “incluso impidieron, en varias ocasiones, que la policía detuviera a los alborotadores”, según Le Monde.[23]
Del mismo modo, no cabe duda de la responsabilidad de las fuerzas de seguridad que debían proteger la capital. El contingente de policías presentes en Brasilia era mucho menor que el necesario para custodiar las diferentes instituciones de la democracia brasileña. El riesgo de incidentes era muy alto dada la presencia masiva y beligerante de los extremistas de Bolsonaro. El 6 de enero se había celebrado una reunión entre Flavio Dino, nuevo ministro de Justicia, y las autoridades locales, entre ellas el gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, y el jefe de la seguridad de Brasilia, Anderson Torres, y se había llegado a un acuerdo sobre el número de agentes que se desplegarían para proteger las instituciones en previsión de la manifestación del domingo. Ahora bien, contra todo pronóstico, el contingente presente fue mucho menor de lo acordado. El Ministro Dino denunció un cambio de ultima hora, sin explicación alguna por parte de las autoridades de Brasilia.[24]Así, mientras la explanada debía estar cerrada a los manifestantes, el gobernador Rocha decidió en el último momento abrirla. El Ministro de Justicia sólo se enteró por la prensa.[25]En lugar de cumplir su misión de proteger la zona, la policía se distinguió por su inacción e incluso complicidad con los golpistas. El New York Times expresó su asombro: “Han circulado por Internet vídeos en los que se ve cómo los agentes presentes parecen escoltar a los manifestantes hacia los edificios federales y se detienen para hacerse selfies con ellos”.[26]El Presidente Lula denunció “la connivencia explícita de la policía con los manifestantes”. La justicia brasileña ya ha empezado a actuar arrestando al responsable de la seguridad de la capital.[27]
Inicialmente, el Tribunal Supremo suspendió por 90 días al gobernador Torres de Brasilia, firme partidario de Bolsonaro y exministro de Justicia.[28]Pero la policía descubrió en su domicilio un proyecto de decreto presidencial destinado a anular la elección de Lula mediante una toma de control del Tribunal Superior Electoral por el gobierno federal, lo que provocó un escándalo sin precedentes en Brasil. El documento, sin fecha, llevaba el nombre de Bolsonaro al final con un espacio reservado para su firma. Torres, en un torpe intento de defensa, pidió que no se juzgara el documento “fuera de contexto”, reconociendo así la autoría del proyecto y la autenticidad del documento destinado a preparar un golpe de Estado. Fue detenido inmediatamente por las autoridades, a la espera de un juicio.[29]
El Código Penal francés
En cualquier democracia occidental, los acontecimientos del 8 de enero se castigarían con duras penas de prisión. Por ejemplo, según el Articulo 412-1 del Código Penal francés, “cometer uno o varios actos de violencia susceptibles de poner en peligro las instituciones de la República” está “castigado con treinta años de reclusión criminal y 450.000 euros de multa”. Además, las penas se elevan a cadena perpetua y multa de 750.000 euros si los hechos son “cometidos por una persona que ostente autoridad pública”. El artículo 412-4 impone una pena de “quince años de prisión y 225.000 euros de multa por participar en un movimiento insurreccional”. Este último última se define: “ocupar por la fuerza o mediante engaño o destruir cualquier edificio o instalación; proporcionar transporte, sustento o comunicaciones a los insurgentes; hacer que los insurgentes se reúnan por cualquier medio”.[30]
El intento de golpe de Estado que orquestaron los partidarios de Bolsonaro ilustra la verdadera cara de la extrema derecha, incapaz de respetar los principios democráticos cuando el voto popular está en su contra. En un país que aún arrastra las dolorosas cicatrices de dos décadas de dictadura militar, fracturado y polarizado por el gobierno saliente, la misión del Presidente Lula es recuperar la necesaria cohesión nacional y recordar a todos los brasileños, independientemente de su tendencia política, que la nación es de todos y que tiene el deber moral de velar por las categorías más frágiles. “Orden y Progreso”, es el lema republicano de Brasil.
[1]Agence France-Presse, « Congratulations Pour In for Brazil President-Elect Lula », 31 de octubre de 2022.
[3]Glenn Greenwald & Victor Poury, « Hidden Plot. Exclusive: Brazil’s Top Prosecutors Who Indicted Lula Schemed in Secret Messages to Prevent His Party From Winning 2018 Election », The Intercept, 9 de enero de 2019. https://theintercept.com/2019/06/09/brazil-car-wash-prosecutors-workers-party-lula/(sitio consultado el 16 de enero de 2023).
[4]Reuters, « Brazil judge orders ex-president Lula released from prison », 8 de noviembre de 2019.
[5]Jack Nicas & Carly Olson, « Who is Jair Bolsonaro », The New York Times, 8 de enero de 2023.
[6]Reuters, « Brazil’s Bolsonaro extols convicted torturer as a ‘national hero’ », 8 de agosto de 2019.
[7]Jack Nicas & Carly Olson, « Who is Jair Bolsonaro », The New York Times, 8 de enero de 2023.
[8]Heriberto Araujo, « For Lula and the World, the Tough Job of Saving the Amazon Begins », The New York Times, 31 de diciembre de 2022 ;Ecole de Politique Appliquée, « Election présidentielle au Brésil : le retour historique de Lula », Faculté de Lettres et Sciences Humaines, Université de Sherbrook, 8 de noviembre de 2022. https://perspective.usherbrooke.ca/bilan/servlet/BMAnalyse/3324(sitio consultado el 16 de enero de 2023).
[9]Vanessa Barbara, « The ‘Trump of the Tropics’ Goes Bust », The New York Times, 9 de enero de 2023.
[10]Rob Picheta, « The violent attack on Brazil’s government was months in the making. Here’s what you need to know », CNN, 9 de enero de 2023.
[11]AFP/Le Point, « Brésil : Bolsonaro s’envole pour les Etats-Unis avant la fin de son mandat », 31 de diciembre de 2022.
[12]Jack Nicas & André Spigariol, « Lula Becomes Brazil’s President, With Bolsonaro in Florida », The New York Times, 1de enero de 2023.
[13]Jack Nicas & André Spigariol, « Lula Becomes Brazil’s President, With Bolsonaro in Florida », The New York Times, 1de enero de 2023.
[14]Lula da Silva, « Discurso de posse do presidente Lula no Congresso Nacional », 1de enero de 2023. https://lula.com.br/discurso-de-posse-lula-2023/(sitio consultado el 16 de enero de 2023).
[15]The New York Times, « Governments Condemn Brazil Protests », 8 de enero de 2023 ; Jack Nicas & André Spigariol, « Bolsonaro Supporters Lay Siege to Brazil’s Capital », The New York Times, 8 de enero de 2023.
[16]David Biller, « Authorities probe who was behind uprising in Brazil capital », Associated Press, 9 de enero de 2023.
[17]Ana Ionova & Jack Nicas, « Here’s the latest on the riot in the Brazilian capital », The New York Times, 9 de enero de 2023.
[18]Jack Nicas, « Bolsonaro has been holed up thousands of miles away in Florida », The New York Times, 8 de enero de 2023.
[19]Jack Nicas & André Spigariol, « Her’s what to know about the protest fueled by false claims of electoral fraud », The New York Times, 8 de enero de 2023.
[20]Rob Picheta, « The violent attack on Brazil’s government was months in the making. Here’s what you need to know », CNN, 9 de enero de 2023.
[21]Jack Nicas & André Spigariol, « Bolsonaro Faces Investigation for Inspiring Brazil’s Capital Riot », The New York Times, 13 de enero de 2023.
[22]Alan Yuhas, « What We Know About the Investigations Into the Brazil Protests », The New York Times, 9 de enero de 2023.
[23]Bruno Meyerfeld, « Au Brésil, les limites de la purge de Lula dans l’armée, après les émeutes du 8 janvier », Le Monde, 21 de enero de 2023.
[24]Jack Nicas, « What Drove a Mass Attack on Brazil’s Capital ? Mass Delusion », The New York Times, 9 de enero de 2023.
[25]Jack Nicas & Simon Romero, « ‘We Wille Die for Brazil’ : How a Far-Right Mob Tried to Oust Lula », The New York Times, 13 de enero de 2023.
[26]Amanda Taud, « A Vital Question for Brazil’s Democracy : Where Were the Police ? », The New York Times, 11 de enero de 2023.
[27]Tara John Rodrigo Pedroso & Kareem El Damanhoury, « Brazilian President Lula criticizes police for protesters’ breach of government buildings », CNN, 10 de enero de 2023.
[28]Reuters, « Brazil’s Top Court Removes Brasilia Governor Over pro-Bolsonaro Riots », 8 de enero de 2023.
[29]Agence France-Presse, « Election au Brésil : révelations compromettantes dans l’entourage de Bolsonaro », 13 de enero de 2023 ; Le Monde, « Au Brésil, Anderson Torres, ancien ministre de la justice de Jair Bolsonaro, a été arrêté », 14 de enero de 2023.
Lo que ocurrió en Brasilia el pasado día 8, una semana después de la toma de posesión del presidente Lula da Silva, es un acontecimiento que solo tomó por sorpresa a quienes no quisieron o no pudieron informarse de sus preparativos, ampliamente difundidos en las redes sociales. La ocupación violenta de las sedes del poder legislativo, ejecutivo y judicial y de los espacios aledaños, así como la depredación de los bienes públicos de estos edificios por parte de manifestantes de extrema derecha, constituyen actos de terrorismo planeados y minuciosamente organizados por sus cabecillas. Se trata, por tanto, de un acontecimiento que pone en serio peligro la supervivencia de la democracia brasileña y que, por la forma en que sucedió, puede amenazar mañana otras democracias en el continente y en el mundo. Conviene, pues, analizarlo a la luz de su importancia. Las principales características y lecciones son las siguientes:
El movimiento de extrema derecha es global y sus acciones a escala nacional se benefician de experiencias antidemocráticas extranjeras y a menudo actúan en alianza con ellas. Es conocida la articulación de la extrema derecha brasileña con la extrema derecha estadounidense. El conocido portavoz de esta última, Steve Bannon, es amigo personal de la familia Bolsonaro y desde 2013 ha sido una figura tutelar de la extrema derecha brasileña. Además de las alianzas, las experiencias de un país sirven de referencia a otro y constituyen un aprendizaje. La invasión de la plaza de los Tres Poderes en Brasilia es una copia «mejorada» de la invasión del Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021, pues aprendió de ella y trató de hacerlo mejor. Fue organizada con más detalle, procuró traer a mucha más gente a Brasilia y utilizó varias estrategias para hacer que la seguridad pública democrática sintiese que nada anormal sucedería. Los cabecillas tenían como objetivo ocupar Brasilia con al menos un millón de personas, sembrar el caos y permanecer el tiempo necesario para permitir la intervención militar que pusiese fin a las instituciones democráticas.
Se pretende hacer creer que se trata de movimientos espontáneos. Por el contrario, están organizados y tienen una profunda capilaridad en la sociedad. En el caso brasileño, la invasión de Brasilia se organizó desde diferentes ciudades y regiones del país y en cada una de ellas había líderes identificados con un número de teléfono para poder ser contactados por los adherentes. La participación podía adoptar muchas formas. Quienes no pudiesen viajar a Brasilia, tenían misiones que cumplir en sus localidades, bloqueando la circulación de combustibles y el abastecimiento de los supermercados. El objetivo era crear caos por la carencia de productos esenciales. Algunos recordarán las huelgas de camioneros que precipitaron la caída de Salvador Allende y el fin de la democracia chilena en septiembre de 1973. A su vez, el caos en Brasilia tenía objetivos precisos. Fue asaltada la sala del Gabinete de Seguridad Institucional, ubicada en el sótano del Palacio de Planalto, donde fueron robados documentos confidenciales y armamento de alta tecnología, lo que demuestra que hubo entrenamiento y espionaje. También se encontraron cinco granadas en el Supremo Tribunal Federal y el Congreso Nacional.
En los países democráticos, la estrategia de extrema derecha se basa en dos pilares: a) invertir fuertemente en las redes sociales para ganar las elecciones con el objetivo de, si las gana, no usar el poder democráticamente ni dejarlo democráticamente. Así fue con Donald Trump y con Jair Bolsonaro como presidentes. b) En el caso de que no prevea ganar, comenzar a cuestionar desde antes la validez de las elecciones y declarar que no acepta ningún otro resultado que no sea su victoria. El programa mínimo es perder por un pequeño margen para hacer más creíble la idea del fraude electoral. Fue lo que ocurrió en las últimas elecciones en Estados Unidos y en Brasil.
Para tener éxito, este ataque frontal a la democracia necesita contar con el apoyo de aliados estratégicos, tanto nacionales como extranjeros. En el caso de los apoyos nacionales, los aliados son fuerzas antidemocráticas, tanto civiles como militares, instaladas en el aparato de gobierno y de la administración pública que, por acción u omisión, facilitan las acciones de los rebeldes. En el caso brasileño, es particularmente clamorosa la connivencia, la pasividad e incluso la complicidad de las fuerzas de seguridad del Distrito Federal de Brasilia y de sus dirigentes. Con el agravante de que esta región administrativa, por ser sede del poder político, recibe cuantiosos ingresos federales con el propósito específico de defender las instituciones. En el caso brasileño, es escandaloso también que las Fuerzas Armadas se hayan mantenido en silencio, sobre todo cuando era conocido el propósito de los organizadores de crear el caos para provocar su intervención.
Por otro lado, las Fuerzas Armadas toleraron la instalación de campamentos de manifestantes frente a los cuarteles, un área de seguridad militar, y que permanecieran allí durante dos meses. Fue así como la idea del golpe prosperó en las redes sociales. En este caso, el contraste con Estados Unidos es flagrante. Cuando se produjo la invasión del Capitolio, los jefes militares estadounidenses hicieron cuestión de subrayar su defensa de la democracia. En este sentido, el nombramiento del nuevo ministro de Defensa, José Múcio Monteiro, que parece apostado en una buena y reverente relación con los militares, no augura nada bueno. Es un ministro problemático después de todo lo que ha sucedido. Brasil está pagando un precio muy alto por no haber castigado los crímenes y a los criminales de la dictadura militar (1964-1985), teniendo en cuenta que algunos crímenes ni siquiera prescribieron. Esto fue lo que permitió al expresidente Bolsonaro elogiar a la dictadura, rendir homenaje a los militares torturadores y designar militares, algunos fuertemente comprometidos con la dictadura, en importantes cargos de un gobierno civil y democrático. Solo así se explica por qué hoy se habla del peligro de un golpe militar en Brasil, pero no en Chile o en Argentina. Como es sabido, en estos dos países los responsables de los crímenes de la dictadura militar fueron juzgados y penados.
Además de los aliados nacionales, los aliados extranjeros son cruciales. Trágicamente, en el continente latinoamericano, Estados Unidos ha sido tradicionalmente el gran aliado de los dictadores, cuando no directamente el instigador de golpes de Estado contra la democracia. Resulta que, esta vez, Estados Unidos estaba del lado de la democracia y eso hizo toda la diferencia en el caso de Brasil. Estoy convencido de que, si Estados Unidos hubiera dado las habituales señales de aliento a los aspirantes a dictadores, hoy estaríamos frente a un golpe consumado. Desgraciadamente, a la luz de una historia de más de cien años, esta posición estadounidense no se debe a un repentino celo por la defensa internacionalista de la democracia. La posición de Estados Unidos estuvo estrictamente determinada por razones internas. Apoyar el bolsonarismo de extrema derecha en Brasil sería dar fuerza a la extrema derecha trumpista estadounidense, que sigue creyendo que la elección de Joe Biden fue el resultado de un fraude electoral y que Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos. De hecho, preveo que mantener una extrema derecha fuerte en Brasil será importante para los propósitos de la extrema derecha estadounidense en las elecciones de 2024. Es de esperar que la intención sea crear una situación de ingobernabilidad que dificulte al máximo la actuación del presidente Lula da Silva en los próximos años. Para que esto no suceda, es necesario que los golpistas y depredadores sean severamente castigados. Y no solo ellos, sino también sus mandantes y financistas.
Para garantizar la sostenibilidad de la extrema derecha es necesario tener una base social, disponer de financiadores-organizadores y de una ideología lo suficientemente fuerte como para crear una realidad paralela. En el caso de Brasil, la base social es amplia, dado el carácter excluyente de la democracia brasileña, que hace que amplios sectores de la sociedad se sientan abandonados por los políticos democráticos. Brasil es una sociedad con gran desigualdad socioeconómica, agravada por la discriminación racial y sexual. El sistema democrático potencia todo esto hasta el punto de que el Congreso brasileño es más una caricatura cruel que una representación fiel del pueblo brasileño. Si no es objeto de una profunda reforma política, eventualmente será completamente disfuncional. En estas condiciones, existe un amplio campo de reclutamiento para las movilizaciones de extrema derecha. Obviamente, la gran mayoría de los que participan en ellas no son fascistas. Solo quieren vivir con dignidad y no creen que esto sea posible en democracia. En cuanto a los financiadores-organizadores, parecen ser, en el caso de Brasil, sectores del bajo capital industrial, agrario, armamentista y de servicios que se beneficiaron del (des)gobierno bolsonorista o con cuya ideología se identifican más.
En lo que se refiere a la ideología, parece asentarse sobre tres pilares principales. En primer lugar, el reciclaje de la vieja ideología fascista, es decir, la lectura reaccionaria de los valores de Dios, Patria y Familia, a los que ahora se suma la Libertad. Se trata sobre todo de defender incondicionalmente la propiedad privada para así, con eso: a) poder invadir y ocupar la propiedad pública o comunitaria (territorios indígenas); b) defender efectivamente la propiedad, lo que implica armar a las clases propietarias; c) tener legitimidad para rechazar cualquier política ambiental; y, d) rechazar los derechos reproductivos y sexuales, en particular el derecho al aborto y los derechos de la población LGBTIQ+. En segundo lugar, la ideología implica la necesidad de crear enemigos a destruir. Los enemigos tienen varias escalas, pero la más global (y abstracta) es el comunismo. Cuarenta años después de que, al menos en el hemisferio Occidental, han desaparecido los regímenes y partidos que defienden la implantación de sociedades comunistas, este sigue siendo el fantasma contradictoriamente más abstracto y más real. Para entender esto es necesario tener en cuenta el tercer pilar de la ideología de extrema derecha: la creación incesante y capilar en el tejido social de una realidad paralela, inmune a la confrontación con la realidad real, llevada a cabo por las redes sociales y por las religiones reaccionarias (iglesias evangélicas neopentecostales y católicas antipapa Francisco) que vinculan fácilmente el comunismo y el aborto y así infunden un miedo abisal en poblaciones indefensas, todo ello facilitado por el hecho de que hace tiempo que éstas perdieron la esperanza de tener una vida digna.
El intento de golpe de Estado en Brasil es un aviso a la navegación. Los demócratas brasileños, latinoamericanos, estadounidenses y, en última instancia, de todo el mundo deben tomar esta advertencia muy en serio. Si no lo hacen, mañana los fascistas no se limitarán a tocar la puerta. Seguramente irrumpirán sin ceremonia para entrar.
Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez
Nota del editor de Other News: Debido a la delicada situación en Brasil, trasmitimos de inmediato en forma adelantada del habitual servicio de nuestro servicio distribuido en las tardes, este interesante análisis del profesor de las universidades de Coímbra (Portugal) y de Wisconsin-Madison (EE.UU), Boaventura de Sousa Santos recibido esta mañana.
*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial. Artículo enviado a OtherNews por el autor, el 10.01.23
Más de 1200 bolsonaristas arrestados por negarse a desalojar los campamentos de protesta en Brasilia, la mayoría de los manifestantes abandonaron el lugar de forma pacífica, pero otros cargaron contra la policía con gran violencia.
Luego de meses de acampada en la capital, los simpatizantes de Bolsonaro debieron retirarse por orden de la justicia. El presidente Luis Ignacio Lula de Silva inspeccionó los daños en el Palacio Presidencial y sostuvo una reunión de gabinete, después del ataque dijo que los responsables serán castigados.
Lula acusa a Bolsonaro y a las autoridades de conniventes
El mandatario acusó a las fuerzas de seguridad de incompetencia u omisión al permitir que ocurrieran los ataques. También acusó a su predecesor Jair Bolsonaro que se encuentra en Estados Unidos que respondió en Twitter negando su involucración en los ataques.
De momento el campamento se va desarmando poco a poco, para ello ha sido necesario un fuerte operativo policial que incluyó policías de la guardia nacional y militares y policías con caballo de la montada. Ahora se está abriendo una investigación en la Corte Suprema de si las autoridades del Distrito Federal hicieron lo que debían para impedir los hechos o si como se sospecha fueron conniventes.
Polarización social y corrupción institucional
Según los analistas políticos el problema no es solamente de la división que se manifiesta en episodios como el asalto al congreso en Brasilia, también hay corrientes antidemocráticas en las fuerzas armadas, en las fuerzas policiales, entre otros.
Más allá de lo ocurrido en Brasilia, en muchas otras ciudades hay manifestaciones y bloqueos en carreteras.
Las redes sociales han polarizado mucho la población de Brasil. El tema de las informaciones falsas ha sido un gran tema durante la campaña electoral de 2022.
Ahora será el Gobierno de Lula de Silva que tendrá que afrontar la situación, en principio quería priorizar los temas económicos, la reducción de la pobreza, la desigualdad y ahora realmente la prioridad será la normalización de la política y la superación de la polarización. El éxito de que se pueda retomar la normalidad dependerá de si Lula consigue proyectarse como alguien que puede conciliar y promover la superación del desorden que vive el país ahora mismo.
El ministro de de defensa en jaque
La incertidumbre también está dentro del Gobierno, es una incógnita qué terminará pasando con el ministro de defensa que ha sido muy cuestionado por no presionar más los generales a aceptar una postura más contundente frente a los manifestantes que están en Brasilia hace meses.
Ralentización en la recuperación económica
El Gobierno quería presentar unos primeros resultados de gestión en los primeros 100 días de mandato lo va a tener mucho más complicado ahora. El desorden social que vive el país también tiene una repercusión económica. La recuperación de la economía se puede ralentizar así como también los inversores serán mucho más cautelosos planteando si Brasil es un régimen estable para implantar compañías que produzcan y hagan avanzar la economía.
¿Será Bolsonaro perseguido por los disturbios?
Que Bolsonaro sea perseguido no solamente dependerá del Ministerio de Justicia, sinó también de los Estados Unidos o de algún otro país donde Bolsonaro pueda ir. La Casa Blanca está bajo presión para que Bolsonaro vuelva a Brasil pero aún es temprano para saber cómo terminará actuando y qué hará el Gobierno de Brasil al respecto.
El Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) – Brasil, la Asociación Brasileña de Apoyo a la Infancia y la Fundación Vida para Todos – ABAI, realizaron este 10 de enero de 2023 un manifiesto en conjunto ante el intento de golpe de Estado realizado en Brasil, en el cual comunican:
“Las instituciones de la sociedad civil, antes nombradas, sin fines de lucro, que actúen en la defensa de los derechos humanos, solidaridad, respeto al medio ambiente y producción de alimentos saludables, por sus respectivos representantes, expresan su repudio a los actos violentos de terrorismo real practicados ayer en Brasilia, contra Instituciones Públicas de los tres poderes – Ejecutivo, Legislativo y Justicia, a través de la Corte Suprema de Justicia.
La democracia no es compatible, ni con actos violentos, conspiraciones u omisiones de nadie, y mucho menos de autoridades constituidas para defender los intereses más grandeslulu del país – una vida digna para todos los brasileños y brasileñas, el estado de derecho, el patrimonio público, la riqueza natural y la Constitución Federal de la República.
Brasil necesita paz y unidad para reconstruir el país después de toda la destrucción de economía y derechos fundamentales de los últimos años. En este contexto, nos unimos a todas las fuerzas democráticas, en particular al gobierno legítimamente electo del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, con el propósito de promover la paz social y la reconstrucción de un país justo y solidario para todos y cada uno”.
Este domingo, 8 de enero, un grupo de terroristas bolsonaristas invadieron y depredaron la sede de los poderes de la República brasileña en un intento de golpe de Estado. El presidente Lula decreta la intervención federal en la seguridad del Distrito Federal, unidad federativa responsable de la seguridad de la capital. Casi 300 son detenidos
Hace una semana, más de 200.000 personas ocuparon la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia, la capital de Brasil, para asistir a la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, elegido democráticamente para su tercer mandato. Desde entonces, Brasil y el mundo han asistido a manifestaciones golpistas de alas más radicales del bolsonarismo, un movimiento inspirado y alentado por el expresidente Jair Bolsonaro. Estas amenazas alcanzaron su punto más grave este domingo, 8 de enero de 2023, exactamente una semana después de la gran fiesta democrática que juramentó a Lula, cuando golpistas invadieron y vandalizaron las sedes de los poderes de la República Federativa de Brasil, el Congreso Nacional, el Tribunal Supremo (STF) y el Palacio de Planalto, este último sede del poder ejecutivo.
En el inicio de la tarde, los golpistas tomaron la plaza e irrumpieron en los edificios, vandalizaron el patrimonio público, símbolos de la democracia brasileña. Las imágenes muestran también que el grupo de terroristas llegó a la Explanada de los Ministerios escoltado por la policía militar y que la invasión de las sedes de los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) se produjo bajo una mínima resistencia policial. Las noticias apuntan a una posible omisión o incluso complicidad del gobernador y del secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, exministro de Justicia de Bolsonaro, que fue exonerado pocas horas después de iniciada la intentona golpista.
Tras unas horas de invasiones y depredaciones retransmitidas en directo por los golpistas en los canales digitales y seguidas por la prensa mundial, las fuerzas de seguridad recuperaron inicialmente el control del Tribunal Supremo y del Palacio del Planalto y, poco después, de la Cámara Federal y de la sede del Senado. Hasta la siete de la noche de este domingo (08), al menos 300 terroristas habían sido detenidos.
El presidente Lula decretó la intervención federal en la seguridad pública del Distrito Federal como forma de restablecer el orden público. El secretario ejecutivo del Ministerio de Justicia, Ricardo Cappelli, fue nombrado interventor hasta el 31 de enero. Lula ya está en Brasilia y se reunirá con el gabinete de crisis para evaluar las consecuencias de la invasión y tomar medidas adicionales al decreto de intervención. Los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados han ordenado la creación de un grupo de coordinación de crisis que se encargará de reorganizar el trabajo del Congreso, que ha sido convocado para interrumpir el receso parlamentario y regresar a Brasilia ya el lunes 9 de enero.
La Internacional de Servicios Públicos (ISP), sindicato mundial que representa a 30 millones de trabajadores en todo el mundo, repudia enérgicamente el ataque golpista en Brasilia orquestado por grupos que no aceptan el legítimo resultado electoral.
«No es una mera coincidencia que el simulacro brasileño de la invasión del Capitolio ocurriera prácticamente el mismo día que la invasión del Capitolio de Estados Unidos hace dos años. No es mera coincidencia que Bolsonaro se encuentre actualmente en Florida e incluso haya considerado alojarse en Mar-a-Lago, propiedad de Donald Trump. Y que el ex ministro de Justicia de Bolsonaro -que desde principios de año también está a cargo de la seguridad en Brasilia- también esté allí. No es mera coincidencia que la policía de Brasilia incluso escoltara durante 6 kilómetros a quienes perpetrarían el atentado. El fascismo no conoce fronteras, especialmente cuando se ve acorralado. Corresponde al pueblo brasileño estar vigilante y defender la democracia. Y a Lula mostrar el liderazgo necesario para restablecer la confianza y la fiabilidad en las instituciones democráticas: haciendo que todos los responsables de los disturbios y los condescendientes de la policía paguen por sus crímenes», afirma Rosa Pavanelli, Secretaria General de la ISP.
«Queda aún más claro el significado del Bolsonarismo: terroristas. Se hacen llamar patriotas, pero no son más que golpistas, vándalos, que no aceptan el Estado democrático de derecho. La ISP se une a todas las organizaciones democráticas del mundo en el repudio a este acto fascista y exige castigo a los responsables, en particular a los dirigentes políticos y financiadores de estas manifestaciones golpistas», dijo el secretario regional de la ISP para Interamérica, Jocelio Drummond.
«No aceptaremos que se falte al respeto al resultado legítimo de las elecciones en Brasil y se utilice como argumento para intentos golpistas criminales. Defendemos todas las formas de manifestación, siempre que sean pacíficas y legítimas, que no es el caso. Defenderemos el diálogo social y el respeto a las instituciones democráticas, pero nunca admitiremos la impunidad. Seguiremos luchando por las agendas sindicales y por servicios públicos de buena calidad, ante el gobierno electo y legítimo», dijo la subsecretaria regional de la ISP para Brasil, Denise Motta Dau.
Si bien la mayor parte de golpes de Estado de los que tenemos recuerdo en América Latina han tenido la activa participación de políticos y empresarios de derecha, militares, y su conjunción con la maquinaria política y fáctica de la Casa Blanca de los Estados Unidos de América; lo cierto es que esa articulación política ha experimentado una metamorfosis en las últimas dos décadas en nuestra región.
Ya no se requiere del decisivo empujón de los militares, aunque una vez establecido el golpe, el respaldo de estos será fundamental para sostenerlo. Y es que un golpe orquestado por los militares finalmente resta legitimidad y queda así registrado en la historia, además del derramamiento de sangre que implica y los procesos judiciales que eventualmente le supondrá a los represores.
Por otra parte, el papel de la Casa Blanca en muchos casos pareciera ser un tanto opaco, pero es innegable la confluencia de intereses que tienen con los golpistas; y a la postre, las acciones diplomáticas que desarrollan en muy pocas semanas terminan dándole sostenibilidad y legitimidad política a los golpistas. El fracaso con Cuba o el soberano ridículo que han hecho en Venezuela son excelentes muestras de que la virulencia golpista que estimulan no siempre acaba bien, y que se puede trabajar de manera sigilosa debajo de la mesa, siempre en pro de su limitada visión de democracia pero anteponiendo sus intereses hegemónicos.
Lo que si me resulta un logro indiscutible de la derecha en el presente, es el amplio trabajo mediático y la activa movilización social favorable al golpe de Estado que han orquestado, sea de manera blanda o violenta. Y no es que en el pasado no existiera -recuérdese Chile antes del golpe del año 1973-; pero lo que se experimentó con el golpe de Estado en Bolivia (2019) o el día de ayer en Brasil contra el gobierno de Lula, en el cual se manifestó de forma sostenida y violenta la activa participación de una parte de la ciudadanía, evidencia la constitución de una suerte de organicidad golpista que se ha instalado en el ADN de los movimientos de derecha de corte fascista de nuestra región, y que incluso se materializó en el asalto al Capitolio por la hordas trumpistas en el año 2021 y que también tuvo cabida en la intentona golpista reciente en Alemania.
En esa organicidad golpista se reúnen una serie de intereses que han sabido cultivarse, amalgamarse, posicionarse y sostenerse muy bien, incluso más allá de sus diferencias y banderas: antiderechos, iglesias cristianas radicales, anti ambientalistas, neoliberales, conservadores, anti ciencia, negacionistas, pro tenencia de armas, pro dictaduras, anticomunistas, antimigración, supremacismo blanco, extrema derecha, fascistas, etc. Un movimiento que adquirió vida y autonomía a partir de la violencia política y socio cultural derivada de la imposición capitalista del neoliberalismo, y que sin lugar a dudas se convierte en una severa amenaza a todo lo que represente democracia, derechos humanos, justicia, igualdad, emancipación social y sustentabilidad ambiental.
El panorama político es realmente complejo y sus consecuencias sociales y políticas presumibles.
La derecha golpista, cristalizada ahora en amplios sectores sociales que defienden sus intereses de manera violenta, incluso rechazando principios como la democracia, la legitimidad del sistema electoral, la división de poderes, o la integración social, suponen un reto de enorme envergadura para toda América Latina. Los recientes golpes contra Evo, contra Castillo, contra Lula, o el intento de asesinato contra Cristina Fernández, son solo la punta del iceberg de un proceso político de mayor amplitud que ya se dibuja de manera amenazante en nuestro horizonte.
Por tercera vez me presento a este Congreso Nacional para agradecer al pueblo brasileño el voto de confianza que recibimos. Renuevo mi juramento de fidelidad a la Constitución de la República, junto al vicepresidente Geraldo Alckmin y los ministros que trabajarán con nosotros por Brasil.
Si estamos hoy aquí es gracias a la conciencia política de la sociedad brasileña y al frente democrático que formamos a lo largo de esta histórica campaña electoral.
La democracia fue la gran vencedora de esta elección, superando la mayor movilización de recursos públicos y privados jamás vista; las más violentas amenazas a la libertad de voto, la más abyecta campaña de mentiras y odio conspirada para manipular y avergonzar al electorado.
Nunca antes se habían malversado tanto los recursos del Estado en beneficio de un proyecto autoritario de poder. Nunca la máquina pública estuvo tan alejada de los controles republicanos. Los votantes nunca han estado tan limitados por el poder económico y las mentiras difundidas a escala industrial.
Pese a todo, prevaleció la decisión de las urnas, gracias a un sistema electoral reconocido internacionalmente por su eficacia en la captación y escrutinio de votos. La actitud valiente del Poder Judicial, en especial del Tribunal Superior Electoral, fue fundamental para hacer prevalecer la verdad de las encuestas sobre la violencia de sus detractores.
SEÑORAS Y SEÑORES DE LOS PARLAMENTOS,
Al regresar a este pleno de la Cámara de Diputados, donde participé en la Asamblea Constituyente de 1988, recuerdo con emoción los enfrentamientos que dimos aquí, democráticamente, para inscribir en la Constitución el más amplio conjunto de derechos sociales, individuales y colectivos, por beneficio de la población y de la soberanía nacional.
Hace 20 años, cuando fui elegido presidente por primera vez, junto con el también vicepresidente José Alencar, comencé mi discurso inaugural con la palabra “cambio”. El cambio que pretendíamos era simplemente implementar los preceptos constitucionales. Empezando por el derecho a una vida digna, sin hambre, con acceso al trabajo, a la salud ya la educación.
Dije, en esa ocasión, que la misión de mi vida se cumpliría cuando cada brasileño y brasileña pudiera comer tres comidas al día.
Tener que reiterar hoy este compromiso -ante el aumento de la pobreza y el regreso del hambre, que habíamos superado- es el síntoma más grave de la devastación que ha impuesto al país en los últimos años.
Hoy, nuestro mensaje a Brasil es de esperanza y reconstrucción. El gran edificio de derechos, soberanía y desarrollo que esta Nación construyó desde 1988 ha sido sistemáticamente demolido en los últimos años. Es para reconstruir este edificio de derechos y valores nacionales que vamos a dirigir todos nuestros esfuerzos.
SEÑORAS Y SEÑORES,
En 2002 decíamos que la esperanza había vencido al miedo, en el sentido de vencer los miedos ante la inédita elección de un representante de la clase obrera para presidir los destinos del país. En ocho años de gobierno dejamos claro que los temores eran infundados. De lo contrario, no estaríamos aquí de nuevo.
Se demostró que un representante de la clase trabajadora sí podía dialogar con la sociedad para promover el crecimiento económico de manera sostenible y en beneficio de todos, especialmente de los más necesitados. Quedó demostrado que sí era posible gobernar este país con la más amplia participación social, incluyendo a los trabajadores y los más pobres en las decisiones presupuestarias y de gobierno.
A lo largo de esta campaña electoral vi brillar la esperanza en los ojos de un pueblo que sufre, producto de la destrucción de las políticas públicas que promovían la ciudadanía, los derechos esenciales, la salud y la educación. Vi el sueño de una Patria generosa, que ofrece oportunidades a sus hijos e hijas, en la que la solidaridad activa es más fuerte que el individualismo ciego.
El diagnóstico que recibimos del Gabinete para la Transición de Gobierno es espantoso. Vaciaron los recursos de salud. Desmantelaron la Educación, la Cultura, la Ciencia y la Tecnología. Destruyeron la protección del Medio Ambiente. No dejaron recursos para comedores escolares, vacunas, seguridad ciudadana, protección forestal, asistencia social.
Desorganizaron la gobernabilidad de la economía, el financiamiento público, el apoyo a empresas, emprendedores y el comercio exterior. Dilapidaron empresas estatales y bancos públicos; entregó el patrimonio nacional. Los recursos del país fueron saqueados para satisfacer la codicia de los rentistas y accionistas privados de las empresas públicas.
Es sobre estas terribles ruinas que asumo el compromiso, junto con el pueblo brasileño, de reconstruir el país y hacer de nuevo un Brasil de todos y para todos.
SEÑORAS Y SEÑORES,
Ante el desastre presupuestario que hemos recibido, he presentado propuestas al Congreso Nacional que nos permitan apoyar a la inmensa capa de población que necesita del Estado para simplemente sobrevivir.
Agradezco a la Cámara y al Senado su sensibilidad ante las urgencias del pueblo brasileño. Observo la actitud sumamente responsable del Supremo Tribunal Federal y del Tribunal Federal de Cuentas frente a situaciones que distorsionan la armonía de poderes.
Lo hice porque no sería justo ni correcto pedir paciencia a los que tienen hambre.
Ninguna nación se ha levantado ni puede levantarse sobre la miseria de su pueblo.
Los derechos e intereses de la población, el fortalecimiento de la democracia y la recuperación de la soberanía nacional serán los pilares de nuestro gobierno.
Este compromiso comienza con la garantía de un Programa Bolsa Família renovado, más fuerte y más justo, para atender a los más necesitados. Nuestras primeras acciones tienen como objetivo rescatar a 33 millones de personas del hambre y rescatar de la pobreza a más de 100 millones de brasileños y brasileñas, que han llevado la carga más dura del proyecto de destrucción nacional que hoy termina.
SEÑORAS Y SEÑORES,
Este proceso electoral también se caracterizó por el contraste entre diferentes cosmovisiones. La nuestra, centrada en la solidaridad y la participación política y social para la definición democrática de los destinos del país. El otro, en el individualismo, en la negación de la política, en la destrucción del Estado en nombre de supuestas libertades individuales.
La libertad que siempre hemos defendido es vivir con dignidad, con plenos derechos de expresión, manifestación y organización.
La libertad que predican es oprimir a los vulnerables, masacrar al oponente e imponer la ley del más fuerte por encima de las leyes de la civilización. El nombre de esto es barbarie.
Entendí, desde el inicio del camino, que debía ser candidato en un frente más amplio que el campo político en el que me formé, manteniendo el firme compromiso con mis orígenes. Este frente se consolidó para evitar el retorno del autoritarismo al país.
A partir de hoy se volverá a dar cumplimiento a la Ley de Acceso a la Información, el Portal de la Transparencia volverá a cumplir su función, se volverán a ejercer los controles republicanos para defender el interés público. No llevamos ningún espíritu de venganza contra quienes intentaron subyugar a la Nación a sus designios personales e ideológicos, pero garantizaremos el estado de derecho. Los que erraron responderán de sus errores, con amplio derecho de defensa, dentro del debido proceso legal. El mandato que recibimos, frente a opositores inspirados en el fascismo, será defendido con las facultades que la Constitución le confiere a la democracia.
Al odio, responderemos con amor. A la mentira, con la verdad. Al terror ya la violencia, responderemos con la Ley y sus más duras consecuencias.
Bajo los vientos de la redemocratización, dijimos: ¡dictadura nunca más! Hoy, luego del terrible desafío que hemos superado, debemos decir: ¡democracia por siempre!
Para confirmar estas palabras, tendremos que reconstruir la democracia en nuestro país sobre bases sólidas. La democracia será defendida por el pueblo en la medida en que garantice a todos los derechos consagrados en la Constitución.
SEÑORAS Y SEÑORES,
Hoy firmo medidas para reorganizar las estructuras del Poder Ejecutivo, a fin de que vuelvan a permitir que el gobierno funcione de manera racional, republicana y democrática. Rescatar el papel de las instituciones del Estado, la banca pública y las empresas estatales en el desarrollo del país. Planificar las inversiones públicas y privadas hacia el crecimiento económico sostenible, ambiental y socialmente.
En diálogo con los 27 gobernadores vamos a definir prioridades para retomar obras irresponsablemente paralizadas, de las cuales hay más de 14 mil en el país. Vamos a retomar Minha Casa, Minha Vida y estructurar un nuevo PAC para generar empleos a la velocidad que requiere Brasil. Buscaremos financiamiento y cooperación -nacional e internacional- para la inversión, para dinamizar y ampliar el mercado de consumo interno, para desarrollar el comercio, las exportaciones, los servicios, la agricultura y la industria.
Los bancos públicos, especialmente el BNDES, y las empresas que promueven el crecimiento y la innovación, como Petrobras, tendrán un papel fundamental en este nuevo ciclo. Al mismo tiempo, vamos a impulsar a las pequeñas y medianas empresas, potencialmente las mayores generadoras de empleo y renta, el emprendimiento, el cooperativismo y la economía creativa.
La rueda de la economía volverá a girar y el consumo popular jugará un papel central en este proceso.
Vamos a retomar la política de valoración permanente del salario mínimo. Y ten por seguro que vamos a poner fin, una vez más, a la bochornosa cola del INSS, otra injusticia reestablecida en estos tiempos de destrucción. Vamos a dialogar, de manera tripartita -gobierno, centrales sindicales y empresariales- sobre una nueva legislación laboral. Garantizar la libertad para emprender, junto con la protección social, es un gran desafío en los tiempos actuales.
SEÑORAS Y SEÑORES,
Brasil es demasiado grande para renunciar a su potencial productivo. No tiene sentido importar combustibles, fertilizantes, plataformas petroleras, microprocesadores, aviones y satélites. Contamos con la capacidad técnica, el capital y el mercado suficientes para retomar la industrialización y ofrecer servicios a un nivel competitivo.
Brasil puede y debe estar a la vanguardia de la economía global.
Corresponderá al Estado articular la transición digital y llevar la industria brasileña al siglo XXI, con una política industrial que apoye la innovación, estimule la cooperación público-privada, fortalezca la ciencia y la tecnología y garantice el acceso a financiamiento a costos adecuados.
El futuro será de quienes inviertan en la industria del conocimiento, que será objeto de una estrategia nacional, planificada en diálogo con el sector productivo, los centros de investigación y las universidades, en conjunto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, público, estatal y bancos privados agencias de financiación de la investigación.
Ningún otro país tiene las condiciones de Brasil para convertirse en una gran potencia ambiental, a partir de la creatividad de la bioeconomía y los emprendimientos de la sociobiodiversidad. Vamos a iniciar la transición energética y ecológica hacia una agricultura y minería sustentables, una agricultura familiar más fuerte y una industria más verde.
Nuestro objetivo es lograr cero deforestación en la Amazonía y cero emisiones de gases de efecto invernadero en la matriz eléctrica, además de incentivar la reutilización de pastos degradados. Brasil no necesita deforestar para mantener y expandir su frontera agrícola estratégica.
Fomentaremos la prosperidad en la tierra. La libertad y la oportunidad de crear, plantar y cosechar seguirán siendo nuestra meta. Lo que no podemos admitir es que es una tierra sin ley. No toleraremos la violencia contra los niños pequeños, la deforestación y la degradación ambiental, que tanto daño ya le han hecho al país.
Esta es una de las razones, no la única, para la creación del Ministerio de los Pueblos Indígenas. Nadie conoce mejor nuestros bosques ni es más capaz de defenderlos que quienes están aquí desde tiempos inmemoriales. Cada terreno demarcado es una nueva área de protección ambiental. A estos brasileños y brasileñas les debemos respeto y con ellos tenemos una deuda histórica.
Derogaremos todas las injusticias cometidas contra los pueblos indígenas.
SEÑORAS Y SEÑORES,
Una nación no se mide sólo por las estadísticas, por impresionantes que sean. Al igual que un ser humano, una nación se expresa verdaderamente a través del alma de su gente. El alma de Brasil reside en la diversidad sin igual de nuestra gente y nuestras manifestaciones culturales.
Estamos refundando el Ministerio de Cultura, con la ambición de retomar con mayor intensidad las políticas de incentivo y acceso a los bienes culturales, interrumpidas por el oscurantismo en los últimos años.
Una política cultural democrática no puede temer a las críticas ni elegir favoritos. Que broten todas las flores y se cosechen todos los frutos de nuestra creatividad, que todos la disfruten, sin censuras ni discriminaciones.
Es inaceptable que negros y pardos sigan siendo la mayoría pobre y oprimida de un país construido con el sudor y la sangre de sus ancestros africanos. Creamos el Ministerio para la Promoción de la Igualdad Racial para ampliar la política de cupos en las universidades y la función pública, además de retomar las políticas dirigidas a los negros y pardos en salud, educación y cultura.
Es inadmisible que las mujeres reciban menos que los hombres, desempeñando la misma función. Que no sean reconocidos en un mundo político sexista. Que sean acosados con impunidad en las calles y en el trabajo. Que sean víctimas de violencia dentro y fuera del hogar. También estamos refundando el Ministerio de la Mujer para demoler este castillo centenario de desigualdad y prejuicio.
No habrá verdadera justicia en un país donde se agravia a un solo ser humano. Corresponderá al Ministerio de Derechos Humanos velar y actuar para que se respeten los derechos de cada ciudadano, en el acceso a los servicios públicos y privados, en la protección contra prejuicios o ante la autoridad pública. La ciudadanía es el otro nombre de la democracia.
El Ministerio de Justicia y Seguridad Pública actuará para armonizar los Poderes y entidades federativas a fin de promover la paz donde sea más urgente: en las comunidades pobres, en el seno de las familias vulnerables al crimen organizado, las milicias y la violencia, venga de donde venga.
Estamos revocando los decretos penales para ampliar el acceso a armas y municiones, que causaron tanta inseguridad y tanto daño a las familias brasileñas. Brasil no quiere más armas; quiere paz y seguridad para su pueblo.
Bajo la protección de Dios, inauguro este mandato reafirmando que en Brasil la fe puede estar presente en todas las viviendas, en los diferentes templos, iglesias y cultos. En este país todos podrán ejercer libremente su religiosidad.
SEÑORAS Y SEÑORES,
El período que acaba de terminar estuvo marcado por una de las mayores tragedias de la historia: la pandemia del Covid-19. En ningún otro país el número de víctimas mortales ha sido tan elevado en proporción a la población como en Brasil, uno de los países mejor preparados para enfrentar emergencias sanitarias, gracias a la competencia de nuestro Sistema Único de Salud.
Esta paradoja solo puede explicarse por la actitud criminal de un gobierno negacionista, oscurantista e insensible a la vida. Las responsabilidades de este genocidio deben ser investigadas y no deben quedar impunes.
Nos corresponde, en este momento, solidarizarnos con los familiares, padres, huérfanos, hermanos y hermanas de las casi 700 mil víctimas de la pandemia.
El SUS es probablemente la más democrática de las instituciones creadas por la Constitución de 1988. Por eso seguramente ha sido la más perseguida desde entonces, y también la más perjudicada por una estupidez llamada Techo de Gastos, que tendremos que revocar .
Vamos a recomponer los presupuestos de Salud para garantizar la asistencia básica, la Farmacia Popular, promover el acceso a la medicina especializada. Vamos a recomponer los presupuestos de Educación, invertir en más universidades, en educación técnica, en acceso universal a internet, en la ampliación de guarderías y en educación pública de tiempo completo. Esta es la inversión que verdaderamente conducirá al desarrollo del país.
El modelo que proponemos, aprobado en urnas, sí exige un compromiso de responsabilidad, credibilidad y previsibilidad; y no nos daremos por vencidos en eso. Fue con realismo presupuestario, fiscal y monetario, buscando la estabilidad, controlando la inflación y respetando los contratos que gobernamos este país.
No podemos hacer otra cosa. Tendremos que hacerlo mejor.
SEÑORAS Y SEÑORES,
Los ojos del mundo estaban puestos en Brasil en estas elecciones. El mundo espera que Brasil vuelva a ser líder en el enfrentamiento de la crisis climática y ejemplo de país social y ambientalmente responsable, capaz de promover el crecimiento económico con distribución del ingreso, combatiendo el hambre y la pobreza, dentro del proceso democrático.
Nuestro protagonismo se materializará a través de la reanudación de la integración sudamericana, desde el Mercosur, la revitalización de la Unasur y otras instancias de articulación soberana en la región. Sobre esta base podremos reconstruir el diálogo orgulloso y activo con los Estados Unidos, la Comunidad Europea, China, los países del Este y otros actores globales; fortalecer los BRICS, la cooperación con los países africanos y romper el aislamiento al que estaba relegado el país.
Brasil tiene que ser dueño de sí mismo, dueño de su destino. Tiene que volver a ser un país soberano. Somos responsables de la mayor parte de la Amazonía y de vastos biomas, grandes acuíferos, yacimientos minerales, petróleo y fuentes de energía limpia. Con soberanía y responsabilidad seremos respetados para compartir esta grandeza con la humanidad, en solidaridad, nunca con subordinación.
La relevancia de las elecciones en Brasil se refiere, finalmente, a las amenazas que viene enfrentando el modelo democrático. En todo el planeta se articula una ola de extremismo autoritario que difunde el odio y la mentira a través de medios tecnológicos que no están sujetos a controles transparentes.
Defendemos la plena libertad de expresión, conscientes de que es urgente crear instancias democráticas de acceso a la información fidedigna y de rendición de cuentas por los medios por los cuales se inocula el veneno del odio y la mentira. Este es un desafío civilizatorio, al igual que la superación de las guerras, la crisis climática, el hambre y la desigualdad en el planeta.
Reafirmo, para Brasil y para el mundo, la convicción de que la Política, en su más alto sentido – ya pesar de todas sus limitaciones – es el mejor camino para el diálogo entre intereses divergentes, para la construcción pacífica de consensos. Negar la política, devaluarla y criminalizarla es el camino de las tiranías.
Mi misión más importante, a partir de hoy, será honrar la confianza recibida y responder a las esperanzas de un pueblo que sufre, que nunca perdió la fe en el futuro ni en su capacidad para superar los desafíos. Con la fuerza del pueblo y las bendiciones de Dios tendremos queu reconstruir este país.