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Etiqueta: marginalidad

La rebelión de los cabreados y el neofascismo

Álvaro Vega Sánchez
Sociólogo

El globalismo neoliberal y libertario (liberticida, Rogelio Cedeño) han enriquecido a un puñado de personas, el 1%, mientras han precarizado a los sectores medios y empobrecido a las mayorías, quienes pagan los platos rotos de sus extravagancias. Ninguna novedad, para quienes consideran que el mundo es de los audaces, y salados los que carecen de esa cualidad; sobrevivan o muéranse.

                Son estos sectores mayoritarios, los cabreados (molestos, enojados, indignados…), quienes en su desesperación se han convertido en la clientela electoral de una “nueva” clase política que les ofrece salir de su condición de marginalidad y precariedad a cambio de su adhesión incondicional. De esta manera, ha sabido aprovechar y capitalizar su enojo, desesperación y resentimiento, utilizando un discurso grandilocuente cimentado en una promesa de futuro próspero en lo económico, socialmente beneficioso y hasta pacífico. Está creando, así, las condiciones para legitimar su autoritarismo antidemocrático -revestido de una falsa democracia-, mostrándose como defensor y garante de derechos económicos y sociales de las mayorías.

                Al respecto, cabe destacar, el señalamiento de Benjamín Tijerina sobre la correlación entre los porcentajes de los electores protestantes, tanto en zonas rurales como urbanas, y a través de todas las capas sociales y generacionales, y los triunfos de Hitler. De ahí, se concluye que el Partido Nacional Socialista no era simplemente un partido de las clases medias radicalizadas, sino un partido popular de la protesta (Tijerina, B. 1998). Efectivamente, en la Alemania de posguerra, primera Mundial, el discurso racista y supremacista de Hitler, así como sus acciones genocidas se vieron favorecidos por las condiciones leoninas y precarias a que fue sometida (Tratado de Versalles). En ese contexto, se supo capitalizar el resentimiento social de las mayorías populares, incluidos por supuesto los protestantes que eran la mayoría religiosa. Un sector de la jerarquía católica y uno minoritario protestante: la Iglesia Confesante, mantuvieron oposición al régimen fascista de Hitler; incluso, uno de sus miembros, el destacado teólogo Dietrich Bonhoeffer, fue víctima y mártir de la causa antifascista.

                Hay un sustrato religioso popular en el apoyo que recibió Hitler de protestantes y católicos, así como por los rasgos propiamente religiosos que asumió el fascismo. Este fenómeno, con nuevos matices, tiende a replicarse en el neofascismo contemporáneo. Gravita con fuerza el factor religioso en su versión tanto secular como confesional. La economía se convierte en religión neoliberal (de mercado, Franz Hinkelammert) y la religión en economía neoliberal (pseudoteología de la prosperidad). Es el revestimiento religioso de la economía y económico de la religión. Por lo tanto, ahora, religión y política no requieren legitimarse recíprocamente, a la manera del régimen de cristiandad, vía lo ideológico, simbólico y ritual -aunque esta legitimación se continúe dando- sino que, manteniendo su “autonomía”, se ven integradas, haciendo causa común alrededor de un proyecto económico y cultural: el neoliberalismo, que se comporta religiosamente, favoreciendo un neoecumenismo de corte fundamentalista. Este fenómeno explica, en alguna medida, la emergencia de los partidos confesionales evangélicos en alianza, siempre, con aquellos sectores y partidos que impulsan el proyecto neoliberal, pero disputándose un espacio propio para acceder al poder.

                De esta manera, el neofascismo ha encontrado asidero político-electoral en esta nutrida clientela de cabreados sociales, que asumen como ideario las nuevas promesas mesiánicas de los “vendedores de prosperidad” (Paul Krugman) de la nueva religión neoliberal. Por lo tanto, no es casual el apoyo, por ejemplo, recibido por Donald Trump en la reciente contienda electoral, tanto por los sectores medios precarizados, también “radicalizados”, y los empobrecidos (contando ahora con un alto porcentaje del voto de afroamericanos y latinos), donde el factor que incidió e inclinó la balanza electoral fue, en buena medida, la promesa de salvación económica. Con un apoyo, desde arriba y desde abajo, avanza peligrosamente, por los derroteros del autoritarismo que induce a nuevos genocidios (hoy, particularmente, de rostro palestino) y ecocidios. El neofascismo neoliberal es intrínsecamente violento; se comporta como un cerco o gueto que está conduciendo al “suicidio colectivo”. A los cabreados se les ofrecerá “pan y circo” (también represión si se portan mal) y, mientras se entretienen, la riqueza seguirá fluyendo hacia arriba.

La prosperidad para todos, al igual que la “paz” que anunciaban los falsos profetas en tiempos de Jeremías, es la gran mentira del neofascismo, que resulta más digerible cuando asume los rasgos de la ficción literaria (la novela como la “mentira bien contada”, con la gran diferencia de que en la literatura esta “mentira” está al servicio de la bondad, la justicia, la belleza…) o se reviste de religiosidad, bajo el carisma de sus agentes (legitimidad carismática, Max Weber) y la fe de unos seguidores, cuyo fanatismo induce al odio y la violencia. El neofascismo se articula, así, desde un discurso de distracción, por lo consolador y lúdico, y socialmente polarizador, por lo confrontativo, apologético y violento.

Un análisis del régimen posfascista de Jair Bolsonaro en Brasil, señala, siguiendo los planteamientos de Antonio Negri, por un lado, que el posfascismo corresponde a una “fase dura” del neoliberalismo, propia de un período donde este se muestra incompetente para generar modelos de equilibrio político, atender las demandas sociales y enfrentar la fuerte resistencia social. Por otro lado, se trata de una transformación autoritaria del Estado para el salvataje del programa neoliberal; un período en el cual se da una “fuerte recuperación de soberanismo”, donde la multitud ocupa el centro de la lucha de clases como protagonista de los procesos históricos; una implosión de esta multitud “en términos de inseguridad económica o ambiental y de miedo al futuro” y de un repliegue sobre la “defensa de la identidad” (Diego Sztulwark https://www.revistaanfibia.com/lula-bolsonaro-neofascismo/)

Sí, estamos ante el avance político de un neofascismo o posfascismo de rasgos decididamente autoritarios y violentos, cimentado, en buena medida, en una religiosidad secular y confesional, que hace causa común alrededor de una promesa de salvación económica (el reino de Dios en este mundo) y de la seguridad que ofrece el retorno de los valores tradicionales para encarar las incertidumbres; desde ahí, utiliza y manipula la desesperación y el desencanto de las mayorías. La rebelión de los cabreados al servicio de sus victimarios.

Sin embargo, ahí donde está su fortaleza también está su talón de Aquiles. Como bien señala Paul Krugman en un reciente artículo, donde el resentimiento está conduciendo al poder a gente mala, este poder no se sostiene a largo plazo, pues cuando despotrican contra las élites la gente comprende que ellos también son elites; asimismo les cobrarán sus promesas incumplidas, y buscarán a quienes procuren decir la verdad. (https://www.nytimes.com/es/2024/12/10/espanol/opinion/elites-multimillonarios-tecnologia-gobierno.html).

                El gran desafío para enfrentar la creciente ola neofascista es continuar develando sus contradicciones, la inconsistencia de su discurso grandilocuente, cínico, demagógico y propiciador del odio y la violencia. “La verdad nos hace libres”.

Costa Rica atenderá a población migrante y vulnerable con apoyo de US$20 millones del BID

Comunicado. 10 de agosto de 2023. El Directorio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó hoy otorgar US$20 millones no reembolsables a Costa Rica para la implementación del Programa Integral de Seguridad Ciudadana y Prevención de la Violencia para la Inclusión de Grupos Migrantes Vulnerables. El objetivo de esta donación es contribuir a reducir la vulnerabilidad de la población local y migrante a la violencia, la marginalidad y la discriminación.

Costa Rica es principalmente un país de destino para los migrantes y tiene una amplia tradición de inclusión, con políticas receptivas hacia migrantes y refugiados. Ante el creciente número de migrantes que ingresan al país, o que hacen tránsito en su camino a Estados Unidos, surgen nuevos retos de seguridad para esta población: riesgos de convertirse en víctima y/o victimarios del crimen y la violencia, limitada capacidad institucional para atender necesidades de los migrantes, o el aumento de actitudes en contra de la migración, entre otros.

En este contexto, la donación es posible gracias a que Costa Rica es uno de los países elegibles para acceder a los recursos de la Facilidad No Reembolsable para Apoyar a Países que Reciben Flujos Migratorios Intrarregionales Repentinos y de Gran Magnitud, que el BID constituyó con recursos propios en 2019 por US$100 millones.

El programa será ejecutado por el Ministerio de Justicia y Paz (MJP) y consta de dos componentes: prevención social de la violencia y fortalecimiento de las capacidades institucionales para atender los flujos migratorios.

El primero permitirá ampliar la infraestructura y los servicios orientados a la prevención de la violencia, beneficiando tanto a la población migrante como a las comunidades de acogida en diversas regiones del país. Por medio del segundo componente se fortalecerán las capacidades institucionales de la Dirección General de Migración y Extranjería para atender los flujos migratorios, con el objetivo de promover la inclusión socioeconómica de la población migrante y así reducir sus niveles de vulnerabilidad y exposición a delitos y violencia.

La iniciativa complementará el trabajo que ya se realiza en el país a través del Programa de Seguridad Ciudadana y Prevención de Violencia, financiado por el BID mediante un préstamo por US$100 millones. Dicho programa incluye la construcción de delegaciones policiales y la creación de Centros Cívicos por la Paz en comunidades vulnerables.

 

Imagen: https://ciencia.unam.mx/leer/1124/-buscas-informacion-sobre-la-migracion-

Sentires y Saberes – Saberes En Lucha – La Escuela de la Protesta Social

Observatorio de Bienes Comunes

El pasado 31 de marzo del 2023 el Bloque Cívico de Limón convocó junto al movimiento de los Muelleros y otras fuerzas vivas de Limón a una manifestación en protesta de las decisiones tomadas por el gobierno de la República de Costa Rica que vienen a profundizar las distintas desigualdades estructurales que siguen marginando a la provincia y generan los espacios de marginalidad y exclusión, pero también de ningueno de las personas que habitan y comparten en estos territorios caribeños.

Les dejemos con todas estas voces que nos ayudan y guían para comprender un poco más de cerca ese Limón que protesta y se rebela ante tantas injusticias históricas que siguen profundizándose.

Escuche el programa en este enlace.

¿Por qué América va tan rezagada?

Miguel Sobrado

América ha sido un continente poblado inicialmente por los amerindios, que fueron conquistados posteriormente por gente de todo el planeta, especialmente de Europa. La colonización posterior se realizó sobre la base de la servidumbre, la esclavitud e incluso en algunos casos, con el exterminio de la población originaria.

El racismo abierto o subyacente, cimentó las relaciones de dominación, tanto en relación con los indígenas a quienes se sometió en Iberoamérica a la servidumbre a través de las llamadas “Encomiendas”, como de la esclavitud a que se sometió a la población traída de África.

La gran riqueza americana y la base del capitalismo mundial se generaron en este proceso que André de Melo E Castro, Conde de Galveias y Virrey de Brasil definía en 1739: “Sin negros, no puede haber oro, azúcar ni tabaco”.

Hay que recordar que las repúblicas latinoamericanas fueron producto de la sublevación de los criollos descendientes de los conquistadores, cuando se vieron relegados a un segundo plano por los privilegios que la Corona española les daba a los peninsulares, en la gestión y acceso a las riquezas. Los fundadores de estas nuevas repúblicas se habían convertido en dueños de las tierras, de las minas y otros medios de riqueza. No incluían, más que formalmente, a los indígenas y a los esclavos que no tenían peso económico.

Las nacientes repúblicas nacieron “con los dados cargados”. Los criollos ocuparon todo el espectro de poder, frente a las grandes mayorías étnicas incluidas solo como carne de cañón en los combates por la independencia y las múltiples guerras civiles.

Este desequilibrio de pesos e influencias sociales es el que ha pesado en las relaciones de poder en nuestra América y ES UN PROBLEMA SISTÉMICO, QUE NO SE ARREGLÓ NI CON LAS INDEPENDENCIAS NI CON LOS LLAMADOS PROCESOS DE REFORMA AGRARIA.

Los indígenas, los afrodescendientes y los pobres en general, sin facilidades de acceso a la propiedad y a una educación de calidad vieron disminuidas sus posibilidades a los trabajos manuales de menor remuneración. Por otra parte, las elites acostumbradas a vivir de la renta y de las relaciones de poder clientelistas, orientaron sus ingresos hacia el consumo y el comercio. La innovación no encontró un clima favorable, ni estímulos en las políticas públicas, los empresarios creativos no siempre pudieron alcanzar sus metas.

El menosprecio latente del potencial de los nativos y afrodescendientes restringió la inversión en capital humano y esto no fue problema mientras la demanda de trabajo físico era determinante. Al reducirse esta, producto del desarrollo tecnológico, se resquebrajó la estabilidad del tejido social. Carentes de oportunidades los excluidos engrosaron las filas de la marginalidad, la delincuencia y el narcotráfico.

En otros contextos

Las experiencias de reforma agraria después de la II guerra mundial, en Japón, Corea y Taiwán impulsadas por los Estados Unidos en parte por la urgencia política de entonces, pero fundamentalmente para estimular el desarrollo de los mercados internos que estaban cautivos por las estructuras agrarias latifundistas. Estas reformas, apoderaron con medios de producción a amplios sectores campesinos y contribuyeron a generar una clase media que incidiría posteriormente en las transformaciones políticas de esos países.

Otra suerte corrió la reforma agraria impulsada con fondos del Programa Alianza para el Progreso, para contrarrestar la Revolución cubana. Los fondos de este multimillonario programa administrados por los estados latinoamericanos se utilizaron en muchos casos para “colonización”. Esta resulto ser la compra de fincas alejadas a buen precio de los políticos, para realizar asentamientos de campesinos en las remotidades sin vías de comunicación ni servicios básicos.

Contrasta en ambos casos cómo la decisión política de hacer una reforma agraria, hecha desde el poder de militar de la ocupación, funcionó en Asia apoderando a los beneficiarios, pero no así en América Latina, donde la resistencia de las estructuras de poder la transformó en una forma más de hacer negocio para la elite.

En la actualidad, este rezago se MANTIENE Y SE SUSTENTA en el desigual acceso a los medios de producción, acaparados, en gran medida, por los colonizadores y en las limitantes de acceso educativo y de formación profesional de las cuales dependen sus ingresos.

Esto no se puede cambiar solo luchando contra la corrupción, requiere transformaciones en las políticas públicas de inversión, fortaleciéndolas y haciéndolas inclusivas para toda la población, especialmente de oportunidades educativas, de capacitación organizacional y de acceso a la propiedad que generen el capital humano y social del cambio sistémico.

Autonomía universitaria ¿una leyenda urbana?

Dr. Luis Paulino Vargas Solís
Economista, director a.i. CICDE-UNED

Ofrezco aquí algunas reflexiones en relación con el artículo “La leyenda urbana de la autonomía universitaria” (La Nación, 23 de febrero 2021), autoría del abogado Rubén Hernández Valle.

Pero antes, quiero decir lo siguiente: sin duda hay cuestiones que debemos corregir en los sistemas de remuneración de las universidades. Los excesos e inequidades existentes deben desaparecer, y es nuestro deber para con la ciudadanía costarricense garantizar que se corrijan a la mayor brevedad posible. Igualmente tengo claro que las universidades compartimos la responsabilidad de contribuir a resolver los problemas que acongojan hoy día a nuestro país, incluyendo no solo el problema fiscal, sino también -e incluso más importantes- los problemas del desempleo, la pobreza y la marginalidad. Como asimismo sostengo que la mejor forma de hacerlo es garantizando eficiencia máxima en el uso de los recursos que la sociedad costarricense nos asigna, trabajando con esmero y dedicación en función de las necesidades y demandas de nuestro pueblo, y generando propuestas -científica y técnicamente fundamentadas- que contribuyan a encontrar soluciones viables y humanizadas, socialmente justas y solidarias, para los múltiples problemas que hoy enfrentamos.

Aparte lo cual, y ante las aseveraciones de Hernández Valle, yo, que soy solo un humilde economista, quiero respetuosamente plantear lo siguiente:

1) Dice el distinguido jurista, que el artículo 191 constitucional regula las relaciones entre servidores públicos y Estado por medio de un estatuto de servicio civil, sin formular excepciones explícitas. Cierto. Pero también el artículo 84 concede a las universidades potestad para “…darse su organización y gobierno propios”.

2) ¿Cómo podrían darse las universidades una “organización y gobiernos propios” si ello no incluye la posibilidad de regular sus procesos de contratación, estímulo y evaluación del personal? ¿Cómo podría existir tal “organización y gobierno propios” si en una materia tan delicada y fundamental, un ente externo es el que define “la organización y gobierno” que se aplicarán? Importante enfatizarlo: este no es un detalle menor ni accesorio, porque estamos hablando de instituciones dedicadas a la educación superior -incluyendo el nivel de doctorado- y la investigación científica, lo que exige disponer de personal altamente calificado.

3) Con un agravante que Hernández Valle omite: el proyecto de empleo público no solo concede a un órgano externo la capacidad de decidir sobre este delicadísimo aspecto de la “organización y gobierno” de las universidades, sino que, además, introduce la posibilidad de que se ejerzan influencias político-partidarias sobre el nombramiento, la remuneración y evaluación del personal de las universidades. Lo cual pone en grave riesgo el artículo 87 de la Constitución: “La libertad de cátedra es principio fundamental de la enseñanza universitaria”.

4) O sea, y en lo que a las universidades compete, el artículo 191 tiene que ser leído en relación y de forma concordante con los artículos 84 y 87, y teniendo presente lo que es esencial a la naturaleza propia de las universidades públicas: la libertad de cátedra no es un principio abstracto, sino que se encarna en el personal que hace docencia, investigación y extensión. Si el nombramiento, la promoción y remuneración de ese personal, queda en manos de entes externos y politizados, ni hay autonomía ni habrá libertad de cátedra.

5) Asimismo, indica el señor Hernández Valle, que las universidades están sujetas a los principios constitucionales del equilibrio financiero, lo cual, supongo (Hernández no lo indica en su artículo en La Nación) que se refiere al artículo 176 constitucional. Pero este es un principio que rige para la “Administración Pública” (sic) en su conjunto, y es dentro de ese principio general, que debe aplicarse lo que se estipula en el artículo 85, el cual ordena: “El Estado dotará de patrimonio propio” a las universidades, “…y les creará rentas propias”. Además indica: “…mantendrá -con las rentas actuales y con otras que sean necesarias- un fondo especial para el financiamiento de la Educación Superior Estatal”, y reafirma con contundencia: “Las rentas de ese fondo especial no podrán ser abolidas ni disminuidas, si no se crean, simultáneamente, otras mejoras que las sustituyan” (el énfasis es mío).

6) Asunto de elemental coherencia: deben cumplirse las obligaciones en materia de equilibrio financiero (artículo 176) -lo cual está más allá de las responsabilidades y potestades propias de las universidades- sin incumplir las obligaciones relacionadas con los presupuestos universitarios (artículo 85). Pareciera que alguna gente considera que cumplir el artículo 176, justifica incumplir el 84.

7) También hace ver el señor jurista, que las universidades no están exentas de la aplicación de la regla fiscal. Al respecto, me animo a indicar: si, podrían estar sujetas, siempre que ello no implique, de una u otra forma, directa o indirectamente, incumplir lo que ordenan los artículos 84, 85 y 87 de la Constitución (recordemos: la regla fiscal nace de una ley, la 9635, cuya jerarquía es inferior a la de la Constitución). Al margen de lo cual agrego: desde el punto de vista económico, la regla fiscal es un esperpento absurdo, y una antigualla que saca del sarcófago ideas obsoletas y comprobadamente fallidas.

8) También saca a relucir el señor abogado, el artículo 6 del Convenio 98 de la OIT. Afirma entonces que el mencionado artículo 6 “…prohíbe (sic) la celebración de convenciones colectivas en el sector estatal” (el énfasis es mío) ¿Realmente las prohíbe? Transcribo a continuación, en forma literal, ese artículo 6 de ese Convenio 98 de la OIT: “El presente Convenio no trata de la situación de los funcionarios públicos en la administración del Estado y no deberá interpretarse, en modo alguno, en menoscabo de sus derechos o de su estatuto” (el énfasis es mío). Si mi español todavía es el que se habla en el mundo, decir que “no trata” no equivale a decir “que se prohíbe”, mucho menos a la luz de lo que expresan las últimas 15 palabras de ese artículo.

9) Si usted saca un ratito y lee lo que dice ese convenio (puede hacerlo aquí: https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_INSTRUMENT_ID:312243), verá que los artículos 1 al 5 tratan sobre la libertad de sindicalización y la independencia de la organización sindical. Entonces, y según este señor, ¿el artículo 6 conlleva la prohibición de que los trabajadores y trabajadoras del sector público puedan libremente organizarse en sindicatos independientes? De tan absurda y desatinada, la idea es simplemente ridícula, y mucho más lo es a la luz de lo que ese mismo artículo 6 plantea, cuando explícitamente ordena que “…no deberá interpretarse, en modo alguno, en menoscabo de sus derechos o de su estatuto”. Obviamente, “sus derechos” o “su estatuto” son los derechos o estatuto de las trabajadoras y trabajadores del sector público.

10) Un detalle no puede pasar inadvertido: de una forma harto arbitraria, el señor Hernández Valle apela a ese artículo 6 del Convenio 98 de la OIT, para concluir (vergüenza ajena da tan solo repetirlo) que ahí se prohíben las convenciones colectivas en el sector público ¿Por qué no dice nada de todo lo que se ordena en los artículos 1 al 5 de ese mismo convenio? Ahí se protege el derecho a la libre e independiente organización sindical de los trabajadores y trabajadoras. Este derecho, sin embargo, es ampliamente irrespetado en el sector privado en Costa Rica ¿Por qué tanto silencio de Hernández Valle sobre esa penosa realidad? Saque usted sus propias conclusiones.

Compartido con SURCOS por el autor; publicado en su blog: https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2021/02/autonomia-universitaria-una-leyenda.html

¿Un ejercicio de política ficción o una pesadilla anunciada? (i).

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

Primera parte.

“Un millón de personas tienen trabajos sustituibles por máquinas. Investigación revela que uno de cada dos empleos en Costa Rica tiene elevados riesgos de automatización…La mitad de los trabajos de la población ocupada en Costa Rica tienen un alto riesgo de automatización, es decir se pueden sustituir por máquinas, computadoras o algoritmos que desempeñen estas funciones a menor costo en comparación con el ser humano” Manuel Avendaño Arce EL FINANCIERO n° 1317 26 de diciembre de 2020 página 4.

Hace unos meses intentamos formular, al menos algún enfoque teórico que tuviera cierto valor explicativo acerca del origen y los alcances del complejo fenómeno de la llamada pandemia del Covid 19, cuyos alcances y efectos más ignominiosos (e incluso genocidas) parecen conectarse con los aún más temibles de la llamada Cuarta Revolución Industrial que podría deshacerse de más de la mitad de la fuerza laboral en nuestro medio, a los que estamos enfrentados como individuos y también como humanidad no importa si lo ignoremos, de una manera consciente o no, sus efectos o augurios, más o menos perceptibles, han llegado para quedarse entre nosotros.

El mencionado ejercicio teórico lo hemos intentado, ya sea anclándonos –por así decirlo- en la búsqueda de herramientas cognitivas dentro de los cánones de la sociología clásica de finales del siglo XIX (v.g.r. EL PARADOJAL DESTINO DE LA SOCIOLOGÍA CONTEMPORÁNEA, apartados del I al X) y primeros años del anterior, o más probablemente desde la sociología del conocimiento, una rama separada de aquella, surgida en Alemania durante la década de 1920, como resultado del intenso debate teórico sobre la noción de ideología y sus alcances surgido en los medios académicos de una nación, que como el resto de Europa, se encontraba profundamente afectada por las secuelas de la Gran Guerra de 1914-1918, las que darían origen a un enorme conflicto social y político, al ascenso de los totalitarismos y a un nuevo conflicto armado, siempre en gran escala hasta alcanzar dimensiones planetarias, apenas un par de décadas después.

La discusión acerca de las relaciones, y también fricciones o múltiples rupturas, más o menos frecuentes, entre el conocimiento entendido en estricto sentido, y la existencia social de nosotros, los de la especie humana, tan propensa hacia los conflictos, y todo tipo de acciones letales que no han cesado de escalarse desde los más lejanos tiempos prehistóricos, cobró nuevos matices e intensidad con los planteamientos de Karl Mannheim (1893-1947) y su perspectivismo, al someter la teoría de la ideología de K. Marx, tomada como “falsa conciencia” que enmascara la realidad(o extensión real única de que hablaba Georges Gurvitch (1894-1965), el sociólogo rusofrancés, con su hiperempirismo dialéctico) a la crítica de que hacía objeto a todas las visiones de mundo existentes en el conglomerado social, al considerarlas precisamente como falsa conciencia, valga la reiteración de este tema que ya habíamos abordado en nuestra reflexiones sociológicas.

El fenómeno social total que ha puesto a la especie humana en alto riesgo de extinción, dada la dimensión planetaria que ha venido asumiendo a lo largo del año que está a punto de concluir, no sólo resulta muy complejo para ser entendido, dada la imposibilidad de ir más allá del ascenso de la insignificancia en que hemos caído, al no poder la gran mayoría de los seres humanos concentrarse o poner su atención en un tema más allá de los cinco o diez segundos de un spot de televisión (v.g.r. Cornelius Castoriadis), llevándonos a caer en actitudes que van desde la pusilanimidad hasta la estupidez manifiesta, por lo que tarea se torna virtualmente imposible..

El tema de las muertes, los contagios, las vacunas y las camas hospitalarias nos conduce, por momentos, por la vía de los reduccionismos más variados, hacia la imposibilidad de captar la totalidad de un fenómeno en el que las dimensiones clínica, económica, política, social y cultural están inextricablemente unidas, de una manera tal que: “se pone de manifiesto la profundidad de una crisis múltiple, cuyos elementos sociales y naturales están inextricablemente unidos, además de que sólo así pueden ser entendidos y confrontados, en la medida en que se profundiza la naturaleza misma de los problemas clínicos a resolver, también lo hacen los de la dimensión sociológica en términos del manejo social (y epidemiológico) del evento patológico…(EL PARADOJAL DESTINO DE LA SOCIOLOGÍA CONTEMPORÁNEA VII, 7 de abril de 2020, sección de opinión, diario digital www.elpais.cr).

La pérdida de millones de puestos de trabajo y la acelerada caída de la economía en escala planetaria, durante el año transcurrido desde su inicio, constituyen los efectos palpables de un fenómeno del que todos hablamos, aún sin entenderlo, e ignorando todavía el hecho de que, a la larga parece estar unido a las dinámicas destructivas de la Cuarta Revolución Industrial, con su anunciada mecanización- deshumanización del mundo del trabajo ¿Prescindirán la humanidad o las élites del mundo industrializado de más de la mitad de la población del planeta? Al menos no aparecen respuestas o reacciones que vayan en sentido contrario por ninguna parte, mientras tanto seguimos alucinados mirando o sufriendo el fenómeno de la pandemia y sus estadísticas de morbilidad y enfermedad. La confusión e indiferencia de la gran mayoría de las gentes son tales que pareciera que muchos los ven con admiración, o tal vez tendrán la expectativa, no siempre fundada en hechos comprobados o comprobables, de que la catástrofe que se está incubando en una atmósfera casi imperceptible, aunque sus ecos sean cada día más sonoros, no los alcanzará a ellos.

Covid-19, marginalidad y pobreza: El desafío fundamental

Luis Paulino Vargas Solís
Economista; Director CICDE-UNED
Grupo Economía Pluralista

La estrategia que se está aplicando para controlar la pandemia del Covid19, está teniendo algunos logros, pero éstos son insuficientes.

Si uno se remite al total de nuevos casos registrados semanalmente (de lunes a domingo), observa que el crecimiento de ese acumulado tiende a acelerarse hacia finales de mayo e inicios de junio, y alcanza un pico (de hasta más del 100%) a fines de junio e inicios de julio. A lo largo de este último mes, tiende a desacelerarse. En la semana que concluye el 2 de agosto se registran 369 casos menos que la semana previa (reducción del -9%), la primera vez que hay un decrecimiento semanal en dos meses y medio.

Si se lograra mantener tasas negativas de crecimiento, es decir, si lográramos que cada semana el número de casos disminuya en comparación con la semana anterior, iríamos camino de controlar la pandemia. Pero con la “apertura”, y por más protocolos que se apliquen en las empresas, es improbable que se logre tal cosa, porque la “apertura” implica más tumultos de gente, más personas en los buses y, en definitiva, mayores riesgos de contagio. Más aún en plena estación lluviosa.

Aunque no se han dado datos precisos, pareciera claro que el violento rebrote que hemos registrado a partir de mayo, se ha centrado en las barriadas empobrecidas de nuestras áreas urbanas. Lo cual, por cierto, no debería sorprender a nadie, puesto que se trata de poblaciones que viven en extrema precariedad, y en situaciones de hacinamiento.

Bajo esas condiciones, el discurso de responsabilización individual pierde sentido y se vuelve ineficaz. La disciplina del distanciamiento social y la higiene personal, se vuelve una imposibilidad de hecho, cuando docenas de personas viven literalmente amontonadas en unos pocos metros cuadrados. Y puesto que de ahí provienen muchísimos de los trabajadores y trabajadoras que las empresas necesitan, ello advierte acerca de la insuficiencia de que éstas apliquen rigurosos protocolos sanitarios. De muy poco les serviría hacerlo, cuando sus trabajadoras y trabajadores podría estarse contagiando en espacios externos a los del sitio de trabajo.

Se necesita desarrollar un concienzudo trabajo a nivel barrial. El sociólogo Miguel Sobrado sugería tomar como modelo la exitosísima experiencia del Hospital sin Paredes desarrollada en San Ramón. Dudo, sin embargo, que sea una referencia apropiada, porque hay enormes diferencias culturales entre las poblaciones, en gran parte rurales, de aquel cantón, y estas poblaciones de áreas urbanas empobrecidas.

La cuestión exige no solo un masivo esfuerzo educativo, sino también movilización de recursos: hay que proporcionar un mínimo de condiciones decentes de habitabilidad, que hagan viables la aplicación de las normas de cuido y prevención.

No esperemos que la Caja y el Ministerio de Salud, con sus recursos actuales, puedan resolver esto. La primera está embarcada en un esfuerzo extremo, realmente épico, en procura de atender el número creciente de pacientes Covid-19 que llegan a sus hospitales. El segundo, que también se ha partido el alma en esta lucha, simplemente carece de los recursos requeridos.

Tenemos que proporcionarles a estas instituciones esos necesarios recursos, pero, más aún, tenemos que asumirlo con un compromiso de alcance nacional, absolutamente prioritario. Es aquí donde se juega nuestro destino, y aquí, por lo tanto, donde deberían hoy estar enfocados los esfuerzos de Costa Rica entera: las diversas instituciones públicas; las universidades; municipalidades; cámaras empresariales; sindicatos; cooperativas y solidarismo; organizaciones comunales, etc.

Para ganar la batalla en el frente económico, tenemos que ganar la batalla en el frente sanitario. Si no entendemos esto tan básico, significa que no estamos entendiendo nada.

¡Pongámosle ganas!

Compartido con SURCOS por el autor y publicado en su blog https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2020/08/covid-19-marginalidad-y-pobreza-el.html?m=1