Ir al contenido principal

Etiqueta: migrantes

Obispos salvadoreños exigen justicia social y unidad

En su nueva Carta Pastoral, la Conferencia Episcopal de El Salvador levanta la voz contra la pobreza, la violencia y el desajuste en políticas públicas. Un llamado urgente a transformar las estructuras sociales en beneficio de las mayorías más vulnerables.

Vatican News*

En un El Salvador marcado por profundas desigualdades sociales y económicas, los obispos han lanzado un “clamor de esperanza” a la nación. Con su nueva Carta Pastoral titulada “Una voz que con esperanza clama en el desierto”, la Conferencia Episcopal no solo exige la atención urgente de las autoridades sobre los temas más críticos, sino que, con un tono profético, plantea una transformación radical con base en la justicia social, la unidad y el respeto a la dignidad humana.

El documento fue presentado el 29 de mayo, durante la fiesta litúrgica de San Pablo VI. En él, los obispos reiteran la necesidad de que los líderes políticos busquen siempre el bien común, priorizando este sobre los intereses particulares. “El Papa León XIV señaló que hoy vivimos en un contexto de discordia, heridos por el odio, la venganza y los prejuicios, alimentados por un modelo económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres”, apuntan, haciendo un llamado a adoptar un “paradigma de unidad, comunión y fraternidad”, con el fin de sanar las divisiones que atraviesan al pueblo salvadoreño.

Escuchar al pueblo: un imperativo ético

Los obispos subrayan que su objetivo no es contradecir a las autoridades, sino dar voz a los “más pobres y vulnerables”. “Lo que nos mueve es el bien del pueblo. Queremos hacer oír el clamor de los que ven vulnerados sus derechos”, afirman. Este mensaje va especialmente dirigido a aquellos que, pese a ser el motor de la economía nacional, han sido despojados de sus medios de vida. “Es urgente ofrecer alternativas viables para que puedan sostener a sus familias”, recalcan, incitando a la acción política para que no se deje de lado a los sectores más desfavorecidos.

Educación y salud: pilares del futuro

En cuanto a la educación, la carta es clara: “Es una de las mejores puertas para alcanzar el desarrollo”. Los obispos alertan sobre el riesgo de que, sin una adecuada inversión en este sector, las nuevas generaciones queden rezagadas en la “cuarta revolución industrial, la revolución tecnológica”. Por eso, instan a las autoridades a priorizar la educación como un motor clave para el futuro del país.

El tema de la salud también ocupa un lugar destacado. Los obispos destacan la necesidad de invertir en la construcción de más hospitales y clínicas de calidad. Aunque reconocen que esto implica un alto costo, enfatizan que es una medida esencial para garantizar el bienestar físico y emocional de una población “tan abnegada y sufrida”.

La violencia: un desafío sin solución definitiva

En cuanto a la violencia, la Conferencia Episcopal reconoce los avances realizados hasta el momento, pero destaca que la paz no se logra solo con medidas represivas. “Es crucial ampliar los espacios de esparcimiento e invertir recursos en la atención de niños y jóvenes”, especialmente en las zonas históricamente más afectadas por la violencia. “La pobreza y la falta de oportunidades conducen a la ignorancia, la violencia, el odio de clases y, por ende, a la criminalización”, señalan, llamando a un cambio de enfoque en las políticas de seguridad.

Los obispos también abordan el tema de los migrantes, recordando que “no son delincuentes ni criminales, sino personas que buscan una vida mejor”. Por ello, exigen a las autoridades que no promuevan las cárceles de El Salvador para las víctimas de las políticas antiinmigrantes de potencias extranjeras, y reclaman una política migratoria más inclusiva, que favorezca “fronteras abiertas e inserción de los migrantes en la economía como mano de obra”.

El medio ambiente: una llamada urgente a la acción

Otro de los puntos claves de la Carta es la crisis ambiental. Los obispos instan a “apostar por la reforestación, la limpieza y recuperación de los ríos, lagos y ojos de agua”, además de exigir la derogación de la ley de minería aprobada a fines de 2024. “Es imperativo escuchar las voces de los ambientalistas y evitar su persecución”, afirman, advirtiendo sobre el daño irreversible que la explotación irresponsable de los recursos naturales podría causar al país.

SURCOS publica esta nota del boletín Vatican News compartida con nuestro medio por Alberto Rojas.

Puede descargar la Carta Pastoral completa en formato PDF desde este enlace.

El Arte como voz de los trabajadores migrantes: un mensaje de dignidad y justicia

Frank Ulloa Royo

El arte ha sido una herramienta poderosa para representar la lucha, los sueños y la resistencia de los migrantes, quienes, a menudo, son tratados como mercancía desechable o criminales. Esculturas como «Angels Unawares» (Ángeles inadvertidos), instalada en el Vaticano por Timothy P. Schmalz (2019), desafían esta visión. Timothy Schmalz lleva 25 años esculpiendo grandes obras de bronce que se han instalado en todo el mundo. El tema de la mayoría de ellos se refiere a cuestiones actuales de justicia social, como los sin techo, los migrantes y la trata de seres humanos.

La obra muestra una barca repleta de migrantes de diversas épocas y culturas, con alas de ángel emergiendo en el centro, recordando el pasaje bíblico: «No olvidéis la hospitalidad, pues por ella algunos hospedaron ángeles sin saberlo» (hebreos 13:2). La barca parece flotar en un mar de incertidumbre, cargada de esperanza y temor, simbolizando el viaje forzado de quienes buscan una vida digna lejos de su patria. Este monumento es un llamado urgente a la solidaridad y la acogida.

“Sean acogedores”, obra de Timothy P. Schmalz en la Iglesia Santa María del Lago en Chicago.

El Papa Francisco ha sido un defensor incansable de los derechos de los migrantes, y en su mensaje para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado), expresó: «Los migrantes escapan de una pobreza terrible, de la imposibilidad de asegurar la supervivencia de sus familias, de situaciones de violencia y explotación. No debemos olvidar que el progreso de nuestras naciones se ha construido en gran parte sobre el sudor y el sacrificio de millones de migrantes.» (Papa Francisco, 2023)

Mientras tanto, en Costa Rica, a pesar de la enorme contribución de los migrantes, especialmente la comunidad nicaragüense, no existe un monumento que visibilice su esfuerzo. La única escultura que reconoce el aporte de la migración china, iniciada hace 168 años, es el Monumento a la Convivencia, creado por Juan Carlos Abarca (2023), en el Barrio Chino de San José. Sus figuras de bronce parecen conversar con el viento, contando la historia de quienes dejaron su país para construir un nuevo hogar. Sin embargo, miles de nicaragüenses trabajan en el campo y la construcción sin ningún reconocimiento artístico que honre su labor. Esta ausencia pone en evidencia la falta de reconocimiento y la xenofobia que aún persiste. (Universidad, 2023).

En contraste, la migración española ha sido homenajeada en esculturas como la Puerta del Atlántico, en Vigo, España, de Silverio Rivas (1991). Paradójicamente, mientras generaciones de españoles buscaron oportunidades en América, hoy muchos sectores políticos y sociales en España rechazan la migración latinoamericana con argumentos racistas. En los últimos años, el discurso antinmigrante ha cobrado fuerza en algunos grupos, promoviendo la idea de que los migrantes latinoamericanos representan una carga para el país (ACI Prensa, 2019). Sin embargo, la realidad es que han contribuido significativamente a la economía y la cultura española, desempeñando roles clave en sectores como la construcción, la hostelería y el cuidado de personas mayores (Vatican News, 2021).

Otros ejemplos como “Los Viajeros”: Escultura del migrante, obras del escultor francés Bruno Catalano, se encuentran en Marsella, Francia, y evocan poderosas emociones relacionadas con la migración y la búsqueda de identidad. Esta serie presenta figuras de individuos fragmentados, como rotos o incompletos, cada uno con sus distintas ropas y siguiendo su propio camino.

Frente a este panorama de contradicciones y exclusiones, la obra «Ángeles inadvertidos», promovida por el Papa Francisco, cobra aún más relevancia. Al representar a migrantes de distintas épocas y culturas en una barca, donde también viajan José el obrero, María y el niño Jesús, inmigrantes por necesidad, esta escultura recuerda la importancia de la hospitalidad y la solidaridad, desafiando las narrativas de exclusión y discriminación que persisten en nuestras sociedades (Papa Francisco, 2023).

El arte puede cambiar narrativas y romper barreras. Obras como «Angels Unawares» y el Monumento a la Convivencia y “Los viajeros”, dignifican la experiencia migratoria, pero Costa Rica aún tiene una deuda pendiente con los migrantes nicaragüenses.

Es hora de que la historia de quienes han construido con esfuerzo los campos y ciudades sea visibilizada en el espacio público.

Francisco: el Papa de los trabajadores, los migrantes y los marginados

Frank Ulloa Royo

Frank Ulloa | Foto: Gerardo Iglesias | Rel UITA

El Papa Francisco ha sido una de las figuras más influyentes en la defensa de los derechos humanos, especialmente en lo que respecta a los trabajadores y migrantes. Su visión se ha centrado en la justicia social y en la dignidad del trabajo, llamando a la Iglesia a ser un refugio para los más vulnerables. Sin embargo, dentro de la misma institución eclesiástica, sus ideas sobre el trabajo y los derechos laborales no siempre han sido plenamente acogidas.

En Costa Rica, la Iglesia ha promovido el solidarismo a través de instituciones como la escuela Juan XXIII, lo que ha generado tensiones con los sindicatos tradicionales. A pesar de que el Catecismo de la Iglesia Católica enfatiza la importancia de la justicia social y la dignidad del trabajo, la falta de una postura clara en favor de los sindicatos y los derechos laborales podría interpretarse como un pecado de omisión. Francisco ha insistido en que la Iglesia no puede permanecer en silencio ante la explotación y el sufrimiento humano.

En su mensaje a la Conferencia Internacional del Trabajo en 2021, el Papa afirmó: «Busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la creación.»

Asimismo, en un Encuentro Internacional de Organizaciones Sindicales, instó a los dirigentes gremiales a actuar con solidaridad y justicia, diciendo: «Sindicato es una palabra bella que proviene del griego dikein (hacer justicia), y syn (juntos). Por favor, hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados.»

El contexto actual refuerza la relevancia de su mensaje. La crisis migratoria en América Latina y el Caribe ha sido un tema central en su discurso, instando a la Iglesia a trabajar activamente en la protección de los derechos de los migrantes. En Costa Rica, la Conferencia Episcopal ha abordado la problemática migratoria, destacando la necesidad de una respuesta humanitaria y pastoral ante el creciente flujo de personas en tránsito.

La deuda social de la Iglesia con los sindicatos y los trabajadores sigue siendo un tema de debate. Francisco ha dejado en evidencia la necesidad de una mayor coherencia entre la doctrina social de la Iglesia y su acción concreta. En este contexto, su mensaje sigue siendo un llamado urgente a la justicia, la solidaridad y la acción colectiva.

Una Iglesia encerrada en sus templos o en salida hacia los marginados

El legado del Papa Francisco trasciende su tiempo en la Iglesia y se convierte en un desafío para las nuevas generaciones de católicos. Su indignación ante una Iglesia encerrada en sus templos, alejada de los más necesitados, fue una constante en su pontificado. Francisco no solo predicó la necesidad de salir a las periferias, sino que exigió una acción concreta, una Iglesia que no se limite a la comodidad de sus estructuras, sino que se ensucie las manos en el servicio a los marginados.

«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (Evangelii Gaudium, 2013). Con estas palabras, dejó claro que la misión de la Iglesia no es la autoconservación, sino la entrega total a quienes sufren.

Su fallecimiento marca el fin de un papado que sacudió las estructuras tradicionales y desafió a los fieles a vivir el Evangelio con autenticidad. La crisis migratoria, la explotación laboral y la indiferencia ante el sufrimiento humano fueron temas que abordó con firmeza, instando a la Iglesia a no permanecer en silencio. En Costa Rica y en el mundo, su mensaje sigue resonando como un llamado urgente a la acción.

Ahora, la responsabilidad recae en la nueva generación de católicos. ¿Responderán al desafío de Francisco? ¿Serán capaces de construir una Iglesia que no solo hable de justicia, sino que la practique? Su legado no es solo un recuerdo, sino una tarea pendiente. La Iglesia debe decidir si sigue encerrada en sus templos o si finalmente sale a buscar al necesitado, como él lo pidió.

Deportados y dignidad nacional

Freddy Pacheco León, PhD

Mucha pena nos produce la infeliz resolución de la Dirección Jurídica de la Dirección General de Migración, publicada por su director general, don Omer Badilla Toledo, con la cual se trata de justificar, la actitud cómplice del presidente Chaves, con Donald Trump, vinculada a la repudiada deportación de migrantes desde suelo estadounidense.

Se trata de un texto, lleno de roces con la Ley General de Migración y Extranjería (N° 8764) que, aunque se sabe, ha de respetarse en su totalidad, no lo ha sido. Leemos en dicha resolución, que la misma se emite «en razón de la política migratoria adoptada por el gobierno de los EUA», y porque, «conforme a negociaciones realizadas entre los dos Gobiernos, Costa Rica aceptó recibir personas extranjeras que serán deportadas de los EUA, con el fin de que se materialice su retorno a los respectivos países de origen o destino final». Ya desde allí, se percibe cierta desagradable sumisión.

Aparte de que no se ha informado acerca de lo negociado o convenido, a cambio del almacenaje en Costa Rica (así lo percibimos), de esos «delincuentes«, según Trump, se infiere de la lectura de esa ilegal, vergonzosa e indigna resolución del Poder Ejecutivo, que los inmigrantes forzados, indebidamente tratados, parecieren estar jugando el papel, de «monedas de cambio«. Trabajadores miserables, que fueron sacados a la fuerza de sus viviendas y trabajos, sin importar sus relaciones afectivas y familiares, sus llantos, sus ruegos, para concentrarlos en, muy oportunas cárceles privadas, sin trámites legales y sin consideración alguna a sus muy posibles padecimientos médicos, crónicos, o provocados, como consecuencia al trato inhumano que recibieron, para luego, en su paradójico “Día D”, obligados a montarse en aviones militares, sin conocer lo que les esperaba al final de ese tétrico viaje. Y ello, como castigo, a haberse atrevido un día, a huir del hambre, la miseria, la violencia, vivida en países con antidemocráticos regímenes, principalmente, asiáticos. Así, dejaron atrás a sus familias, sus amigos, sus barrios, en un esfuerzo desesperado por sobrevivir, trabajando, así lo esperaban, en el país que por muchos años se ha nutrido de inmigrantes; algunos recibidos simbólicamente, por la formidable estatua de La Libertad, a su llegada a la ciudad de Nueva York.

Ante esa triste realidad, que ha provocado el rechazo, entre otros, de la gran mayoría de las denominaciones religiosas del planeta, que, como la iglesia católica, han suplicado misericordia por esos hermanos, no deja de conmovernos, el solo pensar, cómo se sentirán de impotentes, esas personas, tan lejos de sus padres, hermanos, e hijos, sufriendo de soledad, quizá solo esperando morir, a manos de esos soldados que les mueven de un lado para otro, cual si fueren parte de una manada de animales.

Costa Rica, todavía valorado en el mundo, como un país amante de la paz, del respeto a los sagrados Derechos Humanos, caracterizado por una democracia estable, preocupado por la justicia social, solidario, asiento de un pueblo noble, tiene mucho que perder con este oculto convenio, acordado por los dos gobiernos involucrados. De un día para otro, nuestra nación ha sido involucrada, en una acción repugnante que ejecuta su «principal socio comercial», según los nuevos tiempos mercantilistas. ¡Ya no son Thomas Jefferson y Abraham Lincoln, los modelos a seguir!; ahora el surafricano Elon Musk y el cubano- americano Marco Rubio, son los que importan.

El papa Francisco sintetizó así, la situación creada: «El acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión».

Por otro lado, más allá de la dimensión humana de los acontecimientos, analicemos parte de la situación en el ámbito formal, legal, institucional.

Si los representantes consulares de Costa Rica tienen la delicada y exclusiva potestad, de actuar como agentes de migración en el exterior, incluyendo por supuesto, en los Estados Unidos de América, ¿quiénes dispusieron apartarlos de sus responsabilidades? ¿Ante cuál autoridad, a las personas deportadas, les presentaron, en Costa Rica o en los EUA, las correspondientes solicitudes de ingreso a nuestro país? Si no portan pasaportes o salvoconductos, como mínimo, ¿no es eso, causa de impedimento para ingresar, e este caso particular, por el aeropuerto internacional Juan Santamaría? Si las supuestas visas para ingresar al país, los extranjeros deben solicitarlas cuando la persona está en el exterior, ¿bastaría con levantar, en la oficina de Migración del aeropuerto, una lista informal, con las supuestas identidades de las personas transportadas en unos aviones militares?

¿Cumplen esos 200 seres humanos deportados, con los requisitos de seguridad y salubridad, que manda la legislación costarricense?

Por otro lado, si no se trata de residentes temporales, asilados o refugiados, ¿en cuál de los 268 artículos de la Ley N°8764, aprobada durante la administración Arias Sánchez, se establece una innovadora categoría, que podríamos llamar, «deportados de desconocida nacionalidad, traídos al país en aviones militares«?

Si la ley dice que «Todas las personas que lleguen al país serán sometidas al correspondiente control migratorio, con el fin de determinar si están en condiciones de ser o no admitidas, de conformidad con las disposiciones legales y reglamentarias vigentes», ¿se cumplió tal mandato, o simplemente, dieron por un hecho que se estaba ante una evidente ilegalidad, que había que disimular?

Pero aún hay más. ¡Veamos!

Se trata de extranjeros, que, por la fuerza, ingresaron a Costa Rica, en ejecución de un supuesto convenio o acuerdo internacional, suscrito por el presidente de la República, no aprobado por quien le corresponde, o sea, por la Asamblea Legislativa. ¿Será que estamos frente a ¡otra violación al principio del respeto a la separación de poderes!, de parte del Poder Ejecutivo?

Pero, bueno, como sea, lo cierto es que ingresaron y los tienen «almacenados», por tiempo indefinido, en un lugar cercano al paso fronterizo con Panamá, donde, gracias a Dios, se han hecho presentes organizaciones que velan porque se les respete, al menos, sus Derechos Humanos, y convenios internacionales que procuran velar por los migrantes.

En cuanto al tiempo en que permanecerán en suelo costarricense, surge otra interrogante. Y es que, nadie, ni el presidente Chaves, responsable de lo convenido, podría garantizar, su eventual salida del territorio tico, hacia Panamá en 30, 90 o 100 días, o en meses o años, pues, los supuestos 30 días de permanencia, dice el director general de Migración, en su resolución, son prorrogables «mientras desaparecen los motivos que le impiden a la persona, continuar con su viaje». O sea, si los panameños no pueden, o no quieren recibirlos, los maltratados deberían seguir hacinados por tiempo indefinido, algo así, como en un campo de concentración, un albergue, o una cárcel, según lo perciba cada persona. “Pero no hay que preocuparse”, más o menos dice nuestro presidente, “el gobierno de Washington, paga por el pan que se coman…”

Como parte de este embrollo, pese a la colección de ilegalidades, que este biólogo amigo de ustedes, parece percibir, creemos que al buscar una solución al grave problema creado por el Poder Ejecutivo, se habrá de tomar en cuenta, la Ley General de Migración y Extranjería, que en algún momento debió de respetarse. En ella, por ejemplo, leemos que «Las personas extranjeras gozarán de los derechos y las garantías individuales y sociales reconocidos para las personas costarricenses en la Constitución Política, salvo las limitaciones que esta establezca. Las normas relativas a los derechos fundamentales de las personas extranjeras se interpretarán conforme a los convenios en materia de derechos humanos y a los tratados y acuerdos internacionales ratificados que se encuentren vigentes y, específicamente, por lo siguiente:

1)Toda persona extranjera tendrá derecho de acceso a la justicia, al respeto de las garantías del debido proceso, al derecho de defensa y al derecho de petición y respuesta. 2) Las personas extranjeras que cuenten con autorización para permanecer en el país podrán circular libremente por el territorio nacional, por el tiempo que defina la autorización. 3) Las personas extranjeras estarán sujetas a los requisitos fijados en esta Ley, su Reglamento y en otras normas jurídicas aplicables, para ingresar al país, permanecer en él o egresar de él«.

Párrafos que resumen muy bien, el civilizado pensamiento costarricense sobre tan sensible materia, y que, de paso, evidencian el chicharrón en que nos han metido, con ese apresurado convenio y atropellada resolución.

Pero, hay todavía más. Resulta que la tal «resolución», suscrita por el señor Omer Badilla Toledo, viceministro de Gobernación y Policía, en ciertos párrafos, se refiere, en forma descuidada, a refugiados” (¡que no lo son!) o «a la persona extranjera beneficiada con este permiso», cual si se hubiera tramitado y concedido permiso de residencia alguno. Y agrega el viceministro citado, que si «la persona extranjera beneficiada con esta resolución», comete algún delito, «se le revocará de inmediato el permiso otorgado«, y se le aplicará la legislación pertinente. Preguntamos, ¿Lo deportarían? ¿Verdad que parece un chiste de mal gusto?

Párrafo que parece ser un vergonzoso «copy paste» de un caso totalmente diferente, seguro usado, para darle bulto a la tal resolución de la asesoría jurídica de Migración, ante lo inédito de un misterioso convenio, que, por complacer al secretario de Estado Marco Rubio, en representación de Donald Trump, fuere convenido, sin que les importara el debido sustento legal.

Para terminar, ¡he aquí otra perla!: «Las personas migrantes beneficiarias de la presente resolución, no podrán permanecer en el territorio nacional en forma irregular«, dice la resolución publicada en La Gaceta del 18 de febrero recién pasado.

Si se les está forzando a permanecer en suelo tico, en forma irregular, obviamente, en contra de su voluntad, ¿cabe esa condición?, además del cinismo de llamarlas “migrantes beneficiarias”.

En fin, es otra muestra más de lo que, por medio de una “resolución”, emitida por una dirección de un ministerio, se le quiere dar carácter formal a un acto ¡jamás antes sucedido en Costa Rica!, que obliga a ser valorado por quienes corresponda, desde el punto de vista jurídico y, por supuesto, político. Si se le deja pasar, cual, si se tratara de algo intrascendente, no sería extraño que se siguiere repitiendo, una y otra vez, con las consecuencias que ello tendría para el prestigio de esta maltratada Patria. No merece Costa Rica tal atropello.

20.2.25

Costa Rica y EE.UU.: Un acuerdo Inhumano sobre migrantes

Martín Rodríguez Espinoza

El reciente acuerdo entre Costa Rica y Estados Unidos para gestionar «el tránsito» forzado de migrantes genera indignación. Esta política no solo refuerza la postura restrictiva de Washington ante la migración, sino que convierte a Costa Rica en un eslabón servil en la cadena de un sistema que deshumaniza a quienes buscan mejores oportunidades de vida.

Estados Unidos ha sido históricamente un actor clave en la desestabilización económica y política de diversas regiones del mundo. Desde intervenciones militares hasta imposiciones económicas, ha contribuido a la crisis que obliga a miles de personas a huir de sus países. Sin embargo, cuando estos migrantes tocan su puerta, la respuesta es el rechazo y la criminalización.

Rodrigo Chaves, presidente de nuestro país, se ha alineado con este enfoque al aceptar el papel de intermediario en el trasiego de personas. En lugar de ofrecer una política humanitaria que garantice el respeto y la dignidad de los migrantes, ha optado por unirse a un modelo que los trata como una carga indeseable, contraviniendo la Carta de las Naciones Unidas y los principios básicos de derechos humanos.

Este acuerdo no solo es indignante, sino que sienta un peligroso precedente sobre cómo las naciones, gobernadas por corruptos, pueden ser cooptadas para servir a los intereses de las grandes potencias en detrimento de los derechos fundamentales de los más vulnerables. Los costarricenses y la comunidad internacional debemos alzar la voz para exigir un enfoque basado en la humanidad y la justicia, en lugar de uno que refuerce la explotación y el abuso.

El reciente acuerdo entre Marco Rubio y Rodrigo Chaves para gestionar el tránsito forzado de migrantes ha suscitado una profunda preocupación entre quienes sentimos que esto es un atropello a la dignidad humana. Este pacto, que implica la recepción temporal de entre 200 y 500 migrantes deportados por Estados Unidos, debe ser calificado como una medida que deshumaniza a quienes buscan mejores oportunidades de vida.

El pasado jueves 20 de febrero de 2025, Costa Rica recibió un vuelo con 135 migrantes de diversos países, incluyendo 26 ciudadanos chinos y dos mujeres embarazadas. Estos migrantes serán alojados en un campo de concentración, llamado «centro de atención temporal», cerca de la frontera con Panamá, mientras se coordinan su retorno voluntario a sus países de origen.

Este acuerdo se enmarca en las políticas migratorias de la nueva administración del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que buscan reducir la inmigración ilegal mediante la deportación de migrantes a terceros países.

Además, Estados Unidos, por su papel en la desestabilización económica y política de diversas regiones, ha contribuido a las crisis que obligan a miles de personas a huir de sus países. Paradójicamente, cuando estos migrantes buscan refugio, son rechazados y criminalizados. La colaboración de Costa Rica en este proceso es una acción servil que contraviene la Carta de las Naciones Unidas y los principios básicos de derechos humanos.

Es obligación de los Estados, bajo la Carta de las Naciones Unidas y los convenios internacionales sobre derechos humanos de respetar, proteger y promover los derechos humanos y las libertades fundamentales de los migrantes.

Realidad versus ficción: el perfilamiento racial como política anti inmigratoria en Estados Unidos

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

En los primeros años de este portentoso siglo lleno de pandemias, guerras y exterminios, fue lanzado al mercado de los videojuegos un polémico entretenimiento denominado “Border Patrol”.

El juego consistía en mantener fuera de territorio estadounidense a los migrantes. Para lograr el objetivo, el jugador estaba autorizado a “disparar” a tres tipos de migrantes mexicanos: un nacionalista con una bandera tricolor y dos revólveres, un traficante de drogas con un costal repleto de marihuana y una mujer embarazada con varios hijos a la que se denomina “reproductora”.

La retórica visual del juego planteaba la idea de “cazar” migrantes y obtener altos puntajes por cada persona derribada.

En ese mismo lapso, grupos nacionalistas defensores de la soberanía y el patriotismo exacerbado, salieron a las inmediaciones fronterizas entre México y Estados Unidos a “cazar” migrantes. Eran los “Minuteman” modernos.

En el actual contexto migratorio en Estados Unidos, la figura del “caza recompensas” ha vuelto a la escena. Dos senadores de estados republicanos han propuesto dotar con un premio de 1.000 dólares en efectivo a aquellas personas que contribuyan a “entregar” a las autoridades a personas que se consideren “sospechosas” de ser migrantes indocumentados.

La práctica del perfilamiento racial se ha endurecido. Consiste en el ensañamiento físico o discursivo contra el otro por su color de piel, su acento o su forma de vestir. No es difícil adivinar entonces que habrá muchas personas a las que 1.000 dólares no les caigan del todo mal.

Bajo esta premisa y en el contexto racista que permea las políticas emanadas desde la Casa Blanca, se avizora una temporada de miedo e incertidumbre para las personas migrantes en aquel país.

En nuestro escenario más cercano, debemos estar preparados y preparadas para la irrupción electorera de una narrativa antiinmigrante que se sume a los cuestionamientos al sistema democrático y político costarricense. Los enojos, que todavía continúan, podrían encontrar tierra fértil en estos ejercicios populistas y autoritarios.

Avisados estamos.

La juventud lo exige

Por Marlin Oscar Ávila

Marlin Óscar Ávila.

Es completamente vergonzoso ver a un grupo de jóvenes de ambos sexos ser expulsados de los Estados Unidos de Norte América, encadenados de pies y manos, atados unos a otros como si fuesen delincuentes. Todo mundo sabe que son jóvenes que emigran de sus comunidades en búsqueda de un mejor futuro.

Los grandes medios se niegan a hablar de la fuerte decaída económica, social y moral que está teniendo ese país, otrora eje de la economía mundial. Por esto nuestra juventud sigue viendo hacia el norte, sin ni siguiera detener su vista en la gran nación mexicana, que se está convirtiendo en una potencia mundial.

El poder económico y de oportunidades de EUA se está convirtiendo en un mito. El migrante no deja de ser explotado, con los más bajos salarios, por el hecho de considerarlo indocumentado. Los empleadores lo prefieren indocumentado porque así lo somete a sus caprichos. Esa situación de vulnerabilidad le hace vivir sometido y constantemente en un estado de miedo de ser deportado, de ser calificado terrorista por ese gobierno de extrema derecha.

Nuestros gobiernos en Iberoamérica si deben reunirse y unirse para construir una alternativa regional. La voz cantante la ha tenido la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, como presidenta pro tempore de la CELAC, no obstante, su última convocatoria está siendo boicoteada por la derecha regional. Los ciudadanos iberoamericanos debemos apoyar esa convocatoria, para discutir los nuevos proyectos del gobierno estadounidense y construir una estrategia regional que le haga contrapeso con una visión de paz, humanista y de solidaridad entre los pueblos pobres.

Todos sabemos que el presidente D. Trump, representa la oligarquía gringa y las fuerzas del neofascismo en crecimiento mundial. El pueblo centroamericano no se puede quedar inerte viendo cómo se van empobreciendo los pueblos nuestros, concentrando en el uno por ciento (1%) las riquezas de todos y todas.

No debemos permitir que la campaña de la gran empresa contra la presidenta Xiomara tenga éxito alguno.

Los que siempre ganan

Federico Sanri

Las dos narrativas sobre la crisis diplomática entre Estados Unidos y Colombia, aunque contrastantes, coinciden en un punto: ambas presentan a un gran vencedor. Desde el lado de la maquinaria político-económica tradicional, reflejada principalmente en los medios de comunicación masivos, la responsabilidad está clara: no es Trump quien debe asumir la culpa por enviar a los migrantes colombianos como si fueran criminales, amarrados de pies y manos, sino Petro, por no haberlos recibido en esas condiciones. Además, circula la versión de que el presidente colombiano había dado su autorización, pero se arrepintió repentinamente. No faltan quienes sugieren que, a esa hora, Petro estaba bajo los efectos del alcohol, lo cual habría influido en su decisión de tuitear a las 3:30 a.m. la orden de no permitir el aterrizaje de los aviones.

Trump, en esta versión, amenaza con imponer sanciones, retirar visas, cerrar embajadas y llevar a Colombia al «infierno», mientras Petro cede sin mayores condiciones, aunque con una estrategia meramente verbal, hablando de dignidad y otros temas de su “abanico populista”. En este contexto, Petro es presentado como irresponsable. Efraín Cepeda, presidente del Senado, se encargó de señalar a quienes lo quisieron escuchar que Petro había jugado con el empleo de millones de colombianos y, además, se estaba «abrazando al régimen de Maduro». Así, la derecha resume la situación: el país está en manos de un irresponsable, de un loco que quiere pelear contra lo imposible.

En esta narrativa, la conclusión es clara: Trump gana, Petro pierde.

Sin embargo, en esta disputa por la verdad, donde los medios tradicionales han mostrado una creciente falta de imparcialidad, tanto la prensa alternativa como figuras cercanas al presidente han construido una narrativa completamente diferente. Según esta, el verdadero culpable de la crisis es Trump, por sus políticas discriminatorias y xenofóbicas, además de su arrogancia al intentar colocar a todos los países de la región a su servicio y pisotear la dignidad de los inmigrantes deportados. El mensaje de Trump es claro: «Nosotros no los necesitamos: ustedes nos necesitan». Desde la doctrina Monroe, que proclamaba que «América es para los americanos», se ha revelado que, en realidad, América es para los norteamericanos, dejándonos a nosotros fuera de la definición. Por eso, el «sueño americano» no incluye viajar a Machu Picchu.

Desde esta perspectiva alternativa, se muestra a un Petro lúcido, que fue engañado y no sabía que los colombianos serían deportados en esas condiciones. Petro nunca dijo que no aceptaría las deportaciones; simplemente revisó las condiciones bajo las cuales se aceptarían. Se le ve como un líder que representa un sentir regional y una dignidad histórica que ha sido pisoteada tantas veces que ya nadie recuerda lo que es una relación sin rodilleras con el coloso del Norte. Por eso, el presidente colombiano ha decidido que no aceptará aviones militares, sino que será Colombia quien enviará su propio avión a recoger a los deportados.

Por otro lado, cuando Trump amenaza con subir los aranceles, Petro responde de manera similar. No se amilana. En un paralelo con Samper (cuando con orgullo dijo que no necesitaba visa para ir a Chaparral), Petro casi que renuncia a volver a Norteamérica si no es para ir a los barrios populares. Finalmente, recurre y se ampara en símbolos vernáculos, como la ancestral orfebrería de Chiribiquete, para demostrar que también se siente orgulloso de sus raíces y que no necesita la bendición del imperio.

Según esta narrativa, el verdadero perdedor en esta disputa es Trump, quien tuvo que retroceder. Petro 1, Trump 0.

Los colombianos que siguen informándose a través de los medios tradicionales están convencidos de que el presidente colombiano perdió la cordura y esperan el pronto retorno de la clase política tradicional, que no pretende ni promete cambiar lo que ya es. «Si esto es el cambio, dejémoslo así y volvamos a lo seguro». Regresa el terror en las voces de miedo y los ojos que insisten en ver todo en blanco y negro, desde ambos extremos.

Que ambos lados reclamen la victoria no es sorprendente; lo realmente interesante será determinar quién ganó, una respuesta que solo el mediano y largo plazo podrán brindar. Por ahora, vemos las imágenes de los compatriotas recién deportados, quienes nunca se sintieron tan bien atendidos ni habrían sido recogidos en avión presidencial en un gobierno que no fuera de corte progresista. Que hayan sido recibidos en condiciones dignas es algo que no gusta a muchos; ya vislumbro investigaciones en los medios masivos sobre cuánto le costó al país el viaje del avión presidencial, mientras que Estados Unidos los devolvía sin gastar un solo peso. Incluso se abrirá el debate sobre si el avión presidencial puede ser usado para transportar inmigrantes ilegales como si fueran héroes: ya lo veremos.

Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, vemos cómo alguien le dice «no» a Trump. Falta ver si será la última. Una de las formas de entender el ganador del pulso será si alguien más en la región sigue el ejemplo de Petro.

Esta situación, sin duda, se presentará como una de las nuevas estrategias para introducir un escenario político polarizado de cara a las próximas elecciones, cuando se recordará este momento que ocasionó un pánico apenas lógico en un país que vende 13.100 millones de dólares anuales a la potencia del Norte (un 30% del total de nuestras exportaciones).

Es un estreno que parece descomunal para una recién nombrada Laura Sarabia; uno se pregunta, con razón, qué tan capacitada está para el cargo. Veremos cómo se manejará una crisis que aún no ha terminado ni comenzado del todo. Por ahora, con las declaraciones de maltrato que se conocen por parte de los inmigrantes colombianos que van llegando y denuncian los abusos de las autoridades del gobierno norteamericano, me gustaría pensar en un empate. Un empate en el que, sin embargo, todos se consideran ganadores.

Cada quien quédese con el suyo al final de este artículo.

La primera semana del segundo gobierno Trump

Rodrigo Cabezas Moya

Rodrigo Cabezas Moya.

La gente está alarmada por todos sus decretos y la manera como ha ejercido su poder. Pero él lo explicó con lujo de detalles lo que pensaba hacer y es exactamente lo que está haciendo.

Retiró a su país de la Organización Mundial de Salud, del Acuerdo Climático de París, perdonó a cientos de convictos que asaltaron el Capitolio y así se perdonó a si mismo pues actuaron siguiendo su consejo. Perdonó a un narcotraficante que utilizaba internet para el negocio después que su familia prometiera dinero y votos para su campaña. Recibió el apoyo de un billonario a quien le gusta el saludo sugestivo del nazi y hoy promueve un partido de extrema derecha en Alemania.

Amenazó con comprar Groenlandia y días antes de iniciar su gobierno, su hijo visitó ese territorio “como turista” en el avión de su padre con su nombre prominentemente escrito. Envió la fuerza militar a la frontera sur para preparar la deportación de miles de inmigrantes y ya dos aviones militares transportaron los primeros cientos a Guatemala.

Las amenazas a Canadá, Panamá y China siguen vigentes.

Nombró a su gabinete para probar hasta donde podía provocar al Senado que debe ratificarlos. El primer ministro de Justicia que propuso era investigado por ese organismo por participar en sexo pagado inclusive con una menor de edad y tuvo que retirarlo. El ministro de Defensa que propuso tiene problemas con el alcohol, no tiene experiencia dirigiendo una entidad de ese tamaño y las dos pequeñas entidades que dirigió quebraron. La votación en el Senado fue de 50 a favor y 50 en contra, empate que fue resuelto con el voto del vicepresidente y así fue confirmado. En el pasado, no pagar cargas sociales a una empleada doméstica descalificaba a un ministro propuesto.

Debemos recordar que el nuevo presidente nunca ha sido parte de ningún puesto de elección, sus empresas son patrimonio familiar, no rinde cuentas a ningún inversionista y en seis ocasiones han llegado a la bancarrota. Era conocido en Nueva York, pero no en el resto del país. Se dio a conocer con su programa de televisión El Principiante.

En el gobierno anterior nombró a funcionarios que no mostraron la lealtad que él exigía y despidió a muchos. Para este se preparó durante los últimos cuatro años y ahora exige lealtad a él antes que a la Constitución.

El panorama no es nada positivo.

Ante gobierno de Trump nuestras organizaciones sociales y económicas deben fortalecerse

Marlin Óscar Ávila.

Por Marlin Oscar Ávila

Ver a Trump y su esposa en la primera banca de una capilla donde una obispa le solicita que sea menos fuerte contra los migrantes a quienes va a expulsar desde el primer momento de ejercer, por segunda vez, como presidente de la nación más poderosa militarmente del mundo, fue interesante. Cualquiera se pregunta si él piensa y acepta ser menos poderoso que un ser supremo en el universo, aunque no dudamos que lo sienta así.

Sabemos que considera a los más altos tecnócratas del mundo, superiores a los mismos miembros de su propio gabinete de gobierno.

El segundo gobierno de Donald Trump, ideológicamente, es un movimiento hacia la derecha de los gobernantes de EUA de las últimas décadas. Ya derogó la mayor parte de los decretos ejecutivos de su antecesor Joe Biden y se manifiesta dispuesto a construir una nueva “América para los americanos”. Ahora mismo está expulsando a los migrantes que él considera delincuentes o criminales. Aun cuando él es descendiente de padre alemán y madre escocesa, se muestra como alguien que no tiene descendencia extranjera, algo así como un descendiente de indígenas estadounidenses que cruzaron el estrecho de Bering hace miles de años.

Como ha sucedido en el pasado con todo gobernante de los EUA, su estilo, mecanismos e ideología para gobernar, influye en nuestra Iberoamérica y nuestros gobiernos. Sin embargo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, una científica, ha establecido pautas de lo que puede ser una relación de mutuo respeto. Así nuestros gobernantes tienen la pauta para darse a respetar en su dignidad y hacer respetar la autonomía de nuestras naciones. Después de estos ejemplos dados por México, sería una vergüenza que apareciera algún gobernante en nuestra región, sometiéndose a los dictados de Trump.

Tenemos una diversidad amplia de gobiernos en los cuales debería existir unión e integridad para hacer de Iberoamérica una región próspera, aprovechando sus múltiples recursos naturales, en particular los países que tienen en su suelo las tierras llamadas raras.

Todavía no hemos visto el sometimiento de los gobernantes centroamericanos a los decretos y dictados del magnate Donald Trump, tampoco nuestros pueblos verían en sus dictados el beneficio que les puede traer lo que él pregona, excepto a algunos grandes empresarios inversionistas en exportaciones hacia los EUA. No obstante, la demanda estadounidense está en decaída por la creciente depresión económica de esa economía.

La esperanza está puesta en el mercado oriental, principalmente China. No debemos sorprendernos si el gobierno de Trump venga a concretar la caída de la economía estadounidense. Desde luego, esa caída puede afectar toda Iberoamérica, dependiendo de nuestra preparación y resistencia. La preparación implica una ampliación en nuestro comercio y diversificación en las relaciones económicas, políticas y sociales. Por esta razón el fortalecimiento de nuestras organizaciones sociales y económicas debe ser una prioridad del desarrollo.