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Etiqueta: migrantes

Llegan los afganos

Por Carlos Meneses Reyes

Si hay algo de escaso merito, por parte de ejecutorias gubernamentales del sub presidente colombiano, significa la fallida política exterior y por ende la carencia de una acertada visión de relación con los Estados, en cuanto al tema migratorio acaece.

Lo migratorio clasifica como álgido en la agenda internacional de cualquier país. Subsume diagnósticos tempranos y problemas de afrontar como la salud, educación, seguridad; acorde con el panorama geopolítico, el tránsito, recepción y destino, de esa población, que afecta el tejido social y de entorno.

Tal cual ha sucedido con la concentración de migrantes (la mayoría haitianos y de otros países) en Necloquí, la improvisación y la desidia, redundan en característica y el trato dado a la población migrante venezolana, aupada y soliviantada por motivaciones de injerencias extranjeras y manejo maquiavelista de obtusa oposición al reconocimiento de un gobierno constitucionalmente establecido, conllevan al diagnóstico que en materia de relaciones exteriores y comportamiento migratorio nacional, se está ante una verdadera pifiada

En el presente mes entró en vigencia una nueva Ley de Fronteras, por medio de la cual se establece un régimen especial para los corregimientos, municipios, departamentos y regiones de frontera de Colombia, en desarrollo de lo dispuesto en los artículos 9, 289 y 337 de la constitución política. La norma fue impulsada por el Gobierno Nacional para regular lo relacionado con las zonas fronterizas de los países vecinos. Al igual que todas las leyes en Colombia, se hacen de espaldas a un debate nacional y a auscultar las necesidades recientes locales. Un ingente esfuerzo, que en nada compensó situaciones nuevas suscitadas en el escenario internacional; precisamente por falta de una perspectiva funcional de las relaciones exteriores aplicada, o sin aplicar, debido al desconocimiento y lo sujeto a la improvisación. Es así, como se estrena esa ley, que plasma situaciones de hecho acomodadas y que ante lo inusitado que ha resultado, el paso por el territorio nacional y permanencia de población migrante haitiana y de otros países, concentrados en zonas no fronterizas, nos damos el lujo de estrenar nueva ley, que no contempla la situación de hecho planteada.

Para el próximo mes de octubre, queda definida la legalización de más de 1.700.000 venezolanos de ambos sexos, que permanecían en el país, a partir del 31 de enero de 2.021.

La carencia de una política consecuente con las actividades e intereses de relaciones de poder y de grupo de los migrantes en Colombia, explica por qué ahora, salta la liebre en un mundo tan distante como el lejano oriente y nos vemos avocados a la orden imperial de tener que aceptar la permanencia y hospitalidad de población afgana, resultado de la debacle producida en ese país invadido por las fuerzas estadounidenses y de la OTAN.

El Estatuto de Permanencia Permanente en el Territorio para venezolanos, conocido como Estatuto Temporal de Protección (ETP), está compuesto por tres fases, a partir del Registro Único de Migrantes venezolanos (RUMV). En USA se denomina Estatuto de Protección Personal (TPS). ¡Tamaña coincidencia! La primera etapa se inició el 5 de mayo. La segunda etapa se inicia el 1 de septiembre e incluye la verificación de datos de manera presencial y el registro biométrico; la tercera fase, concluye hasta octubre de 2.021. A partir del mes de octubre de 2.021 los venezolanos obtendrán la decisión de recibir el certificado de permanencia, como documento permanente, en el plazo de treinta días. Desde ya indicar que esa permanencia se otorga gratuitamente por el plazo de 10 años, como algo que no ajusta realidades cambiantes en la situación venezolana interna. En tanto, ningún venezolano está beneficiado por el Estatuto, sin cambiar su condición migratoria, que es lo indispensable para poderse beneficiar del Sisben, por ejemplo. Están como en el limbo, sin cédula, pasaporte, opciones; algo cohonestado por el sistema migratorio inoperante y que laxa el control de comportamiento social de esta población migrante. Es de enterarse que el actual éxodo de población venezolana no había tenido parangón de proporción, por su cantidad, en América Latina. Ha venido siendo resuelto en otros países y Colombia, la mayor receptora de ese fenómeno no ha logrado dar las pautas de ejemplo a seguirse.

Suscita debate e interpretaciones diversas la permanencia de venezolanos en el país. Expertos los califican de mitos y los reducen a grupos o temas como el que los migrantes salen de su país porque quieren. Generaran inseguridad. Representan peligro para la cultura del país. Afectan la capacidad laboral y de trabajo a la población colombiana. Discriminan a la mujer venezolana situándola en que vienen a embarazarse a Colombia y tener a sus hijos, en garantía a una permanencia.

Naturaleza de la población migrante venezolana en Colombia

A Colombia arriban venezolanos y venezolanas migrantes, motivados por situaciones económicas, sociales, de subsistencia. Se trata de desplazados laborales, emigrantes económicos. Buscan mejorar sus calidades de vida; o salir, puesto que lo hicieron sus familiares; también, para reunificarse. Buscar otros horizontes, etc. Etc. En modo alguno son perseguidos políticos. Huyen por las condiciones económico, sociales y de desventaja, producto de las medias coercitivas y de embargos contra las divisas internacionales del país bolivariano; bloqueos y sanciones impuestos por decenas de países, incluidos los Estados Unidos y la UE, como agentes instigadores principales. Buscan la caída no solo del presidente N. Maduro, sino de todo el sistema imperante de la Revolución Bolivariana. Y esto no es simple afirmación, sino punto de vista escueto. Obedece a la característica de esa población, a la luz del Derecho Internacional Público. Por el contrario, los refugiados son personas que huyen de conflictos armados y de persecución directa. Por motivos políticos, religiosos, raciales, de género, de libre determinación de sexo. Califican como personas en quienes penden amenazas, procesos y/o sentencias adocenadas de parcialidad política, persecución y sobre quienes pesa grave riesgo de perder la vida y por ende a quienes resulta peligroso negar el refugio o el asilo. En esto del estatus de refugio y asilo impera es el estado de conciencia subjetivo del perseguido y/o solicitante. Algo que la regularización del tal Estatuto de personas migrantes venezolanas no califica, para permanecer como refugiados en Colombia.

El régimen de refugiados está claramente normado en lo internacional. Los países respetan y aplican esa normativa que sustenta el principio de legalidad interna. De manera que el tratamiento dado a la población migrante venezolana no admite discusión y es en ocasiones, contenido de acciones y conductas prevaricadoras. Cada país tiene soberanamente procedimientos especializados para conceder o negar un estatutos de refugiados y o asilados; así como para declarar personas no gratas y hasta permitirse el no ingreso o expulsar a extranjeros. Eso concierne al poder de discrecionalidad. En Colombia el invento del Estatuto Provisional de Permanencia por más de diez años, da al traste con esos principios de aplicación universal del debido proceso. Es claramente inconstitucional.

De la naturaleza de los migrantes afganos

Al respecto hablemos de una caja de Pandora. El gobierno narco paramilitar, cipayo, pro imperio y los medios de alienación masiva (MAM), mantienen en vilo a la opinión pública nacional acerca de la llegada de más de 4.000 afganos, que huyen de su país de origen. Se anticipan a calificarlos de refugiados. Tamaña tropelía. El solo hecho de acatar la propuesta unilateral, inconsulta, de orden y mando del gobierno norteamericano, para que sean recibidos un numero de afganos que han salido de su país y ellos han evacuado, previamente, representa el asomo de un flagrante delito de abuso de poder, en un país bajo un supuesto régimen de Estado de Derecho. ¿Qué conlleva esa aceleración confusa?: a una flagrante violación de la soberanía nacional. El trasfondo de supuestos ciudadanos, mujeres, familias y niños perseguidos abrirá la patente de corso para que los efectivos para invasores afganos, actores de crímenes de guerra y de alistamiento militar, traídos, al servicio de las tropas invasoras del pueblo afgano, llegaren a las fértiles tierras del narco para militarismo estatal colombiano. ¿Cuántos de ellos mercenarios y sicarios, en listados de aprobación del Pentágono y de la CIA? Anuncian además, que USA costeará todo, cual prebendas, de por sí denigrantes; lo cual de por si es manifiestamente inconstitucional y craso delito a lesa soberanía (me abstengo de mencionar lesa “patria”, que la bota militarista del ejército made in Usa, ha pisoteado).

Todo pareciere indicar que la llegada de los tales afganos fracasará. ¡De lo contrario, es porque hay Troya!

JUAN

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Su cuerpo muestra cierto rictus de dolor y cansancio. Nos comunicamos en un inglés claramente básico; entablamos una corta conversación en la que me explica que proviene de Nepal y que ha perdido la cuenta de los días y semanas que le ha tomado caminar desde que entró a Latinoamérica, no recuerda si por Ecuador o Brasil.

Estamos en las instalaciones provistas por el Estado panameño para atender a las personas migrantes en tránsito. Esa atención, valga decirlo, consiste en una rápida gestión que permita a «Juan» y otras personas como él, continuar su camino a su destino final: Estados Unidos. Son una especie de albergues que a la postre se convierten en sitios de detención mientras se define la situación migratoria de las personas que allí se encuentran.

Es 2011 y participo de un equipo de investigación que realiza un estudio regional sobre los determinantes que explican y caracterizan las movilidades denominadas en ese momento, como ahora, “extracontinentales”, conformadas por personas provenientes de varios países de África y Asia. Me corresponde estudiar el contexto panameño como principal puerta de entrada entre Sur y Centroamérica para estos grupos.

En cierto momento pregunto a «Juan» por el tránsito entre Colombia y Panamá, esa región mitológica, inexpugnable, denominada Tapón del Darién. Su rostro, ya de por sí marcado por meses interminables de viaje e incertidumbre, se desencaja por completo.

Me explica, haciendo un sobre esfuerzo, que jamás hubiera pensado salir de allí con vida. “Me entrego”, me cuenta que dice a los oficiales de migración panameños cuando les ve a la distancia. Recuerda en frente mío la seña que hizo con sus manos para que le colocaran las esposas. Siente que ya no puede más.

Este testimonio, por cierto, fue trabajado como crónica en nuestras reflexiones sobre las migraciones regionales publicado por Editorial Amargord (España, 2019) y sobre el cual hemos venido reflexionando durante estos años tanto desde la literatura como el ejercicio. Denominamos «Juan» a esta biografía, como una forma de apalabrar la cercanía con esa, su historia.

Hablar de Darién es hacer referencia a una frontera poco aquilatada en los análisis regionales, quizá por el peso y la importancia que tiene para las movilidades humanas la parte norte entre Mexico y Guatemala y porque las referencias mediáticas siempre van a acudir al discurso de crisis y no al de las subjetividades.

Por esa región peligrosa y riesgosa han transitado en los últimos 12 años cerca de 160.000 personas migrantes de varias nacionalidades según algunos acercamientos periodísticos. Recientemente se ha observado el aumento de la presencia de personas chilenas en los grupos migrantes pasando por allí. Deben superar la densa selva, animales peligrosos y la acción de actores del crimen que controlan parte de los territorios.

Al tiempo que se escribe esta nota, se conoce del proceso de tránsito de cerca de 10.000 personas ahora conformadas por grupos mixtos provenientes de África, Asia, Cuba, Venezuela y Haití. Este último país, desgarrado por conflictos políticos, pobreza y, por si fuera poco, la acción devastadora de dos terremotos con 11 años de diferencia.

Hace 10 años «Juan» recordaba con drama el paso por Darién, una región selvática de más de 575.000 hectáreas donde ya para entonces la acción de esos actores irregulares había empezado a cobrarse la vida de cientos de migrantes. El número de personas desaparecidas en esa zona es indeterminado, aún al día de hoy. Lo que no es indeterminado son los relatos acerca de personas fallecidas, cuerpos ya irreconocibles que los migrantes en tránsito van sorteando, dejando en el camino en esa frondosa región del planeta.

En estos tiempos en que la movilidad ha quedado confinada desde lo formal, las rutas, boquetes y caminos no oficiales han continuado su funcionalidad para las necesidades de miles de personas que ven en la migración, una estrategia para seguir viviendo.

No sabemos el destino de «Juan». No conocemos si habrá logrado su propósito. Pero estamos seguros de que cualquier cosa distinta a sus recuerdos sobre el paso por el Tampón del Darién significó una luz en su camino.

Conozcamos esas otras realidades sobre el paso incesante de personas por nuestra región centroamericana. Asumamos sus pies. Caminemos con ellos.

 

Imagen: https://www.unicef.org/lac/comunicados-prensa/quince-veces-mas-ninos-y-ninas-cruzan-la-selva-de-panama-hacia-estados-unidos

Libro: “Paulo Freire, 100 años: Pasado y presente de una pedagogía liberadora”

SURCOS comparte la siguiente información:

CLACSO pública un nuevo material que se titula: “Paulo Freire, 100 años: Pasado y presente de una pedagogía liberadora”, esta primera parte contó con la participación de: Oscar Jara Holliday, Alfonso Torres Carrillo, Orlando Fals Borda, Elza Maria Fonseca Falkembach, Mario Ardón Mejía, Stephany Hernández Mahecha. 

Este material/producción fue financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Asdi), y los ejes temáticos que se encontrarán en el documento son los siguientes:

  1. Reformulaciones de Freire en las prácticas actuales de Educación Popular ligadas a jardines, escuelas y universidades populares, a colectivos culturales, a la escuela pública estatal, etc.
  2. Cruces/encuentros/diálogos de la tradición freiriana con los feminismos, las luchas socioambientales, los movimientos campesino-indígenas, afrodescendientes y migrantes.
  3. El pensamiento-acción de Freire en su contexto histórico y debates vigentes en la actualidad. Vinculaciones con otras tradiciones intelectuales y militantes.
  4. Aportes del pensamiento freiriano al campo de las metodologías participativas.

Le invitamos a descargar el material y a difundirlo, a continuación adjuntamos el documento: 

Los nuevos muros de la pandemia: las brechas de la inmunización

Jenyel Contreras Guzmán

Deseo dedicar este breve espacio a puntualizar algunos de los principales dilemas éticos y políticos que se presentan de cara a las recientes estrategias de “reactivación económica” y de “retorno a la normalidad pre-covid”, en particular el “turismo de vacunas” y el “pasaporte de vacuna”.

La idea del establecimiento de un pasaporte de vacunas (Certificado Verde Digital de Vacunación o CVD) surgió como una propuesta de los países miembros de la Unión Europea (UE)[1] a inicios de este año, previo a la temporada de verano en dicha región, como una forma de garantizar que las personas ciudadanas de la UE y sus familias puedan viajar con seguridad y el mínimo de restricciones[2]. El mismo ya fue aprobado por la Comisión Europea y se encuentra en proceso de trámite legislativo, y de la puesta en marcha de un mecanismo informático para que sea posible su emisión y lectura en todos los países de la UE antes de entrar en vigor en junio próximo.

Israel desde el pasado mes de febrero ha empezado a implementar el Green Pass, un documento que se puede descargar y llevar en el celular y que indica que la persona ya está inmunizada y puede acceder a distintos comercios y actividades[3]. En Estados Unidos se analizan 17 propuestas para la confección de su propio pasaporte, siendo que el estado de Nueva York ya cuenta con el suyo (Excelsior Pass)[4] desde el pasado mes de marzo, y es utilizado para poder acceder a eventos en establecimientos de gran capacidad como estadios o conciertos. Fue desarrollado en conjunto con IBM y combina una aplicación de billetera de Smartphone con un escáner de códigos QR[5].

Costa Rica por su parte, analiza la posibilidad de desarrollar un pasaporte sanitario en esta misma línea, propuesta que se discutió en el marco de una reunión de la Federación de Cámaras de Turismo de Centroamérica[6]. Poco a poco se van incorporan más países en la discusión y en el establecimiento de dicha medida.

Igualmente, el turismo de vacunas se ha popularizado en lugares como Maldivas, Rusia, Serbia, Cuba, Alaska, Dubái y Estados Unidos[7], que ofrecen la posibilidad de vacunarse y vacacionar al mismo tiempo. Para el caso de Costa Rica, Estados Unidos se ha convertido en el principal destino de la “vacunación flexible”, ya más de mil costarricenses han comprado paquetes de viaje que van desde los $800 a los $1.200 y cubren hospedaje, cita y traslado, entre otros. Se estima, que mediante los operadores de viaje saldrán entre 5 mil y 10 mil costarricense más en los próximos meses[8].

Pero ¿Cuáles son los dilemas éticos y políticos que estas dos estrategias plantean? Acá, algunas breves reflexiones al respecto:

El turismo de salud o el turismo médico, no es un fenómeno nuevo, es una actividad altamente lucrativa en la que Costa Rica se posiciona como destino, y que para el año 2017 se estimó una ganancia aproximada de $437 millones[9], orientada mayormente al sector privado de la salud. Esta práctica es a su vez la manifestación de las desigualdades en el acceso al derecho fundamental de la salud, y por ende al resguardo de la vida, en donde quienes cuentan con los recursos económicos pueden acceder a ella más allá de las fronteras nacionales. Esta lógica de monetización de la salud refuerza barreras de exclusión hacia poblaciones históricamente relegadas del acceso a servicios básicos y de atención primaria, así como al tratamiento de enfermedades crónicas y demás padecimientos. Situación que vimos agravada con las primeras fases de la pandemia en donde en países como Estados Unidos la mortalidad de personas afroestadounidenses y migrantes (particularmente hispanas) en estados como Nueva York representaron hasta el 35% de los fallecimientos debido entre otros aspectos, al nulo acceso a los servicios de salud.

Esta privatización del acceso a la salud, en el contexto de la pandemia, plantea una discusión ética sobre el acceso global a los mecanismos de inmunización, que resulten eficaces y de calidad. No se trata ya sólo de preguntar quiénes tienen acceso a la vacuna, sino además a cuál vacuna tienen acceso y quiénes. El tema de la eficacia no es cosa menor, ya que en las 9 vacunas (Pfizer-BioNTech, Moderna, AstraZeneca, Jonhson&Jonhson, Sputnik V, CoronaVac-Sinovac, Novavax, Sinopharm, Cansino Biologics) listas o en fase de ensayo clínico existe una variación de efectividad del 66% al 91%. Así por ejemplo en la UE, y para efectos del CVD las vacunas rusas y chinas no son aceptadas como mecanismo eficaces de inmunización, por lo que las personas que hayan accedido a ellas aún deberán cumplir con la cuarentena obligatoria [10].

La situación se complejiza aún más si analizamos la distribución de las vacunas a nivel global, en donde lo que domina es una distribución desigual de las vacunas entre países pobres y ricos, ya que estos últimos acaparan el 99% de las dosis[11], muchas de ellas compradas previo al inicio de su producción. En este sentido, el Ministerio de Salud de Costa Rica ha indicado que el país ha hecho 21 intentos por adquirir nuevas dosis de la vacuna con diferentes farmacéuticas, y que muchas han señalado tener toda su producción comprometida hasta el 2022[12]. Situación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado como un “fracaso moral catastrófico” [13].

Frente a este panorama diversos sectores han planteado la necesidad de establecer al menos dos acciones puntuales: 1. La creación de un fondo solidario de vacunas efectivo para el acceso de las regiones, países y poblaciones más vulnerables (en este sentido COVAX no ha logrado cumplir su cometido, particularmente debido a la falta de voluntad política y económica de farmacéuticas y de países ricos), y 2. La liberación de las patentes de las vacunas, que posibilite una mayor producción de las mismas (proceso que ha sido entorpecido por las mismas razones que en la acción 1).

Nos encontramos de esta forma frente a una lógica perversa y necropolítica, en donde por un lado sabemos que el acceso a la vacuna es limitado y desigual, pero a su vez es posible ir a comprar “los excesos” o “reservas” de vacunas a los países que las han acaparado, e independientemente de si esas “reservas” existen debido a la negativa o falta de confianza de algunos sectores de la población para vacunarse[14], el problema de fondo continua siendo que indiscutiblemente, en esos mismos países, existen importantes sectores de la población que no han sido contemplados en los esquemas de inmunización, tal es el caso de las personas migrantes irregulares. Los datos sobre la vacunación de este tipo de poblaciones son difíciles de rastrear. De modo que nos enfrentamos a la paradoja de la escasez para unos y de los “excesos” para otros sectores de la sociedad.

Nos encontramos de esta forma frente a una polarización social de larga data, “nosotros los turistas” y “los otros los migrantes”. No de casualidad las fronteras que han sido abiertas en mayor medida son las aéreas. Contradictoriamente, el virus alcanzó su condición de pandemia gracias a los vuelos de turismo internacional. Este tipo de situación ha significado un recrudecimiento de prácticas y discursos discriminatorios, xenofóbicos y excluyentes, ya no solo son migrantes sino además migrantes enfermos. Recordemos, por ejemplo, la donación de vacunas del gobierno de Joe Biden a México, como parte de un acuerdo[15] para frenar la migración en la frontera sur de los Estados Unidos.

Esta polarización nos habla también de quiénes son “aptos” para la inmunización y quiénes no, y más aún quiénes tiene posibilidad de retomar su vida de movilidad y sociabilidad pre-pandémica y quiénes deberán continuar relegados al confinamiento, y ahora a adicionales formas de exclusión.

Finalmente, dos elementos poco discutidos dentro de esta lógica de habilitación del turismo vía pasaporte de vacuna, tienen que ver con: 1. El control de la información y las ganancias de las empresas que desarrollen las plataformas para el funcionamiento de los pasaportes, Cambridge Analytica, Facebook y sus plataformas asociadas son un breve recordatorio, y 2. La necesidad de estudiar las posibles implicaciones de delegar en los sistemas sanitarios, farmacéuticas y empresas privadas una suerte del control de las movilidades de las personas en la vida cotidiana y en el traslado internacional.

Imagen tomada de la página de Facebook de FLACSO Costa Rica.

[1] Se busca incluir en dicha propuesta a países como Noruega, Islandia y Suiza, países que no se encuentran dentro de la UE.

[2] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-56446411

[3] https://www.nytimes.com/es/2021/04/06/espanol/vacunacion-israel-covid.html

[4] https://www.hosteltur.com/lat/143341_eeuu-se-encamina-a-su-propio-pasaporte-de-vacunacion.html

[5]https://www.larepublica.net/noticia/costa-rica-promueve-pasaporte-especial-para-vacunados-contra-la-covid-19

[6]https://www.larepublica.net/noticia/costa-rica-promueve-pasaporte-especial-para-vacunados-contra-la-covid-19

[7]https://www.hosteltur.com/143654_que-paises-ofrecen-la-vacuna-a-turistas-que-vayan-de-vacaciones.html

[8] https://www.larepublica.net/noticia/vacunacion-flexible-dispara-salida-de-ticos-hacia-los-estados-unidos

[9]https://www.nacion.com/economia/negocios/turismo-medico-genero-ingresos-por-437-millones-a/LIVPCO42HVGU5G6HDZNDXNSKCI/story/#:~:text=Las%20visitas%20de%20extranjeros%20a,el%202013%2C%20de%20%24328%20millones.

[11] https://www.msf.es/actualidad/los-paises-ricos-acaparan-mas-99-las-dosis-la-vacuna-la-covid-19

[12]https://delfino.cr/2021/05/salud-registra-21-acercamientos-para-adquirir-vacuna-de-jj-moderna-sputnik-v-y-sinopharm-sin-resultados

[13] https://www.bbc.com/mundo/noticias-55911364

[14] https://www.ngenespanol.com/traveler/turismo-de-vacunas-como-vacunarse-en-eeuu-y-todo-lo-que-debes-saber-al-respecto/amp/

[15] https://www.washingtonpost.com/es/national-security/2021/03/19/vacunas-astrazeneca-mexico-estados-unidos-migracion-biden-amlo/

 

Imagen tomada de la página de Facebook de FLACSO Costa Rica.

Artículo publicado en el blog de FLACSO Costa Rica, compartido con SURCOS por la autora.

CIDH celebrará audiencia para revisar la situación de los derechos humanos de las personas en movilidad humana en México

La audiencia donde se expondrán los impactos de la militarización de las fronteras y la práctica de “devoluciones en caliente” de personas migrantes, se llevará a cabo el jueves 01 de julio a las 13:00 horas Ciudad de México y se transmitirá mediante el canal de Facebook de la CIDH.

28 de junio de 2021.- En el marco de su 180º Periodo de Sesiones, esta semana la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) celebrará una audiencia virtual para conocer la situación de derechos humanos de las personas en movilidad humana en México.

La audiencia, solicitada por diversas organizaciones de sociedad civil mexicanas y regionales, abordará, en particular, las distintas formas que el Estado mexicano utiliza para obstaculizar el ingreso a territorio nacional de personas migrantes o solicitantes de asilo, entre ellas: la militarización de las fronteras y de las tareas de control y verificación migratoria; así como las llamadas “devoluciones en caliente” o pushbacks, una práctica en que el Estado expulsa de manera sumaría a personas migrantes y refugiadas en frontera, sin realizar evaluaciones individuales de las necesidades que cada una de ellas presenta.

Adicionalmente, durante la audiencia se presentarán los impactos de estas prácticas en la vulneración sistemática de los derechos humanos de las personas migrantes y con necesidad de protección internacional en México.

La audiencia pública virtual se realizará el próximo jueves 01 de julio a las 13:00 horas Ciudad de México y se transmitirá mediante la página oficial de Facebook de la CIDH. En el espacio participarán comisionadas y comisionados, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), representantes de sociedad civil y representantes del Estado mexicano.

Organizaciones participantes: Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), Clínica Jurídica para Refugiados Alaíde Foppa y Programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Servicio Jesuita a Refugiados – México, GEOPAZ. Instituto de Geografía para la paz AC (IGP), Red Nacional de Apoyo a Personas Migrantes y Refugiadas LGBT México, Fundación Arcoíris por el respeto a la diversidad sexual, A. C., Las Vanders, Sin Fronteras I.A.P., Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos” (Red TDT), Asylum Access México (AAMX) A.C., Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova A.C., Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Centro por la Justicia, y el Derecho Internacional (CEJIL), Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho (FJEDD), the Washington Office on Latin America (WOLA), Red Jesuita con Migrantes Centroamérica y Norteamérica (RJM-CANA), Colectivo de Observación y Monitoreo de Derechos Humanos en el Sureste Mexicano conformado por: American Friends Service Committee (AFSC), Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa, Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, Centro de Derechos Humanos Tepeyac, Centro de Derechos de las Víctimas de la Violencia Minerva Bello, Formación y Capacitación (FOCA), Iniciativas para el Desarrollo Humano A.C., Kaltsilaltik, La 72 Hogar Refugio para Personas Migrantes, Médicos del Mundo – España y Francia (MdM), Red Jesuita con Migrantes – Centroamérica y Norteamérica, Servicio Jesuita a Migrantes Frontera Comalapa, Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), Tzome Ixuk – Mujeres Organizadas A.C., Una Mano Amiga en la Lucha contra el SIDA, Voces Mesoamericanas Acción con Pueblos Migrantes.

 

Compartido con SURCOS por CEJIL.

Xaviera Molina ¡No están solas!

9 de junio de 2021, San José, Costa Rica

Pronunciamiento feminista: llamado a las organizaciones, colectivas, periodistas, medios de comunicación independientes e instituciones costarricenses

Nos solidarizamos y acuerpamos a nuestra hermana Xaviera Molina, activista por los derechos humanos, mujer Nicaragüense solicitante de refugio en Costa Rica, quien se vio en la obligación de salir de Nicaragua para proteger su vida. A la vez es madre de dos niñas, sin embargo, una de ellas, corre el riesgo de separarse de su mamá y de sus dos hermanas porque el padre quien reside en Nicaragua busca desvirtuar su maternidad legal y custodia de la niña de 7 años y un juzgado de familia en Costa Rica resolvió a favor del padre.

Exigimos que se resguarde el interés superior de la niña y que se respete su voluntad de permanecer con su familia en Costa Rica. Asimismo, hacemos un llamado a las autoridades costarricenses a detener la reproducción de los discursos que revictimiza y culpabiliza a las mujeres migrantes de las condiciones de vulnerabilidad y opresión a las que se enfrentan. El lugar de la niña es al lado de su madre, una mujer comprometida con el cuido, el amor y la protección de sus hijas a pesar de los retos y las discriminaciones que resisten las mujeres migrantes Nicaragüenses desde Costa Rica.

Por lo tanto, organizaciones y colectivas que representamos a diversos sectores de la sociedad civil comprometidas en la promoción y defensa de los Derechos Humanos de la población migrante Nicaragüense y de los Derechos las Mujeres que integran la sociedad Costarricense, nos solidarizamos a Xaviera Molina y hacemos un llamado colectivo hacia las autoridades competentes para actuar a favor de la justicia hacia las mujeres desde:

Antes de cruzar la frontera

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Escondido entre la polifonía de temas que nos abruman durante estos días, en los que predomina la lenta vuelta a la normalidad en el norte global ya casi vacunado y en lugares como Nueva York ha sido dictado el fin del uso de la mascarilla, la tensión y represión social en Colombia y la escalada de violencia que una vez más sacude la relación entre Israel y Palestina, aparece el drama humanitario de la movilidad humana en la fronteriza ciudad de Ceuta, ubicada entre España y Marruecos.

Como salidas de una triste película documental que muestra la desesperación en alta mar de miles de personas intentando poner pies y esperanzas en las costas españolas, las imágenes sobre la deshumanización son elocuentes.

La orden girada a las fuerzas de seguridad españolas es disuadir, impedir, negar, devolver al vacío de las aguas mediterráneas a todo aquel que procure ingresar a sitio seguro. Por eso la policía fronteriza cumple órdenes y los niños y niñas migrantes no entienden de políticas migratorias criminalizantes. Para ellos la salvación está allí a pocos pasos pero puede más la acción cohercitiva y gendarme de estados que han preferido el miedo como recurso para gestionar las movilidades humanas contemporáneas.

Es notable el impacto que aún genera el cambio en la estrategia europea de atención a las contingencias migratorias al promediar la década anterior, al pasar del programa de salvamento y rescate “Marenostrum” a uno más álgido enfocado en la contención fronteriza denominado Tritón.

En un contexto de excepción como el actual, las movilidades continúan siendo visualizadas como amenazas que solo logran conmover cuando la comunicación global espectaculariza lo que podría ser una acción humana natural: un abrazo para consolar, solidarizarse, brindar apoyo.

Lo hizo Luna, una voluntaria de la Cruz Roja Internacional, al ofrecer su hombro a un inmigrante africano en plena línea divisoria. La imagen ha sido viral pero también lo ha sido una reacción en cadena donde el racismo y la violencia verbal contra la voluntaria denotan que más allá de la pandemia sanitaria, otra enfermedad todavía más potente como el odio mezclado con racismo y xenofobia campean libremente por el planeta.

A miles de kilómetros de Ceuta, hace apenas unos años, la escritora chiapaneca Chary Gumeta documentaba el paso incesante de las movilidades humanas centroamericanas, en un incontenible conteo que al día de hoy no se detiene.

Sus observaciones y conversaciones fueron plasmadas en un texto poético titulado Despatriados publicado en 2018 por Editorial Metáfora (Quetzaltenango, Guatemala). Sobre la escritura de este poemario la autora ha dicho que se trata de un ejercicio de poesía testimonial donde impulsa la idea de hacer visible desde la voz poética, esas condiciones de dolor y drama que viven aquellos que se movilizan como estrategia de sobrevivencia.

En una sesión de trabajo realizada recientemente en el Taller del Sur, espacio de escritura creativa que acompañamos en la Universidad Nacional (Costa Rica), Chary compartió su experiencia y su voz llena de sensibilidad y reconocimiento hacia el otro.

Quizá el drama en Europa nos parezca lejano pero un abrazo como el de Luna también debe llegar a quienes se movilizan buscando sobrevivir y alcanzar su sueño en la región centroamericana. Tal y como lo dice Gumeta en el siguiente texto:

ANTES DE CRUZAR LA FRONTERA

Antes de cruzar la frontera
Antes de poner un pie en ese territorio de tinieblas
Te daré un beso como muestra de amor
Y Te diré como aprendí a amarte
Bajo las sombras de los árboles
En nuestro lejano Quezaltepeque.
Una vez que nos pegue el viento extranjero
Dejaremos que nos devore el humo y el ruido
De ese animal maldito,
Y si todavía estamos juntos
Cerraremos los ojos
Y haremos de cuenta
Que estamos soñando.

El ejercicio de la empatía inicia por cruzarnos en nuestros cuerpos las marcas del despojo y la pérdida de dignidad a la que miles de personas en el mundo son sometidas cuando caminan a través de las fronteras. Empecemos por sentir sus pasos como nuestros y colectivizar el entendimiento. Cerremos fronteras al odio. Es posible hacerlo.

Excepcionalidad en crisis

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En agosto de 2018 se desarrolló en Costa Rica una de las manifestaciones contemporáneas de odio y nacionalismo más dramáticas que se recuerde. Se trató de una marcha convocada por redes sociales y mensajes de texto que buscaba dirigirse hacia el Parque Braulio Carrillo (conocido como Parque de La merced), ubicado en en centro de la capital. Este espacio es un emblemático lugar de encuentro y socialización de la comunidad nicaragüense radicada en el país.

Según se conoció, el objetivo de la acción consistía en demostrar que, ante el aumento de la presencia de población nicaragüense como consecuencia del conflicto sociopolítico suscitado en su país desde abril de 2018, los espacios públicos como parques, aceras y calles constituían reductos defendibles y reservados exclusivamente para los nacionales.

La apelación a la defensa del país, la utilización de signos como camisetas y banderas de Costa Rica, así como consignas en contra de las personas extranjeras, derivaron en un ambiente tenso que rápidamente fue disuelto por las autoridades costarricenses.

El evento no fue para nada aislado y debe ser entendido en el marco de una escalada en el descontento generalizado con las medidas económicas, el desempleo y la pobreza imperante en el país. Eran los momentos previos a la coyuntura sanitaria, donde esas dimensiones se afectaron ampliamente.

Para algunos sectores de la población costarricense, su molestia con el sistema político y económico imperante ha encontrado su caldo de cultivo en dos escenarios concretos: el desinterés por la política electoral, que ha sido notable en el abstencionismo producido en los últimos procesos electorales y la identificación de chivos expiatorios en las personas extranjeras, principalmente de origen nicaragüense, como responsables de la crisis y más recientemente, del aumento de los casos positivos de COVID 19.

De hecho, las acciones discursivas contrarias a la población migrante han continuado repitiéndose en tiempos de pandemia. En días recientes una campaña lanzada en redes sociales sobre la universalidad de la vacuna a todos los sectores de población, considerando las poblaciones migrantes, encontró niveles discursivos donde una vez más la defensa nacionalista («primero los de casa)» y el desconocimiento del aporte socioeconómico que las poblaciones migrantes brindan al país (“si no pagan no deberían ser vacunados») afloraron de forma intensa. La campaña impulsada por Amnistía Internacional tenía como objetivo denotar el derecho a la salud de todas las poblaciones, en condiciones de excepcionalidad. Sin embargo, las actitudes de rechazo hacia las poblaciones extranjeras fueron evidentes.

Estas no son las únicas tensiones socioculturales presentadas por la sociedad costarricense, ya que en los últimos años la defensa por el derecho a la tierra por parte de los pueblos originarios y la usurpación y ocupación de personas no indígenas ha generado acciones violentas, generalmente en contra de las comunidades indígenas.

Justamente el día 13 de mayo la coordinadora sur sur ha denunciado públicamente la organización de dos manifestaciones de personas no indígenas dirigdas hacia algunos territorios y cabeceras de ciudad, como una actitud de amedrentamiento contra las recuperaciones que poblaciones indígenas han venido desarrollando.

Esta acción no puede ser vista independientemente de una continua conducta de racismo y discriminación que histórcamente han experimentado estas poblaciones y que se ha acrecentado de forma alarmante en los últimos tiempos.

Al inicio de la pandemia, ese recurrente discurso de excepcionalidad costarricense basado en una robustez institucional, las condiciones de acceso y la calidad de los servicios, blindó las consideraciones respecto a la crisis que luego, meses después, habría de llegar con el aumento de casos, la determinación de la economía sobre la salud y el relajamiento en la conducta social de cuido por buena parte de la población costarricense.

Sin embargo, lo que denotan las percepciones y acciones sociales contra estos grupos es justamente una conducta aprendida sobre una supuesta superioridad biológica que está tras el resguardo de esa pretendida excepcionalidad que le ha hecho tanto daño a una sociedad tan necesitada de materializar la solidaridad, tolerancia y respeto como pollticas para restablecer, de nuevo, la convivencia en todos los niveles.

Lo que verdaderamente está en crisis y debemos verbalizarlo, es la forma como Costa Rica construyó su especificidad respecto a otros países de la región. Ya ese discurso se agotó. Debe ser sustituído rápidamente por otro en el que la integración y el reconocimiento sean los valores orientadores de esa nueva experiencia comunitaria que debe emerger de todo esto. Confiemos en que así sea.

La vacuna un derecho humano

Vicente Cherneh

En estos momentos, cubiertos por la sombra mortal de la pandemia del Covid19, me viene a la memoria el Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, después de otra pandemia tan terrible como la actual, la 2da Guerra Mundial. Este Artículo 1 dice así: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Por supuesto, todos somos iguales, tan solo que hay unos más iguales que otros. Por ejemplo, yo mismo, puesto que no soy tan igual a los costarricenses porque, entre otras cosas, no me puedo vacunar contra el coronavirus debido a mi condición de extranjero, adulto mayor y con salud vulnerable. Me quedé atrapado en el país como turista y ahora estoy en el lento proceso del trámite de solicitud de residencia temporal como dependiente, mientras tanto no tengo derecho a vacunarme.

Me pongo como ejemplo porque conozco mi caso, pero este problema no es un asunto personal, sino es una complicación general de un amplio sector de la población, digamos 200 mil personas o quizás 250 mil, mayoritariamente nicaragüenses y venezolanos. ¿Quién asegura que no puedan enfermarse? ¿Contagiar a otras personas? ¿Quitar espacio en los servicios de salud pública? ¿Morirse por indolencia?

Ya lo dijo el gobierno, los extranjeros sin residencia permanente o temporal, que no estén al día en la Caja Costarricense de Seguro Social y no tengan el Dimex, no serán vacunados. De acuerdo, lo entiendo, pero el gobierno también debe emitir una ordenanza donde prohíba que un nacional contagie, voluntaria o involuntariamente, de Covid19 a un extranjero que no pueda vacunarse.

Recuerdo una declaración emitida por el secretario de la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología, publicada en la prensa del país, donde explicaba que, tras valorar que los inmigrantes irregulares, al no tener un estatus regular en el país “no poseen un historial médico clínico” y, por lo tanto, “los doctores no pueden aplicar un medicamento sin esa información”.

¡Vaya explicación! Pareciera que cuando una persona se inscribe en la CCSS le realizan previamente un examen clínico completo para evaluar su condición de salud y crear su historial médico que permitiría saber si tendrá efectos secundarios si le aplicasen la vacuna. ¡Majaderías!

Hay una declaración del Ministerio de Salud que es para morirse de la risa, en realidad, más bien es para morirse del coronavirus. Dice que “también serán vacunadas aquellas personas que se encuentren en vías de obtener su permiso de residencia permanente o temporal… siempre que estén al día con sus contribuciones a la CCSS”. ¿En cuál punto de la vía?, ¿al comienzo, al medio, al final?, ¿cómo va a inscribirse en la CCSS si todavía no tiene la residencia ni el Dimex?

En enero este año el Director General de la Organización Internacional de las Migraciones, António Vitorino, en una entrevista señalaba: “Los países tienen que prever la vacunación de todos los que están presentes en su territorio incluyendo a los migrantes, independientemente de su estatuto legal. No se trata de crear una prioridad para los migrantes. Al revés, se trata de aplicar a los migrantes los mismos criterios que se aplican a los ciudadanos nacionales. Es decir, aquellos que son más vulnerables por la edad o por razones de salud”.

Más aún, en las directrices de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos se enfatiza que “el acceso asequible y no discriminatorio a las vacunas es un derecho humano”. A tal fin, los gobiernos deben garantizar, primeramente, la vacunación dentro de sus territorios de todas las personas de alto riesgo, incluidos los migrantes en situación de vulnerabilidad. Es más, los criterios de vacunación, así como la prioridad, deben fundamentarse en consideraciones de salud pública, sin discriminación alguna (Declaración sobre el acceso universal y equitativo a las vacunas contra la enfermedad por coronavirus (COVID-19), E/C.12/2020/2, 15 de diciembre de 2020).

Costa Rica es un modelo de referencia para América Latina en materia de democracia y derechos humanos, pues todos sus gobiernos se han destacado en la promoción de los derechos civiles y políticos. A lo largo de su historia moderna ha realizado esfuerzos permanentes en la defensa de los derechos humanos, tanto en su política interna como en la de sus relaciones exteriores. No es una casualidad, en este sentido, que Costa Rica sea la sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, lo cual la compromete más aún a ser ejemplo de naciones.

Por tal motivo, hay que resaltarlo a las autoridades del país, la vacuna es un derecho humano, esto es un asunto de ética, de humanidad, en consecuencia, habrá que incluir a todos los migrantes, independientemente de su condición migratoria, sin temor ni riesgo de detención, deportación u otra sanción derivada de su circunstancia migratoria. Dejar intencionalmente a una persona sin la vacuna es una violación al derecho a la vida.

Costa Rica ha sido un referente para América Latina, incluso el mundo, en materia de derechos humanos. A lo largo de su historia moderna, Costa Rica se ha esforzado permanente y decididamente por ampliar hacia todos sus ciudadanos y ciudadanas tanto las condiciones materiales como las libertades civiles y políticas esenciales para una vida satisfactoria.

Costa Rica, la sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es generalmente dada como ejemplo de democracia y compromiso a los derechos humanos. En general, lo es; la promoción de los derechos civiles y políticos, como los económicos y sociales han sido preocupaciones fundamentales de sus distintos gobiernos. Sin embargo, es un país que tiene problemas graves, incluyendo un sistema judicial muy lento y largos términos de detención sin juicio, trabajo infantil, desigualdad, y violencia contra las mujeres y los niños.

 

Imagen ilustrativa.

Individualismo versus cuido mutuo: un proyecto sociocultural en declive en Costa Rica

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Durante 40 años seguidos, el proyecto sociocultural en marcha en Costa Rica validó un esquema basado en la actitud individual como base para la construcción de su modelo socioeconómico: se apeló al éxito como fin último de la acción social y muchas concepciones relacionales e identitarias fueron modificadas: del usuario de los servicios del estado se pasó al concepto de cliente, del micro empresario al emprendedor, del trabajador al colaborador.

La creencia en una estructuración societaria organizada de esta manera supuso una serie de condiciones contenidas en las formas de respuesta de las personas ante coyunturas y contingencias: responsabilidad, orientación, criterio.

Por otro lado, el sentido de colectividad, ese al que podríamos acudir hoy bajo la premisa del cuido mutuo, solo fue y es apelado desde la maquinaria industrial de la comunicación de masas y la polifonía de las redes sociales.

La épica de la gloria deportiva, por ejemplo, siempre fue propicia en todos estos años para conjuntar de nueva cuenta esa comunidad imaginada y activar los dispositivos de una identidad nacional que aunque frágil y repleta de remaches, aún funcionaba. Hoy ni siquiera la apelación a la sangre roja del costarricense pareciera tener sentido. Pero en realidad poca cosa pareciera tener sentido en una experiencia fallida de comunidad como la que estamos experimentando durante estos días.

En otras reflexiones sobre la noción de comunidad ampliada y su resquebrajamiento en el caso costarricense, hemos adelantado que existen hoy otras figuras que aglutinan y dan sentido de comunidad: el número de tarjetahabientes que existen en el país se asemeja o supera inclusive al total de la población nacional. Si esto no es una forma de denominar esa otra colectividad basada en la organización del mercado, ya nada podría explicar el comportamiento aparentemente errático endosado preliminarmente a una falta de responsabilidad individual.

Desde el proyecto civilizatorio puesto en marcha a partir de los años ochenta en Costa Rica, la pertenencia a una base social común solicitó peajes de entrada: éxito individual, capacidad de consumo, competencia rampante, a toda costa, a cualquier costo.

De esta manera, una comunidad real y sustentada sobre valores como la protección, la horizontalidad y el apoyo fue disuelta del discurso y las prácticas cotidianas.

Por ello cuando acciones organizativas y orgánicas desde lo colectivo se han levantado, han sido opacadas y silenciadas. Algunas enfrentadas desde la fuerza del estado, otras instrumentalizadas como las de ciertos derechos de poblaciones y comunidades específicas. En los últimos años una subjetividad política joven trató de levantarse, pero rápidamente fue estigmatizada y procesada por un discurso academicista y adultocéntrico que la descalificó ad-portas.

Los derechos colectivos están hoy más que nunca conculcados y truncados. El derecho legítimo a manifestarse fue proscrito. Los defensores de la territorialidad indígena son amenazados permanentemente y en los últimos dos años han sido asesinados dos líderes en medio de una inacción gubernamental sin precedentes. Y una vez más las poblaciones migrantes han sido utilizadas como chivo expiatorio de los males sociales, económicos y sanitarios que aquejan al país.

El discurso ha sido hábil para responsabilizar a la población de una tremenda desidia para acatar órdenes sanitarias y guardar un comportamiento ejemplar. Pero ni lo uno ni lo otro ha sido evidenciado con vehemencia para hacer ver la responsabilidad de los actores económicos, las hegemonías y sus presiones hacia la acción gubernamental.

Es claro que luego de décadas de una permanente individualización de la experiencia colectiva puesta en marcha por la maquinaria comunicativa y cultural hegemónica, la noción de cuido mutuo a partir de una acción personal responsable, fracasó absolutamente. Y ha fracasado porque sencillamente no hay colectividad imaginada que cuidar.

En el año 2020 el politólogo francés Bertrand Badie mencionaba en una entrevista para la Revista Nueva Sociedad, que la humanidad había transitado en un periodo de tiempo muy corto en tres extinciones visibles: la de la crisis financiera de 2008; la del espionaje planetario que supuso la eliminación de las libertades y la extinción sanitaria, a partir de 2020. Para el caso costarricense, en específico, se ha abierto una clausura de un proyecto de sociedad iniciado en el siglo XIX y que el rasgo sociocultural homogenizante de los últimos cuarenta años se ha encargado de diluir. Asistimos a nuestra propia extinción y en eso continuamos siendo creativos y excepcionales.

O como diría Roque Dalton: «País mío, no existes».

Tomarán décadas para volver a levantar de nuevo una idea solidaria e incluyente de ese país en el que todos y todas nos sintamos pertenecientes. Y esta no es una tarea de la postpandemia: es urgente iniciarla ya.

 

Imagen tomada de https://elsoldeoccidente.com