Ir al contenido principal

Etiqueta: monarquías europeas

Nuevo coloniaje avanza en América. (Parte I – Los reyes con coronas)

Rafael A. Ugalde Q.*

Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: «Cierren los ojos y recen», Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia»; citado por Eduardo Galeano.

Síntesis: En abril de este año, sin no otra pretensión que dar una mirada rápida del saldo dejado por las variadas ”revoluciones“ en nuestra América, comenzamos un proceso de revisión de si es posible en el mundo consolidar una verdadera transformación social, solo a base de organizaciones populares hasta bajo las piedras, pero sin articulación alguna entre si, y menos con alguna estructura cívica, dinámica y preparada estratégica y tácticamente, para superar los ataques desde adentro y el exterior con grades intereses sobre nuestros recursos.

Además, cuál es, en la práctica, el resultado para millones de trabajadores del llamado “reformismo”- que ya nos ocupamos como desgracia generalizada – consolidado a lo largo y ancho de nuestras sociedades Occidentales, unas veces como revoluciones de los “claveles” en Portugal (1975), “primaverales” “aterciopeladas” o “democráticas” en Europa del Este, o bien “ciudadana” de Rafael Correa en Ecuador, “Plurinacional” en Bolivia, entre otras. Sobre el fenómeno del reformismo véase (https://surcosdigital.com/el-reformismo-como-arma-contrarrevolucionaria-en-america-latina)

El presente reportaje se entrega por partes y sintetiza teorías y conceptos, nunca se concibió como cátedra, pues desde el principio se pensó dirigirlo a nuestras mujeres y hombres trabajadoras y trabajadores, estudiantes, profesionales, campesinos, indígenas etc., en lenguaje lo más sencillo posible y separado, recurriendo al periodismo llamado interpretativo de intención – no del que enseñan a los pobres muchachos en Miami -, cogiendo prestado también recursos propios del ensayo, la crónica contemporánea, las ciencias de la comunicación y la literatura, a fin que la economía política, la filosofía o la sociología “estructuralista” o “funcionalista “no nos vayan a quebrar la cabeza.

Todo comenzó en Londres una mañana nublada y bajo una pertinaz llovizna. Durante casi una semana vimos cómo la gente hizo largas filas para llenar de flores los alrededores del Castillo de Windsor, donde vivió la Reina Isabel II (1926-2022).

La Reina estaba triste y esta vez no había suspiros escapados de su boca de fresa. Qué tendrá la Monarca, decían; de su cuerpo escapan unos ruidos terribles y las noches son largas y hasta huele muy mal del Palacio la fuente. Ya no se oye reír ni el cristal de su boca canta a su Pájaro lira, nuestra Reina está triste ¿Qué tendrá la Monarca?

La alerta a los súbditos la dio uno de esos pasquines definidos “prensa del corazón”, gracias a un «safis» filtrado por algún personaje de la Casa Real. Reveló, sin querer queriendo, que su Majestad padecía de insomnio, y cuando conciliaba el sueño, a fuerza de barbitúricos, pocos servidores mostraban interés en acompañarla dentro de su lujosa recámara.

Según el informante del diario, todo se debía a constantes retorcijones de estómago y flatulencias que afligían a la Soberana, hasta entonces, con una salud estable a pesar de su avanzada edad.

Esto obligaba todas las mañanas a consumir incienso traído exclusivamente de Oriente y varios aerosoles de distintas escancias, unos traídos en paquetes, otras compradas en Londres, para mermar por el resto del día el penetrante y molesto olor a Amoniaco ya extendiéndose a otras alcobas contiguas a la de la Reina.

Lo singular del caso es que, gracias a los pestilentes gases palaciegos, el diario vendió ese día toda la edición y, como no abasteció a sus lectores con esta primera impresión, por la tarde, premió a sus fieles compradores, con un tiraje “extra”.

Por eso, los súbditos, no tardaron en reaccionar y empezar a desplazarse hasta los muros del palacio como señal inequívoca de obediencia y renovados compromisos de sumisión hacia su monarquía.

Sí, debe de creerlo, en el continente civilizatorio de América, África y Asia, en pleno siglo XXI, quedan todavía12 monarquías hereditarias en países como España, Bélgica, Dinamarca, Noruega, Suecia, Reino Unido, Países Bajos, Luxemburgo, Liechtenstein y Mónaco.

Sus pueblos logran sostener esta reminiscencia reeditada una y otra vez, porque detrás de la obligación de obediencia, financian asimismo su sumisión con el pago de impuestos sin excepciones.

Reminiscencia porque si, nos acordamos, se sostiene que los primeros reyes de la humanidad, identificados como Alulin o Enmebaragesi, estuvieron asentados en la antigua Mesopotamia.

Lo cierto, sin embargo, es que, los reyes con Corona siguen hoy extendiendo títulos honoríficos, controlando importantes cuotas de poderes políticos y financieros, husmeando todas las áreas del Estado europeo y exigiendo lealtad y manutención de sus excentricidades a millones de vasallos.

Un informe de la revista Forbes del 9 de febrero de 2022 nos cuenta que los españoles gastaron durante 2021 en la Casa Real 8,4 millones de euros, de los cuales el rey cobró 253.850 euros brutos cada año. No parece una cantidad elevada, pero a este monto agregue usted gastos de representación y una larga lista de facturas vinculadas a su alto cargo, desde caza de elefantes en África como recreación, pasando por la atención propia de un caballero para cualquier princesa que se atraviese durante esas necesarias escapadas, hasta llegar a terapias prostáticas de última generación para mantenerse joven y ágiles como un gato.

En contraste, los salarios promedio para los españoles en 2021 nos dan porcentajes verdaderamente repugnantes e inadmisibles, según una revisión de datos oficiales y extraoficiales hecha para esta publicación en SURCOS.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) de España – algo así como el INEC costarricense- situó el llamado “salario modal”, donde dice está el mayor número de trabajadores hispanos, en aproximadamente 19 mil euros anuales.

Si nos situamos en la clasificación denominada como “actividades específicas” – otra forma de clasificar la venta de fuerza de trabajo de los españoles – los varones y mujeres mantienen importantes diferencias salariales, pues los primeros devengan aproximadamente €28 mil anuales (€ 2.333 mensuales) y €23 mil al año para las mujeres (€1916 mensuales).

De esta manera, el verdadero enemigo de la trabajadora y el trabajador está inteligentemente camuflado para liberarse de responsabilidades dentro este modelo de quienes compran el trabajo ajeno y tienen necesidad de venderlo a precio que éstos no definen, promoviendo la lucha irreconciliable entre varones y mujeres por una cuestión de más o menos euros.

Tanto quienes se ubican en el llamado “salario modal” o los denominados trabajadores por “categorías específicas”, no reportan ingresos en especie, como alojamiento gratuito, servicio y cuido de jardines, choferes las 24 horas, médico exclusivo, etc., como sí disfrutan los reyes.

Se cree que con el rey llamado Enmebaragesi, en el sur de la antigua Mesopotamia, fue inaugurada la primera dinastía de la humanidad. (F. Diario Uno).

La Corona española cobró relevancia en los 47 millones 370 mil súbditos en 2020, cuando el rey Felipe VI retiró a su padre la remuneración de €161.000 que recibía, a raíz de numerosos escándalos de todo tipo protagonizados por Juan Carlos I.

No faltaron voces en el Parlamento ni columnistas españoles afligidos por semejante decisión contra un rey que supo mantener a la España post franquista – cínicamente nos decían con estas preocupaciones que ya no hay fascismo en el país – en la senda del desarrollo y la democracia.

Sin embargo, su final fue tal. Se autoexilio fue de lujo en otra monarquía: Emiratos Unidos, donde dicen, tiene grandes inversiones bursátiles e inmobiliarias.

En el Reino Unido, por su parte, la familia real lidera el ranking de lo que cuesta a sus trabajadores ser vasallo de la monarquía. En 2021 contribuyeron con £85,9 millones; seguido por Mónaco (€48 millones), Países Bajos (€44,4 millones), Noruega (€43 millones), Luxemburgo (€17,5 millones), Dinamarca (€12 millones) y Bélgica (€11,5 millones).

Llámense monarquías parlamentarias o constitucionales, la cuestión es que, más de la mitad de la población europea occidental vive bajo ese resabio, vigente por increíble que parezca en el siglo veintiuno y determinando la vida quién sabe por cuántos siglos más.

Sin embargo, la Antigua Sumeria, como se ilustra líneas arriba, nos brinda un retrato sobre cómo entonces el control de aquellos medios de producción y las relaciones productivas lejanas correrá por cuenta de un pequeño grupo con el ejército a su disposición y dotado además de creencias religiosas, leyes, visiones sobre la vida y la muerte, cómo cosechar etc., como instrumental perfecto contra las mayorías que van a aceptar aquello como “normal”.

Cualquier semejanza con los reinos actuales con Corona o sin ella, es mera casualidad; no vaya a aparecer por allí un disociador contra la paz y, niegue a usted, de buenas a primeras, la neutralidad y “buena gente” que es la clase minoritaria, cuando nos dota a las mayorías de Estado, del Derecho, de leyes, la justicia, la religión, las escuelas y universidades para “educarnos” – no para formarnos – por un acto altruista salido de lo más hondo de sus córanos.

En la radio, los telenoticieros, los periódicos, las redes sociales, infinidad de libros, revistas y hasta sus sindicatos y partidos políticos que alguna vez oíste, vistes, perteneces o defendiste, te enseñaron y educaron para que veas el rey con Corona o sin ella como una especie de Dios legitimador.

Su palabra se dice una vez en el Palacio, la empresa o el sitio donde te compran tu trabajo, Los que tienen Corona ya no son “absolutistas”, sino monarcas constitucionales, y quienes no requieren diademas en su cabeza con oro y diamantes incrustados, son personajes dedicados a que vos y yo vivamos en “desarrollo”, su “paz” y “democracia”. Para eso nos educaron.

En todo caso, esto de monarquía “constitucional” o “parlamentaria”, o de reyes sin Corona, es de secundario, porque toda las mayorías debemos obedecer y pagar por ello, sin excepciones.

Es una especie de impuesto por ser vasallos y a la vez ellos nos transmiten esa energía especial solo experimentada por estos monarcas europeos o quienes viven en este lado del Atlántico como reyes, capaces de sentirse Dioses y ejemplares encarnación de bondad para que los adoremos.

Actualmente estas 12 monarquías en la llamada Europa o “cuna de la civilización”, son “soberanas”, “constitucionales”, “parlamentarias” y una “teocrática”, definida esta última así, a fin de guardar las distancia con las existentes en las naciones petroleras, según los entendidos en menesteres de la realeza.

Los británicos sienten devoción por sus reyes. En la foto la extinta Isabel II en el lujoso Palacio de Buckingham durante la coronación de su largo reinado desde 1953. (F. de AP publicada por Infobae).

Las siguientes siete son clasificados simplemente como reinos: Dinamarca, Noruega, Suecia, Reino Unido, España, Países Bajos y Bélgica. Tres son conocidos como principados de Andorra, Mónaco y Liechtenstein. El Vaticano está catalogado como monarquía teocrática. (Ver: Fuente:https://en.wikipedia.org/wiki/Monarchies_in_Europe).

En el viejo continente tenemos, según datos oficiales fácilmente comprobables, que solo en España hay aproximadamente 47.4 millones de súbditos, el Reino Unido tiene 67 millones de feudatarios modernos y en Suecia las personas bajo vasallaje alcanzan los 10.5 millones.

Tanto la realeza británica, española o de los Países Bajos, etc., hoy no han negado sus estrechos vínculos con poderosas familias de banqueros, como la Rothschild o “Casa Rothschild”, que en el pasado se jactaron de “gobernar el mundo”.

Y lo sigue gobernando. Hasta 2023 unos 2.500 de ellos controlaban rutas comerciales, financiaban tecnologías, tenían recursos en la industria de la guerra, las farmacéuticas, entre otras, mientras que Bancos como el JP Morgan Chase, estaba en Occidente encabezando la empresa con mayores activos.

Estas familias o casa de banqueros aparecen ya prestando dinero a las monarquías entre los años 1700 y 1800, cuando controlan además importantes rutas comerciales y administran las riquezas provenientes del inclemente y sostenido saqueo europeo en América.

Ya en 1816, cinco banqueros de esta familia o Casa Rothschild, conocida como la “rama austriaca”, reciben títulos honoríficos de “baronía hereditarias” por los imperios de los Habsburgo, de las manos directas del emperador Francisco I, mientras los miembros radicados en Gran Bretaña son elevados a “nobles”, por la reina Victoria.

El diario español “La Vanguardia” –edición del 18/07/2017 – reseña como en 1592, cuando llegan los europeos a Nuestra América, la monarquía de Carlos V acumulaba cuantiosas deudas, producto de sus guerras, extravagancias y sueños imperiales.

Esta monarquía se ve obligada a buscar desesperadamente financiamiento de otra influyente familia alemana de banqueros llamada los Fugger. que termina siendo tan determinante en Europa como los clanes austriacos e ingleses, hasta nuestros días.

Esta familia financista alemana aparece en el S. XVI como grandes propietarios de tierras, dinero y toda clase de títulos convertibles en fortuna, gracias a una distinguida clientela en las altas esferas del viejo continente que hacían llegar el producto del saqueo en el Nuevo Mundo.

Sin embargo, es ya a partir del siglo XIX, cuando los banqueros y las Coronas europeas se garantizarán, generación tras generación, el control casi absoluto de los pueblos emergentes de lo que ellos llamarán el Nuevo Mundo.

Por tal razón, Carlos Marx (1818-1883), revisando como se origina la acumulación primitiva de riqueza en Europa, no duda en indicarnos, para disgusto de no pocos: «Si el dinero viene al mundo con una mancha de sangre en cada mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo, por cada uno de sus poros, desde la cabeza hasta los pies».

Es al trabajador, la mujer trabajadora, el estudiante, el pensionado, el empleado público, entre otros, a quienes está dirigido por entero este reportaje de varias entregas, en momentos de celebraciones con bombos y platillos de “vida independiente” desde hace más de 200 años en toda América.

Una segunda entrega se referirá a los “Reyes sin Corona” en nuestro continente en una apretadísima síntesis, con palabras sencillas y establecer cómo el capitalismo no es obra de un solo gobierno ni es un accidente.

Por el contrario, notarás sin esfuerzos mayores, que se perfeccionó como sistema y sus mecanismo de expoliación en todos nuestros países creó, igual que en Europa, una clase muy pequeña que despedazó en tiempo récord las sociedades latino-caribeñas, empeñada actualmente en naciones como Costa Rica, Ecuador, Perú, Paraguay, El Salvador, Bolivia, entre otros, a imponernos nos alineemos con el llamado “capital agresivo”, que un pensador ruso, del siglo pasado, llamó “imperialismo”.

Marx, en un intercambio de ideas el 11 de julio de 1868 con su amigo, el médico alemán, Ludwig Kugelmann, volvió a referirse a las palabras arriba citadas y pertenecientes al capítulo XXIV, volumen I, de El Capital.

Sobre cómo esta acumulación primitiva desarrollada por Marx, u originaria, según un periodista y ensayista nacido en Perú – nada querido por la intelectualidad europea, empolvado por la Academia y hasta vilipendiado por algunos socialistas y comunistas de la época, José Carlos Mariátegui (1894-1930), se ve reflejada y perfeccionada hasta el día de hoy, será tema la próxima vez que nos veamos.

Espero para entonces que los ricos y sus súbditos aquí y allá no se hayan enojado mucho, ni tampoco resentido los pusilánimes, los reformistas, los populistas, los izquierdistas tercerizados gracias a oenegés, fundaciones y becas entregadas por embajadas, ni los defensores de quienes pelean ahora y no pelearon ayer por lo poco que quedó de un “estado social” despedazado por los neoliberales, a lo largo y ancho del continente.