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Etiqueta: moral

Juegos inocentes o poderes de la moral ocultos

Adriano Corrales Arias*

¿Será verdad que todo niño, antes de los siete años, tiene poderes ocultos –o percepción extrasensorial– dado que su inocencia –benevolencia– es intrínseca? ¿Podemos proyectar mentalmente el mal hasta materializar el daño? Son cuestiones que se me plantearon al terminar de ver la película Juegos inocentes (“De uskyldige”, 2021), segunda del realizador noruego Eskyl Vogt (la primera se llama Blind, no la he visto), traducida al inglés como The Innocents, y al castellano como Poderes ocultos. El asunto ha sido tratado con exhaustividad, tanto en el cine como en la literatura, para no hablar de la filosofía y la psicología. Sin embargo, la perspectiva de este director (guionista de La maldición de Thelma y La peor persona del mundo de Joaquim Trier) es absolutamente inédita y enigmática. Las vidas privadas de los protagonistas, que entre ellos no se comunican ni se conocen, sirven, cual ácida metáfora, para la eterna pregunta sobre si se nace siendo malo o se hace debido al entorno familiar y social.

La familia de Ida (Rakel Lenora Fløttum), conformada por su hermana mayor Anna (Alva Brynsmo Ramstad) y sus padres, se ha mudado a un nuevo apartamento en un condominio fuera de la ciudad. Anna ha sido diagnosticada con autismo desde muy niña, Ida se siente ignorada y molesta por el cambio y su “responsabilidad” ante su hermana, pero lo único que desea es hacer amigos, jugar, explorar el bosque aledaño y disfrutar del verano. Comete actos “preocupantes”, para nosotros, público adulto, pero que, para un niño, son acciones debidas al nuevo ambiente y sus variados descubrimientos. Hasta que conoce a Ben (Sam Ashraf), un niño que de inmediato hace migas mostrándole su escondite en el bosque y su habilidad para mover objetos ligeros a voluntad. En paralelo, vemos a otra niña solitaria llamada Aisha (Mina Yasmin Bremseth Asheim) que establece una conexión profunda y psíquica con Anna, quien a su vez también posee (¿o adquiere?) poderes especiales. Ida es la única que carece de poder alguno, pero poco le importa pues ha dado con un amigo y posible grupo con quienes conectarse; pronto enfrentará el conflicto con sentimientos encontrados y dudas incomprensibles.

Estamos ante un drama de la soledad, la incomunicación y el crecimiento, pero se nos olvida que es una obra de terror. Ida y Ben pasan un tiempo juntos y ambos parecen compartir cierta moral disociada. En una de las escenas más impactantes y efectivas, Ben arroja un gato desde lo alto para probar que puede caer de pie. Eso y lo que sigue parece mostrar a la niña los límites que no debe traspasar, incluso si no está segura de por qué mata lombrices, gusanos u hormigas por diversión, o tortura en silencio a su hermana dado que esta “no siente”. Ida es un personaje muy complejo y es un gran logro de Eskil Vogt en su construcción más allá del cliché infantil (lo mismo puede decirse en cuanto a la dirección de actores: dirigir niños es difícil y arriesgado; por supuesto, los cuatro, son excelentes actores). Anna no puede comunicarse atrapada en un cuerpo que no le responde, Ida se auto percibe, entonces, en segundo plano ante sus padres y por ello es vulnerable a la influencia externa. Ben vive con una progenitora abusiva y Aisha no sabe cómo ayudar a su madre que llora cuando cree que nadie la está viendo.

La diferencia de la película, lo que a su vez aporta un hálito perturbador, es que nunca abandona la visión ni el mundo infantil –desconectado, por demás, del mundo social adulto y sus prioridades–hecho que la torna más realista (incluido lo “sobrenatural”) cuando vemos la reacción a problemas y miedos propios de esa edad –que nos recuerdan los nuestros– con poderes psíquicos ejercidos como insumo del horror cuando una acción relativamente inocente, como empujar a alguien que te molesta, se convierte en algo cruel y escalofriante. Todo ello se logra, entre otros recursos, por el uso de la cámara subjetiva; la misma se coloca junto a los niños para mostrar sus vivencias, dudas y conflictos. Aunque los padres y otros adolescentes aparecen, la perspectiva de los protagonistas es constante, lo que subraya esa desconexión con el mundo adulto donde las habilidades sobrenaturales suenan a broma o a trucos de magia. Vogt explora el desarrollo moral de la infancia, lo que sucede en un mundo infantil cerrado a los padres con sus propios códigos y reglas, así como el significado de la amistad y, además, lo que implica tener un poder sin responsabilidad ni discernimiento.

La infraestructura familiar –por demás (pos) moderna y funcional, esa fría arquitectura cual escenografía y hábitat de los acontecimientos– aparece también como desconectada de los protagonistas y, por tanto, ominosa como ambiente insano, agresivo y desequilibrado para nosotros, a pesar de su aparente normalidad. Llama la atención que los acontecimientos se suceden durante el verano nórdico y no en sus tenebrosos inviernos, lo que, de alguna manera, grafica la metáfora de la oscuridad en plena luz, o de un ambiente multifamiliar “normal” que esconde, no obstante, un drama maléfico y espeluznante. Así, el director no olvida lo más importante: que el público comprenda que se trata de “niños reales”, no de hijos de un demonio, de un encantamiento o una maldición, ni de héroes o semidioses con poderes mágicos para salvar al mundo. El conflicto alude a que la moral se forma en una etapa harto difícil donde contradecir o desobedecer a los padres –quienes, presuntamente, muestran el camino del bien– también es necesario, aunque en momentos de rebeldía ante el abandono, la indiferencia, el pasado supra genético (migraciones, guerras, racismo, segregaciones, enfermedades, etc.) o el mismo entorno social, puede derivar en acciones crueles que la mayoría oculta por el sentimiento (¿“natural”?) de culpa o se ignoran justificándolo como inmadurez o escasa memoria. 

La narración es lenta, cuasi silenciosa, sin ese soundtrack tremebundo que se acostumbra en el cine corporativo/usamericano. Ello se agradece porque la trama y el conflicto crecen de a poco sin sobresaltos ni trucos gratuitos para mantener la angustia y la atención del público. Siempre que hay protagonistas con poderes especiales la audiencia –entrenada por Hollywood y las plataformas cableras– espera la confrontación que pondría a prueba a los buenos cual fórmula para temer y rechazar lo que sucedería si los villanos “ganaran”. El film aprovecha ese espurio deseo del público para darle un giro novedoso al cliché. Y si el espectador se da la oportunidad de ingresar a un cine diferente con un análisis personal más a fondo, encontrará un desenlace que funciona a la perfección gracias al elenco infantil, la eficiencia del guion, la fotografía y la sutileza de los efectos visuales y sonoros.

El auténtico eje de la historia en  Juegos Inocentes es la salvación o la condena de la moral de Ida en un mundo adulto desconectado (atrofiado) y, por tanto, poco interesado en cuanto a los resultados de esa terrible e implacable lucha de formación psíquico/anímica/emocional ante un mundo confuso y agresivo –amenazante por donde quiera que se le mire: ¿es por allí que se cuela la maldad?– que todos los niños deben librar solos. Es la eterna lucha entre el bien y el mal, pero experimentada desde la supuesta inocencia de una niñez posmoderna con familias disfuncionales en sociedades con anomia.

Programa Alternativas: ¿Qué es la filosofía y para qué sirve?

Se señala que el descubrimiento de la filosofía ocurrió hace unos 2600 años atrás, y se vuelve interesante reflexionar que tanto tiempo después, los debates sobre lo que es esta disciplina y cuáles son sus aportes, sigan tan latentes en la actualidad.

En eso consistió justamente la edición del Programa Alternativas del 9 de septiembre, en el cual, las personas panelistas: Lucía Rincón, Asdrúbal Marín, Mariam Alvares y Eval Araya, se dedicaron a exponer sus argumentos para responder a estas complejas preguntas.

Entre las ideas por resaltar, se explica que uno de los aportes de la filosofía para el mundo occidental, desde sus inicios, tiene que ver con que permitió encontrar y encaminar nuevas respuestas sobre fenómenos comunes y existenciales.

A la filosofía la caracterizan las preguntas, preguntas que surgen desde el sistema de creencias de cada sociedad o desde la misma religión, volviendo clave para esta disciplina la obtención de la “verdad”. Sin embargo, se entiende que la filosofía es una de las muchas herramientas para llegar a esa verdad.

La filosofía no es religión ni ciencia, únicamente busca explicar el mundo a través de la razón. Esto se vuelve trascendental para la evolución de las sociedades, ya que introduce conceptos como la ética, que es la base por ejemplo, para la creación de normas y reglas que median las dinámicas sociales.

Permite entender que la sociedad no está “a la libre”, sino que se compone de sistemas morales que tienen como fin, la construcción de una mejor sociedad, a partir de lo que “debe ser”. Aquí cobra sentido el volver a releer y estudiar los principios idealistas de filósofos como Aristóteles, Maquiavelo, Platón, sobre lo que debe hacer un gobierno, cómo es un “buen líder”, cómo sobrellevar la guerra y vivir en armonía, etc.

Actualmente la filosofía señala incongruencias entre el comportamiento de los seres humanos y lo que dictan sus normas, ya que en muchos contextos predomina la intolerancia, el debate sin evidencia, la deshonestidad, el irrespeto, entre otros principios que no son acordes a los pactos sociales que históricamente se han construido.

Para profundizar sobre estas ideas, puede escuchar el programa completo en el siguiente link: https://www.facebook.com/AlternativasGrecia/videos/514334273862312

La [in]cultura de ir a Disney y ver películas en TV

Mario Solera

El candidato presidencial del partido Progreso Social Democrático, señor Rodrigo Chaves, dijo que “el sector cultura en Costa Rica ha estado abandonado por muchos años”. Esto es cierto, seguidamente menciona “[…] el presupuesto del Ministerio de Cultura se lo comen todas esas organizaciones, la Junta de Administración del Melico Salazar, la Junta de Administración del Teatro Nacional, la junta de administración del museo tal. Pura burocracia […]”. Por otra parte, la señora Pilar Cisneros, candidata a la Vicepresidencia y diputada electa por el mismo partido, ante los problemas fiscales a causa de la pandemia de Covid-19, dijo hace dos años en entrevista a Multimedios canal 8, “[que el país] puede vivir uno o dos años sin cultura”. “Sí, cultura se va a quedar… pero, como dijo don Pepe Figueres “para qué tractores sin violines” y lo comprendo perfectamente, pero vea don Douglas, si usted está hasta aquí (señala su cuello) con su familia, no se va Disney y si no puede ir al cine pues vea las películas que le ofrece la televisión abierta…”

¿Qué entenderán por cultura estas dos personalidades de la política costarricense?

Cultura es una palabra con presencia usual en los medios de difusión y en instituciones de enseñanza general básica o superior. Es de uso común en las personas, como hablar de comida, del clima, de la calidad de vida, etc. Es una palabra que, para las masas, al parecer define algo intangible, o un grupo, generalmente extraño al nuestro, o un pueblo o sociedad distinta a la nuestra. Definir cultura es problemático.

La Antropología vio nacer el término. Para Grimson, la “Cultura” nació con el propósito de oponerse a la “Alta Cultura” y el racismo imperante al buscar diferencias entre distintos grupos humanos con los que se encontró Europa. La primera definición de cultura se opuso a la idea de existencia de personas “cultas” y personas “incultas”. Por ejemplo, en la Europa del siglo XVIII, así como también en la Costa Rica de finales del siglo XIX y prácticamente hasta el presente, se concibe una persona “culta” en tanto sea estudiada y sensible a las artes, la ópera o el teatro, y dueño de ciertas costumbres de etiqueta y vestimenta que lo identifica también como persona perteneciente a grupos pudientes.

Tylor, ante lo expuesto, en 1871 asocia el concepto de cultura a todo aquel conocimiento, tradición, costumbre y hábito inherente a la persona dentro de una sociedad. Dice Tylor: “La cultura… en su sentido etnográfico, es ese todo complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la sociedad.”

Definiciones más cercanas a nuestra época proponen la cultura como “sistemas simbólicos compartidos que son acumulativas creaciones de la mente.”, según dice el reconocido antropólogo, filósofo y etnólogo francés, Claude Lévi-Strauss; o según el lingüista y antropólogo estadounidense, Roger Keesing “las culturas son sistemas que sirven para relacionar a las comunidades humanas con sus entornos ecológicos”.

De esta manera, y de acuerdo con lo dicho por Cisneros, ¿podríamos vivir dos años sin relacionarnos con nuestros entornos ecológicos?, ¿podríamos por dos años dejar de crear sistemas simbólicos acumulativos?, ¿podríamos dejar de tener conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres o cualquiera otra capacidad o hábito adquirido en nuestra sociedad, por dos años? A todas luces, el término cultura, en cualquiera de sus definiciones citadas y otras existentes, es mucho más que ir a Disney o mucho más que ver películas.

Por otra parte, el Ministerio de Cultura y Juventud, junto con sus direcciones e instituciones adscritas, en Costa Rica, es el ente rector oficial de una pequeña parte, denominada “arte”, de esto que hemos tratado de definir como “cultura”; y dado el histórico presupuesto exiguo que tiene, menos del 1% del presupuesto nacional, muchas de sus actividades se deben realizar ad honorem.

Soy músico, profesor pensionado de la Universidad de Costa Rica. Fui funcionario del Ministerio de Cultura y Juventud, así como también miembro, ad honorem, del jurado de Premios Nacionales y del jurado de las Becas Taller otorgadas por este órgano oficial. Conozco muy bien el funcionamiento de este ministerio y sus enormes limitaciones presupuestarias. Por otra parte, he ejercido mi profesión de músico intérprete, tanto en el Valle Central como en las regiones periféricas, y conozco muy bien las necesidades y penurias del mundo artístico.

Ante lo expuesto, me rehúso a pensar que el señor Rodrigo Chaves, con su docta formación económica, reduzca los problemas operativos del Ministerio de Cultura y Juventud, a la burocracia y al supuesto consumo presupuestario de las juntas administrativas. Por otra parte, me rehúso a creer que la señora Pilar Chaves, con docta formación en comunicación, conciba cultura como ir a Disney o ver películas.

El sector cultura, en nuestro país y para la oficialidad, se reduce exclusivamente a las manifestaciones artísticas, las cuales erróneamente, se han visto como accesorias, salvo a comiensos del siglo XX cuando, en la construcción de la nación, los del grupo denominado el “Olimpo”, vieron a las artes y especialmente a la música europea, como una necesidad para educar y presentar a Costa Rica ante el coro de naciones, en tanto república culta y desprovista de bárbaros, entiéndase pueblos originarios o personas “incultas”. En efecto, tiene razón el señor Chaves, este sector ha estado abandonado por muchos años. Esto es grave.

Sin embargo, es más grave aun, el que una diputada electa y un candidato presidencial, a dos décadas de haber iniciado el siglo XXI, mantengan un concepto arcaico y europeizante, es decir, propio de la colonialidad, tratando de demostrar mediante el reductio ad absurdum, que cultura es el Ministerio de Cultura o ir a Disney. Si por la víspera se saca el día, dejaremos de hacer cultura, es decir, dejaremos de tener conocimiento, arte, creencias, derecho, ética, costumbres, hábitos, etc., por cuatro años, en caso de ganar las elecciones este grupo político. Tiene entonces la palabra el partido Progreso Social Democrático, claro, después de estudiar al menos, un poco de antropología.

Los pobres estafados de siempre ¿una vez más?

Hernán Alvarado

 

Los mismos de siempre

Hemos visto, a lo largo de muchos años, que los políticos vienen a pedir el voto a los “pobres”, siempre para sacarlos de la pobreza. Tal como los falsos profetas vienen a pedirles el diezmo, para salvarlos del infierno. Pero, ni unos los han sacado de la pobreza, ni los otros los han salvado nunca del infierno; pues, para empezar, como la Iglesia católica ha reconocido, el infierno no existe, como tampoco ha existido hasta ahora el paraíso de la justicia social. Campaña tras campaña, esos mismos políticos, y sus patrocinadores, se han enriquecido cada vez más, mientras los “pobres” se han empobrecido un día si y el otro también.

Casi todos esos políticos son igualitos, hablan igual, visten igual, prometen lo mismo. Siempre con frases ingeniosas, hacen un esfuerzo por parecer sinceros. A veces hablan con números, con porcentajes y todo, a veces presentan metas, con esa “seguridad” que convence a cualquiera. Los más audaces, hasta dicen que vienen de familias pobres, que son como ellos y conocen sus necesidades. Claro, hace tanto tiempo de eso, que ya nadie en el barrio se acuerda de ellos.

Casi lo mismo

Pero, al final de su respectivo gobierno, volvemos a lo mismo, y su lucha contra la pobreza vuelve a quedar en palabras que se llevó el viento. No obstante, casi todos gastan algo o mucho en estrategias y programas, pero la pobreza sigue aumentando o se mantiene igual, en vez de disminuir. Eso no impide que, cada cuatro años, vuelvan los siguientes políticos con el mismo cuento. A su demagogia habría que sumar las causas estructurales, esas que ninguno quiere reconocer, pues no resulta conveniente admitir, electoralmente, que el sistema capitalista produce pobreza, tanto como produce riqueza.

Este gobierno puede rajar con haber encontrado una estrategia (“Puente para el desarrollo”) con la que ha logrado disminuir, en algunos puntos porcentuales, la pobreza; un avance pequeño, solo que en un tema que tiene años de estar estancado. Pero es un resultado tan frágil como que, si perdiera el PAC, puede que retroceda. En honor a la verdad, si uno de los dos candidatos actuales sabe con propiedad algo sobre este tema, ese es, sin lugar a duda, Carlos Alvarado.

Un nuevo demagogo

Pero ahora ha llegado otro “salvador” de los pobres. Igual a los demás, con el mismo traje y el mismo tono, engaña, promete y miente sin vergüenza. Dice que tiene las manos limpias, pero será por no haber hecho nada que lo haga merecedor de una silla presidencial; ya que, sin haber llegado aún al poder, él y su partido tienen varios cuestionamientos sin aclarar. Además, la gente que ahora le rodea deja mucho que desear. A tales cuestionamientos, ese candidato responde igual que los demás: no sé, no sabía, estamos trabajando en eso, eso es responsabilidad del Comité ejecutivo, ya cumpliremos como es debido, no he leído a mi pastor espiritual, etc.

¿Cómo nos puede librar de la pobreza una persona que no tiene la formación (algo por lo que dice no sentir vergüenza) ni experiencia, ni preparación, ni capacidad para “matar” a este “gigante” de la pobreza; alguien que, como ha quedado claro en los debates, no tiene conocimiento de la gestión pública, ni sabe cómo funcionan las instituciones ni la cooperación internacional? ¿Cómo le podemos confiar esta enorme y difícil tarea a alguien que no sabe cómo financiar las pocas ideas generales que ha manifestado; a alguien que no tiene un plan serio: el primero daba pena ajena y el segundo, publicado a última hora y sin presentar al TSE, da miedo, da cólera y está lleno de plagios?

Particularmente, permítaseme esta digresión, la definición que se establece en ese plan de libertad es, sencillamente, alarmante. Solo es libertad lo que ellos dicen que corresponde a ese otro invento ideológico suyo que es el “cristianismo social”, lo demás es libertinaje. En la página 9 de ese nuevo hechizo, se lee: “Pero libertad no es libertinaje, constituye la decisión de ejercer el libre albedrío y, para nosotros, ello implica la decisión de llevar la vida privada y pública, en apego a la ética cristiana. Libertad, no es libertinaje.”

¿Y quién define esa ética cristiana que debe regir tanto la vida pública como la privada? Ellos mismos, en secreto y a puerta cerrada, según su propia y arbitraria interpretación de las sagradas escrituras, según su moral heterosexual, patriarcal y teocrática. Nadie que ame la libertad puede admitir semejante definición, a penas propia de una dictadura moral y política en ciernes.

Este muchacho se ha contradicho y arrepentido tantas veces como ha creído necesario, para quedar bien con todos sus posibles votantes. Después del resultado será otra cosa y podrá actuar libremente. Lo más concreto que ha dicho, “en secreto”, es que combatirá la pobreza a través de las iglesias evangélicas, que están por todo el país y conocen las necesidades de la gente; algo por lo que la Contraloría General de la República, de llegar a intentarlo, no tardaría en enviarlo a la cárcel.

Después de presentarse como el abanderado de la peor campaña de odio que ha vivido este país en muchos años, de ser el líder de la mayor división de la familia costarricense (no solo de la suya propia, a cuyos primos también han amenazado) mientras se hace pasar por el más ingenuo y bien intencionado de los candidatos, viene a prometerle, a los “más necesitados”, menos que lo mismo de siempre y sin la menor idea de cómo les podría cumplir.

Los más estafados

Por eso, si Restauración Nacional ganara el próximo domingo, peor aún, si ganara con los votos de los más “pobres”, o en su nombre, sería la mayor estafa política de la historia del país. En la primera ronda, se entiende que ganara porque nadie conocía a su candidato; pero, en esta segunda ronda, ahora que lo conocemos, pese al apoyo que ha recibido de los mismos oportunistas de siempre, sería para mí una triste y gran sorpresa que fuera igual.

Los únicos pobres de verdad, hablo de política, son los pobres de criterio u opinión, los que, sin información ni educación, votan por el primero que les promete lo que nunca les cumplirá. Ellos son los analfabetos políticos y no pueden ser el orgullo de ningún candidato, de ningún partido, de ninguna familia, de ninguna sociedad democrática. Aunque lo sean de aquellos que dicen que “Dios” no quiere que piensen sino que obedezcan.

No me refiero, entonces, a los que vivimos en el campo, sencilla y humildemente, bajo el cielo estrellado, cerca del mar, en el corazón de la montaña y al lado de los ríos aún cristalinos. Como ellos lo saben, pobres son otros que viven de espaldas a la naturaleza. Pobre no es quién carece de moneda, quien no tiene esto o aquello, que es lo que cuenta para las estadísticas del INEC; sino aquel que no sabe distinguir entre quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos. Pobre es quien no sabe responder afirmativamente a quienes lo respetan, para seguir a quienes sólo lo utilizan para ganar poder en su nombre y después gobernar, igual que siempre, como les da la gana o, desde luego, solamente para aquellos que los financian, les asesoran o los llenan de “bendiciones” millonarias.

Solo mediante una democracia participativa e incluyente, una democracia real, una democracia viva y dinámica, llegaremos algún día a que esta clase de políticos desaparezca, ojalá para siempre. Mientras tanto, lo mejor es no votar, por simple prudencia, por esos lobos con piel de oveja que han hecho todo lo posible porque no les conozcamos de verdad.

 

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Se renueva un compromiso

Nils Castro

 

Reconocer la enorme obra moral, intelectual y política de Fidel es al propio tiempo asumir un proyecto encaminado a rebasar los siguientes horizontes. No es aceptar una muerte sino asumir la vigencia y desarrollar las conquistas que ese proyecto ya ha logrado, sus experiencias, sus enseñanzas y la proyección de sus ideas para vencer los próximos retos. Como dijo Juan Miguel González ‑‑el papá de Elián‑‑ lo que hoy el pueblo cubano emprende es la renovación de un compromiso. Eso también vale para los demás latinoamericanos y caribeños.

Fidel sigue en la sabiduría, el coraje y la creatividad que él, durante más de medio siglo, sembró en el corazón y en la inteligencia de cada patriota, y en su capacidad para trazar y construir el futuro al que su pueblo aspira y merece. Suena poético y consolador decirse que tras el deceso físico él surcó el viaje del Granma a la inmortalidad, pero esto no es así. Aunque él no vivió para obtenerla, hace mucho que alcanzó la inmortalidad, y no por ello se ha marchado. No hemos participado en una despedida porque Fidel no se ha ido. Como bien sabemos, él está aquí, en cada cubano y cada latinoamericano.

Hace un tiempo alguien dijo: “Hay personas que, para uno, no murieron; poseen una presencia tan fuerte, tan poderosa, tan intensa, que no se consigue concebir su muerte, su desaparición. Principalmente por su continua presencia en los sentimientos y en los recuerdos. Nosotros, no solo yo, sino el pueblo cubano, sufrimos de manera extraordinaria con la noticia de su muerte, aunque no fue inesperada”. Esas palabras las dijo Fidel respecto al Che.[1]

Hemos presenciado la despedida física de otros gigantes de la cultura política latinoamericana, pero nunca cabrá pensar que el torrijismo dejó de vivir o que el chavismo deje de luchar. El fidelismo no es solo un sentimiento del alma: es conocimiento, método y brújula, como también es versatilidad realista, creativa y obstinada para seguir avanzando entre los obstáculos, los riesgos y las oportunidades de un mundo cambiante. Es guía para la acción, y mientras sus discípulos y compañeros sigan sobre su ruta, su creador está vivo.

Todavía falta mucho por hacer, muchos problemas por resolver, mucho futuro por construir ‑‑en Cuba, en Latinoamérica y en el mundo‑‑ y con él unos y otros seguiremos haciéndolo. Mientras prosigamos este esfuerzo, Fidel vive.

[1]. Citado por Ignacio Ramonet en Cien Horas con Fidel, segunda edición, p. 346. Ed. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006.

 

Imagen con fines ilustrativos tomada de www.radiorebelde.cu

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Pensamiento Del Día Para No Quedarse Dormido En El Bus VIII

Macv Chávez - Delirios De Una Neurona

Esta mañana leía el Origen del Hombre de Charles Darwin y entre sus páginas decía: «Haz a los hombres lo que quieras que ellos te hagan, principio sobre el que reposa toda la moral». Después de ello, se viene a mí la cuestión de análisis aplicada a la situación política de nuestro país, llegando a lo siguiente:

El pueblo cuando va a cumplir con su obligación de votar para la elección de los representantes de gobierno (los políticos) no se interesan por conocer o saber de ellos, simplemente va a votar por votar y punto… por tanto, como algunos políticos saben y entienden de moral –y digo algunos por no decir casi la mayoría de políticos tradicionales- se basan de este principio para demostrar en la práctica de sus funciones que no necesitan conocer las necesidades de la población para cumplir con su deber religioso de legislar o gobernar al país, porque para hacer esto sólo se necesita asistir como buen feligrés a su centro de gobierno y emitir normas, leyes, reglamentos, entre otras cosas más, esas que se requieren para que la sociedad marche a buen puerto, logrando así alcanzar el desarrollo socio-económico que se necesita para que los pobladores de la nación tengan una vida digna; pero, como la realidad es otra y dice que se desconoce esas necesidades simplemente por seguir el principio moral del pueblo, los políticos se aprovechan de ello para no cumplir con su razón de existencia…

Por lo que, podríamos decir que este problema de moral nos ha llevado a tener una realidad nacional compuesta por una pésima o degradante seguridad social, ciudadana, laboral, con una baja calidad educativa, gracias a esas normas y leyes que han servido de manipulación política, distracción social, con personas que más parecen bufones o buenos expropiadores sin noción de indemnización… y todo gracias a que nuestro principio moral se ha silenciado y desinteresado de las cuestiones políticas, porque simplemente no nos damos cuenta que todos tenemos responsabilidad social para con nuestros conciudadanas y hasta para con nosotros mismos, porque debemos hacer valer nuestros deberes y derechos, esos que nos ayudarían a decir que vivimos en libertad y no en opresión o cualquier otro régimen parecido, porque no hay libertad sin el pleno ejercimiento de nuestros derechos, esos que conllevan a un deber, porque empieza cuando terminar y termina cuando empieza el de otro.

 

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Pensamiento Del Día Para No Quedarse Dormido En El Bus IV

Macv Chávez

Pensamiento Del Día Para No Quedarse Dormido En El Bus VI

Cuando existen las tempestades de la ira la persona, por su propia naturaleza, tiene dos formas de reaccionar: la irracional y la racional, es decir, animal y humana.

La animal se manifiesta mediante la reacción instintiva, sin evaluar los daños o problemas que pueden suceder a raíz de ello; y la humana según la forma más correcta de hacer las cosas, evaluando o analizando la situación, los daños y perjuicios que el acto podría atraer u ocasionar; y es por esta razón que nuestra forma de actuar va a definir si evolucionamos de nuestra naturaleza animal a la humana o, simplemente, todo lo contrario, es decir, si involucionamos de la humana a la animal…

Pero, ¿qué pasa cuando se vive en una sociedad de animales que parecen humanos? Es un poco complicado de responder, ¿no?…

Pues, sucede que quizás por ser seres imperfectos -con mucha falta de templanza- en situaciones como éstas, a veces, terminemos manifestando nuestra debilidad humana al reaccionar instintivamente ante determinadas situaciones, esas que se suele vivir cuando uno se encuentra inmerso en esa selva de cemento, donde -por muy grande y hermosa que sea su evolución estructural o “cultural”- existe mucha injusticia, malos actos y grandes faltas que mortifican el alma del ser humano porque se desvalora la dignidad humana, esa que muchas veces se suele humillar ya sea por uno mismo o, simplemente, por otra u otras personas; por esto, es muy importante saber reconocer estas dos naturalezas con la finalidad de trabajar en el control de ella para que así gane la humana a la animal; pero no es fácil, cuesta mucha constancia y encontrarse consigo mismo en sí y en el otro.

 

Y ahora me digo: ¡¿Qué tan difícil es vivir en una sociedad como esta?!

 

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Pensamiento Del Día Para No Quedarse Dormido En El Bus III

Macv Chávez

Pensamiento Del Día Para No Quedarse Dormido En El Bus III

Después de andar 3 meses sin leer más que un libro, después de retomar la lectura de forma constante, me quedé con la introducción de un libro, porque con él pude sentir cómo se desesperaban mis conductos neuronales, sentía como si quisieran estallarme las venas, esas que se albergan en mi pobre cabeza, ante la miserable sensación que sentí al ver los grandes logros obtenidos por unos personajes célebres –pero tan humanos como yo- a lo largo de la historia…

¿Cuántas teorías? ¿Cuánto conocimiento que no he logado explorar?… Esa sensación golpeaba seriamente mi ignorancia, hostigándome la vergüenza con las ganas de tirar la toalla, hasta el punto de sentir el miedo de un colapso mental… ¡Con qué ganas quería escapar del deseo de imitar al ratón de biblioteca!…

Creo que este querer rendirse es una sensación de lo más normal… ¡No Más!… Creo que es el miedo el que nos altera seriamente el comportamiento del cuerpo y tan sólo para confundirnos la mente, para hacernos pensar firmemente en desistir del aprendizaje… Creo también que este miedo es un gran alimentador del fracaso… Creo también que este miedo es alimentado por el círculo social del que nos rodeamos, porque a veces tenemos a nuestro alrededor gente que no tiene conocimiento ni ha practicado su capacidad de razonar, que no sabe refutar lo que se le dice, que sólo acata las cosas como si estuvieran programados para comportarse como un robot… Y creo que ser el bicho raro de algún grupo social hace –a veces- que uno deje de alimentar al conocimiento y, por ende, desde el subconsciente se desiste para no sentirse un extraterrestre a lado de los comunes… Pero, también creo que por eso no se puede dejar de ser más humano, porque no podemos dormir a la razón, porque al final si alguien -Platón, Freud, Marañón, o quién diablos fuera,- hizo algo en la historia del conocimiento fue porque simplemente puso a trabajar su lado más humano en beneficio de la búsqueda de la verdad desde su visión del mundo y en comparación con el mundo de los demás, que viene a ser el mundo de todos…

Por tanto, no hay que rendirse, aunque se caiga el cuerpo por lo que pueda estar sintiendo, no debemos rendir ni permitir rendirse al espíritu… ¡Así qué yo no me rendiré!, me pondré a leer un poco más, porque tengo la firme intención de aprender más para poder comprender más nuestro ser seres humanos…

 

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Pensamiento Del Día Para No Quedarse Dormido En El Bus II

Macv Chávez

Macv Chávez - Delirios De Una Neurona

Una mañana encendí el televisor para ver las noticias. El ministro del interior del Perú –hoy ex ministro- contestaba unas preguntas a varios periodistas y, no sé si contestaba las preguntas según el orden o según su conveniencia pero, al menos, dijo una gran verdad: “No se puede desaparecer la delincuencia” –o algo así; lo cierto es que esto es verdad-…

Está claro que es evidente e histórico que no se puede ni se va a poder desaparecer la delincuencia -pero al menos sí se puede disminuir- porque siempre van a existir el flojo o los flojos, vagos improductivos y destructivos, esos que gustan de vivir su vida con los bienes ajenos, sin invertir nada (a los que llamaremos “ilegales” o delincuentes comunes y del que poco hablaremos) o invirtiendo un fuerte capital publicitario para llegar a la bolsa del pueblo (a los que llamaremos “legales” o politiligeros, porque son ligeritos para llenarse los bolsillos y flojos para hacer lo que les corresponde y de forma productiva).

En ambos casos, los dos tipos de flojos, realizan sus fechorías aprovechándose de la confianza de las personas para hacer desaparecer las cosas como si se tratase de un truco de magia; y este acto a los ilegales les toma sólo unos cuantos segundos y a los legales un tiempo bien planificado, sin tanto esfuerzo; y no como aquel hombre sencillo y trabajador, es decir, con tanto sacrificio y esmero, brindando parte de sus fuerzas y capacidades a la sociedad en lo que hace, porque quiere vivir lo más correctamente posible, dentro de su espacio de desenvolvimiento laboral o social, donde intenta llegar a un crecimiento personal mediante el logro de objetivos concretos, según ordena su ética y moral, las que aprendió como parte de su desarrollo para alcanzar una madurez personal.

Por tanto, si queremos encontrar paz y seguridad en la sociedad en la que vivimos, necesitamos cambiar de politiligeros a políticos –porque pienso que el gobierno fue cedido a los políticos por el pueblo porque se les consideró personas fiables –bueno esa es la idea o teoría de la representación política, aunque en la práctica casi no se cumple- para que ellos puedan ayudar a guiar, mejorar o cambiar a la sociedad, mediante el buen gobierno con impulso de la educación, salud y cultura, afianzado sobre las bases morales y éticas que la sociedad adopta como cultura, cultura que debe verse reflejada en los valores y virtudes, esos dos pilares que sólo son capaces de practicar las personas, porque las personas son las únicas entidades vivas que son capaces de practicar a libre elección el ser mejor, el elegir entre el bien o mal, entre lo correcto e incorrecto…

Pero como no podemos fiarnos del todo de los políticos, gracias a su la larga trayectoria histórica y de corrupción, pienso que como buenos ciudadanos y actores sociales estamos llamados y debemos obligarnos a ser parte del grupo de colaboradores del gran cambio, con la finalidad de alcanzar el desarrollo de nuestra sociedad y sino, en todo caso, siempre nos puede quedar cambiar de sociedad, de lugar de residencia, o formar una nueva o, simplemente, aislarse completamente del mundo…

Por tanto, si adoramos nuestro lugar de residencia y tenemos conciencia social, no podemos quedarnos con los brazos cruzados, porque es tiempo de dar un paso adelante y poner nuestro grano de arena en ese cambio social que nuestra nación o ciudad necesita; por eso, hay que hacer que ese cambio sea una obra concreta, una obra constante, una obra que va mejorando nuestro alrededor, que va dando buenos frutos en el pasar del tiempo, porque es tiempo lo que se necesita para poder contar con una buena conciencia sobre la importancia de ser agentes de cambio en nuestra vida diaria en la sociedad, para no estar esperanzados en los políticos, que muchas veces se olvidan para qué se les concede esos puestos representativos… simplemente, es tiempo de ser actores vivos y constantes en este mundo que necesita tanto de un encuentro consigo mismo, con su lado más humano, con la razón de las cosas, con el por qué, cómo y para qué de nuestra existencia.

 

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