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Etiqueta: movimiento progresista

Una alianza para transformar

Oscar Madrigal

Los partidos políticos y los gobiernos de extrema derecha o de ultraderecha, aparecen como anti-sistema, sea enemigos del viejo modelo de gobierno basado en el bipartidismo, la corrupción y los privilegios. Las banderas que levantaron por décadas la izquierda y el movimiento progresista fueron arrebatadas por la extrema derecha, que se rebeló contra un sistema político necrosado, con gangrena.

Esta “rebelión” de la extrema derecha contra ese sistema anquilosado es lo que le genera influencia y apoyo en amplios sectores populares, incluso de los trabajadores y de las trabajadoras. El pueblo ya estaba cansado de tanta promesa que no cambiaba nada.

En Costa Rica ese hartazgo se empezó a manifestar en el gobierno de Laura Chinchilla y fue el partido Acción Ciudadana, PAC, quien logró aprovecharlo; era claro, entre Johnny Araya y Luis G. Solís, que la decisión fue contra el statu quo político corrupto.

El PAC capitalizó todo el malestar popular contra el sistema político desde una perspectiva progresista. En otras palabras, el PAC fue la expresión progresista contra el sistema bipartidista, corrupto y anti-democrático.

El gobierno de Solís rápidamente se distanció de sus postulados anti-sistema para caer en las redes de la politiquería, torpedeado incluso desde sus propias filas por Ottón Solís.

El segundo gobierno fue producto aún de la lucha entre el modelo político corrupto bipartidista (PLN-PUSC) y una nueva forma de hacer política. Ante el peligro de que la ultraderecha neopentecostal tomara el gobierno, las fuerzas progresistas y otras, inclinaron la balanza. Pero ya se percibía en el horizonte a la ultra-derecha queriendo capitalizar todo ese descontento, pero lo reducimos solo a un asunto de derechos sexuales.

La entrega y traición del PAC de Alvarado, entregando el gobierno a la ultraderecha del PUSC, terminó de alejar a los sectores populares de cualquier alternativa progresista. El PAC pagó su traición con la muerte.

Sin embargo, los sectores populares no querían volver al viejo sistema corrupto del bipartidismo y menos después de la enorme decepción del supuesto progresismo proclamado por el PAC. Era preferible un desconocido que Figueres, sin lugar a dudas.

Rodrigo Chaves es la manifestación de la ultraderecha contra el bipartidismo corrupto y ahora contra el progresismo que incumplió con su traición.

Sus improperios contra diputados, jueces, magistrados, universitarios y todo aquel que ose oponérsele, es bien recibido por esa masa que considera que cualquiera que esté mejor es su enemigo y debe ser condenado. Es la gente contra un sistema de justicia que no solo es lento, sino que ha favorecido a los ricos, un poder legislativo improductivo, un sistema tributario inequitativo, pensiones de lujo, etc., que ha calado hondo en las gentes. Aunque, Chaves y su gobierno no han resuelto los problemas más sensibles de la gente, lo apoyan por su actitud contra esos privilegios y corruptelas.

Me refiero rápidamente a estos elementos porque son el contexto en que se encuadra una política de alianzas.

Los retos, peligros y amenazas a los cuales se enfrenta el país son reales e inmediatos y hay que hacerles frente. Por eso ante ello es conveniente una política de alianzas y unidad de puertas abiertas, para aglutinar a todos los ciudadanos dispuestos a detener el deterioro democrático y defender las libertades conquistadas.

Pero la unidad no es para volver al pasado.

La Alianza no puede ser para defender el viejo “orden” del bipartidismo corrupto.

Se trata de una alianza para avanzar, para recuperar el sistema democrático, pero para mejorarlo y ampliarlo, para iniciar una trasformación progresista, sea en bien del pueblo, ante el sistema corrupto del bipartidismo.

Una Alianza para acabar con los peligros del grupo ultraderechista de Chaves y su séquito, pero también para superar el viejo sistema político del bipartidismo-corrupción.

Lo que cambiará post-pandemia

Óscar Madrigal, abogado

Muchas cosas cambiarán después de esta pandemia, pero esas cosas y los asuntos sociales y de Estado no lo harán automáticamente, de manera mecánica, sino que requieren del empuje de los movimientos sociales y políticos para que el país avance. Cuando no se genera una fuerza innovadora, las sociedades se estancan, se inmovilizan y tienden inercialmente por volver al viejo estado de cosas. En estas circunstancias, como lo ha mostrado la historia, por regla general ocurre una descomposición social, que se traduce en más pobreza, desigualdad y desesperación.

De aquí surge la imperiosa necesidad de la articulación del movimiento social y del movimiento progresista para desarrollar un programa que permita a la sociedad costarricense planear y avanzar en un nuevo concepto de sociedad.

Esa nueva alternativa de sociedad deberá fundamentarse en nuevos conceptos. Pienso en los siguientes:

1-. Ciudadanía. La ciudadanía debe concebirse de manera activa, contralora y propositiva. Los ciudadanos dejan de ser solo sujetos de momentos electorales, para asumir el poder ciudadano desde la sociedad misma para pedir cuentas, exigir cumplimiento de promesas o censurar a todos los ciudadanos que ocupan puestos de dirección en el Estado.

2-. Nación. La globalización como ha sido concebida ha mostrado ser insuficiente para afrontar los problemas globales. El concepto de Nación debe ser retomado para asumir el compromiso de desarrollo económico nacional y para exigir normas internacionales que resguarden los intereses laborales y económicos de todos los países.

3-. Soberanía. Solo mediante un concepto de soberanía que recupere el poder de decisión nacional en cuanto al apoyo a la producción nacional, así como la capacidad del país de mantener una política internacional independiente, sea manteniendo una neutralidad y respeto por a la autodeterminación de los países.

4-. Producción. El desarrollo productivo seguido hasta ahora debe cambiar de paradigma. El crecimiento económico desmedido sin considerar a la Naturaleza y la igualdad social es insostenible. El crecimiento del PIB no debe ser un único parámetro de medición de la riqueza social o natural. El respeto por la Naturaleza debe sustentarse en el apoyo y desarrollo de un fuerte movimiento ecologista para revertir los daños que estamos ocasionando a nuestro Planeta.

5-. Igualdad. La brecha social que cada vez se agranda más entre unos cada vez más ricos y otros cada vez más pobres, debe revertirse inmediatamente. La distribución de la riqueza, que es producida por los trabajadores, debe hacerse de manera equitativa. La igualdad de derechos humanos y patrimoniales entre hombres y mujeres es la única forma de mantener un desarrollo realmente humano.

6-. Solidaridad y humanismo. La sociedad debe fundamentarse en nuevos conceptos de solidaridad para que el desarrollo se vea como responsabilidad de todos, pero también para beneficio de todos. El humanismo es el fundamento del respeto a los derechos humanos de todas las personas como un atributo natural: creencias religiosas, preferencias sexuales, políticas, etc., la política es la no discriminación.

La democracia es el mecanismo político que permitirá el acceso de todos los grupos sociales y partidos políticos, en un plano de igualdad, a los medios de comunicación y a los procesos electorales.

Estos son algunos conceptos que debemos asumir para la sociedad post-pandemia. No son, lógicamente, los únicos, ni tal vez lo mejor elaborados, pero pueden ser una base de pensamiento.  De ellos se deducirán medidas concretas, como debe ser.