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Etiqueta: odio

Ante el aumento de la violencia femicida, las mujeres declaramos emergencia nacional

Las mujeres que integramos el Colectivo Mujeres por Costa Rica expresamos nuestra preocupación y enojo por el aumento de los femicidios en Costa Rica. En el año 2024 tuvimos un femicidio cada 15 días y en este mes que recién iniciamos el año 2025: se dan 5 femicidios en 28 días, dos veces y medio más con respecto al año 2024.

Es muy preocupante, además, que la violencia femicida ha tomado formas cada vez más extremas, de tortura y ensañamiento contra las mujeres, prácticas que antes se consideraban exclusivas del narcotráfico y el crimen organizado, las encontramos hoy en las formas en que los hombres deciden acabar con la vida de las mujeres.

Las causas de la violencia son multidimensionales: por un lado, son consecuencia de una desigualdad estructural, política y económica de género, y por otro, responden también a la circulación cada vez más extendida de discursos políticos que utilizan el odio, la confrontación, la burla y la violencia como herramientas para el ejercicio del poder.

Las mujeres no queremos seguir viviendo bajo un estado de permanente amenaza, odio, terror y miedo.

Junto a la movilización social, es urgente que el Estado y sus instituciones cumplan con su deber de garantizar una vida libre de violencia para las mujeres y declarar ya un estado de emergencia.

Basta ya de violencia femicida

La dignidad desencadenada

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Hace algunos años fui invitado por la querida Cynthia Loría a observar la llegada de vuelos de personas deportadas al aeropuerto La Aurora, en Ciudad de Guatemala.

Cynthia es una costarricense radicada en aquel país desde hace años y labora para organizaciones que abordan el tema migratorio a nivel regional.

Siempre le estaré agradecido por la oportunidad que tuve en esa ocasión de constatar la forma como regresan estas personas. Muchas de ellas con la ilusión destrozada, sin esperanza y sin cordones en sus zapatos.

Esto último me pareció curioso y al preguntar la razón, se me respondió que es para evitar algún episodio de auto flagelación durante el vuelo de regreso.

Siempre pensé en la dignidad de quienes ven su sueño truncarse por alguna razón. En ese concepto y lo que implica en una hora de la humanidad en la que pareciera no tener ningún valor ya.

Lo pienso ahora al observar las imágenes de los primeros deportados provenientes de Estados Unidos bajando las escalinatas de un avión recién aterrizado en un aeropuerto en Brasil.

Como si fueran presidiarios condenados, son encadenados en sus manos y pies y así hacen el vuelo, así los obligan a caminar por la pista de aterrizaje mientras esconden sus caras para que la prensa no los capte en su vergüenza, así llegan a sus países de origen.

El odio se ha instalado como bandera.

Y provoca escenas como esta y otras más que se repetirán a lo largo de América Latina, adonde arrojarán a las personas migrantes como si fueran delincuentes o seres humanos descartables.

Temo una escalada de violencia xenófoba. Pero también siento venir la respuesta autónoma de quienes se niegan a encadenar su dignidad.

En esto acompaño las reflexiones de mi querida lectora de tesis doctoral Amarela Varela, que insiste en reconocer la fuerza de la migración y de quienes se movilizan por encima de la pornoindustria de la desafección.

Una manera de cambiar el enfoque victimizante, es reconocerles como sujetos activos y protagonistas de su destino. Apelo a ese enfoque y actitud. Ahí empieza el camino para que su respuesta sea efectiva y contundente. Ahí empieza su recibimiento como lo que son: seres humanos.

¿Qué nos sucede que no despertamos?

Deivis Ovares Morales

Deivis Ovares Morales
Secretario de Organización de UNDECA

Nuestro país es reconocido en el ámbito Internacional como ejemplo de solidez democrática y de resolución de diferencias políticas por medios pacíficos, ante ello deberíamos cuestionarnos y plantearnos seriamente ¿Estamos realmente siendo parte activa e integral de la toma de decisiones y del modelo político económico que prevalece en el país? Para mí la respuesta es No, estamos acostumbrados a que otros escojan conforme a sus mezquinos y convenientes intereses quiénes van a ocupar cargos públicos de toma de decisiones, mismas que indudable e inevitablemente impactarán nuestro diario vivir.

Como costarricenses debemos ocuparnos mucho en reflexionar sobre política y sobre nuestro conformismo, omisión o indiferencia porque como señaló Platón “el precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres”

Eso nos debe llevar a agudizar nuestros sentidos para despertar y observar lo que desde hace tiempo está frente a nuestras narices, y reconocer aunque no nos guste que ellos, (las alcurnias económicas y sus fichajes políticos) sólo cambian la cara y el color pero son la misma élite política mafiosa que nos imponen su corrupción, perpetúan su fraude tributario, siguen escondiendo fortunas de dinero público en paraísos fiscales, debilitan, sabotean y desfinancian las empresas e instituciones estatales para luego ofrecer comprarlas a precios de ganga que ellos mismos deciden en mesas costosas de hoteles o casas lujosas de las que no participan los legítimos representantes populares.

Ellos con sus argucias se adueñan de activos y amplias extensiones de tierras estatales, son los mismos que privatizan los servicios públicos poniéndolos en manos de sus propias empresas, ellos son los mismos que sin ningún escrúpulo causan la destrucción del medio ambiente para adquirir abultadas ganancias individuales.

Son los mismos que han procurado con enfermiza obstinación el deterioro sistemático de los Derechos Humanos Fundamentales como los derechos laborales a la huelga y a la negociación colectiva, pretendiendo coartar libertades e intentando criminalizar derechos históricos de nuestro pueblo como el aún vigente e indomable derecho a la protesta social.

Ellos nos imponen su narcotráfico, la conveniente inseguridad y su ola de crímenes, también nos imponen sus odios por medio de estrategias utilizadas por los más repudiables fascistas, criminales obscenos de la falsedad y la desinformación; podríamos seguir con una larga lista de lo que ellos nos han hecho, nos hacen y nos harán sino hacemos una verdadera introspección de nuestras conductas electorales.

Hace poco escuché un compañero de luchas decir que nuestro concepto de democracia es tan simplista y fugaz que para nosotros la democracia duraba de las 6 de la mañana a las 6 de la tarde de un domingo de febrero cada cuatro años, y para mí lo peor es que en esas 12 efímeras horas lo que realmente hacemos es descartar lo que ellos deciden y escogen.

Creo que en el pueblo y los sectores sociales si realmente queremos un rumbo digno, social, con verdaderos contrapesos y equilibrios debemos tener la sapiencia de no seguir legitimando los intereses de ellos.

Los ejemplos sobran y solo por mencionar algunos es impulsar legislación injusta, retorcida y retrógrada para destruir derechos y limitar libertades como el Combo Fiscal, la Ley Antihuelgas, la Ley Marco de (des) Empleo Público, entre otras, pero aun así no les alcanza, su conspiración es constante, ellos fácilmente se ponen de acuerdo para presentar sus leyes de abolición de la jornada de 8 horas y eliminación del pago de horas extra, nos imponen sus decretos y legislaciones para beneficiarse con los negocios del cáñamo y cogeneración eléctrica, usan la política de forma abusiva y perniciosa para hacer sus leyes y decretos para condonar aranceles a los amigotes de campaña o los que sobre valúan sus unidades de transporte que se queman prestando el servicio en vía pública, en las carreteras deterioradas, construidas por las empresas que ellos mismos contratan facilitada por la Ley de Concesión de Obra Pública que ellos mismos generaron y que en lo más reciente nos ha dejado la Trocha, Cochinilla, Azteca, Diamante, Pista del Aeropuerto de Liberia. Esos deterioros ponen en riesgo al trabajador que conduce unidades de transporte público, los trabajadores que viajan en ellas y a los que con mejores posibilidades viajan por sus medios enfrentando el calvario de tránsito en el que pierde años y años de vida escuchando en cada campaña electoral que ellos tienen la pomada canaria para resolverlo y peor aún con el mayor de los cinismos que tienen “interés en resolverlo”.

Ellos son los mismos que nos imponen leyes que premian la irresponsabilidad fiscal con amnistías tributarias, y sin bastarles, también nos imponen el deterioro sistemáticamente de nuestras columnas de Seguridad Social con el desfinanciamiento de la educación y de la CCSS, bastiones de desarrollo de nuestra sociedad.

Aunque parezca y suene irracional, ante todo ese menosprecio a lo social y lo público, ante ese salvaje avance en la destrucción que nuestras conquistas históricas, absurdamente les seguimos premiando para que nuevamente ejerzan el poder y ¿para qué?, para que nos sigan jodiendo…

Solo quiero terminar con una frase que encierra una gran pregunta y que creo le pertenece a un científico famoso: ¿Por qué esperamos resultados distintos haciendo lo mismo?

¡Reaccionemos!

De enanos y gigantes históricos

Isabel Ducca D.

Uruguay está despidiendo a un gigante histórico. Nos referimos, evidentemente, al revolucionario José Alberto Mujica Cordano, llamado cariñosamente Pepe Mujica. Secuestrado, desde 1972 hasta 1985, por una dictadura militar, impuesta por los Estados Unidos. Padeció la tortura, la cárcel y un trato inhumano por ser parte del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros. Cárcel de la que escapó cavando un túnel y de la que salió para cambiar el fusil por la trinchera de ideas. Fue presidente en ese país del 2000 al 2015. Hoy se despide a los 89 años por padecer un cáncer terminal. En su país y en el mundo entero, hay quienes lo hemos escuchado como se escucha a un sabio. Nos dice en un vídeo que circula por redes sociales:

…Soy feliz … porque la lucha continúa por un mundo mejor. He gastado mi juventud, mi vida y tengo que venir a agradecerles de corazón. Los más jóvenes van a vivir un cambio en el mundo que no ha conocido la humanidad. La inteligencia va a ser tan importante como el capital: lo que significa que la formación terciaria se va a imponer para las nuevas generaciones. Si no somos capaces como país de educar y de formar a las generaciones que vienen van a pertenecer al mundo de los irrelevantes y de los que no sirven ni para que los exploten. … Se precisa un gobierno que abra el corazón y la cabeza con todo el país. … Yo soy un anciano que me voy, pero los jóvenes que están ahí, van a vivir un mundo que no tiene piedad. … Por lo tanto, el desafío de hoy … es tener los medios para desarrollar a las nuevas generaciones. … PARA ESO HAY QUE HABLAR CON TODO EL PAÍS. QUE ESTE PAÍS, POR LO MENOS, ACUERDE CUATRO O CINCO COSAS:

NO AL ODIO

NO A LA CONFRONTACIÓN

HAY QUE TRABAJAR POR LA ESPERANZA” …

En Costa Rica, padecemos todas y todos el afán obsesivo y compulsivo por destruir no solo las instituciones públicas, sino las normas básicas de la convivencia humana: el respeto a la dignidad de todas las personas, la cortesía, la amabilidad, la gentileza, el buen trato y el buen decir.

El insulto es la norma de quien fomenta con regocijo minuto a minuto el odio y la confrontación.

Carece por completo de la mínima compasión y misericordia humana.

Parece ser que fue un auténtico matón de barrio que no superó ese esquema mental de humillar y ofender a las personas vulnerables, como las mujeres, infantes y personas adultas mayores e identificarse con las superiores. Su mente funciona como una escalera: servir a los que están arriba de él para treparse y ocupar su lugar y utilizar a las demás personas. En esa escalera mental, no cabe el argumento, necesita descalificar constantemente para sentir que sube un peldaño.

Como buen enano histórico destila odio y lo promueve porque no tiene más proyecto que servir a sus amos del capital, como lo hizo tal auténtico “Yes man” en el Banco Mundial. De paso, saca tajadas para él.

Pobrecito mi país tan engolosinado con un enano histórico y tan lejos de diferenciar qué es un estadista y un gobernante que ponga siempre por delante el bienestar general de toda la población.

Imagen: Prensa Latina.

El impacto de la prensa deportiva en el fútbol: de la pasión a la violencia

Juan Arguedas Chaverri

Juan Arguedas Chaverri

La prensa deportiva en Costa Rica ha jugado un papel fundamental en el crecimiento y la popularización del fútbol, siendo un vehículo de información clave para miles de aficionados. Sin embargo, en lugar de contribuir a una cultura de respeto y competencia sana, muchos de los programas deportivos han promovido una narrativa que alimenta las rivalidades extremas, el fanatismo y, en ocasiones, la violencia en los estadios.

Recientemente, hemos sido testigos de varios incidentes violentos en estadios como el Ricardo Saprissa y el Alejandro Morera Soto, donde la pasión desbordada de algunos aficionados ha dado paso a enfrentamientos físicos y agresiones. Estos hechos no son un reflejo aislado de una afición «descontrolada», sino que son la consecuencia de una atmósfera tóxica creada en parte por la prensa deportiva.

Al enfocarse en el sensacionalismo, en lugar de en el análisis serio y profesional del deporte, la prensa deportiva ha alimentado durante años una cultura de polarización y confrontación. Los programas, más interesados en generar espectáculo que en fomentar el respeto, han incentivado una rivalidad destructiva, donde los aficionados se sienten llamados a apoyar a su equipo no solo con pasión, sino con hostilidad hacia el rival.

Lo más preocupante es que, tras estos episodios de violencia, la misma prensa que alimentó las tensiones se rasga las vestiduras condenando lo sucedido, sin hacer una autocrítica sobre su responsabilidad en la creación de este clima de odio y agresividad. La violencia nunca es justificable, pero es fundamental reconocer que, al igual que los aficionados tienen su parte de responsabilidad, los medios también deben asumir la suya.

¿Qué deben hacer los medios deportivos?

Es necesario un cambio de enfoque en la prensa deportiva. Si bien es innegable que el fútbol genera pasiones, los medios deben utilizar su influencia para promover una cultura de respeto, tanto entre los jugadores, juntas directivas, como entre los aficionados. A continuación, algunas recomendaciones clave para que los medios dejen de alimentar el fanatismo y contribuyan a una cultura deportiva más sana:

  1. Fomentar el profesionalismo y la objetividad

Los programas deportivos deben centrarse en el análisis serio del fútbol, dejando de lado los chismes y el sensacionalismo. Es importante ofrecer un periodismo que valore el rendimiento de los equipos, las estrategias y el talento de los jugadores, sin caer en la exageración de rivalidades.

  1. Promover el respeto y el juego limpio

El fútbol debe ser un espacio para la unidad, no para la división. Los medios deben centrarse en resaltar los valores del respeto, la deportividad y la convivencia entre equipos y aficiones. Las rivalidades son parte del espectáculo, pero nunca deben promoverse como un motivo de hostilidad y enfrentamiento.

  1. Educar sobre los peligros del fanatismo y la violencia

La prensa deportiva tiene la capacidad de educar a los aficionados sobre los efectos negativos del fanatismo y la violencia. En lugar de glorificar las tensiones entre hinchas, los medios deben utilizar su poder para promover el fútbol como una herramienta de convivencia y no como un campo de batalla.

  1. Involucrar a jugadores y expertos en la conversación

Los jugadores, entrenadores y expertos en fútbol son los principales referentes del deporte. Los medios deben darles un espacio para compartir su perspectiva sobre la importancia del comportamiento dentro y fuera del campo, transmitiendo un mensaje claro de respeto y juego limpio.

  1. Resaltar los aspectos positivos del fútbol

En lugar de centrarse solo en las rivalidades, los medios deben dedicar más tiempo a resaltar historias de unidad, cooperación y superación personal dentro del fútbol. Esto contribuirá a crear una visión más inclusiva del deporte y a alejarlo de la polarización.

  1. Evitar el sensacionalismo.

La búsqueda de audiencia no debe justificar la creación de un clima de confrontación. Los medios deben evitar caer en el sensacionalismo, que distorsiona la realidad y alimenta la agresividad. Un periodismo reflexivo y equilibrado puede tener un impacto mucho más positivo en los aficionados.

  1. Colaborar con autoridades y clubes para prevenir la violencia

La lucha contra la violencia en los estadios no puede ser solo tarea de las autoridades o los clubes. La prensa deportiva debe colaborar con ellos, difundiendo mensajes en contra de la violencia y promoviendo un comportamiento ejemplar entre los aficionados.

  1. Facilitar el debate respetuoso

Los programas deportivos deben ser un espacio donde los aficionados puedan discutir sobre fútbol de manera civilizada y constructiva. La crítica debe centrarse en el juego y la estrategia, evitando los ataques personales y la incitación a la violencia.

Conclusión: Es hora de un cambio en la prensa deportiva

El fútbol es, sin lugar a dudas, una de las mayores fuentes de emoción y pasión en Costa Rica. Sin embargo, esta pasión no debe traducirse en violencia ni en un ambiente hostil. Los medios deportivos tienen una responsabilidad enorme en la creación de la cultura futbolística en el país. Si bien es natural que existan rivalidades, estas deben mantenerse dentro de un marco de respeto y sana competencia.

Es hora de que la prensa deportiva asuma un papel más responsable, promoviendo el respeto, el juego limpio y la convivencia. Solo así el fútbol podrá recuperar su verdadero propósito: ser una fuente de unión y alegría para los costarricenses. Si los medios se comprometen a cambiar el enfoque y promover valores positivos, contribuirán a un fútbol nacional más saludable, donde la pasión por el deporte no se vea empañada por la violencia ni el fanatismo.

Hoy aplaudimos a los Chinaokes… Pero sin olvidar

Por José Luis Amador

José Luis Amador.

Soy uno de los cientos de miles de costarricenses que cada vez en mayor número, nos manifestamos en contra del gobierno de Rodrigo Chaves por su incapacidad para enfrentar los problemas nacionales y por sus enormes vacíos y abandono en salud, educación, seguridad y otros servicios fundamentales para la población. Y encima de esto el engaño que está haciendo al pueblo, llenándolo de odio y trasladando la culpa de su ineficiencia a otros actores.

Es por eso por lo que nos ha parecido de gran importancia la utilización de los Chinaokes de Teletica, para denunciar estas enormes falencias del gobierno en servicios, como el funcionamiento de acueductos, Ebais, deficiencia en seguridad y contención del narcotráfico, bajonazo en los programas de lucha contra la pobreza, inequidad social y otros.

Los ciudadanos hace rato venimos haciendo denuncias sobre estos temas. Pero la visibilización masiva de los Chinaokes, utilizando una emisora de alto rating como Teletica Canal 7, es determinante porque la incidencia de las manifestaciones de los ciudadanos a nivel individual es muy pequeña con respecto al impacto masivo que puede tener un medio de la magnitud de Teletica sobre la teleaudiencia.

No en vano, es que este medio es tan frontalmente adversado por el aprendiz de autócrata que ocupa la silla presidencial en Zapote. Él sabe que debe tener a la gente lejos de Teletica y La Nación. Es por eso por lo que las estigmatiza como “prensa canalla” promoviendo entre los miembros de su capilla que no se expongan a la información de los medios.

La “gran prensa” Teletica, La Nación, Extra, Universidad, entre otros, a los que sumamos varios periódicos electrónicos, tienen la capacidad de confrontar sus voces con el ejecutivo convirtiéndose en un cuarto poder político.

Esa es la razón por la que consideramos a la prensa, como una poderosa y necesaria herramienta y esa es la razón, por la que defendemos la libertad de prensa.

No obstante, pese a que somos defensores de los medios y de la libertad de expresión y de prensa, no se nos olvida que Teletica y La Nación, utilizando ese enorme poder, han sido tantas veces en el pasado, herramienta de los sectores más conservadores y retrógrados del país, actuando muchas veces en contra de los intereses de los trabajadores.

Siempre a favor de los empresarios, siempre a favor de las transnacionales, tantas veces en detrimento de las entidades estatales de servicio público, látigo de opinión que ha servido para fustigar los intereses y las luchas de los trabajadores.

Hoy coinciden con nosotros, los ciudadanos sin poder, y lo celebramos, sinceramente. En esta coyuntura histórica es necesario enfrentar democráticamente al tiranuelo de Zapote, que sueña con vulnerar la Constitución y convertirse en un nuevo Bukele. En este momento tenemos que estar juntos y ojalá pudiéramos estar juntos por mucho tiempo, construyendo un país más democrático igualitario y armonioso.

Pero que sepan los grandes medios que no olvidamos cuál ha sido su papel en el pasado y hacemos un llamado a los trabajadores y a los sectores populares, a no olvidar.

Por lo pronto, sigamos desenmascarando y denunciando el doble discurso del gobierno Chaves Robles, donde se achacan las culpas a otros, pero se desatienden permanentemente los servicios sociales en seguridad, lucha contra el narcotráfico, fortalecimiento de la CCSS, y otros servicios, afectando con ello a los sectores más necesitados y vulnerables del país.

Bien por los Chinaokes.

Los aplaudimos, pero sin olvidar.

La rebelión de los cabreados y el neofascismo

Álvaro Vega Sánchez
Sociólogo

El globalismo neoliberal y libertario (liberticida, Rogelio Cedeño) han enriquecido a un puñado de personas, el 1%, mientras han precarizado a los sectores medios y empobrecido a las mayorías, quienes pagan los platos rotos de sus extravagancias. Ninguna novedad, para quienes consideran que el mundo es de los audaces, y salados los que carecen de esa cualidad; sobrevivan o muéranse.

                Son estos sectores mayoritarios, los cabreados (molestos, enojados, indignados…), quienes en su desesperación se han convertido en la clientela electoral de una “nueva” clase política que les ofrece salir de su condición de marginalidad y precariedad a cambio de su adhesión incondicional. De esta manera, ha sabido aprovechar y capitalizar su enojo, desesperación y resentimiento, utilizando un discurso grandilocuente cimentado en una promesa de futuro próspero en lo económico, socialmente beneficioso y hasta pacífico. Está creando, así, las condiciones para legitimar su autoritarismo antidemocrático -revestido de una falsa democracia-, mostrándose como defensor y garante de derechos económicos y sociales de las mayorías.

                Al respecto, cabe destacar, el señalamiento de Benjamín Tijerina sobre la correlación entre los porcentajes de los electores protestantes, tanto en zonas rurales como urbanas, y a través de todas las capas sociales y generacionales, y los triunfos de Hitler. De ahí, se concluye que el Partido Nacional Socialista no era simplemente un partido de las clases medias radicalizadas, sino un partido popular de la protesta (Tijerina, B. 1998). Efectivamente, en la Alemania de posguerra, primera Mundial, el discurso racista y supremacista de Hitler, así como sus acciones genocidas se vieron favorecidos por las condiciones leoninas y precarias a que fue sometida (Tratado de Versalles). En ese contexto, se supo capitalizar el resentimiento social de las mayorías populares, incluidos por supuesto los protestantes que eran la mayoría religiosa. Un sector de la jerarquía católica y uno minoritario protestante: la Iglesia Confesante, mantuvieron oposición al régimen fascista de Hitler; incluso, uno de sus miembros, el destacado teólogo Dietrich Bonhoeffer, fue víctima y mártir de la causa antifascista.

                Hay un sustrato religioso popular en el apoyo que recibió Hitler de protestantes y católicos, así como por los rasgos propiamente religiosos que asumió el fascismo. Este fenómeno, con nuevos matices, tiende a replicarse en el neofascismo contemporáneo. Gravita con fuerza el factor religioso en su versión tanto secular como confesional. La economía se convierte en religión neoliberal (de mercado, Franz Hinkelammert) y la religión en economía neoliberal (pseudoteología de la prosperidad). Es el revestimiento religioso de la economía y económico de la religión. Por lo tanto, ahora, religión y política no requieren legitimarse recíprocamente, a la manera del régimen de cristiandad, vía lo ideológico, simbólico y ritual -aunque esta legitimación se continúe dando- sino que, manteniendo su “autonomía”, se ven integradas, haciendo causa común alrededor de un proyecto económico y cultural: el neoliberalismo, que se comporta religiosamente, favoreciendo un neoecumenismo de corte fundamentalista. Este fenómeno explica, en alguna medida, la emergencia de los partidos confesionales evangélicos en alianza, siempre, con aquellos sectores y partidos que impulsan el proyecto neoliberal, pero disputándose un espacio propio para acceder al poder.

                De esta manera, el neofascismo ha encontrado asidero político-electoral en esta nutrida clientela de cabreados sociales, que asumen como ideario las nuevas promesas mesiánicas de los “vendedores de prosperidad” (Paul Krugman) de la nueva religión neoliberal. Por lo tanto, no es casual el apoyo, por ejemplo, recibido por Donald Trump en la reciente contienda electoral, tanto por los sectores medios precarizados, también “radicalizados”, y los empobrecidos (contando ahora con un alto porcentaje del voto de afroamericanos y latinos), donde el factor que incidió e inclinó la balanza electoral fue, en buena medida, la promesa de salvación económica. Con un apoyo, desde arriba y desde abajo, avanza peligrosamente, por los derroteros del autoritarismo que induce a nuevos genocidios (hoy, particularmente, de rostro palestino) y ecocidios. El neofascismo neoliberal es intrínsecamente violento; se comporta como un cerco o gueto que está conduciendo al “suicidio colectivo”. A los cabreados se les ofrecerá “pan y circo” (también represión si se portan mal) y, mientras se entretienen, la riqueza seguirá fluyendo hacia arriba.

La prosperidad para todos, al igual que la “paz” que anunciaban los falsos profetas en tiempos de Jeremías, es la gran mentira del neofascismo, que resulta más digerible cuando asume los rasgos de la ficción literaria (la novela como la “mentira bien contada”, con la gran diferencia de que en la literatura esta “mentira” está al servicio de la bondad, la justicia, la belleza…) o se reviste de religiosidad, bajo el carisma de sus agentes (legitimidad carismática, Max Weber) y la fe de unos seguidores, cuyo fanatismo induce al odio y la violencia. El neofascismo se articula, así, desde un discurso de distracción, por lo consolador y lúdico, y socialmente polarizador, por lo confrontativo, apologético y violento.

Un análisis del régimen posfascista de Jair Bolsonaro en Brasil, señala, siguiendo los planteamientos de Antonio Negri, por un lado, que el posfascismo corresponde a una “fase dura” del neoliberalismo, propia de un período donde este se muestra incompetente para generar modelos de equilibrio político, atender las demandas sociales y enfrentar la fuerte resistencia social. Por otro lado, se trata de una transformación autoritaria del Estado para el salvataje del programa neoliberal; un período en el cual se da una “fuerte recuperación de soberanismo”, donde la multitud ocupa el centro de la lucha de clases como protagonista de los procesos históricos; una implosión de esta multitud “en términos de inseguridad económica o ambiental y de miedo al futuro” y de un repliegue sobre la “defensa de la identidad” (Diego Sztulwark https://www.revistaanfibia.com/lula-bolsonaro-neofascismo/)

Sí, estamos ante el avance político de un neofascismo o posfascismo de rasgos decididamente autoritarios y violentos, cimentado, en buena medida, en una religiosidad secular y confesional, que hace causa común alrededor de una promesa de salvación económica (el reino de Dios en este mundo) y de la seguridad que ofrece el retorno de los valores tradicionales para encarar las incertidumbres; desde ahí, utiliza y manipula la desesperación y el desencanto de las mayorías. La rebelión de los cabreados al servicio de sus victimarios.

Sin embargo, ahí donde está su fortaleza también está su talón de Aquiles. Como bien señala Paul Krugman en un reciente artículo, donde el resentimiento está conduciendo al poder a gente mala, este poder no se sostiene a largo plazo, pues cuando despotrican contra las élites la gente comprende que ellos también son elites; asimismo les cobrarán sus promesas incumplidas, y buscarán a quienes procuren decir la verdad. (https://www.nytimes.com/es/2024/12/10/espanol/opinion/elites-multimillonarios-tecnologia-gobierno.html).

                El gran desafío para enfrentar la creciente ola neofascista es continuar develando sus contradicciones, la inconsistencia de su discurso grandilocuente, cínico, demagógico y propiciador del odio y la violencia. “La verdad nos hace libres”.

Un Monumento a la Dignidad para los Trabajadores de la Educación y la Salud

Álvaro Vega Sánchez
Sociólogo

Se dice que en Gran Bretaña hay muchos monumentos de la guerra, pero solo uno en homenaje a los doctores y enfermeras que combatieron en el frente luchando contra la “gripe del Juicio Final”, como se le llamó a la “Gripe Española”. Participaron en el frente de guerra 11.000 médicos de los 22.000 que había, 22.000 enfermeras y 120.000 mujeres en alguna función de enfermería.

Cabe traer a colación la obra La guerra no tiene rostro de mujer de la Premio Nobel de Literatura (2015) Svetlana Alexiévich, donde destaca la diferencia sustantiva entre los relatos de los hombres y de las mujeres sobre la guerra: “La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana. En esta guerra no solo sufren las personas, sino la tierra, los pájaros, los árboles. Todos los que habitan este planeta junto a nosotros. Y sufren en silencio, lo cual es aún más terrible”.

Es posible que, si hubiese prevalecido la mirada, la vivencia y el sentir femeninos, atendiendo a lo señalado por Svetlana, la labor de los trabajadores de la salud, con rostro de mujer, no hubiese pasado desapercibida; tampoco la de los educadores que le indujeron a leer a Dostoievski, como suele suceder, aún en nuestros tiempos. Efectivamente, si de algo adolecemos es de un justo reconocimiento de estos dos apostolados, el de los trabajadores de la salud y la educación, que salvan vidas. Los primeros, promoviendo, previniendo y curando las muchas enfermedades y dolencias del cuerpo y la mente, y los segundos alimentando el espíritu y el intelecto para abrir nuevos y mejores horizontes para alcanzar el bienestar social y humano a través de la ciencia, el arte y la cultura. Se trata de la abnegada tarea de los educadores para forjar una cultura de seres humanos libres, solidarios, justos y pacíficos, así como de los trabajadores de la salud para forjar una sociedad física y emocionalmente saludable, que merecen el más alto reconocimiento, sin mezquindades. Ambos son los pilares sobre los que se construyen sociedades social y ecológicamente sostenibles.

Si algo nos hizo enfrentar, como país, con dignidad el azote de la pandemia producida por el coronavirus Sars-Cov-2 fue, precisamente, haber contado con casas de estudios superiores que formaron al más alto nivel técnico y humanista a nuestros trabajadores de la salud, y con una institución pública como la Caja del Seguro Social, ejemplo insigne de solidaridad y orgullo de todos los costarricenses. Contamos con personal especializado, que supo responder, con profesionalismo, gran sensibilidad y compromiso, ejemplo de solidaridad humana, en tiempos donde la pandemia se convirtió en sindemia: la trágica combinación de crisis sanitaria y precariedad económica y social.

Sin duda, la apuesta por educación para la salud y salud para la educación ha sido la combinación virtuosa y visionaria, especialmente impulsada por quienes forjaron la Reforma Social y la Segunda República a mediados del siglo pasado, atendiendo y acogiendo las voces que clamaron por más justicia social. Una apuesta que ha venido sufriendo el embate letal por parte de fuerzas políticas que dejaron de pensar y actuar solidariamente.

No somos un país de grandes y ostentosos monumentos, y en buena hora. El diminutivo es nuestro favorito en el lenguaje cotidiano; sin embargo, algunas veces nos excedemos en su uso y tendemos a disminuir nuestros mismos logros, cuya grandeza debería ser motivo para celebrar. Más aún, lo peor es la tendencia que prevalece hasta hoy, a saber, la que promueve desde altas esferas bajar el perfil de nuestra valiosa y ejemplar institucionalidad social, y sus principales agentes: los trabajadores de la educación y la salud.

Efectivamente, ambos se han convertido en víctimas de un discurso populista y politiquero por parte de quienes, en lugar de abrirse horizontes propios con dignidad, inteligencia y valentía, buscan elevarse pisoteando los méritos y la dignidad de los demás. Y no se trata solo del comportamiento de algunos de los que nos gobiernan hoy, sino también de quienes desde hace rato vienen orquestando una campaña persecutoria y de mentiras, para desprestigiarlos. Particularmente, aduciendo que los derechos adquiridos son privilegios, obtenidos, según se dice, por prebendas clientelistas o por concesiones gratuitas. Donde hay desviaciones y errores que corregir, sólo ven desorden e ilegalidades intolerables, para llevar agua a sus molinos, polarizando a la sociedad e induciendo al odio y la violencia, instrumentos predilectos de quienes sí buscan actuar al margen de la ley y la institucionalidad, antidemocráticamente.

El cinismo se ha puesto a la orden del día: un diputado o diputada levanta la bandera en contra de los catedráticos “pensionados de lujo”, cuando ese mismo diputado o diputada empieza su labor parlamentaria recibiendo un salario por un monto superior al de un catedrático jubilado con treinta años de servicio, y sin deducciones por contribuciones solidarias. Asimismo, resulta inexplicable la reticencia a reconocer los justos salarios a los trabajadores de la salud, particularmente a los especialistas. Bajo estas condiciones, ¿quiénes van a querer trabajar en educación y salud públicas, exponiéndose además a ser considerados ante la opinión pública como injustamente privilegiados? Sin duda, esta es la fórmula mágica que se viene utilizando para desmantelar el Estado Social de Derecho y privatizar las instituciones más rentables. Parafraseando una pancarta del movimiento social francés: cuando la educación y la salud sean privadas nos privamos de todos sus servicios. El país ha sabido también lograr una combinación virtuosa entre una fuerte institucionalidad de salud pública y una importante institucionalidad privada; ambas de calidad y competitivas, incluso para ofrecer servicios de alcance internacional. Sin embargo, venimos aceleradamente rompiendo este círculo virtuoso al pretender reducir al mínimo el servicio público.

Es tiempo de aprestarnos a corregir errores institucionales sin devaluar y desprestigiar. No tiremos al niño con el agua sucia de la bañera. Asimismo, dejar de levantarse y ganar credibilidad, exaltando los errores de los demás. Sin ser gratuitos, disculpando lo que no debe disculparse, aprendamos a hacer la diferencia con menos aspavientos, sin atizar el fuego del odio, y reconstruyamos la patria sobre los cimientos de la dignificación de todos los trabajadores de este país. Sobre todo, sin mezquindad, reconociendo y valorando el esfuerzo y dedicación de quienes asumen como apostolado su función de servicio público y privado, pensando en el bienestar de todos los costarricenses.

Es tiempo de dignificar la encomiable labor de los trabajadores de la salud y la educación, para garantizar el bienestar en nuestra patria. Hoy más que nunca, hay que renovar el pacto de la educación para la salud y la salud para la educación. Este pacto es la garantía para volver a alcanzar los primeros lugares en desarrollo humano en América Latina, y dejar atrás los que hoy nos colocan entre los más desiguales del mundo.

Una meta encomiable que no se podrá lograr si se continúa pisoteando la dignidad de ambos sectores, algo que se ha convertido en consigna de las principales fuerzas políticas hasta nuestros días, secundadas por los grandes medios de comunicación, al servicio de mezquinos intereses electoralistas y de una élite económica insaciable, que se acostumbró a no pagar impuestos. Necesitamos volver a pensar y sentir como ciudadanos y ciudadanas dignos de una patria digna.

La Cuarta Teoría Política: Un faro para reencontrar la vía costarricense

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez.

Como docente e investigador en el área de Relaciones Internacionales, ha sido un honor tener la oportunidad de entrevistar hace un tiempo al profesor, geopolítico y filósofo ruso Alexandr Dugin, uno de los intelectuales más influyentes del mundo no occidental. Sus ideas no solo han moldeado el pensamiento político de la Rusia contemporánea, sino que también han impactado a numerosos pensadores a nivel global, incluido en Occidente. Paradójicamente, en estas tierras que se proclaman defensoras de la libertad de expresión y de conciencia, su obra ha sido objeto de censuras que contradicen estos principios.

Uno de los aportes más importantes del profesor Dugin, a quien además tuve el agrado de conocer personalmente en Moscú, es su célebre Cuarta Teoría Política, una propuesta disruptiva y audaz que desafía el pensamiento político moderno occidental y sus tres grandes ideologías: comunismo, fascismo y liberalismo. Dugin sostiene que, ante el evidente desgaste de estas corrientes y sus inclinaciones totalitarias, es imprescindible una nueva teoría política que supere las limitaciones de una modernidad atea, materialista y marcada por un nocivo complejo de superioridad. Este modelo ha sido la herramienta central para consolidar la hegemonía política, ideológica y económica de Occidente durante los últimos 500 años, un dominio que su teoría invita a cuestionar radicalmente.

La Cuarta Teoría Política se fundamenta en la premisa de que la modernidad atraviesa una profunda crisis. Esta crisis se refleja en la pérdida de valores tradicionales, reemplazados por un sistema centrado en el materialismo, el consumo desmedido y la ausencia de propósito existencial. El nihilismo actual así lo demuestra en todos los campos. Se traduce, además, en la desintegración de las comunidades, el incremento de la desigualdad social y un vacío antropológico que despoja al ser humano de su conexión con los principios fundamentales que rigen el universo y la existencia misma. En esencia, la crisis de la modernidad es una crisis de sentido, un colapso de las bases éticas y espirituales que históricamente han dado dirección y significado a la vida de la civilización Occidental.

Esta teoría plantea la identidad como fundamento central de la organización política. Esta identidad se entiende como la pertenencia a una comunidad, una cultura y una historia compartidas. El profesor Dugin incorpora el concepto del Dasein o «ser-ahí», desarrollado por el filósofo alemán Martin Heidegger, reinterpretándolo en clave geopolítica para vincularlo al «ser-ahí» de cada pueblo y su desarrollo dentro del espacio y contexto que le son propios. La identidad, según esta visión, no solo nos define como seres humanos, sino que también nos otorga un sentido de pertenencia auténtico, en oposición a ideas impuestas desde posiciones de enunciación que se autoproclaman superiores. Cada pueblo posee su propio logos (racionalidad) y ethos (esencia cultural), los cuales deben ser respetados como expresión única de su devenir histórico y espiritual.

Las tres grandes ideologías de la modernidad han tenido como base sujetos históricos que, en última instancia, niegan a la comunidad y al pueblo como tal. En el fascismo, el sujeto histórico es el Estado o la raza; en el comunismo, la clase proletaria; y en el liberalismo, el individuo. Sin embargo, Dugin sostiene que estos paradigmas son insuficientes para enfrentar los desafíos contemporáneos, ya que fragmentan la esencia colectiva de las sociedades.

Por eso, el planteamiento de este filósofo ruso propone una simbiosis en la que el Dasein de cada pueblo, como sujeto político, sea el eje alrededor del cual giren tanto el Estado como el mercado. Todo ello debe estar fundamentado en las tradiciones y creencias genuinas de cada sociedad, capaces de resistir la manipulación y las imposiciones ideológicas de actores externos. La meta es que cada pueblo encuentre su propio camino hacia el desarrollo, respetando su identidad propia y fomentando relaciones internacionales basadas en el respeto mutuo y la cooperación.

Dugin aboga por un verdadero mundo multipolar, donde las diferentes civilizaciones puedan coexistir sin la dominación de hegemonismos, y en el que la diversidad de creencias, culturas, saberes y filosofías se valore como una fortaleza que enriquezca a la humanidad en su conjunto. A continuación expongo un pequeño extracto de la entrevista que hice al profesor Dugin donde se refiere a la Cuarta Teoría Política:

“La Cuarta Teoría Política es precisamente la crítica radical del liberalismo y al mismo tiempo no tiene nada que ver ni con comunismo ni con fascismo, es la invitación para despertar la imaginación de los pueblos, de las sociedades, para imaginar, crear y proponer alguna cosa más allá del status quo. En las relaciones internacionales, este proyecto de la Cuarta Teoría Política, corresponde orgánicamente a la Teoría del Mundo Multipolar, donde América Latina debe fungir como un polo independiente y soberano, hay que pensar en la integración de los pueblos de toda América Latina basándose en su identidad profunda, tradicional y común para poder crear este polo de la multipolaridad para llevar a cabo esta tercer fase de la liberación latinoamericana que empezó con Bolívar y otros héroes de la región.

Esta es hoy la necesidad porque no es posible superar la unipolaridad actual con socialismo que no provoca ya el entusiasmo popular, o el sobre racionalismo por otro lado, que opone a unos pueblos contra otros y ayuda a los liberales a manipular a la gente. Hay que clarificar esa visión continentalista para desarrollar de manera más clara y transparente esta visión de un futuro común, que es más o menos, lo mismo que el euroasianismo en Rusia, porque en Rusia nosotros queremos juntar los pueblos euroasiáticos alrededor de un destino común. Lo mismo tiene que suceder en América Latina, donde pueda desarrollar su sentido de destino común diferente al de América del Norte, de Europa, de Rusia, del mundo Islámico, no es tampoco necesariamente pro ruso, la Teoría del Mundo Multipolar es objetiva, no sirve a los intereses de unos u otros, porque se trata de crear y defender esta identidad propia de cada civilización”.

Después de estas palabras del profesor Dugin, surgen muchas preguntas y un cúmulo de ideas que invitan a reflexionar sobre cada una de sus afirmaciones, especialmente en relación con el caso costarricense y la coyuntura histórica que enfrentamos. En un contexto de creciente polarización política y odio, la Cuarta Teoría Política se presenta como un llamado a redescubrir la vía costarricense, esa trayectoria histórica que ha hecho de nuestro país un lugar único, con una identidad y una historia propias.

Hechos como el Pacto de Ochomogo, el «comunismo a la tica”, las Garantías Sociales y la abolición del ejército son expresiones del ser-ahí profundo del pueblo costarricense, caracterizado por su solidaridad y su sentido de pertenencia a una matriz común. Estas lecciones del pasado nos recuerdan que nuestro desarrollo debe basarse en nuestra identidad, en nuestros valores, y no en modelos ni modas impuestas desde fuera. La reflexión de Dugin nos invita a pensar críticamente en nuestro propio camino, a fortalecer nuestra identidad y a retomar las raíces que han definido nuestro proyecto nacional. Es tiempo de construir un modelo que honre nuestra historia y proyecte a Costa Rica hacia un futuro auténtico y solidario, en armonía con nuestra propia historia, así como con nuestra esencia como pueblo.

Los aretes y el éxito

Dr. Óscar Aguilar Bulgarelli

En los últimos días hemos visto cómo la idea presidencial de poner aretes al ganado para, supuestamente, controlar su comercialización y el concepto de lo que debe ser el éxito espetado por la diputada Pilar Cisneros en la Asamblea Legislativa, han permitido que aparezcan los más venenosos ataques desde el albañal del oficialísimo.

Por un lado, Cisneros considera que el éxito en la vida de una persona se mide por la acumulación de bienes materiales como un apartamento de lujo. Visión pobre y retorcida de lo que debe ser un ser humano: noble, generoso, amante del servicio a los demás y con una dosis enorme de humanismo. Pero nada de eso se puede esperar de quien dedicó su vida profesional a denigrar a otras personas, atacar a las instituciones, decir en campaña que se puede vivir sin cultura y que no cree en Dios; con semejante pedigree qué se puede esperar sino el ataque y verbo incontenible de improperios y agresiones falsas, propias de quien se proclamó maestra de la mentira del presidente y altos funcionarios.

Pero la diputada no hizo más que ir a la zaga de su compañero de equipo el presidente Chaves que, desde su teatro mediático de los miércoles y los días siguientes, ha hecho gala no sólo de lo más procaz de su lenguaje, sino que también de su capacidad para denigrar y ofender a una persona, como meterse en la vida privada del auditor de la CCSS, que fue el denunciante de los gusanos barrenadores que él introdujo en la institución para destruirla; o la forma impropia de tratar como “diputadilla” a la Lic. Sofía Guillén ignorando que ella es parte de Poder Legislativo, con los mismos derechos y prerrogativas que él como Presidente y que es el que debe dar cuentas de sus actos a los diputados, así que debe respetar para ser respetado; y la flor en el ojal la puso en la zona norte, a donde fue a inaugurar un puente Bailey y que son estructuras provisionales… vaya ridiculez! Ahí se enfrentó a pequeños productores de ganado por los famosos aretes; no solo defendió a los grandes productores, sino que maltrató a aquellos ciudadanos que se atrevieron a confrontarlo insinuando que quienes se oponían a su idea eran contrabandistas, lavadores de dólares, narcos y otras lindezas, al amparo de las ferias ganaderas. Por cierto, vale felicitar a la esposa del señor Alfaro, dueño de algunas de esas ferias por su entereza al darle respuesta firme, enérgica y valiente a un presidente que se va de boca insultando a su familia.

En fin, que el dúo partidario de la autocracia, se retrató de cuerpo entero esta semana, al exhibir lo más procaz de su limitado lenguaje, que solo se amplía para insultar y crear odios desde el centro, no de un apartamento de lujo ni de la casa en Monterán, sino desde su albañal, permanentemente surtido de las aguas negras de su visión materialista de la vida o de dictadura en la función pública a la que aspiran llegar, inspirando odio y resentimientos en sectores a los que creen que podrán llevar a votar por sus súbditos, puestos en las papeletas de algún partido taxi, jalados como ganado , no de las orejas, sino de las argollas propias de animales domesticados.