Skip to main content

Etiqueta: OTAN

Declaración: ¡¡No a la militarización de Argentina!!

Las personas y organizaciones firmantes queremos manifestar nuestra preocupación por una serie de medidas y acciones que está tomando el gobierno del presidente de Argentina, Javier Milei, y que tendrán efectos negativos para su población como para todo nuestro continente y que, además, atentan contra el espíritu de la Proclama de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que el año 2014 declaró a América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

1 – El gobierno del presidente Javier Milei solicitó, en abril del 2024, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que Argentina sea socio global de esta alianza militar. Con este fin, el ministro argentino de Defensa, Luis Petri, se reunió en Bruselas con el secretario general adjunto de la OTAN, Mircea Geoana, y le presentó una «carta de intención” con esta solicitud. Es importante recordar que la OTAN es una alianza militar que ha demostrado a lo largo de su historia un curriculum de asesinatos contra pueblos hermanos. Las intervenciones militares de la OTAN en la ex Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia y Siria han violado los principios esenciales del derecho internacional. Su participación también en la guerra de Ucrania ha alimentado y prolongado una guerra que desde el comienzo se debió resolver mediante el diálogo y negociaciones de paz.

2- Asimismo, el anuncio de la construcción de una “base naval conjunta” entre Argentina con el Comando Sur de los EEUU, en la ciudad de Ushuaia, como la firma de un Memorándum de Entendimiento, del 7 de marzo de 2024, entre el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EEUU y la Inspección General de Puertos S.E de Argentina, la que habilita la construcción de una base militar a la vera del río Paraná, son acuerdos que violan la soberanía argentina al operar una fuerza extranjera en territorio argentino. Apoyamos la campaña del NO a las bases militares extranjeras en América ni en El Caribe.

3 – En diciembre de 2024, mediante decreto el gobierno del presidente Javier Milei dispuso que el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada pueden intervenir en asuntos de seguridad interior, en el resguardo de “objetivos de valor estratégico” los que serán definidos por el mismo ejecutivo. Al mismo tiempo, establece que las Fuerzas Armadas no sólo deben intervenir ante ataques de otros Estados, sino también ante agresiones o amenazas de “organismos paraestatales extranjeros, de organizaciones terroristas u otras organizaciones trasnacionales”. Estos decretos son un claro retroceso y un peligro que nuevamente las Fuerzas Armadas, bajo cualquier pretexto del gobierno, vigilen y repriman a la población civil de su propio país y vuelvan a cometer graves violaciones a los derechos humanos.

4 – A lo anterior, se suma que el gobierno de Milei ha vuelto a reponer los envíos de militares argentinos a entrenamiento a WHINSEC, la sucesora de la Escuela de las Américas donde, entre otros, se entrenaron los dictadores argentinos Jorge Rafael Videla, Leopoldo Fortunato Galtieri y Roberto Viola.

5 – Finalmente, manifestamos nuestra solidaridad con todo el pueblo argentino, con las organizaciones sociales y de derechos humanos, con los sitios de memoria, que permanentemente son atacados, con distintas medidas, por el gobierno del presidente Javier Milei.

Firman,

Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, AFEP, Chile; Coordinadora Americana por los Derechos de los Pueblos; Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos; Comisión de Construcción de Paz, No Violencia y Antimilitarismo de la Alianza Convida 20; Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas (SOAW-Chile); Comité Oscar Romero SICSAL-Chile; Comité de Solidaridad Óscar Romero de Tarragona y Reus, España; Revista El Derecho de Vivir en Paz; Unión Bicentenaria de los Pueblos (UBP), Chile; Comitê Internacional Paz, Justiça e Dignidade aos Povos – Capítulo Brasil; Comitê Carioca de Solidariedade a Cuba e às Causas Justas, Brasil; Asociación Comunidades Construyendo Paz en Colombia – Conpazcol; Escuela Permanente PRAIS, Chile; Corporación 3y4 Álamos, Chile; Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular de El Salvador; Iglesias por la Paz, México; Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad Oscar Arnulfo Romero – SICSAL – México; Comunidad Ecuménica Martin Luther King, Chile; Fundación Pueblo Indio, Ecuador; Fundación Escuela de Paz Colombia; Comité Asamblea Constituyente Chile-Bélgica; Agrupación de Familiares y Amigos de Ejecutado Políticos y Detenidos Desaparecidos de Antofagasta por la Memoria Histórica de Antofagasta, Chile; Frente Comunicacional Anti Imperialista de Nuestra América; Mesa Ecuménica por la Paz – MEP – Colombia; Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia – COMOSOC –; Organization in Solidarity with the Guatemalan People. Revival. Guatemala-Norteamérica; Fundación Cultural ARTIS, Ecuador; SERPAJ-Costa Rica; SERPAJ-México; SERPAJ – Paraguay; Comité de DDHH y Ecológicos de Quilpué, Chile; AfroClimaCC,  República Dominicana; Alianza CONVIDA-20; Centro de Amigos para la Paz, Costa Rica; Fundalatin, Idhes y la Fundación Maruxa Silva, Venezuela 

Firmas individuales: Alicia Lira Matus, presidenta  de AFEP, Medalla de DDHH y democracia 2023 de la U.de Chile; María Stella Cáceres, Museo de las Memorias, Dictadura y DDHH de Paraguay;  Julio Yao, Presidente Honorario y  Encargado del Centro de Estudios Estratégicos Asiáticos de Panamá (CEEAP); Pablo Ruiz, periodista, paz y derechos humanos; Hervi Lara, Comité Oscar Romero, SICSAL-Chile; Georgina Valdovinos Navarro, Chile; Félix Madariaga – Editor www.elindoamericano.cl, Chile; Carmen Diniz, Brasil; María Eugenia Mosquera Riascos, Colombia; Alfonso Insuasty, grupo editorial e investigación Kavilando, Red Interuniversitaria por la paz Redipaz; Juan Alonso Reyes Caceres, Chile; Norma Elena Bregagnolo, Argentina; Manuel O Caceres, Argentina; Nidia Arrobo Rodas, Ecuador; Daniela González López, Coordinadora Internacional del Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos, México; David Barrios Rodríguez, docente universitario, México; Juan Pablo Pérez, Chile; David Barrios Martínez, México; Olivia Gómez, México; Romina Martínez Velarde, México; Gerardo de la Fuente Lora, México; Hraste Aguilar Iván, France; María Rita Rodríguez Saldaña, México; Maria de los Angeles Pensado, México; Denise Melendez Cordova, Chile; Mario Venegas, Estados Unidos; María Elena López Gallardo,  SICSAL, México; José A. Amesty Rivera, Costa Rica-Venezuela; Luis Alonso Vargas Ramirez, Costa Rica; Miguel Orduña Carson, México; Verónica Espinoza Hernández, Chile; Eidy Estacio Grueso, Colombia; Teofanes Josefina Santiago Santiago, México; Ana María Arenas Romero, Costa Rica; Juana Patricia Zavala Matulic, Chile; Luis Javier Angulo Talavera, Perú; Jorge Gálvez, Presidente Unión Bicentenaria de los Pueblos, Chile; Marcos Cruz García, Chile; Viviana Gysling Caselli, Chile; Monica Laucirica, Chile; Marcela Zamora Cruz, Costa Rica; Neris Gonzalez, El Salvador; Ricard Sánchez Andrés, España

Puedes apoyar con tu firma personal y/o de organización en:

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdRa5HC9jfUxX9G49RY2ZmLTnSU4NCZ4vX6s-81DvV5irly7w/viewform?usp=preview

El Mundo quiere Paz ¡No una Guerra Nuclear!

Alerta: La inminente aniquilación nuclear por la guerra y el invierno nuclear amenaza a la humanidad y a la mayoría de las especies existentes

Estamos cada día más cerca de la posibilidad de una guerra nuclear. Los científicos atómicos señalan que la humanidad, en este año 2024, se enfrenta a un nivel de peligro sin precedentes. Debemos responder con urgencia, como si hoy fuera el momento más peligroso de la historia moderna.

Los regímenes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) liderados por los Estados Unidos, quién continúa financiando y enviando armas letales al gobierno de Ucrania, rehúsan sostener negociaciones de paz para acabar con las hostilidades. El conflicto ahora no solo se desarrolla en Ucrania, sino que Ucrania ataca territorio ruso.

En el medio oriente, sigue el genocidio en Gaza, financiado también por los regímenes de la OTAN con la consecuencia de incalculables muertos, devastación no imaginable y pesadillas de brutalidad y dolor extremos. La Corte Internacional de Justicia ha declarado que los Palestinos tienen derecho a ser protegidos de los actos de genocidio, pero sigue impunemente la escalada de agresiones.

La posibilidad de una Guerra nuclear no solo afectaría a Ucrania o Rusia sino a toda Europa y EEUU y el resto del mundo, que estaría no sólo afectado por la contaminación radioactiva sino por el “invierno nuclear”. Costa Rica no escapa – sus habitantes y su biodiversidad tropical están en peligro. La mayoría de las especies no sobrevivirán el invierno nuclear.

Costa Rica en 1967 ratificó el Tratado Tlatelolco que crea una zona libre de armas nucleares en América Latina. Además, junto a 73 países, ratificó el Tratado para Abolir las Armas Nucleares. Estas armas violan el derecho internacional, son inhumanas e indiscriminadas.

Denunciemos los culpables principales: la mafia asociada al complejo financiero anglo-sionista militar industrial que gobierna la mayoría del mundo occidental junto con sus colonias.

Conozcamos de las iniciativas para parar la guerra nuclear y unamos esfuerzos:

  1. La campaña internacional para abolir las armas nucleares
    icanw.org
  2. Radar geopolítico de Alfredo Jalife Rahme
  3. Sputnik mundo
  4. Atilio Boron
  5. hispantv.com
  6. actualidadrt.com
  7. Gabriel García Marquez
  8. Podcasts: Danny Haiphong, Judge Napolitano, Dmitry Orlov, Scott Ritter
  9. Alan Robock – Universidad Rutgers
  10. Tratado Tlatelolco

Chaves y la destrucción de la neutralidad costarricense

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

La neutralidad histórica de Costa Rica ha sido un pilar fundamental de su política exterior, generando enormes beneficios para el desarrollo del país a lo largo de décadas, así como posicionando nuestro nombre en el mundo. En un contexto global marcado por crecientes tensiones geopolíticas, esta postura no solo nos ha permitido posicionarnos como un mediador confiable, sino también mantener relaciones cordiales y constructivas con diversas potencias, independientemente de sus orientaciones políticas o ideológicas. Sin embargo, nunca falta un pelo en la sopa, el gobierno de Rodrigo Chaves parece dispuesto a destruir esta tradición, tomando partido de forma innecesaria y actuando como un brazo ejecutor de los intereses de Estados Unidos en la región, lo que está dañando relaciones estratégicas que llevaban años en construcción.

Una política exterior subordinada

El alineamiento del gobierno de Chaves con las exigencias del norte es evidente. Se ha deteriorado la relación con Rusia, una nación con la que Costa Rica ha mantenido vínculos desde 1872, utilizando como excusa el conflicto en Ucrania. Tanto ha sido así, que el gobierno envió al vicepresidente Stephan Brunner a una “cumbre de paz” organizada por la OTAN en Suiza relacionada con el conflicto en Ucrania, como parte de una campaña global anti-rusa y donde no se invitó a Rusia, un gesto vacío que solo refuerza la percepción de un gobierno sin criterio propio.

Resulta curioso y hasta contradictorio que el gobierno de Chaves, que se autodefine como conservador y cristiano, critique las relaciones con Rusia, un país que comparte muchos de esos mismos valores, especialmente en lo referente a la familia tradicional, mientras refuerza los lazos con Emiratos Árabes Unidos, una monarquía federal sin tradición democrática ni fundamentos cristianos. No estoy en contra de que se fortalezcan las relaciones con Emiratos; al contrario, considero que es una decisión acertada, ya que demuestra que es posible mantener vínculos mutuamente beneficiosos con países cuyas ideologías y sistemas políticos son diametralmente opuestos al nuestro. Esto evidencia que dichas diferencias no tienen por qué ser un motivo de distanciamiento o conflicto.

A esto se suma el distanciamiento con China, con quien establecimos relaciones diplomáticas en 2007 y país que se ha convertido en nuestro segundo socio comercial, utilizando pretextos como el supuesto espionaje de Huawei con el tema del 5G y la influencia del gobierno chino. Espectáculo al que algunos medios de comunicación también se han prestado. Estas decisiones no reflejan una evaluación crítica o autónoma de nuestros intereses nacionales, sino un servilismo preocupante que ignora el contexto global y las dinámicas del Sur Global, del cual Costa Rica forma parte.

La reciente declaración de la embajada china en Costa Rica, rechazando la injerencia de Estados Unidos en nuestras relaciones bilaterales, pone en evidencia la gravedad de la situación. Mientras China muestra disposición para fortalecer vínculos, el gobierno de Chaves se presta para ser un peón en la guerra comercial de Estados Unidos contra la segunda economía más grande del mundo. ¿No es eso acaso dispararnos en el pie? ¿Cuál es el objetivo final, romper con China y volver con Taiwán por el tema de los semi conductores?

Es particularmente alarmante que estas medidas sean selectivas y contradictorias. Mientras se alega moralidad para justificar el distanciamiento con Rusia y China, el gobierno negocia sin reparos un Tratado de Libre Comercio con Israel, pese a los graves crímenes perpetrados por ese gobierno contra el pueblo palestino, algo que el propio Comité Especial de Derechos Humanos de la ONU desde noviembre de 2024 ha calificado de genocidio y a pesar de que existe una orden de captura internacional contra Netanyahu por crímenes de guerra. Este doble estándar muestra una falta de coherencia y pragmatismo en nuestra política exterior que nada tiene que ver con la tradición diplomática del país.

Las consecuencias de un alineamiento innecesario

El distanciamiento de Costa Rica de China y Rusia no solo es absurdo, sino también profundamente contraproducente. No existe ninguna razón lógica para que nos involucremos en disputas geopolíticas que no nos corresponden, especialmente siendo un país sin ejército y con recursos limitados para enfrentar posibles consecuencias económicas o diplomáticas. Rusia y China son actores clave en el escenario global de hoy, guste o no, y Costa Rica debería esforzarse por mantener relaciones constructivas con ambos en lugar de alinearse ciegamente con una potencia que busca imponer su agenda por encima de nuestros propios intereses. Podemos llevarnos bien con todos por igual en el marco del respeto y sin condicionamientos, como lo hemos hecho históricamente a pesar de las turbulencias geopolíticas. Eso es algo que no debemos cambiar por capricho político o intereses particulares de terceros.

Además, es preocupante la ausencia de una crítica seria por parte de los partidos políticos y los medios de comunicación. La falta de perspectiva crítica para cuestionar estas decisiones refleja una peligrosa indiferencia hacia la erosión de nuestra soberanía y neutralidad. Costa Rica no puede permitirse este nivel de ignorancia y complacencia en un contexto internacional tan complejo.

Recuperar nuestra neutralidad

La política exterior de Costa Rica debe regresar a sus raíces: una postura neutral, soberana e independiente que priorice el diálogo, la cooperación y el respeto mutuo. Enemistarse con potencias como China y Rusia no solo es un error estratégico, sino un acto de irresponsabilidad que amenaza nuestra posición en el escenario global. El gobierno de Chaves debe reconocer que la neutralidad no es un signo de debilidad, sino una herramienta poderosa que nos ha permitido prosperar en un mundo de tensiones y conflictos.

Es momento de que los actores políticos serios y pensantes de este país exijan al gobierno una política exterior verdaderamente soberana, guiada por los intereses de Costa Rica y no por los de otros países. La neutralidad no debe ser sacrificada en el altar de intereses ajenos; debe ser defendida como un principio fundamental de nuestra identidad y proyección internacional.

El mundo tal como es (II-III)

Gilberto Lopes

San José, 3 de diciembre del 2024

El genocidio como política

“El genocidio como supresión colonial” es el título del sobrecogedor informe de Francesca Albanese, relatora especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados. Fue presentado a la Asamblea General el pasado 28 de octubre.

Al día siguiente se volvía a hablar de genocidio en la Asamblea General, que inició su debate sobre el impacto del bloqueo que Estados Unidos mantiene desde hace más de seis décadas contra Cuba. Era la 32ª vez que se votaba sobre el tema.

Para el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, el bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos contra su país califica como otro genocidio.

Estados conoce perfectamente que viola la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional con esas medidas que, según el gobierno cubano, representó pérdidas por 5.056,8 millones de dólares, solo entre marzo de 2023 y febrero de 2024.

La destrucción del enemigo

George Kennan (1904-2005), notable diplomático norteamericano, fue un escritor prolífico. En “Around the Cragged Hill”, un libro sobre su visión personal de la filosofía y la política trata de diversos aspectos del mundo en que le tocó vivir. Entre ellos la relación entre la política exterior y los militares.

Ahí discute la idea de destrucción total del enemigo, objetivo de la guerra para los militares. La destrucción por sí misma, afirma Kennan, no está de acuerdo con esa idea. Piensa que el objetivo de la guerra debe ser otro. No se trata de provocar la máxima destrucción del enemigo, sino de cambiar sus políticas, su forma de pensar.

Si ese es el objetivo, no se trata de provocar el máximo daño, sino el mínimo. “Todos vivimos en el mismo mundo; y si el objetivo de la guerra no es el genocidio (¿y quién, el Occidente, puede concebir que ese sea el objetivo?, se pregunta), entonces el propósito de cualquier conflicto militar es no tanto destruir militarmente el enemigo, sino cambiar su actitud”.

Occidente después de Kennan (o la miseria humana como política)

Kennan fue el artífice de la política de contención de la Unión Soviética, en un famoso artículo –The Sources of Soviet Conducts– publicado en julio de 1947, con el seudónimo de “X”.

Fue ciertamente su mayor éxito como diplomático. Tuvo mucho menos suerte después, cuando empezó a revisar sus puntos de vista con respecto a la URSS, a la OTAN, a Ucrania o a la relación de los países bálticos con Rusia. Se lamenta, en su libro, del poco caso que le hicieron, pese a los muchos reconocimientos que recibió.

“Occidente” no está dispuesto a oír las recomendaciones de Kennan. Su visión sobre “Occidente” y el genocidio luce hoy ingenua.

“El genocidio debe considerarse un componente esencial y decisivo del objetivo de Israel de colonizar completamente la tierra palestina expulsando el mayor número posible de palestinos” … ”dentro de un proceso de expansión territorial y depuración étnica que ha durado décadas y cuyo objetivo ha sido aniquilar la presencia palestina en Palestina”, afirma Albanese en su informe sobre la situación en Gaza.

No se puede leer el informe (por lo menos yo no puedo) sin una mezcla de sensaciones que terminan por resumirse en una profunda indignación contra los niveles de miseria humana que ha alcanzado el gobierno de Israel y que el informe de Albanese expone con lucidez y coraje.

“…la conducta general de Israel tras el 7 de octubre ha provocado graves daños psicológicos a todos los palestinos, tanto a las víctimas directas como a los que son testigos desde el exilio.

“El objetivo general es humillar y degradar a los palestinos en su conjunto.

“Se desnuda a prisioneros y se los tortura cruelmente en masa; los cuerpos de adultos y niños se amontonan y descomponen en la calle; los supervivientes se ven obligados a comer alimentos para animales y hierba y a beber agua de mar, o incluso aguas residuales; se ha mutilado a miles de personas, incluidos niños pequeños que se quedaron sin extremidades incluso antes de aprender a gatear; se destruyen hogares y se viola la vida íntima; y no queda absolutamente nada a lo que regresar”.

No se trata de política reciente, sino de una sistemática. “La inquietante frecuencia y crueldad de las matanzas de personas, cuya condición de civiles es conocida, son representativas de la naturaleza sistemática de una intención de destruir. A Hind Rajab, de seis años, lo mataron de 355 disparos después de pasar horas pidiendo ayuda; Muhammed Bhar, que tenía síndrome de Down, murió como consecuencia de un ataque con perros; Atta Ibrahim Al-Muqaid, un anciano sordo, fue ejecutado en su casa, de lo que luego se jactaron en los medios sociales su asesino y otros soldados; varios bebés prematuros fueron abandonados deliberadamente en la unidad de cuidados intensivos del hospital Al -Nasr, donde sufrieron una muerte lenta y sus restos se descompusieron…”

Historias difíciles de imaginar. Estamos lejos del sueño de Kennan, o de una guerra de legítima defensa, de una lucha antiterrorista con la que el gobierno israelita pretende justificar el genocidio. “Está bien establecido que Israel no puede invocar la legítima defensa contra la población que está bajo su ocupación. La potencia ocupante debe proteger, no atacar, al pueblo ocupado”, dice el informe.

El ejército israelí ha transformado Gaza en un lugar inhabitable para el ser humano. “Cuando la polvareda se asiente en Gaza, se conocerá el verdadero alcance del horror vivido por los palestinos”, dice Albanese. Me parece justo que entonces algún otro general obligue a los ciudadanos de Israel a ver la destrucción causada por su ejército en Palestina. Como hace unos 60 años otro general obligó a una población alemana a ver la que su ejército había causado a los judíos.

Cada vez más a la derecha

Nadie puede decir que no sabía lo que está pasando. Y que ya se anunciaba después de los resultados de las elecciones del 1 de noviembre de 2022 y la conformación del nuevo gobierno israelí, el más extremista encabezado por Benjamin Netanyahu, acusado de genocidio por la Corte Penal Internacional.

Un informe de Naciones Unidas, publicado el 20 de septiembre pasado, denunciaba lo que calificó de un “éxodo sin paralelo en años recientes” en Cisjordania, donde los colonos israelíes expulsaban de sus tierras, con violencia, a los palestinos. En un editorial del 5 de octubre, el diario Haaretz denunciaba que en Cisjordania “el gobierno de Netanyahu estaba violando la ley”.

El objetivo de la ampliación de los asentamientos, considerados ilegales por la ley internacional y por la misma ley israelí, es parte de una política prioritaria para el actual gobierno, orientada a la ocupación permanente de Cisjordania, o a su anexión.

Aliado a los ultraortodoxos y al nacionalismo religioso, dos hombres representan con particular saña la orientación extremista del nuevo gobierno.

Residente en Givat Haavot, colonia enclavada en el corazón de Hebrón, Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, “es un activista impenitente que multiplica las provocaciones pavoneándose por los barrios árabes de Jerusalén este y apareciendo junto a las milicias de autodefensa judías”, afirma Alain Dieckhoff, director de investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), la institución de investigación científica más importante de Francia.

El otro es Bezalel Smotrich, líder del Partido Sionista Religioso. “Su vida está totalmente identificada con la colonización judía”, dice Dieckhoff. Nombrado ministro de Hacienda, con competencias específicas en la administración civil de Cisjordania, se ha encargado de promover la expansión de los asentamientos judíos en tierras palestina.

Estados parias

Conocidos los resultados de las últimas elecciones, el presidente norteamericano, Joe Biden, llamó a Netanyahu, para decirle que su compromiso con Israel era “incuestionable”. –¡Felicitaciones amigo!, le dijo.

Como ya lo señalamos, al día siguiente de la presentación del informe de Albanese sobre Palestina, la Asamblea General analizó las consecuencias del bloqueo norteamericano a Cuba.

Para la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) la política de sanciones de Estados Unidos obstaculiza el desarrollo cubano y perjudica el bienestar de su población. La CELAC rechazó la aplicación de leyes y medidas contrarias al derecho internacional adoptadas por Washington, como la ley Helms-Burton, incluidos sus efectos extraterritoriales, así como a la creciente persecución de las transacciones financieras internacionales de Cuba.

El representante permanente de la delegación mexicana ante la ONU, Héctor Vasconcelos y el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, se expresaron contra el embargo. Vieira pidió a Estados Unidos sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo y fomentar un diálogo constructivo, basado en el respeto mutuo y la no injerencia.

El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, calificó de genocidio ese bloqueo económico. Del 18 al 23 de octubre Cuba sufrió un apagón que afectó todo el país. Los hospitales funcionaron en condiciones de emergencia, las escuelas y universidades suspendieron sus clases, la economía se detuvo.

La causa primaria de la falla del sistema eléctrico nacional fue la carencia de combustible que afectó la generación, asociada al estado precario de las plantas. «Ambas consecuencias directas de las medidas extremas de guerra económica aplicadas por el Gobierno estadounidense desde 2019», específicamente diseñadas para impedir los suministros de combustibles y de partes y piezas para sus plantas”, agregó el canciller cubano.

La Corte Penal Internacional reconoció como genocidio la política de tierra arrasada que Israel ha impuesto en Gaza. Crimen que, de acuerdo con el canciller cubano, comete también Estados Unidos con su política de bloqueo a su país. El 30 de octubre la Asamblea General condenó esa violación de la Carta de Naciones Unidas por Estados Unidos, por 187 votos a dos. Nada de eso será acatado por el actual gobierno norteamericano, ni por el que lo sustituirá a partir de enero próximo. Tampoco cesará el genocidio en Gaza, ni la ocupación de Cisjordania, ni habrá respeto por la ley internacional.

No es extraño entonces que los dos países –Estados Unidos e Israel– hayan votado juntos –y solos– contra la condena al bloqueo norteamericano, con desprecio por la voluntad unánime del mundo.

FIN

El mundo tal como es (I-III)

Gilberto Lopes

San José, 1 de diciembre del 2024

Las guerras y las deudas

Con la deuda mundial acercándose a los cien billones (trillion en inglés) de dólares, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda a los gobiernos reducir el déficit y prever nuevas reservas para hacer frente a la crisis que seguramente vendrá, probablemente más pronto de lo que nos imaginamos, advirtió el mes pasado su directora, Kristalina Georgieva.

Las cifras dieron pie a diversas reflexiones. David Dodwell, director ejecutivo del Hong Kong-APEC Trade Policy Study Group, destacó que, en Washington, ven con preocupación como, por primera vez, el servicio de la deuda superará el presupuesto militar: 870 mil millones de dólares, frente a 822 mil millones. Con una deuda de más de 36 billones de dólares, solo en intereses Estados Unidos paga alrededor de 3.000 millones diarios.

Impresionantes también son los datos sobre las consecuencias económicas de la guerra israelí en Gaza: los daños en infraestructura son estimados por organismos financieros internacionales en 18,5 mil millones de dólares. Limpiar 37 millones de toneladas de escombros puede tomar 14 años (o más), mientras que restaurar la economía tomará siete décadas.

En medio de la tragedia humana, de los cerca más de 40 mil muertos, mujeres y niños la mayoría, la economía de Gaza se hundirá un 14% este año, comparado con el año pasado. En todo el territorio palestino ocupado la economía se desplomará un 35%.

La otra guerra, en Ucrania, ha hecho que los gastos militares del país aumenten hasta representar 37% del Producto Interno Bruto (PIB) y un 58% de los gastos del gobierno. En Rusia esos gastos representan casi 6% y 16% respectivamente.

Con las tensiones aumentando en prácticamente todo el mundo, los gastos de la OTAN alcanzaron, el año pasado, 1,34 billones de dólares, de los cuales más de dos tercios corresponden a Estados Unidos. Representaron 55% de los gastos militares mundiales, de acuerdo con el Instituto Internacional de Estocolmo de investigaciones sobre la Paz (SIPRI).

El desorden del mundo

Para ilustrar ese mundo quizás nos sirva la idea de Richard Haass, expresidente del Council on Foreign Relations –un prestigioso think thank norteamericano sobre política internacional–, expuesta en su libro “A World in Disarray”, publicado en 2017, que podemos traducir como “Un mundo desordenado”.

Haass –que, entre otros cargos, fue director del equipo de planificación política del Secretario de Estado Colin Powell, durante la primera administración de George W. Bush– analiza el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, al final de la Guerra Fría. Las cosas se complicaron desde el principio, afirma. Con los rusos derrotados en Afganistán –sus tropas abandonaron el país en febrero de 1989–, Estados Unidos contribuyó a “aumentar los problemas y a humillar” el país, dice Haass. Más importante todavía –agrega– fue la decisión de ampliar la OTAN en los años 90’s, bajo la administración Clinton. Una política que resultó ser “una de las más consistentes y controvertidas de la posguerra fría”.

Las consecuencias de esa decisión han sido analizadas desde los más diversos puntos de vista. Si la OTAN debe subsistir como un pacto militar y Estados Unidos seguir siendo un miembro activo –dijo el notable diplomático norteamericano George Kennan, fallecido en 2005– “yo esperaría que pudiéramos encontrar una manera de no darle el aspecto de una alianza orientada contra ningún país específico, sino más bien como expresión de un interés más duradero en la seguridad y la prosperidad de todos los países europeos de lo que es ahora”.

No ha ocurrido así. La OTAN se expandió hacia el este en diversas olas, de carácter cada vez más ofensivo, dirigidas contra Rusia, hasta que ese avance amenazó con llegar a sus fronteras con Ucrania.

Un mundo unipolar

El presidente ruso, Vladimir Putin, expresó reiteradamente su punto de vista sobre las consecuencias de esa decisión, que hoy son bien conocidas. Su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en 2007, es citado con frecuencia. Entonces el presidente ruso era invitado a esa conferencia. Hoy ya no lo es. Pero volver a ese discurso debería ayudarnos a encontrar una salida al laberinto en que estamos metidos.

Lo que está ocurriendo hoy –dijo entonces Putin– es el intento de introducir el concepto de un mundo unipolar. ¿Con que resultados? Con el abuso de la fuerza militar en las relaciones internacionales, con el desprecio por los principios básicos de la ley internacional, con un Estado -Estados Unidos– saltándose las fronteras nacionales, tratando de imponer un modelo económico, político, cultural. Esto es extremadamente peligroso. El resultado es que nadie se siente seguro, advirtió Putin.

La expansión de la OTAN hacia el este no tomó en cuenta la sugerencia de Kennan, que fue embajador en Rusia en 1952 (donde fue declarado “non grato” por Stalin). Tampoco los líderes políticos de Occidente, en Washington o en Europa, han oído las advertencias rusas sobre los límites de esos avances, ni considerado sus preocupaciones de seguridad. Concluida la Guerra Fría, no fue Moscú quien avanzó hacia el oeste, sino Occidente quien llevó sus tropas hasta las fronteras rusas. ¿Con qué fin?

Olga Khvostunova, del Programa Eurasia del Foreign Policy Research Institute, por ejemplo, se refirió a esas “líneas rojas” establecidas por el Kremlin, cuya violación supondría represalias masivas, incluyendo un ataque nuclear. Las miraba en menos. Khvostunova estimó –en un artículo publicado en septiembre pasado en Foreign Policy– que, a medida en que avanzaba la guerra, diversas “líneas rojas” se cruzaron “sin repercusiones significativas”.

Desde su perspectiva, parece que ni la invasión de Ucrania, en febrero del 2022, ni el uso del nuevo misil balístico hipersónico contra un complejo industrial en la ciudad de Dnepropetrovsk, luego de la utilización por Ucrania de los misiles occidentales para atacar territorio ruso, deben ser vistos como una respuesta a los nuevos avances de Occidente en el escenario de la guerra.

Los analistas del Institute for the Study of War (ISW) -una institución alineada con los intereses de Occidente– estiman que Putin trata de inflar artificialmente las expectativas sobre sus capacidades militares, destacando las características de su nuevo misil. Estiman que esa arma no es más que una adaptación del misil Kedr, que Rusia ha venido desarrollando desde 2018-2019 y no representa un recurso militar novedoso.

La balcanización de Europa

No es la opinión de líderes como el primer ministro polaco, Donald Tusk, una de las voces más agresivas contra Rusia en Europa, para quien “la amenaza de un conflicto global es realmente seria y real”. O para el canciller alemán, que habla de una “terrible escalada”.

Un artículo del diario español El País, del 22 de noviembre pasado –“La OTAN convoca una reunión urgente con las autoridades de Kiev tras el lanzamiento de un misil ruso de nueva generación”–, explica los acontecimientos como una escalada rusa.

Los rusos tienen una visión distinta. Afirman que los misiles estadounidenses, ingleses y franceses, que Ucrania comenzó a utilizar para atacar su territorio, no pueden ser usados sin la participación de personal militar occidental. “Los propios ucranianos no pueden hacer esto”, dijo el portavoz oficial del Kremlin, Dimitri Peskov. El uso del novedoso misil de alcance intermedio “no es una escalada, sino una respuesta a la escalada provocada por Occidente”, afirmó.

El 1 de diciembre Europa giró un poco más a la derecha, en opinión de la periodista Ella Joyner, de la agencia alemana DW. Ese día asumió una nueva Comisión Europea, encabezada nuevamente por la demócrata cristiana alemana Ursula von der Leyen, con la exprimera ministra estoniana, Kaja Kallas, a cargo de la política exterior y el exprimer ministro lituano, Andrius Kubilius, a cargo de defensa, ambos particularmente agresivos contra Rusia.

En su presentación ante el parlamento europeo –que también giró aún más a la derecha en las últimas elecciones– Kallas reiteró la importancia de la victoria de Ucrania y pidió sanciones contra China –que ve como un “rival sistémico”–, por su apoyo a Rusia. “China debe pagar por sus relaciones con Rusia”, afirmó.

Con poco menos de 1,4 millones de habitantes, cerca de 20% de la población de Estonia está en riego de pobreza, según estadísticas oficiales. El Producto Interno Bruto (PIB) cayó un 3% el año pasado. El país se ha mantenido en recesión en 2004 y las previsiones son de un débil crecimiento en los próximos años, como resultado de diversos factores, incluyendo la pérdida permanente de insumos baratos procedentes de Rusia.

En otra cartera clave de la nueva Comisión Europea, la de Defensa, creada expresamente para esta ocasión, el lituano Andrius Kubilius se caracteriza también por su posición particularmente agresiva frente a Rusia, que califica como un Estado patrocinador del terrorismo. Es partidario de incautar los cientos de miles de millones de dólares rusos congelados en Europa, una medida polémica, que otros países europeos ven con más cautela.

En una muestra del clima antirruso que prevalece en los países bálticos, a mediados de noviembre la estatal Radio y Televisión de Lituania (LRT) despidió al periodista Aigis Ramanauskas. Ramanauskas había sugerido matar a quienes ven películas rusas o escuchan música rusa en el país. En su opinión, era indispensable alejar a los niños de esas personas. Ante las reacciones provocadas, se explicó: «Esto es lo que quiero decir a nuestros rusoparlantes: –No, queridos conciudadanos, no insté a que los mataran. No se trataba de ustedes, aunque está claro que odio sinceramente lo que conocemos como ‘mundo ruso'».

Con la política exterior europea en manos de representantes del este europeo; con Inglaterra en franca decadencia, fuera de la Unión Europea; con Francia y Alemania sumergidos en una crisis política y económica, una inevitable tercermundización de Europa, con una derecha extrema controlando el parlamento y la Comisión, con una visión cada vez más provinciana de la política exterior, Europa es, nuevamente, una renovada amenaza para el mundo.

FIN

Un año de barbarie

Oscar Madrigal

Desde el inicio de nuestra lucha entendimos que el terrorismo no era una forma revolucionaria de acercar a las masas al socialismo.

Las acciones terroristas con ejecutadas, por lo general, por un pequeño grupo clandestino que ejecuta acciones pequeñas para asesinar a miembros del ejército o políticos, con el fin de provocar miedo en la población. Desde esta perspectiva, las luchas de masas, las luchas populares no son terrorismo, aunque en ese combate se puedan producir explosiones o ajusticiamiento de esbirros y saboteadores. Las acciones de violencia política no pueden catalogarse de terrorismo.

Sin embargo, su uso se generalizó desde el 11 de setiembre de 2001 y se aplica -según los intereses de los estados- a muchas acciones que son resistencia y lucha política de los pueblos oprimidos.

Por otra parte, el terrorismo más peligroso y letal es actualmente el Terrorismo de Estado. Tan condenable como el de pequeños grupos, el terrorismo de estado es más brutal porque se ejerce generalmente como defensa nacional o defensa del estado por lo que se legitiman la tortura, las desapariciones, el espionaje colectivo o la eliminación selectiva de todos aquellos que puedan ser considerados enemigos del Estado.

En los juicios contra la dictadura de los militares argentinos, éstos argumentaron que la brutal represión se hizo para defender al Estado de las acciones de los subversivos o guerrilleros; la justicia argentina condenó a la cúpula militar argumentando que el Estado no tiene el derecho de actuar ilegalmente, aunque sea para defender la legalidad. El Estado no puede violar los derechos humanos para defenderlos, el Estado de Derecho se defiende conforme a las leyes y la constitución.

Este día se cumple un año de barbarie, de un genocidio pocas veces visto en las últimas décadas de historia. Me llama la atención que los bombardeos y ataques que realizan los que la prensa llama grupos terroristas están dirigidos contra las bases militares e infraestructura militar de Israel, mientas que los bombardeos de Israel -que supuestamente no es terrorista- se dirigen contra hospitales, escuelas, barrios, fábricas, carreteras, de manera indiscriminada y sin importar lo que ellos llaman daños colaterales. El resultado hasta hoy es de 45.000 muertos, 10.000 desaparecidos, en su mayoría niños, niñas y mujeres en Gaza y varios miles de muertos ahora en Líbano.

La guerra de Israel está dirigida por Netanyahu, con orden de captura internacional por la Corte Internacional de Justicia, que es un corrupto condenado por la propia justicia israelí, junto a una camarilla de ultraderecha, ultra nacionalista y racista que ha perdido todo sentido de la razón y los límites. Una camarilla, que, por mantener su impunidad, está acabando con el mismo pueblo israelí, alejando sus fuentes productivas y sembrando traumas de guerra que dejarán solo mentes enfermas dentro de los jóvenes y del pueblo de Israel.

Netanyahu y su camarilla están desquiciados y totalmente fuera de control. Ese engendro se le escapó de las manos a EEUU y la OTAN.

A ningún país le sirve o interesa que esa zona del Cercano Oriente se convierta en un conflicto generalizado solo porque la camarilla de Israel esté interesada en llegar hasta su propia inmolación. Las consecuencias serían desastrosas, no solo por el petróleo sino por el comercio mundial en general.

Según parece el mundo se está hartando de Netanyahu y su camarilla racista. Ya empezó Macron negándose a entregarle más armas a Israel y el gobierno de Biden y Harris parece endurecer sus posiciones.

¿Está pensando EEUU y la OTAN en un recambio en la cúpula israelí?

Netanyahu y su grupo manifestaron que en 4 semanas acabarían con Hamás en Gaza, pero ya pasó un año y la guerra se ha extendido a otras regiones. El pueblo palestino no desaparecerá, al contrario, la solidaridad y el apoyo de todo el mundo lo ha respaldado.

Palestina será libre, y ello cada vez está más cerca.

El nacimiento de un nuevo mundo: La Guerra Fría no ha terminado, ni lo hará de forma pacífica

Gilberto Lopes, en San José
3 de octubre de 2024

Un triunfo completo

El canciller Helmut Kohl y sus aliados en el gobierno de George W. Bush habían logrado todo lo que querían: una unificación rápida y pacífica de Alemania, la promesa de la retirada de las fuerzas armadas soviéticas y la incorporación de la Alemania unificada a la OTAN. Su victoria parecía completa. El balance global del poder se inclinaba pacíficamente a favor de Occidente. Eran los años 90’s del siglo pasado.

El asesor de Seguridad Nacional de Bush, Brent Scowcroft, escribió al presidente a principios de año. Le advertía que el cambio se transformaría en nada si Washington no encontraba la manera de perpetuar su poder en el continente.1

Estados Unidos no quería desaprovechar la situación. Mientras el proceso de unificación de Alemania se aceleraba, también se intensificaban los esfuerzos norteamericanos para asegurar su posición en Europa y su papel en la OTAN.

La Guerra Fría está terminando –dijo Scowcroft– y, cuando termine, “la OTAN y la posición de Estados Unidos en Europa deben seguir siendo el instrumento vital para la paz y estabilidad que heredamos de nuestros predecesores”.

Fue entonces cuando el Secretario de Estado, James Baker, le aseguró a Gorbachov que la OTAN ya no sería una amenaza militar para la Unión Soviética, que se transformaría en una organización de carácter político, mucho más que militar. Gorbachov le respondió que la ampliación de la OTAN hacia el este seguía siendo inaceptable.

Dependientes en lo económico, ocupados militarmente desde el final de la II Guerra Mundial, los países de Europa del este, enfrentados en los años 80’s a las dificultades de la URSS para seguirles suministrando el petróleo subsidiado con el que financiaban sus importaciones, incapaces de pagar sus cuentas, fueron cayendo en manos de los organismos financieros internacionales. Luego, liberados de la ocupación soviética, disuelto el Pacto de Varsovia, se incorporaron paulatinamente en las estructuras del viejo enemigo, la OTAN.

Cuenta por cobrar

No ocurrió lo mismo con Rusia. Kohl había dejado claro que cualquier movida en dirección a la unificación alemana podía ocurrir conjuntamente con esfuerzos para superar la división de Europa, para construir algo así como lo sugerido por Gorbachov cuando habló de una “casa común europea”.

Kohl le dijo a Bush que dada la situación financiera de la URSS, el tema de la incorporación de Alemania a la OTAN era un asunto de “efectivo”. Que Alemania Federal asumiera los compromisos de la RDA con Moscú, pero ahora pagados con marcos. O sea, de cuánto Alemania estaba dispuesta a aportar para que las tropas soviéticas se retirasen y Moscú aceptara su incorporación a la OTAN.

Scowcroft sugirió que pagar 20 mil millones de dólares para asegurar el final de la Guerra Fría en los términos de Washington era un buen negocio.

Pero en Washington, acostumbrados a imponer drásticas reformas económicas a los países endeudados (incluyendo los de Europa del este) la idea no los convencía del todo. Exigían reformas económicas también en la URSS, a las que Gorbachov se resistía. Un proyecto que incluía la privatización de las principales empresas estatales rusas, con la progresiva expansión de los principios neoliberales a todo el mundo. Una cuenta que (por lo menos hasta ahora), no han podido terminar de cobrar, pese a los avances hechos en los corruptos años de gobierno de Boris Yeltsin (1991 y 1999).

País de inmensos recursos, poderoso ganador de la II Guerra Mundial, Rusia pudo resistir a la ofensiva de un Occidente que, al final, tampoco se sintió atraído por la “casa común” sugerida por Gorbachov.

Lo cierto es que la naturaleza política del conflicto desarrollado después de la II Guerra Mundial, del Occidente capitalista frente al socialismo soviético, ocultó su dimensión geopolítica, que emergió con más claridad una vez resuelto lo primero.

Después de un período de transición caótico, disuelta la Unión Soviética, Rusia fue recuperando un lugar en el mundo. En vez de la “casa común europea”, la opción de Occidente (de Estados Unidos y la OTAN) fue la de tratar de cercarla, de avanzar las fronteras de la OTAN hacía el este, sin oír ninguna de las muchas advertencias de que eso era inaceptable para Rusia. Los resultados están a la vista y se desarrollan ante nuestros ojos. Sin que Occidente oiga las advertencias de Moscú sobre las dramáticas consecuencias del intento de derrotar militarmente una potencia nuclear.

Otras circunstancias

Un Gorbachov debilitado había dicho, en otras circunstancias, que el avance de la OTAN hacia el este era inaceptable para la URSS. 35 años después la situación es otra y las consecuencias de los errores de cálculo de Occidente están a la vista.

La Alemania victoriosa de hace tan solo 35 años contrasta con su situación hoy, como evidencia el análisis económico del grupo financiero QNB.

Ejemplo de alta productividad, la economía alemana fue el motor de la europea después de la II Guerra Mundial y de la unificación del país. Fue cuando Kohl impuso a Gorbachov las condiciones para la retirada soviética de Alemania.

Hoy, la economía alemana es señalada como la “enferma de Europa”. Las previsiones son de que crezca un 0,9% anual para el período 2022-2026, muy inferior al ya débil crecimiento de 2% de antes de la pandemia de Covid. Desde su pico, en 2017, la producción industrial ha acumulado una caída de 16%. Unos resultados decepcionantes para una economía que, además de las tendencias negativas del sector industrial, enfrenta importantes obstáculos derivados de las infraestructuras inadecuadas y la pérdida de competitividad, como destaca el informe de QNB.

Por su parte, el triunfo en Washington en la Guerra Fría se cimentó en la política financiera adoptada por el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, durante la administración Reagan. Una política de choque que quebró miles de empresas. Pero los altos intereses inundaron Estados Unidos de nuevos capitales, base de un endeudamiento que es hoy un cáncer que hace metástasis.

El último acto de la Guerra Fría, que entonces se pensó haberse desarrollado en 1990, en realidad se desarrolla ante nuestros ojos. Los dos principales ganadores de entonces –Estados Unidos y Alemania– son hoy dos gigantes con pies de barro, que enfrentan un mundo muy distinto al que derrotaron hace 35 años.

Aunque Moscú no ha confirmado esa noticias, el 1 de octubre el diario alemán Die Zeit anunciaba que el canciller Olaf Scholz quería hablar por teléfono con el presidente ruso antes de la cumbre del G-20, prevista para mediados de noviembre en Brasil, interesado en apoyar una iniciativa diplomática para poner fin a la guerra.

Quizás nada ilustre más claramente el cambio de escenario que la naturaleza de las conversaciones entre Helmut Kohl y Gorbachov en 1990 –cuando los regímenes del este europeo se desmoronaban y la misma Unión Soviética se deshacía–, y la de las eventuales conversaciones actuales, entre Scholz y Putin.

La línea roja

Las dos partes tienen objetivos distintos en este conflicto: Rusia trata de garantizar un entorno seguro, que estima amenazado por una incorporación de Ucrania a la OTAN. No está peleando a miles de kilómetros de su territorio, sino en su frontera.

Esto me parece un elemento esencial para analizar la situación. Especialmente cuando los sectores más agresivos de Occidente afirman que un triunfo en Ucrania solo sería el inicio de nuevas conquistas. Una expectativa imposible de sustentar en el escenario actual, ya sea el político o el militar.

La única “línea roja” entre Occidente –específicamente entre Washington y Moscú– es algo que obligue a una de las partes a escalar drásticamente el conflicto, estimó Sergey Poletaev, un analista especializado en política exterior rusa, en un artículo publicado la página rusa RT el pasado 30 de septiembre.

Para la subsecretaria de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional de los Estados Unidos, Celeste Wallander, un triunfo de Rusia en Ucrania pondría en duda la posición global de Estados Unidos.

Para la exprimera ministra de Estonia, Kaja Kallas –representante de las posiciones antirusas más extremas y que sustituirá al español Josep Borrel como encargada de la política exterior de la Comisión Europea–, “los ucranianos no luchan solo por su libertad y su integridad territorial. Luchan por la libertad de Europa. Si los rusos triunfan vendrán por más, porque nada los detendrá”.

Para el exprimer ministro británico, Boris Johson, que tuvo un papel decisivo en rechazar cualquier acuerdo de paz antes de que estallara la guerra, “Occidente obtiene grandes beneficios de la guerra de Ucrania”. “Kiev está luchando por nuestros intereses, a un costo relativamente pequeño”, agregó. Un costo que supera ya los 200 mil millones de dólares, que economías como la británica, o la francesa, o la misma norteamericana, profundamente endeudadas, solo pueden sufragar al costo de profundizar esos desequilibrios.

Como dijo el exSecretario de Estado de la administración Trump, Mike Pompeo, la expectativa es que, si logran derrotar a Moscú, Estados Unidos debería convencer a los rusos de unírseles para enfrentar juntos a China.

No parece una expectativa realista. El presidente ruso anunció, en septiembre, su nueva doctrina sobre el uso de armas nucleares. “Nos reservamos el derecho a utilizar armas nucleares en caso de agresión contra Rusia y Bielorrusia. Las armas nucleares pueden utilizarse si un enemigo supone una amenaza crítica para la soberanía de cualquiera de los dos Estados, aun mediante el uso de armas convencionales”.

Mientras Occidente sueña con incorporar, finalmente, Rusia a su mundo y completar así una obra que parecía terminada con el fin de la Guerra Fría, eso resulta hoy una aspiración que luce del todo imposible.

Sin embargo, considerando las capacidades militares en juego, no se puede descartar que el resultado termine siendo –ahora sí– una solución definitiva…

Corresponde al resto del mundo hacer los esfuerzos necesarios para evitar esa locura.

___________________________________________________

NOTA

1 Detalles de estas historias están contadas en el notable libro de Fritz Bartel, The triunph of broken promises. Harvard University Press, 2022.

Revanchismo: el peligroso sustantivo que Alemania y Japón susurran cada vez más alto

Félix Madariaga Leiva

Félix Madariaga Leiva
Periodista

Sigue aumentando la preocupación internacional ante el conflicto que desde hace más de dos años enfrentan la Federación Rusa y Ucrania, una “guerra” construida a tablero desde occidente con la clara intención de derrocar o al menos debilitar el gobierno de Vladimir Putin. Muy tarde Ucrania se dio cuenta de haber caído en una trampa al decidir enfrentarlos. Estados Unidos estaba usando al extenso y estratégico país de Europa Oriental como carne de cañón contra Rusia. Lástima lo tardío de su reacción porque ni Estados Unidos ni Europa han sido los aliados que esperaban; el fallido intento de Estados Unidos de integrar a Ucrania en la OTAN no tenía otro objetivo que rodear a Rusia con bases militares, apuntando hacia Moscú misiles nucleares para no dar a Rusia tiempo de reacción ante un ataque. Estados Unidos nunca aceptaría la instalación de bases de un adversario tan cercanas a su territorio. Claramente para ellos sería un acto hostil, pero como ya hemos visto en innumerables ocasiones, la política norteamericana aplica para el resto del mundo la ley del embudo.

Es evidente que Chile no está cerca ni participa en primera persona, miles de kilómetros nos separan de ese conflicto bélico, que ilusamente pensamos -que al no alcanzar nuestras fronteras- no nos afectará. Sin embargo, sabemos que este conflicto podría escalar aún más con el involucramiento activo de actores como Alemania y Japón – aliados estratégicos de la OTAN; el primero miembro activo de la organización desde 1955 y el segundo que aunque no es parte de ella, es un aliado clave y se relaciona a través de acuerdos y programas personalizados; ambos países en una carrera armamentista sin precedentes, ambos países con políticas revanchistas.

De hecho, en diciembre de 2024 el primer ministro japonés Fumio Kishida anunció que su país duplicaría el gasto militar durante los próximos 5 años, dotándose de medios de defensa y aumentando sus capacidades para la guerra cibernética debido a la amenaza que suponen China y Corea del Norte; y en junio de 2022, Alemania informaba la histórica decisión adoptada ante el conflicto ruso-ucraniano que tras modificar las reglas de exportación de armas, aprobó también el mayor gasto para el departamento de Defensa de los últimos 83 años.

En diciembre de 2023 Japón exhibió su poderío militar y tecnológico. Reconocidos mundialmente por su excelencia en electrónica y tecnologías avanzadas, Japón no se está quedando atrás en el campo militar. Apoyado por su principal aliado Estados Unidos, está fortaleciendo su arsenal en respuesta a las crecientes tensiones con China, especialmente en torno a las Islas Senkaku y el Mar de la China Meridional. Cabe señalar que el ministro de Transformación Digital japonés Taro Kono, destacó el prototipo de un Caza (avión de Combate) de sexta generación llamado FX o F3 que fue ideado para estar una generación por delante del F35 (EEUU) y ser un rival superior para los Cazas chinos y rusos.

Las 5 armas militares más poderosas de Japón incluyen el Caza Mitsubishi F2, el avanzado Submarino Diesel-Eléctrico Clase Soryu, el Caza F-15J, el innovador Caza de Sexta Generación FX y el impresionante Buque Multipropósito Clase Izumo. Japón se está preparando para cualquier eventualidad, destacando su compromiso de comprar hasta 147 aeronaves F-35 y producir su primer portaaviones desde la Segunda Guerra Mundial.

Es innegable su gran desarrollo tecnológico, pero no son autosuficientes, dependen del armamento que les pueda proveer Estados Unidos, y en ese sentido, ya se sabe históricamente como proceden, dan apoyo hasta que no les conviene, como lo afirmaba claramente el expresidente John Quincy Adams a principios del siglo XX, «Estados Unidos no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes«; de hecho, de su actual aliado recibieron 2 bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki, cuyas consecuencias el país del sol naciente aún las sigue pagando.

También vale la pena preguntarse si Alemania va en camino a convertirse en una potencia militar. Desde el inicio del conflicto ucraniano debate sobre sus necesidades y responsabilidades en cuestiones de defensa. El país ha decidido aumentar fuertemente el presupuesto para el área y ha aprobado de forma especial un fondo de 100 mil millones de euros  para modernizar su ejército y cumplir el objetivo de la OTAN, es decir, destinar el 2% del PIB a gastos de defensa. Pero Alemania tiene un problema no menor, que es la escasez de personal (tropas militares) y trabajadores calificados para la construcción de armas, como lo señala Katarina Engberg, Delegada de Defensa de Suecia ante la OTAN. Lo que percibimos es un gran esfuerzo en fabricar armamento y conseguir soldados para la guerra, aun cuando lo más civilizado sería buscar acuerdos entre las naciones de tal manera que se asegure la paz.

¿Y dónde está el problema?

Desde el inicio del conflicto ruso-ucraniano, la OTAN entregó su apoyo a uno de los involucrados en la catástrofe. La inclusión activa de Alemania y Japón podría llevar el conflicto a un nivel aún mayor y desatar incluso una nueva guerra mundial, con la que sí todos nos veríamos afectados directamente. Como ejemplo, en junio de este año Ucrania y Japón firmaron un acuerdo de seguridad y cooperación para los próximos 10 años, en el que el país nipón se compromete a un financiamiento de hasta USD 12.000 millones, para el apoyo a largo plazo en ámbitos de seguridad y defensa, ayuda humanitaria, recuperación y reconstrucción de Ucrania.

Por otra parte, recientemente la OTAN inauguró en Alemania un centro de mando para Ucrania, el centro de Wiesbaden, desde donde se planificará y coordinará la asistencia de seguridad a Kiev. La base contará con unos 700 efectivos de países aliados de la OTAN y socios seleccionados.

Creemos que no son datos casuales, creemos que es deber de todos aquellos que desean vivir en sociedades democráticas, justas y equitativas defender la paz y buscar soluciones que no signifiquen la destrucción y la humillación de un país y sus habitantes. Independiente del lado en que nos encuentre este conflicto, de las razones que se esgriman, de las explicaciones y las justificaciones, creemos sobre todo en el derecho a vivir en paz. La superioridad militar de algunos países es un retroceso para el frágil equilibrio mundial, si el objetivo de Alemania y Japón es convertirse en potencias militares, no es por autodefensa, es la clara señal de un revanchismo que no se ha extinguido, sólo dormía esperando una excusa para despertar.

Fuentes:

https://actualidad.rt.com/actualidad/508436-pistorius-alemania-japon-realizar-ejercicios

El doble rasero USA-Americano

José Luis Callaci
Colectivo Amistad con Rusia

José Luis Callaci

De manera sorpresiva Richard Grenell, uno de los principales asesores del expresidente estadounidense Donald Trump, acaba de proponer la creación de zonas autónomas en Ucrania (?).

Ante tal sugerencia la respuesta de la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, María Zajarova es contundente y lapidaria. En ella le pregunta al citado asesor dónde estaba él cuando precisamente en las largas negociaciones que duraron ocho años y durante los Acuerdos de Minsk, fue Rusia la que apoyó ante la comunidad internacional la creación en Ucrania de una Federación de autonomías y darle así una finalización al conflicto. Así existe en España, en el Reino Unido y en otros países, y así, se garantizaría la integridad del país.

Pero los planes eran otros. Luego del Golpe de Estado del Maidán en el 2014, que potenció en el poder a ultranacionalistas nazis matriculados con los planes agresivos de la Alianza Militar de la OTAN, era seguir rodeando a Rusia con bases militares y armas ofensivas, amenazando con ello la seguridad del gigante euroasiático.

Se cruzó así la advertida Línea Roja mientras se agredía con actos genocidas a la población rusa en el extenso territorio del sureste de Ucrania conocido como el Donbás en el que habitan millones de rusos. En su respuesta la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia también le recuerda al señor Grenell que cuando él era Embajador de Estados Unidos en Alemania le pidió a los alemanes que abandonaran la construcción del gasoducto Nord Stream, interfiriendo gravemente en los asuntos internos de Rusia y Alemania.

Ahora todo se les ha dado vuelta. Los alemanes tienen serios problemas de abastecimiento de combustible y su economía se encuentra tambaleando. El pueblo ucraniano sufriendo lo que pudo ser evitado.

El doble rasero de siempre, de los que quieren seguir sintiéndose dueños del planeta, y a sangre y fuego tratar de someter a pueblos y naciones que no les practican genuflexiones.

Venezuela y la crisis de las elecciones del 2024

Carlos Delgado Rodríguez
2-8-2024

Carlos Delgado Rodríguez

El capitalismo mundial hoy está atravesado por profundas crisis: crisis ambiental, dificultades para convertir el dinero en capital, dificultades para convertir la fuerza de trabajo en mercancía, lo cual significa la creación de una población sobrante que ni siquiera puede ser explotada. Pero tal cosa no quiere decir que todo esto esté desembocando en procesos revolucionarios; no los hay de hecho. La derrota del campo popular (clases subalternas interesadas en la construcción de un nuevo orden que supere al capitalismo) desde hace décadas, ha sido acompañada por la disolución de las organizaciones políticas que se planteaban las transformaciones revolucionarias dentro del capitalismo; lo que aún queda está disperso y debilitado en cada país y en el campo internacional.

Lo que, si está sucediendo, ante nuestros ojos, como parte de la crisis del capitalismo sin procesos revolucionarios, es una reorganización del capitalismo mundial, que produce una gran fractura entre “oriente” y “occidente”. Estados Unidos al frente de occidente, como potencia hegemónica que no tiene ningún contrapeso en el G7, se enfrentan a dupla de China y Rusia más los BRICS (los BRICS son un grupo abigarrado que se articula para enfrentar la decadencia ya completamente palmaria del occidente hegemonizado por Estados Unidos, entre otras cosas). Esta lucha ha fracturado el capitalismo mundial, y se extiende por todas partes: Ucrania, Asia, África, Medio Oriente. El cuestionamiento al dominio imperial por potencias contra hegemónicas como Rusia y China se ha vuelto completamente explicito. La lucha es en el campo económico, militar, cultural y geopolítico.

China tiene un gran proyecto mundial para construir su propio entorno geoeconómico y se llama ruta de la Seda. Es la articulación de su propia área de influencia, que a su vez se acopla con otros procesos geoeconómicos en marcha promovidos en Asia Central, Medio oriente, Asia y África. Rusia acompaña este proceso y se vincula también directamente a la economía China. Este bloque se ha ido consolidando a partir del tenaz enfrentamiento de Rusia con Estados Unidos y la OTAN. China también ha sufrido el asedio del imperialismo en torno a Taiwán.

El imperio estadounidense no tiene nada que ofrecer, no hay ningún gran proyecto, no hay ninguna alternativa para articular el mundo capitalista en crisis, y menos aún su propia periferia. Gracias a esta debilidad de Estados Unidos, China ahora tiene una fuerte presencia en América Latina, incluso en países como Uruguay, Perú o Ecuador, gobernados por derechas que suelen ser incondicionales con los mandatos imperiales.

La estrategia imperial, como lo indican algunos analistas como Thierry Meyssan, es la estrategia del caos, que ha sido aplicada intensamente en lo que ellos denominan Medio Oriente. Tal cosa pasa por provocar un caos permanente que impida que los rivales y los países víctimas de estas acciones, puedan lograr alguna estabilidad. Siria, Irak, Afganistán son, entre otros, algunos ejemplos. Asimismo, Israel en Medio Oriente es el principal instrumento del imperio; los genocidas sionistas quieren hoy provocar una guerra total que involucre directamente a Estados Unidos contra Irán y cuyas consecuencias son imprevisibles.

Hoy el imperio no solo tiene al frente formidables adversarios (Rusia, China, Irán), sino que también profundas contradicciones internas. El estado profundo -esa estructura no visible y tampoco elegida “democráticamente”- es la que gobierna más allá de cualquier agenda partidaria. Ese estado profundo está exacerbando las contradicciones geopolíticas en aquellos lugares que considera relevantes para los intereses imperiales: Asia, África, América Latina. Mientras, por otra parte, ha reducido a Europa a una colonia sumida en un vasallaje total.

Venezuela

Desde que dio inicio el proceso bolivariano conducido inicialmente por Hugo Chávez, el imperialismo norteamericano intentó desestabilizar el proceso y sustituirlo por gobiernos vasallos como siempre lo ha hecho en América Latina. Se fue configurando también un discurso mediático contra Venezuela: Venezuela fue presentada como un modelo del mal, como una referencia de lo que no se debe hacer en ninguna parte. Esto el imperialismo siempre lo hace con sus enemigos. Esto ha llegado a un punto tal que no es necesario decir mucho contra Venezuela, lo único necesario es invocar su nombre, que se asocia con un modelo del mal. Chávez primero, Maduro después, son los jefes de ese modelo del mal que hay que extirpar. Las “masas”, la gente del común, no saben nada de Venezuela, pero no es necesario saber nada, puesto que es suficiente saber que Venezuela es un modelo del mal, con esto se obtiene un rechazo automático, que no está sujeto a ningún tipo de experiencia concreta, es un rechazo apriorístico que no está sujeto a ningún tipo de comprobación puesto que no es necesario hacerlo. Esa es la forma en que funcionan los procesos de modelación, manipulación y condicionamiento del pensamiento y la conducta, aplicados por los estrategas de la dominación.

Venezuela ha sido víctima de esto una y otra vez. Cuando hubo el golpe de estado en Honduras la gran prensa internacional no hizo mayor alboroto. No hubo un canciller gringo que le dijera a los golpistas que se tenían que ir. Los países aliados incondicionalmente de Estados Unidos guardaron silencio. Lo mismo ocurrió en Paraguay cuando echaron a Lugo. Igual pasó en Brasil con el golpe de estado que le dieron a la presidenta Vilma. Igual pasó con el golpe de estado en Perú. Esta ha sido la historia reciente.

El proceso bolivariano ha sido atacado de forma brutal por el imperio, de esto hay datos de sobra: el robo de Citgo, el robo de miles de millones de dólares que estaban en la banca de los Estados Unidos, los sabotajes, los bloqueos, el financiamiento de grupos de choque, normalmente procedentes del lumpen, que hacen un trabajo pagado. Las campañas interminables contra Venezuela. Trump lo expresó abiertamente: estuvimos a punto de derrotarlos y todo el petróleo hubiera sido nuestro.

En días atrás pude ver un video de Bukele refiriéndose a Nicolás Maduro. Decía que Maduro violaba los derechos humanos, que era un genocida, que era un dictador. Curiosamente, todo lo que dice Bukele de Maduro lo dicen sus adversarios políticos de él.

Los gobiernos bolivarianos han tratado de construir un proceso socialista en medio del asedio, y de una correlación de fuerzas francamente desfavorable. Como decía anteriormente, salvo Cuba y unos cuantos países más, las revoluciones no han sobrevivido luego de la década de 1990. Estamos en medio de una crisis capitalista sin revoluciones, y eso hay que tenerlo claro. Y no solo no hay revoluciones, sino que no existen las condiciones correspondientes para que estas sucedan, a pesar de lo terrible que es la vida para las mayorías sociales en el capitalismo actual. El factor subjetivo (el querer hacer una revolución), fundamental para cualquier revolución ha desaparecido. Hoy las grandes mayorías están sumidas en un sopor aletargante, tratando de resolver su insoportable vida cotidiana, y fascinadas con el consumo y el entretenimiento.

El proceso bolivariano asediado (y entender esto es fundamental) ha tenido una evolución cargada de contradicciones internas. Ha sido una lucha contra la parasitaria Oligarquías Venezolana, contra el imperialismo, contra sus propios errores, y contra un contexto internacional en el cual las revoluciones no existen, ni se toleran.

Hoy día este proceso mantiene una posición de tipo nacional, anti imperialista, y se pronuncia por la unidad latinoamericana. Internamente, se ha debatido en medio de una gran crisis económica que ha sido el resultado de errores propios, pero también de una política explicita de bloqueo y desestabilización impulsada sistemáticamente por Estados Unidos, apoyada por Europa y por varios países latinoamericanos, que han hecho lo imposible por tratar de derribar el gobierno bolivariano. Recuerdo cuando desde el lado de la frontera de Colombia el difunto presidente chileno y el presidente de Colombia, de aquel momento, le pedían al ejército de Venezuela que derrocara a Maduro, y al pueblo que se revelara. Ellos se fueron primero, cosas de la historia.

El Partido Socialista de Venezuela, al que pertenece Nicolás Maduro, es posiblemente el partido más grande de América Latina y uno de los más estructurados. Esto no dice necesariamente sobre su calidad, pero es sin lugar a dudas un instrumento poderoso, que la llamada oposición no tiene ni de lejos.

La oposición venezolana ha sido permanentemente un fiasco, y la corrupción y la ausencia de una visión estratégica de país la han acompañado siempre. Guaidó y María Corina, no han sido capaces de articular un discurso en el que se vislumbre alguna salida real y consistente para la crisis política inducida por el imperialismo norteamericano. Y resalto inducida: si, efectivamente, la crisis política de Venezuela no sería la misma ni a nivel local ni internacional sin la intervención de Estados Unidos, orquestando campaña mediática, tras campaña mediática contra Venezuela, manteniendo con millones de dólares a los políticos corruptos, serviles y apátridas como Guaidó o Machado, solo para citar a dos conocidos; financiando, como ahora mismo lo están haciendo, con millones de dólares, la desestabilización del gobierno Venezolano, sin tener de ninguna manera, una salida para el caos que están provocando. Esto es lo más terrible. La derrota, que tendría que pasar por una intervención militar de Estados Unidos, del gobierno venezolano, abriría un largo proceso de convulsiones sociales y guerra interna, y la destrucción completa de la economía venezolana. Esto no es una exageración, simplemente es el curso de los hechos conocidos que resultan de la intervención de Estados Unidos en donde sea.

También, hay quienes dicen que este gobierno de Maduro es represivo, bonapartista, burgués. Esto no son más que etiquetas que no están acompañadas del análisis concreto de los acontecimientos. Igualmente, cuando se habla de las masas que acompañan a la oposición ¿de qué masas estamos hablando? De las que acompañaron a Hitler, a Mussolini, a Milei en Argentina, a Shakira en el concierto del Estadio Nacional. Las masas son precisamente un conglomerado de gente que no adscribe ningún proyecto político específico. Y cuando suscriben un proyecto revolucionario dejan de ser masas para ser pueblo político, organizado, clasista, que aspira a una gran transformación social. Hoy día ese pueblo está con Maduro, a pesar de sus errores y debilidades, no con Guaidó, ni con María Corina, ni con el abuelito. Estos últimos son acompañados por un pueblo social (masa) que no es poseedor de ninguna conciencia política, ni siquiera nacional. No están ni siquiera dispuestos a defender los recursos estratégicos de Venezuela (que son muchos), porque son esa masa inconsciente que vive atrapada en la terrible alienación de la vida diaria. Que esas masas le fueron arrebatadas al Chavismo, en parte, esto puede ser cierto, pero tal explicación no hace más plausible la existencia de la oposición venezolana.

Hoy nuevamente todos los gobiernos de derecha de América Latina, las grandes cadenas de prensa internacional se vuelcan contra Maduro. Los mismos que reprimen y reproducen acríticamente el capitalismo dependiente; los mismos que siempre han puesto nuestros recursos y fuerza de trabajo al servicio de las grandes transnacionales de Estados Unidos. Nadie se plantea realmente verificar si hubo fraude o no; eso no importa, es irrelevante, el imperio y sus lacayos vienen nuevamente con todo para intentar destruir el proceso bolivariano, y hacerse con las grandes riquezas de Venezuela, y eliminar un incómodo gobierno que expresa una posición anti imperialista en el contexto latinoamericano, siempre considerado por los gringos como su patio trasero donde deben mandar ellos.

Hace unos días atrás el canciller de Estados Unidos decía que ya bastaba de seguir tolerando lo que pasa en Venezuela, y que hay que defender la democracia. Lo dice el representante del gobierno que está sosteniendo y alimentado el genocidio en Gaza. Que hoy sigue apoyando incondicionalmente al genocida y pirómano de Netanyahu, que está dispuesto a incendiar todo Oriente Medio sin tener tampoco una salida posible. Hoy el imperio se comporta demencialmente, y esa demencia y esa irracionalidad brutal también se descargan contra Venezuela.

Yo sí estoy con Maduro, sin vacilaciones. No porque crea que ahí hay una revolución perfecta. Simplemente reconozco gradaciones, y Venezuela con todas sus limitaciones es un estado de corte nacional, que defiende sus recursos estratégicos y aboga por la unidad latinoamericana, imprescindible para poder construir un futuro propio. Y todo esto sucede en un mundo en el cual hay una profunda crisis capitalista, pero sin revoluciones.