Ir al contenido principal

Etiqueta: OTAN

Venezuela y la crisis de las elecciones del 2024

Carlos Delgado Rodríguez
2-8-2024

Carlos Delgado Rodríguez

El capitalismo mundial hoy está atravesado por profundas crisis: crisis ambiental, dificultades para convertir el dinero en capital, dificultades para convertir la fuerza de trabajo en mercancía, lo cual significa la creación de una población sobrante que ni siquiera puede ser explotada. Pero tal cosa no quiere decir que todo esto esté desembocando en procesos revolucionarios; no los hay de hecho. La derrota del campo popular (clases subalternas interesadas en la construcción de un nuevo orden que supere al capitalismo) desde hace décadas, ha sido acompañada por la disolución de las organizaciones políticas que se planteaban las transformaciones revolucionarias dentro del capitalismo; lo que aún queda está disperso y debilitado en cada país y en el campo internacional.

Lo que, si está sucediendo, ante nuestros ojos, como parte de la crisis del capitalismo sin procesos revolucionarios, es una reorganización del capitalismo mundial, que produce una gran fractura entre “oriente” y “occidente”. Estados Unidos al frente de occidente, como potencia hegemónica que no tiene ningún contrapeso en el G7, se enfrentan a dupla de China y Rusia más los BRICS (los BRICS son un grupo abigarrado que se articula para enfrentar la decadencia ya completamente palmaria del occidente hegemonizado por Estados Unidos, entre otras cosas). Esta lucha ha fracturado el capitalismo mundial, y se extiende por todas partes: Ucrania, Asia, África, Medio Oriente. El cuestionamiento al dominio imperial por potencias contra hegemónicas como Rusia y China se ha vuelto completamente explicito. La lucha es en el campo económico, militar, cultural y geopolítico.

China tiene un gran proyecto mundial para construir su propio entorno geoeconómico y se llama ruta de la Seda. Es la articulación de su propia área de influencia, que a su vez se acopla con otros procesos geoeconómicos en marcha promovidos en Asia Central, Medio oriente, Asia y África. Rusia acompaña este proceso y se vincula también directamente a la economía China. Este bloque se ha ido consolidando a partir del tenaz enfrentamiento de Rusia con Estados Unidos y la OTAN. China también ha sufrido el asedio del imperialismo en torno a Taiwán.

El imperio estadounidense no tiene nada que ofrecer, no hay ningún gran proyecto, no hay ninguna alternativa para articular el mundo capitalista en crisis, y menos aún su propia periferia. Gracias a esta debilidad de Estados Unidos, China ahora tiene una fuerte presencia en América Latina, incluso en países como Uruguay, Perú o Ecuador, gobernados por derechas que suelen ser incondicionales con los mandatos imperiales.

La estrategia imperial, como lo indican algunos analistas como Thierry Meyssan, es la estrategia del caos, que ha sido aplicada intensamente en lo que ellos denominan Medio Oriente. Tal cosa pasa por provocar un caos permanente que impida que los rivales y los países víctimas de estas acciones, puedan lograr alguna estabilidad. Siria, Irak, Afganistán son, entre otros, algunos ejemplos. Asimismo, Israel en Medio Oriente es el principal instrumento del imperio; los genocidas sionistas quieren hoy provocar una guerra total que involucre directamente a Estados Unidos contra Irán y cuyas consecuencias son imprevisibles.

Hoy el imperio no solo tiene al frente formidables adversarios (Rusia, China, Irán), sino que también profundas contradicciones internas. El estado profundo -esa estructura no visible y tampoco elegida “democráticamente”- es la que gobierna más allá de cualquier agenda partidaria. Ese estado profundo está exacerbando las contradicciones geopolíticas en aquellos lugares que considera relevantes para los intereses imperiales: Asia, África, América Latina. Mientras, por otra parte, ha reducido a Europa a una colonia sumida en un vasallaje total.

Venezuela

Desde que dio inicio el proceso bolivariano conducido inicialmente por Hugo Chávez, el imperialismo norteamericano intentó desestabilizar el proceso y sustituirlo por gobiernos vasallos como siempre lo ha hecho en América Latina. Se fue configurando también un discurso mediático contra Venezuela: Venezuela fue presentada como un modelo del mal, como una referencia de lo que no se debe hacer en ninguna parte. Esto el imperialismo siempre lo hace con sus enemigos. Esto ha llegado a un punto tal que no es necesario decir mucho contra Venezuela, lo único necesario es invocar su nombre, que se asocia con un modelo del mal. Chávez primero, Maduro después, son los jefes de ese modelo del mal que hay que extirpar. Las “masas”, la gente del común, no saben nada de Venezuela, pero no es necesario saber nada, puesto que es suficiente saber que Venezuela es un modelo del mal, con esto se obtiene un rechazo automático, que no está sujeto a ningún tipo de experiencia concreta, es un rechazo apriorístico que no está sujeto a ningún tipo de comprobación puesto que no es necesario hacerlo. Esa es la forma en que funcionan los procesos de modelación, manipulación y condicionamiento del pensamiento y la conducta, aplicados por los estrategas de la dominación.

Venezuela ha sido víctima de esto una y otra vez. Cuando hubo el golpe de estado en Honduras la gran prensa internacional no hizo mayor alboroto. No hubo un canciller gringo que le dijera a los golpistas que se tenían que ir. Los países aliados incondicionalmente de Estados Unidos guardaron silencio. Lo mismo ocurrió en Paraguay cuando echaron a Lugo. Igual pasó en Brasil con el golpe de estado que le dieron a la presidenta Vilma. Igual pasó con el golpe de estado en Perú. Esta ha sido la historia reciente.

El proceso bolivariano ha sido atacado de forma brutal por el imperio, de esto hay datos de sobra: el robo de Citgo, el robo de miles de millones de dólares que estaban en la banca de los Estados Unidos, los sabotajes, los bloqueos, el financiamiento de grupos de choque, normalmente procedentes del lumpen, que hacen un trabajo pagado. Las campañas interminables contra Venezuela. Trump lo expresó abiertamente: estuvimos a punto de derrotarlos y todo el petróleo hubiera sido nuestro.

En días atrás pude ver un video de Bukele refiriéndose a Nicolás Maduro. Decía que Maduro violaba los derechos humanos, que era un genocida, que era un dictador. Curiosamente, todo lo que dice Bukele de Maduro lo dicen sus adversarios políticos de él.

Los gobiernos bolivarianos han tratado de construir un proceso socialista en medio del asedio, y de una correlación de fuerzas francamente desfavorable. Como decía anteriormente, salvo Cuba y unos cuantos países más, las revoluciones no han sobrevivido luego de la década de 1990. Estamos en medio de una crisis capitalista sin revoluciones, y eso hay que tenerlo claro. Y no solo no hay revoluciones, sino que no existen las condiciones correspondientes para que estas sucedan, a pesar de lo terrible que es la vida para las mayorías sociales en el capitalismo actual. El factor subjetivo (el querer hacer una revolución), fundamental para cualquier revolución ha desaparecido. Hoy las grandes mayorías están sumidas en un sopor aletargante, tratando de resolver su insoportable vida cotidiana, y fascinadas con el consumo y el entretenimiento.

El proceso bolivariano asediado (y entender esto es fundamental) ha tenido una evolución cargada de contradicciones internas. Ha sido una lucha contra la parasitaria Oligarquías Venezolana, contra el imperialismo, contra sus propios errores, y contra un contexto internacional en el cual las revoluciones no existen, ni se toleran.

Hoy día este proceso mantiene una posición de tipo nacional, anti imperialista, y se pronuncia por la unidad latinoamericana. Internamente, se ha debatido en medio de una gran crisis económica que ha sido el resultado de errores propios, pero también de una política explicita de bloqueo y desestabilización impulsada sistemáticamente por Estados Unidos, apoyada por Europa y por varios países latinoamericanos, que han hecho lo imposible por tratar de derribar el gobierno bolivariano. Recuerdo cuando desde el lado de la frontera de Colombia el difunto presidente chileno y el presidente de Colombia, de aquel momento, le pedían al ejército de Venezuela que derrocara a Maduro, y al pueblo que se revelara. Ellos se fueron primero, cosas de la historia.

El Partido Socialista de Venezuela, al que pertenece Nicolás Maduro, es posiblemente el partido más grande de América Latina y uno de los más estructurados. Esto no dice necesariamente sobre su calidad, pero es sin lugar a dudas un instrumento poderoso, que la llamada oposición no tiene ni de lejos.

La oposición venezolana ha sido permanentemente un fiasco, y la corrupción y la ausencia de una visión estratégica de país la han acompañado siempre. Guaidó y María Corina, no han sido capaces de articular un discurso en el que se vislumbre alguna salida real y consistente para la crisis política inducida por el imperialismo norteamericano. Y resalto inducida: si, efectivamente, la crisis política de Venezuela no sería la misma ni a nivel local ni internacional sin la intervención de Estados Unidos, orquestando campaña mediática, tras campaña mediática contra Venezuela, manteniendo con millones de dólares a los políticos corruptos, serviles y apátridas como Guaidó o Machado, solo para citar a dos conocidos; financiando, como ahora mismo lo están haciendo, con millones de dólares, la desestabilización del gobierno Venezolano, sin tener de ninguna manera, una salida para el caos que están provocando. Esto es lo más terrible. La derrota, que tendría que pasar por una intervención militar de Estados Unidos, del gobierno venezolano, abriría un largo proceso de convulsiones sociales y guerra interna, y la destrucción completa de la economía venezolana. Esto no es una exageración, simplemente es el curso de los hechos conocidos que resultan de la intervención de Estados Unidos en donde sea.

También, hay quienes dicen que este gobierno de Maduro es represivo, bonapartista, burgués. Esto no son más que etiquetas que no están acompañadas del análisis concreto de los acontecimientos. Igualmente, cuando se habla de las masas que acompañan a la oposición ¿de qué masas estamos hablando? De las que acompañaron a Hitler, a Mussolini, a Milei en Argentina, a Shakira en el concierto del Estadio Nacional. Las masas son precisamente un conglomerado de gente que no adscribe ningún proyecto político específico. Y cuando suscriben un proyecto revolucionario dejan de ser masas para ser pueblo político, organizado, clasista, que aspira a una gran transformación social. Hoy día ese pueblo está con Maduro, a pesar de sus errores y debilidades, no con Guaidó, ni con María Corina, ni con el abuelito. Estos últimos son acompañados por un pueblo social (masa) que no es poseedor de ninguna conciencia política, ni siquiera nacional. No están ni siquiera dispuestos a defender los recursos estratégicos de Venezuela (que son muchos), porque son esa masa inconsciente que vive atrapada en la terrible alienación de la vida diaria. Que esas masas le fueron arrebatadas al Chavismo, en parte, esto puede ser cierto, pero tal explicación no hace más plausible la existencia de la oposición venezolana.

Hoy nuevamente todos los gobiernos de derecha de América Latina, las grandes cadenas de prensa internacional se vuelcan contra Maduro. Los mismos que reprimen y reproducen acríticamente el capitalismo dependiente; los mismos que siempre han puesto nuestros recursos y fuerza de trabajo al servicio de las grandes transnacionales de Estados Unidos. Nadie se plantea realmente verificar si hubo fraude o no; eso no importa, es irrelevante, el imperio y sus lacayos vienen nuevamente con todo para intentar destruir el proceso bolivariano, y hacerse con las grandes riquezas de Venezuela, y eliminar un incómodo gobierno que expresa una posición anti imperialista en el contexto latinoamericano, siempre considerado por los gringos como su patio trasero donde deben mandar ellos.

Hace unos días atrás el canciller de Estados Unidos decía que ya bastaba de seguir tolerando lo que pasa en Venezuela, y que hay que defender la democracia. Lo dice el representante del gobierno que está sosteniendo y alimentado el genocidio en Gaza. Que hoy sigue apoyando incondicionalmente al genocida y pirómano de Netanyahu, que está dispuesto a incendiar todo Oriente Medio sin tener tampoco una salida posible. Hoy el imperio se comporta demencialmente, y esa demencia y esa irracionalidad brutal también se descargan contra Venezuela.

Yo sí estoy con Maduro, sin vacilaciones. No porque crea que ahí hay una revolución perfecta. Simplemente reconozco gradaciones, y Venezuela con todas sus limitaciones es un estado de corte nacional, que defiende sus recursos estratégicos y aboga por la unidad latinoamericana, imprescindible para poder construir un futuro propio. Y todo esto sucede en un mundo en el cual hay una profunda crisis capitalista, pero sin revoluciones.

La larga marcha de la OTAN hacia el este

Gilberto Lopes
San José, 23 julio 2024

“La expansión de la OTAN sería un error fatal”, decía el contralmirante de la marina de los Estados Unidos, Eugene James Carroll Jr., en un artículo publicado en el Los Angeles Times, el 7 de julio de 1997.

Convertido en un defensor del desarme nuclear después de su retiro, el contralmirante intervino en el debate sobre la ampliación de la OTAN hacia el este, que la entonces Secretaria de Estado de la administración Clinton (1993-2001), Madeleine Albright, defendía con entusiasmo.

Mi visión de una nueva y mejor OTAN puede resumirse en una frase, diría la Secretaria: “queremos una Alianza reforzada por nuevos miembros; capaz de defenderse colectivamente; comprometida a hacer frente a una amplia gama de amenazas contra nuestros intereses y valores compartidos”.

“Sé que hay quienes sugieren que hablar de intereses comunes euroatlánticos, más allá de la defensa colectiva, desvirtúa, de alguna forma, la intención original del Tratado del Atlántico Norte. Ya lo he dicho antes y lo repetiré: ¡Eso son tonterías!”.

Nacida en Praga, Albright falleció en marzo del 2022, habiendo publicado varios libros. En uno, sobre el fascismo –Fascism, a warning-, publicado en 2018, vuelve a poner en evidencia ese gusto por el resumen, la capacidad de definir sus objetivos en una frase.

Para mí –diría Albright en su libro–, “un fascista es alguien que se identifica plenamente con toda la nación o con un grupo en cuyo nombre dice hablar. Es desconsiderado con los derechos de los demás y capaz de usar todos los medios necesarios, incluyendo la violencia, para lograr sus objetivos”.

Más adelante, en el mismo libro, se refiere a los objetivos de la política exterior, cuya cartera le tocó dirigir entre 1997-2001, durante la administración Clinton. “Les digo a mis estudiantes que el objetivo fundamental de la política exterior es muy sencillo: convencer a los demás países a hacer lo que queremos que hagan. Para eso tenemos diversos instrumentos a nuestra disposición, desde una demanda educada hasta enviar a los marines”.

Entusiasmada con la perspectiva de incorporar a la OTAN a los tres primeros países de Europa del este –la República Checa, Hungría y Polonia– Albright se referiría, en un discurso pronunciado en Bruselas el 8 de diciembre de 1998, a la importancia de que esos nuevos miembros se unieran a la discusión, que entonces se disponían a realizar, sobre “las iniciativas esenciales para preparar a la Alianza para el siglo XXI”. Era la primera ampliación de la OTAN hacia el este, después de la Guerra Fría. En 2004 se incorporarían otros seis países más.

Aunque las estimaciones varían, el Pentágono calculaba entonces que la ampliación de la OTAN podría costar de 27 a 35 mil millones de dólares en los siguientes diez años, de los cuales Washington debía asumir unos 200 millones anuales. Una cifra ridícula (aun actualizando ese monto al valor del dólar de hoy) si comparada con los más de 175 mil millones ya asignados a Ucrania desde 2022. Sin contar con valores similares otorgados por los países europeos que, sumados, superan ampliamente los 223,7 mil millones de dólares que se destinaron el año pasado a la Asistencia Oficial al Desarrollo.

No era una amenaza

Para Clinton y su Secretaria de Estado la expansión de la OTAN hacia el este no representaba una amenaza para Rusia.

Era la víspera de la cumbre de Washington, de abril de 1999, en la que la organización celebraría sus 50 años, en medio de la operación militar en Kosovo (una polémica operación realizada sin la autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas), y donde discutiría su nuevo concepto estratégico y la adopción del plan de membresía para los nuevos socios, antiguos aliados de la Unión Soviética y miembros del Pacto de Varsovia.

En Rusia, Boris Yeltsin concluía su período al frente del gobierno (que había empezado en 1991), luego de una caótica reforma política y económica, una privatización de empresas públicas que despertó los apetitos de Occidente, interesado en los enormes recursos del país. El 31 de diciembre de 1999 entregó el poder al primer ministro Vladimir Putin, que asumió la presidencia de forma interina antes de ser elegido para el cargo, tres meses después. En su década de gobierno, el PIB ruso se redujo casi a la mitad.

La OTAN tenía todavía esperanza de que pudieran convencer a Rusia “a hacer lo que queremos que hagan”. Albright habló largamente sobre las implicaciones de las propuestas de ampliación de la OTAN en Rusia (su intervención puede ser vista aquí: https://1997-2001.state.gov/statements/970423.html).

En su testimonio ante el Comité de los Servicios Armados del Senado, el 23 de abril de 1997, les recordó a los senadores que ella era una diplomática y que “el mejor amigo de una diplomática es una fuerza militar efectiva y una creíble posibilidad de utilizarla”.

Déjenme explicar el objetivo fundamental de nuestra política, diría a los senadores: “es construir, por la primera vez, una comunidad transatlántica pacífica, democrática y no dividida”. Lo que, en su opinión, les daría mayor seguridad de que no serían llamados, otra vez, a pelear en suelo europeo.

Ya entonces enfatizaba la importancia de fortalecer la cooperación con Ucrania, de promover una reforma militar en ese país y mejorar la interoperabilidad con la OTAN.

“La OTAN es el ancla de nuestro compromiso con Europa”. “Es prometiendo pelear, si fuera necesario, que haremos menos necesario pelear”. Un argumento que no toma en cuenta que, en estos días, esa pelea sería con armas nucleares (pensaban entonces que podían ganarla). No tomó en cuenta tampoco, como veremos, las muchas advertencias de que los resultados de esa ampliación podrían ser contrarios a los que Albright prometía.

Insistió en que no se debía evitar esas medidas solo por la oposición rusa. “Los peores elementos de Rusia podían sentirse fortalecidos, convencidos de que Europa podía ser dividida en nuevas esferas de influencia y que esa confrontación con Occidente valía la pena”. Desde su punto de vista, no podían esperar que Rusia se definiera a favor de la democracia y de los mercados para construir “una Europa unida y libre”. Ni pretendía hacer que Rusia aceptara la ampliación de la OTAN hacía el este.

Un error de proporciones históricas

Albrigth habló en el senado el 23 de abril de 1997. Dos meses después, le 26 de junio, un grupo de 50 destacados políticos y académicos norteamericanos manifestó un punto de vista distinto, en una carta abierta al presidente Bill Clinton.

El contralmirante Carroll Jr recordó, en su artículo, lo que dijo el General Dwight D. Eisenhower, primer Comandante Supremo Aliado de la OTAN, poco después de asumir el cargo, en febrero de 1951: «si dentro de diez años no han regresado a Estados Unidos todas las tropas norteamericanas estacionadas en Europa con fines de defensa nacional, entonces todo este proyecto habrá fracasado».

El contralmirante se pregunta qué pensaría Eisenhower de los planes para ampliar la OTAN y la permanencia de Estados Unidos en Europa. Cita una iniciativa de Susan Eisenhower, nieta del general y experta en temas de seguridad, que “reunió a un impresionante grupo de 50 líderes militares, políticos y académicos” (entre ellos Paul Nitze, Sam Nunn y Robert McNamara) para firmar una carta abierta al Presidente Clinton, en la que califican el plan de ampliación de la OTAN como «un error político de proporciones históricas». (La carta puede ser vista aquí: https://www.armscontrol.org/act/1997-06/arms-control-today/opposition-nato-expansion

En Rusia –dice la carta–, “la expansión fortalecerá la oposición no democrática, reducirá el número de quienes favorecen las reformas y la cooperación con Occidente y llevará a los rusos a cuestionar todos los acuerdos posteriores a la Guerra Fría”.

En Europa –agregan– la expansión fijará una nueva línea entre los que están “adentro” y los que quedan “afuera”, fomentará la inestabilidad y disminuirá la sensación de seguridad de los que no están incluidos y terminará por involucrar los Estados Unidos en la seguridad de países con serios problemas fronterizos y de minorías nacionales.

Los firmantes de la carta proponían otras cosas. Entre ellas la cooperación entre la OTAN y Rusia, tanto en lo político como en lo económico y lo militar. Naturalmente, no fueron oídos.

Farah Stockman, miembro del Consejo Editorial del New York Times, publicó, el pasado 7 de julio, un artículo en el que sugería a la OTAN algunos cambios. Se refería a un creciente malestar que percibía en Europa, donde diversos países comenzaban a sentirse incómodos con la dependencia de la organización de los recursos e intereses de Washington. Cita el caso de los presidentes de Finlandia y de Francia, que pedían una OTAN “más europea” y se preguntaba por qué esa dependencia persistía.

Una razón era estructural, histórica. La OTAN fue creada cuando Europa emergía de una guerra devastadora, que creó enormes hostilidades entre países europeos. “Alguien tenía que juntar los gatos”, afirma Stockman.

Pero hay otras razones. Cita los beneficios del complejo industrial-militar norteamericano que, en el período 2022-23, suministró 63% del equipamiento militar de los países de la Unión Europea. Esa dependencia va acompañada de una importante dependencia política, a la que Washington no pretende renunciar.

Un diplomático notable

El contralmirante Carroll Jr. recuerda otro notable personaje de la diplomacia norteamericana, George Kennan, embajador en la Unión Soviética durante unos pocos meses en 1952, durante el gobierno de Stalin, y en la Yugoslavia de Tito, durante la administración Kennedy, además de otros cargos en el Departamento de Estado y de una destacada carrera académica.

Para Kennan ampliar la OTAN sería también “el error más funesto de la política estadounidense en la época de la post Guerra Fría. Se puede esperar que tal decisión… impulse la política exterior rusa en direcciones que, decididamente, no serán de nuestro agrado».

Un diario de casi 700 páginas, publicado por Frank Costigliola en 2014, registró, año tras año, desde 1916 hasta 2004, los más diversos comentarios de este personaje extraordinario –que nació en febrero de 1904 y murió a los 101 años, en marzo de 2005–, sobre la política norteamericana, las relaciones internacionales, las relaciones familiares y sus estados de ánimo.

Figura clave en la política de contención de la Unión Soviética al inicio de la Guerra Fría, en la concepción y puesta en práctica del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, después de la II Guerra Mundial, asesor informal de Kissinger cuando este fue nombrado Secretario de Estado en la administración Nixon, interlocutor de los más variados líderes internacionales de su época, el diario de Kennan me parece una lectura fascinante.

Esta tarde –diría, en junio de 1960– me senté con Willy Brandt y su esposa noruega y otros en un restaurant en Berlín. Conversamos largamente… El mes siguiente, en julio, invitado por el presidente Tito, de Yugoslavia, pasan una hora conversando. Estaba interesado en Cuba, dice Kennan. Pocos años después, el presidente Kennedy le ofrece la embajada de Estados Unidos en Belgrado, que asumiría también por un corto período.

Son famosos, en la historia diplomática, el “Long Telegram” enviado por Kennan desde Moscú al Secretario de Estado, en febrero de 1946, y el artículo “The Sources of Soviet Conduct”, publicado en la revista Foreign Affairs en julio de 1947, firmado por “X”.

En ellos analizaba la conducta soviética, sus raíces y su importancia en la escenario internacional, y sugería una línea de contención que dio origen a la Guerra Fría.

La luna de miel se acabó

Pero eso no fue todo. Alejado del Departamento de Estado, con frecuencia ignoradas sus posteriores recomendaciones, que evolucionaron hacia posiciones algo distintas a las iniciales, algunas de esas ideas están recogidas en su diario.

“Cuando yo hablaba en 1947, por ejemplo, contra las políticas pro soviéticas de los años de la guerra, había grandes aplausos y todo estaba bien. Cuando decía que debíamos permanecer fuertes frente al poder soviético, todos estaban de acuerdo”, dice Kennan.

Pero, de repente, –agrega– la luna de miel se acabó. “Cuando me atreví a sugerir que quizás estructurar nuestra fuerza alrededor de la bomba de hidrógeno no era la mejor idea, solo hubo desconcierto. Cuando manifesté escepticismo sobre la intención de los rusos de atacarnos, y sugerí que pensáramos en nuestra fuerza militar no tanto para la disuasión de un ataque ruso como elemento central de nuestra política, sino más bien como un elemento discreto, para una política orientada a un arreglo pacífico, hubo una gran y duradera incredulidad”.

Tenía entonces Kennan 56 años. Estábamos en 1960. La administración Eisenhower no le había ofrecido ningún puesto diplomático. Kennedy ya estaba en campaña y Kennan regresa de Berlín y Belgrado para preparar una carta de ocho páginas, con su visión de la política exterior norteamericana, para hacérsela llegar. Habla de las relaciones con la URSS y con la OTAN.

Cuando sugerí –dice en el diario– “que algunas cosas que los rusos hacían eran una reacción a lo que nosotros estábamos haciendo, la gente pensaba que yo estaba loco. Y cuando, finalmente, sugerí que podríamos estar interesados en negociar un acuerdo entre las grandes potencias para una retirada conjunta, tanto de Europa como del Lejano Oriente, hubo una indignación general”.

Ya Kennan no era optimista sobre el rumbo de la política exterior norteamericana. “En ningún momento en los últimos diez años la política exterior de los Estados Unidos se pareció a lo que yo pensaba que debía ser y en ningún momento estuvo basada en una interpretación sobre la naturaleza del poder soviético similar a la mía”, afirma.

“Ahora estamos embarcados en caminos que me parecen equivocados, que nos llevarán a malos resultados y hemos avanzado tanto por esos caminos que estoy obligado a reconocer que mis antiguos puntos de vista han perdido completamente su relevancia”.

Estimaba ser ya muy tarde para hablar de sacar a los rusos de Europa del este, un tema particularmente sensible en esos años de la Guerra Fría. “Ellos están allí para quedarse y no veo mayor hipocresía de políticos occidentales que la piadosa afirmación de que querían otra cosa”.

Habló también de las negociaciones de desarme. “La carrera de armas nucleares, a cuya promoción nuestra política parece haber estado dedicada con singular intensidad en los últimos quince años, ahora avanza con tal ímpetu que no hay la menor posibilidad de detenerla; y aquellos que alguna vez temieron que se pusieran obstáculos de cualquier tipo en el camino de la proliferación de armas nucleares en manos de X números de gobiernos, ahora pueden quedarse tranquilos. No habrá tales obstáculos, el que quiera podrá obtenerla”.

En 1975, el primer ministro polaco, Adam Rapacki, había propuesto crear una zona libre de armas nucleares en Europa central, que sintonizaba bien con la propuesta de retirada conjunta que proponía Kennan. Pero –agrega– “el esfuerzo de los polacos para promover una discusión sobre la prohibición de armas atómicas en Europa central ha sido exitosamente rechazado”.

Hoy Polonia, junto con los países bálticos, son algunas de las naciones más comprometidos en el apoyo a Ucrania, habiendo sugerido, entre otras cosas, la posibilidad de derribar misiles rusos sobre el territorio ucraniano.

Kennan se lamentaba, en sus memorias, de que había insistido, todos estos años, “en que, si actuamos como si pensáramos que la guerra es inevitable, podemos contribuir a que lo sea. Si tratamos a los líderes soviéticos como si no tuvieran más intención que la de declararnos la guerra, eventualmente eso podría transformarse en realidad. Si actuamos como si el peligro militar fuese lo más importante, podríamos terminar haciéndolo verdadero”.

El incidente de un avión espía U-2, que Estados Unidos había enviado para asegurarse de que la URSS no estaba preparando ningún ataque sorpresa en su contra (y que los soviéticos derribaron, sobre su territorio, el 1 de mayo de 1960), era resultado de la visión de los gobiernos occidentales, que daban prioridad al punto de vista militar en sus relaciones con la Unión Soviética. Y, naturalmente, actuaban en consecuencia. Una política que Kennan consideraba totalmente innecesaria, equivocada.

Con ironía, concluía que era “más fácil identificar la personalidad soviética con la bien conocida de Hitler, cuyas intenciones eran tan ambiciosas y agresivas que solo podíamos esperar que intentara lo peor, en vez de tratar de entender lo que un tipo como Kenann tiene que decir sobre Rusia”.

Hoy la portavoz del bloque militar, Farah Dakhlallah, exhibe como fortaleza el hecho de que la OTAN tenga más de 500 mil soldados en estado de alerta máxima, ante lo que estima una amenaza de conflicto directo con Rusia. ¿Cómo entiende la OTAN ese “conflicto directo” contra Rusia? ¿Tiene algún sentido una política orientada, no a evitarlo, sino a librar una guerra como esa?

Como dijo el contralmirante Carroll Jr., la expansión de la OTAN hacia el este es un intento de prolongar las divisiones de la Guerra Fría y reforzar la alianza frente a la expectativa de que Rusia trate de imponer su hegemonía en Europa Oriental. Algo que, en todo caso, parece fuera de toda posibilidad política o militar en el escenario actual y que Moscú ha rechazado reiteradamente.

El contralmirante concluye que podía parecer seguro entonces (en 1997) tratar a Rusia como un enemigo, cuando no podía impedir la expansión de la OTAN. Pero –advirtió– existía el peligro, a más largo plazo, de que “una coalición antioccidental de línea dura” se fortaleciera en Moscú, provocando reacciones contra la OTAN en el futuro.

Una realidad que ha terminado por explotar, atravesándose en esa larga marcha de la OTAN hacia el este, un movimiento sobre el que –según Albright– Rusia no tenía derecho de veto.

FIN

El porqué de la escalada del imperialismo contra la Federación de Rusia

Luis Arturo Chaves Alvarado
Ximena Araneda Fornachiari
Economistas del Colectivo Amistad con Rusia

El imperialismo ante las cada vez más profundas crisis del capitalismo trata de salir a flote intensificando la expoliación de los recursos de los demás países. Por eso no es raro, que la mayor parte de las guerras actuales hayan sido provocadas, orquestadas y financiadas por el imperialismo norteamericano. De ahí que la doctrina de la política estadounidense tradicional hacia Rusia, el país más extenso del planeta está dirigida a su eliminación como potencia, a subyugarla a los intereses imperiales y a su desmembramiento para apoderarse de sus enormes riquezas naturales. Vladimir Vladimirovich Putin lo puntualizó de esta manera: “No se trata de nuestro régimen político, NO. Se trata de otra cosa. Simplemente no quieren un país independiente tan grande como Rusia”.

A partir de la caída de la Unión Soviética y del fin del Tratado de Varsovia, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), instrumento militar del imperialismo estadounidense, se ha ido acercando peligrosamente hacia las fronteras de Rusia a pesar de las promesas de no hacerlo. La primera oleada de expansión fue en 1999, momento en que se incorporaron Polonia, República Checa y Hungría. En la segunda oleada, en el 2004, entraron Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia. En el 2009 ingresaron Albania y Croacia. En el 2017, entra Montenegro. La quinta ola se produjo en el 2020, con la aceptación de Macedonia del Norte. Esta expansión de la OTAN, cercando a Rusia, contradice y viola claramente el “Principio de Seguridad igual e indivisible”, que incluye la obligación de no fortalecer la seguridad de un país a expensas de la seguridad de otro. Es decir, la garantía de la seguridad de un país no debe representar una amenaza para otros.

El zarpazo final del imperialismo estadounidense, según sus planes, era el ingreso de Ucrania a la OTAN y desde ahí apoderarse de Rusia, el mayor escollo para su proyecto de gobierno global. Es por ello que, en el año 2014, derrocan al gobierno legítimamente elegido del presidente Viktor Yanukóvich, mediante un golpe de estado ilegal e instalan un gobierno espurio, títere, proimperialista y fascistoide. Sientan primero a Petró Poroshenko y luego lo reemplazan, por medio de unas elecciones fraudulentas, por Zelensky. El régimen emprende una guerra no declarada contra la región del Donbás y profundiza en todo el territorio de Ucrania, la campaña de exterminio de la población ruso parlante.

Rusia hace un último esfuerzo en diciembre 2021 para llegar a un acuerdo, sin embargo, al igual que los esfuerzos anteriores tales como MINSK I, MINSK II fue ignorado y burlado por parte de los lideres imperialistas. La Federación de Rusia hizo los máximos esfuerzos para disuadir tanto a Ucrania como a la OTAN de no dar este paso, pues esto implicaba la posibilidad de la OTAN de instalar misiles que en pocos minutos podrían atacar Moscú.

Rusia declara la Operación Militar Especial en Ucrania el 24 de febrero del 2022 porque en ella se juega su soberanía, su seguridad, es decir su existencia. Rusia no es la invasora, es su derecho inalienable, defenderse y vencer.

Los libertarios y los multilateralistas

Marlin Oscar Ávila

Marlin Óscar Ávila.

Grandes potencias europeas, junto con EUA están abriendo senderos hacia una guerra mucho más global de la que ha estado dándose en zonas orientales en el presente año, estimuladas por la OTAN contra Rusia. Para la Alianza de Occidente, esa Federación en Europa del Este (Rusia) es un botín que debe ser conquistado como lo hacían los corsarios en el siglo XVIII y los imperios del XIX, excepto que ahora existe un estratega nacionalista como Vladimir Putin, sumamente «peligroso», aliado a la gran potencia China, que juntos están construyendo un mundo multipolar al cual se están uniendo los demás países que están fuera del eje de Washington y donde se apuesta por la paz y el equilibrio climático duradero.

La caída del imperio estadounidense está sucediendo aun cuando su destrucción significa el resquebrajamiento de muchas estructuras institucionales, desde el micro local, hasta el macro institucional, desde lo nacional hasta lo multinacional. Se hará sentir lenta y dolorosamente. Su repercusión es en todos los aspectos de la vida social, especialmente en aquellas sociedades más dependientes del dominio imperial norteamericano y, menos lo será en aquellos países que han iniciado relaciones alternativas. Naciones con gobiernos más liberales y neoliberales tendrán una mayor resistencia a esos cambios y al multilateralismo, aun cuando su retórica sea «libertaria» dadas sus ataduras con el sistema dominante del norte.

Un síntoma de que esta corriente multilateralista está creciendo es la expansión de ondas ultraconservadoras, cuyas expresiones suenan como de la época de la guerra fría, entre 1947 a 1991. Entre mayor sea la ignorancia mayores son las acusaciones de «comunistas» hacia quienes buscan la autonomía y soberanía, principios básicos del multilateralismo.

Esperemos a que los gobiernos y pueblos de la región Centroamérica avancen en apoyar el multilateralismo. Que no se dejen manipular por los grandes medios controlados por las oligarquía, seguidoras de las grandes corporaciones del mercado internacional.

6 de julio de 2024

Llamamiento por la Paz: ¡¡No + guerras!! ¡¡No más OTAN!!

Las organizaciones y personas que firmamos esta declaración, en ocasión de la realización de la Cumbre de la OTAN, que se realizará del 9 al 11 de julio de 2024, en la ciudad de Washington DC, EEUU,  queremos señalar lo siguiente:

1 – En los últimos años vemos con tristeza y preocupación el aumento de las guerras abiertas en diferentes rincones del mundo lo que ha llevado a un aumento significativo del gasto militar, de la inseguridad mundial, y a la muerte de millones de personas en los diversos conflictos bélicos que se desarrollan actualmente.

2 – Los países de la OTAN están participando, directa o indirectamente, en diferentes guerras. Entre ellas, países de la OTAN, y principalmente los EEUU, siguen enviando armas al gobierno de Israel país que esta siendo acusado del delito de genocidio contra la población palestina. Al mismo tiempo, Israel ha realizado ataques a Irán, Siria, y el Líbano y se corre el riesgo de que la guerra se generalice en todo medio oriente. A pesar de todo esto, Israel ha sido invitada a la Cumbre de la OTAN.

3 – Asimismo, EEUU y la OTAN siguen participando en la guerra en Ucrania enviando armas, instructores, y asesores militares contra Rusia. En este conflicto, cada vez más sube la escalada, con ataques ahora a ciudades rusas y el uso de acciones terroristas contra la población civil. Se siguen cruzando las líneas rojas y aumenta la posibilidad de una guerra directa entre la OTAN y Rusia y la posibilidad del uso de armas nucleares. Es hora de poner alto a la guerra y apoyar negociaciones de paz.

4  – A los conflictos anteriores, se suman las guerras en África, en Yemen, el aumento de las tensiones de China-EEUU-Taiwán, las tensiones y ensayos de guerra entre Corea del Sur y Corea del Norte, entre otros. Las guerras, por muy lejos que estén, afectan las economías de todas las naciones del mundo y el derecho a la paz que debemos tener todas y todos.

5 – En este escenario mundial, en donde van en aumento las tensiones, demandamos a los Estados Unidos y los países de la OTAN a poner fin a la escalada y la guerra y hacer esfuerzos reales y efectivos para la resolución no violenta de los conflictos. Es una vergüenza, que mientras hay dinero para la guerra en Europa y en Estados Unidos no hay dinero para enfrentar el hambre, la migración, y los desafíos del cambio climático.

6 – Demandamos a los EEUU y a los países de la OTAN a actuar con responsabilidad y terminar sus acciones beligerantes que pueden conducir a la humanidad a una tercera guerra mundial. En ese sentido, recordamos a Olof Palme y la necesidad de que todas las naciones del mundo caminen hacia el desarme y la construcción de la paz, de una seguridad común, que nos aleje de la guerra y la muerte. Es hora que la OTAN se disuelva y que no haya más guerras contra nadie.

Firmas de organizaciones: Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Chile; ADESA, República Dominicana; Alianza Global CONVIDA20; Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Argentina; Asociación Campesina San Jose de Miranda (ASTRACASMI), Colombia; Capitulo Brasil do Comitê Internacional Paz, Justiça e Dignidade aos Povos; Centro de Amigos para la Paz, Costa Rica; Coordinadora Americana por los Derechos de los Pueblos y Víctimas de la Prisión Política; Comité Organizador, Tribunal Sobre Crímenes de los EEUU en Puerto Rico; Comité Oscar Romero, SICSAL-Chile; Corporación Campo de Concentración 3 y 4 Álamos, Chile; CORVIVO Corporación Romeral Territorio Vivo. Colombia; Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia -Comosoc; Colectivo Pax, España; Colectivo de Defensa de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en El Salvador; Colectivo de espiritualidades por la paz, México; Comitê Carioca de Solidariedade a Cuba e às Causas Justas, Brasil; Escuela PERFORMARTE Colectiva artística y cultural, Colombia; Fundación de Intercambio Cultural entre los Pueblos del Caribe, República Dominicana; Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social, Fundalatin, Venezuela; Grupo de investigación y Editorial Kavilando, Colombia; Grupo de Investigación GIDPAD Universidad de San Buenaventura Medellín, Colombia; International Peace Bureau . IPB; IGLESIAS POR LA PAZ; Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos; Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas en Chile; Proyecto Escuela Comunidad, Colombia; Pressenza International Press Agency; Mesa Ecuménica por la Paz – MEP – Colombia; Mujeres para el Diálogo, México; Movimiento También Somos Iglesia-Chile; Movimento Manicomios Nunca Mais!, Brasil; MURILPAZ, Honduras; Red Interuniversitaria por la Paz (Redipaz), Colombia; Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad, SICSAL, Óscar Arnulfo Romero. (Consejo Directivo); Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad, SICSAL- México; SOS Ribagorza, España; Un mundo más allá de la Guerra, Global; Justicia Legítima Mendoza, Argentina; Mundo sin guerras y sin violencia, España; Vientos de Libertad, Argentina 

Firmas individuales: Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980; Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Chile; Hervi Lara, Comité Oscar Romero, SICSAL-Chile; Julio Yao, Presidente Encargado, Centro de Estudios Estratégicos Asiáticos de Panamá, (CEEAP); Stella Calloni, periodista, Argentina; Carmen Diniz, Brasil; Rev. Luis Carlos Marrero / Centro Oscár Arnulfo Romero, Cuba; Rev. Miguel Tomás Castro, El Salvador; Juan Jose Tamayo Acosta – Asociacion Juan XXIII, España; Andrés Figueroa Cornejo, periodista, Chile; María Elena López Gallarado, México; Rosa Lila Rodríguez, Honduras; Maricarmen Montes, México; María Stella Cáceres, Museo de las Memorias, Dictadura y DDHH de Paraguay; Enrique Chimonja Coy, Fellowshep Of Reconciliation Peace Presence, Asociación Comunidades Construyendo Paz en Colombia, Conpazcol; Clara Navarro, Comunicadora, Activista de paz, Colombia; Timmy Boyle, Puerto Rico; Kora Antonia Martinez Cortez— Convida 20, Nicaragua; Siguen las firmas…

(Se reciben firmas de apoyo hasta el domingo 7 de julio 2024)

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfsYT_EVQzBF4VqZx-i8qlHq94a7rYgg_oJrm_hXknFOcSs2w/viewform

Fotos: Protesta contra la Cumbre de la OTAN, España 2022 y Festivales Solidarios

Gobierno de Costa Rica parte de la servidumbre en contra de la Paz en Ucrania

Martín Rodríguez E.

Martín Rodríguez E.

En el siguiente mapa, en azul, se pueden apreciar los países que firmaron la declaración final sobre el conflicto ucraniano, durante la reunión organizada por Ucrania en Suiza.

De los 90 países presentes 78 firmaron la declaración final. Ninguno de los países que conforman los BRICS ( Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Irán, Egipto, Etiopía y los Emiratos Árabes Unidos) firmaron la declaración «de paz».

Costa Rica, entre ellos, por intermedio del primer vicepresidente, Stephan Lars Andreas Brunner Neibig, votó a favor. Stephan, es economista, vicepresidente del actual gobierno neoliberal de Rodrigo Chaves, quien no tiene como prioridad los intereses de la mayoría de los costarricenses, ni en lo económico, lo social, ni en la Paz mundial,

Tanto Arabia Saudita, como los Emiratos Árabes Unidos retiraron sus firmas después, lo mismo que debería hacer Costa Rica, para no comprometer y avergonzar al país a nivel internacional.

La Conferencia de Alto Nivel «sobre la Paz en Ucrania» es cínicamente llamada «conferencia internacional de paz» en relación con la guerra de EEUU y la OTAN contra Rusia en tierra ucraniana, pero sin participación, precisamente, de esta. Algo absolutamente ilógico.

La conferencia es una continuación de una serie de cuatro reuniones internacionales anteriores y está organizada por la presidenta suiza Viola Amherd, que ya no guarda su «neutralidad» e interviene por órdenes de EEUU.

El resultado de esta «Conferencia», de todos modos, está muy cerca de cero, nada, ya que cualquier discusión seria por LA PAZ no tiene futuro sin la presencia de uno de los actores principales, Rusia.

En lo que concierne a Costa Rica, es una vergüenza, por la imagen de servil títere, nos ridiculiza y nos compromete internacionalmente.

¿Qué tan real es una eventual Guerra Nuclear?

Mg. José A. Amesty Rivera

Existen muchas especulaciones e hipótesis sobre una guerra nuclear inminente, desde los que apoyan una guerra nuclear, pasando por los que no desean un conflicto nuclear, hasta las posiciones de los protagonistas principales. No obstante, veamos los últimos acontecimientos sobre la posibilidad de una conflagración mundial. Al parecer, la guerra en Ucrania, podría ser el detonante más próximo a un evento de destrucción, más o menos masiva, por la consecuencia de bombas con carga nuclear.

Recordemos que, la alianza EEUU, OTAN, y la Unión Europea, se han empeñado en librar una guerra contra Rusia. Y han utilizado la guerra en Ucrania, para calentar la zona, provocando a Rusia.

No en balde, desde enero de 2023 y mayo 2024, se han venido desarrollando ejercicios militares, cerca de la frontera rusa, llamados «Steadfast Defender 2024», (Defensor Firme 2024), se ensaya un eventual escenario de enfrentamiento con Rusia, con 90.000 soldados de los países miembros de la OTAN, más de 50 buques (desde portaaviones hasta destructores) y más de 80 aeronaves de combate, incluyendo helicópteros y drones.

Pero más allá de esto, últimamente se ha estado propiciando, por iniciativa del presidente francés Emanuel Macron, la posibilidad de enviar tropas de la OTAN y de Francia a Ucrania, para atacar a Rusia, lo cual exacerbaría el conflicto.

Ante esta posibilidad, el presidente ruso Vladimir Putin enfatizó: «reaccionaremos con todo nuestro potencial atómico», «Todo esto realmente amenaza con un conflicto con el uso de armas nucleares y la destrucción de la civilización, ¿no lo entienden?”, afirmó Putin.

Este es el panorama sombrío e inquietante que estamos viviendo. No sabemos si, en verdad Rusia, se defendería atacando primero, o lo haría la Alianza, EEUU, OTAN, Unión Europea; en todo caso, la posibilidad es viable.

Hay los ilusos/as que piensan y dicen, «ahhh, pero eso se daría en Europa y países más cercanos a ella, los países del tercer mundo, estamos muy lejos geográficamente«.

Recordemos que, los efectos serán para los ocho mil millones de habitantes del planeta, la destrucción de toda forma de vida está asegurada, ¿cómo?, a saber: si no es por la muerte instantánea en el momento de recibir los impactos, la lluvia ácida provocada por las posteriores nubes radiactivas, y el prolongado invierno nuclear (noche permanente por al menos una década) que seguiría, terminarán con toda la vida sobre el planeta por la falta de luz solar.

Los países más lejanos del impacto inicial, sucumbirán a mediano y largo plazo, por efectos colaterales. Ya sabemos lo que son los bloqueos comerciales y afines a países determinados, el efecto colateral de las bombas nucleares, tienen un efecto mucho más dañino que un bloqueo. Imagínense, que las principales potencias del orbe, que envían alimentos, dejaran de hacerlo porque no tienen capacidad, luego de un evento nuclear, para suplir sus propias necesidades.

Por otro lado, algunos de estos países llamados desarrollados, ya están previniendo esta catástrofe, construyendo refugios antinucleares, para unos pocos privilegiados, vendiéndose búnkeres antibombas atómicas hasta por dos millones de dólares. Esto ha sido tema de agenda de la reunión en 2022 del grupo de magnates Bilderbeg, con el tema: la «gobernabilidad global postguerra nuclear». 

En fin, no deseamos morir en una explosión nuclear, ni con cáncer producto de la radioactividad ambiente, ni de hambre porque ya no se podrán conseguir alimentos, dada la prolongada noche postexplosiones, que tapará el sol por, al menos, diez años, con descenso de la temperatura a muchos grados bajo cero a nivel planetario.

Lamentablemente, si hay gente (una pequeña élite, por supuesto) que juega alegremente con la posibilidad de esa guerra (mientras prepara sus refugios), no hay dudas que tienen un desprecio absoluto por la humanidad, aunque presente al «monstruo» Vladimir Putin como el «malo de la película». Además, es la «flor y nata» que es inhumana y prefiere sacrificar seres humanos y medio ambiente, para no perder su tasa de ganancia.

No olvidemos que, un 6 de agosto de 1945, se lanzó la primera bomba nuclear sobre territorio de Hiroshima y Nagasaki, y apenas seis semanas después del bombardeo, el Departamento de Guerra estadounidense decidió poner en marcha un Plan Secreto para bombardear, 66 ciudades de la Unión Soviética con 204 bombas atómicas, según documentos desclasificados en 1975, y cuyo fin era borrar a la Unión Soviética de ese tiempo del mapa, los países de Japón eliminados nuclearmente solo era un ensayo general.

Más recientemente, EEUU amenazó a Rusia con utilizar armas nucleares de forma «preventiva» contra Rusia. Este hecho fue denunciado por Putin, quien señalo: «Permítanme explicarles que los documentos de planificación estratégica de EEUU, contienen la posibilidad de un «ataque preventivo» contra los sistemas de misiles enemigos. ¿Y quién es el principal enemigo de EEUU y la OTAN? Eso lo sabemos. Es Rusia. En los documentos de la OTAN, nuestro país es declarado oficial y directamente la principal amenaza a la seguridad del Atlántico Norte. Y Ucrania está considerado como trampolín para el ataque».

Luego, en julio de 2021, Joe Biden lanzó la Revisión de la Postura Nuclear estadounidense (NPR), llamada la nueva política nuclear de EEUU, basada en la noción de guerra nuclear preventiva denunciada por Putin. Consistiendo en presentar las armas nucleares, como un medio de «autodefensa» y no como un «arma de destrucción masiva». La NPR no descarta la posibilidad de un «primer ataque» nuclear contra Rusia.

Se afirma que, EEUU puede disuadir utilizando armamento nuclear, esta disuasión nuclear eficaz es fundamental para una estrategia de defensa más amplia, y si la disuasión falla, EEUU podría usar armas nucleares con fines distintos a la disuasión.

Hay dos hechos alarmantes y preocupantes que llaman la atención, el primero es que en esta revisión NPR, primero, se da luz verde a la utilización de armas nucleares en el teatro de guerra convencional, sin la autorización del Comandante en Jefe, es decir, el Presidente de los EEUU y segundo, EEUU se ha embarcado en la privatización de la guerra nuclear, bajo la doctrina preventiva del primer ataque; altos ejecutivos de la industria nuclear y del complejo industrial militar, tienen como propósito sentar las bases para el desarrollo de una nueva generación de armas nucleares «más pequeñas», «más seguras» y «más utilizables», para ser lanzadas en las guerras nucleares del siglo XXI.

Al cabo, hoy, en el apogeo de la guerra de Ucrania, el Pentágono tiene previsto un ataque nuclear preventivo contra Rusia. Sin embargo, esto no significa que se vaya a implementar.

Para rematar, apuntamos a dos hechos perturbadores y reales que se han sucedido muy recientemente.

  1. En esta idea de EEUU de empujar a la OTAN y la Unión Europea, en irse a Ucrania y atacar desde allí a Rusia, se ha suscitado un ataque a una instalación de defensa nuclear rusa, por medio de drones, logrando, cegar al ejército ruso para que no pudiera detectar misiles balísticos con armas nucleares atacantes, lo que podría servir como pretexto para un intercambio nuclear. Según la doctrina nuclear rusa, cualquier ataque al esencial sistema nuclear de primera alerta de Rusia, proporciona una justificación para una represalia nuclear.

Es decir, desde que recibieron en secreto los nuevos ATACMS (Sistema de Misiles Tácticos del Ejército estadounidense) a principios de este año, las fuerzas armadas ucranianas, han estado utilizando esas armas con buenos resultados contra bases aéreas, modos de defensa aérea, sistemas de radar y otros objetivos dentro de Rusia.

Los sistemas de radar rusos, son una parte clave de la red estratégica de alerta temprana más amplia de Rusia y su pérdida, incluso temporalmente, podría degradar la capacidad del país para detectar amenazas nucleares entrantes.

  1. Moscú percibirá el suministro de cazas F-16, a las Fuerzas Armadas de Ucrania, como una señal «deliberada» por parte de la OTAN en el ámbito nuclear. En este contexto, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, recordó que los F-16 fueron durante mucho tiempo el principal medio de transporte, en el marco de las denominadas misiones nucleares conjuntas de la OTAN.

Al mismo tiempo, el ministro expresó la esperanza de que los ejercicios de uso de armas nucleares no estratégicas que Rusia y Bielorrusia celebran estos días «harán entrar en razón a nuestros oponentes, recordándoles las consecuencias catastróficas de seguir ascendiendo por la escalera de la escalada nuclear».

Finalmente, veamos dos declaraciones inquietantes:

Occidente ha malinterpretado la disposición de Rusia al diálogo sobre Ucrania, lo ve como un signo de debilidad, y ahora está empujando al mundo al borde de un desastroso intercambio nuclear, declaró a Sputnik, el ex oficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, Scott Ritter.

Ante este escenario desestabilizador para Rusia, el expresidente ruso, Dmitry Medvédev, ha dejado claro que la respuesta rusa sería nuclear, y esto conduciría a un intercambio nuclear general y al fin del mundo.

3 junio, 2024

Fuentes:

Colussi, Marcelo. ¿Se viene la guerra nuclear? https://prensacomunitaria.org/2024/03/se-viene-la-guerra-nuclear/.

https://observatoriocrisis.com/2024/03/08/la-guerra-nuclear-preventiva-es-la-doctrina-oficial-de-estados-unidos-una-vision-historica-de-su-belicismo/.

https://www.uypress.net/Internacionales/Entrevista-a-Scott-Ritter-ex-oficial-de-la-inteligencia-navan-estadounidense-uc137204.

https://www.trt.net.tr/espanol/mundo/2024/01/12/amenaza-de-respuesta-nuclear-de-rusia-2087781.

https://observatoriocrisis.com/2024/06/01/scott-ritter-eeuu-otan-arrastran-al-mundo-al-armagedon-nuclear/.

Fuente de imagen: https://wsimag.com/

Si el mundo civilizado no los detiene, estos salvajes nos llevarán a la tercera guerra mundial

Gilberto Lopes
San José, 25 de mayo de 2024

Las ofertas son las más variadas, todas orientadas a la derrota de Rusia, incluyendo la desintegración de su Estado. La Federación Rusa está integrada por muchas naciones, que podrían conformar estados separados luego de la derrota de Rusia, opinó la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, en un debate en la capital del país, Tallin, el 18 de mayo pasado. Es una de las voces más agresivas en el escenario de este conflicto, junto con sus colegas de los demás países bálticos, Letonia y Lituania. Imponen el tono de un debate en el que se siente cómodo, entre otros, el primer ministro polaco, Donald Tusk.

Hay que detenerse un minuto para revisar el escenario de la guerra y pensar en lo que esta propuesta significa. Estamos en un momento en el que Rusia mantiene la iniciativa y avanza en todos los frentes, mientras Occidente redobla su apoyo militar a Ucrania, discute escenarios que podrían implicar su participación directa en el conflicto y se alista para apropiarse de los recursos rusos congelados en Europa y Estados Unidos, para financiar a Ucrania.

  • No pierden la esperanza de derrotar a Rusia. Es la “Teoría de la victoria”, que defienden, en un artículo publicado en mayo en la revista Foreign Affairs, Andriy P. Zagorodnyuk, ministro de Defensa de Ucrania (2019–2020), y Eliot A. Cohen, consejero del Departamento de Estado entre 2007 y 2009, catedrático en Estrategia en el Center for Strategic and International Studies (CSIS), una institución con sede en Washington “que busca ideas prácticas para enfrentar los grandes desafíos mundiales”.
  • “Occidente necesita explicitar que su objetivo es una decisiva victoria de Ucrania y la derrota de Rusia”, reclaman los autores, para quienes el compromiso de apoyar a Ucrania “todo el tiempo necesario” es una propuesta que carece de un sentido más preciso.
  • “Con el apoyo y el enfoque adecuados, Kiev todavía puede ganar”, aseguran. “Amenazar a Rusia en Crimea e infligir graves daños a su economía y sociedad será, ciertamente, difícil”. “Pero es una estrategia más realista que la alternativa de negociar un acuerdo con Putin”. “Ucrania y Occidente deben vencer o enfrentar devastadoras consecuencias”, afirman.
  • Sus colegas del CSIS, Benjamin Jensen y Elizabeth Hofmann, sugieren cinco problemas estratégicos, que deben resolverse para que Ucrania alcance el triunfo, incluyendo su mayor incorporación al orden económico y de seguridad occidental.
  • Zagorodnyuk y Cohen apoyan los mismos objetivos contenidos en la propuesta de paz de Ucrania que será discutida nuevamente, el mes que viene, en Suiza. Moscú, que no va a participar de esa discusión (lo mismo que otros países, como China y Brasil), la considera desvinculada de la realidad y la rechaza de plano.

La idea de ambos (y de los líderes políticos que tratan de convencer a los ciudadanos europeos de esas consecuencias) es que, si Moscú triunfa, no se detendrá en su ambición. Algo que Moscú rechaza también de plano. Es difícil vislumbrar un objetivo para esas conquistas, que no tienen sentido político, económico, ni militar, y que solo se podrían llevar adelante a riesgo de provocar una guerra nuclear.

Pero ese es el tono del artículo de Zagorodnyuk y Cohen. Desde sus puntos de vista, la solución del conflicto debe ser la derrota militar de Rusia. Para ellos, los recursos, los fondos y la tecnología favorecen abrumadoramente a Occidente. Si son canalizados en cantidad suficiente, Ucrania podrá ganar.

Descartan la posibilidad de una respuesta nuclear de Rusia, caso tenga éxito el triunfo de Occidente. Pero, ¿se podría descartar sin más esa posible respuesta nuclear, si el conflicto escalara, con la participación directa de la OTAN, como sugieren cada vez con más insistencia, tanto el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, como otros líderes europeos, desde el presidente de Francia hasta los gobernantes de Polonia o de los países bálticos?

Me parece evidente que no se puede responder afirmativamente a esa pregunta sin correr un enorme riesgo de llevar el mundo a una guerra nuclear. ¿Se seguirá negando toda atención a las advertencias rusas sobre los desafíos a su seguridad, incluyendo los primeros ejercicios nucleares tácticos realizados el pasado 21 de mayo?

Aunque, como veremos más adelante, no faltan quienes estiman que tanto en el conflicto en Ucrania, como en Taiwán, con China, Estados Unidos debe inspirarse en las políticas de los años de la Guerra Fría, especialmente cuando rechazaron las presiones soviéticas en Berlín, entonces ocupado por las cuatro potencias ganadoras de la II Guerra Mundial.

¿Ganar la guerra a una potencia nuclear?

Para el ministro de Defensa británico, Grant Shapps, la única manera de terminar el conflicto es infligiendo una derrota militar a Rusia. Shapps usa el mismo argumento de que, si Putin triunfa, no se detendrá en Ucrania. La victoria de Rusia es “inimaginable e inaceptable”. Simplemente “no permitiremos que eso ocurra”. “Es del todo impensable que Putin pueda ganar esta guerra”, dijo, el pasado 13 de mayo, en una conferencia en la Royal Navy.

Para el primer ministro, el conservador Rishi Sunak, “defender Ucrania es vital para nuestra seguridad y la de toda Europa”.

Si eso es lo que está en juego, estamos frente a una escalada que no se detendrá hasta esa eventual victoria. Inglaterra es, probablemente, el país más directamente involucrado en operaciones militares en Ucrania, con apoyo logístico y de inteligencia. Ha multiplicado su ayuda a tres mil millones de libras por año, el mayor paquete de ayuda militar jamás otorgado por el país. Aun así, es una cifra muy inferior a los 60 mil millones de dólares recientemente aprobados por Estados Unidos.

En el verano del año pasado, cuando todas las expectativas de Occidente estaban depositadas en una gran ofensiva ucraniana, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo que se asegurarían de que Rusia no saliera victoriosa de esta guerra. Reunido en París con sus colegas alemán y polaco, Olaf Scholz y Andrzej Duda, en junio del 2023, afirmó que esperaban el mayor éxito posible de esa ofensiva “para luego poder iniciar una fase de negociación en buenas condiciones».

Como sabemos, nada de eso ocurrió y la ofensiva ucraniana fue un gran fracaso. Casi un año después, en mayo de este año, con Rusia habiendo asumido la iniciativa en el campo de batalla, el presidente francés amenazó con enviar tropas a Ucrania. “Si Rusia gana en Ucrania, no habrá seguridad en Europa”, afirmó.

¿No habrá seguridad en Europa? ¿Por qué no se negoció con Rusia sobre esa seguridad cuando Putin lo propuso, hace ya varios años, incluyendo su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich en 2007?

“Si Rusia logra sus objetivos políticos en Ucrania por medios militares, Europa ya no será la misma que era antes de la guerra”, estiman, por su parte, Liana Fix, miembro residente del German Marshall Fund, en Washington, y Michael Kimmage, miembro visitante del mismo Fondo. No solo Estados Unidos habrá perdido su primacía en Europa, como la idea de que la OTAN (el “brazo armado” que ha garantizado esa supremacía) habrá perdido su credibilidad.

En enero pasado, Anders Fogh Rasmussen, exsecretario General de la OTAN y ex primer ministro danés, y Andriy Yermak, jefe de la oficina de la presidencia de Ucrania afirmaron, en un artículo en Foreign Affairs, que la victoria de Ucrania era “el único camino verdadero para la paz”. Para ellos, “Ucrania pertenece al corazón de Europa”. Mientras Putin esté al frente del Estado ruso, “Rusia será una amenaza no solo para Ucrania, sino para la seguridad de toda Europa”. Para evitarlo, Rusia debe ser derrotada en el campo de batalla.

La idea se repite, una y otra vez, en los think tanks conservadores, norteamericanos y europeos. Esta guerra –dice, por ejemplo, un informe preparado por la Rand Corporation, publicado en enero del año pasado– “es el mayor conflicto entre Estados en décadas y su evolución tendrá las mayores consecuencias para los Estados Unidos”.

El Informe sobre Seguridad que la Conferencia de Múnich publica anualmente destacó, este año, la insatisfacción de parte de la comunidad internacional (de “poderosas autocracias” y del “Sur global”) con la desigual distribución de los beneficios del actual orden internacional.

El informe de este año afirma que la guerra de Rusia contra Ucrania es solo el “ataque más atrevido” a ese “orden basado en reglas” que Occidente y su líder, Estados Unidos, impusieron al mundo al final de la Guerra Fría. Preservar este orden es el interés fundamental de Washington y sus aliados europeos.

Rusia, esta vez, no fue invitada a Múnich. La guerra en Ucrania es el centro de las 100 páginas del informe. Eso explica los miles de millones de dólares invertidos en Ucrania, que no guardan relación alguna con ninguna otra inversión en la solución de los grandes problemas de la humanidad.

¿Tienen razón Rasmussen y Yermak? Ellos creen que todos los países civilizados apoyan sus propuestas. Pero yo quisiera sugerir otra cosa: que no son parte más que de esa Europa que nos debe ya dos guerras mundiales y que, si no les amarramos las manos, nos llevarán a una tercera…

Las aspiraciones del “mundo civilizado”

Las opiniones citadas reflejan lo que está en juego para el “mundo civilizado”, el de Rasmussen y Yermak, o el de Zagorodnyuk y Cohen, el mismo que nos ha llevado a las dos guerra mundiales anteriores.

Queda claro lo que está en juego, las razones de una escalada, hasta ahora imparable, de Occidente en esta guerra, y los riesgos que esto representa para el verdadero mundo “civilizado”, que busca un acuerdo negociado para evitar una posible tercera guerra mundial.

Macron causó desconcierto y debate en Europa cuando sugirió, en febrero pasado, la posibilidad de enviar tropas de la OTAN a Ucrania. Era su política de “ambigüedad estratégica”, que dejaba abierta las puertas para una confrontación directa de Moscú con la OTAN. Ni Estados Unidos, ni Inglaterra, apoyaron la idea… todavía. Habrá que ver qué ocurre si la situación en el terreno sigue empeorando para Ucrania.

Pero en Europa –tanto sus gobiernos como su prensa– solo se habla de guerra. La ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, una antigua “pacifista”, miembro del Partido de los Verdes, una de las voces más agresivas en el gobierno alemán, pidió a Occidente el suministro urgente de más armas a Ucrania, en una visita a Kiev el 21 de mayo pasado.

Los preparativos para una guerra con Moscú se multiplican. El primer ministro polaco, Donald Tusk, anunció la construcción de una línea de defensa en sus fronteras con Bielorusia y Rusia. Hablando en una conmemoración militar en Cracovia, el 19 de mayo, anunció que Polonia invertiría 2,3 mil millones de euros en la creación de fortificaciones y barreras, así como en la adecuación del terreno y de la vegetación para esos objetivos, a lo largo de 400 km de frontera. Obras que, en su opinión, harían “impenetrables” las fronteras polacas, en caso de guerra.

¿En qué guerra estará pensando Tusk? El mes pasado, el presidente Andrzej Duda sugirió que el país estaría feliz de alojar armas nucleares de la OTAN (o sea, norteamericanas).

En enero pasado, la vecina Estonia anunció su intención de construir unos 600 bunkers a lo largo de su frontera con Rusia, proyecto al que se sumarían Letonia y Lituania, para conformar la “línea de defensa báltica”.

El presidente de Finlandia –país que, junto con Suecia, son las dos más nuevas incorporaciones a la OTAN– Alexander Stubb, expresó su entusiasmo con la disuasión nuclear, asegurando que las armas de destrucción masiva son “una garantía para la paz”.

Como dijo Zelensky al New York Times, Occidente debería participar en la guerra derribando misiles rusos, dando a Ucrania más armas, y autorizando su uso para atacar directamente el territorio ruso.

En su opinión, no es un problema involucrar los países de la OTAN en la guerra. Idea similar a la de la exsubsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Victoria Nuland, para quien llegó a la hora de ayudar a Ucrania a atacar objetivos militares en territorio ruso. «Creo que es hora de dar más ayuda a los ucranianos para atacar estas bases dentro de Rusia», afirmó.

La única posibilidad para que Rusia retorne eventualmente a la “sociedad de naciones civilizadas” es mediante una derrota que ponga fin a las ambiciones imperiales de Putin, estiman Zagorodnyuk y Cohen en el artículo ya citado.

¿Cómo en la Guerra Fría?

“Taiwán es el nuevo Berlin”, dice Dmitri Alperovitch, presidente de Silverado Policy Accelerator, una organización dedicada a promover la prosperidad y el liderazgo norteamericano en el siglo XXI. Definido como un “visionario”, empresario de mucho éxito, exasesor del Departamento de Defensa y de Seguridad Interna, Alperovitch piensa que Estados Unidos debe inspirarse en las políticas adoptadas en los años 60’s para enfrentar los desafíos presentados entonces por la Unión Soviética en el Berlín ocupado por las potencias triunfantes den la II Guerra Mundial.

¿Qué políticas fueron esas? Las de defender los “intereses estratégicos norteamericanos, aun a un costo inimaginable”. O sea, de una guerra nuclear. Para Alperovitch, se trata de convencer a Rusia –y, sobre todo, a China– de esa misma disposición hoy.

Me parece que la propuesta de Alperovitch carece, sin embargo, de un elemento fundamental. La posición estratégica de las potencias involucradas en este conflicto, el escenario político, es hoy muy distinto al de los años 60, cuando Estados Unidos no tenía rival. La pretensión de encarar estos problemas con el criterio de la Guerra Fría ha sido denunciada por China, y puede llevar a errores de consecuencias dramáticas, considerando el papel de cada actor en el mundo de hoy, incluyendo el de Estados Unidos, pero también los de China y Rusia. Taiwán no es, de modo alguno, un “nuevo Berlín”.

El mundo civilizado

“Ha llegado el momento de que los aliados se planteen si deben levantar algunas de las restricciones que han impuesto al uso de las armas que han donado a Ucrania», dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en entrevista a The Economist.

Es un paso más en la escalada de la OTAN para hacer frente a los avances del Ejército ruso. Pero Stoltenberg insiste en que “no serán parte del conflicto» en Ucrania. La realidad es que la OTAN lleva el peso del conflicto. Sin sus recursos, sus armas, sus servicios de inteligencia, sin su entrenamiento de las tropas ucranianas, esa guerra no podría seguir. Este es un nuevo paso, sin que, ante un inminente triunfo ruso, se pueda descartar ningún otro, dado lo que, para Occidente, está en juego en esta guerra. No se trata solo de las armas. Pese a las muchas advertencias en contra, parece acordado ya el uso de los dineros rusos congelados en Bruselas y Washington, para financiar a Ucrania.

Occidente apuesta por la solución militar y el mundo se ve enfrentado, nuevamente, al riesgo de que Europa nos lleve a una tercera guerra mundial. Lo harán, si no les amarramos las manos.

¿Cómo hacerlo? Intentando. Hay que conformar una alianza del mundo civilizado que vaya cerrando los espacios políticos a quienes han impuesto al mundo las guerras más devastadoras del último siglo. Las dos orientadas a derrotar a Rusia.

En ese esfuerzo del mundo civilizado, el encuentro entre Wang Yi, el principal representante diplomático chino, y Celso Amorín, asesor especial del presidente brasileño Lula, es la iniciativa más reciente. Reunidos en Beijing, el jueves 23 de mayo, emitieron una declaración de “Entendimiento común entre China y Brasil para una solución política a la crisis de Ucrania”.

El documento, de seis puntos, reafirma que el diálogo y la negociación entre las dos partes son la “única solución viable” para la crisis. Como alternativa a la cita de Occidente para respaldar la propuesta ucraniana, el mes próximo en Suiza, sin la presencia rusa, invitan al mundo civilizado –a la “comunidad internacional”, según los términos del documento– a apoyar esa propuesta, un intento por amarrar las manos a quienes amenazan con llevarnos a otra guerra mundial.

FIN

Esperanza ontológica (E. Bloch): Universitarios contra el Genocidio en Gaza

Por Mag. Jiddu Rojas

La valiente solidaridad de los estudiantes y profesores universitarios norteamericanos, contra el cruel Genocidio racista y colonial en Gaza, –llevado a cabo impunemente por Netanyahu y el Ejército de Israel, y apoyado en EEUU. por Biden y Trump, y por sus Aliados de la OTAN–, llena de nueva esperanza a un Mundo cínico, desigual y desesperanzado. Una esperanza no sacrificial ni ingenua, sino llena de potencia, posibilidad y Vida.

Las categorías filosóficas (no teológicas) de Bloch, son a veces difíciles de explicar al gran público. Es la tensión social y colectiva entre el Eros versus el Tánatos. Dicho, rápidamente, o sea, mal dicho: Es la tensión entre lo que somos, lo que podemos ser y lo que debemos ser. La utopía necesaria como horizonte regulador, es la función de «Utopía Concreta» (Bloch).

Resumo: Una pequeña victoria del Amor y de la Vida contra la lógica social de Muerte impuesta estructuralmente, que merece una reflexión. Una reflexión peregrina, acaso para resemantizar, desde la Utopía Concreta (Bloch), una Geopolítica posible para la Paz con Justicia.

Nadie cree más, o no tan fácilmente, la millonaria propaganda del Sionismo Revisionista. Acaso los fanáticos religiosos del Fundamentalismo Protestante y demás Neoconservadores. O algún político alemán, pro-OTAN, atormentado por la culpa histórica del Holocausto, o algunos políticos asalariados de la AIPAC en EEUU., y que terminan apoyando otro Genocidio.

Es evidente que la construcción colonial del Israel moderno no tiene nada que ver con la mítica Judea Bíblica. Aun así, se exhorta por Populistas de Extrema Derecha, y por Pastores Fundamentalistas a la justificación del Genocidio como «castigo divino».

Las inmorales acusaciones de «Antisemitismo» del Lobby Sionista y de Netanyahu, son vistas cada vez más, como vulgares mentiras fascistas televisadas. Hasta los medios tradicionales tienen que aceptar el Genocidio. Los «Semitas» serían, en todo caso, los Palestinos, milenario pueblo original colonizado hasta 1948. El Sionismo Revisionista es una cosa diferente del Pueblo Judío.

Al mejor estilo de la «inversión axiológica» (Franz Hinkelammert), el discurso demencial y belicista de Netanyahu y sus Aliados, se desenmascara, y es visto poco a poco, como lo que realmente es:

Como una copia vil, una nueva versión retórica racista, de la típica propaganda de la psicología de manipulación de masas (al decir de W. Reich) de Hitler y del Nazismo, contra los Judíos Alemanes y Europeos, para así justificar el pasado Holocausto, y en el fondo, su fanática Cruzada Anticomunista.

Todos conocemos cómo terminó esta tragedia colectiva, con la Segunda Guerra Mundial y la derrota de la Alemania Nazi. Lo mismo podría pasar con el actual Israel, dirigido por una coalición de Extrema Derecha Religiosa y Ultra- Nacionalista del «Sionismo Revisionista» (el Sionismo de derechas en su peor versión racista, heredero del racista Zeev Jabotinsky). Coalición fanática, cuyo líder Netanyahu, es cuestionado al interno de Israel por corrupción y autoritarismo.

Sin hablar de la seria hipótesis sostenida por analistas del calibre de Ehud Barak, General de las FDI y ex Primer Ministro de Israel (1999-2021), y de otros Jefes o de la Seguridad Interior de Israel (Shin Beth o Shabak) como el Almirante Ami Ayalon ex Director del Shin Beth de 1996 al 2000 [Ver Entrevista con Ehud Barak, Ami Avalon, y la ex Primer Ministra Tzipi Livni de la centrista Unión Sionista/ Hatnuá y ex –Kadima en The Think Lab del 1/03/20024: Ehud Barak: «Netanyahu created and financed Hamas» (youtube.com); consultado el 27/03/2024] ; así como por el Director de política exterior de Unión Europea (incluso cercano a la OTAN), Josep Borrell, [Ver El País Internacional , 19/01/2024, Borrell acusa a Israel de haber financiado a Hamás para debilitar a Palestina | Internacional | EL PAÍS (elpais.com); consultado el 27/03/2024] de acusar directa y públicamente a Netanyahu y a su sector más extremista, –opuesto a la Solución de Dos Estados–, de promover y estimular secretamente la formación de Hamas en Gaza con capital de Qatar, para dividir a la secular OLP. La idea, según ellos, era crear un pequeño “monstruo” fundamentalista, supuestamente islamista, para justificar la política del Likud y sus Aliados Conservadores, y romper los Acuerdos de Paz. El «Monstruo» se salió de control, -acaso por control remoto-, justo cuando Netanyahu lo necesitaba, para salvarse de la posible cárcel. No es la primera vez que el mismo Mossad (Inteligencia y Contrainteligencia Exterior) desmiente públicamente a Netanyahu, por ejemplo, sobre la capacidad militar nuclear de Irán y su show mediático montado en la ONU. Tal fue el caso concreto del Mayor Gneral Meir Dagan, antes de fallecer en el 2016, y director de este organismo del 2002 al 2011, acerca del caso de Irán y sus posibilidades militares nucleares. [Ver la Entrevista del General Meir Dagan en 60 Minutes de CBS News The Spymaster: Meir Dagan on Iran’s threat (youtube.com) ; consultado el 27/03/2024]. Nos encontramos entonces frente a Netanyahu, un líder sionista particularmente fanatizado y peligroso.

Justo al estilo del Dictador Noriega en Panamá, que justificó la Invasión de 1988, o igual que los traidores Bernard Coard y Hudson Austin, quiénes asesinaron al líder popular Maurice Bishop y a sus colaboradores del «Movimiento Nueva Joya«, y cuyo Golpe supuestamente extremista, más bien provocó la Invasión de Granada por Reagan en 1983.

Recordemos que Netanyahu prácticamente llegó al poder la primera vez, después del asesinato en 1995 del Premier Laborista, Isaac Rabin, excomandante en jefe del Estado Mayor de las FDI, por un joven Ultra- Nacionalista, quién consideró que los Acuerdos de Oslo, eran una traición al Sionismo Revisionista. La segunda vez después de la muerte y el desencuentro con Ariel Sharon, y tras robarle el liderazgo del Likud, y el escándalo contra Ehud Olmert (de la nueva formación de Derecha más moderada, Kadima, fundada por difunto derechista Ariel Sharon). La llamada «Solución de los Dos Estados» aprobada y firmada en los Acuerdos de Oslo, fue boicoteada así, desde la Extrema Derecha del Sionismo Revisionista. En resumen, ha estado más en el poder que el mismo fundador del Estado de Israel, Ben-Gurión, remodelando toda la arquitectura política de ese país. Las acusaciones de concentración del poder, de intentos de controlar el Poder Judicial, así como de corrupción, sobran. Posiblemente, por menos que eso, Ehud Olmert (Kadima), de Derecha Sionista pero partidario de la “Solución de los Dos Estados”, fue condenado a la cárcel. Como signo social, esto implica un cambio sustancial dentro de la subjetividad política de la ciudadanía israelí. Es el terreno social fértil para el un abierto Fascismo.

Las operaciones de «bandera falsa», más allá de las ridículas «teorías de la conspiración» en boga, han existido desde la Antigüedad, y seguirán existiendo. La Desinformación deliberada como parte operativa en el «sistema-mundo» (categoría de I. Wallerstein) también. Los muertos, sean palestinos, israelíes, o Latinoamericanos, sí son reales. Los heridos, mutilados, torturados, violados, vejados, y desplazados, también son reales. Las ganancias, sean geopolíticas, militares, políticas, o directamente económicas, también son reales. Y EEUU. está en Elecciones y está polarizado.

De momento, ya hay acusaciones formales de Genocidio y Crímenes de Lesa Humanidad contra el Gobierno de Netanyahu, y presentadas debidamente en organismos de Derecho Internacional. La Asamblea de la ONU ha sido muy clara también en su condena. Incluso el polémico Consejo de Seguridad de la ONU, con la abstención de EEUU. (24/03/2024), acepta pedir un Alto al Fuego duradero. Los criminales de guerra nazis terminaron siendo juzgados internacionalmente, condenados y muchos ejecutados. Netanyahu y su banda, deberían meditar más en eso.

«La historia ocurre primero como tragedia y luego como comedia (farsa)», sentenció Marx acerca de Napoleón III versus Napoleón I en su famoso libro «El 18 de Brumario de Luis Bonaparte». Por supuesto, Netanyahu y sus cómplices, no son ilustrados, ni tienen capacidad racional de autocrítica, y no paran de mentir y de autoengañarse sistemáticamente. El Genocidio también es un gran negocio capitalista, y su verdadera ideología es el «Becerro de Oro».

La manipulación mediática Sionista continúa obviamente. Ésta es la misma «lógica» discursiva retorcida, colonial y racista, que se le impuso por décadas a Palestina. Primero con la Limpieza Étnica de la «Nakba» colonial en 1947-1948, con las Guerras de 1967 y 1973, pasando por la Intifada de 1987-1988, los bombardeos y ataques al Líbano y Gaza, así como la ilegal expansión de los asentamientos coloniales y la sistemática violación de los Acuerdos de Paz por Israel, hasta el actual Genocidio en Gaza. Éste último, fue y es, el primer Genocidio transmitido en vivo en nuestros teléfonos «inteligentes». La crueldad inhumana, develada por la tecnología consumista.

En medio del atroz cinismo de la Globalización capitalista y su alienación profunda, incluso en pleno Estados Unidos (“El Hegemón”), aparece un nuevo movimiento universitario que cuestiona la hipócrita colaboración militar, económica y geopolítica de «Occidente» y sus élites, con los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad del Sionismo en Gaza.

Esto en mi opinión, es una muestra indubitable de esperanza ontológica, al decir del gran filósofo judío-alemán Ernst Bloch, y del renacimiento de las posibilidades éticas y colectivas de toda la Humanidad.

O como escribiría el gran Herbert Marcuse al final de su famoso texto, «El Hombre Unidimensional», y citando al filósofo mártir contra el Nazismo, Walter Benjamin: «Sólo gracias a aquellos sin esperanza, nos es dada la esperanza». (El Hombre Unidimensional: ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada; Ed. Joaquín Mortiz, México D.F., 1981)

“¡Ya no seré cómplice del Genocidio!”, y “Free Palestine!”, gritó el soldado y aviador norteamericano de 25 años, Aaron Bushnell, antes de inmolarse frente a la Embajada de Israel en Washington, Estados Unidos, en un trágico acto extremo de protesta, frente al cinismo sordo del poder económico, político y militar. Personalmente su entereza, su desesperación, y sus gritos, me perseguirán para siempre. Nunca podré olvidar esa tragedia, que emula las de las protestas contra la Guerra de Vietnam. Tanto con los Bonzos budistas (1963) en el Vietnam del Sur ocupado por tropas norteamericanas, como dentro del mismo EEUU: Justo abajo del despacho del responsable oficial de esa política exterior en el Pentágono, el secretario de Defensa Robert McNamara (Norman Morrison, un pacifista cuáquero que se inmoló como protesta contra la intervención militar norteamericana en Vietnam, un 2 de Noviembre de 1965).

Miles de estos valientes estudiantes norteamericanos en lucha contra el Genocidio en Gaza, son «privilegiados» miembros de la comunidad judía- norteamericana. Muchos inspirados en el movimiento de EEUU.y Canadá, «Jewish Voice for Peace» («Voz Judía por la Paz») y por diferentes intelectuales, artistas y figuras judías, que están, –no contra Israel–, sino contra el Genocidio actual de niños, mujeres y ancianos palestinos en Gaza.

Todo esto lo hace más valioso y heroico. Gente como la economista Naomi Klein, la gran actriz Susan Sarandon, el intelectual y lingüista Noam Chomsky, o el Senador Bernie Sanders, sin hablar de muchas otras figuras en Europa Occidental y el Mundo en general, incluyendo el mismo Israel. La esperanza en medio del Apocalipsis imperial global, renació.

Nota histórica: E. Bloch, W. Reich, H. Marcuse, W. Benjamin, o su famosa colega Hannah Arendt, fueron todos grandes pensadores judíos-alemanes del Siglo XX, todos militantes Anti-Fascistas, todos comprometidos contra el Nazismo, todos exiliados (o muertos como Benjamin), todos de Izquierda, todos humanistas y Anti- Autoritarios, y NUNCA Sionistas. Karl Marx obviamente anterior, –otro brillante pensador y revolucionario socialista judío-alemán, cuyo ideario tuvo y tendrá muchas lecturas, al igual que Sigmund Freud fundador del Psicoanálisis, y el filósofo marxista húngaro György Lukács–, los inspiraron parcial y críticamente. Estos autores antes mencionados, -usualmente vinculados a la primera generación de la Escuela de Frankfurt-, a su vez inspiraron posteriormente, la formación de otros intelectuales críticos, como el sociólogo Immanuel Wallerstein, o el lingüista y activista Noam Chomsky. Todos los mencionados, al igual que el físico Albert Einstein, fueron de origen judío, pero ninguno, ninguno fue Sionista- Revisionista.

Gracias, Jiddu Rojas.

#cesedelgenocidio #CeseAlFuegoYa #cesefirenow #cesegenocide

El fin de la Guerra Fría o el origen del mundo actual

Gilberto Lopes
San José, 26 de abril del 2024

(I)

De la Casa Común a la nueva Cortina de Hierro

Es diciembre del 2014 y, hace un año, las protestas de Maidán impusieron un cambio de gobierno en Ucrania. El expresidente de la Unión Soviética (URSS), Mijail Gorbachov, entonces de 83 años, conversaba con Pilar Bonet, que había sido corresponsal del diario español El País en Moscú durante 34 años.

“Construir la casa común europea es más urgente que nunca”, le dice Gorbachov. “Hay que crear un sistema de seguridad que incluya a Estados Unidos, Canadá, Rusia y a los países europeos”, afirma vehemente, a la vista de las turbulencias por las que atraviesa la relación de Rusia con Occidente. En marzo de ese 2014, la población de Crimea y de la ciudad de Sebastopol había aprobado su adhesión a Rusia, en un referendo.

Gorbachov apoya la política de Putin en Crimea. “¡Se ha vertido tanta sangre rusa, se ha luchado tantos siglos por Crimea, por la salida [de Rusia] a los mares!”, exclama. “Para mí lo principal es que la gente quería regresar a Rusia” (el resultado del referendo fue abrumadoramente favorable a la idea). “Crimea es rusa y era una herida abierta que ahora se ha cerrado. En lo que se refiere a Crimea, en Occidente, deben dormir tranquilos”, dice Gorbachov a Bonet.

Ve como un “signo negativo” el aplazamiento del Diálogo de San Petersburgo, un foro bilateral ruso-alemán que reunía, cada año, a políticos, intelectuales y representantes de la sociedad civil de los dos países. “Si se suprimieran ahora las sanciones, se llegaría a acuerdos sobre muchas cosas con Rusia. Pero sin ultimátum, porque no se puede tratar así, sin contemplaciones, a Rusia”.

Gorbachov está de acuerdo con Putin cuando este afirma que, tras la Guerra Fría, los países occidentales se comportaron como “nuevos ricos”. “Comenzaron a limpiarse las botas en Rusia, como si fuera un felpudo. Elogiaban a Yeltsin, mientras el país estaba postrado”. “No es tarde para dar un viraje, todos juntos, aunque no se puede esperar nada de Ucrania, que está dispuesta a todo para que la admitan en la OTAN y en la Unión Europea”.

La Casa Común europea

Ya ha corrido mucho agua bajo el puente desde la unificación alemana, su incorporación a la OTAN y la disolución de la Unión Soviética. Casi 35 años.

Cuando todo eso aún no había ocurrido (pero era ya inminente e inevitable), en julio de 1989, Gorbachov habló en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en Estrasburgo. Propuso impulsar la construcción de la Casa Común europea. Ofreció negociar con la OTAN el retiro de los misiles nucleares de corto alcance. El desarme debe ser, según el líder del Kremlin, el pilar de la construcción de esa casa común.

Tres años después, en abril de 1992, ya disuelta la Unión Soviética, Gorbochov habla en un coloquio en la Sorbona. El tema es ¿Adónde va el Este?, organizado por Libération, El País, La Repubblica y otros medios de comunicación europeos. Propone la creación de un Consejo de Seguridad para Europa. Dice compartir la visión del general De Gaulle, “quien concebía a Europa como el espacio entre el Atlántico y los Urales”, la frontera natural entre Europa y Asia, unos 1.700 km al este de Moscú. Un enorme escenario europeo.

Solo un mes antes de su conversación con Bonet, Gorbachov había participado en las celebraciones de los 25 años de la caída del muro de Berlín, ocurrida el 9 de noviembre de 1989.

Gorbachov advierte contra la tentación de promover una nueva Guerra Fría. Reclama un diálogo con Moscú. El presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, también habla. Reconoce que, “nos guste o no, Rusia es una potencia clave, un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Estamos comprometidos con la integridad territorial de Ucrania, pero hay que mantener todos los canales de comunicación abiertos con Rusia”.

Estados Unidos nunca permitirá una verdadera Europa unida

Gaspar Méndez, economista, profesor de Geografía e Historia, escribe en el Diario de León, el 15 de julio del 2022. Las tropas rusas habían cruzado la frontera ucraniana el 24 de febrero.

Cita al coronel de la reserva del ejército español, Pedro Baños, escritor especializado en geoestrategia, defensa, seguridad, y al reconocido periodista norteamericano, Robert Kaplan, colaborador asiduo de algunos de los medios más importantes de Estados Unidos.

Si analizamos la cuestión desde el punto de vista de los intereses geopolíticos, “Estados Unidos nunca permitirá una verdadera Europa unida, como tampoco puede permitir que la UE se una con Rusia, pues eso significaría un enorme perjuicio geopolítico y económico”.

Según el guion norteamericano, el arquitecto de la construcción europea debía ser la OTAN y a Gorbachov le preocupaba la ampliación de la alianza, ante la inminente unificación de Alemania. Como sabemos, fue este el guion que se impuso.

El profesor Méndez agrega que cobran renovado valor las palabras de Gorbachov cuando recordaba que “nuestro pueblo vincula la OTAN con la Guerra Fría, como una organización hostil a la Unión Soviética, como una fuerza que acelera la carrera armamentista y aumenta el peligro de guerra. Nunca aceptaremos confiarle el papel rector en la edificación de la nueva Europa”.

¿Un mundo unido detrás de Ucrania?

Hace un año, en abril del año pasado, David Miliband, Secretario de Estado del Reino Unido entre 2007 y 2010, publicó en Foreign Affairs unas reflexiones sobre “The World beyond Ukraine”. Discute afirmaciones del presidente de Ucrania, para quien la guerra había unido el mundo detrás de su país.

La realidad no es esa, dice Miliband. Unos 40 países, que representan cerca de la mitad de la población mundial, se han abstenido regularmente de votar las condenas a la invasión rusa. Dos tercios de la población mundial vive en países que son oficialmente neutrales o apoyan a Rusia, incluyendo algunas democracias notables, como India, Brasil, Indonesia o África del Sur. “Síntoma de un síndrome mayor: enojo, al percibir los dobles estándares de Occidente, y frustración por el fracaso de los esfuerzos por reformar el sistema internacional”. En especial, la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

El distanciamiento entre Occidente y el resto del mundo, dice Miliband, “es producto de una profunda frustración –ira, en verdad– por la forma como Occidente manejó la globalización desde el fin de la Guerra Fría”.

El artículo merece particular atención, por las muchas aristas que toca, por la posición particularmente importante que ocupó su autor, por el punto de vista muy distinto al del gobierno conservador inglés actual, que sueña con transformar la economía británica en una economía de guerra.

La “Cortina de Hierro” avanza hacia el este

Semanas antes de la invasión de Ucrania, Mary Sarotte, académica norteamericana de la universidad John Hopkins, publicó su libro “Not One Inch”. Es sobre las conversaciones de 1989, cuando Gorbachov negociaba con el canciller alemán, Helmut Kohl, y el presidente y el Secretario de Estado norteamericanos, George Bush y James Baker, la retirada de las tropas rusas de Europa central y la incorporación de Alemania a la OTAN. “Ni una pulgada” hacia el este, había sido la propuesta discutida en esas conversaciones, que Sarotte documenta.

Al comentar el libro, Carlos Tello, ensayista mexicano, escribía en la revista Milenio: “Ya entonces el avance hacia el este era imparable. Los más firmes defensores de la expansión eran, de hecho, los líderes y, en general, los pueblos del centro y del este de Europa. Vaclav Havel, tras pedir que las tropas norteamericanas y rusas salieran del centro de Europa, cambió de opinión, le expresó a Bill Clinton el deseo de la República Checa de ser parte de la OTAN. El polaco Lech Walesa también, temeroso del resurgimiento de Rusia”.

La nueva “Cortina de Hierro” comenzaba su avance hacia el este. En el congreso de Estados Unidos, al aprobarse el sábado, 20 de abril, la nueva ayuda a Ucrania, por poco más de 60 mil millones de dólares, el representante Gerry Connolly, proclamó: –¡La frontera ucraniano-rusa es nuestra frontera!

Difícil no imaginar ese avance hacia el este como otro movimiento de la Operación Barbarroja, el asalto a Moscú que las tropas alemanas iniciaron el 22 de junio de 1941, con las consecuencias que conocemos.

***   ***   ***

(II)

Lo que está en juego en esta guerra

Occidente, guiado por Estados Unidos, puede provocar una guerra potencialmente catastrófica entre dos potencias nucleares gracias a su postura abiertamente hostil hacia Rusia y a sus esfuerzos por poner fin a los acuerdos sobre control de armas existentes, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, a fines de abril. Las tres mayores potencias nucleares, Estados Unidos, Inglaterra y Francia –agregó–, “están entre los principales sostenedores del régimen criminal de Kiev y son los principales organizadores de las provocaciones contra Rusia”.

Un punto de visa distinto es el del primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, para quien “defender Ucrania contra las brutales ambiciones de Rusia es vital para la seguridad de Inglaterra y de toda Europa”. “Si Putin tiene éxito en su guerra de agresión, no se detendrá en la frontera polaca”, dijo Sunhak, sumándose a quienes aseguran que Moscú estaría empeñado en una guerra de conquista en Europa.

Lo cierto es que prácticamente todos los análisis militares del conflicto con Ucrania indican que Rusia no está en disposición siquiera de controlar toda Ucrania. Mucho menos de llevar la guerra al territorio de la OTAN, desatando un conflicto nuclear.

El costo de perder Ucrania

El Institute for the Study of War (ISW), una institución creada en 2007, en Washington, con el objetivo de contribuir a mejorar la capacidad de Estados Unidos para ejecutar operaciones militares, responder a nuevas amenazas y lograr sus objetivos estratégicos, promovió dos estudios sobre “El alto costo de perder Ucrania”, publicados en diciembre del año pasado.

“Estados Unidos tienen mucho más en juego en la guerra de Rusia en Ucrania de lo que la gente se imagina”. La conquista de Ucrania por Rusia –dice el trabajo, firmado por Frederick W. Kagan, Kateryna Stepanenko, Mitchell Belcher, Noel Mikkelsen y Thomas Bergeron– “podría traer el ejército ruso, golpeado pero triunfante, hasta la frontera de la OTAN, desde el mar Negro hasta el Océano Ártico”.

Contribuir a la defensa ucraniana con apoyo militar “es mucho mejor y más barato para los Estados Unidos que permitir su derrota”, aseguran. “Hemos sostenido con fuerza que los valores norteamericanos están de acuerdo con los intereses norteamericanos en Ucrania”.

Llama la atención esa referencia a los riesgos de traer el ejército ruso a la frontera de la OTAN. Una de las razones fundamentales por la que los rusos explican su intervención en Ucrania es precisamente por el avance de la OTAN hacia sus fronteras desde el fin de la Guerra Fría, pese a los acuerdos para evitarlo, sobre los que Gorbachov conversó con Alemania y Estados Unidos, cuando se unificó Alemania.

Los más de 200 mil millones de dólares, invertidos solo por Estados Unidos en esa guerra, no dejan duda sobre lo que está en juego. A estos recursos hay que sumar los de las naciones europeas, principalmente Alemania e Inglaterra. Como dijo el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, “ustedes defienden nuestra propia seguridad en las fronteras orientales de Europa”.

El 23 de abril pasado, Sunak anunció, en Varsovia, la mayor ayuda militar de su país a Ucrania. Un paquete valorado en 620 millones de dólares, que incluiría más de 400 vehículos, 60 botes y un número no determinado de misiles de largo alcance Storm Shadow, con los que los británicos pretenden contribuir a seguir debilitando la flota rusa en Sebastopol y a atacar Crimea.

Como destaca un entusiasmado guerrerista en las páginas del diario español El País, corresponsal de “asuntos globales”, “Europa arde con la guerra de Ucrania y ante una Rusia agresiva muchos aumentan el gasto en Defensa”. Estamos muy lejos de los tiempos de una periodista como Pilar Bonet.

Crear un mundo “horrible”

Nataliya Bogayova, en su trabajo para el ISW sobre “The Military Threat and Beyond”, asegura que, si Rusia vence en Ucrania, quedará claro para los adversarios de Estados Unidos que se le puede influenciar, hacerlo abandonar sus intereses en una lucha que, en su opinión, se podría ganar. Una victoria rusa –dice el estudio– podría estimular a otros a desafiarlo, a hacer creer a sus adversarios que pueden quebrar su voluntad de defender sus intereses estratégicos. A crear un mundo “horrible”, basado en las atrocidades cometidas por los rusos en la guerra.

Ya no se trata de la amenaza rusa de invadir Europa, sino del riesgo de que una Rusia victoriosa se muestre determinada a debilitar las posiciones de Estados Unidos. Apoyar a Ucrania no solo evitará la desaparición de una nación independiente, “sino que asestaría un golpe asimétrico a la alianza rusa y a la coalición antinorteamericana”.

En sus conclusiones, Bogayova afirma que una victoria rusa en Ucrania “puede crear un mundo fundamentalmente opuesto a los intereses y valores de los Estados Unidos”.

Uno de los problemas con esta argumentación es que ha sido Estados Unidos el que ha llevado la guerra a todo el mundo, el que se ha mantenido en guerra por décadas, cuyas atrocidades cometidas en Vietnam, o Irak, en los campos de tortura en ese país y en Cuba, han dejado imágenes imposibles de borrar.

De selvas y jardines

Para el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, el más cercano aliado de Moscú, Ucrania es un escenario militar donde se decide, en parte, el nuevo orden mundial. Hablando ante la Asamblea del Pueblo, el parlamento de su país, el pasado 24 de abril, Lukashenko afirmó que es la última confrontación entre el este y el oeste y aunque ninguna de las partes se ha mostrado más fuerte, el actual orden mundial no saldrá indemne de este conflicto.

Dos años después de la invasión rusa a Ucrania, Borrell, hablaba ante la Rada ucraniana: –El estado natural de las cosas sigue siendo la lucha entre grandes potencias. En el mundo actual, la geopolítica está resurgiendo y Rusia no ha olvidado su propia ilusión imperial. “La UE ya no está ahí para hacer la paz entre nosotros, sino para hacer frente a los desafíos de nuestras fronteras”.

Tenemos que apoyar a Ucrania “cueste lo que cueste”, hacer lo que sea necesario para que Ucrania gane, dijo Borrell. Quienes afirman que hay que apaciguar a Putin se equivocan. “En lugar de buscar el apaciguamiento, deberíamos recordar las lecciones que hemos aprendido desde 2022, evitando repetir errores y redoblando nuestros esfuerzos en los ámbitos en los que hemos logrado éxitos”.

Es cierto que la UE no es la OTAN. Pero la OTAN se ha convertido en el brazo armado de la UE, encabezada por Estados Unidos. Y en el escenario de guerra, es también su principal instrumento de política exterior. Ya antes de la guerra, la diplomacia había estado prácticamente excluida de la mesa, si consideramos que inclusive los Acuerdos de Minsk, teóricamente negociados para poner fin al conflicto, en 2014 y 2015, no eran más que un recurso para ganar tiempo y armar a Ucrania, como reconocieron la Canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, François Hollande, quienes debían servir de garantes de las negociaciones entre Rusia y Ucrania.

***   ***   ***

(III)

Llevando la guerra a todas partes

Como dice Borrell, en lugar de buscar el apaciguamiento hay que prepararse para la guerra: “necesitamos urgentemente reactivar la industria europea de defensa. La capacidad de producción de nuestra industria ya ha aumentado un 40% desde el comienzo de la guerra. A finales de año alcanzaremos una capacidad de producción de 1,4 millones de municiones. Habremos entregado a Ucrania más de un millón de proyectiles para finales de año”.

En septiembre del año pasado, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltemberg, fue invitado por el Council on Foreign Relations (CFR) para hablar en la Russell C. Leffingwell Lecture, en Washington.

Stoltemberg reiteró que el apoyo a Ucrania “es algo que hacemos porque es de interés para nuestra seguridad”. Consultado sobre el interés de la OTAN de abrir una oficina de contacto en Japón, explicó que la seguridad no es regional, sino global. Desde su punto de vista, un triunfo de Rusia en Ucrania estimularía el uso de la fuerza por parte de Beijing. Para eso están reforzando sus alianzas con Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.

En el espacio de preguntas, Lucy Komisar, una periodista independiente basada en Nueva York se refirió al memo desclasificado de un encuentro entre el entonces Secretario de Estado, James Baker, y el presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, en el que se prometía no avanzar la OTAN “ni una pulgada” hacia el este. Y cuando esto empezó a pasar –agregó la periodista– George Kennan, uno de los más brillantes diplomáticos norteamericanos, artífice de la visión de Washington sobre la Guerra Fría, predijo el desastre que la ampliación provocaría. Lo que se ha hecho una realidad, agregó Komisar, quién le preguntó a Stoltemberg si estaba satisfecho con los resultados.

–No estoy satisfecho, dijo Stoltemberg. Pero es culpa de Rusia, que decidió invadir otro país. “E, independientemente de lo que Ud. piense sobre la ampliación de la OTAN, eso no le da derecho a invadir otro país”.

Stoltemberg defiende el derecho de cada nación a decidir si se incorpora o no a la OTAN, sin que Moscú tenga derecho de veto sobre esa decisión. Stoltemberg es Secretario General de la OTAN y su papel no es decidir lo que hará cada país, sino lo que la OTAN debe hacer, según los compromisos históricos asumidos y el escenario político en que se desenvuelve. Pero Stoltemberg no es Kennan, el diplomático norteamericano que vislumbró el escenario de la Guerra Fría y supo ver el de la post Guerra Fría, muy distinto a la confrontación a la que la han llevado Washington y sus aliados europeos, a los que Stoltemberg sirve y en cuya guerra apuesta.

En la última década, la OTAN ha implementado el mayor refuerzo de la defensa colectiva en una generación, asegura. “Hemos fortalecido nuestra presencia militar en Europa del este e incrementado los gastos en defensa. Con la incorporación de Finlandia –y Suecia– la OTAN se hace mayor y más fuerte”.

Y concluye: –Espero que la OTAN confirme nuestro apoyo inquebrantable a Ucrania, continúe fortaleciendo nuestra propia defensa e incrementando nuestra cooperación con nuestros socios europeos e indo-pacíficos para defender el orden global basado en reglas”. Un sistema que “está siendo desafiado como nunca antes”.

La OTAN se prepara para la guerra. ¿Qué guerra?

Putin se ha preguntado quién define esas reglas, desafiando el sistema directamente, dijo Borrell, en su conferencia en la Academia Diplomática Europea, en Brujas, el 13 de octubre de 2022. En su opinión, Europa es un jardín, donde “todo funciona”. ¡Cuiden el jardín, sean buenos jardineros! “Gran parte del resto del mundo es una selva y la selva invade el jardín. Los jardineros deberían cuidarlo”, agregó, refiriéndose a los alumnos de la Academia.

¿Defender un orden global basado en reglas? Sí, pero ¿cuáles? ¿Las del jardín de Borrell?

Para el presidente Lukashenko, el orden mundial no saldrá indemne del conflicto actual. Cuando las tropas rusas cruzaron la frontera de Ucrania, ese orden se hizo pedazos. Su reconstrucción dependerá del resultado de esa guerra. Pero ya no será el orden heredado de la Guerra Fría. Ese orden saltó por los aires.

Por ahora, Occidente apuesta por la guerra. Aprobados los 60,8 mil millones de dólares para Ucrania por el congreso de los Estados Unidos, Biden anunció que las armas comenzarán a fluir pocas horas después. Son parte del paquete aprobado por el congreso, que se sumarán a los ATACMS, misiles de largo alcance, ya suministrados en secreto a Ucrania, con el objetivo especial de atacar Crimea.

“Los líderes europeos no están discutiendo sobre el riesgo de una nueva guerra en el continente. Se están preparando para ella”, es el título del artículo publicado por Bloomberg, el pasado 24 de abril.

Sunak habla de poner la industria de defensa inglesa en “pie de guerra”. Donald Tusk, primer ministro polaco, dice que Europa vive una situación de “preguerra”. La presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula von del Leyen, pone como ejemplo el “modelo finlandés” de defensa civil. El nuevo presidente de Finlandia, Alexander Stubb, de derecha, se dice dispuesto a acoger en su territorio armas atómicas norteamericanas. Finlandia necesita la disuasión nuclear. Es la mejor forma de garantizar su seguridad, estima. El ministro de Relaciones Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, dice en su parlamento que Rusia debe temer a la OTAN, que podrían derrotarlos en el campo de batalla.

La OTAN hace una demostración de fuerza a la sombra de la guerra de Rusia, dice el NYT. Cerca de 90 mil soldados entrenan entre Lituania y Polonia, en la frontera de enclave ruso de Kaliningrado, para una guerra entre las grandes potencias.

Según el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, la OTAN ya tiene cerca de las fronteras rusas hasta 33 mil efectivos, unos 300 tanques y más de 800 otros vehículos blindados.

¿Qué debe hacer el mundo?

¿Con qué guerra estarán soñando Sikorski y sus socios de la OTAN?

Europa se prepara para otra guerra y el resto del mundo ¿qué debe hacer? ¿Dejarles las manos libres para que jueguen con la suerte del mundo? ¿Para que nos lleven a la Tercera Guerra Mundial?

¿Qué guerra será esa? ¿Para defender los intereses de quiénes? Una Europa cada vez más conservadora, habla de guerra como si entre la segunda (que llevaron a cabo también contra Rusia) y una eventual tercera, no se hubiese poblado el mundo de armas nucleares.

La irresponsabilidad de los “jardineros” de Borrell parece no tener límites. Pero el mundo de hoy no es ya el de la II Guerra Mundial. De modo que los intentos por terminar lo que los alemanes no pudieron hacer hace más de 80 años tiene un solo destino, si el resto del mundo no logra amarrarles la manos.

Como recordó el asesor para asuntos internacionales del gobierno brasileño, el excanciller Celso Amorim, un sistema de seguridad basado en alianzas militares nos llevó a la guerra, en el pasado. Hablando en una reunión del Consejo de Seguridad ruso, el pasado 24 de abril, Amorim dijo que, en el mundo actual, la paz exige un orden robusto y legítimo, y no un orden basado en reglas, como su fundamento.

Dado lo que el conflicto representa para Occidente y para Rusia, es poco probable una victoria militar total de nadie. La única solución negociada posible es una que no deje evidentes vencedores ni vencidos. Es la construcción de la Casa Común que dio inicio a este debate sobre seguridad europea, al final de la Guerra Fría. Que la élite occidental prefirió desechar y que no podrá ser construida con los conservadores que gobiernan actualmente Europa. Un escenario en el que Rusia no sea el enemigo a abatir, ni Occidente el ejecutor de la Operación Barbarroja, en que se ha transformado. O sea, una realidad más acorde con el nuevo orden mundial y menos con los sueños del “fin de la historia” sobre la que se pretendió construir el escenario de la posguerra fría.

Logrado este acomodo, podrá entonces el mundo enfrentar el verdadero desafío sobre el que se construirá el nuevo orden internacional. Un orden en el que se tendrá que reconocer la decadencia de Occidente, el papel de China, el del sur global y el de una Europa ya no sometida a una derecha extrema, como la actual, ni a una OTAN, instrumento de la política de seguridad de Estados Unidos y de sus élites más conservadores.

La otra alternativa…