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Etiqueta: Partido Comunista

Artículo: Manuel Mora Valverde. Facetas de su vida y sus luchas

Vladimir de la Cruz

(Con motivo del 26 aniversario de su fallecimiento transcribo el discurso pronunciado en sus actos funerarios en la Iglesia La Soledad, el 29 de diciembre de 1994, publicado en surcosdigital.com el 31 de diciembre del 2020, publicado en larevista.cr el 7 de enero del 2020)

La vida de Manuel Mora está íntimamente ligada a la historia nacional de los últimos setenta años. Su obra, su lucha revolucionaria, fue la Revolución Social, la lucha por transformar este país, por desarrollarlo hacia una sociedad más justa, más próspera, más democrática, más igualitaria.

La actividad política Manuel la inicia siendo un joven estudiante en la década del 20, década en la cual hereda las mejores tradiciones antiimperialistas, obreras y nacionales de lucha del pueblo costarricense.

En cuanto a las luchas antiimperialistas, desarrolladas desde principios de siglo, la segunda mitad de esta década fue rica. La Sección costarricense del APRA, en la cual estaba Carmen Lira, Luisa González y Gonzalo González; La Liga Cívica Juan Rafael Mora, en la que participaban Alejandro Alvarado Quirós y Ricardo Fournier crearon una conciencia sobre la defensa de los recursos y de la soberanía nacionales. Así Manuel impulsa también la Sección costarricense de la Liga Antiimperialista de las Américas, organización que se suma a esas tradiciones haciéndola un instrumento importante de lucha orientada a salvaguardar la identidad nacional de América Latina, cuando el continente era presa de constantes intervenciones norteamericanas, como la que sufría entonces Nicaragua que dio origen a la gesta heroica de Augusto César Sandino, en 1927.

Su activismo estudiantil lo continuó aún ya fundado su Partido Comunista, cuando en 1933, en San José, encabezó la delegación costarricense del II Congreso Iberoamericano de Estudiantes.

En cuanto a las luchas populares y la experiencia organizativa del movimiento obrero, hereda la lucha que se remonta al movimiento popular de Félix Arcadio Montero, a finales del siglo pasado; a las luchas políticas de Dr. Aniceto Montero, organizador y divulgador del pensamiento socialista en el país a principios de los veintes, a las luchas populares del General Volio y su Partido Reformista, a la presencia y luchas de la organizaciones sindicales que desde 1901 llegan constituir la Confederación General de Trabajadores de 1913 y, al disolverse ésta para dar origen al Partido Reformista, a la Confederación Obrera Costarricense o Nacional, desde 1923 hasta 1928. En 1928, se constituye la Unión General de Trabajadores la más importante organización obrera de esos años y de la década del 30, en la cual había dirigentes obreros como Gonzalo Montero Berry, Fabián Soto, Abel Dobles. Igualmente hereda una tradición de luchas huelguísticas impulsadas desde el siglo pasado.

Hereda también una rica tradición de organización política, partidos de la clase trabajadora, el partido de Obreros y Artesanos (1886), el Independiente Demócrata (1893-98), los Partidos Obreros de Limón, San José y Grecia (1913), el Partido Socialista de Costa Rica (1919-20), el Partido Reformista (del período 1923-28), el Partido Alianza de Obreros y Campesinos (1930).

Se ligó a la creación de la Asociación Revolucionaria de Cultura Obrera y poco tiempo después, en junio de 1931, fundó el Partido Comunista de Costa Rica, destacándose Manuel, desde entonces, no solo como organizador y luchador político. Desde entonces su Partido Comunista es la institución de mayor trayectoria política que tiene el país, apenas seguido en edad por el Partido Liberación Nacional que se acerca a los 45 años.

En su lucha política impulsó la organización de periódicos, entre ellos La Revolución (1929-31), Trabajo (1931-48), Adelante (1953-1961) y Libertad (1961-1993), en los cuales tuvo presencia constante. Fue articulista en otros medios, incluso durante el período de lucha clandestina en el que utilizaba seudónimos para escribir como Eladio Jara. El periódico para Manuel era un vehículo de educación política, de agitación y debate, de organización y movilización de lucha social.

Los acontecimientos internos como la situación internacional de la década del 30 permitieron el desarrollo político de Manuel y su Partido. Fueron años de grandes huelgas como las del 34, la bananera, la de zapateros y la de cogedores de café, de movilizaciones de desocupados de la crisis del 30, de la primeras luchas políticas por la legalidad electoral de su Partido, años de desarrollo de las luchas campesinas, donde fue asesinado Herminio Alfaro en Barba de Heredia y gran cantidad de luchas que permitieron desarrollar más la organización de obreros, trabajadores y campesinos. Fueron los años que realzaron la figura parlamentaria y la oratoria política de Manuel, diputado continuo desde 1934 hasta 1948.

Fueron años también en que se vinculó a tareas se solidaridad internacional en la lucha contra la posibilidad de la segunda guerra mundial, contra el ascenso del fascismo y nazismo en Europa, por la República Española (1930-1936) y en defensa de ella durante la guerra civil española (1936-1939). Fueron años de duras dictaduras centroamericanas lo que lo llevó a las luchas por la democratización de centroamericana apoyando las luchas contra los dictadores Hernández Martínez, Ubico, Carías, también de solidaridad contra la dictadura de Juan Vicente Gómez en Venezuela y otras más.

Fortaleció en esta década la organización obrera y campesina en el Valle Central provocando que en 1938 se impulsara bajo la dirección de su partido el Comité Sindical de Enlace (1938-1942) y la Unión Nacional Campesina (1938-1942), instituciones que dieron las principales luchas por la consecución de las garantías sociales y el Código de Trabajo, unidas en 1942-43 bajo el nombre de Comité Nacional Sindical de Enlace, que en 1943 se disolvió para dar paso a la Confederación de Trabajadores de Costa Rica (CTCR 1943-1948), organización que inicialmente representó a los trabajadores en la Junta Directiva de la CCSS. Más tarde, en 1945, se incorporó a dicha Junta la Confederación Costarricense de Trabajadores Rerum Novarum con el padre Benjamín Núñez. A la CTCR le tocó desarrollar las grandes movilizaciones para consolidar las reformas sociales.

En este período, dio importantes luchas por la legalidad electoral de su Partido, que tuvo que participar en los procesos electorales con el nombre de Bloque de Obreros y Campesinos (1934-1942), porque con el nombre de Partido Comunista, no se le permitía. Durante el gobierno de León Cortés (1936-40) su organización fue bastante reprimida y hasta le anularon el nombramiento de diputado del poeta Carlos Luis Sáenz. En estos años fue recibido con honores por el Congreso de la República de México.

Desde 1934 hasta 1948 fue diputado ininterrumpidamente, destacándose como gran parlamentario y orador político. En 1937 se graduó de abogado, profesión que desempeñó junto a su actividad política. Otros parlamentarios de su Partido fueron Efraín Jiménez Guerrero, Alfredo Picado Saénz, Jaime Cerdas Mora, Luis Carballo Corrales, Carlos Luis Fallas, Víctor Cordero. La actividad político-parlamentaria Manuel la convirtió en escuela de educación obrera y de lucha social. Sus proyectos de ley estuvieron siempre asociados a la movilización de sectores sociales en su apoyo y a la organización para lograrlos. El parlamento lo convirtió también en una tribuna de agitación, de movilización y de organización, en una escuela de acción revolucionaria.

Durante la década del 30 la lucha contra el ascenso del fascismo y el nazismo en Europa, por la República Española y durante la Guerra Civil de España, Manuel y su gente estuvieron ligados no solo en actos de solidaridad y creando organizaciones como Socorro Rojo Internacional, especie de Cruz Roja de los comunistas, desde Costa Rica, sino en los propios campos de batalla con la presencia de Adolfo Braña y Rafael Ángel Llubere, militantes de su organización que habían sido expulsados del país y que se integraron al combate por la República Española y contra el fascismo y el nazismo en tierras europeas. En esta lucha también estuvo Vicente Sáenz, extraordinario costarricense, quien fue luego guía espiritual de don Pepe Figueres en su exilio en México del año 42 y 43.

En 1935 su partido se hizo representar en el VII Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú con el dirigente obrero Rodolfo Guzmán, año en que también participaron con Arnoldo Ferreto en la Conferencia de la Habana de partidos comunistas de América Latina.

En el 39, ante la amenaza de derogar las leyes liberales se produce la primera alianza táctico electoral importante del Partido Comunista y de Manuel con otros sectores políticos nacionales encabezados por don Ricardo Jiménez, que dio origen al Partido Alianza Democrática Nacional, del que era su secretario de Organización. Fue un cambio de táctica de don Manuel, pero no de principios porque Manuel Mora Valverde nunca dejó sus principios ni nunca renunció a sus ideas. La violenta campaña electoral hizo que don Ricardo se retirara y a las elecciones del 39 solo se presentaran tres partidos, entre ellos el de Manuel postulándolo como candidato a la Presidencia, elección que ganó el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, inicialmente combatido por el movimiento obrero y popular y por los comunistas por el apoyo de la oligarquía conservadora que tenía.

La guerra mundial avanzó. Las condiciones internacionales también empezaron a modificarse. La crisis económico social se cernía sobre gran cantidad de países del mundo y de aquellos que como el nuestro dependían del comercio con Europa. Así desarrolló un Plan para salir de la crisis de guerra, que contenía en esencia, los elementos básicos de las garantías sociales y de la legislación social. Pero también empezó a definir con inteligencia las relaciones de nuestro país en el contexto de la guerra mundial y de las relaciones con Estados Unidos en ese período.

La década del 40 inició así con la Guerra Mundial, en el campo internacional; con el ascenso del Dr. Calderón Guardia a la presidencia de la República y de Monseñor Sanabria, a la jefatura de la Iglesia, ambos hombres sensibles y talentosos que, en el plano nacional, como Manuel, representaban fuerzas sociales importantes.

Fue en la segunda parte de la Administración Calderón Guardia, luego del ataque japonés a Pearl Harbor y la incorporación de los Estados Unidos a la guerra mundial, que se crearon las condiciones internacionales favorables para se produjera una nueva alianza política y social a partir de 1942 y 43 que culmina con la promulgación de la Garantías Sociales y el Código de Trabajo, sumándose a las reformas de seguridad social y educativas del país, ya planteadas e iniciadas en la administración Calderón Guardia.

Como resultado de esta alianza el Partido Comunista cambió de nombre a Vanguardia Popular, Manuel reconoció que la reforma social que se impulsaba bajo esta alianza tenía fundamentos socialcristianos y la Iglesia Católica en boca de su arzobispo manifestó que los católicos podían ingresar a la organización Vanguardia Popular “sin cargo de conciencia alguna”.

La guerra permitió también a Manuel fortalecer su lucha contra el fascismo mundial. Junto con costarricenses como Fernando Valverde Vega, Francisco Orlich Bolmarcich, Manuel Picado Chacón impulsó el Comité Antinazi de Costa Rica, que importante papel desempeñó en esos años complejos, de profunda agudización de las contradicciones sociales.

A nivel latinoamericano, durante este período, su partido participó en la gestación de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), por medio de Arnoldo Ferreto, quien junto a Jaime Cerdas desarrollaban importantes luchas con el campesinado y los trabajadores nacionales y de colonización agrícola en la periferia del Valle Central.

Los años de la alianza con Calderón y Sanabria, con el gobierno y la Iglesia, permitieron la promulgación de la legislación social y la materialización de las principales instituciones sociales del país. Fueron años de lucha también por la ley de inquilinato, por la llamada ley de parásitos o precaristas, por las casas baratas, por protección a los campesinos, por la seguridad social, por comida barata etc.

El país ya ha rendido homenaje a dos de esos costarricenses, al llevar sus nombres dos instituciones hospitalarias, el Hospital Calderón Guardia y el Hospital Monseñor Sanabria. El nombre de Manuel Mora debe ligarse igualmente a una de las dos instituciones hospitalarias que están por crearse, el Hospital de trasplantes o el Hospital oncológico. En la administración Calderón Fournier (1990-94) importante monumento se hizo para conmemorar el 50 aniversario de la aprobación de las Garantías Sociales. El gobierno de don José María Figueres (1994-98) ha elaborado el proyecto para que a ese conjunto escultórico, de la rotonda del Zapote, se le agreguen las figuras de Manuel Mora y de Monseñor Sanabria.

Los años que siguieron a la reforma social, fueron tensos, agitados, violentos. A favor de la legislación social y en contra de ella, a favor de la defensa del sufragio y de la pureza electoral se enmarcaron las luchas políticas de la población costarricense, de los años siguientes, polarizándose cada vez más hasta culminar en los acontecimientos que todos, de distinta forma conocemos, en la guerra civil o el movimiento armado de marzo y abril de 1948, el enfrentamiento entre costarricenses que abanderados de reforma social, de defensa del Código de Trabajo, de la seguridad social y las garantías sociales o de pureza electoral se enfrentaron.

Fueron años de intensa actividad opositora al gobierno de Calderón Guardia, que en su segunda mitad tuvo el apoyo de los comunistas. Fueron los años contra los intentos del gobierno de impulsar una ley electoral orientada a favorecer el fraude, ley contra la que el propio Manuel Mora estuvo en contra. Y fueron los años en que la alianza política con el calderonismo culminó en la creación del bloque electoral denominado Bloque de la Victoria, que llevó a Teodoro Picado a la Presidencia y a Manuel a ser jefe ocasional de la bancada de diputados no solo de su partido sino también del gobierno.

Durante estos años, de la segunda guerra mundial, el Partido Comunista con Manuel al frente estuvieron de acuerdo en dejar de lado, tácticamente, la lucha por la dictadura del proletariado y la lucha de clases, convocando a la colaboración de clases y de los distintos sectores sociales del país para enfrentar patriótica y unitariamente los principales problemas nacionales. Pasada la guerra mundial se desarrolló internacionalmente la guerra fría cuyos elementos esenciales los introdujo en Costa Rica Otilio Ulate en ese mismo tiempo, desde las páginas de su periódico El Diario de Costa Rica.

Bajo el gobierno de Picado la tensión aumentó y la violencia contra los comunistas y el propio Manuel se exacerbó. Atentados contra él, contra su partido, contra la Confederación de trabajadores, contra el periódico del gobierno. Violencia ejercitada también por la propia policía encabezada por el tenebroso Tavío contra la oposición y los propios comunistas hicieron que el partido de Manuel desarrollara las llamadas Brigadas de Choque, para su autodefensa, que constituyeron un elemento más en esta escalada de violencia que sufría la sociedad costarricense.

Murió León Cortés en 1946. La jefatura de la oposición disputada por Figueres y Ulate la asumió don Otilio, quien propiciaba una salida política en las elecciones del 48, bajo la condición de que si hubiera fraude se pasaría a la insurrección, que era la tesis de Figueres. En 1947, con los ánimos exaltados, después de la huelga de los brazos caídos de finales de julio, el gobierno entregó a la oposición el control del aparato electoral. Calderón insistía en ser postulado nuevamente a la presidencia. No contaba inicialmente con el apoyo de los comunistas, quienes inscribieron sus propios candidatos. Las circunstancias de la violencia que vivía el país y la supuesta amenaza contra las reformas logradas hicieron que los comunistas votaran por Calderón, sin haber materializado pacto alguno con él. El resultado favorable de esas votaciones a Ulate, el voto salvado de Max Koberg Bolandi en el Consejo Electoral por el supuesto de fraude e irregularidades electorales hicieron que el Congreso, que debía ratificar el proceso lo anulara y Figueres consecuentemente con ello se levantó en armas para garantizar dicho resultado.

Importante es señalar que Manuel Mora, Jaime Lobo, Jaime Cerdas, entre otros dentro del Partido Comunista, se opusieron a la nulidad de las elecciones y por respetar su resultado. Ello explica, entre otras razones por qué el discurso en el Congreso, por la bancada comunista, la hizo el diputado Luis Carballo Corrales, por lo demás redactor del Código Electoral de 1946.

Un mes de guerra, con saldo de 3000 muertos, con amenaza de intervención extranjera de Nicaragua por el norte, y de los Estados Unidos por el sur, hicieron que Manuel Mora, sin renunciar a los principios renunciara a las armas en interés de la patria y buscara un pacto con Figueres para evitar y el dolor y la humillación de la intervención militar extranjera en Costa Rica. Esta ha sido la única renuncia en interés de la patria que ha hecho Manuel, la renuncia de las armas, pero no de los principios. Así se firmó el Pacto de Ochomogo por Figueres y Núñez, del Ejército de Liberación Nacional, por Carlos Luis Fallas (Calufa) y Manuel Mora por el Partido Vanguardia Popular, sin presencia de elementos del gobierno y con el apoyo de Monseñor Sanabria.

En este Pacto se comprometieron los comunistas a entregar las armas, lo que hizo Manuel Mora en discurso en el Parque España, frente al local de la CTCR, y Figueres a respetar la legalidad de los partidos y organizaciones y las reformas sociales. En lo esencial del pacto se cumplió todo excepto la legalidad de los comunistas que fueron proscritos. En la Junta de Gobierno Benjamín Núñez, Francisco Orlich y José Figueres estuvieron de acuerdo en respetar esa legalidad.

Siguieron los años difíciles del 48 y del 49; los años de la represión y del exilio de Manuel y de Carmen Lira, quien murió en el extranjero, pero también años de exilio de muchos costarricenses. Regresó nuevamente Manuel a principios de la década del 50. El ambiente nacional era difícil para sus partidarios y para los calderonistas. Su Partido se reconstruyó con apenas 50 militantes en 1951, que actuaban en la clandestinidad, en años de represión, de aislamiento social, de persecución. Los sucesos del 48 culminaron trágica y dolorosamente cuando Calderón intentó en diciembre de ese año invadir Costa Rica y elementos de la Junta de gobierno dispusieron asesinar a algunos dirigentes comunistas presos llevando a cabo el asesinato del Codo del Diablo. Esa aventura de Calderón no contaba con el apoyo de los comunistas ni de Manuel Mora.

Fueron años de persecución, de clandestinaje para muchos costarricenses, de difícil situación social en el país, pero años en que Manuel y su gente, reducida a menos de 100 personas, lograron nuevamente impulsar la organización no solo de su Partido sino también de trabajadores y de sindicatos, de trabajadores urbanos y campesinos, y nuevamente iniciar el camino de la lucha por el fortalecimiento democrático de Costa Rica, porque el camino del socialismo costarricense de Manuel es el camino de la democracia; para Manuel al socialismo solo se podría llegar con mayor democracia, no solo política, sino también social y económica.

Los sucesos de 1955, la intentona de otra guerra civil por la intervención armada desde Nicaragua por parte de calderonistas y llamados los coyotepes, tampoco contó con el apoyo de Manuel ni de su Partido, que procuraban dentro del espacio político nacional abrir cauces democráticos de participación y de recuperar las libertades políticas restringidas.

Fueron años de intensa lucha por la organización de los trabajadores urbanos y rurales. Cantidad enorme de huelgas se empezaron a desarrollar con la participación de los comunistas desde la clandestinidad.

Nuevamente fue reconstruida su organización sindical, la Confederación General de Trabajadores Costarricenses. Fueron años de lucha por la paz mundial a propósito de la Guerra de Corea, de la guerra en Indochina contra los franceses, de gran solidaridad internacional con la lucha nacional libertadora de gran cantidad de pueblos que durante estos años derrotaron el colonialismo en distintas regiones del mundo.

Estos años permitieron que ese extraordinario costarricense Joaquín García Monge facilitara con su compromiso por la justicia su nombre y su prestigio, para organizar primero un periódico llamado Adelante, para darle voz a los que después de la guerra no la tenían, y luego una organización política, el partido Progresista Independiente, para intentar la participación ciudadana de los que habían perdido en la guerra. El periódico Adelante lo cerraron en 1961 pero inmediatamente Manuel impulsó otro llamado Libertad, al que se vinculó hasta su muerte.

Durante el gobierno de don Mario Echandi, bajo las circunstancias del proceso integracionista centroamericano y de industrialización, amenazante para ciertos sectores tradicionales, se crearon condiciones para un acercamiento de Manuel y su Partido con el Gobierno, que se tradujo en tolerancia para su organización y oportunidad para abrir locales, los Centros Obreros de Estudios Sociales, y volver a ocupar espacios radiales para referirse a problemas del país. Pero también fueron de enfrentamiento con ese gobierno por la ruptura de las relaciones diplomáticas con la recién triunfante Revolución Cubana, para lo cual se creó la Sociedad de Amigos de la Revolución Cubana. Oportunidad hubo también de inscribir el Partido Acción Democrática Popular, con participación de los comunistas que llevó a la Asamblea Legislativa a Julio Suñol Leal.

A pesar de la tensa, represión y persecución, de estos años, se abrieron importantes compuertas para la lucha democrática en el país. A finales de los sesenta la crisis que atravesaban importantes sectores de cafetaleros y económicos nacionales hicieron que el propio gobierno del presidente Trejos Fernández le otorgara pasaporte diplomático para gestionar ventas de café en los entonces países socialistas. Así Manuel sirvió también a la Patria, al país y a sus grupos económicos más poderosos, haciendo de agente comercial internacional, cuando el país le demandó esta colaboración, aun cuando en el plano político interno le tenían limitaciones de participación electoral.

En estos años Manuel no solo era una personalidad política nacional sino también lo era en el plano internacional, a nivel del llamado movimiento comunista internacional y en los movimientos revolucionarios centroamericanos. Manuel está ligado a la fundación y desarrollo de organizaciones revolucionarias en Centroamérica, desde la década del 30 y en los 50s a la fundación del llamado Segundo Partido Comunista de Honduras. Las conferencias de Partidos Comunistas centroamericanos tenían mucha influencia del Partido de Manuel y de su talento e inteligencia. Cuando en 1961 se realizó la llamada Conferencia de los 81 Partidos comunistas del mundo, que valoró la situación internacional y enfrentó las posiciones que entonces enarbolaba el Partido Comunista de China, Manuel fue escogido, en una comisión de 5 miembros, para hablar en nombre de todos los Partidos de dicha conferencia con el Partido Comunista de China y con Mao Tse Tung. De los dirigentes comunistas de América Latina era de los de mayor trayectoria de lucha y de mayor prestigio reconocido.

Vino la década del 70, intensa de luchas nacionales, obreras y populares, y centroamericanas. Volvió Manuel al Congreso en el gobierno de Figueres a luchar por la derogación del segundo párrafo del Art. 98 de la Constitución Política que se aplicaba únicamente a los ciudadanos que eran o aparentaban ser comunistas para proscribirlos de su actuación electoral. En esta lucha, como en otras importantes, coincidió con Figueres, quien como presidente se empeñó en superar los odios y las pasiones del 48. A Figueres se le deben los monumentos unitarios a los caídos de los dos bandos, sus mensajes a volver a reunir la familia costarricense superando las pasiones del 48. Figueres como parte de esta nueva situación también se empeñó -con el apoyo de Manuel- contra viento y marea, contra las presiones internacionales de los Estados Unidos, por restablecer relaciones con la entonces Unión Soviética y algunos países socialistas y crear condiciones para la superación de la guerra fría en nuestro país.

Fueron también años de grandes huelgas de trabajadores y de universitarios en el país y de la insurgencia centroamericana, especialmente de la lucha en Nicaragua y el Salvador. El aporte de Manuel a la caída de Somoza es innegable si consideramos la presencia en esa lucha de la Brigada Fallas y de la Brigada Mora y Cañas, que con costarricenses de su partido y de otras fuerzas de izquierda, se sumaron a aportar su grano de combate en la caída del dictador, en el triunfo de la revolución sandinista y del ascenso revolucionario en Centroamérica. En esta lucha murieron costarricenses y miembros del Partido de Manuel.

En el plano político partidario desde la década del sesenta empezaron a desarrollarse otros grupos y fuerzas de izquierda en Costa Rica, que tuvieron siempre abiertas las puertas de Manuel, para su consejo, la discusión de las divergencias y sobre todo para encontrar los puntos de convergencia. Esta década culminó en este aspecto con el desarrollo de la organización electoral más grande de la izquierda desde 1948, que fue Pueblo Unido.

En el campo sindical enormes e importantes luchas se llevaron a cabo, pero especialmente culminó ello en el Comité Unitario Sindical, que buscaba con la presencia del Partido de Manuel, la unidad de todos los trabajadores del país.

La lucha por la defensa del proceso de la revolución sandinista llevó a Manuel, hace diez años, con setenta y cinco años de edad, al propio frente de combate, al río Coco, en Honduras, a enfrentar la llamada Contra nicaragüense. Allí llegó Manuel Mora enarbolando la bandera de su lucha y de su obra la revolución social en Centroamérica. Estos méritos, entre otros, le valieron por parte del Gobierno cubano el reconocimiento de la Medalla Playa Girón, por su aporte a la causa de la revolución.

El tiempo que siguió es poco conocido aún en detalles. En este período Manuel ha jugado un papel extraordinario en la lucha por la pacificación y la búsqueda de una solución política al conflicto centroamericano. Múltiples reuniones nacionales e internacionales con don Pepe, Fidel Castro y otras personalidades del país y del área llevó a cabo con este propósito. En este sentido, el Dr. Luis Burstin también sirvió de intermediario de Fidel, don Pepe y Manuel ante el Departamento de Estado, en búsqueda de esta solución política y pacífica para el problema militar en Centroamérica. Por ello no se ha dicho todo sobre la paz en Centroamérica.

Manuel Mora siempre tuvo presente el desarrollo institucional de Costa Rica. El socialismo en Manuel era la búsqueda constante de la democracia más plena, de manera que la lucha por la democracia era para Manuel la lucha por el socialismo, la lucha por el desarrollo institucional y democrático de Costa Rica era un camino para lograr esa sociedad mejor a la que aspiraba Manuel Mora. En este sentido su patria no se reducía a Costa Rica, alcanzaba Centroamérica, América Latina y el Mundo, porque su Patria no tenía las fronteras administrativas de Costa Rica, como bien dijo el señor presidente en la Iglesia de La Soledad el día de sus honras fúnebres, sino que su Patria alcanzaba las tierras donde hubiera una gota de injusticia social. Allí plantaba Manuel sus banderas de la redención social lo que lo hacía un hombre profundamente humanista e internacionalista.

Manuel Mora puede estar tranquilo de que sus ideas no cayeron al vacío. Mientras haya una gota de injusticia social, de pobreza, de miseria o de opresión; mientras haya el deseo de tener una Costa Rica más justa, más próspera, más democrática allí estaremos todos los que como Manuel creemos en una Costa Rica más democrática.

La Revolución, en Manuel, se reducía una palabra: SUMAR, no restar, no dividir. SUMAR, esa era la consigna y motivación política de Manuel, sumar conciencias, sumar voluntades para transformar democráticamente a Costa Rica. Y SUMAR democracia, como un camino necesario al socialismo.

Sin ninguna duda Manuel Mora estará permanente y cotidianamente incrustado en la historia nacional y en la vida de todos los costarricense aun cuando ellos mismos lo ignoren. En cada huelga, en cada organización sindical que se forme, en cada lucha campesina, en la lucha por el derecho a la Tierra, al Trabajo y al Techo, las tres T que preocupaban permanentemente a Manuel, en la lucha por desarrollar las libertades públicas y electorales, en las cuestiones inquilinarias, en la lucha por defensa de la soberanía e independencia nacional siempre estará presente la firma MANUEL MORA VALVERDE.

(Transcripción del único discurso pronunciado, en el acto fúnebre realizado el 29 de diciembre de 1994, a la salida de la Iglesia de la Soledad, publicado en Revista Reflexiones, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Cota Rica, Nº 31, febrero 1995. ISBN 1021-1209, p. 16-28. y en mi Libro: “Tendencias en el movimiento obrero costarricense y otros artículos”, ISOLMA, 2014, p. 481-494. En diversas publicaciones y periódicos se reprodujo o se hizo un resumen de este.
Publicado en
surcosdigital.com el 31 de diciembre del 2020)

Profundo rechazo de la AFEP a las declaraciones de la presidenta del Partido Republicano

Félix Madariaga Leiva

Por Félix Madariaga Leiva

La Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos de Chile, AFEP, encabezada por su presidenta Alicia Lira Matus, llegó hoy miércoles 17 de julio, hasta la sede del Partido Republicano, para entregar una Declaración Pública a Ruth Hurtado, presidenta de esa entidad, en la que expresan el rechazo total a sus declaraciones, en las que señaló textualmente que “ojalá que el Partido Comunista no existiera en Chile”.

La sede del Partido Republicano, está ubicada en la calle Presidente Errázuriz 4305 en la comuna de Las Condes, casi al frente de la casa donde vivía el dictador Augusto Pinochet, barrio emblemático de la ultraderecha y del conservadurismo chileno.

Alicia Lira entregó la declaración pública a una funcionaria del Partido Republicano quien se mostró bastante incómoda con la presencia de miembros de la AFEP en la sede del partido, y luego procedió a leerla ante los transeúntes que pasaban por el lugar.

Los puntos principales de la misiva señalan que las declaraciones hechas por Ruth Hurtado muestran el siniestro rostro antidemocrático que violenta la memoria de las víctimas y sus familiares, que por décadas han luchado por la verdad y la justicia, y agrega que “aún buscamos más de 1.100 detenidos desaparecidos. Este sector político, cuya identificación con la dictadura de Pinochet, se expresa con una criminalidad natural que merece el más profundo rechazo”.

Decir que “ojalá que el Partido Comunista no existiera en Chile, es lo que pretendió la dictadura civil militar en nuestro país, bajo el amparo de la seguridad nacional y a través de un ataque sistemático y generalizado contra la población civil como parte de una política articulada e institucional, poniendo al Estado al servicio de una acción criminal, con el resultado de miles de ejecuciones, desaparición forzada y tortura cuyas víctimas no sólo fueron militantes comunistas”.

Además, señaló Alicia Lira que “para nosotros es una actitud repudiable, antidemocrática que nos habla de una derecha fascista. No podemos no estar presentes en esta sede. Queríamos que nos recibieran para presentarles nuestro rechazo, porque aquí, a pesar de los más de 3.500 ejecutados políticos y detenidos desaparecidos, 1.100 personas que aún no se encuentran, tienen la inmoralidad y la mente criminal para ufanarse de la tragedia y del dolor que viven no sólo los familiares, sino esta sociedad. Es inaceptable quedarnos sin venir a enrostrarles la actitud de criminalidad, de negacionismo, el discurso de odio que no permitiremos nunca más. Cada vez que ellos ofendan la memoria y hablen en términos antidemocráticos, aquí estaremos para hacerles presente que en Chile existen personas dignas, que luchamos por la verdad y justicia y por una sociedad más justa e igualitaria”.

Después de leer la carta, procedieron a dejar distintas hojas con la declaración pública en el muro de la sede política. Los funcionarios del Partido Republicano que estaban en el lugar, quedaron muy desconcertados con la presencia de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, no se esperaban esta visita, y luego de que los miembros de la AFEP se fueron del lugar, procedieron a retirar las declaraciones que habían colgado en el muro.

Gestos como los de la AFEP se hacen cada día más necesarios ante fuerzas que pretenden ser parte de la política de este país con discursos negacionistas, antidemocráticos, peligrosos para la democracia y las garantías necesarias de no repetición.

Un agudo y esclarecedor análisis

Manuel Delgado

(Este documento recoge el discurso de la presidenta del Partido Comunista de Chile en un seminario realizado hace dos décadas con motivo de los 30 años del triunfo de la Unidad Popular.

Su actualidad y vigencia son sorprendentes, como clara respuesta a las nuevas fuerzas fascistas y a los pusilánimes que hoy gobiernan el país del sur.

Creo que su lectura es fundamental y por eso lo hago llegar).

Estamos aquí, a 30 años, recordando los mil días del Gobierno de la Unidad Popular. Recordando a quien representó la aspiración y reafirmación más noble de construir una sociedad democrática, libertaria y con justicia social para Chile. Estamos aquí en nuevos tiempos, reafirmando y proyectando el generoso anhelo de Salvador Allende.

Ese anhelo, sólo pudo ser cortado por la conspiración reaccionaria y la intervención directa de los Estados Unidos. Una cruzada de las fuerzas más retardatarias del gran capital y de los grandes grupos económicos que no trepidaron en nada para defender sus mezquinos intereses. Eso fue el 11 de septiembre de 1973, el 11 que despertó a millones y millones de seres en el mundo que horrorizados e impotentes asistían a una nueva tragedia de los pueblos.

Generaciones completas en el mundo, nacieron y se formaron con la experiencia del Gobierno de la Unidad Popular y su aspiración al socialismo. Y hoy nuevas generaciones toman el nombre de Allende como símbolo de lealtad, de valor, de consecuencia, y lo convierten en nuevas decisiones de luchar hasta que las grandes alamedas se abran para todos.

La realización del programa ofrecido al pueblo de profundas transformaciones estructurales, fue llevado adelante. Las transformaciones propuestas eran una necesidad objetiva y eran aceptadas por la inmensa mayoría del país. Así fue aprobada en el Parlamento por unanimidad la nacionalización del cobre.

Estábamos en medio de la guerra de embargos, bloqueos, desestabilización, paros patronales, atentados todos los días a vías férreas y tendidos eléctricos; asesinatos; radios, diarios, TV que llamaban abiertamente a derrocar a Allende. Y todo financiado desde los Estados Unidos. Millones de dólares para desestabilizar el Gobierno Popular. Esto es irrefutable. Fue en la reunión del 14 de septiembre de 1970 en la Casa Blanca, donde Nixon ordenó “hacer chillar la economía chilena” y Kissinger agregó que “no se puede permitir un Gobierno marxista por la irresponsabilidad de su pueblo”.

El Gobierno de Allende se constituyó en un peligro para la estrategia global de los Estados Unidos. El interés, la simpatía que despertaba, era un ejemplo que había que ahogar en la cuna. No olvidemos que pese a todos los problemas, creados y financiados por EE.UU. y la oligarquía nacional, el respaldo social, político y electoral crecía. Allende ganó -en la elección de 1970- con un 36%, y en marzo del 73, en medio de la guerra declarada, subió su adhesión a 44%.

Por tanto, había que actuar y por eso el golpe fue tan salvaje para que sirviera de lección, demostración para el mundo. EE.UU. no soportaría más pueblos “irresponsables”. El crimen estremeció al mundo. Pero una gran lección fue reafirmada, los pueblos deben prepararse para la defensa legítima de lo conquistado, para defender las conquistas democráticas.

Acusamos a Estados Unidos y a los grupos nacionales y a las Fuerzas Armadas de crímenes contra la Humanidad, y jamás aceptaremos que estos crímenes sean amnistiados y los cubra la impunidad. Y saludamos desde aquí a quienes siguen luchando por la verdad y la justicia. Saludamos a las compañeras de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos que están en huelga de hambre diciéndole al mundo que no vamos a cejar en la lucha por la verdad y la justicia, como también saludamos a los hijos que durante 18 días mantuvieron una huelga de hambre.

Nada ni nadie puede justificar el golpe fascista, por errores cometidos bajo el Gobierno Popular. Errores sí, tuvimos y muchos. Pero la experiencia no era inviable, ni estaba destinada al fracaso como dicen los golpistas y en el círculo de los arrepentidos, convertidos hoy al fundamentalismo neoliberal. En medio de este griterío hipócrita de pedir perdón, de instalar la falacia, útil al sistema, de que todos fuimos culpables, lo que están haciendo conscientemente es ocultar las verdaderas causas y responsables del golpe militar. Si todos fuimos culpables, al final no hay culpables, y todos debemos ser juzgados por crímenes, torturas y miles de atrocidades. Relativismo inmoral que condena a la repetición de estas tragedias.

Es por sobre todo un intento muy planificado para decir que los cambios estructurales no son posibles, que nada que rompa los límites de lo establecido debe intentarse. Es una defensa de lo existente y abandono de la transformación del capitalismo y la globalización neoliberal.

No fue la profundidad del programa lo que determinó su derrota. Fue la falta de visión política, la falta de preparación política, ideológica, militar, para prever la reacción de las fuerzas nacionales e internacionales que serían afectadas. No hicimos total confianza en el pueblo, no desarrollamos a fondo la organización, la conciencia en la base para la defensa del poder logrado. No cumplimos con aquello de defender el Gobierno con todo. Pero, pese a lo amargo de la derrota la experiencia vivida fue un avance, una demostración que se puede, si se recogen las experiencias de la historia porque nosotros -pueblo de Chile- fuimos derrotados pero no aplastados en nuestro proyecto, y lo intentaremos cuantas veces sea necesario porque el pueblo tiene que triunfar.

Hoy se necesita una más amplia unidad del pueblo, entendida como la unidad política y social, superando la falsa e interesada dicotomía entre lo social y lo político. El reciente paro nacional convocado por la Central Unitaria de Trabajadores ha demostrado que la clase obrera, los trabajadores pueden volver a constituirse en centro de los cambios democráticos. “Trabajadores de mi Patria” fue la frase con que Allende inició su mensaje final el 11 de septiembre de 1973.

La alternativa a seguir construyendo es una izquierda diversa, plural contra el neoliberalismo que busca y se encuentra con infinidad de formas de expresión. Un gran movimiento político y social cuyo eje son los trabajadores.

Que lucha por el medio ambiente, la diversidad sexual, los pueblos originarios, que toma el sentido liberador de las ideas religiosas. Que asume todas las nuevas contradicciones, los nuevos dolores, anhelos. Que levanta no solo un proyecto económico, social, cultural sino también un proyecto de una nueva forma de vida, sencilla, con respeto por la naturaleza, que cuide el sentido de humanidad planetaria. Que rescate el sentido y acción de la política como acción inherente a la inteligencia humana, como rechazo al espectáculo, a Parlamentos ilegítimos por su sistema de elección y el peso del dinero, y donde la mayoría de los electos actúan y sobreactúan como casta, como clase especial.

Pero otra ética se construye en la lucha y en nuevas afirmaciones democráticas: Brasil, Venezuela, Bolivia; Uruguay, Argentina, Nicaragua, El Salvador. Se construye en la dignidad y la resistencia creadora, de quien más ha luchado en estos tiempos duros manteniendo vivos los sueños más nobles, la Patria de Martí, el Che y Fidel, la Cuba revolucionaria. En nombre de todos los pueblos que aman la libertad y la verdad desde aquí entregamos nuestra más amplia solidaridad a los patriotas cubanos secuestrados en las cárceles de EE.UU.

Cada pueblo hace su camino, pero teniendo como tenemos al frente el poder de las transnacionales, del capital financiero, de la globalización y la política invasora imperialista de los Estados Unidos, los pueblos deben relacionarse y responder coordinadamente. Esa respuesta debe expresarse en una potente movilización, continental contra la imposición del ALCA, que no es otra cosa que el afianzamiento del dominio de los EE.UU. sobre nuestros países.

La coordinación, así como la solidaridad, son elementos claves en esta lucha contra la globalización. Es tan nuestra la lucha de los campesinos cocaleros de Bolivia, como la de las Madres de la Plaza de Mayo, como el grito de los zapatistas, o el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil y la lucha del pueblo venezolano por llevar adelante su proceso democrático. Tan nuestra como lo son las demandas, los pliegos, las huelgas de los trabajadores que retoman su papel central, como transformadores de la sociedad.

A 30 años del golpe sangriento, de ese martes negro, ese 11 de septiembre, que hizo derramar lágrimas de sangre al mundo entero se hace un nuevo camino.

Quiso la historia que 28 años después hubiese otro 11 de Septiembre en Nueva York. Ambos son lo que jamás debió ser, pero ambos provocados por un mundo de injusticias, de anti valores.

Hay fascismo, hay represión, pero hay una alternativa que se va construyendo y que exige unidad sin exclusiones de todos los que desean un modelo de justicia social, democracia y libertad.

La unidad de todos y todas los que anhelamos un mundo más justo es la exigencia inteligente ante estos tiempos difíciles, pero potenciadores de cambios democráticos.

Desde este escenario histórico señalamos nuestra absoluta disposición a construir unitariamente desde la base social y política una alternativa democrática y popular que en movimiento, en participación y en lucha se plantee una sociedad con justicia social, nueva distribución de los ingresos, defensa de la soberanía nacional. Contra los planes guerreristas y anexionistas de los Estados Unidos, contra las operaciones militares conjuntas, las bases militares, contra el TLC y el ALCA, en solidaridad activa con todos los pueblos de América Latina y el Caribe.

En nuestro tiempo seguimos luchando y construyendo los mismos sueños de justicia y libertad. Y para ello rescatamos la memoria histórica, colectiva. Una memoria que nos da fuerza ética y moral para luchar valientemente, porfiadamente por un presente y un futuro. Una memoria que sirva a todos los pueblos y juventudes para saber qué fue el gobierno de Allende y qué significó el golpe militar fascista y la intervención de Estados Unidos. Convertir la memoria en un arma de lucha.

Nuestro grito ante eso es luchar, luchar, organizar, organizar, conciencia, conciencia, con fuerza, en las calles, es resistir, usar la legítima defensa de la vida y con la más amplia unidad del pueblo.

Con poesía, con ideas, con lucha, con sacrificio, y una lucha incansable de todos los días realizando ahí al nuevo sujeto histórico por los cambios.

La semilla de Allende está germinando. Lo mejor del pueblo, curadores de esa semilla, la cuidaron y la protegieron, y como la memoria es como la tierra, esa semilla está germinando. Y hoy en este siglo por obra de los pueblos, de los que aman y respetan la tierra, la semilla allendista es patrimonio de la humanidad y florece en todo lugar.

“La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, dijo Salvador Allende. Tenemos que continuar haciéndola.

¡¡Con Allende mil veces VENCEREMOS!!

Fundadores del Partido Comunista de Costa Rica

Oscar Madrigal

Produce desazón leer que aún hay militantes de la izquierda y del comunismo que expresan que Carmen Lyra y Luisa González no fueron fundadoras del Partido Comunista de Costa Rica. La visión de estas personas acerca de la fundación del Partido es tan reducida que lo limitan -probablemente- a una reunión de unos cuantos hombres o a la voluntad exclusiva de uno, y reducir el acontecimiento a actos exclusivamente volitivos sin dar la trascendencia social y clasista que significó la fundación del PCCR.

Basta leer la primera página del diario La Tribuna del 7 de junio de 1931 para llegar a las siguientes conclusiones:

Que la adhesión de Carmen Lyra al comunismo es más importante que la noticia de la fundación del Partido Comunista.

Que el partido se fundó en 6 de junio de 1931 en una asamblea.

Que en ese tiempo existían -según cifras de la policía- alrededor de 500 comunistas en todo el país.

Que Luisa González era una joven conocida en el ambiente docente y político del país que se declara defensora del comunismo.

Que el Gobierno de Cleto González se propone expulsar del país a agitadores comunistas extranjeros.

Todo esto antes de la fundación del Partido.

De esa primera página de La Tribuna es fácil concluir:

Que existía un movimiento formado por un importante número de ciudadanos que se llamaban comunistas o por lo menos seguían a sus dirigentes.

Que comunistas extranjeros tuvieron participación, probablemente destacada, en la formación del PCCR.

Que Carmen Lyra y Luisa González fueron las figuras más visibles en ese momento del PCCR, ya que acapararon la atención de la prensa.

Que la fundación del PCCR es la culminación de todo un proceso y la unidad, principalmente, del movimiento sindical, el antimperialismo y el estudiantado universitario.

La historia oficial del Partido ha reconocido solo y únicamente a los siguientes hombres como sus fundadores:

Manuel Mora Valverde, su principal líder y secretario general por casi toda su vida. Jaime Cerdas Mora, secretario de Finanzas, Luis Carballo Corrales, secretario de Actas, Ricardo Coto Conde, secretario de Correspondencia, Efraín Jiménez Guerrero, Carlos Marín Obando, Gonzalo Montero Berry, Alfredo Valerín Acevedo, José Barquero y Anselmo Soto, vocales.

Este grupo que fue el Comité Ejecutivo nombrado en la Asamblea de Fundación del Partido y que se reunió por primera vez el 16 de junio de 1931, es el que se consideraba como el núcleo fundador del PCCR. Así lo aprendí en aquellos tiempos, pero luego las lecturas fueron ampliando mi vieja concepción.

Resultó evidente que Carmen Lyra y Luisa González también estuvieron dentro de las fundadoras del Partido y Carmen Lyra fue la principal inspiración ideológica y política del nacimiento del Partido.

Pero, además, también ha resultado evidente a raíz de los hechos históricos que Rómulo Betancourt, que luego fue Presidente de Venezuela, fue también fundador del Partido. Y no solo que estuvo entre sus fundadores, sino que ejerció una gran influencia en la orientación política e ideológica del Partido en sus primeros cuatro años de existencia, tanto desde las páginas del periódico Trabajo como en las reuniones del Comité Ejecutivo donde participaba habitualmente, como lo ha dicho Manuel Mora.

El grupo fundacional del PCCR estuvo compuesto también por muchos de los integrantes del APRA. En el libro “Rómulo Betancourt y el Partido Comunista de Costa Rica” de Alejandro Gómez, se menciona una entrevista con Manuel Mora quien relata que un grupo de exapristas decidieron incorporarse al PCCR antes del 16 de junio de 1931 pero existía el temor a que este grupo de intelectuales fueran un freno para la lucha del partido. Pero Carmen Lyra garantizó que eso no ocurriría y por ello se aceptó su incorporación. Ese grupo que podría considerarse también entre los fundadores del PCCR estaba compuesto por:

Víctor Quesada, Jaime Coto Acuña, Gonzalo González que luego sería el esposo de Luisa González y cuyo nombre lleva el Auditorio de la Facultad de Farmacia de la UCR, Antonio Zamora, Carmen Valverde que luego se convirtió en la esposa de Rómulo Betancourt y madre de la única descendiente del expresidente, y otros cuyos nombres no se conocen.

La incorporación de este grupo se decidió en una reunión en la casa de Carmen Lyra según relata Manuel Mora. Como se ve desde antes de la fundación del Partido la participación de Carmen Lyra tenía una injerencia decisiva en los acuerdos del futuro Partido.

Manuel Mora reconoce en esta entrevista con Alejandro Gómez que la influencia de Carmen Lyra en decisiones de este tipo se debe a que durante su estancia en Francia “estuvo ligada al Partido Comunista” francés, lo que indica que cuando Carmen Lyra regresa al país a principios de los años 20 del siglo pasado, ya conoce el funcionamiento y la estructura de los partidos comunistas, así como las orientaciones ideológicas de los comunistas.

La fundación del PCCR es un proceso, un movimiento socio-ideológico iniciado antes de la fecha de su constitución formal. Probablemente continúen apareciendo nuevos nombres y elementos que vayan conformando ese hecho como un gran movimiento trasformador de la historia costarricense.

Irrupción del partido comunista de Costa Rica en la historia nacional: 16 de junio de 1931

La UNED le invita a la actividad titulada “Irrupción del partido comunista de Costa Rica en la historia nacional: 16 de junio de 1931”, organizada por la Cátedra Abierta Manuel Mora Valverde y el Centro de Estudios Políticos y Sociales.

Se realizarán cuatro charlas impartidas por Ms. Gustavo Cabezas, director de Sociología; Dr. Germán Chacón, coordinador de la Cátedra Manuel Mora; Dr. Arnoldo Mora Rodríguez, catedrático y Dr. Honoris Causa; Dra. Macarena Barahona Riera, catedrática, investigadora y escritora; y Ricardo Villegas, historiador, asesor de la fracción Juntos de la Municipalidad de San José.  Además, se realizarán dos actividades culturales a cargo de Wilson Arroyo y Beto Campos.

La actividad tendrá lugar este 9 de junio de 2022 en la UNED, Paraninfo Daniel Oduber Sabanilla a las 5:30 p.m.

 

Compartido con SURCOS por Arturo Fournier.

Partido Ejemplar y de Acero, Partido Comunista de Cuba

(Unidad y Guía de la Invicta Revolución Cubana)

Lic. José A. Amesty R.

13-abril-2021

El próximo viernes 16 al lunes 19 de abril del presente año 2021, inicia la celebración y las deliberaciones del 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba. Evento que siempre crea expectativas, dada su importancia estratégica para el destino de la Nación cubana y como garantía de la continuidad de la Revolución; así como ejemplo de unidad, lucha, coraje y guía para los partidos comunistas y de izquierda, y las fuerzas revolucionarias del mundo y de América Latina.

Este próximo Congreso será un acontecimiento puntual y significativo, que marca un momento importante en el desarrollo del proceso político revolucionario, y en la vida de los ciudadanos cubanos, signados por una coyuntura política, social, económica y política muy complicada, producto de la pandemia global, y sus embates económicos que trae consigo, donde el imperialismo, juntamente con los grupos económicos globales, sus aliados, sigue tratando de imponer su visión capitalista y neoliberal del mundo.

Deseamos dejar plasmados algunos elementos, con todo el respeto posible, que deben ser el quehacer hacia la concreción del ideal socialista, comunista, y para seguir siendo un Partido ejemplo.

*Está demostrado que la condición de ser un Partido Único, no está reñido con el ejercicio de la Democracia auténtica, más bien la hace más participativa, protagónica, fuerte y fecunda, más ética y transparente, estimulando en la organización política el ser más plural y que vaya hacia adelante siempre.

*El Partido Comunista de Cuba PCC, fiel al principio básico, inviolable y del cual depende su razón de ser, debe mantener siempre una estrecha relación con el pueblo cubano.

*Ayer y hoy, la Unidad debe ser la premisa fundamental del PCC, ya que nos dan lecciones que la división de las fuerzas políticas de izquierda, por muy buen intencionadas que sean, solo sirven para hacer fácil el camino a los partidos de derecha. La Unidad significa: conllevar las estrategias, los ideales, los sacrificios, los riesgos, el combate.

*Las manos jóvenes del PCC, siempre deben estar prestas para continuar consolidando, sosteniendo y continuando, la Revolución Cubana y su obra Libertadora, en todas sus estructuras, etapas y labores.

*En este Congreso del PCC, debe ser visto como natural y necesario, la renovación de los cuadros dirigentes, como una tarea eminente. En este sentido, el 8vo. Congreso, sólo será un cambio generacional, ya que la Revolución no se acaba ni se acabará, este proceso debe ser responsable y velar por la continuidad de la gesta revolucionaria.

*la Revolución Cubana, ha sido tarea de dos actores principales: los que la llevaron al triunfo y los que la han hecho suya, todos estos años, con su voluntad, trabajo y compromiso.

*El PCC, está claro que, en la actualidad compleja, disímil y retadora, la dirección unida y eficiente, debe continuar como garantía de la continuidad revolucionaria.

*El Congreso debe enfatizar y rescatar la existencia de una Revolución, que inició Carlos Manuel de Cespedes en 1868, y que el Partido al lado del pueblo cubano, juntamente con los valiosísimos aportes de Fidel Castro, llevan adelante con su actual dirigencia revolucionaria.

*El Congreso del PPC, debe asegurar que su Partido continúe siendo blindado, que resguarde la Revolución, ante cualquier peligro interno y externo, desvío, hoy, mañana y hasta siempre, bajo las bases educativas del líder histórico, Comandante en Jefe Fidel Castro.

*Por supuesto, el Congreso debe seguir abordando las temáticas que, coadyuven a sacar al país de la crisis provocada por la pandemia global; así como la política hostil y cruel de EEUU y perfilar una idónea campaña comunicacional más creativa e inteligente.

*Creemos que el Congreso del PCC, debe tributar un merecido reconocimiento, por un lado, a las Brigadas Médicas cubanas, que acompañan la emergencia del Covid-19, en el país y en el mundo, y a los héroes científicos/as que han logrado crear varias vacunas contra la pandemia global, que creemos es trabajo arduo y auspiciador del Partido Comunista, para beneficio de la humanidad.

Resumiendo, deseamos afirmar juntamente con el Preámbulo de la Constitución de la República de Cuba, proclamada el 10 de abril de 2019, “Nosotros, el Pueblo de Cuba… Conscientes de que la unidad nacional y el liderazgo del Partido Comunista de Cuba, nacido de la voluntad unitaria de las organizaciones que contribuyeron decisivamente al triunfo de la Revolución y legitimado por el pueblo, constituyen pilares fundamentales y garantías de nuestro orden político, económico y social”.

E igualmente, lo que estipula el artículo 3: “El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista, marxista y leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado.

Finalmente, por los logros del PCC, y ya a pocos días del inicio del mismo, reiteramos las ideas esenciales de Fidel Castro: “El Partido es la vanguardia del pueblo, la seguridad del pueblo, la garantía del pueblo”.

“Este Partido es fruto de la Revolución misma. La Revolución trajo al mundo al Partido, y ahora el Partido lleva adelante la Revolución”. “El Partido es un vehículo por excelencia y la garantía de la continuidad histórica. El Partido es el más formidable instrumento de la Revolución; es lo que le da dirección y solidez. Revolución que no es de nadie en particular. Revolución que no depende de ningún hombre, ni de hombres, sino la Revolución que depende del pueblo”.

“Los hombres pasan, el Partido es inmortal. El Partido es el alma revolucionaria del pueblo, que con sus organizaciones de masa abarcando a todo el pueblo, lleva adelante la Revolución”.

El PCC, Unidad y Guía de la Invicta Revolución Cubana

A 72 años del Crimen del Codo del Diablo

Por Alex García Cruz

Este 19 de diciembre fue una fecha que el pueblo costarricense debe colocar en su memoria colectiva y mantenerla siempre presente, el 19 de diciembre es un día de conmemoración, un día para rendir homenaje a 6 héroes de los trabajadores costarricenses que fueron asesinados el 19 de diciembre de 1948 en el Codo del Diablo, en los márgenes del río reventazón en la zona de Turrialba, 8 meses después de haber finalizado la guerra y a 7 meses de haber tomado el control político la Junta de Gobierno presidida por Jose Figueres Ferrer y a tan sólo 18 días del acto público que anunciaba la abolición del ejército en Costa Ria.

Los dirigentes comunistas fueron detenidos en sus casas en Limón, sin que mediara ningún cargo en su contra, excepto el ser todos miembros del Partido Comunista, el Partido Vanguardia Popular, una vez detenidos llegó la orden de trasladarlos a la capital, salieron de la cárcel esposados y en esa condición fueron subidos al vagón del tren con destino a San José.

Esta masacre, no fue el resultado de la irracionalidad o el abuso de un grupo indisciplinado de soldados del bando victorioso, el crimen, fue un crimen selectivo, fue un Crimen de Estado, planeado por altos dirigentes del grupo ganador con el fin de aterrorizar a los militantes y dirigentes comunistas del Partido Vanguardia Popular.

El crimen fue tan salvaje y la trama tan burda, que incluso varios miembros del grupo ganador reclamaron justicia y castigo contra los asesinos y la Junta de Gobierno se vio obligada a dejar que el poder judicial realizara un juicio, juicio que a su vez se convirtió en una de las farsas judiciales más vergonzosas de nuestra historia, pues aunque se conocieron los nombres de los sicarios y se dictó condena, ninguno fue a la cárcel, con ayuda del gobierno salieron del país, del asesino intelectual se conoció su nombre, aunque nunca se hizo público, se dice que ocupó altos puestos en el servicio exterior en la junta de gobierno y en luego repitió el cargo en varios gobiernos liberacionistas.

Este Crimen de Estado, no debe ser olvidado por el pueblo costarricenses. Toda persona con sensibilidad social, toda persona respetuosa de los valores de justicia, toda aquella persona interesada en la verdad histórica, toda aquella persona con interés en lograr una sociedad más justa e igualitaria, debe honrar a los mártires del Codo del Diablo e informarse sobre éste vergonzoso hecho de nuestra historia reciente. Debemos hacerlo del conocimiento de la juventud que hoy es víctima de un modelo educativo que no les enseña a conocer el pasado, debemos desarrollar lo que José Merino llamo la “estrategia de la memoria” como parte de la forma de lucha contra las políticas neoliberales que día a día nos van acorralando y quitando derechos que son producto de la lucha del pueblo, de la lucha que dieron los mártires del Codo del Diablo.

Gracias al trabajo de investigación y producción cinematográfica de los jóvenes, Antonio y Ernesto Jara Vargas, las nuevas generaciones hijas de la post guerra podemos conocer detalles del crimen en el documental El Codo del Diablo, que debe ser visto por todos los costarricenses: https://www.centrodecine.go.cr/producciones/codo-diablo

Hace pocos años la rectoría de la UCR publicó un excelente documental sobre los antecedentes, la confrontación y las consecuencias de la guerra de 1948, el director y realizador de ésta importante obra es el cineasta Andres Heindenreich, es un documental muy ilustrativo que también debe ser visto por todos los costarricenses.

También gracias a un importante grupo de jóvenes historiadores de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica, tenemos la oportunidad de leer varias importantes investigaciones que han publicado sobre los hechos ocultos durante décadas relacionados al conflicto armado de 1948.

https://webtv.fcs.ucr.ac.cr/watch/246/

 

Imagen: De izquierda a derecha, Lucio lbarra, Octavio Sáenz, Federico Picado, Narciso Sotomayor, Tobías Vaglio, y Carlos Aguilar.

Negación y autoritarismo en la Costa Rica sin ejército

Osvaldo Durán Castro
Sociólogo. Profesor ITCR

La historia oficial de Costa Rica esconde o minimiza hechos despóticos, autoritarios y violentos, como la ilegalización de partidos políticos y sindicatos, asesinatos políticos, persecución, exilios, intimidaciones, decretos contra la clase trabajadora, entre otros. Muchas de esas prácticas se dieron en el contexto de la abolición del ejército, pero podemos decir que son parte de la historia actual por la falta de justicia e impunidad en muertes como los de Jaime Bustamante, María Del Mar Cordero y Oscar Fallas ocurrido el 7 de diciembre de 1994, David Maradiaga, el 14 de julio de 1995, Sergio Rojas Ortiz el 18 de marzo de 2019, Jerhy Rivera Rivera el 24 de febrero 2020 (cuyo caso sigue abierto), e incluso los asesinatos de Antonio Saldaña/Blu (Rey indígena) el 3 enero 1910 y de Pa-Blu Presberu el 4 julio 1710, pues todos responden a formas de violencia no reconocidas, no juzgadas y no castigadas.

Si bien no tener ejército es un gran mérito, hace falta recuperar la memoria no oficial y completa de Costa Rica para comprender el período histórico en el cual se produce la abolición del ejército. Es necesario desmitificar la historia oficial y algunos hechos en particular como lo ocurrido con el ejército, que fuera de contexto y en su versión oficial, es únicamente un “acto heroico” de Figueres Ferrer. Pero si ampliamos la visión con algunos decretos y acciones de la Junta Fundadora de la Segunda República, antes y después del 1 de diciembre de 1948, aparecen acontecimientos sobresalientes de los que se habla sólo “de pasada”, o se niegan deliberadamente.

Antes de la abolición del ejército se produjeron hechos de autoritarismo como la ilegalización del Partido Comunista consumada el 7 de julio de 1948, argumentando que ésa era una organización que atentaba “contra el régimen democrático”, según decía el Decreto firmado por José Figueres Ferrer. El mismo Figueres en el libro “El espíritu del 48” (1987. 308) indicó que “la proscripción estaba evidentemente dirigida contra cualquier agrupación comunista, llevara o no esa connotación. Estaba dirigida directamente contra el Partido Vanguardia Popular”. El Secretario general de Partido Comunista, Manuel Mora Valverde señaló que “se habían comprometido a no ilegalizarnos”, pero, “nos ilegalizaron para que el Departamento de Estado (de los Estados Unidos) les permitiera mantenerse en el poder” (Discursos. 1980, p. 407).

También se decretó la ilegalización de los sindicatos iniciando por la beligerante Confederación General de Trabajadores de Costa Rica. Sesenta sindicatos fueron forzosamente aniquilados con lo que se desarticuló la organización social que históricamente, desde finales del siglo anterior, había gestado la creación de las garantías sociales de los años cuarentas, tras décadas de luchas ejemplares. A las ilegalizaciones se sumaron el exilio de dirigentes comunistas y sindicalistas, el encarcelamiento, la tortura, la persecución y la intimidación de muchísimas personas (prácticas asociadas por el grueso de la población costarricense con otros países, pero nunca con Costa Rica).

Otros decretos de la Junta que revelan su cariz autoritario fueron los del 11 y 19 de mayo. El primero, número 7, dispuso “la remoción de los empleados públicos sin derechos a sus prestaciones legales y preaviso y cesantía. Además, se autoriza a las empresas particulares para despedir de sus puestos a aquellos empleados que consideran peligrosos”. El otro decreto creó el Tribunal de Sanciones Inmediatas para “…juzgar los hechos delictuosos cometidos por funcionarios públicos particularmente de 1940 a 1948. Los fallos de ese Tribunal no podían se apelados de ninguna forma”. Además, el 2 de junio de 1948, se crea el Tribunal de Probidad y la Oficina de Propiedad Intervenida, como explica el historiador Óscar Aguilar Bulgarelli en su libro Costa Rica y sus hechos políticos de 1948.

Otro de los hechos que marca la historia del país desde el autoritarismo, es el asesinato del Codo del Diablo perpetrado el 19 de diciembre de 1948, en el que pierden la vida los dirigentes comunistas Tobías Vaglio, Octavio Sáenz, Lucio Ibarra y Federico Picado. Con ellos fueron asesinados Narciso Sotomayor y Álvaro Aguilar. Dado que Picado era diputado electo por la provincia de Limón, este fue un magnicidio político. Ese crimen fue una ejecución sumaria planificada y ejecutada durante el gobierno de facto de Figueres Ferrer, que había sido instalado por medios militares y que ejercía con poderes ilimitados.

Casi como premonición de lo que le ocurriría a los militantes comunistas asesinados, algunas narraciones de subalternos de José Figueres Ferrer dan cuenta de que cuando a éste se le presentaron prisioneros se mostraba molesto. Según narra Manuel Solís Avendaño en su libro La institucionalidad ajena. Los años cuarenta y el fin de siglo (2006), Figueres decía que: “no debían crearme ese problema de prisioneros en el futuro, lo que deben hacer es no traer prisioneros, pues al enemigo hay que liquidarlo. Increpado por esta respuesta respondió que si se portaba blando perdería el respeto de los “muchachos”, los cuales de todas maneras matarían a los prisioneros”.

La trama política de esos años incluía la injerencia directa del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos de Costa Rica. Mercedes Muñoz en su investigación Los problemas de seguridad del Estado costarricense 1940-1948 (1989, p. 102) expone que “…el embajador costarricense en Washington, en una entrevista con Tapley Bennet, Director de la Oficina de Centroamérica y Panamá del Departamento de Estado, reconoció el peligro marxista en Costa Rica y la influencia perniciosa del Partido Comunista para el Gobierno”.

La línea anticomunista para América Latina definida y promovida por los Estados Unidos, fue seguida puntillosamente por los integrantes de la Junta Fundadora de la Segunda República desde antes de que tomaran militarmente el poder por medio de “una Junta de Gobierno con poderes ilimitados” como indica Figueres Ferrer. Pero además, el anticomunismo había sido también un componente del ideario político del Gobierno de Teodoro Picado. El mismo Partido Republicano, durante el gobierno de Calderón Guardia, había firmado en julio de 1941, un acuerdo de cooperación militar con los Estados Unidos, lo cual no resultaba extraño en el contexto regional, ya que “en Centroamérica en la década de los 30’s, la consigna contraria al comunismo, impulsada desde el Departamento de Estado, organizó cambios sustanciales en el papel que debían cumplir las fuerzas de seguridad como en los requisitos que debían reunir los integrantes de éstas”, según explica Mercedes Muñoz (1989, p. 97). El documental “El Codo del Diablo” de Ernesto y Antonio Jara Vargas, reproduce un discurso de Gonzalo Facio Segreda, Ministro de economía y hacienda de la Junta, en el que éste resume su visión política, totalmente congruente con la línea anticomunista del Departamento de Estado de los Estados Unidos y de Figueres Ferrer que ya mencionamos. Facio dice que “asumimos poder después de haber ganado la primera lucha armada que se da en el continente contra el comunismo”. Para ese tiempo estaba recién creado el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, que en la práctica aseguraba la cesión de la soberanía de los países de América Latina a los Estados Unidos. Tanto Figueres como Facio se alineaban para asegurarse la confianza de aquel país.

El autoritarismo implicó el exterminio de personas por medio del asesinato y generó además, como dijimos, exilio, encarcelamiento, persecución, intimidación, entre otras prácticas. Como justamente expone Manuel Rojas Bolaños en su libro Lucha Social y Guerra Civil en Costa Rica 1940-1948, “la izquierda comunista quedó prácticamente fuera del juego político hasta los años setenta, por prohibiciones establecidas constitucionalmente” (1990, p. 27). En cualquier otro país, los asesinatos del Codo del diablo, la ilegalización de organizaciones sociales, los decretos contra la clase trabajadora y las demás acciones de represión política, se hubieran reconocido como actos propios de un gobierno dictatorial; pero no ha sido así en Costa Rica.

El discurso oficial y el imaginario político, a través de libros, discursos y la reproducción que hacen del mismo personas, instituciones y organizaciones, siguen resumiendo la historia de la guerra civil de 1948 como un acontecimiento de “defensa del sistema electoral”, lo que ha permitido construir un imaginario de sociedad irrestrictamente democrática, pulcra e idílicamente pacífica en la que los enfrentamientos sociales, incluidos asesinatos políticos, se desdibujan, tergiversan, minimizan, o simplemente se ocultan.

Dado que la versión oficial además nos presenta la historia como la acción de caudillos y héroes, uno de los cuales es sin duda José Figueres Ferrer, es indispensable releer todo lo divulgado por el discurso oficial y enseñado en la academia, desde la escuela hasta la universidad. Alfonso González Ortega y Manuel Solís Avendaño en su libro Entre el desarraigo y el despojo argumentan que “Hoy sabemos, aunque no lo incorporemos a la representación que tenemos de nuestra historia, que Figueres Ferrer no fue el principal artífice de la abolición del ejército y que originalmente esta proscripción estuvo más inspirada en detener sus aventuras militares, en medio de una lucha entre los grupos representados en la llamada Junta Fundadora de la Segunda República, menos en la creación deliberada de una cultura de paz. Algo semejante ocurre con la nacionalización de la banca” (2001, p. 170).

Otra vertiente de la historia que la historia oficial y el discurso del poder han pasado de lado o han ocultado, es la corrupción como práctica común. Uno de los ejemplos notables de manejo arbitrario de la Hacienda Pública fue que “en esos momentos (durante el gobierno de la Junta de Figueres Ferrer), una parte de los recursos del gobierno se destinaba a pagos privados, y al mismo Figueres”. Explica el sociólogo Manuel Solís Avendaño que “el Decreto 251 del 12 de noviembre de 1948 autorizó un pago de 2.734.443 colones a Figueres, por concepto de propiedades destruidas. La suma equivalía casi al cincuenta por ciento de los seis millones asignados originalmente para cubrir ese rubro. Allí estaba, en germen, una característica de la nueva institucionalidad”.

Como resumen de estas líneas, podemos decir que la abolición del ejército sólo fue posible después de “limpiar la mesa”, tras la ilegalización del Partido comunista y de 60 sindicatos de la Confederación General de Trabajadores de Costa Rica, y las demás prácticas despóticas y represivas de la denominada Junta Fundadora de la Segunda República. Con esto se eliminaron las entidades con capacidad militar y socialmente organizadas para retar el nuevo bloque de poder. En otras palabras, ya no había oposición socialmente articulada y la Junta ejercía poderes ilimitados sin enemigos contundentes. Tenía el control centralizado y aplicaba represión directa contra cualquier oposición posible.

En esas condiciones la abolición de cuerpo armado era viable tanto por condiciones creadas a lo interno del país, como por ajuste o acomodo de la Junta de Gobierno a la política exterior de los Estados Unidos.