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Etiqueta: pensamiento crítico

La inexcusable indiferencia frente a los autoritarismos: ¿ignorancia o estupidez?

La teoría de la estupidez de Dietrich Bonhoeffer.

Henry Mora Jiménez

Dietrich Bonhoeffer (4 de febrero de 1906 – 9 de abril de 1945) fue un teólogo y pastor luterano alemán y un activista contra el régimen de Adolf Hitler que pasó los dos últimos años de su vida en prisión, antes de ser ejecutado en un campo de concentración nazi.

Durante su encarcelamiento, una de las preocupaciones sobre las que reflexionó fue la siguiente: ¿cómo fue posible que uno de los pueblos más educados de Europa, que dio al mundo grandes filósofos, científicos y poetas, haya sido presa de la ideología y de la violencia extrema llevada a cabo por el fascismo nazi? Encontró una respuesta en la estupidez, pero vayamos con calma.

La teoría de la estupidez de Dietrich Bonhoeffer no es realmente una teoría (en el sentido científico del término), pero sí una reflexión profunda sobre la naturaleza humana y cómo la estupidez puede ser más peligrosa que la maldad y más extendida que la ignorancia.

Para Bonhoeffer, la estupidez no es simplemente una falta de inteligencia o torpeza para comprender las cosas, sino una condición humana que puede ser influenciada por factores sociales y políticos. Las personas estúpidas se vuelven manipulables, pierden su independencia y dejan de pensar por cuenta propia, lo que las hace especialmente peligrosas porque no pueden ser persuadidas con argumentos racionales. Entonces, la estupidez sería un problema sociológico más que psicológico, y se manifiesta cuando las personas son sometidas a la influencia de inmensos poderes externos o de ideologías extremistas que buscan la manipulación y el control total de la población, a través de medios como la propaganda y la desinformación, como ocurrió en la Alemania de su tiempo bajo el régimen nazi.

Hoy en día estas causas no son suficientes para explicar la estupidez a la que se refiere Bonhoeffer, pero aun así, sus reflexiones nos pueden orientar para explicar lo que está pasando en el mundo frente a líderes de extrema derecha como Trump o Milei, e incluso, en el caso particular de Rodrigo Chaves en Costa Rica.

Pero ¿qué causa esta estupidez socialmente determinada?

Bonhoeffer reflexionó sobre las causas de la estupidez, especialmente en el contexto del ascenso del nazismo en Alemania. Sus observaciones no solo son relevantes para entender ese período histórico, sino que también ofrecen pistas valiosas para analizar fenómenos similares en otras épocas y sociedades.

Bonhoeffer creía que la estupidez surge cuando las personas renuncian a su capacidad de pensar y actuar de manera autónoma. En lugar de cuestionar y reflexionar, se dejan llevar por opiniones mayoritarias, por alguna ideología o por algún líder carismático o con cierta autoridad. Esta renuncia no es tanto intelectual como moral: es una elección de no asumir la responsabilidad de pensar por uno mismo.

Además, en situaciones de crisis, incertidumbre, temor o desesperanza, muchas personas prefieren la comodidad de seguir a otros antes que enfrentar la dificultad de pensar críticamente. El miedo al aislamiento o al castigo puede llevar a la gente a actuar de manera estúpida, incluso cuando saben que están haciendo algo incorrecto.

De manera especial, Bonhoeffer observó cómo el régimen nazi utilizaba la propaganda a gran escala para manipular a las masas y cómo la estupidez se generaliza cuando las personas aceptan pasivamente los mensajes de líderes o medios de comunicación sin cuestionarlos. La propaganda aprovecha los prejuicios, los miedos y los deseos de las personas para anular su pensamiento crítico.

No menos importante, para Bonhoeffer, la estupidez florece en sociedades donde las relaciones humanas auténticas se han debilitado o fragmentado. Cuando las personas están aisladas o se relacionan de manera superficial es más fácil que caigan en la estupidez, porque no tienen una comunidad real que les cuestione o les ayude a pensar de manera crítica. Este elemento es mucho más importante hoy en día, cuando las llamadas redes sociales y los algoritmos pulverizan la convivencia real entre las personas, las vuelve adictas al entretenimiento superficial y las hace incapaces de cuestionar su propia realidad.

Como teólogo, Bonhoeffer veía la estupidez como un problema espiritual. Creía que cuando las sociedades pierden sus fundamentos éticos y espirituales, las personas se vuelven más susceptibles a la estupidez, porque carecen de un marco de referencia para discernir entre el bien y el mal. Un efecto similar ocurre cuando nos gobiernan antivalores como el individualismo exacerbado y la competitividad compulsiva del capitalismo globalizado.

¿Se puede enfrentar la estupidez cuando esta se generaliza?

Bonhoeffer creía que el primer paso para enfrentar la estupidez es recuperar la capacidad de pensar y actuar de manera autónoma. Esto requiere, entre otros: i) cuestionar las narrativas dominantes; ii) no aceptar pasivamente lo que dicen los líderes, los medios o las masas, sino analizar críticamente la información; iii) asumir responsabilidad personal, tomando decisiones basadas en principios éticos, incluso cuando esto implique ir contra corriente.

Y como la estupidez florece en entornos donde el pensamiento crítico es desalentado, para combatirla, es esencial: i) educar en la reflexión, enseñando a las personas a cuestionar, analizar y debatir ideas, en lugar de aceptarlas sin más (de ahí la importancia central de una educación que potencie el pensamiento crítico); ii) promoviendo el diálogo, creando espacios donde las personas puedan discutir abiertamente temas difíciles, sin miedo al rechazo o al castigo.

Como ya mencionamos, Bonhoeffer enfatizaba la importancia de la comunidad como antídoto contra la estupidez. Una comunidad auténtica fomenta la solidaridad, ya que las personas se apoyan mutuamente para resistir la presión del conformismo.

Además, en una comunidad sana, sus miembros se ayudan a reconocer y superar la estupidez, tanto individual como colectiva.

En situaciones donde la estupidez se generaliza, es necesario actuar con coraje y valentía. Esto exige: i) denunciar incansablemente la injusticia, no quedarnos callados ante lo que nos parece mal, incluso cuando esto implique riesgos personales; ii) resistir activamente, siendo el mismo Bonhoeffer un ejemplo vivo de esto, ya que participó en la resistencia contra el nazismo, a pesar de las consecuencias.

Y como para Bonhoeffer la estupidez es en última instancia un problema espiritual, enfrentarla también requiere reconectarse con principios éticos, volviendo a valores como la justicia, la compasión, la solidaridad y la dignidad humana.

Pero ¿puede esto funcionar en la práctica?

Bonhoeffer no solo teorizó sobre cómo combatir la estupidez, sino que también lo puso en práctica. Algunas de sus incansables acciones incluyeron:

– Educar y concienciar: como profesor y pastor, Bonhoeffer trabajó para formar a personas críticas y éticas.

– Crear redes de resistencia: participó en la Iglesia Confesante, un movimiento cristiano que se oponía al control nazi de las iglesias.

– Actuar con integridad: aunque sabía que su oposición al régimen nazi podía costarle la vida, Bonhoeffer nunca renunció a sus principios.

Bonhoeffer nos enseña que la estupidez no es invencible. Aunque puede generalizarse en ciertas situaciones históricas, siempre hay formas de combatirla: recuperando la autonomía moral, fomentando el pensamiento crítico, construyendo comunidades auténticas, actuando con coraje y reconectando con valores éticos y espirituales. Estas herramientas no solo son relevantes para el contexto del nazismo, sino para cualquier situación en la que la estupidez amenace con dominarnos.

Ciertamente, las formas actuales de dominación cultural que nos ciegan y nos llevan a la estupidez son hoy más complejas y diversificadas: la adicción al entretenimiento, el declive intelectual y cultural, el hedonismo y el individualismo radical, el populismo, el mesianismo, el ocaso de pensamiento crítico, la cultura del espectáculo y la distracción, la primacía de la inmediatez, la sumisión voluntaria, la mentira sistemática, el anonimato de las redes sociales, la censura y manipulación sofisticada de los algoritmos, etc. Aun así, las reflexiones de Bonhoeffer nos brindan un marco conceptual básico para comenzar a entender el problema y buscar soluciones.

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Educación o Fascismo

La historia nos muestra que hay dos fuerzas en constante pugna: una que empodera a los individuos, promoviendo el pensamiento crítico y la libertad, y otra que los somete, utilizando el miedo y la ignorancia como herramientas de control. Esta dicotomía —entre educación y fascismo— no solo define los principios de una sociedad, sino que también determina su futuro. Hoy más que nunca, enfrentamos el desafío de decidir hacia cuál de estas fuerzas nos inclinaremos.

La Educación como Base de la Libertad

La educación ha sido siempre la clave para la emancipación humana. A lo largo de la historia, el acceso al conocimiento ha permitido a las personas liberar su pensamiento y cuestionar las estructuras de poder que las oprimen. Desde la antigua Grecia hasta los movimientos de liberación del siglo XX, la educación ha sido el arma de los oprimidos. Erik Fromm, en su libro El Miedo a la Libertad, señala que la libertad requiere de un acto consciente y que la ignorancia, alimentada por el miedo, es el obstáculo principal para alcanzar esa libertad (Fromm, 1941).

Una educación que promueva el pensamiento crítico no solo forma individuos con capacidad de reflexión y análisis, sino también ciudadanos activos que cuestionan el status quo y luchan por una sociedad más justa. Sin embargo, no basta con cualquier educación. Debe ser una educación crítica, que enseñe a pensar y no a obedecer ciegamente.

Ejemplos históricos como el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, liderado por figuras como Martin Luther King Jr., muestran cómo el acceso al conocimiento y la educación empoderó a millones para resistir la opresión sistémica (King, 1963). De igual manera, en América Latina, las dictaduras militares de los años 70 fueron desafiadas por movimientos estudiantiles que usaron la educación como un espacio para organizarse y luchar por la democracia.

El Fascismo: El Cultivo del Miedo y la Ignorancia

El fascismo, en contraste, se alimenta de la ignorancia. No necesita ciudadanos que piensen; necesita súbditos que obedezcan. La manipulación del miedo es su arma más poderosa. Desde los regímenes fascistas de Hitler y Mussolini, hasta las dictaduras modernas, el miedo ha sido utilizado para controlar, censurar y reprimir a las masas. El fascismo se sustenta en una estructura verticalista, donde el poder se concentra en unas pocas manos, y cualquier disidencia es castigada violentamente (Mudde & Kaltwasser, 2017).

El miedo, para los fascistas, no es una consecuencia indeseada, sino un objetivo buscado. Durante la pandemia de COVID-19, vimos cómo el miedo fue utilizado para incrementar las ganancias de empresas transnacionales y farmacéuticas, mientras la vida de millones quedaba relegada a un segundo plano (Baker et al., 2020). En este contexto, la ignorancia y la desinformación se volvieron herramientas clave. La manipulación mediática y la difusión de teorías de conspiración generaron un ambiente de confusión y polarización que favorecía a quienes buscaban el control total.

La Manipulación de la Educación por el Fascismo

Un aspecto clave del fascismo es su capacidad para controlar y manipular la educación. Regímenes autoritarios han transformado los sistemas educativos en herramientas de adoctrinamiento, eliminando cualquier posibilidad de pensamiento crítico y distorsionando la historia. La censura de libros y el revisionismo histórico son comunes en estos contextos, donde solo se permite una visión única, la del régimen (Zerubavel, 1996).

En la actualidad, vemos casos donde la educación sigue siendo un campo de batalla ideológico, en el que se decide quién tiene derecho a la verdad. En algunos países, se distorsiona la historia en los currículos escolares para promover visiones autoritarias, y se eliminan discusiones sobre derechos humanos y justicia social, elementos fundamentales para una educación integral.

El Rol de los Medios y las Redes Sociales

La educación ya no se limita a las aulas. Los medios de comunicación y las redes sociales juegan un papel crucial en la forma en que las personas acceden a la información y desarrollan su percepción del mundo. Sin embargo, estas plataformas han sido fácilmente manipuladas por quienes buscan promover el miedo y la desinformación. Las fake news y las teorías de conspiración se han convertido en armas poderosas, que permiten a los regímenes autoritarios manipular la opinión pública y sembrar confusión (Allcott & Gentzkow, 2017).

Es crucial que la alfabetización mediática sea parte integral de la educación moderna. Las personas deben aprender a discernir entre información veraz y manipulada, a cuestionar las fuentes y a desarrollar un pensamiento crítico frente a lo que consumen. La lucha por la verdad es, hoy en día, una batalla que se libra en las redes sociales, donde la información falsa se propaga con mayor rapidez que la verdad.

La Resistencia a Través del Conocimiento

A pesar de los esfuerzos del fascismo por dominar la educación y controlar la información, siempre ha habido resistencia. Movimientos sociales, intelectuales y ciudadanos han utilizado el conocimiento como una forma de combatir la opresión. Durante las dictaduras en América Latina, profesores y estudiantes arriesgaron sus vidas para mantener espacios de pensamiento libre y crítico. En la Alemania nazi, muchos intelectuales y académicos se negaron a plegarse al régimen, a pesar de la persecución (Mosse, 1966).

El conocimiento, el acceso a la información y la educación son las armas más poderosas que tenemos para resistir al fascismo. No se trata solo de enseñar hechos y cifras, sino de enseñar a pensar, a cuestionar, a resistir.

Conclusión: Un Futuro en Juego

Hoy, más que nunca, nos enfrentamos a una decisión crucial: elegir entre una sociedad educada y crítica, o una sociedad sometida por el miedo y la ignorancia. El fascismo prospera cuando dejamos de cuestionar, cuando permitimos que el miedo controle nuestras vidas. La educación es la única vía para garantizar una ciudadanía libre, empoderada y capaz de defender sus derechos.

Como sociedad, debemos exigir una educación pública y de calidad, accesible para todos, que fomente el pensamiento crítico y no la obediencia ciega. Solo entonces podremos aspirar a un futuro donde el fascismo no tenga lugar, y la libertad sea un derecho y no un privilegio.

  • Allcott, H., & Gentzkow, M. (2017). Social Media and Fake News in the 2016 Election. Journal of Economic Perspectives, 31(2), 211-236.
  • Baker, R., et al. (2020). COVID-19: Impact on Business and Economic Activity. National Bureau of Economic Research.
  • Fromm, E. (1941). El Miedo a la Libertad. Nueva York: Farrar & Rinehart.
  • King, M. L. (1963). I Have a Dream. Speech delivered during the March on Washington for Jobs and Freedom.
  • Mudde, C., & Kaltwasser, C. R. (2017). Populism: A Very Short Introduction. Oxford University Press.
  • Mosse, G. L. (1966). Toward the Final Solution: A History of European Racism. Howard Fertig.
  • Zerubavel, E. (1996). Social Mindscapes: An Invitation to Cognitive Sociology. Harvard University Press.

Nota sobre la autoría: Este texto es una revisión de mis ideas sobre el papel de la educación y el fascismo, y ha sido elaborado a partir de una síntesis de diferentes fuentes y referencias. No es un trabajo original, sino una recopilación y análisis de conceptos existentes en la literatura sobre el tema. Juan Arguedas Chaverri.

Enseñar a pensar

Por Arnoldo Mora

Es ya un lugar común afirmar que vivimos en una crisis en el sistema educativo en general y, en especial, en la educación pública de primaria y secundaria. Por desgracia, todos los datos y cifras confirman los peores augurios de una crisis, que constituye la mayor de las amenazas a la democracia y la paz social y a los logros materiales y culturales de nuestra sociedad actual. Ese papel preponderante de la educación se debe a que somos herederos de la cultura griega clásica, para la cual la única solución a todos los males que afectan a la humanidad radica en la erradicación de la ignorancia; razón por la cual sólo existe una medicina para combatir toda forma del mal, cual es la de forjar un método que enseñe o eduque a las nuevas generaciones; tal pretendía ser la mayéutica de Sócrates, y la creación por parte de la sociedad, de una nueva profesión, la más valorada de todas: la de ser educador, “paidagogós” , o guía del buen camino de los niños, si nos referimos a las raíces etimológicas del término. Pero los filósofos griegos fueron más lejos; sostuvieron que la única razón de ser de la educación es enseñar a pensar. Todo hombre es un animal racional, decía Aristóteles, lo cual quiere decir que está dotado de razón, de capacidad de convertir en “logos” (palabra-pensamiento) los datos de la experiencia sensible. En nuestros días, la filosofía analítica afirma que la mayor revolución que vivimos se da con la creación de un lenguaje basado en las matemáticas, lo cual ha posibilitado la creación de la inteligencia artificial (AI) que se ha convertido en el desafío mayor de lo que entendemos por “humano”, hasta tal punto que constituyó el tema central de la más reciente cumbre del G20, que tuvo verificativo en Roma.

Por eso debemos ir a la raíz del problema y preguntarnos qué significa “educar”. La respuesta la dieron los filósofos griegos: educar es enseñar a pensar, esto es, indagar los fundamentos de la razón o conciencia racional o teórica y su aplicación utilitaria, de donde surge el ámbito de la tecnología y el poder que de ahí se desprende, pasar de la razón teórica al pensamiento práctico, del “logos” a la “techne”. Por eso preguntarnos cómo y por qué piensa el hombre es la cuestión radical que está a la base del origen de por qué el ser humano debe educarse. Si el pensar constituye la característica fundamental del ser humano, lo que lo distingue de los otros seres que pueblan el universo, debemos comenzar por preguntarnos qué es pensar y cómo llegamos a la construcción de un lenguaje que nos permita interpretar primero y luego transformar el material que nos proveen nuestros sentidos como punto de partida, en otras palabras, se trata de convertir en lenguaje, es decir, traducir los datos empíricos en símbolos a la luz de principios racionales; lo cual se da en tres niveles epistemológicos: el del lenguaje, el de los símbolos matemáticos y, como culminación, la abstracción lógico-filosófica. Pero para poder cuestionarnos en torno a lo que significa “pensar”, ante todo, debemos indagar cuál es la facultad que nos posibilita lograr ser “animales-pensantes”. Esa dimensión del saber filosófico se suele llamar “epistemología”; el término proviene de Platón, quien distinguía el saber racional (“episteme”) de la simple opinión o palabrería (“doxa”); el salto del uno al otro se da cuando descubrimos que nuestra facultad de pensar constituye el origen del saber racional; Descartes, Kant y Husserl son considerados como los principales representantes de aquella corriente de la filosofía que se fundamenta en el pensamiento crítico, lo cual solemos calificar como saber o reflexión epistemológica.

El conocimiento humano parte de la experiencia empírica, de lo que nos suministran nuestros sentidos (Aristóteles); estos datos nos dan el “ente”, es decir, una presencia óntica que no ha descubierto su ligamen con el “ser” o conciencia de lo universal (Hegel). Pero si lo ligamos al origen del lenguaje, es decir, a la construcción del universo simbólico, debemos partir de indagar cómo construimos lo simbólico mismo. Al afirmar nuestra condición de animal, partimos de que constatamos lo real-externo a manera de “huella”, que el hombre convierte en “trazos”; con ello tenemos el primer nivel de “abstracción”; ambas experiencias son fundamentalmente visuales, es decir, espaciales. Pero si afirmamos que el origen de nuestros conocimientos empieza como constatación de huella que deviene en trazo por la acción-imaginación humana (dibujo), sólo es posible si lo vemos como una presencia de un ente que ya no existe en forma inmediata. La conciencia de lo exterior como única forma de constatar lo exterior a nuestra existencia se da simultáneamente, como conciencia del pasado y del futuro, dentro de los cuales está inserto el dato que asume la conciencia como presente; esto hace que lo dado no sea para el hombre un hecho sino un acto, es decir, que no se da sin un sujeto activo, por no decir creador. Nuestra experiencia primigenia se da dentro del marco de la imaginación, lo que convierte al dato en contenido del lenguaje. La experiencia del dato como inserto en el tiempo se produce gracias a la conciencia del pasado y al proyecto hacia el futuro que implica nuestra conciencia como sujeto activo; el pensamiento es acción. Esta conciencia como presente eterno, es decir, que subsume el pasado y el futuro hace de la conciencia un ser temporal (Husserl) y del espacio-tiempo la condición de posibilidad de lo real como dato de la conciencia o información del conocer (Kant). Lo cual convierte la huella en signo gracias a la mediación del trazo. Convertir la huella en signo de una presencia es la esencia misma del conocer racional. Idea y palabra se identifican en lo que los griegos llamaban “logos”. Lo que se suele llamar “salto epistemológico” ((Althusser) o convertir lo empírico (experimental) en racional se da cuando el signo se convierte en símbolo, el “ente” en “ser” (Aristóteles), iluminando la comprensión de lo concreto con la dimensión de lo universal (Hegel), la facticidad en ley del pensamiento y en norma de la acción. Pero esto no se da sin una concepción ontológica de lo real en cuanto tal (Aristóteles); lo cual hace que pasemos de la “existencia” a la “esencia” (Sartre), de lo percibido a lo concebido (Tomás de Aquino”), del “ser” a la nada” (Hegel), de lo concreto a lo abstracto, de lo particular a lo universal, del “ente” al “ser” (del “to ti-estin” al “einai” según la terminología de la METAFÍSICA de Aristóteles, que Hegel tradujo muy literalmente como “Da-sein” y “Sein” (libro primero de la CIENCIA DE LA LÓGICA.). Pero gracias a la crítica heideggeriana, la metafísica en la corriente existencialista actual se reduce a antropología ontológica (Olarte), lo cual le permite a Sartre titular su obra maestra como EL SER Y LA NADA, entendiendo por “ser” lo real y por “nada”, al ser-del-hombre. Retrocediendo a la filosofía del conocimiento anterior a la crítica epistemológica que dio origen a la filosofía moderna con Descartes, se debe recurrir a la teoría de la “abstracción” de Aristóteles. El pensador griego hablaba de tres niveles de abstracción: el físico, el matemático y el filosófico en el sentido fuerte del término, es decir, metafísico. La abstracción física consiste en prescindir de la unicidad del dato para asumirlo a la luz de sus cualidades sensibles, lo cual le da un primer nivel de universalidad; la abstracción matemática consiste en ver en el dato tan sólo su dimensión cuantitativa (“numérica” en el sentido pitagórico); finalmente, la abstracción metafísica consiste en asumir la inteligibilidad-onticidad del dato en su condición de ser en cuanto ser (“ens generalissimum” según los escolásticos). En la filosofía actual se expresan esos tres niveles del conocer (”noético-noemáticos”, según los términos de Husserl) en la forma siguiente: gramatical o experiencia primigenia o existencial que nos es dada en el lenguaje (“poesis” según el último Heidegger), abstracción matemática o traducción algebraica del lenguaje (Moore, Russell) y la abstracción filosófica o lógica (Hegel).

Todo lo dicho debe ser concebido como la fundamentación epistemológica de la educación formal en los niveles de primaria y secundaria, cuya crisis ha motivado el que yo, en mi condición de filósofo, haya pergeñado estas líneas con el fin de demostrar que educar sólo puede significar una cosa: enseñar a pensar, es decir, asumir lo real desde la teoría como diría Platón; para lo cual sólo hay un camino: pensar en abstracto (Aristóteles) lo cual no deja de ser una tautología según Wittgenstein. Veamos. Lo primero que se debe enseñar a los niños es el lenguaje materno; el niño aprende a hablar mimetizando los gestos y sonidos que emanan del rostro materno, concretamente de sus labios; esto lo logra el niño en los cinco primeros años de su vida; es muy importante que en el entorno familiar se hable siempre al niño y que se emplee un lenguaje variado para que enriquezca su vocabulario; el desarrollo de la inteligencia es directamente proporcional a las diversidad y abundancia de palabras que, desde la más tierna edad, aprenda el nuevo miembro del grupo familiar. El siguiente paso es aprender a leer y escribir, lo cual se suele hacer simultáneamente, lo cual según lo dicho líneas arriba, es partir de la huella al trazo y finalmente, al signo. Pero el lenguaje sólo se convierte en texto cuando al conjunto de símbolos sonoros se añade la dimensión temporal, cuando el texto sólo se puede entender si lo asumimos como la expresión gráfica de un acontecimiento, es decir, si se le ve bajo la óptica de “ser-en-el-tiempo”, dado que el dibujo nos dio la dimensión espacial. El trazo nos da la escritura como expresión gráfica del lenguaje; pero al asumirse el lenguaje como signo nos adentramos en la dimensión o abstracción matemática, lo real, al asumirse en su dimensión cuantitativa se convierte en número (Pitágoras), lo cual nos permite ordenar los datos en grupos numéricos a partir de unidades indivisibles (“quantum” según Planck); debemos a la civilización sumeria, matriz de la civilización occidental, que esa numeración sea decimal, es decir, sumando los dedos de las dos manos; es de notar que los griegos no conocieron el cero, que debemos a la India. El niño aprende en la escuela primaria las cuatro operaciones aritméticas. De los rudimentos de la aritmética pasa el joven estudiante a la geometría; el dibujo o dimensión espacial del signo es visto como un conjunto de relaciones formales, lo que permite medir. Ya en secundaria, se aprende el álgebra, término de origen árabe debido al sabio que la inventó (siglo X) y que fue introducido en Europa en el Renacimiento; gracias al matemático francés Viéte, Descartes la conoció, lo cual le permitió crear las matemáticas modernas o geometría analítica que une ambas tradiciones, gracias a lo cual la ciencia moderna ha alcanzado las inauditas dimensiones de máxima revolución de nuestros tiempos. Pero al convertir los números en palabras el álgebra recupera la abstracción de la gramática y le da al símbolo matemático una universalidad y abstracción que las matemáticas griegas no le dieron. La dimensión ulterior de las matemáticas, que sólo se estudia en educación superior, es el cálculo, que consiste en asumir desde la lógica o abstracción filosófica, cosa que debemos a Leibniz, creador del cálculo infinitesimal. Finalmente, la dimensión filosófica del saber sólo se logra con las categorías propias de la lógica, tanto formal (identidad) como dialéctica (contradicción); con ello hemos llegado a la máxima universalidad del saber humano (Hegel), haciendo realidad aquello que decía Piaget, para quien el conocimiento humano se reduce a establecer dos columnas: la del sí y la del no. El curso de filosofía que debe impartirse en el último año de secundaria, tiene como objetivo preparar al estudiante para su ingreso a los estudios superiores. Para ello debe ser un adicto a la lectura y capaz del pensar en abstracto. Si después de once años de educación formal no se ha logrado eso, el país ha incurrido en un descomunal despilfarro del presupuesto nacional y nutrido el legítimo descontento y frustración de las nuevas generaciones, a las que debemos preparar para (con)vivir en un mundo globalizado, en donde el saber suministrará a la sociedad más posibilidades de éxito que las armas y el dinero. Sólo así la especie sapiens podrá sobrevivir.

Las humanidades necesarias

Esteban Beltrán Ulate.

Esteban Beltrán Ulate, M.Ed.
Profesor

esbeltran@yandex.com

La promesa de un conjunto de saberes necesarios para esculpir al estudiante virtuoso resulta ser un propósito que hilvana la formación humana desde la antigüedad hasta nuestros días; en la actualidad, con mayor rigor, en las instituciones de educación superior de fondos públicos. Éstas últimas asumen el estandarte de calidad de la mano de un espíritu idealista que se perfila a desarrollar procesos de formación integral del ser humano. Bajo esta orientación es que, las humanidades en educación superior emergen como un conjunto de oportunidades para ofrecer una ampliación de la perspectiva social, así como para afilar el pensamiento crítico como instrumento de interacción, interpretación y transformación del mundo.

Por tal razón, vale la pena, no solamente “romper una lanza” por la formación en humanidades a nivel universitario, sino también, resulta más que prudente, urgente convocar a una voluntad colectiva para la revisión de los abordajes y métodos de las humanidades. En orden a lo anterior, conviene valorar el accionar actual, y prevenir que esta fuente de oportunidad de formación sea un espacio estéril debido a métodos y prácticas enciclopedistas o meramente histórico-linear-sincrónicas. También, conviene evitar en algunos académicos, la tentación de la vanidad que desencadenan monólogos decimonónicos que más asemejan un collage de opiniones fragmentadas entorno al acontecer mediático.

Los tiempos que habitamos se encuentran entre luces y sombras, caminamos como humanidad en terrenos movedizos al margen de un abismo. La democracia se diluye y la tecnología avanza mientras la moral se encuentra atada de manos asintiendo mientras mira hacia el fondo de la caverna. Las humanidades en nuestro contexto están interpeladas por una serie de factores que se entrelazan de manera dinámica haciendo vibrar las fibras más íntimas del ser humano y abriendo las llagas de la desigualdad e iniquidadlas en poblaciones vulnerables.

Las humanidades necesarias son los que construyen en diálogo con la realidad, nacen del acontecimiento primero que brota de la relación ética con el Otro inmediato que habita en las comunidades. Las humanidades necesarias se hacen en el andar como una artesanía de saberes en común-unidad, que invocan una práxis de transformación social, iniciando en lo local. Las humanidades necesarias son hijas de su tiempo, no le dan la espalda al mañana, no porque crean en el futuro sino más bien porque crean las condiciones necesarias para un porvenir, cada vez más humano. Las humanidades no son letras inmarcesibles, son la encarnación de la responsabilidad ante el desafío de lo que pone en duda lo que nos hace humanos.

Un futuro gris para Costa Rica

Freddy Pacheco León

Un futuro gris para Costa Rica se vislumbra a partir del desdén que exhibe el gobierno ante las necesidades educativas.

Con un ministro de Hacienda «ahorrando» en educación, y una ministra de Educación sometida a tales políticas, no se sigue una ruta clara por la cual han de caminar nuestros niños y adolescentes.

Así, ellos son víctimas de un sistema que les niega la adquisición de habilidades, que van desde la capacidad para resolver problemas, hasta la comunicación inteligente, pasando por el poco desarrollo del pensamiento crítico y creativo, que les permita crecer.

El resultado es una inteligencia limitada y por ende, escasa capacidad intelectual.

Fracasa la sociedad, fracasan los individuos, se tropieza el desarrollo, baja significativamente la calidad de vida, se condena a la juventud y los gobernantes siguen cual si todo estuviera bien.

La FOD, el MEP y el futuro de las TIC

Deyanira Sequeira

El informe 2023 de EDUCASE[1] nos permite enfocarnos con mejor claridad frente al enfrentamiento que se ha dado entre el MEP FOD. No son tiempos para desgastarnos en discusiones pasadas sobre el derecho que tenía el PLN de privatizar los servicios educativos en el país (al menos uno de los más relevantes: las TIC, tecnologías de información y comunicación), o de cómo administrar los recursos acumulados en los últimos 37 años por la FOD.

La discusión debe ser un enfoque conjunto con miras al futuro y el papel de las TIC en la educación costarricense. No hemos escuchado ninguna mención, dentro de la discusión aludida, al papel de la inteligencia artificial (IA) que ha cambiado ya la forma de enseñar y aprender. No sólo, como indica el estudio, en el campo de la educación universitaria, sino en todos los niveles. No vemos surgir grupos de educadores, o sus sindicatos, inquietos por las implicaciones que la IA tendrá, no sólo en los métodos de enseñanza, sino y mucho más preocupante, en la posibilidad de que muchos empleos desaparezcan, y en el impacto que la IA tendrá en los estudiantes, en su bienestar, en sus vidas.

Por eso el informe que comentamos es importante, y deberían de leerlo doña Pilar y los personeros del MEP. También es un recordatorio para la FOD, tan enfocada en enseñar programación, cuando ya la IA hace innecesaria esa tarea. Enseñar a pensar críticamente puede hacerse usando otras estrategias, sobre las cuales hemos escrito en otro sitio*.

Analizar los temas que los panelistas de EDUCASE han indicado como urgentes y relevantes: “la suplantación de la actividad humana con poderosas nuevas capacidades tecnológicas y la necesidad de más humanidad en el centro de todo lo que hacemos”.

Tendencias : los panelistas de EDUCASE identificaron cinco tendencias en los ámbitos económico, social, ambiental, político y tecnológico. A) Social, en donde se enfatiza la demanda de los estudiantes por un aprendizaje flexible, el aprendizaje equitativo e inclusivo, y los cambios rotundos en los sistemas de evaluación, inclinándose por los microcredenciales. B)Tecnológico, en donde se enfatiza en la IA como corriente preponderante en el futuro, la enseñanza híbrida, y las tecnologías que permiten que todos puedan crear contenidos digitales. C) Económico: la brecha por falta de recursos, y la presión para que las escuelas hagan más con menos recursos, y la “demanda de aprendizaje permanente en el lugar de trabajo”. D) Ambiental: no hemos escuchado mucho sobre cómo el cambio climático está afectando la enseñanza y nuestras vidas. Algunos programas aislados en las escuelas han empezado a introducir los ODS dentro del currículo, pero debería de generalizarse la política. ¿Qué papel debe jugar la tecnología para impulsar estos cambios? E) Político: se estudian los fenómenos de la desinformación y la posverdad, impulsados, muchas veces por los gobiernos, cómo crece el nacionalismo en el mundo, y cómo los partidos políticos no se interesan por estudiar estos asuntos álgidos para la democracia, sino que se dedican a charlas insustanciales de búsqueda de poder. Aunque el estudio se centra en los EUA, su alcance es universal.

Los panelistas de Horizon analizan cuáles serán las tecnologías claves y las prácticas potenciales y la IA e IA generativa aparecen en primer lugar. Otro desarrollo es que las modalidades de aprendizaje se complementan, así como la modalidad de aprendizaje híbrido, y los cambios en los sistemas de evaluación, surgiendo las microcredenciales como alternativa. También hay una preocupación por acercar a los estudiantes a comunidades en que se sientan acogidos. Los impactos que tendrán las prácticas futuras se aplican no solo a universitarios sino a todos los niveles: “equidad e inclusión, resultados del aprendizaje, riesgos, alumno e instructor receptividad, costo, nueva capacitación requerida por parte de estudiantes e instructores, y el impacto potencial en la institucionalidad, metas estratégicas”.

Escenarios: de igual forma se hace un análisis de escenarios futuros, que pueden aplicarse también a otros niveles de enseñanza, como las enseñanzas que nos dejó la pandemia: modalidades de enseñanza en línea y uso intensivo de las TIC. En otros países, se empezó inmediatamente a incorporar las TIC al currículo, y se dejó atrás la prácta de crear laboratorios especializados en informática. Las TIC permean todo el sistema, desde la parte administrativa, la de enseñanza y evaluación. Frente a la enorme brecha digital y carencia de recursos, se abren posibilidades: en vez de dotar de una tableta a cada estudiante, dotarlo de un celular. Es un mínimo con el que se puede empezar. Aprendizaje personalizado e interinstitucional, grandes redes como las formadas en España, en Uruguay, o en México.

Que hacer? La FOD y el MEP, junto con los sindicatos deberían plantearse qué hacer hoy para enfrentar este futuro? ¿Qué planes pueden presentar a la Asamblea Legislativa? Este informe de Horizon es una excelente guía pues toma en considración la educación de adultos, la investigación, la docencia, estrategias para zonas desfavorecidas, equidad, accesibildad, espacios de aprendizaje que involucren a las municipalidades y bibliotecas públicas, todos los recursos posibles. Mucho en lo que se puede colaborar como adultos interesados en la educación de este país.


[1] Informe EDUCAUSE Horizon 2023
Edición de enseñanza y aprendizaje

*https://wakelet.com/@sdeyanira_xu8k4

Transformar la educación, urgencia para la libertad

Freddy Vargas Aguilar

La polarización geopolítica, que tiene dos focos, Ucrania y Taiwán, amenazan la paz mundial con una guerra de terribles consecuencias para la humanidad.
El hambre, la pobreza, la exclusión política continúan avanzando, siendo ya notorio el retroceso mundial en los derechos para las mujeres.
Para muchos esto es evidente. Lo que parece continuar ignorándose es que los pueblos continúan siendo controlados desde la mente de cada persona. Contribuye a ello una educación que obstaculiza el pensar crítico, liberador.
Transformar la educación es urgente e, imprescindible, para un cambio total y permanente hacia la justicia, la libertad, la verdad.

Las Universidades no pueden estar bajo la férula de los intereses políticos

Dra. Yamileth González García, exrectora UCR y Colectivo Mujeres por Costa Rica

Costa Rica vive en la actualidad circunstancias que amenazan, como nunca, su estabilidad democrática y que, ponen en riesgo el Estado Social de Derecho y, en particular a las instituciones de educación superior pública.

El proyecto del Gobierno de Costa Rica que plantea una “Ley reguladora del Fondo Especial para la Educación Superior”, expediente 23.380, es un irrespeto a las universidades públicas y muestra una ignorancia impropia de un Poder Ejecutivo. El proyecto inicia con una conceptualización pobre, y peor, errada de lo que son las universidades públicas, desconociendo profundamente sus características y la esencia misma de lo que es una universidad. Cuando señala que “El financiamiento de la educación en Costa Rica no se ha puesto en duda a lo largo de décadas”, evidencia, además, desconocer que durante los años de 1980 y 1990 ese financiamiento se vio severamente disminuido, particularmente para la educación superior, como, también, lo ha sido en décadas más recientes.

Cuando se afirma que la universidad pública ha sido considerada, simplemente “…como un mecanismo de movilidad social, fundamental para el país…“ nos hace entrar en dudas si los proponentes de este proyecto entienden la esencia de la Universidad; se pone en evidencia que, para el Gobierno, las universidades son, de manera excluyente, simples casas de enseñanza, centros de formación de profesionales y, quienes vivimos la vida universitaria a profundidad, sabemos que en nuestro país el quehacer de estas instituciones es mucho más que eso, que está asentado sobre tres pilares esenciales: la investigación, la docencia y la acción social, cuando, además, se señala que las universidades, no están cumpliendo a cabalidad su misión porque no están formando los recursos profesionales que requiere el mercado, surge la pregunta ¿Qué es esa concepción de universidad, que la reduce, exclusivamente, a formar profesionales para la empresa privada y su interés mercantil? Si la visión que prevalece en el documento está dirigida a dar prioridad a las carreras que demande la empresa privada, entonces ¿dónde queda el concepto de un desarrollo integral? ¿Adónde van a dar las carreras de ciencias sociales, de arte y las humanidades? que son, precisamente, las que desarrollan en sus graduados la formación de destrezas relacionadas con el liderazgo, la creatividad, el pensamiento crítico y el trabajo en grupos, que tanto ha influido en la idiosincrasia nacional.

En el artículo1 se establecen límite a la distribución del FEES, el cual sería, fundamentalmente, para financiar la regionalización, las becas y la infraestructura y, entonces, ¿no existe financiamiento para la investigación y la acción social? En la perspectiva de este proyecto a la investigación se le da un papel marginal y la acción social es absolutamente inexistente. Y eso no es casual: así buscarían romper o silenciar la significativa relación que las universidades tienen con la sociedad. A eso se le une que, según este proyecto de ley, la creación de nuevas carreras solo se podría dar si son acordes con el Plan Nacional de Desarrollo (art.7), o sea que se elimina la potestad de las universidades de hacer inversión académica en áreas que estas consideren pertinentes.

A pesar de que, como se señala en el expediente 23.380, hubo, desde la Asamblea Constituyente de 1949, algunos legisladores que discutieron sobre la asignación del presupuesto para la Universidad, otros con sabia visión, como Rodrigo Facio, Carlos Monge y Fernando Baudrit… buscaron protegerla de posibles y futuros embates, como el que se vive en los momentos actuales.

Es inadmisible que, el Gobierno, tergiverse la Constitución Política y señale que el Estado solo debe comprometerse presupuestariamente, con lo necesario para las universidades, y así dejarlas sometidas a los criterios políticos de turno, asignando el mínimo y no el máximo.

No es admisible desde ningún punto de vista y el proyecto lo hace, que se irrespeten los procedimientos universitarios en temas diversos, como son la asignación o distribución de los recursos, la regionalización, etc. y, menos aún, que órganos de la coordinación institucional de las universidades sean eliminados o despojados de sus atribuciones en aras de un control total del Poder Ejecutivo. Contrario a lo que se señala, las universidades siempre han contado con una instancia de coordinación de la educación superior (CONARE), quinquenalmente se han elaborado planes de desarrollo universitario (PLANES) y hay un fondo especial denominado FEES. Por todo lo anterior resulta inaceptable pensar que la educación superior pueda estar administrada, como se propone en el artículo 4, por cuatro ministros de gobierno o sus representantes, encargados de desarrollar el Plan de la Educación Superior y de promover, fiscalizar y evaluar el FEES. Las Universidades no pueden estar bajo la férula de los intereses políticos.

No es de recibo la falaz afirmación de que en la educación superior pública se camina sin controles y que las universidades quieren estar exoneradas del cumplimiento de las leyes de la República; por el contrario siempre se han ajustado a todos los controles de la Contraloría General de la República (presupuestos, refrendo de contratos, etc), también de los mismos organismos de control internos, de los Tribunales de Justicia y de toda la legislación nacional pertinente: por eso la defensa frente a esta proyecto que atenta contra sus derechos, no solo es necesaria y urgente, así como cualquier otra legislación que vaya en contra de estas instituciones.

Inconcebibles son las trabas que se proponen para una ágil y eficiente administración de los recursos, si estos pasan a ser administrados por el Banco Central, y, peor aún, que las universidades tengan que hacer, mensualmente, los trámites para solicitar los fondos requeridos (art.3) y si los recursos, considerados excedentes deben pasar a la Caja única del Estado, pues, entonces, se crean impedimentos para la realización de obras que requieren más tiempo que el que define el período presupuestario señalado.

Es de esperar que una propuesta que irrespeta tanto a las universidades públicas no reciba la atención de la Asamblea Legislativa y que, en ese espacio, no olviden que, aún en tiempos de crisis, no se debe amenazar, como lo ha hecho inconcebiblemente el Presidente Chaves, a la sociedad con el quiebre de nuestro sistema democrático, sino que, por el contrario, recuerden que consolidar la naturaleza de bien público de la educación, constituye el mejor camino para fortalecer la democracia.