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Etiqueta: política nacional

Política Nacional en tiempos de COVID-19

El Observatorio de la Política Nacional, OPNA, le invita al conversatorio «Política Nacional en tiempos de COVID-19» este miércoles 6 de mayo a las 6:00 p.m. vía Zoom y que también será transmitido por medio del Facebook del Observatorio.

El OPNA solicita la divulgación que pueda hacer de la invitación a sus allegados y contactos. Además, a partir de hoy puede consultar sus informes y otros productos en: www.opna.ucr.ac.cr

 

Imagen de portada ilustrativa.

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La crisis ideológica y moral del empresariado costarricense

Luis Paulino Vargas Solís

La crisis ideológica y moral del empresariado costarricense
Ronald Jiménez, presidente UCCAEP.

 

Tomo como punto de partida y referente ilustrativo una nota publicada en La Nación con el título “Empresarios piden al Gobierno decretar emergencia nacional por desempleo” (27-1-2015). Quienes así hablan lo hacen a nombre de todo el empresariado costarricense, lo cual es evidentemente falaz. Sin duda alguna esas voces no representan al amplísimo ejército de micro y pequeñas empresas de Costa Rica. Hecha esa salvedad, quede claro por favor que esta crítica se enfoca exclusivamente en esos sectores empresariales de cúpula, cuyos intereses dominan la agenda y el discurso de la UCCAEP.

La mencionada crónica periodística informa que se le solicita al gobierno “…señales prontas y claras para aumentar la confianza de los empresarios”, cuando al mismo tiempo se critican como contraproducentes la situación del déficit fiscal, el levantamiento del veto a la reforma procesal laboral y “la falta de acciones” que reduzcan el precio de la electricidad. Enfatizo, sin embargo, que este es, tan solo, un episodio más dentro de una larguísima y lacrimógena  telenovela, en la que los amargos plañidos empresariales se entreveran con la reiteración incansable de las mismas exigencias.

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Otra empresa nacional que pasa a manos extranjeras.

Celebremos que el empresariado hable de empleo. Todo un avance, puesto que estas élites y sus ideólogos-economistas insisten en que el único problema económico importante es el  fiscal. Mas esto no cambia el problema de fondo: ese empresariado sigue dando signos de que, como clase propietaria económicamente dominante, es sin embargo un sector incapaz de liderar el desarrollo capitalista de Costa Rica. Uno lo observa, por ejemplo, en la facilidad con que empresas nacionales de larga trayectoria (el ejemplo más reciente es Ópticas Visión, pero sería fácil construir una larguísima lista) son entregadas en manos de capitales extranjeros. En el caso que aquí nos ocupa, y frente a una situación evidentemente problemática, es obvio que el empresariado ni está dispuesto a hacer sacrificio alguno –como correspondería a un sector que, en lo personal y familiar, goza de una muy holgada situación económica- ni es capaz de aportar una sola propuesta de medio ver.

Cuando el empresariado señala la reforma procesal laboral como un factor que estaría incidiendo en el debilitamiento de la economía, con ello ofrece un diagnóstico por completo carente de sustento empírico, puesto que el levantamiento del veto de esa ley es asunto muy reciente, mientras que la atonía económica viene de mucho tiempo atrás. Cuando reitera la exigencia de rebajar las tarifas eléctricas lo hace a sabiendas de que a corto plazo la única forma de hacerlo es, o bien desfinanciando al ICE y poniendo su contabilidad en rojo –lo que obligaría a cancelar inversiones con consecuencias futuras muy dañinas- o bien mediante un “rebalanceo” que incremente la tarifa residencial (la que se cobra a las familias) para reducir la que pagan las empresas, lo cual sería obviamente injusto y podría desatar un estallido social. Aparte que, por otro lado, no hay ninguna evidencia convincente que respalde la cantinela histérica según la cual las tarifas eléctricas en Costa Rica son particularmente elevadas. En general, la información disponible sugiere justo lo contrario, con lo cual se agregan más dudas en relación con la seriedad de esos planteamientos empresariales.

Lo cierto es que la mala situación económica actual está muy relacionada con diversas decisiones de política en las cuales el empresariado ha tenido mucho que ver, lo que les hace corresponsables de aquello mismo que deploran. Por ejemplo: una de las razones detrás de la pérdida de competitividad de que ese empresariado se queja, tiene que ver con las graves deficiencias que arrastra la infraestructura de transportes en Costa Rica. Esto, a su vez, se origina en políticas de restricción de la inversión pública que empezaron a aplicarse –con total apoyo empresarial- desde mediados de los años ochenta del pasado siglo. Esas políticas, inspiradas en una ideología anti-estatista chata y mezquina, son de la misma naturaleza de las que ahora exige ese empresariado a propósito del problema fiscal. Hoy, como treinta años antes, se insiste en aplicar tijera y machete, en vez de promover un esfuerzo serio que mejore la calidad y eficiencia de los servicios e instituciones públicas.

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El «otro» mundo empresarial.

Deberían además reconocer que urge una reforma tributaria de fondo, que incremente los ingresos públicos y que se diseñe desde criterios mínimos de equidad. Lo cual supondría un ejercicio mínimo de responsabilidad ciudadana por parte de esos empresarios: para cumplir como es debido con sus obligaciones tributarias, y para reconocer que en todo momento -y en especial en momentos de apuro y dificultad- quienes más tienen deberían aportar más. Y, sin embargo, pareciera obvio que este sector carece hoy de esa estatura ética y republicana.

Es especialmente llamativa la omisión empresarial en relación con la situación del tipo de cambio y las tasas de interés. O, por lo menos, la omisión por parte de las dirigencias de la UCCAEP, reconociendo que otros sectores vinculados a la exportación y el turismo, menos influyentes y poderosos, sí han expresado preocupación sobre el tipo de cambio. Es una situación ampliamente ventajosa para el negocio bancario –y secundariamente para el comercio importador- pero que tiene serias implicaciones negativas para la producción y la generación de empleos. Esto seguramente evidencia que los intereses de los distintos sectores empresariales no son homogéneos, y que algunos de esos intereses –los de las finanzas más que cualquier otro- son hoy los que están predominando. Con grave menoscabo para algunos otros, por cierto. Lo cual tan solo agrega nuevos interrogantes acerca del respeto que estas estridencias empresariales merecen.

Costa Rica vive hoy momentos especialmente difíciles. Según todas las trazas, la iniciativa que marque el rumbo para superar esta situación no vendrá de estos poderosos grupos empresariales. Otros sectores han de asumir el liderazgo si es que queremos salvarnos del abismo.

 

Tomado del Blog “Soñar con los pies en la tierra” de Luis Paulino Vargas:

http://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2015/02/la-crisis-ideologica-y-moral-del.html

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¿Impaciencia?

Álvaro Montero Mejía

Álvaro Montero Mejía

No solo comenzó hace apenas unos pocos días, un nuevo gobierno, sino que se ha iniciado en el mismo momento en que se producen cambios y transformaciones fundamentales en el quehacer político de América Latina. Simultáneamente, nos encontramos ante acontecimientos mundiales que transformarán radicalmente la faz del mundo.

El hecho más significativo que vivirán y padecerán nuestros hijos y nietos, será el final de la era del petróleo y los reacomodos geopolíticos en torno al tema de la energía. Porque petróleo ha sido siempre sinónimo de poder y no precisamente, poder o riqueza en manos de los pueblos que, para bien o para mal, lo han poseído y albergado en sus entrañas minerales.

Durante la dictadura de Pérez Jiménez, asistía a las reuniones que celebraban los exiliados venezolanos que vivían en Costa Rica. En una ocasión, escuché a uno de ellos, con toda la traza de un obrero, decir que el petróleo era «un manto negro que cubría el cielo de su Patria sin dejarla recibir la luz de la esperanza». Y era verdad. Porque el petróleo era para esos pueblos, digo bien, para los pueblos, casi como una maldición.

Como una paradoja de la historia, en el momento en que comienza a acabarse, comienzan también sus legítimos dueños a recuperarlo; salvo en México, donde la historia parece caminar para atrás, con un gobierno que reniega de su mayor conquista: la recuperación nacional de los hidrocarburos. Y es lo que ha ocurrido durante estos últimos 30 o 35 años del llamado período neoliberal, en que todos nuestros pueblos, con la excepción de Cuba, marcharon para atrás y entregaron a las fuerzas avasalladoras del capitalismo corporativo, la mayor parte de sus mayores logros sociales.

Y por primera vez en la historia de América Latina, las fuerzas de la recuperación patriótica, las auténticas representantes de la soberanía y la independencia, van ganando la partida. Y como el mundo bipolar ya no existe, los viejos y bastardos publicistas del anticomunismo profesional y la Guerra Fría, ya no saben a quién echarle las culpas. Además, se produce poco a poco, una sorprendente afirmación de los valores y los estilos nacionales. Con sus dificultades y contradicciones internas, Argentina, Ecuador, Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay, Venezuela o El Salvador, por citar sólo algunos, echan mano de sus reservas históricas y proponen, con distinta medida y velocidad, los cambios y transformaciones radicales que demandan los pueblos.

No ha sido cosa de un día o de 100 días. Por eso en Costa Rica debemos decir «despacio que tenemos prisa». Decenas de miles depositamos la confianza en la posibilidad de un cambio profundo en la política nacional, que iniciara la recuperación de lo que se ha llamado certeramente «la vía costarricense» o bien, lo que llamamos nosotros mismos, «Un Camino Propio».

Algunos, en las propias filas del gobierno, parecen más preocupados por dividir fuerzas y cerrar puertas, que por la unión de empeños y voluntades positivas ¿habrá algo más que impaciencia o enojo?

 

Enviado a SURCOS Digital por el autor.

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