Parlamento Popular Permanente
Esteban Beltrán Ulate*
Desde el gran edificio gris no se logra responder a las necesidades reales de las clases populares. Las discusiones parlamentarias resultan lejanas para el ciudadano de a pie. Las confrontaciones de las diversas fracciones políticas, incluyendo sus gritos y burlas son muy distantes para el obrero de construcción, para la mujer que limpia casa ajena para limpiar después la casa que alquila. El método de la política de escritorio no es suficiente para resolver el índice de arroz y frijoles que se puede medir en el plato de las familias que no logran entender el escabroso lenguaje de los economistas.
La política de escritorio, esa burocracia, camina lento. Algunas fracciones celebran cantidad de proyectos políticos por año como si fueran “likes” de red social, pero la gente sigue sin entender porque el arroz y la leche no alcanza. La política se conduce cada vez más a un show mediático, donde es más fácil que ingrese en papeleta una estrella de televisión o un “influencer” que una ciudadana o ciudadano que trabaje cada día por el sustento de su familia. La política no comienza ni termina con una papeleta que se arroja en una urna. La democracia no es un fuego que tiene permiso de ser encendido solo cada cuatro años.
Ciudadanos y ciudadanas, la política de escritorio debe ser superada por la revolución cotidiana, por una política desobediente que comprenda que la democracia es una acción permanente. La solución a los desafíos de las clases más vulnerables no se atiende con una figura carismática que venga a ser el “gran padre” o el “salvador” o la “mano fuerte”: todas esas figuras son una manera infantil de asumir la política, y es lo que, desde la política de escritorio (y de algoritmo) nos han pretendido vender (a crédito).
La política de la desobediencia es la democracia permanente. Es suficiente, que dejen de hablar en nombre del pueblo y se construya política viva desde el pueblo. Por eso hay que convertir la queja ciudadana en práctica de transformación desde la escucha colectiva y la construcción compartida.
Hace algunos años, en un contexto muy diferente al actual, planteé la importancia de construir Asambleas Populares para la Elaboración de Proyectos de Ley, hoy en día, con una madurez diferente, considero que esa propuesta es insuficiente, sería replicar la acción fragmentada de la política de escritorio.
Desde la reflexión, que nace del encuentro con la desidia de las personas que no quieren saber nada de la política; desde el análisis que brota de las conversaciones que vecinos que están anclados a una propuesta política que se niegan a pasar por el filtro de la “autocrítica”, desde la escucha de las voces vulnerables que no creen pero que quieren creer que otra Costa Rica es posible, desde esa tensión y contradicción, considero más que necesario, diseñar un Parlamento Popular Permanente (PPP), como una herramienta arraigada en los territorios (no desde lo virtual), desde los cuales animar la chispa-acción, por medio del encuentro de las voces olvidadas, espacios de deliberación y compromiso, registrando los diálogos, trasladando el Parlamento de una comunidad a otra, como espacio de control político, de diseño de acciones puntuales, (comunales, territoriales, regionales), posibilitando redes de intercomunicación política popular.
El Parlamento Popular Permanente, el primer paso para “desde la comunidad la ley, desde el pueblo el poder”.
*Profesor, columnista y militante del Partido de la Clase Trabajadora, correo: esbeltran@yandex.com