El objetivo de este taller es construir, entre las participantes, con la guía de las facilitadoras, una nueva mirada sobre la salud mental de las mujeres, participativa, integradora e inclusiva.
Les proponemos un ciclo de 4 talleres de 4 horas de duración donde trabajaremos sobre la metáfora de la metamorfosis.
Sesión 1: La crisálida: En esta sesión vamos a trabajar sobre todos los factores que influyen en nuestra autoestima.
Sesión 2: Camino a la transformación: Este día veremos los mandatos de crianza, cómo me he formado como mujer, qué me enseñaron del amor de pareja.
Sesión 3: Luce tus colores: En esta sesión vamos a trabajar en la capacidad de afirmarnos a nosotras mismas.
Sesión 4: Despliega tus alas: Este último día trabajaremos en nosotras mismas con el acompañamiento de otras mujeres en la apertura de nuevos procesos de vida.
COSTO: Estos talleres tienen una inversión de ₡30.000 (treinta mil colones, por sesión). Si paga el paquete completo se le hará un descuento del 10%.
MATERIALES: Todas las sesiones incluyen alimentación y materiales.
HORARIO: Les ofrecemos dos horarios. Sábados de 9 a.m. a 1 p.m. (21 mayo, 04 junio, 18 junio, 02 julio). Miércoles de 5 p.m. a 9 p.m. (25 mayo, 08 junio, 22 junio, 06 julio).
CUPO: 15 personas por cada horario.
LUGAR: Ofident, Barrio Escalante.
CONTACTO: Para consultas, más información o confirmar su espacio al WhatsApp 8441-2757; o bien, al correo mfrojas@ideasingeniosas.com
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
El pasado 19 de enero en pleno centro de la ciudad capital costarricense, se produjo un hecho que requirió la intervención policial.
En apariencia se trataba de un episodio en el que mediaba un arma de fuego e involucraba dos personas: el padre y su hijo. El evento término con la muerte del segundo en su propio vehículo, a manos de la policía destacada en el lugar.
El suceso ocurrió en una de las cuadras más concurridas de la capital en horas cercanas al medio día, situación propicia para que los noticieros de mayor alcance nacional dedicaran la apertura de sus emisiones o sus “portadas” como se suele indicar en el argot de producción televisiva, a informar en vivo lo que estaba ocurriendo.
Uno de los telenoticieros de mayor audiencia a esa hora acompañó su transmisión en vivo con videos que fueron tomados por personas-testigas de lo ocurrido, los que mostraban dicho sea de paso a decenas de personas con sus teléfonos celulares grabando o sacando fotografías del evento, que seguramente hoy circulen como tendencia o continúen siendo “viralizados en redes sociales”.
Ante estas nuevas formas de intermediar la realidad, solo se puede pensar en la hiperespectacularización de lo cotidiano, la ausencia de sensibilización ante el sufrimiento del otro o la otra y la banalización como acto central en la construcción de sentido de los eventos que se presencian.
De esto hablaremos en próximas reflexiones, al igual que la acción policial a todas luces errática, así como el tema de la deteriorada salud mental en la población costarricense.
Lo que quisiera compartir ahora es cómo una vez más algunas ideas son materia de un burdo tratamiento informativo. En esa misma emisión noticiosa y en un intercambio entre periodista y director en estudio, este último consultó si era conocida la nacionalidad de los involucrados en el hecho.
Esta sola consideración sugiere análisis extensos sobre construcción de la noticia, el miedo como premisa de contenido y la presunción de que en todo acto violento o de inseguridad, tiene que estar presente, si o si, una persona extranjera.
Si algo ha quedado en evidencia en estos dos años ya de pandemia es la asociación entre riesgo y extranjeros como una fuerte idea a través de la cual trazar hipótesis y explicaciones. Lo mismo ocurre con el tema de la inseguridad.
Hemos insistido desde esta columna en propiciar mejores lecturas, centradas sobre otras formas posibles de informar donde no medien percepciones ni presunciones de sospecha. La sola pregunta sobre la nacionalidad es prescindible porque no suma en la ecuación explicativa sobre el hecho en sí. Entonces ¿para qué lo hacen los medios?
La convivencia colectiva sigue siendo un asunto pendiente, que, dicho sea de paso, exige entre otras cosas discreción, respeto, sensibilidad. Empecemos por alguna de las tres. La última, si les parece.
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
Una película fronteriza con el cambio de año nos solicita “no mirar para arriba”. Quizá de todo lo propuesto por su argumento, que intuyo muy parecido a las sátiras documentales de Michael Moore sobre la sociedad estadounidense y su propensión genética a la opulencia, la violencia y el vértigo, lo que deseo rescatar es su reflexión sobre la pérdida de sentido en una sociedad hipercomunicada.
La forma absolutamente irracional en la que circulan los mensajes hoy día nos deja a los seres humanos en el último lugar de la escala de necesidades. Por eso no sabemos bien cómo reaccionar ante la adversidad y cuando buscamos salirnos de la vorágine resultamos revolucionarios, desadaptados del sistema.
El concepto de salud mental y su abordaje debe ahora mismo incluir esa dimensión hasta ahora naturalizada de la desadaptación a un mundo que gira veloz, que se llena de dispositivos para la comunicación, pero que no se habla a sí mismo. La pérdida de sentido: el ley motiv de la crisis civilizatoria que nos asiste, pandemias incluidas, a esta hora justa.
Debo reconocer que cada vez me cuesta más digerir algunas de las prácticas que parecieran disruptivas, tal vez por la programación racional a la comprobación y el análisis (que la sociología instaló en mi como un chip sensorial) y que he intentado ir diluyendo con mi acercamiento al arte, especialmente a la literatura, a la poesía concretamente. A veces lo logro, a veces no.
Pero de todo lo que ocurrió en este año que ya termina (al cual sigo nombrando como el año 1 después del año cero de la pandemia) hubo algunos hecho hilarantes que me confirman el sinsentido que nos ha generado esta época, este tiempo.
Recordemos uno en particular. Sucedió en Turquía. Al calor de unas copas compartidas con amigos en un barrio rural, Beyhan Mutlu se apartó del grupo y se adentró en un buque cercano.
Al notar su ausencia, sus amigos dieron parte a las autoridades que de inmediato activaron el protocolo (palabra que recordaremos por siempre luego de estos años pandémicos) de búsqueda.
Luego de algunas horas de búsqueda infructuosa, las autoridades, sus amigos y familiares decidieron llamar al desaparecido por su nombre, que de inmediato respondió: “¿A quién estamos buscando? ¡Estoy aquí!” Mutlu había participado de su búsqueda y, como hemos visto, se había encontrado.
Al margen del hecho, chistoso, raro, paradójico, se podría concluir la suerte que tuvo el hombre al lograr “encontrarse”.
Mirar para adentro en muchas ocasiones implica años de búsqueda sin respuesta inmediata. En un momento de cambio epocal como el que transitamos, debemos seguir ejerciendo el derecho irreductible de propiciarnos, buscar nuestra voz y nuestra esencia. Puede ser que, como Beyhan, logremos encontrarnos.
Proyecto de Acción Social se lleva a cabo en la zona Huetar Norte
Autoría: Esteban Umaña Picado (Periodista Unidad de Comunicación Vicerrectoría de Acción Social, UCR)
Proyecto de Acción Social contempla expresión visual de emociones
La salud mental se ha visto sumamente afectada por la pandemia. La crisis económica, el desempleo y el confinamiento son factores que desencadenan en emociones incómodas y en trastornos como ansiedad y depresión, en algunos casos.
En este contexto es que el proyecto Viaje visual por mis emociones (EC-586) tiene como objetivo desarrollar una metodología virtual en la que se llevarán a cabo talleres para fomentar una expresión artística de las emociones.
Tatiana Zúñiga, coordinadora del proyecto y docente de la Escuela de Artes Plásticas, describe los principales objetivos, logros y la conexión con la comunidad.
En este proyecto participan la Escuela de Artes Plásticas, la Escuela de Formación Docente y el Instituto de Investigaciones Psicológicas y está dirigido a mujeres jefas de hogar de algunos distritos de San Isidro y Peñas Blancas del cantón San de Ramón de Alajuela y los distritos de Quesada, Florencia, La Fortuna y La Tigrada del cantón de San Carlos ambos pertenecientes a la región Huetar Norte de Costa Rica.
Se escogió esta población debido a que tiene una gran cantidad de variables que evidencian complicaciones de salud mental, por ejemplo hay 1857 diagnosticadas con algún tipo de trastorno mental entre 1997-2010, según datos del Ministerio de Salud del año 2012 y por otro lado disponen de muy poco acceso a servicios de salud mental.
Según datos del Informe del Estado de la Nación 2019 la población cuenta con escasa escolaridad. Apenas el 57,3% tiene la primaria completa y es una zona deprimida económicamente donde su principal actividad económica es la agricultura y el cultivo de la piña representa el 68% de la región. Además, existen altos niveles de desempleo, escasas oportunidades de superación y una mano de obra con escasa calificación y un problema creciente de penetración del narcotráfico.
Si bien el proyecto fue diseñado originalmente para la zona norte, la metodología planteada demostró su flexibilidad ya que el proyecto participó en la iniciativa de la Universidad de Costa Rica: Costa Rica aprende con la U Pública mediante el taller virtual: Mis emociones a través del arte ampliando así la cobertura del proyecto en el ámbito nacional.
La metodología del viaje
Conozca mejor la metodología con la imagen interactiva . Haga clic sobre la imagen y navegue con las flechas de su teclado
Para acercarse a la población se utilizó la Metodología Multidisciplinaria Virtual conocida como Boleto, Pasaporte, Mapa y Souvenir una adaptación de la Metodología Hook, Book, Look, Took (HBLT) desarrollada por Richards and Bredfeldt (1998) y adaptado posteriormente por Renandya & Tedjaatmadja (2012). Las lecciones se imparten en cuatro etapas y su planteamiento flexible permite adaptarla según su contexto y a la población meta.
En el proceso se utilizaron talleres sincrónicos y asincrónicos de trabajo individual. La Universidad destina materiales para entregarlos en los hogares de las mujeres para que puedan realizar los diferentes ejercicios y prácticas.
Los beneficios de este proyecto se ampliaron a una población más amplia ya que el proyecto adaptó su metodología para implementarla en el Curso: Mis emociones a través del arte, en la plataforma UCR Global dentro la iniciativa Costa Rica aprende con la U Pública.
Observe de cerca estos trabajados con la imagen interactiva . Haga clic sobre la imagen y navegue con el clic de su ráton o con las flechas de su teclado.
Entrevista con Dr. Jaime Caravaca-Morera director de la Oficina de Bienestar y Salud de la Universidad de Costa Rica
El Dr. Jaime Caravaca-Morera es actualmente el director de la Oficina de Bienestar y Salud. Su Maestría, Doctorado y Post-doctorado son en el área de la Salud Colectiva y Justicia Social.
—¿Cuál es la situación de la salud mental en Costa Rica y en la UCR en específico?
JCM: «Describir la situación de la salud mental en Costa Rica y en la UCR en específico, nos convoca inexorablemente a entender la multiplicidad y complejidad de factores involucrados. Desde el punto de vista del conocimiento formal, involucra considerar referencias multidimensionales y fenómenos macro-sociales, epidemiológicos, políticos, económicos, además de biológicos. Por esa razón, en ninguna circunstancia podemos entrar en un juego reduccionista de desocialización o despolitización del fenómeno de la Salud Mental».
Como punto de partida podría mencionar que, según estimaciones recientes de la Organización Mundial de la Salud, más del 25% de la población mundial es víctima de patologías mentales y Costa Rica no está exenta a esta realidad. Además, en esta misma línea, entendemos que el panorama de lo que presenciamos actualmente en la Universidad de Costa Rica, es un reflejo de lo que acontece en la sociedad costarricense.
A más de un año de clases virtuales, distanciamientos físicos, pérdidas de personas significativas, afectaciones económicas y bruscas alteraciones en la vida de las personas, el país y la comunidad universitaria presenta indicadores de desgaste emocional significativos.
No obstante, no es reciente la presencia de indicadores de depresión, ansiedad, o trastornos mixtos, que llegan a una gran parte de la comunidad universitaria. De hecho, en la Oficina de Bienestar y Salud, los motivos de consulta más frecuentes que tenemos actualmente en materia de enfermedad mental identificados por nuestros profesionales en Medicina, Enfermería y Psicología Clínica, se vinculan a síntomas de ansiedad (36%), síntomas depresivos (23%), síntomas mixtos de depresión y ansiedad (18.2%), estrés (7,4%) y problemas familiares (6,8%) entre otros exacerbados.
Además de estos impactos absolutamente visibles en nuestros itinerarios académicos cotidianos, la amenaza actual ante la incertidumbre sobre el presente y el futuro, irrumpe en los modos de vivir de todas las personas, al tiempo que provocan rupturas importantes en las relaciones sociales dentro y fuera de la universidad.
Por otra parte, aunado a esos elementos, la cultura de la “performatividad” se expresa como una causa que alimenta el deterioro de la salud mental de la población universitaria. Esto pasa cuando la persona (estudiante o docente) de frente a una extenuante presión y carga de trabajo, cree que debe asumir la responsabilidad total por sus resultados y enmudece (o ignora) el grito de los determinantes sociales y políticos de la salud sobre sus vidas.
Dicho de otro modo, el movimiento cultural académico actual ha conducido a “comprar” un modelo de práctica pedagógica que ha llevado a todas las personas involucradas en la dinámica a adoptar conductas perniciosas de (auto)opresión y exigencias insostenibles y que conducen a la patologización del entorno universitario.
A este respecto y dentro de lo que sí podemos modificar – porque es nuestro y no macro-social – considero que en efecto, la universidad no se debe limitar a ser solamente un ambiente de estudios, sino debe convertirse en un espacio de co-creación de sentidos humanos. Es decir, se debe constituir en un local de promoción de la salud y bienestar para toda la comunidad académica, inclusive porque el rendimiento profesional y académico está directamente influenciado por factores internos y externos a la universidad, sean estos culturales, sociales, epidemiológicos, políticos o financieros.
En este punto y dado que nos encontramos de frente a una situación patológica en el ámbito mental como sociedad costarricense y, que nos excede como universidad, es necesario que a lo interno podamos promover transformaciones pedagógicas importantes que apuesten por el fortalecimiento de los estándares de excelencia y calidad pero con una visión de arquitectura pedagógica saludable, la cual le otorgue sentidos a la experiencia de enseñanza-aprendizaje en un entorno que permita la emancipación de las personas (sí, de los seres humanos) que participan de ella.
—Siendo un problema tan complejo: ¿Cuáles son sus recomendaciones de política pública en salud mental?
JCM: «Debemos reconocer que el abordaje de la salud mental posee un espectro de acción macropolítico y requiere de una evaluación multicontextos y pluridimensional. Por esa razón el Sistema Nacional de Salud tiene un rol importante no solo en la atención y cuidado sino en la discusión, coordinación, planificación, ejecución y seguimiento multisectorial de acciones conjuntas e integradas a nivel nacional y local«.
«En ninguna circunstancia podemos entrar en un juego reduccionista de desocialización o despolitización del fenómeno de la Salud Mental».
Dr. Jaime Caravaca Morera
Nosotros como academia debemos con nuestro conocimiento en las tres áreas sustantivas brindar los insumos para que los tomadores de decisión y generadores de política pública nacional, atiendan esta realidad, recordando que los determinantes sociales de la salud mental estructurales solamente pueden ser moldeados a través de cambios sustantivos en las políticas públicas.
Por esta razón, como universidad tenemos un compromiso superlativo en articular esfuerzos de atención con el Ministerio de Salud, la CCSS y otras instancias clave que están definidas en la Normativa Nacional para la Articulación Interinstitucional en el Abordaje Integral del Comportamiento Suicida y sumar esfuerzos de atención a este fenómeno – para nada reciente que se ha exacerbado con la pandemia causada por el SARS-CoV-2.
Destaco que los efectos de la pandemia vienen alcanzando directamente a las personas que forman parte de la comunidad universitaria en los más amplios y diversos aspectos, hechos que desencadenan una situación preocupante de salud pública. No obstante, el trabajo que se viene realizando en diferentes espacios universitarios con acciones de promoción de la salud mental, prevención del sufrimiento y malestar emocional y la atención integral de la salud transita por un camino correcto, pero que a todas luces debe ser mejorado a través del involucramiento de todas las instancias universitarias.
En esta respuesta, todas las personas somos indispensables y necesarias para efectivar el derecho a la salud y el bienestar psicoemocional. De esta forma, es necesario que se materialice una construcción corresponsabilizada de actores y actrices sociales intramuros y extramuros. Asimismo, se torna fundamental cuestionar las prácticas perniciosas que aún continúan enraizadas en el ambiente académico, para que a través de la co-creación de espacios saludables (principalmente en los ambientes de clase) podamos tejer relaciones de dialogicidad freireana, educación emancipadora y bienestar colectivo superior.
Lo anterior anclado en una expectativa renovada de prácticas pedagógicas coherentes con nuestros discursos, que abran importantes posibilidades para la discusión epistemológica y ética del cuidado en salud dentro del escenario académico.
El Sistema Nacional de Salud tiene un rol importante no solo en la atención y cuidado sino en la discusión, coordinación, planificación, ejecución y seguimiento multisectorial de acciones conjuntas e integradas a nivel nacional y local. La Salud Mental es un tema de salud pública. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.
—¿Qué sabemos? ¿Cuáles datos tenemos y cómo se pueden recolectar?
JCM: «En materia de atención, hemos identificado a lo interno de la OBS a través de nuestro equipo de profesionales en Medicina (incluyendo Psiquiatría), Enfermería y Psicología Clínica que existe una necesidad importante de apoyo psicoemocional en las personas de la comunidad universitaria. Por esta razón, son estos profesionales los que han venido creando estrategias compartidas de cuidado y atención a estas necesidades y que se complementan con otras acciones lideradas por la Unidad de Promoción de la Salud, la Unidad de Programas Deportivos, Recreativos y Artísticos y los CASEs de la Oficina de Orientación, por ejemplo».
Específicamente poseemos informaciones vinculados a los motivos de consulta y diagnósticos clínicos que se atienden en la Oficina de Bienestar y Salud, los cuales compartí arriba. Adicional a lo anterior, en este momento nos encontramos desarrollando la investigación titulada “Diagnóstico de necesidades en salud de la población estudiantil” liderada por la OBS en alianza con el Centro de Investigación en Cuidado en Enfermería y Salud (CICES), el cual finalizó el período de recolección de datos la semana pasada y contó con la participación de más de 17 000 estudiantes de todas las Sedes y Recintos Universitarios.
De esta forma, el estudio permitirá definir las mejores acciones y respuestas institucionales ante las situaciones en salud que están viviendo las personas estudiantes y establecer otras alianzas externas pertinentes. Por otro lado, se espera el desarrollo de un estudio similar con la población docente y técnico-administrativa el próximo año, para actuar en la misma perspectiva de resolución también.
—¿Por qué la UCR no tiene datos específicos de suicidios en su comunidad universitaria?
JCM: «En este punto, se torna relevante mencionar que en materia de suicidio, casi la totalidad de casos de personas de la comunidad universitaria que han cometido suicidio, ha ocurrido en lugares externos a la Universidad y, debemos recordar que este es un tema que involucra un principio de sensibilidad explícito y difícil de ser comunicado por parte de las personas cercanas de la víctima de suicidio, las cuales pueden hacer uso de su derecho de confidencialidad y de no informarlo a la Universidad».
Bajo esta perspectiva, la única obligatoriedad en el registro y notificación reposa en las personas profesionales que atienden los casos, los cuales deben completar el informe de Vigilancia Epidemiológica y remitirlo a la Dirección de Área Rectora de Salud del Ministerio de Salud correspondiente y no a la UCR, por esta razón existe un subregistro en el seno de nuestra universidad.
No obstante y, con el objetivo de poseer mayor conocimiento sobre los casos de suicidio que acontecen fuera de la Universidad – porque a nivel intramuros nuestros protocolos nos permiten poseer un conocimiento objetivo al respecto – y, pese a las restricciones de subregistro que elenqué antes, en este momento nos encontramos actualizando nuestro “Protocolo Institucional para el Abordaje Integral del Comportamiento Suicida e Intento de Suicidio en la Universidad de Costa Rica” y hemos definido que, ante el conocimiento de un acto suicida de una persona de la comunidad universitaria, se deberá reportar este a la OBS por parte de la persona que ocupe el cargo de Dirección de la Unidad Académica o Administrativa. Lo anterior nos ayudará a tener mayor claridad sobre la dimensión del fenómeno y continuar estableciendo de forma compartida las mejores líneas de acción en esta materia.
Gabriela Mayorga López Editora digital y periodista, Oficina de Divulgación e Información
La Institución pondrá pausa a las lecciones virtuales por una semana y capacitará masivamente a las unidades académicas en la atención de primeros auxilios psicológicos
Desde el 2020, la Universidad de Costa Rica (UCR) en pleno, guiada por sus autoridades, la Oficina de Bienestar y Salud, la Oficina de Orientación y la Vicerrectoría de Vida Estudiantil, ha tomado medidas (que se detallan más abajo) para atender la salud mental de la población estudiantil, en el contexto de la pandemia, y para favorecer su permanencia en la UCR. Ante todo, se pretende cuidar el bienestar físico, emocional y social de los y las estudiantes.
El reto no es menor, se trata de una realidad que afecta a las personas de manera global. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una alerta en mayo pasado en la cual advierte que el planeta debe prepararse para un trauma mental masivo. Es un problema que debe reconocerse y del cual hay que hablar a nivel nacional.
Con el fin de reforzar ese conjunto de medidas, la Administración universitaria implementará una iniciativa de las representantes estudiantiles en el Consejo Universitario, la cual institucionaliza una semana de salud mental que permita a la comunidad estudiantil desconectarse del trabajo sincrónico virtual, participar en actividades vinculadas a la salud mental y recuperar las energías para terminar el semestre. En las próximas semanas, la Vicerrectoría de Docencia comunicará los detalles por medio de una resolución.
Se realizarán capacitaciones en salud mental y primeros auxilios psicológicos para que al menos una persona por cada unidad académica pueda gestionar el primer nivel de atención en crisis de la población universitaria, y sea responsable de impulsar políticas internas que garanticen el bienestar de todas las personas.
Por último, el Consejo de Rectoría valorará las medidas necesarias para impulsar el retorno escalonado a las clases presenciales este segundo semestre, pues la virtualización de la vida académica es uno de los factores que más afecta. “El volver a encontrarnos con nuestros amigos y amigas, acatando todas las medidas sanitarias, es parte de la respuesta institucional que necesitamos brindar”, señaló el rector Dr. Gustavo Gutiérrez Espeleta.
El rector reconoció la crisis (una coyuntura que trasciende a la propia Universidad) y advirtió que se seguirán tomando acciones para apoyar a la población estudiantil. Además, destacó que se necesita el apoyo de todas las personas de la comunidad para habilitar espacios de escucha y diálogo en todas las instancias universitarias.
La Institución fortaleció los servicios que brinda la Vicerrectoría de Vida Estudiantil, a través de la Oficina de Bienestar y Salud, la Oficina de Orientación y la Oficina de Becas. También otras iniciativas, como el proyecto Mishka, han integrado profesionales en psicología para dar acompañamiento mediante intervención en crisis y círculos de escucha.
Por último, se está actualizando el protocolo de “Abordaje integral del comportamiento suicida e intento de suicidio de la Universidad de Costa Rica” para incluir aspectos relacionados con la virtualidad de las actividades, el teletrabajo y los protocolos específicos de todas las sedes. Con ello se está avanzando hacia una estrategia institucional en promoción de la salud mental y mitigación de riesgos asociados al malestar emocional.
Acciones afirmativas para favorecer el ingreso, la permanencia y la graduación del estudiantado
Durante los meses de pandemia, la Vicerrectoría de Vida Estudiantil (ViVE) puso especial énfasis e intensa dedicación al análisis y puesta en marcha de diferentes medidas y acciones institucionales orientadas a favorecer el ingreso, la permanencia y la graduación del estudiantado, en medio de la emergencia nacional generada por el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19.
Por tanto, estableció amplios espacios de diálogo con las unidades académicas y la población estudiantil. Con ello, la ViVE logró vislumbrar en el 2020 las principales necesidades del estudiantado en materia de salud mental, situación socioeconómica y vida académica. Este ejercicio de escucha permitió determinar que la salud emocional de la población estudiantil ciertamente se ha visto socavada por el estrés, la ansiedad, la incertidumbre, la crisis económica y el reto de la virtualidad de los cursos.
Los motivos de consulta de las personas atendidas por la Oficina de Bienestar y Salud incluyen ansiedad (36 %), síntomas depresivos (23 %), síntomas mixtos de depresión y ansiedad (18,2 %), estrés (7,4 %) y problemas familiares (6,8 %), entre otros. En el caso de la ideación suicida, pensamiento suicida o gesto suicida, la Universidad no cuenta con una estadística sobre estos casos puntuales, por ser materia sensible, delicada y confidencial.
La UCR ha hecho un llamado a todas las unidades académicas e instancias universitarias a promover espacios de escucha y diálogo constante con la comunidad estudiantil, así como a impulsar acciones y medidas de flexibilización que, en esta coyuntura de emergencia sanitaria, aseguren la articulación necesaria para favorecer la permanencia y el bienestar de la población estudiantil. Asimismo, ha venido desarrollando acciones específicas que se detallan a continuación.
Atención de la salud mental
Desde la Oficina de Bienestar y Salud (OBS) se ejecuta el “Proyecto Mishka” (en bribri significa “vamos”). Esta iniciativa está integrada por un grupo de profesionales en salud mental que, de forma voluntaria, acompañan emocionalmente a la comunidad estudiantil mediante una intervención en crisis. De enero a junio del 2021, se realizaron 2 257 intervenciones de atención individual y colectiva.
Desde la ViVE se decidió que los becarios con categorías 4 y 5 pueden hacer uso del Fondo Solidario Estudiantil (establecido en el Reglamento General del Fondo Solidario Estudiantil) para atender sus necesidades psicológicas.
La OBS lidera la elaboración de la “Estrategia institucional de promoción de la salud mental, prevención de enfermedades mentales y atención / cuidado a la población universitaria”, en alianza con un conjunto amplio de unidades académicas, administrativas e investigativas.
La Oficina de Orientación desarrolla la iniciativa “Orientación hasta tu casa”, mediante la cual se apoya al estudiantado con recomendaciones de salud física, información y herramientas para el trabajo a nivel personal, familiar, social y emocional en el contexto de pandemia. Además, recientemente se abrió un espacio de escucha activa denominado “Orientación con Vos #Escuchando-Nos”.
La OBS continúa brindando al estudiantado los servicios de medicina general, ginecología, enfermería, farmacia, laboratorio clínico y odontología.
La OBS sigue mediando el proceso de vacunación de estudiantes, de acuerdo con los grupos prioritarios definidos por la Comisión Nacional de Vacunación. Entre ellos, las y los estudiantes de internados del área de la salud que realizan prácticas en la CCSS.
Continúan funcionando espacios de participación que enriquecen la formación y contribuyen a evitar la deserción estudiantil, tales como los programas de Voluntariado y Liderazgo Universitario.
Los Programas Deportivos, Artísticos y Recreativos diariamente desarrollan actividades recreativas virtuales (clases de pilates, zumba, CardioAbs, entrenamiento funcional, yoga, acondicionamiento físico integral, GAP).
Ajustes en la vida académica
La flexibilización del Calendario Estudiantil 2020 y 2021 amplió los plazos para todo servicio y trámite, entre ellos la renuncia extraordinaria de cursos.
La Oficina de Orientación reforzó los programas de acompañamiento en aspectos académicos, de salud mental, socioafectivos y vocacionales, con la finalidad de propiciar el avance del estudiantado hacia el logro de las metas académicas.
La ViVE brinda acompañamiento a grupos de estudiantes en espacios de escucha y desahogo.
Se fortaleció la capacidad de conectividad mediante el préstamo de 3 000 tabletas con acceso a internet pago para la población con becas 4 y 5. Asimismo, alrededor de 9 000 estudiantes reciben apoyo económico para el pago del servicio de internet. También se creó un fondo solidario para la conectividad de la población estudiantil.
Apoyo socioeconómico
Se ampliaron los recursos destinados al Sistema de Becas. En el 2021, más de 26 000 estudiantes de la UCR (56 % del total de la comunidad estudiantil) cuentan con algún tipo de beca socioeconómica.
Alrededor de 20 000 estudiantes, que tienen las dos categorías de beca más altas, pueden recibir un aumento del 15 % en los montos vigentes para gastos de carrera, y del 30 % para alimentación. La población estudiantil con dificultades de conectividad a internet también puede hacer uso del beneficio de reubicación geográfica.
De manera permanente, la OBS continúa con la recolección de datos del diagnóstico de necesidades en salud de la población estudiantil y ajusta el modelo de salud de la Universidad de Costa Rica, denominado “Vida Creativa”, y su estrategia “UCR Saludable”.
Comunicación de la Universidad de Costa Rica Oficinas de Comunicación de la Universidad de Costa Rica
Imagen: Estudiante en la Universidad de Costa Rica, marzo, 2021. Foto: Karla Richmond, UCR.
Universidad de Costa Rica, Vicerrectoría de Acción Social
El video que mostramos a continuación es una cápsula sobre el proyecto “¡Podemos Volar!, una propuesta que se desarrolla para trabajar el tema de la salud mental, de la mano con pacientes del Hospital Nacional Psiquiátrico, mediantes la producción de un espacio radiofónico.
El programa ¡Podemos Volar! es vertiginoso, habla de muchísimos temas y reflexiona sobre la salud mental diversa. “Voces donde había silencio” es la raíz de todo, a partir de los esfuerzos realizados se le ha dado participación y visibilización a este sector de la población y sobre todo, ha reforzado la seguridad y la validez de las opiniones de las personas inmersas en el proyecto.
Personas desempleadas, pertenecientes al sector informal y que se dedican a ventas en locales o servicios directos muestran una situación de salud mental más difícil durante la pandemia, según evidencia el estudio “Salud mental y relaciones con el entorno en tiempos de Covid-19”, desarrollado en conjunto por la Universidad Nacional (UNA), la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y académicos de España.
“Afectaciones que hemos podido identificar se relacionan con reacciones de angustia, problemas de insomnio, dificultades para dormir o también el aumento de conductas de riesgo como el consumo de tabaco o bebidas alcohólicas u otras sustancias, sintomatología depresiva o asociada a la ansiedad generalizada”, afirma Raúl Ortega, académico de la Escuela del Psicología de la UNA y parte del equipo investigador.
Ortega ––psicólogo y especialista en abordaje de la salud mental en situaciones de emergencia–– explica que la actual pandemia no es solo una crisis sanitaria, sino también económica y social, donde aquellas poblaciones con mayor vulnerabilidad social se ven expuestas tanto a los rigores del cambio forzado de cotidianidad y a mayor dificultad en el acceso a los recursos de protección frente a la posibilidad de contagio, como a la pérdida de capacidad adquisitiva, de seguridad alimentaria y de calidad de vida.
Este escenario ––agrega–– puede conllevar un aumento de la inseguridad laboral, el empeoramiento de las condiciones de empleo o la destrucción del mismo, e incluso la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas, en el caso de personas o familias en condición de pobreza, situación cuyo sostenimiento les sitúa en riesgo de padecer afectaciones en la salud integral, y específicamente en la salud mental y psicosocial, a corto, medio o largo plazo.
Factor determinante
Así lo confirman los resultados de la investigación llevada a cabo por las universidades costarricenses, en la cual se caracterizó a la población consultada en grupos según el nivel de afectación en su salud mental y se encontró que en el grupo más crítico se sitúa un 85% de las personas participantes en el estudio que trabajan en el sector informal, un 50% de trabajadoras en ventas de servicios y un 41% de las personas en situación de desempleo.
Para el psicólogo Ortega, esta situación necesita ser enfrentada no solo desde la seguridad social y el apoyo mutuo, sino también a nivel público, con acciones afirmativas realizadas hacia el apoyo a la empleabilidad y en la disminución de la vulnerabilidad de poblaciones y comunidades, y específicamente de poblaciones en riesgo, como son mujeres, personas jóvenes, o personas que tienen a cargo a otras personas.
La relación determinante entre la inestabilidad laboral y los efectos negativos en la salud integral y específicamente en la salud mental de las personas, también ha sido evidenciada en otros estudios realizados durante la pandemia en países como España, Ecuador o China, entre otros.
Realizado entre el 9 al 29 de octubre del 2020, el estudio desarrollado por la UNA y la UNED comprendió una muestra de 6786 personas con edades entre 15 y 80 años, quienes completaron un cuestionario en línea. Tiene un margen de error de 1.2% y un nivel de confianza de 95%.
Además del psicólogo de la UNA Raúl Ortega, integran el equipo de investigación Eva Carazo Vargas, psicóloga social y coordinadora; Greibin Villegas, estadístico; Harold Arias, biólogo; Nerea González, García, estadística y matemática, y Armando González, psicólogo y estadístico.
El próximo viernes 22 de enero a las 6:00 pm el Programa radial Alternativas discutirá acerca de la estigmatización de la salud mental en el ámbito laboral con los siguientes invitados:
– Cynthia Ramírez, Lic. Trabajo Social y profesora de trabajo social.
– Henry Quesada, psicólogo especializado en modificación de la conducta.
– Viviana Gómez, médico y especialista en medicina del trabajo.
– J. Aníbal Cascante, abogado.
Puede sintonizar el programa en Radio 16, 1590am o por medio del Facebook de Radio 16.
El 32,1% de la población presenta una afectación crítica en su salud mental
Mujeres enfrentan mayor temor frente al COVID-19, así como poblaciones de 36 a 40 años y 51 a 55 años de edad
De quienes no cumplen al menos una medida de las consultadas, el 51.1% dice que no lo hace por olvido
Los estados depresivos en la población costarricense aumentaron en un 50% desde el inicio de la pandemia en marzo pasado. Asimismo, la resiliencia y otros mecanismos de afrontamiento se ven afectados en personas entre 15 y 80 años de edad, según un estudio de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y la Universidad Nacional (UNA).
En cuanto a los efectos del COVID-19 en la comunidad, la población percibe un fuerte impacto sobre todo para quienes han perdido el empleo o enfrentan una reducción de jornada, y en cuanto a la sobrecarga de trabajo doméstico especialmente para las mujeres.
Estos resultados forman parte de la investigación “Salud mental y relaciones con el entorno en tiempos de COVID-19, desarrollada por la UNED y la UNA, con el apoyo del Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y personas expertas de España. El estudio fue avalado por el Consejo Nacional de Investigación en Salud (CONIS).
El estudio fue realizado con una muestra de 6 786 personas, quienes completaron un cuestionario en línea, durante el periodo comprendido entre el 9 al 29 de octubre del 2020. Estas conclusiones suceden a la primera investigación realizada del 30 de marzo al 31 de marzo de este año.
“Un 61,0% de la población costarricense posee sintomatología depresiva y al hacer una comparación de la anterior medición con el estudio presente se constata un aumento del 50% en términos absolutos (pasando de un 10% en marzo a un 61% en octubre)”, anota la investigación.
Por otra parte, un 43,7% de la población consultada presenta sintomatología asociada con ansiedad generalizada severa, lo que contrastan con los resultados al estudio realizado en marzo pasado, cuando únicamente un 13,8% de las personas participantes manifestaron síntomas de ansiedad.
“Más de la mitad de la población tiene una baja resiliencia, resultado que indica que sus estrategias de afrontamiento no están permitiendo reducir el impacto y no se están adaptando suficientemente a la situación de emergencia. Un 30,2% obtuvo puntuaciones medias, mientras que un 15% obtuvo puntuaciones en el extremo superior señalando este grupo con una mayor capacidad de adaptación”, explica el equipo investigador.
Entre las reacciones adversas físicas significativas que dijo presentar el 43,6% de la población se encuentran sudoración de manos, palpitaciones en el pecho y dificultades para dormir.
En tanto, un 51,5% de la población presentan reacciones emocionales adversas destacadas ante el miedo de contraer el COVID-19 y se manifiesta entre otras formas con la incomodidad al pensar al respecto, miedo a perder la vida, nervios o ansiedad frente a noticias e historias sobre el virus.
“En la medición de marzo de 2020, un 53,8% de la población presentaba miedo a la COVID-19. En la medición actual alcanzó el 88,3%, lo que implica que en términos absolutos se ha dado un aumento 34,5%”, anotó el estudio.
La investigación anotó también que el 57,9% de la población sí se adhiere a las medidas de protección. «Los datos recopilados indican que la situación de emergencia sanitaria y frente a la perspectiva de contagiarse o que se contagien personas a nuestro alrededor, generan reacciones físicas o emocionales adversas en la población costarricense. La escala de miedo a la COVID-19 se asocia a estrés agudo y afrontamiento. Se establecen como factores protectores al miedo la escolaridad y la estabilidad laboral”, agrega.
Eva Carazo Vargas, coordinadora de la investigación, enfatizó en la importancia de atender los impactos que la pandemia está provocando en la salud mental de la población. Es comprensible que esta situación extraordinaria provoque efectos en esta área, y la investigación evidencia la urgencia de potenciar factores protectores y mecanismos de afrontamiento para manejar dichas consecuencias de manera saludable.
Apuntes
Las mujeres obtienen puntuaciones superiores a los hombres en la mayoría de las medidas realizadas (ansiedad, depresión, calidad de vida profesional, miedo, impacto psicológico/psicosocial).
Las poblaciones de 36 a 40 años y 51 a 55 años presentaron las puntuaciones más altas en depresión, ansiedad y miedo.
A menor edad, la capacidad de afrontamiento es menor junto con más leves manifestaciones de miedo.
A mayor nivel educativo, se presenta menor impacto en la salud mental.
Población con educación primaria muestra mayor posibilidad de presentar mayor afectación en estrés, ansiedad, depresión o miedo.
Las personas que cuentan con estudios de secundaria y técnicos no universitarios mencionan un menor cumplimiento de las medidas sanitarias.
Personas solteras tienden a tener más síntomas de depresión y ansiedad, así como una menor resiliencia.
Las personas divorciadas presentan mayor estrés, ansiedad y miedo.
La estabilidad laboral es determinante en cuanto a la mayor parte de los resultados recopilados sobre la afectación producida durante la pandemia: a mayor estabilidad laboral, los efectos en la salud mental son menos críticos
Personas desempleadas, pertenecientes al sector informal y que se dedican a ventas en locales o servicios directos, muestran, en líneas generales, una situación de salud mental más difícil.
Respecto de la provincia de residencia, las provincias de Heredia y Limón mostraron mayor afectación en las medidas de ansiedad, estrés o miedo.
Las personas residentes de Cartago presentan menor impacto, en general, frente a esta afectación.
La investigación realizó un análisis de segmentación de la población costarricense en función de todas las dimensiones psicológicas estudiadas y se encontraron cuatro segmentos en la población según el grado de afectación en la salud mental.
Como resultado se determinó un segmento (clúster) de 32,1% con mayor afectación, seguido por un tercer clúster de 11,1% de la población. Por su parte, el clúster de menor afectación lo conforma el 30,7% de la población.
El 32,1% de la población que está siendo más afectada por la pandemia se caracteriza por presentar “un estado de salud mental más crítico, con una mayor probabilidad de padecer trastorno por ansiedad generalizada. Estas personas también se caracterizan por tener niveles más altos de estrés, definido por la facilidad de la irritación, cambios de humor o la aparición de conductas de riesgo”.
Respecto de la calidad de vida profesional, las personas de este clúster también se caracterizan por sobrecarga y desgaste emocional, por rebasar los límites en la capacidad de afrontamiento, pudiendo considerarse valores muy elevados.
“Estas personas presentan una mayor afectación en el miedo. Presentan mayor sudoración en las manos y mayor aceleración del corazón al evocar el pensamiento sobre el contagio de la COVID-19; una mayor preocupación a que las personas cercanas se puedan contagiar y una menor resiliencia”, acotaron las personas expertas.
Además de las dimensiones sicológicas, el estudio analizó otras variables como el cumplimiento de medidas, los motivos de no cumplimiento, las acciones realizadas para mejorar la situación, el acceso a zonas verdes y los medios por los que la población se informa de la pandemia.
Entre los principales datos relacionados con el cumplimiento de las medidas destaca que un 88% afirma lavarse las manos con agua y jabón, un 63,3% se moviliza a lugares públicos únicamente con su burbuja social, y un 60,5% lava y desinfecta los productos que ingresa a la casa.
En cuanto a evitar salir de casa, la medición de octubre indicó que un 13,7% de la población se está adhiriendo a esa medida, contra un 51,5% que dijo cumplirla en marzo pasado, en la primera investigación. Asimismo, un 73,7% dijo estornudar con un pañuelo desechable frente a un 91,6% que afirmó cumplir con esta medida en marzo anterior. En general se evidencia un relajamiento en el cumplimiento de las distintas medidas recomendadas para evitar el contagio.
Las mujeres son más cuidadosas que los hombres en el cumplimiento de las medidas como lavarse las manos, usar la mascarilla, establecer un adecuado manejo de residuos en la casa, respetar la restricción vehicular, no escupir en el suelo, salir únicamente con sus burbujas sociales, evitar tocarse los ojos y boca, y cambiarse de ropa y bañarse al llegar a la vivienda.
Se identificaron también distintas medidas que la población está aplicando por propia iniciativa, como por ejemplo desinfectar superficies y las cosas que se utilizan diariamente, hacer ejercicio para mantenerse saludable, o mantener contacto cercano con familiares y amistades por teléfono e internet. Sin embargo, de quienes no cumplen al menos una medida de las consultadas, el 51.1% dice que no lo hace por olvido
Si usted desea ver los datos completos, puede escribir al correo electrónico ecarazo@uned.ac.cr
La investigación continúa activa. Si desea participar ingrese aquí.