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Etiqueta: Segunda República española

El Plus Ultra y la travesía España-América

Gabe Abrahams

El 22 de enero de 1926, el hidroavión Plus Ultra inició el primer vuelo transoceánico entre España y América. El hidroavión realizó la Travesía España-América, desde el Puerto de Palos de la Frontera hasta Buenos Aires, finalizando el recorrido el 10 de febrero de 1926.

La tripulación del Plus Ultra estuvo compuesta por dos oficiales de la Aeronáutica Militar, el comandante Ramón Franco Bahamonde y el capitán Julio Ruiz de Alda Miqueleiz; por un oficial de la Aeronáutica Naval, el teniente de navío Juan Manuel Durán González; y por un mecánico de la Aeronáutica Militar, el cabo Pablo Rada Ustarroz, todos militares y de nacionalidad española.

El asesor de la tripulación del Plus Ultra fue el comandante Emilio Herrera Linares, futuro presidente del gobierno de la Segunda República Española en el exilio y quien hasta esa fecha destacaba por haber vencido en competiciones de aeróstatos y por ser plusmarquista de varias travesías internacionales con el monoplano Nieuport. Creador del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, embrión del actual Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), Herrera había estudiado la Travesía España-América, lo cual le ayudó a aportar datos atmosféricos y geográficos claves para el éxito de la misma.

El histórico vuelo del hidroavión Plus Ultra se consumó en varias etapas. La primera etapa se inició en el muelle de La Calzadilla de Palos de la Frontera (Huelva), finalizando ocho horas después en el Puerto de la Luz, en la bahía de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, capital de la isla de Gran Canaria.

En la segunda etapa, el Plus Ultra partió desde la bahía de Gando, Telde (isla de Gran Canaria). Tras 9 horas de vuelo con baja visibilidad, llegó a Praia, Cabo Verde, batiendo en esa etapa por primera vez el récord mundial de distancia y de velocidad de un hidroavión.

La tercera etapa debía llevarse a cabo entre Cabo Verde y Pernambuco, Brasil, pero por culpa de los fuertes vientos la ruta concluyó en la isla de Fernando de Noronha. Unos depósitos de combustible casi vacíos, además de los fuertes vientos, obligaron a la tripulación a detenerse antes de lo previsto.

La siguiente etapa del Plus Ultra consistió en recorrer los 540 km que separan la isla de Fernando de Noronha y Recife, Pernambuco. Esa etapa, corta comparada con las anteriores, fue la de mayores problemas. Se rompió la hélice posterior del Plus Ultra y el hidroavión tuvo que mantener el vuelo solo con el motor delantero y a pocos metros por encima del mar. En Recife, la tripulación consiguió las hélices de repuesto.

El 4 de febrero, el Plus Ultra llegó a Río de Janeiro, Brasil, tras 12 horas y 15 minutos de vuelo, en medio del entusiasmo de una multitud entregada. El día 9, alcanzó Montevideo, Uruguay. Y el día 10, concluyó su última etapa y la travesía en Buenos Aires, Argentina, siendo también aclamado por una multitud.

De esta forma, el 10 de febrero de 1926 el Plus Ultra culminó una hazaña única, la Travesía España-América, ante la mirada atenta de miles de entusiastas que colmaron la avenida Costanera de Buenos Aires para ver cómo el hidroavión acuatizaba, exactamente a las 12:35, en el sector sur del Muelle de Pescadores, frente al Balneario Municipal.

Los récords conseguidos por el Plus Ultra y su tripulación a lo largo de la travesía fueron numerosos. Más allá de varias plusmarcas mundiales de distancia y de velocidad de un hidroavión, se alcanzaron las plusmarcas de la Travesía España-América, de la Travesía España-Argentina, de la Travesía España-Uruguay y de la Travesía España-Brasil.

Tras la histórica hazaña, el Plus Ultra fue donado al gobierno argentino. Hoy, un siglo después, permanece reconstruido en el Museo de Luján, Argentina.

La tripulación del Plus Ultra y su asesor Emilio Herrera tuvieron vidas ajetreadas, posicionamientos políticos muy distantes y finales de diverso signo. Ramón Franco, hermano del dictador Francisco Franco, pasó de ser un entusiasta republicano a combatir al lado de su hermano. Durante la Guerra Civil Española, en 1938, falleció en un accidente de aviación.

El teniente de navío Juan Manuel Durán, otro de los tripulantes del Plus Ultra, falleció en un accidente de aviación en julio de 1926, pocos meses después de la gesta del Plus Ultra.

El capitán Julio Ruiz de Alda, el tripulante del Plus Ultra más conocido después de Ramón Franco, fue cofundador de Falange Española en 1933 y terminó fusilado por milicianos anarquistas en la cárcel Modelo de Madrid en agosto de 1936, nada más iniciarse la Guerra Civil.

Pablo Rada, el cuarto tripulante del Plus Ultra, fue un republicano convencido, fiel a la Segunda República Española hasta el final. Exiliado en Francia, Colombia y Venezuela tras la Guerra Civil, mostró su deseo de regresar a España en 1969, lo cual le fue permitido por la dictadura de Franco, falleciendo en Madrid el 18 de mayo de ese mismo año.

Emilio Herrera, asesor de la tripulación y del vuelo, en 1928-1929, realizó la travesía del Atlántico y la circunnavegación aérea del globo terráqueo en el dirigible Graf Zeppelin LZ 127, redondeando su larga lista de plusmarcas. En 1936, se convirtió en el director técnico de la Fuerza Aérea Republicana (FARE), siendo fiel a la Segunda República hasta la conclusión de la Guerra Civil. Al finalizar esta, se exilió en Francia, fue consultor de la UNESCO sobre física nuclear y ejerció de ministro y presidente del gobierno de la Segunda República Española en el exilio. Falleció en Ginebra el 13 de septiembre de 1967.

El Plus Ultra consiguió una hazaña enorme, la primera gran hazaña de la aviación española. Aunque después se alcanzaron otras, es la que permanece más presente en la memoria colectiva por lo que supuso en aquel momento.

Fue tal la oleada de admiración y entusiasmo que generó la hazaña del Plus Ultra que hasta el mismísimo Carlos Gardel le dedicó un tango.

El 10 de febrero de 2022 se cumplió el 96 aniversario de la Travesía España-América del Plus Ultra. En pocos años, cuatro, se cumplirá un siglo. El paso del tiempo todavía ha encumbrado más al Plus Ultra, a su tripulación, a su asesor clave y a su extraordinaria travesía de 10.270 km.

Todavía son muchos los monumentos, las calles, los actos conmemorativos… que recuerdan al mítico hidroavión y a su Travesía España-América en diferentes países y ciudades de varios continentes. Entre los monumentos, destacan los de La Rábida de Palos de la Frontera, Ferrol, Madrid, Buenos Aires. Es justo y merecido.

El reloj de Pamplona que salvó a dos republicanos

Gabe Abrahams

Hace algunas semanas, la mayoría del Ayuntamiento de Pamplona aprobó una declaración en un Pleno para que el reloj de la antigua estación de autobuses de la ciudad se convierta en un espacio de memoria. La medida supuso un homenaje a los dos republicanos que se escondieron en su interior para escapar de la represión franquista tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

Los dos republicanos que utilizaron el escondite del reloj para evitar ser detenidos y probablemente encarcelados y fusilados fueron Enrique Cayuela, secretario del Ayuntamiento de Pamplona por Izquierda Republicana durante la Segunda República Española, y Ramón Díaz-Delgado, catedrático de Filosofía, profesor de instituto y miembro de Acción Republicana y de Izquierda Republicana posteriormente.

Los dos hermanos de Enrique Cayuela fueron fusilados. Uno era el presidente de Osasuna, Natalio Cayuela.

Pedro Pérez Bozal, en su artículo dedicado al reloj salvador de Pamplona publicado en El Cierre Digital, nos explica: «Enrique Cayuela, con la complicidad del vecindario, se escondió junto al profesor Ramón Díaz-Delgado en el cubículo, de dos metros cuadrados y apenas uno de alto, del reloj de la ya jubilada estación de autobuses de Pamplona. Este escondite les sirvió para sortear a las tropas franquistas, que visitaban sus casas, y para trazar el plan que les permitió salir disfrazados a las calles y cruzar la frontera por Francia».

La ayuda de un mugarali fue clave en el éxito de la huida de ambos a Francia.

Enrique Cayuela volvió a la España republicana en plena Guerra Civil para al final tener que marchar al exilio de Chile, después de pasar por Francia. En 1973, Cayuela tuvo también que exiliarse en Argentina tras el Golpe de Estado de Pinochet. Al poco tiempo, tuvo que regresar a Chile tras el Golpe de Estado de Videla en Argentina. En definitiva, una vida de película. Cayuela falleció en Chile rodeado de los suyos.

El Archivo de Navarra recoge que, en 1940, Enrique Cayuela, exiliado ya en Chile, recibió además una multa de 2.500 pesetas y 15 años de destierro por «estar afiliado a Izquierda Republicana al iniciarse la Guerra Civil, desempeñar cargos en la junta directiva de dicho partido, tomar parte en actos públicos como propagandista y permanecer en el extranjero desde el 18 de julio de 1936 sin reintegrarse al territorio nacional en un plazo de dos meses».

Ramón Díaz-Delgado, por su parte, tuvo una vida algo más tranquila que su compañero Enrique Cayuela. Se limitó a regresar a España tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, impidiéndole la dictadura que se había instaurado en el país ejercer su profesión durante cinco años.

Entre los descendientes de Enrique Cayuela, destaca José David Weinstein Cayuela. Hijo del psiquiatra judío-chileno Luis Weinstein Grenovich y de la cardióloga María Luisa Cayuela. José David fue ministro en Chile con el gobierno de Ricardo Lagos.

Weinstein conoce muy bien la historia del reloj salvador. «Mi abuelo Enrique Cayuela, republicano, debió esconderse durante meses de la Guerra Civil Española en un reloj de Pamplona. Agradezco el trabajo por mantener la memoria de una guerra cuyos hechos deben ser conocidos por las nuevas generaciones para no repetirse», afirma.

El Instituto de la Memoria de Navarra ha actuado siguiendo esas palabras del nieto de Cayuela. Incluirá en la red de espacios para la memoria el reloj que salvó a dos republicanos de Pamplona. El Ayuntamiento de la ciudad colocará una placa junto al reloj salvador.

Rafael Sánchez-Guerra: ministro republicano y presidente del Real Madrid

Gabe Abrahams

Rafael Sánchez-Guerra Sainz (1897-1964) nació en Madrid el 28 de octubre de 1897, en el seno de una familia con importantes personalidades. Su padre, el conservador José Sánchez-Guerra Martínez de Tejada, fue ministro de Gobernación, de Fomento y de la Guerra; presidente del Consejo de Ministros y presidente del Congreso de los Diputados. También fue presidente del Banco de España.

Rafael Sánchez-Guerra estudió en el Colegio de la Asociación Francesa de Beneficencia, luego reconvertido en el Liceo Francés de Madrid. Una vez terminó su carrera de Derecho en la Universidad de Madrid, en 1918 se alistó como voluntario en las fuerzas regulares del ejército español en Marruecos. Cerca de Melilla, fue herido en una pierna, lo que provocó su regreso a España.

En 1923, Rafael Sánchez-Guerra se estableció en Madrid e inició su carrera de periodista. En ABC, cultivó la crítica política a la dictadura de Primo de Rivera. En las mismas fechas, su padre, el conservador José Sánchez-Guerra Martínez de Tejada, encabezó la oposición a la dictadura de Primo de Rivera, marchando al exilio en 1927 y dirigiendo desde París dos años después un fallido intento de Golpe de Estado contra el dictador.

En las elecciones municipales de 1931, las que derrocaron al rey Alfonso XIII, Rafael Sánchez-Guerra estuvo presente en la lista de la Conjunción Republicano-Socialista y fue el candidato más votado en el distrito centro de Madrid con 4.716 votos. A las seis de la tarde del 14 de abril de 1931, anunció que se había proclamado la República en España y, cerca de las ocho, enarboló la bandera republicana en el Ministerio de Gobernación, cuando todavía Alfonso XIII no había abandonado el Palacio de Oriente.

Su padre, José Sánchez-Guerra Martínez de Tejada, también participó en la proclamación de la Segunda República Española, saliendo elegido diputado en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931.

En la misma tarde de la proclamación de la Segunda República, Rafael Sánchez-Guerra fue nombrado subsecretario del gobierno provisional y, más tarde, secretario general de la Presidencia de la República, cargo que mantuvo hasta abril de 1936.

En esos años, Rafael Sánchez-Guerra escribió varios libros dedicados a los acontecimientos históricos de los cuales él había sido protagonista destacado: Dictadura, indiferencia, República (1931), España republicana (1931), Un año histórico (España, 1931) (1932).

Tres décadas antes de dichos acontecimientos, en 1902, José Sánchez-Guerra Martínez de Tejada había sellado como Gobernador Civil los primeros estatutos del Real Madrid. Los Sánchez-Guerra tenían raigambre madridista.

En 1933, Rafael Sánchez-Guerra intentó por primera vez ser presidente del Real Madrid, pero la oposición lo impidió. En 1935, enfrentado en las urnas con Santiago Bernabéu, consiguió su objetivo: la presidencia del club blanco.

Durante su presidencia que duró hasta agosto de 1936, el Real Madrid ganó dos títulos: el Trofeo Mancomunado (1935) y la Copa del Presidente de la República de Fútbol 1936. Además, aumentó su base social y se democratizó al otorgar a cada socio un voto. Sánchez-Guerra evitó la destrucción del Estadio de Chamartín, prevista por el llamado Plan Prieto, una obra urbanística de La Castellana basada en asfaltar medio Estadio.

El mayor éxito deportivo durante su presidencia, la Copa del Presidente de la República de Fútbol 1936, lo consiguió el Real Madrid al vencer al FC Barcelona en la final por 2-1.

Tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 contra la Segunda República Española encabezado por Francisco Franco, se inició la Guerra Civil (1936-1939) y Rafael Sánchez-Guerra fue apartado de la presidencia del Real Madrid. Desde entonces, su actividad se limitó a ejercer de concejal del Ayuntamiento de Madrid hasta que, en 1938, fue movilizado como oficial de complemento del ejército republicano.

Llegado el final de la guerra, Rafael Sánchez-Guerra rechazó huir de Madrid, siendo detenido por los franquistas en marzo de 1939 en la sede del Ministerio de Hacienda. Fue encarcelado junto al socialista Julián Besteiro en la prisión de Porlier de la capital.

En mayo de 1940, la justicia de la recién instaurada dictadura de Franco le condenó a cadena perpetua por no apoyar el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936, es decir por su fidelidad inquebrantable a la Segunda República Española.

Desde la condena, Rafael Sánchez-Guerra pasó por diferentes prisiones franquistas hasta que, en 1946, logró llegar a Francia de forma clandestina, escondido en el maletero de un coche y ayudado por el servicio de inteligencia francés. El gobierno de la Segunda República Española en el exilio, presidido por José Giral, lo recibió con los brazos abiertos y, con buen criterio, le nombró ministro sin cartera.

En los años posteriores, Rafael Sánchez-Guerra vivió en París, como tantos y tantos republicanos españoles. Mantuvo su condición de ministro sin cartera de la Segunda República Española en el exilio durante 1946 y 1947 y publicó su libro Mis prisiones (1946). Instalado en la capital francesa, fundó la Agencia Prensa Intercontinental, una agencia con la que nutrió de artículos y crónicas de la actualidad francesa y europea a periódicos de Iberoamérica.

Rafael Sánchez-Guerra vivió en París hasta finales de la década de los años 50, momento en el que su mujer falleció de cáncer. Sumido en una depresión por la muerte de su esposa, ocurrida en octubre de 1959, solicitó regresar a España. La dictadura franquista le permitió regresar, a cambio de una condición pactada: su ingreso en el convento de los Padres Dominicos de Villava, Navarra. Eso suponía su final como periodista y político.

Allí permaneció Rafael Sánchez-Guerra sus últimos años de vida. Allí escribió sus últimos dos libros: Mi convento (1961) y Cartas a mis nietos (1964).

Un año antes de su muerte, en abril de 1963, Sánchez-Guerra tuvo una visita inesperada en el convento. El presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, junto a una expedición del club, le visitaron. Al día siguiente, jugaban con Osasuna en el Estadio El Sadar y el convento de Villaba se encontraba cerca. Rafael se emocionó con el detalle. Fue su último contacto con el equipo que había presidido durante la Segunda República Española.

Rafael Sánchez-Guerra falleció en 1964. Murió en España, anhelo que no pudieron ver cumplido otros destacadísimos republicanos.

Martí Ventolrà: un mito del fútbol español en el exilio mexicano

Gabe Abrahams

Martí Ventolrà (Barcelona, 1906-Ciudad de México, 1977) empezó a jugar a fútbol a los 14 años. El Fortpienc y el Cataluña de Les Corts, situado en el barrio barcelonés de dicho nombre, fueron sus primeros equipos.

En 1924, Ventolrà fichó por el RCD Español, con el cual consiguió el Campeonato de Cataluña y la Copa del Rey ante el Real Madrid en 1929, año en el que debutó con la selección española de fútbol.

Tras su etapa en el RCD Español, entre 1930 y 1933, Ventolrà jugó en el Sevilla FC. En la capital andaluza, acabó de consagrarse. Ventolrà empezó a ser considerado uno de los grandes jugadores del fútbol español. Destacaban sus centros milimétricos, sus goles espectaculares y su dominio del juego aéreo.

En 1933, Ventolrà fichó por el FC Barcelona e inició una etapa que lo consagraría definitivamente como un mito futbolístico. En esta etapa, consiguió dos Campeonatos de Cataluña (1934-35 y 1935-36) y notables gestas. La más destacada ocurrió el 21 de abril de 1935 contra el Real Madrid (5-0). Ventolrà marcó cuatro goles. Todavía sigue siendo el único jugador del club catalán que ha conseguido esa cifra de goles en un clásico.

En 1934, Ventolrà jugó también la Copa del Mundo de Fútbol celebrada en Italia con la selección española, llegando hasta los cuartos de final. Precisamente, la selección italiana que luego sería la campeona impidió tras un doble partido que España alcanzase las semifinales. España estuvo cerca de llegar a ellas y de alcanzar la gloria.

En 1937, en plena Guerra Civil Española, el FC Barcelona participó en una gira internacional por México y Estados Unidos. En México, Ventolrà decidió no regresar a España. La versión oficial afirmó que el jugador se quedó en tierras mexicanas por una oferta del Club España; la realidad fue diferente. Martí Ventolrá era de izquierdas, catalanista y republicano y, durante la Segunda República Española, había ejercido de secretario general del sindicato de futbolistas catalanes. Ante la posibilidad de que los sublevados contra la República Española ganasen la guerra y de represalias posteriores, Ventolrà decidió optar por el exilio.

El camino del exilio fue escogido por otros jugadores azulgranas en la misma gira. Por ejemplo, Josep Escolà y Domènec Balmanya fijaron su residencia en Francia y ficharon por el FC Sète. El Barça prácticamente se deshizo en esa gira. Ventolrà no regresó a Barcelona hasta el año 1955.

Con el Club España de México, Ventolrà jugó dos años y ganó la Liga mexicana de la temporada 1939-40. Después, fichó por su rival el Atlante FC, consiguiendo varios títulos de Liga (1940-41 y 1946-47), Copa (1941-42) y Supercopa (1941-42), a los que añadió el logro de ser máximo goleador de la Liga mexicana en la temporada 1940-41. En México, Ventolrà reforzó su condición de mito.

En 1937, el presidente de México, Lázaro Cárdenas, realizó una recepción importante a la plantilla del FC Barcelona que se encontraba de gira y acababa de llegar a México. El Barça era visto por aquellas tierras como una especie de embajador deportivo de la Segunda República Española. Durante la recepción, Ventolrà conoció a Josefina Rangel Cárdenas, pariente del presidente mexicano. En 1939, se casó con ella y tuvo cuatro hijos: Martín, José, Guadalupe y Jorge.

Uno de esos hijos, José Ventolrà Rangel, fue futbolista y jugó el Mundial de México’70, hecho que provocó que Ventolrà estableciese otro registro único. Con su hijo, se convirtió en la primera pareja padre-hijo en disputar dos mundiales con dos selecciones distintas.

Ventolrà regresó a Barcelona en 1955, porque su padre estaba enfermo. Los directivos del FC Barcelona de la época, todos adeptos del régimen de Franco, intentaron convencerle para que entrenase al club. Era un intento de utilizar a un jugador carismático del exilio para dar una imagen afable del régimen. Ventolrà no cedió y rápidamente volvió a México.

Martí Ventolrà murió en 1977 a los 70 años en la Colonia Portales, en Ciudad de México. Los aficionados mexicanos lloraron su muerte. El Barça y el fútbol español le recuerdan como uno de sus más grandes delanteros de todos los tiempos.

Luis Jiménez de Asúa: penalista y presidente de la Segunda República Española

Gabe Abrahams

Luis Jiménez de Asúa (Madrid, 1889-Buenos Aires, 1970) fue un destacado catedrático de Derecho Penal que ejerció de presidente de la Segunda República Española en el exilio.

Jiménez de Asúa nació en el seno de una familia humilde, en el número 84 de la madrileña calle de Hortaleza. Su padre, natural de Toledo, era procurador de los tribunales y gestor. Su madre era una vasca natural de Bilbao.

Tras cursar el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, Jiménez de Asúa alcanzó la licenciatura y el doctorado en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. Gracias a una beca de estudios de la Junta de Ampliación de Estudios, viajó después por varios países de Europa como Suiza, Francia y Alemania, antes y durante la Primera Guerra Mundial.

En 1923, inició su estrecha relación con Iberoamérica. Viajó a Argentina y Uruguay para impartir conferencias y cursos.

Siendo ya profesor de Derecho Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, en 1926, Luis Jiménez de Asúa inició también su actividad política. Participó en la protesta contra las vejaciones sufridas por Miguel de Unamuno por parte de la dictadura de Primo de Rivera, lo que le costó ser suspendido de su cátedra y confinado en las islas Chafarinas. En julio de ese año, se opuso al nombramiento gubernativo de una nueva junta en el Ateneo madrileño, por lo cual padeció una breve estancia en prisión.

Un año después, Jiménez de Asúa negó a Alfonso XIII el doctorado honoris causa y fue separado de su cátedra. Al poco tiempo, renunció a seguir al frente de la misma.

En esos años de lucha, Jiménez de Asúa cultivó su pasión por Iberoamérica. Al viaje de 1923 que le condujo a Argentina y Uruguay, se añadieron otros a Perú, Chile, Brasil, Cuba…

Una vez proclamada la Segunda República Española en 1931, Luis Jiménez de Asúa ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), tras un breve paso por la Alianza Republicana. Elegido diputado a las Cortes Constituyentes, presidió la comisión parlamentaria encargada de elaborar la Constitución de la Segunda República Española.

En 1932, como director del Instituto de Estudios Penales, participó en la redacción de un nuevo Código Penal, un código para un nuevo tiempo republicano y democrático en España.

Jiménez de Asúa repitió como diputado en las elecciones de 1933 y 1936. Tras las últimas, alcanzó el cargo de vicepresidente de las Cortes.

Unos meses antes del Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 que condujo a la Guerra Civil Española (1936-1939), concretamente el 12 de marzo, sufrió un atentado por parte de falangistas. Su escolta falleció.

Durante la Guerra Civil, Luis Jiménez de Asúa ocupó cargos diplomáticos en Polonia y Checoslovaquia, además de representar a España ante la Sociedad de Naciones.

Al finalizar la guerra, la dictadura de Franco lo expulsó de su cátedra y en aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas le expropió sus bienes. La dictadura franquista lo depuró como catedrático en febrero de 1939, con una Orden Ministerial que decía:

“… se separa definitivamente por ser pública y notoria la desafección de los catedráticos universitarios que se mencionarán al nuevo régimen implantado en España, no solamente por sus actuaciones en las zonas que han sufrido y en las que sufren la dominación marxista, sino también por su pertinaz política antinacionalista y antiespañola en los tiempos precedentes al Glorioso Movimiento Nacional. La evidencia de sus conductas perniciosas para el país hace totalmente inútiles las garantías procesales que, en otro caso constituyen la condición fundamental en todo enjuiciamiento, y por ello, este Ministerio ha resuelto separar definitivamente del servicio y dar de baja en sus respectivos escalafones a los señores: Luis Jiménez de Asúa, Fernando de los Ríos Urruti, Felipe Sánchez Román y José Castillejo Duarte, catedráticos de Derecho; José Giral Pereira, catedrático de Farmacia…”.

Aunque invitado por México, Luis Jiménez de Asúa se exilió en Argentina, donde continuó su labor en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad Nacional del Litoral. Fue director del Instituto de Derecho Penal y Criminología de la Universidad Nacional de La Plata, hasta que, en 1946, renunció a su cargo en protesta contra el régimen peronista. Esa renuncia le permitió tener tiempo para la redacción del Tratado, su obra magna, de siete mil páginas de erudición científica y legislativa, editada entre 1950 y 1970.

Desde 1955, Jiménez de Asúa fue director del Instituto de Ciencias Penales y Criminología de la Universidad Nacional del Litoral, entre otros cargos en diferentes universidades argentinas. Renunció a ellos otra vez en 1966 tras el golpe de Estado de Juan Carlos Onganía.

Luis Jiménez de Asúa compaginó su actividad académica en el exilio con su actividad política. En 1945, presidió en México la última reunión de las Cortes de la Segunda República Española. Y, tras la muerte en París de Diego Martínez Barrio en 1962, se convirtió en presidente de la Segunda República en el exilio, acompañado por Claudio Sánchez-Albornoz en la presidencia del gobierno y por otros conocidos republicanos en los diferentes ministerios.

Luis Jiménez de Asúa ocupó la presidencia de la Segunda República hasta su fallecimiento, ocurrido en Buenos Aires el 16 de noviembre de 1970. Pasó sus últimos años envuelto en sus trabajos académicos y en su labor política, peleando en todo momento por el final de la dictadura de Franco y el restablecimiento de una república en España.

Al igual que el presidente Diego Martínez Barrio y tantos otros ilustres republicanos, Luis Jiménez de Asúa falleció lejos de España, en el doloroso exilio, sin ver cumplidas sus aspiraciones, aunque no desfalleciendo en ningún momento. Fue, en definitiva, otro hombre ilustre que murió lejos de su país, forzado por la dictadura de Franco.

Acabada la dictadura, en los años ochenta del pasado siglo, Jiménez de Asúa recibió diversos homenajes en España por parte de la Universidad Complutense, el ministro de Justicia socialista Enrique Múgica y el propio Estado, con la concesión de la Orden del Mérito Constitucional.

Claudio Sánchez-Albornoz: historiador y presidente de Gobierno de la Segunda República Española

Gabe Abrahams

Claudio Sánchez-Albornoz y Menduiña (Madrid, 1893-Ávila, 1984) fue un historiador y político que ocupó los cargos de ministro de Estado de la Segunda República Española y de presidente de Gobierno de la Segunda República Española en el exilio.

En 1913, Sánchez-Albornoz se licenció en Filosofía y Letras, y al año siguiente se doctoró por la Universidad de Madrid, gracias a su trabajo de tesis titulado La monarquía en Asturias, León y Castilla durante los siglos VIII al XIII. La potestad real y los señoríos.

Tras conseguir el número uno en las oposiciones al Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos, Sánchez-Albornoz fue catedrático de Historia de España en varias universidades como las de Barcelona, Valladolid y Madrid. En 1925, entró en la Real Academia de la Historia.

Durante la década de los años 20, Claudio Sánchez-Albornoz, que progresivamente se convirtió en un socialdemócrata comprometido con las causas justas como la reforma agraria, fue totalmente contrario a la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

La década de los años 30 supuso para Sánchez-Albornoz un frenético aumento de su actividad política. En el debate sobre la Constitución de 1931, fue el portavoz de su grupo Acción Republicana (AR). En su discurso, afirmó: “La República española ha venido para transformar radicalmente España, no sólo en el orden político, sino en todo, para impedir que siga corriendo a la deriva, sesteando, como ha venido sesteando secularmente a través de la historia”.

Entre 1931 y 1936, Sánchez-Albornoz fue diputado por Ávila, ocupando el cargo de ministro de Estado tanto en los gobiernos de Alejandro Lerroux como de Diego Martínez Barrios. También fue vicepresidente de las Cortes en 1936. Compaginó todo ello con su condición de rector de la Universidad Complutense de Madrid entre 1932 y 1934, entre otras labores académicas.

Al producirse el Golpe de Estado contra la Segunda República Española el 18 de julio de 1936 y estallar la Guerra Civil, Claudio Sánchez-Albornoz era embajador de España en Lisboa, y tuvo que afrontar una rebelión del personal de la embajada a favor de los golpistas.

En otoño de ese año, abandonó Portugal, tras romper relaciones el gobierno portugués con el de la Segunda República, y se exilió en Francia. Residió en Burdeos poco tiempo, aunque fue capaz de conseguir durante su breve estancia en esa ciudad francesa una cátedra en su universidad. El prestigio de Sánchez-Albornoz como historiador era grande y traspasaba fronteras.

En 1940, ante la ocupación nazi de Francia, Sánchez-Albornoz abandonó el país y se trasladó a Argentina. En los años siguientes, fue profesor de Historia en las universidades de Mendoza y Buenos Aires y fundó el Instituto de Historia de España y la revista Cuadernos de Historia de España.

Entre 1946 y 1951, también dictó cursos en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de Montevideo, Uruguay.

1947 fue un año difícil para Claudio Sánchez-Albornoz. Su hijo Nicolás que residía en España fue detenido y condenado a trabajos forzados por la dictadura franquista. Al año siguiente, Nicolás se fugó del Valle de los Caídos, con la ayuda entre otros de la escritora y periodista norteamericana Barbara Probst Solomon, y se exilió en Argentina. La fuga apareció en la novela Otros hombres, de Manuel Lamana, compañero de Nicolás en la misma, y en la película Los años bárbaros, de Fernando Colomo.

En 1963, fecha en la que Sánchez-Albornoz cumplió setenta años, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires le ofreció un homenaje. El historiador argentino José Luis Romero afirmó en tal ocasión: “Discípulos y camaradas de Claudio Sánchez-Albornoz unen sus nombres para ofrecer su homenaje al maestro […] A su llegada, los estudios históricos americanos tenían en la casa un alto nivel… pero, en cambio, la ausencia de fuentes para la historia de Europa siguió siendo casi total y estos estudios languidecieron […] En esta coyuntura, se incorporó Sánchez-Albornoz a los cuadros docentes de la facultad, y su entusiasmo y dedicación lograron sobrepasar los obstáculos que se oponían a los estudios medievales”.

Como remate a su larga actividad intelectual y política y a su fidelidad a la Segunda República Española, un año antes del emotivo homenaje en Argentina, en 1962, Claudio Sánchez-Albornoz había sido nombrado presidente de Gobierno de la Segunda República Española en el exilio, cargo en el que permaneció hasta el año 1971. En ese periodo, la presidencia de la Segunda República en el exilio estaba en manos del jurista y político Luis Jiménez de Asúa.

El partido político de Sánchez-Albornoz durante su presidencia fue la Acción Republicana Democrática Española (ARDE), un partido fundado en 1959 tras la fusión de Izquierda Republicana, la Unión Republicana y el Partido Republicano Federal.

El 23 de abril de 1976, tras casi cuarenta años de exilio y muerto el dictador Francisco Franco, Claudio Sánchez-Albornoz regresó a España durante un par de meses. Bajó del avión muy emocionado y declaró con lágrimas en los ojos: “Dije que vendría llorando y llorando estoy. No tengo más que una palabra: paz. Nos hemos matado ya demasiado. Entendámonos en un régimen de libertad”.

Durante su estancia, recibió el título de miembro de honor del Instituto de Estudios Asturianos por su labor como historiador del antiguo Reino de Asturias. Además, fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Oviedo. Sus trabajos y publicaciones sobre la Edad Media y la historia de Asturias son uno de sus grandes legados.

En 1983, Sánchez-Albornoz regresó definitivamente a España y se instaló en Ávila. El 3 de enero de 1984, fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Unas semanas después, falleció en su Ávila natal. Fue enterrado en el claustro de la catedral de Ávila.

Claudio Sánchez-Albornoz fue un historiador y político de gran categoría perseguido por la dictadura franquista. Durante 40 años, prácticamente el tiempo que duró la misma, permaneció fuera de España, impartiendo su maestría como historiador en universidades de varios continentes y siendo presidente de Gobierno de la Segunda República Española en el exilio. Muerto Franco, regresó a España para recibir reconocimientos y morir en su tierra, viendo cumplido su último deseo. Para la posteridad, quedan su fidelidad a la Segunda República Española y su obra, muy extensa e importante, ambas trascendentes en el tiempo.

Julián Zugazagoitia: periodista, escritor y ministro republicano

Gabe Abrahams

Julián Zugazagoitia Mendieta nació en Bilbao el 5 de febrero de 1899.

Su padre, Fermín Zugazagoitia Aranguren, fue director de la Cooperativa Socialista de la Casa del Pueblo de Bilbao, ejerciendo de concejal de la ciudad desde 1905 hasta 1909.

En 1914, Julián Zugazagoitia se afilió a las Juventudes Socialistas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Bilbao, por el influjo paterno. En 1917, participó en la Huelga General y, por ese motivo, pasó una breve estancia en la cárcel de Larrinaga.

En 1920, Zugazagoitia fue elegido presidente de las Juventudes Socialistas de Bilbao e inició su actividad como periodista en El liberal, La Lucha de Clases y El Socialista, entre otros medios, siendo condenado a un destierro en Santoña en 1923 por un artículo en el semanario La Lucha de Clases.

En su destierro de Santoña, Zugazagoitia inició también su carrera literaria. De esos años, son sus obras Una vida heroica: Pablo Iglesias (1925), Una vida humilde: Tomás Meabe (1925), Una vida anónima (1927), El botín (1929) y El asalto (1930).

En las elecciones municipales de 1931, que acabaron con la monarquía en España, Julián Zugazagoitia fue elegido concejal del Ayuntamiento de Bilbao. En las elecciones constituyentes del mismo año, obtuvo el acta de diputado.

En 1933, Zugazagoitia fue cofundador de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, una asociación dedicada a presentar a la URSS en la sociedad española. Un año después, tuvo un papel destacado en la Revolución de Octubre, desarrollada principalmente en Asturias y Cataluña. Por su participación, cumplió condena de prisión en la cárcel Modelo madrileña.

En esos años republicanos, Zugazagoitia estuvo centrado en su actividad política, aunque mantuvo viva su faceta de periodista y escritor de la década anterior. En esa etapa de su vida, fue director de El Socialista y escribió Rusia al día (1932). Durante su estancia en prisión por la Revolución de Octubre del 34, escribió también Trabajos clandestinos, obra inédita hasta el año 2005, entonces publicada con prólogo de su nieto José María Villarías Zugazagoitia.

En las elecciones de febrero de 1936, Julián Zugazagoitia consiguió el acta de diputado por Vizcaya. Tras producirse el Golpe de Estado del 18 de julio de ese año y el inicio de la Guerra Civil Española (1936-1939), permaneció en Madrid, siendo nombrado ministro de la Gobernación en 1937 por el presidente Juan Negrín.

En junio de ese año, desde su nuevo cargo, Zugazagoitia diseñó y creó el Departamento Especial de Información del Estado (DEDIDE), un servicio de inteligencia supervisado por él, que tenía como principal objetivo el espionaje de franquistas y anarquistas contrarios al gobierno republicano. En marzo de 1938, el DEDIDE fue absorbido por el Servicio de Información Militar (SIM), es decir por el servicio de inteligencia de la Segunda República Española, el cual mantuvo su labor.

En 1937, Zugazagoitia, además, fue ministro interino de Hacienda y promovió a la navarra Julia Álvarez Resano para el cargo de gobernadora civil en la provincia de Ciudad Real, convirtiéndose ésta en la primera mujer en desempeñar el cargo en España. Desde esa fecha hasta el final de la guerra, estuvo al frente de la Secretaría General de Defensa Nacional.

Finalizada la Guerra Civil, Julián Zugazagoitia se exilió y fijó su residencia en París. En la capital francesa, dirigió la revista Norte y colaboró con el diario La Vanguardia de Buenos Aires, escribiendo artículos sobre la guerra de España. En Norte, publicó su libro Madrid. Carranza 20. Los artículos publicados en La Vanguardia fueron reunidos en 1940 en un libro importante titulado Historia de la guerra de España.

En el prólogo que le dedicó Santos Juliá a una edición moderna del libro, comentó que el autor no quiso ejercer como historiador en la obra. El propio Zugazagoitia lo escribió así: “Yo no soy, ni puedo ser, un historiador. Soy un periodista que descubre sus observaciones y sus notas, por si tienen alguna utilidad para quienes hagan, serena y fríamente, la historia de la guerra». Con su libro dedicado a la Guerra Civil Española, Zugazagoitia dejó para la posteridad y las futuras generaciones una aportación única, llena de datos y juicios serenos desde su propia y directa experiencia.

Tras la ocupación alemana de Francia, fue detenido el 27 de julio de 1940 por la Gestapo. Pocos días después, el 31 de julio fue entregado a las autoridades franquistas.

Ya en España, sufrió una parodia de juicio. Fue juzgado por militares golpistas culpables del delito de Rebelión contra la Segunda República Española, siendo condenado a muerte paradójicamente por ese delito.

De poco le sirvió en el juicio haber sido ecuánime en su famoso libro dedicado a la guerra de España, incluso a la hora de valorar el juicio y el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española. “¿Por qué se ejecutó a Primo de Rivera? Nunca supo nadie contestarme satisfactoriamente… Se le condenó no por lo que había hecho, sino más bien por lo que se suponía que habría hecho de encontrarse en libertad…”, escribió.

Tampoco le sirvió en el juicio el hecho de que durante su mandato intentase evitar la muerte de varios personajes del bando sublevado, como el periodista y escritor Wenceslao Fernández Flórez o el también escritor Rafael Sánchez Mazas, uno de los fundadores de Falange Española y famoso protagonista de la novela Soldados de Salamina de Javier Cercas, que relata su fallido fusilamiento en el santuario de Santa María del Collell de Girona y su huida por los bosques de Palol de Revardit hasta Cornellà del Terri.

Julián Zugazagoitia fue fusilado el 9 de noviembre de 1940, en las tapias del Cementerio del Este de Madrid; fue uno de los 14 fusilados en ese día, uno de los 953 fusilados en ese año, uno de los 2.663 ejecutados desde mayo de 1939 hasta febrero de 1944 en ese mismo lugar. Inmediatamente después, su mujer y sus hijos se marcharon de Francia rumbo a México, país de acogida de un buen número de republicanos ilustres.

Tras el final de la dictadura franquista, los ayuntamientos de Bilbao y Madrid le dedicaron una calle. Poca cosa para tan ilustre socialista vasco; para tan ilustre periodista, escritor y político republicano. Para tan ilustre personaje. Muy poca.

Huesca: la capital de los Pirineos

Gabe Abrahams

Huesca (en aragonés, Uesca) es una ciudad situada a los pies de los Pirineos. Capital de la provincia del mismo nombre y de la comarca de la Hoya de Huesca, su población ronda los 54.000 habitantes.

Situada en el límite de los Pirineos, su imagen está unida a montañas nevadas en una parte importante del año. Cuando llegas a Huesca por el sur, te encuentras una ciudad situada en un valle y rodeada de montañas invariablemente con algo de nieve en sus cumbres. La belleza de Huesca desde la lejanía es difícil de adjetivar. Sus frías temperaturas también.

La historia de Huesca está unida a los íberos, pueblo de origen indoeuropeo y prerromano que ocupó las zonas sur, este y centro de la Península Ibérica. El nombre Huesca procede del íbero Bolskan.

La ciudad fue conquistada por los romanos, los visigodos y los árabes, hasta que acabó reconquista por las tropas cristianas en 1096. Desde ese momento, tuvo un estrecho vínculo con los reyes de Aragón.

Durante los siglos XVI y XVII, tras la Peste Negra, guerras, etc., Huesca vio cómo se consolidaron su Universidad y la imprenta, a la vez que se construyeron monumentos como el Palacio de Villahermosa o la iglesia de San Lorenzo.

En los inicios del siglo XVIII, durante la Guerra de Sucesión entre la Casa de Habsburgo o Austria y la Casa de Borbón, Huesca apoyó a los primeros, lo que provocó que el borbón Felipe V tras su triunfo aboliese el Concejo Oscense, nacido en la Edad Media.

Los siglos XIX y XX, supusieron para Huesca un cúmulo de guerras y batallas. Tras pelear los oscenses contra el dominio francés en la Guerra de la Independencia Española, Huesca vivió en 1837 la Batalla de Huesca, durante la Primera Guerra Carlista, y en 1937 la Ofensiva de Huesca, lanzada por el ejército de la Segunda República Española, durante la Guerra Civil Española.

Los dos últimos siglos sirvieron también para que Huesca acabase de convertirse en una ciudad con un atractivo especial, por sus parques, casino, edificios, monumentos, etc. En la capital de los Pirineos.

La mejor manera de conocer Huesca es recorrerla de Occidente a Oriente. En la parte occidental, destaca el Parque de Miguel Servet, un parque muy bonito construido entre 1928 y 1930 y dedicado al teólogo y científico aragonés que fue condenado a morir en la hoguera por hereje en 1553. Enfrente de la entrada principal del parque, llama la atención el precioso quiosco de la música.

A pocos metros del parque, atravesando la calle Valentín Carderera, se sitúa el Coso, una larga calle con forma de U no muy pronunciada que rodea la antigua muralla oscense. Actualmente, es una calle comercial con varios cafés históricos y edificios que siguen el estilo arquitectónico de principios del siglo XX. Me viene a la memoria el Café Bar Oscense, situado justo donde el Coso Alto cambia al Coso Bajo.

En ese punto, subiendo unos pocos metros por la calle Duquesa de Villahermosa, se encuentra el Palacio de Villahermosa, atractivo edificio renacentista del siglo XVII, construido con una gran fachada de ladrillo y tres plantas. Tomar un café en el establecimiento que se encuentra situado justo enfrente del palacio permite observarlo con calma y disfrutar de él.

En el mismo punto donde el Coso Alto cambia al Coso Bajo, bajando unos pocos metros por la calle Porches de Galicia, se encuentra también a la izquierda el imponente edificio del Hostal Rubaca y al final la emblemática plaza de Navarra.

En la plaza, se sitúa el edificio del Círculo Oscense, o Casino de Huesca, un impresionante edificio modernista de principios del siglo XX, obra del arquitecto Ildefons Bonells. El casino de Huesca es una auténtica joya. Merece la pena visitar sus interiores, donde el mobiliario y la decoración son al gusto de la época.

En la misma plaza de Navarra, ocupa un lugar prominente la fuente de las Musas, datada en 1885 y obra de Federico Villasante, Enrique Blondeau y Antoine Durenne. Todo apunta a que fue Antoine Durenne, escultor y fundidor de metales francés, quien consiguió que la fuente alcanzase la belleza y la categoría que tiene.

Durenne fue alumno de la École des arts et métiers de Angers en 1841, y de la École des Beaux-Arts en 1842, y fundador de la Escuela nacional superior de artes decorativas de Francia. En 1857, compró la fundición de Sommevoire. Durenne fue el creador de la fuente de las Musas, pero también el de la fuente de la Morena o Moreneta de la plaza de la catedral de Huesca, entre otras obras destacadas suyas esparcidas por Europa y América.

Regresando al Coso y siguiendo por él y su continuación, la Ronda Montearagón, se accede a la citada catedral de Huesca. La catedral de Huesca se halla en el punto más elevado del cerro sobre el que se asentó la primitiva ciudad de Huesca. Está ubicada frente al carismático Palacio del Ayuntamiento del siglo XVI. Hablamos del centro del recinto histórico de la ciudad.

La catedral de Huesca fue construida entre los siglos XIII y XVI sobre templos anteriores. La portada principal de la catedral, orientada hacia Occidente, no tiene excesivas sorpresas y responde a la bella simbología del arte gótico, plasmada sobre la piedra por los canteros. El resto de la catedral sigue la misma tónica que la portada principal.

En la plaza de la catedral, situada en un lugar discreto, se encuentra la ya mencionada fuente de la Morena o Moreneta de Durenne. Una fuente singular de base octogonal, en cuyo centro se levanta una escultura femenina de hierro fundido de color negro que lleva en su brazo izquierdo un cántaro de agua. El color negro y la base octogonal de la fuente llaman la atención.

La fuente permanece desde hace más de un siglo entre árboles en el lugar y pasa algo desapercibida para la mayoría de los visitantes de la catedral o del Palacio del Ayuntamiento.

La catedral y la fuente cierran el recorrido por Huesca. Un recorrido conciso, breve, pero en lo fundamental completo. Un recorrido para disfrutar de parques de otro tiempo, de edificios y monumentos destacadísimos y de arte singular. También muy probablemente de frío. Huesca merece la pena.

Emilio Herrera: aviador, científico y presidente del gobierno republicano

Gabe Abrahams

Emilio Herrera Linares nació en Granada un 13 de febrero de 1879. Sus padres fueron Rita Linares Salanava y el militar Emilio Herrera Ojeda. Uno de sus antepasados fue el arquitecto Juan de Herrera, quien diseñó el monasterio de El Escorial y la catedral de Valladolid.

En sus Memorias, Emilio Herrera recordó su infancia feliz en el seno de una familia burguesa, felicidad solo perturbada por una serie de calamidades naturales que conmocionaron la vida de su ciudad natal: terremotos de 1884, epidemia de cólera de 1885, desbordamiento del río Darro.

Herrera ingresó con diecisiete años en la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara, graduándose como teniente en 1901 e incorporándose en la Escuela de Aerostación de Guadalajara en 1903, centrada en el manejo de los aeróstatos.

Desde entonces, Herrera participó en competiciones de la especialidad (aeróstatos), como la Gordon Bennet o el Gran Prix de París, en el que consiguió una brillante segunda posición. En 1906, además, alcanzó la plusmarca nacional de altura en un aeróstato al llegar hasta los 6.000 metros.

Tras casarse con Irene Aguilera en 1909, Herrera participó como capitán y jefe de la Sección de Globos Aerostáticos de Melilla en la Guerra de Marruecos.

El 13 de febrero de 1914, Emilio Herrera, junto a José Ortiz Echagüe, atravesó a bordo de un monoplano Nieuport el estrecho de Gibraltar, consiguiendo nuevas plusmarcas, en este caso las de los vuelos Travesía del Estrecho, España-Marruecos y Europa-África. La magnitud de su gesta provocó que, al aterrizar en Tablada, el rey Alfonso XIII le nombrase gentilhombre de cámara. El logro alcanzado estaba al nivel de su hazaña de 1906, cuando alcanzó una altura de 6.000 metros en un aeróstato.

Tras su gesta, Herrera fue enviado a Estados Unidos para comprar aparatos Curtiss JN-4 Jenny y montó en España la primera escuela de pilotos de hidroaviones, siendo durante la Primera Guerra Mundial observador aéreo en distintos frentes.

Acabada la Primera Guerra Mundial, Emilio Herrera dirigió la construcción y diseño del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, embrión del actual Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). En el Laboratorio, estudió y proyectó vestimentas y sistemas de respiración para la navegación aérea a altitud elevada, llegando a inventar en 1935 la escafandra estratonáutica autónoma para tripulantes de globos a gran altitud, la cual fue una precursora del posterior traje espacial.

En la década de 1920, Herrera fue el representante de España en múltiples congresos internacionales de aeronáutica, publicó una larga lista de artículos y ayudó a Juan de la Cierva en la construcción de su famoso autogiro.

En 1928-1929, Emilio Herrera realizó la travesía del Atlántico y la circunnavegación aérea del globo terráqueo en el dirigible Graf Zeppelin LZ 127, consiguiendo dos nuevas gestas, equiparables a las alcanzadas en 1906 y 1914. En 1928, Herrera también participó en la creación de la Escuela Superior Aeronáutica.

Cuando se proclamó la Segunda República Española en 1931, Emilio Herrera, aun siendo desde 1914 un gentilhombre de cámara del rey Alfonso XIII, optó por la lealtad al nuevo régimen, una lealtad que llegaría muy lejos.

En aquel momento, el aviador disfrutaba de un gran prestigio y la Sociedad de Naciones le nombró experto internacional de aviación y la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le eligió académico. Unos años después, en 1936, siendo teniente coronel, Herrera también se convirtió en el director técnico de la Fuerza Aérea Republicana (FARE).

Al producirse el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936, Emilio Herrera se mantuvo fiel a la Segunda República, peleando por ella y alcanzando el rango de general en 1938, año en el que padeció la muerte de su segundo hijo, Emilio, también aviador, en acto de servicio en Belchite. Su hijo mayor, José, fue un reconocido escritor y poeta.

Al finalizar la Guerra Civil Española, Herrera se exilió en Francia, un exilio que duraría hasta su muerte. El aviador de las grandes gestas, el gran científico, el hombre genial no tuvo más remedio que abandonar su patria por la fuerza. Lo que creyó provisional, resultó definitivo.

Desde esa fecha, Herrera se dedicó a la investigación aeronáutica y científica, colaborando en revistas francesas especializadas. Ingresó en la Office National d’Études et de Recherches Aérospatiales (ONERA) y fue nombrado consultor de la UNESCO sobre física nuclear, cargo del que dimitió al ser aceptada la dictadura de Francisco Franco en la ONU.

Su preocupación por el drama de los exiliados españoles le llevó, además, a implicarse en actividades políticas en el exilio. En 1944, fundó, junto con Picasso, Victoria Kent y otras personalidades, la Unión de Intelectuales Españoles. En 1946, fundó la revista Independencia, Revista de la Cultura Española. En 1957, fundó el Ateneo Ibero-Americano de París. También formó parte de varios gabinetes del gobierno de la Segunda República Española en el exilio: Ministro de Defensa (1951-60), Presidente del Gobierno (1960-62) y Ministro de Hacienda y Defensa (1960-62).

Emilio Herrera falleció en Ginebra el 13 de septiembre de 1967, en un exilio doloroso que le impidió regresar a España y morir en su tierra. En 1993, sus restos regresaron a Granada.

Emilio Herrera Linares fue un hombre de talento, ilustre. Ahí están sus gestas, su capacidad creativa, su trayectoria política. Fue un gran hombre perseguido por la dictadura franquista, como tantos y tantos. El odio y la persecución de los mejores fue una de las tarjetas de presentación de Franco, aplicada incluso en sus propias filas. Herrera murió en el exilio, pero merece nuestro recuerdo. Un recuerdo permanente. Ha habido pocos como él.

Diego Martínez Barrio: presidente de la Segunda República Española

Gabe Abrahams

Diego Martínez Barrio nació en Sevilla en 1883, en el seno de una familia humilde. Era hijo de Manuel Martínez Gallardo, natural del pueblo sevillano de Utrera y de profesión jornalero, y de Ana Barrios Gutiérrez, nacida en la localidad gaditana de Bornos. Su familia por parte de padre era originaria de Sorbas, provincia de Almería.

En sus memorias, escribió: “Mi infancia no conoció otras alegrías que las inevitables de la edad, entreveradas con escaseces que, después de la muerte de mi madre, se convirtieron en miserias”.

A temprana edad, Diego Martínez Barrio inició su actividad como tipógrafo y periodista y se afilió a la Juventud Republicana de Sevilla y al Partido Republicano Radical. Desde 1901, comenzó a publicar artículos en diferentes diarios y semanarios como El Noticiero Obrero, Tierra y Libertad, ¡Justicia! y El Proletario. Fundó también el semanario Trabajo, después titulado Humanidad.

En 1910, inició su carrera política, siendo elegido concejal del Ayuntamiento de Sevilla, cargo en el que se mantuvo durante más de una década. Y, en ese mismo año, fundó el diario El Pueblo. En 1917, contrajo matrimonio con Carmen Baset Florindo, con la que no tuvo descendencia.

En 1923, Martínez Barrio se presentó como candidato para diputado a Cortes, pero la Junta del Censo y el Tribunal Supremo anularon el resultado y designaron a dedo a Juan Ignacio Luca de Tena, hijo del fundador del diario ABC, el cual no aceptó el cargo.

Al poco tiempo, Diego Martínez Barrio fue elegido presidente del Partido Republicano Radical en la provincia de Sevilla, pasando a encabezar la oposición a la dictadura de Primo de Rivera en la capital andaluza.

El 14 de abril de 1931, fecha de la instauración de la Segunda República Española, Martínez Barrio se encontraba exiliado en Francia. Pero el 15 de abril, acompañado de Marcelino Domingo, Indalecio Prieto y Lluís Nicolau d’Olwer, regresó a España por ferrocarril. El viaje hasta llegar a Madrid fue apoteósico. Las aglomeraciones en las estaciones, el entusiasmo, eran enormes.

Nada más llegar a Madrid, el Gobierno provisional de la Segunda República Española le nombró Ministro de Comunicaciones. Y, tras las exitosas elecciones de 1933, fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros, alcanzando también los cargos de Ministro de la Gobernación y de Ministro de Guerra.

En 1934, Diego Martínez Barrio abandonó el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux tras décadas de fidelidad por no estar de acuerdo con sus pactos con la derechista CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Tras ese abandono, fundó el Partido Radical Demócrata, el cual daría vida al partido Unión Republicana. En 1935, la Unión Republicana se integró en el Frente Popular junto con formaciones socialistas y comunistas, la Izquierda Republicana de Manuel Azaña, etc.

En las elecciones de febrero de 1936, en las que la Unión Republicana y el Frente Popular consiguieron un gran triunfo, Diego Martínez Barrio fue elegido diputado por Madrid e inmediatamente ocupó el cargo de presidente de las Cortes en sustitución de Santiago Alba Bonifaz, ejerciendo de manera interina la Jefatura del Estado entre el 8 de abril y el 11 de mayo de 1936.

Tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 contra la Segunda República Española, Manuel Azaña le ofreció a Martínez Barrio la difícil tarea de formar un gobierno de conciliación que pudiese evitar el inicio de una guerra. Éste lo intentó, pero no pudo. El 19 de julio, presentó su dimisión a Azaña.

Durante la Guerra Civil española (1936-1939), Diego Martínez Barrio presidió en varias ocasiones las Cortes republicanas. Y, tras la última reunión de las mismas, la que tuvo lugar en febrero de 1939 en el castillo de Figueras, cruzó a pie la frontera francesa e inició un doloroso exilio.

Martínez Barrio pasó por Francia, Cuba y finalmente México, donde presidió desde finales de 1943 la Junta Española de Liberación​. La Junta, fundada en México, actuó como un gobierno provisional de la Segunda República Española en el exilio ante los Aliados.

El 17 de agosto de 1945, un centenar de diputados de las Cortes republicanas de 1936 se reunieron en el Salón de Cabildos de la Ciudad de México, designando a Diego Martínez Barrio presidente de la Segunda República Española en el exilio. La sede del gobierno republicano se ubicó primero en la Ciudad de México, trasladándose el 8 de febrero de 1946 a París, donde Martínez Barrio residió desde entonces, primero en una lujosa residencia en la Avenida Raymond Poincaré y después en un piso más modesto en las afueras de la ciudad.

Como presidente de la Segunda República Española en el exilio, Martínez Barrio estuvo al frente de varios gobiernos, encabezados por José Giral (1945-1947), Rodolfo Llopis (1947), Álvaro de Albornoz (1947 y 1947-1949), Félix Gordón (1951-1956 y 1956-1960) y Emilio Herrera (1962). La principal misión de todos ellos fue acabar con la dictadura de Franco e intentar reestablecer un régimen republicano en España.

Países como México, Yugoslavia, etc. nunca reconocieron a la dictadura franquista, considerando a Diego Martínez Barrio y sus gobiernos como los legítimos.

En 1960, falleció la mujer de Diego Martínez Barrio, Carmen Baset. A los pocos meses, contrajo matrimonio con su cuñada Blanca, “boda melancólica –escribió-, impuesta por la necesidad…”.

En sus últimas cartas, Diego Martínez Barrio envuelto en una depresión añoraba desde París su tierra natal, “los días felices de nuestra Sevilla, perdida y amada”. Y recordaba a menudo su última visita a la capital andaluza de abril de 1936, cuando en compañía del presidente de la Generalitat de Cataluña, Lluís Companys, ambos fueron aclamados por un público extasiado que gritaba vivas a la República y a Cataluña.

Diego Martínez Barrio falleció en París el 1 de enero de 1962, sin poder ver completada su máxima aspiración: el final de la dictadura de Franco y el restablecimiento de una república en España. Eran las 13.15 horas del día de Año Nuevo de 1962, cuando en la Taberne Alsacienne de la rue Vaugirard, número 235, falleció de un ataque al corazón.

Su cuerpo, de setenta y ocho años, fue cubierto con la bandera republicana y enterrado en el cementerio de Saint-Germain-en-Laye, situado a las afueras de París.

En enero del 2000, sus restos fueron trasladados a Sevilla. En su testamento, había escrito: “Pido que cuando muera se trasladen mis restos al cementerio de San Fernando de Sevilla y en él se procedan a la definitiva inhumación. Creo tener derecho a sepultura perpetua como concejal que he sido de la ciudad. Deseo que al morir se envuelva mi cuerpo en la bandera de la República. Durante mi larga vida he sido leal a la patria, a la libertad y a la república. Los servicios prestados pertenecen al juicio de la historia. Los propósitos fueron rectos y desprovistos de odio hacia el adversario. Esa ha sido y es mi tranquilidad”.

Tras el fallecimiento, los sucesores de Diego Martínez Barrio al frente de la Segunda República Española en el exilio (los presidentes Luis Jiménez de Asúa, José Maldonado González y Fernando Varela Aparicio) continuaron su labor, hasta que en 1977 finalizaron su recorrido institucional. En esa fecha, el gobierno republicano en el exilio se disolvió oficialmente, aunque sin reconocer expresamente a la monarquía que colocó en el poder Franco en 1975. Tampoco ellos pudieron ver completada la aspiración de que la república regresase a España.

Diego Martínez Barrio fue el presidente de la Segunda República Española, tanto en España como en el exilio, con una mayor duración en el cargo, al igual que el legítimo presidente de España durante varias décadas. Casi 60 años después de su muerte, permanece olvidado y prácticamente fuera de las instituciones españolas. Cuando sus restos fueron a parar al cementerio de San Fernando de Sevilla en el año 2000, ni tan siquiera se permitió que recibiese los honores que corresponden a un Jefe de Estado.

Espero que este artículo sirva para aliviar ese injusto olvido, ese mal trato institucional que en España se extiende a las grandes figuras de la Segunda República Española, y también para rescatar su memoria.