Jornada de salud comunitaria frente al poder de las corporaciones transaccionales
Hay una necesidad importante para aumentar la sostenibilidad ambiental del país debido a que esto también aumenta la calidad de vida de las personas.
Las afectaciones sufridas por las comunidades vecinas a plantaciones piñeras se encuentra subcontabilizadas y no existe una metodología clara para recuperar estos datos que son de importancia para determinar lineamientos nacionales para la disminución de dichos impactos en la salud humana.
Este seminario permitirá ahondar en una experiencia teórico-práctica sobre este tema, la epidemiología comunitaria desarrollada por el Dr Gianni Tognoni en países como Argentina y Brasil donde existen problemas similares por contaminación con agroquímicos provenientes del cultivo de la soya.
El seminario estará dirigido a docentes de las universidades públicas, estudiantes y organizaciones de la sociedad civil. Será abierto y gratuito.
Objetivos/propósitos
El objetivo es ofrecer elementos teórico y prácticos sobre la metodología de la Epidemiología Comunitaria
Contenidos
Introducción al Epidemiología Comunitaria
Discusiones sobre la construcción colectiva de los derechos frente al poder de transaccionales
Acercamiento a la metodología de investigación de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados
Técnicas de investigación desde la Epidemiología comunitaria
Organizadores/as
-Oficina de Asuntos Internacionales de la Universidad de Costa Rica
-Escuela de Salud Ambiental-Universidad de Costa Rica
-Frente Nacional de Sectores Afectados por la Expansión Piñera
-Centro de Derecho Ambiental y de Recursos Naturales
Harinas, cereales, tortillas, chips de papas tostadas, magdalenas dulces, embutidos, concentrados de consumo animal y granos de maíz
Ni las poco más de 28 mil firmas recogidas a la fecha ni las promesas de campaña han logrado avances en el etiquetado de estos productos
Un artículo científico reciente publicado en la Revista Agronomía Costarricense revela la presencia de los polémicos transgénicos en una amplia gama de alimentos, sin procesar y procesados, que contienen maíz y soya. Como señala el estudio “en un mercado sin regulaciones que indiquen contenido transgénico en el etiquetado”.
El estudio analizó 36 alimentos de consumo humano y animal, con o sin ingredientes de maíz o soya aparente en su fabricación, de venta en establecimientos comerciales de las provincias de Heredia, Cartago y San José. Entre los alimentos que fueron analizados están tortillas y chips tostados de maíz, chips de papas tostadas, harinas de maíz, cereales de maíz azucarados, magdalenas dulces, embutidos, concentrados de consumo animal y granos de maíz para moler o sembrar.
Más de 85% de las muestras analizadas (31/36) contienen secuencias transgénicas. Según el estudio “Los resultados demostraron que existen alimentos y piensos derivados de cultivos Genéticamente Modificados (GM) en el mercado local y que la significancia y viabilidad del etiquetado de los productos, para proveer información a los consumidores, debería ser abordado por las autoridades competentes. Sin embargo, todavía falta realizar estudios cuantitativos en los análisis de rutina, para detectar si el límite de material GM, establecido por la regulación sobre alimentos y piensos GM de la Unión Europea, se ha extralimitado”.
Las y los investigadores pertenecen a la Universidad Nacional de Costa Rica, específicamente al Laboratorio de Análisis Genómico, la Escuela de Ciencias Agraria y el Laboratorio de Biotecnología de Plantas. También participa un investigador del Laboratorio de Trazabilidad Molecular Alimentaria de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República de Uruguay.
Etiquetado ¿para cuándo? En el documento de “Posición del Partido Acción Ciudadana y su candidato Luis Guillermo Solís” asegura con respecto al etiquetado que: “hay evidencias de efectos dañinos a la salud de ciertos productos transgénicos en animales de experimentación, por lo que las personas consumidoras tenemos el derecho de saber si un alimento contiene o no ingredientes genéticamente modificados por medio de una indicación clara en las etiquetas. En países como Brasil esto se aplica con mucho éxito, a pesar de ser uno de los grandes productores de cultivos transgénicos”.
Sin embargo, y faltando pocos meses para el final del mandato y sin importar las más de 28 mil firmas entregadas, el Gobierno continúa negándonos el Derecho Humano y Constitucional (art. 46) a recibir información sobre lo que comemos, incumpliendo su promesa de campaña electoral para: “elaborar y aprobar un reglamento para que se realice el etiquetado que informe en los alimentos para el consumo humano o animal si contienen ingredientes genéticamente modificados.” Este es un derecho que ya es una realidad en más de 60 países de los cinco continentes (FECON, 13-3-2017).
Invitamos a las personas interesadas en hacer efectivo este derecho a unirse a esta campaña nacional con su firma y las de sus familiares y allegados, de manera física o virtual (en: goo.gl/RJc6tv), hasta que el Presidente Solís cumpla su promesa, para hacer así una realidad en nuestro país el derecho humano a elegir de manera informada los productos con los que decidimos alimentarnos.
Quienes deseen colaborar activamente con esta campaña, pueden solicitar los formularios de recolección de firmas a: etiquetadodetransgenicos@gmail.com
Informes: Jaime García, campaña de Etiquetado de Transgénicos tel. 8723-7343. Rodolfo Umaña Castro (rodolfo.umana.castro@una.cr, tel. 2277-3790, 2277-3959), autor de este artículo.
Por Antonio Turrent Fernández, Presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad AC. Investigador Nacional Emérito; aturrent37@yahoo.com.mx
En 2014, más de 93% de 37 millones de hectáreas (Mha) de maíz y 34 Mha de soya fue sembrado con semilla transgénica en Estados Unidos (EU). Es, sin duda, un gran éxito de los consorcios multinacionales de semillas transgénicas (Cmnst) que, encabezadas por Monsanto, controlan el mercado de esas semillas y también el de sus versiones no transgénicas. Ambos granos se consumen en ese país como forrajes, insumos industriales, son base de alimentos procesados y también, productos clave de exportación.
La transgenización de estos cultivos en este país se aceleró por el evento transgénico de tolerancia al herbicida Roundup® (que contiene glifosato como ingrediente activo, más coadyuvantes) en la soya, y con eventos apilados de tolerancia a ese herbicida y de resistencia a algunas plagas, en el maíz. Además, por ser el glifosato eficiente como desecante del follaje de los cultivos, se asperja ampliamente antes de las cosechas motorizadas. El uso del glifosato, como parte de la tecnología transgénica, ha sido uno de los motores del éxito de Monsanto, también dueña de su patente. El glifosato ha sido promocionado por Monsanto como inofensivo para la salud humana y para la ecología.
Corresponde a EU 25% del consumo mundial. Ya les es ubicuo como contaminante. Está en los cuerpos de agua, en el agua potable, en las cosechas transgénicas y no transgénicas, en la orina de los humanos, en la leche materna, en la sangre, etcétera. La publicidad sobre su inocuidad, la permisiva regulación del gobierno estadounidense y su eficacia en la operatividad agrícola transgénica han impulsado lo que parece un megaexperimento con la población estadounidense (como conejillos de indias) y con la ecología. En este experimento, los Cmnst disfrutan de su conquistadabonanza, mientras los sujetos experimentales, inopinadamente asumen el riesgo de lo incierto.
A partir de la década de 1990 la incidencia de 22 enfermedades degenerativas se ha incrementado en la población estadounidense con tasas varias veces mayores a las históricas. El autismo infantil pasó de la frecuencia histórica de uno de cada 2500 niños en 1985, a uno de cada 50 en 2013 ¡Un incremento meteórico en menos de tres décadas! Las muertes debidas a enfermedades cardiacas, demencias, diabetes, obesidad y otras han experimentado incrementos similares. ¿Cuáles son sus causas? El sentido común indicaría que se trata de procesos multifactoriales inconexos. Sin embargo, después de una revisión de 286 artículos científicos, A. Samsel y S. Seneff publicaron en 2013 un texto de gran polémica que pone en duda la inocuidad del glifosato. Los autores sugieren que la contaminación ubicua de glifosato es factor muy central de lo observado en la salud estadounidense. Esta publicación da justo en la línea de flotación del emporio glifosato-transgénicos-Monsanto. Seguramente que los autores recibirán el tratamiento represivo especial en el que todo se vale, que en su momento recibieron otros autores, como Chapela, de California; Sèralini, en Francia; Carrasco, en Argentina, y Carman, en Australia, por publicar resultados contrarios a los fundamentos del emporio (Samsel A. y S. Seneff. 2013. Entropy, vol 15, pp. 1416-1463; doi:103390/e151041416. Ver artículo aquí: http://goo.gl/nmSedd).
En el citado artículo, se resaltan las altas correlaciones entre las incidencias de las enfermedades antes referidas y las cantidades de glifosato aplicadas a los cultivos transgénicos de maíz y soya en EU, así como varios mecanismos de acción del glifosato como posible factor causal, que derivan de sus propiedades a) como herbicida actuante sobre el microbioma bacteriano del tracto digestivo; b) como agente secuestrante de minerales vitales, como el zinc, fierro, cobalto, manganeso, y c) como supresor de citocromo P450.
El megaexperimento transgénico con la población estadounidense es muy relevante para México por dos razones por lo menos: 1) muy visiblemente, los planes corporativos de las Cmnst incluyen la reproducción de ese experimento en México; cuentan con el apoyo del gobierno mexicano y con la complicidad de contados científicos locales colaboracionistas, y 2) habrá que añadir al megaexperimento transgénico estadounidense el efecto del consumo directo y generalizado en México de grano de maíz transgénico, demostradamente asociado con cáncer mamario, daño a riñones e hígado, inflamación del estómago y crecimiento excesivo del útero de hembras en modelos experimentales de mamíferos. Sorpresivamente, sin base de investigación científica independiente en México, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ya dio el banderazo de salida a la gran aventura sin retorno.