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Etiqueta: subdesarrollo

Más allá de la maquila y el turismo

“El sistema político no ha sido capaz de reformar o redefinir el estilo de desarrollo nacional, para conciliar los intereses del progreso social y económico con los de la sostenibilidad fiscal y ambiental” (Informe Estado de la Nación, 2024).

Álvaro Vega Sánchez
Sociólogo

En la era de las nuevas tecnologías digitalizadas, la robótica y la inteligencia artificial un país que solo apuesta al turismo, con toda y su riqueza en biodiversidad, y a la maquila, aunque sea de alto nivel para suplir recurso humano calificado al parque industrial de zonas francas, está destinado al subdesarrollo.

Lamentablemente desde hace rato -y hoy con más insistencia- una clase gobernante corta de miras viene celebrando cada cuatro años logros macroeconómicos de crecimiento, en gran medida fluyendo hacia afuera y hacia arriba, con un goteo insuficiente que solo alcanza a beneficiar a un pequeño sector de trabajadores de maquila de punta. Y la mayoría de los trabajadores, en un mercado laboral que se contrae, con ingresos que no alcanzan a superar los del año 2014 (Informe Estado de La Nación, 2024).

Una suerte de conformismo y sumisión a los dictados de poderes fácticos, incluidos algunos organismos internacionales, nos tienen postrados en el subdesarrollo. Los gobiernos neoliberales predominantes hasta hoy se han conformado con administrar una deuda que se perpetúa y logros pírricos en reducción de índice de pobreza. Además, dedican buena parte de su gestión a desviar la atención de sus complicidades con sectores económicos poderosos, a quienes han venido tolerando el no pago de impuestos e incluso ´premiándoles con amnistías tributarias, mientras buscan chivos expiatorios y los exhiben en plaza pública (“pensionados de lujo”, empleados púbicos, entre otros). Asimismo, impulsan obras de infraestructura cuyo fin principal es, vía efecto de demostración, obtener dividendos político-electorales (la accidentada y siempre inconclusa ruta 27 y ahora el tramo de Limonal-Caldera que cambió el cemento por asfalto, una obra que empieza bien y termina mal).

Por ningún lado aparecen las políticas visionarias de largo plazo que nos hagan soñar e ilusionarnos con la posibilidad de salir del subdesarrollo. Brillan por su ausencia verdaderas políticas y acciones para constituir un vasto y pujante conglomerado empresarial e industrial nacional. Con deficientes, por no decir inexistentes, políticas en educación, cultura, ciencia y tecnología, así como con cada vez menos recursos destinados a estas áreas no podemos aspirar a ser parte de los países con mejores indicadores de desarrollo humano sostenible, aún y cuando hemos demostrado tener el potencial para lograrlo.

El vicepresidente de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (CADEXCO), don Jorge Calderón, en una reciente entrevista destacaba la necesidad de transitar cuanto antes hacia una economía digital, para lo cual contamos con el potencial humano necesario, con talento e ideas innovadoras. Pero hay carencias sustantivas en apoyo financiero, incentivos para los innovadores, más vínculos ente la academia y el sector productivo, bilingüismo, interconectividad de alcance nacional, etc. Por consiguiente, insiste en la necesidad de un pacto o concertación intersectorial y gremial que, trascendiendo intereses político-electorales, permita crear las condiciones para marcar un nuevo hito en el desarrollo de la capacidad productiva y competitiva del país (Programa La Lupa CR. Jueves 19 de diciembre 2024).

¿Qué ganamos con celebrar hoy con bombos y platillos que somos líderes en crecimiento económico entre los países miembros de la OCDE, sí nos disputamos los primeros lugares en desigualdad? ¿Qué ganamos con salarios mínimos relativamente altos si somos uno de los países más caros para vivir? Si no alcanzamos a superar estas contradicciones fundamentales (crecimiento con desigualdad y salarios medios con alto costo de la vida) no hay verdaderos motivos para celebrar.

Insistimos, nos es solo por la vía de la atracción de inversiones extranjeras que engrandezcan el parque empresarial de zonas francas, ni solo elevando la oferta turística, bajo modelos de “enclaves económicos”, que vamos a dar el salto que necesitamos. Es fundamental apostar ahora al desarrollo de capacidades científicas y tecnológicas al servicio de la equidad, la sostenibilidad y el bienestar humano, como bien lo ha destacado el Dr. José María Gutiérrez: “La consolidación de una comunidad científico-tecnológica robusta le permite a un país generar conocimiento original sobre su propia realidad natural y social, y es clave para que podamos transitar por senderos de prosperidad y equidad. Lamentablemente los modelos hegemónicos de las últimas décadas no le han prestado la debida atención a nuestro desarrollo muy pobre, por debajo del promedio latinoamericano. En fin, lo inadecuado de estas políticas nacionales va de la mano de la aridez de las propuestas de desarrollo que han prevalecido en el país en las últimas décadas” (Gutiérrez, José María, 2019).

En vísperas de un nuevo año electoral, más allá de concurrir a una contienda al estilo populista tan de moda, del discurso grandilocuente y de las promesas de siempre, quienes aspiren a ejercer liderazgo político podrían ensayar construir juntos, más allá de sus feudos partidarios, alternativas viables para conducir al país hacia un nuevo estilo de desarrollo que, como señala el Informe del Estado de la Nación “reconcilie progreso social y económico con sostenibilidad fiscal y ambiental”. Es una deuda del sistema político que urge saldar, si pretendemos retomar el camino del desarrollo con dignidad, justicia y equidad.

La principal crisis del país es fundamentalmente de imaginación política y de falta de voluntad de diálogo. Es posible hacer una tregua, para bajar el perfil de la confrontación y disponerse de manera reposada y sensata a conjuntar ideas y voluntades. Recuperar el espíritu de distención que facilite una nueva convergencia ética y humanista, al estilo del liderazgo de los años 40 y 50 del siglo pasado, para proyectar la Costa Rica de los próximos 50 años. Nuestros hijos, hijas, nietos y nietas se lo merecen.

“Aunque los retos no tienen precedentes y aunque los desacuerdos son enormes, la humanidad puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras opiniones” (Harari, Juval, 2018).

Haití necesita más y mejor asistencia y cooperación internacional

Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba

Haití sufre una grave situación humanitaria y de seguridad, que agudiza la inestabilidad social y la pobreza causadas por siglos de saqueo colonial y neocolonial, subdesarrollo e intervención extranjera.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución que autoriza el despliegue de una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití, cuyos efectivos podrán utilizar la fuerza en su ámbito de acción.

No es la primera vez que el Consejo mandata un despliegue militar en ese país. En esta ocasión, responde a una petición de las autoridades haitianas.

Cuba está a favor de la paz y la estabilidad en Haití, primer país latinoamericano y caribeño en sublevarse contra el colonialismo europeo, en alcanzar su independencia y en abolir la esclavitud en el Hemisferio Occidental.

Defendemos los legítimos derechos de su pueblo a encontrar una salida pacífica y sostenible a los enormes desafíos que enfrenta, sobre la base del pleno respeto a su soberanía.

La principal tarea pendiente de la comunidad internacional con Haití no es enviar un contingente militar.

Esa hermana nación caribeña, con la que la Comunidad internacional tiene una enorme deuda moral, necesita más recursos financieros para su desarrollo. Requiere, con urgencia, más y mejor asistencia y cooperación internacional, no solo para su reconstrucción, sino, además, para avanzar en el desarrollo sostenible del país.

Lamentablemente, muchos de los montos de ayuda financiera y material comprometidos por la comunidad internacional para Haití, como ayuda al desarrollo y para hacer frente a los efectos de los desastres naturales, fueron insuficientes, no se desembolsaron, o se absorbieron para gastos propios por innumerables organizaciones no gubernamentales extranjeras y agencias de ejecución de programas. En muchas ocasiones, no se respetó la voluntad de las autoridades haitianas ni las prioridades que estas establecieron.

Cuba reitera el llamado a abordar la situación en Haití con la debida atención a los problemas estructurales, económicos y sociales del país. Insiste en la necesidad de establecer mecanismos efectivos de ayuda que garanticen el uso eficiente de todos los recursos que aporte la comunidad internacional en beneficio del pueblo haitiano.

Apoyamos el llamado de la Comunidad del Caribe (CARICOM) a favor de una estrategia de desarrollo a largo plazo en Haití.

Nuestro país ha cooperado con Haití y concentrado sus esfuerzos en áreas en las que mayor impacto pueden alcanzar como la salud pública, elemento clave de la sostenibilidad y la estabilidad social de Haití; y también la energía, el agua, la educación, la agricultura y el deporte.

De manera ininterrumpida, Cuba ha mantenido, desde 1988, una brigada de profesionales y técnicos de la salud en Haití, para apoyar de forma incondicional a su pueblo, incluso durante el impacto de eventos meteorológicos y sísmicos, el brote de cólera y la pandemia de la COVID-19.

Cuba mantiene su compromiso solidario con Haití y le continuará brindando su ayuda incondicional. El noble pueblo haitiano necesita y merece más recursos y cooperación de la comunidad internacional.

La Habana, 6 de octubre de 2023

Enfrentar el impacto

Por:
Dr. Jorge Loaiza Cárdenas-
Msc Efraín Cavallini Acuña-
Académicos
Escuela de Planificación y Promoción Social
EPPS-UNA

Imagen: Rodrigo Valverde Naranjo

Como lo planteara E. Morín en la última página de su libro: La Vía para el futuro de la humanidad: “Quizás encuentren, en alguna parte de las ruinas de una biblioteca, este mensaje que les devuelva la esperanza y el coraje”; queremos compartir con ustedes unas palabras de esperanza y decisión, que nos permita enfrentar estos momentos de desesperanza e incertidumbre, al que hemos sido llevados ante la emergencia nacional que enfrenta el país a causa de la pandemia provocada por la enfermedad coronavirus COVID-19 en Costa Rica.

Hoy más que nunca estamos en crisis, no solo provocada por la pandemia del COVID 19, sino por las crisis de un modelo de desarrollo que nos ha llevado a un subdesarrollo intelectual, psíquico, tecnológico y moral.

Intelectual, porque la formación disciplinar que recibimos los occidentales, al enseñarnos a disociar todo, nos ha hecho perder la capacidad de relacionar las cosas y, por lo tanto, de pensar los problemas fundamentales y globales y abordarlos desde la complejidad en que están insertos, es decir vincular lo global con lo local y lo general con lo particular.

Psíquico, porque estamos dominados por una lógica puramente económica, que no ve más perspectiva política que el crecimiento y el desarrollo, y estamos abocados a considerarlo todo en términos cuantitativos y materiales.

Tecnológico, porque no debemos considerar a las tecnologías, como la herramienta que nos resuelve todos los problemas de la comunicación humana. Las tecnologías de la información y comunicación pueden hacernos bien o mal. No todas las tecnologías y cualquier uso que hagamos de ellas es lo más apropiado. No todas nos harán bien. Al contrario, utilizadas inapropiadamente pueden provocarnos torceduras, golpes en nuestra vida diaria, y pueden, sencillamente, embrutecernos. Pero aprovechadas de manera inteligente serán saludables y nos permitirán avanzar sanamente. Se debe elegir con lupa el menú tecnológico, conectarlo a nuestras necesidades reales y proyectos de mejora de la condición social. Es un imperativo utilizar la tecnología con sabiduría e inteligencia. Con ellas tenemos que hacer esfuerzos para tratar de recuperar el contacto humano, y, por consiguiente, la solidaridad. Como ciudadanía tenemos que apropiarnos de las tecnologías de la comunicación e información y reconocer su valor antes de que ellas desbocadas profieran el bazucazo a la humanidad y sigan colonizando nuestra mente y nuestra sociabilidad. Evitemos caer en la red de sus intereses comerciales y/o políticos. Recordemos, como se ha dicho en varios foros, que no está hecha la persona para la tecnología. Sino la tecnología para el ser humano.

Moral, porque el egocentrismo domina sobre la solidaridad. Además, la hiperespecialidad, el hiperindividualismo y la falta de solidaridad desemboca en el malestar, incluso en el seno del confort material. Como mal social, la corrupción es capaz de permear por completo un sistema político, afectándolo desde la cúpula hasta las actividades más cotidianas de la convivencia social sin importar las circunstancias en que nos encontremos. La permanencia de la corrupción en la política permite y atrae a personas impropias e inadecuadas para ejercer cargos públicos y desmotiva y repele a personas honestas que tienen una legítima vocación de servicio público. Los economistas, los sociólogos y los políticos tienen que tener cuidado con pronósticos imprudentes. En el desarrollo de esta crisis del COVID 19, se han visto algunos políticos que vacilan en asentar su estrategia en el principio de que el esfuerzo del Estado debe orientarse a salvar la vida de todos sus ciudadanos, que son los sectores sociales los que deben tener prioridad frente al cálculo utilitarista y mercantilista de las consecuencias económicas, que puede tener esa estrategia que beneficien a ciertos sectores privilegiados a contrapelo de la clase trabajadora y de quienes no gozan de garantías para acceder a una vida justa. La inseguridad no sólo se refiere a la lucha contra la pandemia, también a las consecuencias económicas y sociales que son impredecibles. Por ello, como sociedad, debemos incidir para lograr liderazgos políticos honestos para las siguientes décadas, que cultiven y promuevan la verdadera democracia y no contaminarla.

La crisis de la humanidad son crisis interdependientes, interrelacionadas, tenemos crisis en la salud, cognitiva, de pensamiento, política, económica, social, ambiental, cultural, ética; tenemos una crisis en la relación fundamental entre el individuo y la sociedad, el individuo y la familia, el individuo y él mismo; es decir, estamos abocados al abismo.

Sufrimos un malestar interior que parasita nuestro bienestar exterior. Aquellos que gozan de un aumento de su nivel de vida, ven reducida la calidad de la misma. Pero este es un malestar difuso, que se vive de maneras distintas; por ejemplo, el malestar que afronta la juventud, la desintegración de la familia, el significado de la vejez para la sociedad mundial actual ante la pandemia del COVID 19, entre muchos otros.

Pero toda crisis comporta riesgos y oportunidades; sin embargo, esta crisis humana que hoy enfrentamos con la pandemia del COVID 19 es solo una de ellas; que nos ha llevado a evidenciar los riesgos, pero nos obliga, a buscar las oportunidades de cómo superarlas.  La oportunidad es ver la crisis como una vía hacia un cambio, Así surge la gran capacidad creadora del ser humano que permita regenerar nuestra vida, la vida de nuestras culturas, del legado del pensamiento y conocimiento al cual hoy en pleno siglo XXI hemos logrado alcanzar; este será nuestro máximo instrumental de lucha que nos permitirá definir la ruta que nos llevará hacia ese gran cambio. Como dice Morin “cambiar de vía”.

Pero cambiar de vía no significa frenar el desarrollo científico-técnico-económico, por el contrario, significa repensar y hacer un alto y un acto de contrición, para valorar lo bueno y malo que tenemos en nuestras vidas, de tal forma, que abramos una pluralidad de caminos, reformadores a nuestra vida. Serán muchos los caminos, pero como dice Machado “. el camino se hace al andar”.

El cálculo monetario no puede evaluar el bienestar y el malestar. La tristeza, el abandono y la soledad buscan consuelo en la compra y el consumo. La lógica del cálculo, de la máquina determinista, del rendimiento y de la productividad se extiende por toda la sociedad y se apoderó de todos nosotros. Por esto, necesitamos una reforma de vida, que pueda reducir el poder del dinero y del afán de lucro y de todos aquellos que siempre nos presentan las mismas recetas economicistas.

Necesitamos de una política de solidaridad real no de una de anonimato de solidaridad del estado de bienestar, es decir pasar de promulgar la solidaridad a liberar la fuerza de las buenas voluntades y favorecer las acciones solidarias, por ejemplo, impulsar la economía solidaria en donde se fortalezca el cooperativismo y las asociaciones sin afán de lucro que presten servicios de proximidad, o en el campo educativo, en donde profesores y docentes ofrezcan espacios de formación y acompañamiento técnico y profesional a aquellos que más lo necesiten; o en el campo de la seguridad ciudadana, en donde las comunidades se organicen para controlar la delincuencia y el robo.

Necesitamos un reencuentro con el trabajo en el que se dignifique el aporte de todo ser humano; volverle a cada ser su capacidad de crear, de innovar, de producir de sentirse útil en la vida, produciendo para sí mismo, para otro o para un mercado. Hoy más que nunca hemos aprendido que la salud y la alimentación son las principales fuentes de vida que todo ser humano necesita de manera indispensable, es nuestra responsabilidad velar porque nuestro país siga conservando y consolidando el sistema de salud que poseemos, pero en cuestiones alimentarias debemos reconocer el abandono y desconocimiento al que hemos llevado a nuestro sistema agroalimentario nacional, haber pasado de un sistema autosuficiente que garantizaba su seguridad alimentaria, de tan solo hace 30 años, con un liderazgo y reconocimiento a nivel ciudadano de nuestros agricultores, a un nivel de dependencia absoluta por lo que consumimos a nivel básico y sobre todo por el desconocimiento e invisibilización del pequeño y mediano agricultor de nuestro país, a punto de desaparecerlo. Es innegable e indispensable reactivar el sistema agropecuario de nuestro país, tarea que solo grupos multidisciplinarios y en dialogo abierto y permanente podrán buscar la forma de lograrlo.

Esta reforma de vida necesita de una reforma del pensamiento, que nos muestre la importancia de los prejuicios y los paradigmas que inconscientemente dirigen nuestras formas de conocimiento y comportamiento y nos hacen incapaces de comprender que los demás obedecen a otros preconceptos y otros paradigmas.

Tres pilares fundamentales para cimentar una sociedad próspera, solidaria, cohesionada, un Estado fuerte, representativo y garante de los intereses de los diversos sectores y que convoque a una ciudadanía participativa y proactiva, son la Ética Pública, la idoneidad- y la probidad, estas cualidades garantizan, a su vez la transparencia, la rendición de cuentas y son el filtro para detener los abusos del poder, la corrupción y el favorecimiento económico de una minoría. De manera tal, que se pueda cumplir con los requisitos de una democracia representativa y de una economía solidaria, eficiente y distributiva de la riqueza social. El modelo de desarrollo del Estado costarricense, desde la Segunda República, es una fuente para repensar el Estado y el rumbo de la Costa Rica, de los próximos 30 años.

Necesitamos afrontar la relación con los demás a través de la comprensión del prójimo, la humanización de las emociones y el respeto democrático.

Todos debemos buscar aquello que es importante y necesario para nosotros, todos debemos encontrar el camino de nuestra regeneración, una vuelta a las fuentes generadoras-creadoras.

Trabajemos para diagnosticar y transformar, trabajemos para relacionar y unir. Las reformas son solidarias; no son solo institucionales, económicas, políticas o sociales, son también mentales, y requieren una aptitud para concebir y abarcar los problemas globales y fundamentales, una aptitud que, a su vez, precisa de una reforma de la mente y la forma de pensar nuestras vidas. Pero la reforma de la mente depende de la reforma educativa y de la reforma del pensamiento, ambas son complementarias e indispensables.

En materia educativa es momento para reorientar el modelo, hacerlo más inclusivo, más participativo, las TICS nos han ofrecido herramientas tecnológicas que van a revolucionar la enseñanza y el aprendizaje, y es precisamente donde la juventud nos ha dado una clase de destreza y habilidad para acoplarse a estas nuevas herramientas, el reto es porqué no incluirlos en el diseño de las nuevas formas de implementar el proceso de enseñanza aprendizaje valiéndonos de las TICS.

Ante esta época de crisis provocada por la pandemia del COVID 19 es momento para replantearnos, hacer un alto en nuestras vidas, valorar lo que tenemos, mirarnos como humanos, preguntarnos qué queremos de nuestras vidas, en qué estamos dispuestos a cambiar, y lo más importante creo yo, que puedo hacer por el prójimo, sobre todo aquel que ha perdido las esperanzas de vivir la vida con dignidad humana, aquel necesitado de espiritualidad, de oportunidad, de valoración por lo que es, y no por lo que tiene o puede producir,  aquel que anda en la calle sin norte, aquella que enfrenta sobrevivir con una familia sin  oportunidades de trabajo o empleo, pero no solamente él o aquella que parece estar alejada de mí, muchas veces, ella o él están muy cerca o son parte de mi núcleo familiar.

Insto a que olvidemos nuestro ego disciplinar que no nos deja ver la realidad compleja que afrontamos, debemos pasar de las recetas que todo lo solucionan desde una disciplina; receta, donde mi disciplina es la más favorecida, y los o las otras, son las que deben implementar las sabias soluciones propuestas; debemos buscar el encuentro con el otro, a reconocernos en el otro u otra, a dialogar, a buscar puntos de convergencia que nos permita avanzar en la convivencia fundamentada en el amor por nuestro semejante, porque solo de esta manera podremos avanzar en una sana convivencia en donde lo que planifiquemos sea producto del aporte de cada uno de nosotros.

Finalmente, consideramos que el gobierno y quienes lo presiden realizan las acciones y medidas que humanitariamente, con meditación o alevosía, consideran más oportunas, más que criticar dichas propuestas, debemos realizar aportes o propuestas que mejoren dichas acciones, hay que pasar de la reacción a la acción propositiva. Ya no basta con denunciar, ahora es preciso enunciar, no es suficiente reconocer la crisis, la urgencia, también hay que saber por dónde empezar, el reto es ahora o nunca.

Aún tenemos tiempo para reconstruir y fortalecer aquellas prácticas ciudadanas, que soportan la institucionalidad y la praxis democrática, y que se fundamentan en la moral y la ética pública.