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Etiqueta: tortugas

Baulas en su paradoja

Freddy Pacheco León

Amigos nos dicen no entender, que exista un parque nacional marino para proteger a tortugas baula, que ya no anidan en los siete kilómetros protegidos de las playas Ventanas, Grande y Langosta. A ellos y a ustedes, les contamos que cuando se creó esa área de conservación, hace tres décadas, llegaban a desovar unas 400 baulas ¡por noche!, por lo cual se justificó, razonablemente, la protección de ese litoral para su anidación, por iniciativa y apoyo de los vecinos que tenían sus viviendas, más allá de los inalienables 50 m de zona pública. ¿Se imaginan lo maravilloso que habrá sido, admirar a lo largo de esos 7 km de playa, cientos de las más grandes tortugas marinas del planeta, en una noche? El espectáculo natural duraba unas 12 semanas, y la dicha de los habitantes que no solo las admiraban, sino que, además, las cuidaban, era indescriptible. ¿Quién, de ellos, querría hacerles daño?

Resulta que los que allí vivían, desde más de 20 años antes de la creación del parque, residían en casas, que, al haber sido construidas del año 1977 para atrás, se determinó la existencia de la «zona marítimo terrestre», que no fueron afectados por la nueva zonificación, pues para entonces, los lotes y viviendas eran propiedad privada, tal y como lo reconoció el expresidente don Daniel Oduber, promotor y ejecutor de la ley.

Así, fueron pasando los años, y los mismos habitantes cercanos a las playas del Parque Nacional, se convirtieron en dedicados guardianes de las tortugas y sus nidos, durante los cuatro meses que duraba la temporada de desove. ¡No existía otro lugar a lo largo de la vertiente del Pacífico latinoamericano, con similar atractivo!, y la conservación era más que una política; era, más bien, una forma responsable de vida, de la cual se sentían muy orgullosos.

Pero un día la situación cambió. Entró en acción, una organización estadounidense de «investigación» (“The Leatherback Trust”) que ejecutó experimentos que jamás entendimos ¡cómo fueren avalados por nuestras autoridades ambientales! Y no lo entendimos entonces, ni lo entendemos hoy, pues usaron procedimientos experimentales, en los cuales sacrificaron tortugas baula recién nacidas, 1- congelándolas hasta morir, 2- con inyecciones letales al corazón, 3- anestesiándolas o 4- decapitándolas, según las publicaciones científicas generadas a partir de ellos. El Fideicomiso Baulas (así conocida en español) era una Organización vinculada con autoridades ambientales del gobierno de la República, que compartían sus objetivos. Gracias a esa comunión de ideas, se «compró la idea» de que todas las propiedades ubicadas a lo largo de 7 km de playas, atrás de los 50m del parque marino, ¡eran parte del mismo!, y que, por tanto, tendrían que ser expropiadas. Ante dichas acciones impulsadas por el ente extranjero, lo primero que hicieron los habitantes que, de un día para otro, amanecieron viviendo dentro de un parque nacional, fue hacer una lectura de la Ley de Creación del parque marino, para tratar de entender, el origen de ese gran conflicto que sorprendía a cientos de propietarios vecinos del área de conservación. Al hacerlo así, por un momento la tranquilidad imperó nuevamente, pues en el texto del artículo 1°de la Ley N°7524 de 1995, se lee que, además de los 50m de playa, manglares y unos islotes, el parque cuenta, además, con un área marítima marcada por una línea imaginaria paralela a la costa, distante 125 metros de la pleamar ordinaria aguas adentro». No había pues, nada especial o desconocido por qué preocuparse, pues la legislación reafirma cuáles son los límites del parque, y, de paso, reitera los derechos conocidos desde 1977 (Ley de la zona marítimo terrestre) y posteriormente, en 1995, como vemos, en la Ley de Creación del Parque Nacional marino.

Cabe mencionar, que con ello se cumplía a cabalidad, uno de los objetivos de los parques nacionales, cual es el de involucrar a las comunidades vecinas, a ser partícipes de los beneficios derivados de la conservación ambiental. En este caso, además de la sensación de orgullo, inherente a ser partícipes de la protección efectiva de las monumentales tortugas baula, y sus playas anidación, esas personas gozaban de un privilegio incomparable.

Pero sucedió algo insólito, que este biólogo todavía no logra entender. Como parte de movimientos de un juego de ajedrez, con dos reinas negras o algo equivalente, desde la Procuraduría General de la República, salió «un papel», que dice que, donde en la ley se lee «125 metros de la pleamar ordinaria aguas adentro«, se habrá de leer «125 metros de la pleamar ordinaria TIERRA ADENTRO». ¡Así como lo narramos! Con esa determinación estrictamente ilegal, pues no se puede calificar diferente, el ministro de Ambiente Carlos Manuel Rodríguez, puso a correr al personal del Minae, y en pocas semanas se empezaron a procesar expropiaciones millonarias, sin contar, además, con los dineros para ejecutarlas, pero sí con los instrumentos que evitaban, de paso, el desarrollo equilibrado que responsablemente propuso la Municipalidad de Santa Cruz, con la asesoría de la Universidad Nacional, para el área vecina a las playas del parque, definidas en su Ley de Creación. Reglamento de zonificación que fuese atacado en la Sala Constitucional, con argumentos que se reflejan en el oscuro voto que precipitadamente, lo rechazó.

Hoy, unos 20 años después de esa insólita acción gubernamental, como lo vaticinamos entonces a partir de la información disponible, la horrorosa matanza de tortugas baula en el Pacífico sur, a miles de kilómetros de las playas costarricenses, acabaría con las poblaciones de tortugas baula que justificaron la creación del Parque Nacional en Guanacaste. Ahora, una sensación de profunda tristeza invade a los habitantes cercanos a sus 7 km de playas, pues las grandes tortugas marinas, esos fósiles vivientes, que, desde hace unos 100 millones de años, surcan los mares del planeta, dejaron de anidar en las playas guanacastecas del área de conservación, creada para protegerlas. Así que, hoy, mis amigos, Costa Rica tiene un parque nacional para conservar baulas… ¡sin baulas!

Protesta en Playa Guiones por decisión del Tribunal Contencioso sobre el Refugio Ostional

El 5 de junio, Día del Ambiente, cerca de 300 personas se manifestaron en la entrada de Playa Guiones en contra de la decisión del Tribunal Contencioso. Este ente dejó sin efecto el Reglamento de Construcciones para el área de amortiguamiento del Refugio Nacional de Vida Silvestre Ostional.

Debido a esto y en respaldo al trabajo de la Asociación Cívica de Nosara y la Municipalidad de Nicoya por sus esfuerzos de regular ambientalmente las actividades urbanísticas de esta zona, el Movimiento Comunal en Defensa del Refugio de Vida Silvestre Ostional, convocó a la protesta, según informó Alejandro Cordero, uno de sus integrantes.

El objetivo de la convocatoria fue manifestarse a favor del seguimiento de este reglamento de construcciones aprobado por la Municipalidad de Nicoya para el Refugio de Amortiguamiento de Ostional, que pone límites a las construcciones para proteger la biodiversidad de la zona.

La marcha que dio inicio a las 9:00 am en Guiones y culminó en el Hotel Gilded Iguana, propiedad del desarrollador que solicitó dejar sin efecto el Reglamento de Construcciones que ahora defienden las comunidades.

Las personas demandan que las empresas se apeguen a las regulaciones ambientales desarrolladas en el país y la búsqueda de un modelo de desarrollo sostenible para las comunidades de Nicoya y Nosara.

 

Información compartida con SURCOS por María Trejos. Créditos de las fotografías Guananoticias.

Jaguar no es una amenaza para las tortugas marinas

Tortugas lora y verde son parte normal de la dieta de este felino, impulsar la protección de estas especies ayudaría a la conservación de nuestros ecosistemas.

Pese a que en los últimos años se ha dado una mayor presencia del jaguar y como consecuencia un aumento en la depredación de tortugas en el sector del Parque Nacional Santa Rosa, dentro del Área de Conservación Guanacaste, una reciente investigación muestra que la población de tortugas lora y verde no se encuentra amenazada.

El estudio, realizado por Miguel Chopin Rodríguez, para optar por el grado de Maestría en Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional (Icomvis-UNA), se concentró en Nancite y Naranjo, dos de las muchas playas del país ampliamente reconocidas como sitios para la anidación de tortugas. La tesis buscaba evaluar los factores bióticos y abióticos asociados con la depredación de las tortugas lora (Lepidochelys olivacea) y la tortuga verde (Chelonia mydas) por el jaguar (Panthera onca).

Lo primero que realizó Chopin fue un registro de anidación, tanto para playa Nancite (107 registros de tortugas lora y 35 de tortugas verde), como para playa Naranjo (104 registros de tortugas loras y 17 de tortugas verdes). “Dentro del modelo estadístico que utilicé se incluyeron las variables de fase lunar y su interacción con el coeficiente de marea, playa de anidación y la temperatura de la superficie oceánica. Respecto a la fase lunar esta puede estar asociada al hecho de que las tortugas marinas suelen anidar en cuarto menguante, por condiciones idóneas de luz. Además, el coeficiente de marea está relacionado directamente con la luna, por lo tanto, este también tiene influencia sobre las tortugas. Las anidaciones sucedieron en su mayoría a coeficientes de mareas bajos, ya que esto significa para la tortuga un menor esfuerzo para alcanzar la playa”.

La diferencia entre la cantidad de anidaciones por playa se debe, según Chopin, a que Nancite es una playa de anidación masiva de miles de tortugas en una sola noche, a la poca presencia humana, y otros factores como su topografía y drenaje de agua.

Naturalmente

Chopin también recorrió ambas playas en busca de nidos de tortugas marinas y tortugas depredadas por el jaguar. “Reregistré 19 eventos de depredación en total, de los cuales 12 se dieron en playa Naranjo (63.16%) y 7 en playa Nancite (36.84%). En Naranjo registré un 50% de depredación para tortuga lora (5.6 depredaciones por cada 100 anidaciones) y el 50% restante fueron tortugas verdes (16.67 depredaciones por cada 100 anidaciones). Mientras que en playa Nancite, registré un 85.7% de depredación de tortugas loras (5.87 depredaciones por cada 100 anidaciones) y 14.3% de depredación de tortugas verdes (5.9 depredaciones por cada 100 anidaciones)”.

Para el investigador, la anidación de tortugas verdes fue el factor más importante para la depredación de tortugas marinas. “Probablemente se deba a que la tortuga verde suele tardar el doble de tiempo que la tortuga lora en su proceso de anidación, esto se traduce en mayor tiempo de exposición en la playa y, por lo tanto, su probabilidad de ser depredada aumenta”.

Chopin también evaluó la distribución de carcasas de tortugas marinas depredadas por jaguar. Este recorrido se realizó entre junio y noviembre de 2019; ahí registró 338 carcasas de tortugas marinas depredadas por jaguar, 156 corresponden a playa Naranjo, 103 a playa Nancite y 89 a playa Colorada. En términos de número de carcasas por hectárea, la playa con mayor densidad promedio fue playa Colorada (8.7) carcasas/ Ha), seguida de playa Nancite (6.06 carcasas/ Ha) y por último playa Naranjo (2.64 carcasas/Ha).

“La distancia a la playa muestra una relación negativa con el número de carcasas, esto puede estar asociado con las dimensiones de la tortuga y el esfuerzo que significa para el depredador arrastrarla, pues las tortugas verdes (especie de mayor tamaño) fueron encontradas a menor distancia que las tortugas loras. En cuanto al factor playa se observa una tendencia de mayores concentraciones en sitios de menor presencia humana, este factor puede estar afectando tanto a las tortugas en sus anidaciones, como al jaguar en su actividad de depredación sobre estas últimas”, detalló Chopin.

Esta investigación concluye que el factor más importante relacionado con la depredación de tortugas marinas en el Parque Nacional Santa Rosa es el número de anidaciones de tortuga verde por noche. El resultado muestra la estrecha relación depredador-presa entre jaguar y tortugas marinas, en especial de la tortuga verde, la cual se encuentra categorizada como en peligro de extinción.

En playa Naranjo, el investigador recomienda que se regule la visita turística en los sitios de mayor importancia para la anidación de tortugas marinas, depredación de éstas por jaguar y distribución de carcasas. “(Se debe) evitar que las personas caminen por la playa hacia la sección más al norte durante las noches, donde se concentra la anidación de tortugas; de igual manera, evitar que caminen hacia el extremo sur, pues este punto es muy importante para la anidación de tortugas verdes, y ahí se concentran los eventos de depredación por el jaguar, así como el mayor número de carcasas/ha. Por lo tanto, las actividades turísticas durante la noche deberían estar limitadas al área de camping o en la playa en el área más cercana a la entrada a ésta, para evitar interferir con los procesos ecológicos normales de tortugas marinas y jaguares”.

Chopin también destaca la importancia de un programa de monitoreo permanente que considere la actividad del jaguar y tortugas marinas en las playas de estudio. “Estos programas de monitoreo deberían tener énfasis en la tortuga verde, ya que se identificó como especie de gran importancia para el jaguar, y la misma ha mostrado un aumento en su actividad en los últimos años en el Parque Nacional Santa Rosa”.

La investigación concluye que el factor más importante relacionado con la depredación de tortugas marinas en el Parque Nacional Santa Rosa es el número de anidaciones de tortuga verde por noche.

Fotografía de Miguel Chopin, Programa Jaguar.

Para más información ver el siguiente video:

https://studio.youtube.com/video/ukCBi89ecpY/edit

 

Imagen: Tortuga Lora anidando durante el día en playa Naranjo.

¿El Parque Nacional “Las Baulas” sin baulas?

Freddy Pacheco León*

El daño fue grande, como la playa, y dolorosamente, el tiempo nos da la razón. Porque un procurador «leyó» tierra adentro en una ley donde dice «aguas adentro», y porque a unos «ambientalistos» les creyeron la promesa de que los dólares que estaban siendo donados, serían usados para financiar la compra de una franja de terreno de 75m de ancho y 7 km de largo, que corre detrás de los 50m de la zona pública de las playas Grande, Ventanas y Langosta, el Minae (bajo la guía de The Leatherback Trust o Fideicomiso Baulas) procedió a presentar procesos falsos de expropiación de decenas de lotes… que eventualmente no fueron pagados. Se detuvo un desarrollo bien zonificado, ejemplar para el litoral de Santa Cruz, y no les importó el destino de las tortugas baula.

Al demostrarse ampliamente que la matanza de tortugas baula NO tenía nada que ver con lo que sucedía en las playas guanacastecas, sino que se trataba de un asunto relacionado con pesqueros industriales extranjeros, lejos de Costa Rica; y que más bien nuestras autoridades deberían haber liderado un movimiento Internacional para protegerlas en sus rutas de migración y alimentación, el entonces ministro Carlos Manuel Rodríguez, se hizo el desentendido, pese a que se trataba de una petición casi desesperada que se le hacía por salvar a las baulas del océano Pacífico. Que de nada servía, se le insistió a él y a los gringos que manejaban todo, proteger las playas del parque nacional donde desovan, si cada vez menos tortugas irían a alcanzar nuestras playas.

 ¡Y sucedió la catástrofe!

¡Adonde antes llegaban unas 200 tortugas baula por noche a anidar, hoy no llega ni una durante los cuatro meses de temporada! O sea, tristemente se cumplió el vaticinio de que iría a llegar el día en que tendríamos un «Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste»… ¡sin baulas! y por supuesto, sin fuentes de trabajo para los habitantes de Matapalo y otros paupérrimos pueblos cercanos.

(Nótese al fondo en la fotografía, a la izquierda, la casi ausencia de edificaciones en playa Grande, contrario a lo que sucede en primer plano en playa Tamarindo, que no forma parte del Parque Nacional).

Y es que efectivamente, pescadores suramericanos en el Pacífico sur, principalmente, han diezmado sus poblaciones desprotegidas en altamar, mientras tanto, en el mismo Parque Nacional Marino, los que se promocionan como sus protectores, también contribuyeron con su exterminio haciendo «experimentos» irracionales, como los ejecutados a 56 tortugas «condenadas» a nadar miles de kilómetros con pesados transmisores sobre su suave caparazón, hasta morir, o las 400 tortuguitas cruelmente decapitadas… para conocer su sexo.

Esa es la breve historia de esa bellísima parte de Costa Rica, cuna de un hecho irracional matizado de intereses «conservacionistas», que provocó mayor pobreza en Guanacaste, y que podría estar planteando a las autoridades cantonales y del gobierno central, una (al menos) revisión de la irracional, situación actual.

* PhD en Ciencias Biológicas.

Sala IV impone medida cautelar para proteger tortugas en Marbella

El pasado viernes 18 de diciembre, la Federación Costarricense para la Conservación del Ambiente (FECON) presentó un Recurso de Amparo contra el Concejo Municipal de Santa Cruz por el acuerdo municipal que permitió la instalación de postes y luces en la Zona Pública de Playa del Coco de Marbella.

En el amparo se indica a la Sala Constitucional que desde hace más de cuatro meses se presentó ante el Concejo un Recurso de Revisión contra el acuerdo que aprobó la instalación eléctrica en esta zona de alta fragilidad ambiental, sin tenerse fundamento técnico y violando directamente la normativa ambiental y los principios de varios convenios internacionales firmados por el país. Sin embargo, el Concejo no da respuesta ni depone el acuerdo. FECON demanda ante la Sala IV que este acuerdo municipal es violatorio del derecho ambiental y por tanto, inconstitucional.

La decisión del Concejo Municipal de Santa Cruz ha mantenido iluminación artificial en la zona, alterando y amenazando el hábitat de desove de las tortugas baulas y negras, dos especies marinas protegidas por la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas, ratificado por Costa Rica.

Estos convenios son claros y obligan a que el Estado tome medidas de no perturbación humana y ordenamiento costero con criterios técnicos y científico, cosa que el Concejo Municipal de Santa Cruz ha incumplido tajantemente por favorecer los intereses desarrollistas en la zona de Marbella.

Sala Constitucional aprueba medida cautelar

El lunes 21 de diciembre, FECON ha recibido la notificación de que la medida cautelar solicitada ha sido acogida por la Sala, ordenándose a las autoridades recurridas coordinar las acciones necesarias y adoptar las medidas pertinentes para que el alegado desove de las tortugas en el sector no se vea afectado por la contaminación lumínica (…) hasta tanto la Sala no resuelva.

Por tanto, FECON vigilará que la Municipalidad de Santa Cruz finalmente intervenga y desconecte la iluminación de la zona en coordinación con CoopeGuanacaste, que fue la encomendada para instalar esta iluminación, denunciada por su aprobación contraria a los debidos procedimientos ambientales.

https://feconcr.com/noticias/sala-iv-impone-medida-cautelar-para-proteger-tortugas-en-marbella/

 

Imagen FECON: Una tortuga arribando a playa del Coco de Marbella

UCR: La protección de tortugas marinas debe extenderse al mar

  • Los esfuerzos por proteger a las tortugas marinas en tierra son diversos. Sin embargo, estos resultan insuficientes cuando los reptiles regresan al mar, donde afrontan los mayores peligros

UCR La proteccion de tortugas marinas debe extenderse al mar2
Playa Ostional, en Santa Cruz de Guanacaste, es el principal sitio de anidación y reproducción de la tortuga lora. Foto: Anel Kenjekeeva.

Poco más de media tonelada, eso puede llegar a pesar un ejemplar de la tortuga baula (Dermochelys coriacea), una de las cinco especies de estos reptiles que llegan a las costas de nuestro país. Junto a ella, la tortuga lora (Lepidochelys olivacea), la tortuga verde (Chelonia mydas), la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) y la tortuga cabezona (Caretta caretta) viajan miles de kilómetros para llegar a las playas costarricenses a desovar.

Algunas tortugas son especies de reproducción masiva, se estima que pueden pasar de 30 a 40 años de su vida dedicadas a esta labor. Aproximadamente, tienen unas 15 o 20 temporadas de desove y en cada una de ellas son capaces de poner hasta 400 huevos repartidos en distintos nidos.

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Estos refugios son construidos por las tortugas cada quince días o una vez al mes a lo largo de la temporada, y contienen entre 80 y 100 huevos. Según estimaciones de científicos consultados, esa es la técnica evolutiva que maximiza la posibilidad de sobrevivencia de dichos reptiles, ya que la depredación natural de los neonatos es alta: se estima que solo una de las 1 000 tortuguitas que nacen llega a la madurez sexual. Además, no existe ningún cuido maternal, por tanto, los huevos y las tortugas en desarrollo tienen que sobrevivir por su propia cuenta desde el momento en que son depositados en la arena.

A pesar de sus mecanismos reproductivos, estas grandes viajeras se encuentran amenazadas y algunas de ellas, como la baula y la carey, están bajo la etiqueta de “estado crítico” en la lista de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Por eso, en la última década, las organizaciones no gubernamentales, asociaciones de desarrollo y el gobierno han puesto el ojo sobre su protección.

Y es que este animal se enfrenta a la cacería, a las consecuencias del calentamiento global, a la extracción de sus huevos y al peligro que supone para ellas la pesca de arrastre y con palangre, pues la pesca incidental o no deseada es la principal amenaza para estos reptiles migratorios.

“Algo como la construcción de una marina, por ejemplo, podría tener un impacto fuertísimo en las tortugas. Tenemos otros factores, como en playa Rajada (Guanacaste), donde hay campistas que cortan los manglares y quitan la sombra, se meten con los carros a la playa, entre otras acciones”, dijo Maike Heidemeyer, bióloga del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar), de la Universidad de Costa Rica (UCR), al referirse a otros peligros que las tortugas sufren en tierra.

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Este artículo pertenece al suplemento C+T, realizado en la Oficina de Divulgación e Información (ODI) de la UCR.

Amenazas latentes

Otro de los enemigos más recientes de estos animales con caparazón es el cambio climático. Tal fenómeno es uno de los factores que ha generado cambios en la proporción de machos y hembras en las poblaciones, ya que a mayor temperatura se producen más hembras; así como descensos poblacionales significativos en los últimos años, debido a que las altas temperaturas afectan la supervivencia de los huevos.

Las baulas, por ejemplo, dependen de la temperatura, pues sus presas tienden a vivir en zonas frías. Se piensa que el calentamiento global, acentuado en los trópicos, hace que las presas de las baulas se desplacen más hacia las zonas polares, por tanto, la migración de las tortugas desde sus centros de alimentación hasta sus sitios reproductivos se ha vuelto más prolongada.

Tanto para Heidemeyer como para el herpetólogo Gerardo Chaves Cordero, profesor de la Escuela de Biología de la UCR, la población de baulas en el Pacífico es la que más se ha visto afectada. «El problema central con las baulas es que sus lugares de alimentación coinciden con los hotspots o puntos de acceso de pesca. Por ejemplo, el Pacífico sureste en Perú, donde hay una fuerte captura incidental de las baulas en las flotas pesqueras mas grandes del continente», explicó Heidemeyer.

La baula es una de las especies de tortugas marinas que encara un mayor peligro de extinción. Imagen: Rafael Espinoza.
La baula es una de las especies de tortugas marinas que encara un mayor peligro de extinción. Imagen: Rafael Espinoza.

Por su parte, Chaves aseguró que las tortugas baulas en Asia han disminuido y ello afecta a las baulas americanas, pues ambas poblaciones están conectadas. “La población más grande que se conoce de esta especie en el Pacífico americano está en Costa Rica, en playa Grande (Guanacaste). Esta población se reduce a unas cientos de hembras por año, cuando antes se tenían miles”, añadió. El científico explicó que las tortugas marinas, por su longevidad y por ser animales muy grandes, poseen una dinámica poblacional muy lenta.

En su criterio: “no se puede hablar de una tendencia poblacional en la mayoría de las especies si no se tienen más de 20 años continuos de datos”. Estos animales, como la mayoría de especies marinas, lidian a diario con la destrucción de su hábitat, de las playas que utilizan para anidar y de sus sitios de alimentación.

La tortuga carey es una de las especies que llega a las playas del país. Imagen: Rafael Espinoza.
La tortuga carey es una de las especies que llega a las playas del país. Imagen: Rafael Espinoza.

Además, ciertas técnicas de pesca, incluso algunas ilegales en el país, amenazan a diario el bienestar y la vida de las tortugas marinas en el océano. Y es que si no son pescadas de manera incidental, como sucede muchas veces, los cazadores furtivos van tras su carne y sus huevos, práctica que todavía es común en el Caribe.

Esfuerzos de conservación

A lo largo de los años se han dado diversos esfuerzos para conservar a estos majestuosos reptiles. El país trabaja actualmente en la Estrategia Nacional para la Conservación y Protección de las Tortugas Marinas en Costa Rica, documento que detalla las acciones para proteger a estos animales.

“Es importante que la estrategia entre en vigencia. Se debe crear un programa porque las tortugas son animales que tienen un grado bastante importante en la generación de economía de la gente de la costa, son animales que necesitan un enfoque particular”, expresó Didiher Chacón Chaverri, director de Latin American Sea Turtles (LAST), una entidad que trabaja en programas de conservación en Pacuare y Moín, en Limón, y en Osa, en la zona sur del país.

La tortuga lora es la más pequeña de las tortugas marinas que arriban a nuestras playas. Imagen: Rafael Espinoza.
La tortuga lora es la más pequeña de las tortugas marinas que arriban a nuestras playas. Imagen: Rafael Espinoza.

Sin embargo, la bióloga Heidemeyer considera que proteger las zonas de anidación no es suficiente para lograr preservar las tortugas marinas.

“Como las tortugas que llegan a nuestras playas son hembras adultas es muy importante que se protejan esos sitios. Esto ya se hizo a nivel regional, las principales playas están protegidas y enmarcadas en parques nacionales, pero nunca se han revisado los sitios de alimentación y es ahí donde encontramos a los juveniles, a los adultos no reproductivos y a los machos”, explicó Heidemeyer.

“En un contexto de conservación –agregó– es muy importante iniciar por ahí, porque las tortugas maduran muy tarde, una negra (o verde), por ejemplo, puede empezar a reproducirse a los 50 años”.

Es por esto que en el país se estudian las rutas migratorias de las tortugas marinas, con el objetivo de conocer el movimiento que realizan y las zonas donde se alimentan.

Heidemeyer coordina la Red Integral de Tortugas Marinas (Ritma), la cual unifica a las personas investigadoras de estos animales, tanto de la UCR como de organizaciones no gubernamentales y otras universidades, a lo largo del Pacífico Tropical Oriental. La Ritma promueve el intercambio de conocimientos vitales en la toma de decisiones para el manejo y conservación de las tortugas.

“Trabajamos en juntar datos lo más rápido posible para conocer su ciclo de vida, cómo se mueven y cómo Costa Rica debe comunicarse con otros países para diseñar estrategias regionales de conservación, porque las tortugas son migratorias y no conocen fronteras”, indicó la investigadora. Ella, además, ejemplificó que en el Pacífico norte se agregan tortugas verdes que vienen desde Indonesia, en el sureste asiático.

Por su parte, Chacón reforzó la idea de que aunque se trabaje por proteger las zonas de anidación, las circunstancias a las que se enfrentan las tortugas en sus rutas migratorias se salen de las manos de las organizaciones que trabajan para conservarlas.

“Aunque hagamos las cosas bien y liberemos a más de 15 000 tortuguitas por año, como lo hacemos, las condiciones de la zona de alimentación están fuera del control de Costa Rica, dependen de otra serie de factores y no del quehacer de nosotros”, afirmó.

De acuerdo con Chaves, el país se ha esforzado por proteger las zonas de anidación, así como las áreas para migrar de las tortugas marinas.

“Crear áreas protegidas para las tortugas es complejo, porque estos animales pueden moverse entre playas a lo largo de varias décadas y por distintas razones. Se ha visto en otras partes del mundo que la población desaparece de un lado y aparece en otro, lo cual requiere un posible movimiento. Pero aparte de esto, la costa es un lugar muy dinámico, y si un animal se restringe solo a una parte para anidar, puede desaparecer”, advirtió el investigador.

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La tortuga verde puede llegar a medir más de un metro de longitud y se alimenta de pasto marino. Imagen: Rafael Espinoza.

Debido a este dinamismo, el investigador sugiere prever que toda la costa tenga condiciones adecuadas para que la tortuga pueda escoger dónde anidar. Esta sería una forma más eficiente de proteger a estos individuos.

Las tortugas no pueden reproducirse a no ser que tengan una cantidad de reserva de alimento suficiente; por lo tanto, si la reserva de alimentos no alcanza para hacer la migración, el animal aborta y espera otro momento, cuando se den las condiciones. Esto hace que algunos especímenes se tarden más en regresar a anidar.

El herpetólogo detalló que algunos ejemplares en playa Grande ahora duran incluso siete años entre una estación reproductiva y otra, esto es el doble o el triple del tiempo que tardan otros individuos regularmente.

Además, se ha descubierto que las crías requieren de una corriente muy fuerte frente a la costa para que las ayude a llegar rápidamente a mar abierto y así no ser depredadas. Se considera que el cambio climático podría variar la ubicación de esas corrientes.

Actualmente, el Parque Nacional Marino Las Baulas, situado en Guanacaste, recibe estudiantes del Programa de Voluntariado de la UCR todos los años.

Rodney Piedra Chacón, administrador del Parque, aseguró que la ayuda de los voluntarios es muy importante en la conservación de las especies, no solo porque colaboran con el monitoreo de la costa y otras actividades, sino también porque ellos hacen conciencia y eso se va a reflejar cuando –como futuros profesionales– tengan que tomar decisiones de impacto a favor del ambiente.

Chaves opinó que se puede lograr una mejor conservación de las tortugas si se incluye el tema en los planes reguladores costeros, si se protegen las cuencas hidrográficas y si se cuidan las costas para que estén en el estado idóneo que los animales necesitan para anidar.

Sin embargo, el biólogo hizo énfasis en no sobreproteger a los huevos y a las crías, ya que eso más bien produce un efecto negativo: “nosotros somos una especie que cuida a sus hijos y a veces aplicamos esto a los animales que queremos conservar, pero no todas las especies requieren cuido parental. Las tortugas son el ejemplo clásico”, dijo.

“Cada animal nace previsto para resolver sus problemas en el mundo desde el primer día que nació. El ambiente natural de las tortugas es muy agresivo. Para poder sobrevivir en esos sitios se requiere de mucha capacidad. Esas capacidades no las podemos mermar”, aseveró.

 

Max Martínez Villalobos

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Paula Umaña González

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

 

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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