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Etiqueta: Trump

EE.UU. elige la multipolaridad

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez.

Esta segunda administración del presidente Donald Trump ha marcado un hito en la política exterior estadounidense. Por primera vez desde el final de la Guerra Fría, Washington está abandonando su papel de guardián del orden unipolar y aceptando la nueva realidad del sistema internacional: un mundo multipolar donde grandes potencias como Rusia, China o India desempeñan un papel central en la recomposición del equilibrio global. Este giro estratégico nos recuerda a la escuela realista de relaciones internacionales, donde el Estado y la soberanía nacional vuelven a ser los ejes primordiales de la política global.

Un aspecto clave de esta transformación es el desacoplamiento de EE.UU. respecto al Occidente político tradicional, entiéndase, de Europa y sus centros de poder clásicos. Durante décadas, Washington dirigió la agenda global en conjunto con sus aliados europeos, pero el nuevo enfoque geopolítico de la administración Trump pone en duda este alineamiento incondicional, lo cual tiene a los europeos con los nervios de punta. Estados Unidos prioriza ahora sus intereses nacionales y redefine sus alianzas en función de la competencia global con China y Rusia, en lugar de seguir sosteniendo el peso del sistema occidental en su conjunto.

Durante años, se sostuvo la idea de que la unipolaridad era un orden natural, propio del “fin de la historia”, pero en realidad se trataba de una anomalía histórica disfrazada de multilateralismo y libertad. No puede existir un mundo con un solo poder sin un contrapoder que lo limite o lo regule. La estabilidad requiere equilibrio, y la unipolaridad, al no tener frenos efectivos, generó desorden y conflictos interminables en distintas partes del mundo. La OTAN fue el brazo armado de ese (des)orden. Ahora, con el ascenso de otras potencias al escenario de la toma de decisiones, ese espejismo de dominio absoluto ha quedado atrás.

El actual secretario de Estado Marco Rubio, lo expresa con claridad en una entrevista el pasado mes de enero en el programa de Megyn Kelly:

Y creo que eso se perdió al final de la Guerra Fría, porque éramos la única potencia en el mundo, y por eso asumimos esta responsabilidad de convertirnos en el gobierno global en muchos casos, tratando de resolver todos los problemas. Y están pasando cosas terribles en el mundo. Hay. Y luego hay cosas que son terribles que afectan directamente a nuestro interés nacional, y tenemos que priorizarlas de nuevo. Así que no es normal que el mundo simplemente tenga un poder unipolar. Eso no lo era, eso era una anomalía. Fue un producto del final de la Guerra Fría, pero eventualmente ibas a volver a un punto en el que tenías un mundo multipolar, múltiples grandes potencias en diferentes partes del planeta. Nos enfrentamos a eso ahora con China y, hasta cierto punto, con Rusia, y luego tienes estados rebeldes como Irán y Corea del Norte con los que tienes que lidiar”.

El reconocimiento de esta nueva realidad por parte de Washington plantea grandes incógnitas. Uno de los desafíos más relevantes es el de la desigualdad soberana, es decir, la brecha entre Estados en cuanto a su capacidad para ejercer plenamente su soberanía dentro del sistema internacional. En teoría, todos los Estados son iguales en términos de soberanía, pero en la práctica, las potencias pueden influir en las decisiones de los más débiles mediante presiones económicas, militares y diplomáticas. La multipolaridad no elimina esta desigualdad, pero sí redistribuye el poder entre varios actores, dificultando que una sola nación imponga unilateralmente su voluntad global.

Es evidente que los desafíos no desaparecerán, pero se abre la posibilidad de actuar desde una postura diferente a la hegemonía unipolar occidental. En la misma entrevista citada anteriormente, Rubio reconoce esta verdad. En sus propias palabras:

Ahora más que nunca debemos recordar que la política exterior de Estados Unidos debe estar orientada a promover nuestro interés nacional y, en la medida de lo posible, evitar la guerra y los conflictos armados. En el siglo pasado, vivimos dos guerras mundiales que demostraron su alto costo. Este año se conmemora el 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto de escala y destrucción sin precedentes. Hoy, el impacto de una guerra global sería aún más catastrófico, posiblemente amenazando la vida en el planeta. Y aunque pueda sonar exagerado, la realidad es que múltiples países poseen ahora la capacidad de aniquilación total. Por ello, debemos esforzarnos al máximo para evitar conflictos armados, pero nunca a expensas de nuestro interés nacional”.

Rubio deja entrever un cambio en la lógica estratégica de Estados Unidos; la guerra ya no es una opción sostenible en un mundo donde el equilibrio de poder se ha diversificado. Su declaración refleja el reconocimiento implícito de que la unipolaridad ha caducado y que la coexistencia con otros polos de poder es inevitable. En este contexto, las naciones que sepan moverse con pragmatismo y estrategia podrán aprovechar las oportunidades que ofrece un sistema más distribuido, sin quedar atadas a los dictados de una sola potencia.

Es contundente y queda claro, que la era del mundo dominado por una única superpotencia ha llegado a su fin. El modelo en el que Estados Unidos determinaba unilateralmente la política global sin restricciones externas ha colapsado, y Washington lo ha entendido. Europa hoy debe reinventarse, se encuentra sola y sin ese compañero que en los últimos treinta años fuera su amigo fiel. Ahora, el reequilibrio del poder global dependerá de la interacción entre múltiples actores, donde Rusia, China, India, Turquía, Irán y otras naciones históricas pero emergentes en este contexto serán claves en la configuración del siglo XXI y sus retos globales.

Deportados y dignidad nacional

Freddy Pacheco León, PhD

Mucha pena nos produce la infeliz resolución de la Dirección Jurídica de la Dirección General de Migración, publicada por su director general, don Omer Badilla Toledo, con la cual se trata de justificar, la actitud cómplice del presidente Chaves, con Donald Trump, vinculada a la repudiada deportación de migrantes desde suelo estadounidense.

Se trata de un texto, lleno de roces con la Ley General de Migración y Extranjería (N° 8764) que, aunque se sabe, ha de respetarse en su totalidad, no lo ha sido. Leemos en dicha resolución, que la misma se emite «en razón de la política migratoria adoptada por el gobierno de los EUA», y porque, «conforme a negociaciones realizadas entre los dos Gobiernos, Costa Rica aceptó recibir personas extranjeras que serán deportadas de los EUA, con el fin de que se materialice su retorno a los respectivos países de origen o destino final». Ya desde allí, se percibe cierta desagradable sumisión.

Aparte de que no se ha informado acerca de lo negociado o convenido, a cambio del almacenaje en Costa Rica (así lo percibimos), de esos «delincuentes«, según Trump, se infiere de la lectura de esa ilegal, vergonzosa e indigna resolución del Poder Ejecutivo, que los inmigrantes forzados, indebidamente tratados, parecieren estar jugando el papel, de «monedas de cambio«. Trabajadores miserables, que fueron sacados a la fuerza de sus viviendas y trabajos, sin importar sus relaciones afectivas y familiares, sus llantos, sus ruegos, para concentrarlos en, muy oportunas cárceles privadas, sin trámites legales y sin consideración alguna a sus muy posibles padecimientos médicos, crónicos, o provocados, como consecuencia al trato inhumano que recibieron, para luego, en su paradójico “Día D”, obligados a montarse en aviones militares, sin conocer lo que les esperaba al final de ese tétrico viaje. Y ello, como castigo, a haberse atrevido un día, a huir del hambre, la miseria, la violencia, vivida en países con antidemocráticos regímenes, principalmente, asiáticos. Así, dejaron atrás a sus familias, sus amigos, sus barrios, en un esfuerzo desesperado por sobrevivir, trabajando, así lo esperaban, en el país que por muchos años se ha nutrido de inmigrantes; algunos recibidos simbólicamente, por la formidable estatua de La Libertad, a su llegada a la ciudad de Nueva York.

Ante esa triste realidad, que ha provocado el rechazo, entre otros, de la gran mayoría de las denominaciones religiosas del planeta, que, como la iglesia católica, han suplicado misericordia por esos hermanos, no deja de conmovernos, el solo pensar, cómo se sentirán de impotentes, esas personas, tan lejos de sus padres, hermanos, e hijos, sufriendo de soledad, quizá solo esperando morir, a manos de esos soldados que les mueven de un lado para otro, cual si fueren parte de una manada de animales.

Costa Rica, todavía valorado en el mundo, como un país amante de la paz, del respeto a los sagrados Derechos Humanos, caracterizado por una democracia estable, preocupado por la justicia social, solidario, asiento de un pueblo noble, tiene mucho que perder con este oculto convenio, acordado por los dos gobiernos involucrados. De un día para otro, nuestra nación ha sido involucrada, en una acción repugnante que ejecuta su «principal socio comercial», según los nuevos tiempos mercantilistas. ¡Ya no son Thomas Jefferson y Abraham Lincoln, los modelos a seguir!; ahora el surafricano Elon Musk y el cubano- americano Marco Rubio, son los que importan.

El papa Francisco sintetizó así, la situación creada: «El acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión».

Por otro lado, más allá de la dimensión humana de los acontecimientos, analicemos parte de la situación en el ámbito formal, legal, institucional.

Si los representantes consulares de Costa Rica tienen la delicada y exclusiva potestad, de actuar como agentes de migración en el exterior, incluyendo por supuesto, en los Estados Unidos de América, ¿quiénes dispusieron apartarlos de sus responsabilidades? ¿Ante cuál autoridad, a las personas deportadas, les presentaron, en Costa Rica o en los EUA, las correspondientes solicitudes de ingreso a nuestro país? Si no portan pasaportes o salvoconductos, como mínimo, ¿no es eso, causa de impedimento para ingresar, e este caso particular, por el aeropuerto internacional Juan Santamaría? Si las supuestas visas para ingresar al país, los extranjeros deben solicitarlas cuando la persona está en el exterior, ¿bastaría con levantar, en la oficina de Migración del aeropuerto, una lista informal, con las supuestas identidades de las personas transportadas en unos aviones militares?

¿Cumplen esos 200 seres humanos deportados, con los requisitos de seguridad y salubridad, que manda la legislación costarricense?

Por otro lado, si no se trata de residentes temporales, asilados o refugiados, ¿en cuál de los 268 artículos de la Ley N°8764, aprobada durante la administración Arias Sánchez, se establece una innovadora categoría, que podríamos llamar, «deportados de desconocida nacionalidad, traídos al país en aviones militares«?

Si la ley dice que «Todas las personas que lleguen al país serán sometidas al correspondiente control migratorio, con el fin de determinar si están en condiciones de ser o no admitidas, de conformidad con las disposiciones legales y reglamentarias vigentes», ¿se cumplió tal mandato, o simplemente, dieron por un hecho que se estaba ante una evidente ilegalidad, que había que disimular?

Pero aún hay más. ¡Veamos!

Se trata de extranjeros, que, por la fuerza, ingresaron a Costa Rica, en ejecución de un supuesto convenio o acuerdo internacional, suscrito por el presidente de la República, no aprobado por quien le corresponde, o sea, por la Asamblea Legislativa. ¿Será que estamos frente a ¡otra violación al principio del respeto a la separación de poderes!, de parte del Poder Ejecutivo?

Pero, bueno, como sea, lo cierto es que ingresaron y los tienen «almacenados», por tiempo indefinido, en un lugar cercano al paso fronterizo con Panamá, donde, gracias a Dios, se han hecho presentes organizaciones que velan porque se les respete, al menos, sus Derechos Humanos, y convenios internacionales que procuran velar por los migrantes.

En cuanto al tiempo en que permanecerán en suelo costarricense, surge otra interrogante. Y es que, nadie, ni el presidente Chaves, responsable de lo convenido, podría garantizar, su eventual salida del territorio tico, hacia Panamá en 30, 90 o 100 días, o en meses o años, pues, los supuestos 30 días de permanencia, dice el director general de Migración, en su resolución, son prorrogables «mientras desaparecen los motivos que le impiden a la persona, continuar con su viaje». O sea, si los panameños no pueden, o no quieren recibirlos, los maltratados deberían seguir hacinados por tiempo indefinido, algo así, como en un campo de concentración, un albergue, o una cárcel, según lo perciba cada persona. “Pero no hay que preocuparse”, más o menos dice nuestro presidente, “el gobierno de Washington, paga por el pan que se coman…”

Como parte de este embrollo, pese a la colección de ilegalidades, que este biólogo amigo de ustedes, parece percibir, creemos que al buscar una solución al grave problema creado por el Poder Ejecutivo, se habrá de tomar en cuenta, la Ley General de Migración y Extranjería, que en algún momento debió de respetarse. En ella, por ejemplo, leemos que «Las personas extranjeras gozarán de los derechos y las garantías individuales y sociales reconocidos para las personas costarricenses en la Constitución Política, salvo las limitaciones que esta establezca. Las normas relativas a los derechos fundamentales de las personas extranjeras se interpretarán conforme a los convenios en materia de derechos humanos y a los tratados y acuerdos internacionales ratificados que se encuentren vigentes y, específicamente, por lo siguiente:

1)Toda persona extranjera tendrá derecho de acceso a la justicia, al respeto de las garantías del debido proceso, al derecho de defensa y al derecho de petición y respuesta. 2) Las personas extranjeras que cuenten con autorización para permanecer en el país podrán circular libremente por el territorio nacional, por el tiempo que defina la autorización. 3) Las personas extranjeras estarán sujetas a los requisitos fijados en esta Ley, su Reglamento y en otras normas jurídicas aplicables, para ingresar al país, permanecer en él o egresar de él«.

Párrafos que resumen muy bien, el civilizado pensamiento costarricense sobre tan sensible materia, y que, de paso, evidencian el chicharrón en que nos han metido, con ese apresurado convenio y atropellada resolución.

Pero, hay todavía más. Resulta que la tal «resolución», suscrita por el señor Omer Badilla Toledo, viceministro de Gobernación y Policía, en ciertos párrafos, se refiere, en forma descuidada, a refugiados” (¡que no lo son!) o «a la persona extranjera beneficiada con este permiso», cual si se hubiera tramitado y concedido permiso de residencia alguno. Y agrega el viceministro citado, que si «la persona extranjera beneficiada con esta resolución», comete algún delito, «se le revocará de inmediato el permiso otorgado«, y se le aplicará la legislación pertinente. Preguntamos, ¿Lo deportarían? ¿Verdad que parece un chiste de mal gusto?

Párrafo que parece ser un vergonzoso «copy paste» de un caso totalmente diferente, seguro usado, para darle bulto a la tal resolución de la asesoría jurídica de Migración, ante lo inédito de un misterioso convenio, que, por complacer al secretario de Estado Marco Rubio, en representación de Donald Trump, fuere convenido, sin que les importara el debido sustento legal.

Para terminar, ¡he aquí otra perla!: «Las personas migrantes beneficiarias de la presente resolución, no podrán permanecer en el territorio nacional en forma irregular«, dice la resolución publicada en La Gaceta del 18 de febrero recién pasado.

Si se les está forzando a permanecer en suelo tico, en forma irregular, obviamente, en contra de su voluntad, ¿cabe esa condición?, además del cinismo de llamarlas “migrantes beneficiarias”.

En fin, es otra muestra más de lo que, por medio de una “resolución”, emitida por una dirección de un ministerio, se le quiere dar carácter formal a un acto ¡jamás antes sucedido en Costa Rica!, que obliga a ser valorado por quienes corresponda, desde el punto de vista jurídico y, por supuesto, político. Si se le deja pasar, cual, si se tratara de algo intrascendente, no sería extraño que se siguiere repitiendo, una y otra vez, con las consecuencias que ello tendría para el prestigio de esta maltratada Patria. No merece Costa Rica tal atropello.

20.2.25

Costa Rica y EE.UU.: Un acuerdo Inhumano sobre migrantes

Martín Rodríguez Espinoza

El reciente acuerdo entre Costa Rica y Estados Unidos para gestionar «el tránsito» forzado de migrantes genera indignación. Esta política no solo refuerza la postura restrictiva de Washington ante la migración, sino que convierte a Costa Rica en un eslabón servil en la cadena de un sistema que deshumaniza a quienes buscan mejores oportunidades de vida.

Estados Unidos ha sido históricamente un actor clave en la desestabilización económica y política de diversas regiones del mundo. Desde intervenciones militares hasta imposiciones económicas, ha contribuido a la crisis que obliga a miles de personas a huir de sus países. Sin embargo, cuando estos migrantes tocan su puerta, la respuesta es el rechazo y la criminalización.

Rodrigo Chaves, presidente de nuestro país, se ha alineado con este enfoque al aceptar el papel de intermediario en el trasiego de personas. En lugar de ofrecer una política humanitaria que garantice el respeto y la dignidad de los migrantes, ha optado por unirse a un modelo que los trata como una carga indeseable, contraviniendo la Carta de las Naciones Unidas y los principios básicos de derechos humanos.

Este acuerdo no solo es indignante, sino que sienta un peligroso precedente sobre cómo las naciones, gobernadas por corruptos, pueden ser cooptadas para servir a los intereses de las grandes potencias en detrimento de los derechos fundamentales de los más vulnerables. Los costarricenses y la comunidad internacional debemos alzar la voz para exigir un enfoque basado en la humanidad y la justicia, en lugar de uno que refuerce la explotación y el abuso.

El reciente acuerdo entre Marco Rubio y Rodrigo Chaves para gestionar el tránsito forzado de migrantes ha suscitado una profunda preocupación entre quienes sentimos que esto es un atropello a la dignidad humana. Este pacto, que implica la recepción temporal de entre 200 y 500 migrantes deportados por Estados Unidos, debe ser calificado como una medida que deshumaniza a quienes buscan mejores oportunidades de vida.

El pasado jueves 20 de febrero de 2025, Costa Rica recibió un vuelo con 135 migrantes de diversos países, incluyendo 26 ciudadanos chinos y dos mujeres embarazadas. Estos migrantes serán alojados en un campo de concentración, llamado «centro de atención temporal», cerca de la frontera con Panamá, mientras se coordinan su retorno voluntario a sus países de origen.

Este acuerdo se enmarca en las políticas migratorias de la nueva administración del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que buscan reducir la inmigración ilegal mediante la deportación de migrantes a terceros países.

Además, Estados Unidos, por su papel en la desestabilización económica y política de diversas regiones, ha contribuido a las crisis que obligan a miles de personas a huir de sus países. Paradójicamente, cuando estos migrantes buscan refugio, son rechazados y criminalizados. La colaboración de Costa Rica en este proceso es una acción servil que contraviene la Carta de las Naciones Unidas y los principios básicos de derechos humanos.

Es obligación de los Estados, bajo la Carta de las Naciones Unidas y los convenios internacionales sobre derechos humanos de respetar, proteger y promover los derechos humanos y las libertades fundamentales de los migrantes.

Trump y sus ejes geopolíticos

Juan Carlos Durán Castro
Asesor Sindical ANEP-CCSS
Secretario de Prensa FECTSALUD

Un señor de derecha, de la vertiente nacionalista del que ahora denominan capitalismo fascista nacionalista, como Trump, «que difiere » de la vertiente transhumanista hegemonizada por George Soros de Davos, está exclusivamente golpeando la mesa con 5 ejes centrales de geopolítica:

1- Canal de Panamá

2- Groenlandia

3- «Golfo de América»

4- Anexar Canadá

5- Aranceles como espada de Damocles.

Una agenda enorme, que habrá que ver como avanza realmente, por lo cual es menester político separemos que las bombetas y cachiflines mediáticos globales, que controlan corporaciones informativas y aspiremos a ver la realidad y posibles avances temporalizando apropiadamente los tiempos políticos para aspirar a guiar adecuadamente.

La verdad lo que hace Trump, es aspirar con urgencia equilibrar la correlación de fuerzas global, pues EEUU, viene arrastrando una policrisis en varios estamentos como país hegemón desde 1945 y es igualmente cierto que no desaparecerá, pues mantiene tres valuartes esenciales: el aparataje militar industrial, un mayor control de la narrativa global » informativa» que le permite llevar ventaja en la guerra cultural- cognitiva y el manejo del patrón dólar, ejes que se han debilitado, pero que aunados a algunas acciones le va a permitir colarse en esta nueva era multipolar ya en total desarrollo.

Al final como era de esperar, en esa tarea de equiparar las fuerzas mundiales, la prioridad es Ucrania y los negocios que de ahí se derivarán, los cuáles son el elemento central para hacer llegar recursos a los EEUU y cumplir con el discurso de enfoque nacionalista, como una expresión del nuevo liberalismo proteccionista, que es contrario al discurso neoliberal que hemos conocido por décadas, pero que encaja en el contexto actual para EEUU y que sin duda presenta pocas o nulas diferencias con el enfoque fascista del otro enfoque globalista transhumanista, que se deriva del control que emana del foro de Davos.

Dicho esto, está claro a nuestro humilde juicio, que el 14 de febrero 2025, no dudamos marca un punto de inflexión histórico, con la comunicación entre Trump y Putin, lo cual derriba buena parte de la narrativa engañosa de los operadores y operadoras europeas, que llevan desde 1945, siendo alfombra de los EEUU, cuya postración muestra hoy sus consecuencias.

Una llamada marca hoy una implosión brutal en la UE, que ha sido abofeteada tanto en la Conferencia de Inteligencia Artificial, como en la de Seguridad en Múnich, Alemania, en las cuales han sufrido un remesón histórico que ya ha provocado dos sesiones de emergencia en Paris y que parecieran indicar que Macron aspira a asumir algún liderazgo, pero no nos engañemos, la UE, no se va a atrever a enviar soldados a Ucrania, el discurso de poses mediáticas revela su sumisión al golpeado hegemón del norte que está jugando bien sus cartas.

Pero las cosas están claras, una buena parte de la dis que dirigencia de Europa, no se atreverá a romper su cordón umbilical y se plegarán a los designios gringos.

Por otro lado, EEUU con su consenso con Rusia de 3 ejes iniciales:

Lograr frenar el conflicto en Ucrania.

Elecciones democráticas en ese país (que deja fuera a Zelenski sin duda) y cerrar la etapa final de la paz, resulta ser una táctica y una estrategia que trasciende a ese conflicto y nos coloca ante un escenario de un acuerdo que marca el inicio de una nueva fase en la cual el multipolarismo reinará y marcará un momento que brinde las condiciones para una nueva repartición del mundo de cara a los negocios, que son al final del día la agenda de Donald Trump, actor que amarrará con Rusia el devenir del planeta.

Esta realidad puede presentar diversos problemas, pero más allá de todo, decimos con reservas incluidas, que nos alegrarnos, pues nos parece que la consolidación de un escenario como este que nos aleje de la estupidez de una guerra nuclear le agrega valor al mundo como tal y enciende algunas luces.

Así las cosas, Rusia y EEUU, van a definir las características del mundo a partir del 14 de febrero 2025 y sentarán a la mesa a Ucrania, a la UE y a otros actores, para que sigan la ruta trazada, consensuada sin duda con una China y una India, con un perfil más bajo, pero altamente estratégico.

O sea, la reunión inicial en Arabía Saudí marca un antes y un después para el mundo y deja clara cuál es la lógica de Trump y la de Putin, los roles de China e India y los efectos e impactos que empieza a sufrir el mundo en el siglo XXI.

Al final en este reacomodo de las piezas del lego, no olvidemos nuestra América y la relevancia en el actual contexto y sin duda alguna la lectura obligatoria que debemos tener en relación con nuestra patria y los enormes riesgos a los cuáles está expuesta en la actual coyuntura, puesto que no dudamos que las consignas de siempre de los movimientos sociales y sindicales, se mantienen intactas y es menester en tal sentido construir los mecanismos para blindar, mejorar y humanizar la institucionalidad nacional ante un proceso global que tendrá repercusiones de diverso tipo que requieren de acciones para la protección social y económica de las mayorías residentes en el país y el respeto a los derechos humanos, en Tiquicia.

Trump y el nuevo orden multipolar: hacia el fin del globalismo liberal

Mauricio Ramírez Núñez.

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

El regreso del presidente Donald Trump a la Casa Blanca y a la escena internacional está redefiniendo el tablero geopolítico de Occidente. Su reciente conversación con el presidente Vladimir Putin para iniciar las negociaciones y poner fin a la guerra en Ucrania no solo confirma que este conflicto fue inducido por Occidente, sino que también representa un giro fundamental en la política exterior de Estados Unidos. Con este movimiento, Trump ha puesto en su lugar a una Europa que durante décadas ha dependido de la protección estadounidense sin asumir la responsabilidad de su propia seguridad. Ahora, el mensaje es claro: si Europa no es capaz de garantizar su propia defensa, Estados Unidos no seguirá sacrificando sus recursos y su gente por ellos.

Desde la Segunda Guerra Mundial, Europa convirtió a Estados Unidos en su principal herramienta de seguridad, delegando en Washington la respuesta ante cualquier amenaza externa. La Guerra Fría y la expansión de la OTAN reforzaron esta relación, pero los tiempos han cambiado. Trump ha entendido que Estados Unidos no tiene por qué seguir asumiendo el rol de protector absoluto de Occidente, especialmente cuando sus propios intereses estratégicos están en juego. Su postura hacia Rusia ya no es de confrontación como la pasada administración del presidente Biden, sino de cooperación estratégica, lo cual es correcto y necesario en un mundo que avanza hacia la multipolaridad.

El caso de Ucrania es un claro ejemplo de la nueva visión de Trump. En lugar de seguir financiando sin límites al gobierno de Volodímir Zelenski, la prioridad será recuperar lo invertido. La administración Trump probablemente exigirá el pago en forma de petróleo y tierras raras, recursos fundamentales para la economía y seguridad energética de Estados Unidos. Así lo ha mencionado el destacado coronel estadounidense Douglas McGregor en una reciente entrevista. Se acabó el financiamiento descontrolado a gobiernos que no aportan beneficios tangibles a Washington.

La eventual conclusión de la guerra en Ucrania podría marcar el principio del colapso definitivo de la OTAN, una organización que nació como un dique contra la Unión Soviética pero que, tras la caída del bloque comunista, sobrevivió a base de conflictos diseñados para justificar su existencia. Mantenida artificialmente por las élites globalistas de Occidente, la Alianza Atlántica ha demostrado ser más un instrumento de hegemonía estadounidense que un verdadero garante de seguridad.

Hoy, la paradoja es innegable: la izquierda, que durante décadas exigió el desmantelamiento de la OTAN, ahora titubea y evita confrontarla abiertamente. Su institucionalidad, hábilmente adaptada al lenguaje del progresismo, ha logrado cooptarla mediante un sofisticado ejercicio de soft power. Prueba de ello son las declaraciones del entonces secretario general Jens Stoltenberg en 2023, cuando, en un mensaje grabado y difundido por la Alianza, afirmó: “Existimos no solo para defender y proteger nuestras tierras, sino también a las personas en toda su variedad”. Ahora, la OTAN no solo se presenta como un bastión militar, sino también como una supuesta defensora de la diversidad. Y así, la izquierda, que en otro tiempo habría denunciado su existencia, prefiere callar.

Si Washington deja de sostener esta estructura caduca, Europa se verá obligada a redefinir su seguridad bajo sus propios términos, sin el paternalismo estadounidense. La disolución de la OTAN, un escenario antes impensable, hoy ya no parece una utopía, sino una posibilidad concreta en el tablero geopolítico.

En el caso de Asia, la posible desmilitarización de las relaciones con China y la estabilización del tema de Taiwán podrían ser otros de los grandes logros de una política exterior más realista y pragmática. Garantizar la paz en la región del Indo-Pacífico es esencial, y para ello es necesario abandonar la lógica de confrontación impuesta por el globalismo liberal. Un entendimiento entre Estados Unidos y China sobre los asuntos estratégicos de la región aseguraría una estabilidad duradera y reduciría los riesgos de conflicto.

La única región donde no está claro cuál será el accionar de Washington sigue siendo Oriente Medio, y los compromisos que tiene Trump con Israel, donde la situación sigue siendo tensa y las posibilidades de un gran conflicto regional que incluya a EE. UU. siguen vivas. Sin duda, este puede ser el talón de Aquiles del gobierno norteamericano en temas geopolíticos.

En este contexto, la política de Trump moldea un mundo donde las grandes potencias negocian desde sus propios intereses sin estar atadas a una visión hegemónica impuesta por una élite occidental decadente. Sí, es el fin de la globalización neoliberal tal como la conocemos. Esto marca el inicio de una era multipolar en la que el globalismo liberal, con su agenda de intervención y control absoluto, empieza a desmoronarse. El futuro se encamina hacia un equilibrio de poder más natural, donde cada nación puede defender sus propios intereses y zonas de influencia sin ser obligada a seguir un modelo único e impuesto desde arriba. Trump no solo está tratando de reordenar Occidente, sino que, junto con Rusia y China está poniendo los cimientos de un mundo verdaderamente soberano y multipolar.

Trump frente al mundo

Por Arnoldo Mora

En la ceremonia de juramentación, Trump asumió una actitud desafiante frente al mundo entero; se mostró como lo que pretende ser: el último emperador de Occidente. Por eso considero que el título que encabeza estas líneas pudo ser también: Trump enfrenta al mundo. Pero cabe ahora preguntarse cuál es ese mundo que Trump no teme en desafiar, porque el presidente tiene al menos dos mundos frente a sí: el doméstico y el planetario, aunque, ante sus ojos, no poseen el mismo valor. El primero, como lo señala en su conocido slogan de campaña y que tanto éxito le ha deparado: “América primero”, equivale a decir que, para sus compatriotas y, sobre todo, para él, los Estados Unidos está muy por encima del resto del mundo, por lo que lo primero, por no decir lo único que realmente importa son sus propios intereses; más que su país como totalidad son él, Donald Trump y sus incondicionales, lo que realmente cuenta; es en función de esa élite y sus intereses que él se propone gobernar la nación más poderosa del mundo, ese es su único programa de gobierno, con lo que lograría la realización de sus sueños hegemónicos, ejerciendo el poder en función de sus intereses gremiales; el resto del mundo interesa en la medida en que sea útil a la plena realización de los mismos. Empleando una grandilocuencia enfática, ve en su retorno a la Casa Blanca la definitiva, por no decir última oportunidad, de hacer realidad el sueño que, desde que vino a este mundo, acaricia. Para lograrlo se siente, no sólo privilegiado, sino también ungido por fuerzas sobrenaturales. Como emperador, Trump no siente la urgencia de buscar el aval de su pueblo; todo lo contrario, es este quien debe estarle agradecido.

Esta arrogante actitud se inspira en una filosofía o concepción del mundo, del hombre en concreto. Para emplear el término consagrado por Max Weber, según el cual las grandes civilizaciones se caracterizan por tener un modelo de hombre ideal, un “arquetipo” o idea platónica de ser humano, el “hombre de negocios” (businessman) es el hombre ideal del que se nutre la “american way of life”, del norteamericano medio. Es gracias a la realización de este ideal que el pueblo norteamericano ha logrado ser la civilización más exitosa de la humanidad. Él, Donald Trump, encarna ese ideal mejor que nadie; eso explica el éxito político que ha logrado y que hoy, y durante los próximos 4 años, no cesará de exhibir orgulloso ante el mundo entero. Siempre había luchado por hacer de su vida la realización plena de ese ideal, ahora disfruta por haberlo logrado en el ocaso de su vida y como hombre escogido por la Providencia para servir de modelo a toda una nación. Por eso se rodea de gentes que esperan participar de sus sueños, por lo que le son fieles incondicionalmente. Trump se ha rodeado de un equipo unido por el vínculo de su lealtad al líder, pero muy diverso e, incluso, contradictorio en sus métodos y en sus ambiciones personales. Por lo que ahora la incógnita es saber hasta cuándo durará ese equipo una vez que haya pasado la euforia de la victoria y deban enfrentarse a los retos de cada día y a las intempestivas decisiones de un hombre que concentra todo el poder y sólo confía en sus ocurrencias.

Hay, sin embargo, un hombre que aparece como clave, especie de primer ministro que goza de la plena confianza del líder. Es un advenedizo, que no nació en su actual país, sino en Sudáfrica, lejana no sólo en la geografía, sino en su historia política. Me refiero a Elon Musk, cuya biografía es la negación total de los valores democráticos de que los Estados Unidos dice ser el modelo ante el mundo entero. Elon Musk es un “afrikaner”, es decir, un ferviente defensor del apartheid, un esclavista, convencido de que los nativos de África son una “raza inferior”. A la llegada a la presidencia de Pretoria de Nelson Mandela, el héroe de las luchas libertarias de su pueblo y padre de la patria, Musk huyó con sus millones a una tierra que le ha permitido convertirse en el multimillonario más grande del mundo, por lo que se considera el modelo ideal, el arquetipo de hombre weberiano” según la mentalidad yanqui; no es, por ende, ninguna casualidad que Trump lo haya convertido en la eminencia gris, el poder detrás del trono, no sólo para apoyarlo en su trajín y ante las muestras crecientes de deterioro físico y mental y del estrés que acarrea el ejercicio del poder supremo de la nación más poderosa del mundo, sino también para mostrar un modelo de éxito total a una nación dividida y sedienta de inspiración.

Este proceder de un presidente salido de las filas del Partido Republicano no constituye ninguna novedad; todo lo contrario, todos los presidentes republicanos posteriores a la II Guerra Mundial siempre fueron así. Veamos. Un anciano Eisenhower en su segundo período de gobierno dejó que el joven y ambicioso vicepresidente, el californiano Richard Nixon, gobernara mientras un convaleciente presidente se entretenía jugando golf. El poder detrás del trono en tiempos del comediante Ronald Reagan era Bush padre. Cuando éste llegó al poder, su vicepresidente Cheney era el que gobernaba con poderes omnímodos, lo que le permitió, luego de la sangrienta invasión a Irak, que la empresa liderada por su hijo se apropiara de los pozos de petróleo de ese país. Pero el caso más reciente y de peores consecuencias para América Latina, fue el del secretario de Estado (ministro de Relaciones Exteriores), Henry Kissinger; de origen alemán y proveniente de una familia askenazi, Kissinger fue formado en las juventudes nazis, de donde logró huir para hacer una carrera política exitosa en su segunda patria, los Estados Unidos. En Nuestra América Latina es considerado como el mayor genocida porque, en su condición de secretario de Estado de Nixon, planeó e impulsó a los ejércitos cipayos del Cono Sur (Chile, Argentina, Uruguay) a ejecutar implacablemente el Plan Cóndor, imponiendo dictaduras fascistas llamadas “regímenes de seguridad nacional”, que causaron a esos sufridos pueblos más de 60 mil asesinatos y cientos de miles de exiliados políticos dispersos por el mundo entero.

Ante esos antecedentes, cabe preguntarse no sin angustia ¿qué les espera a nuestros pueblos cuando Trump anuncia como una de las prioridades de su gobierno, anexionarse Canadá y Groenlandia, militarizar la frontera con México para garantizar “la seguridad nacional”, lo mismo que ocupar militarmente el Canal de Panamá, a fin de monopolizar su uso y obstaculizar el comercio con su archirrival China? Frente a tan ominosa amenaza, sólo cabe una respuesta, la que ya fuera soñada por Bolívar: dejar de lado las diferencias y unirse.

Emisario de Trump en Iberoamérica

Marlin Óscar Ávila.

Por Marlin Oscar Ávila

No cabe dudas que al presidente de EUA le gusta mucho ser el centro de atención mundial. Para ello ha tenido exabruptos con temas que no son de su dominio. Sus actitudes se distinguen mucho de la modestia en las de representantes de otras potencias mundiales. Su perfil es de un neofascista que se considera dueño no solo del mundo occidental, sino de la compleja economía política mundial. Después de décadas de haberse superado al imperio invasor, expansionista y guerrerista que tuviéramos en los años 70s y 80s, volvemos al asecho de la ultraderecha, esta vez, con una fuerza intervencionista que puede acabar con los procesos democráticos en nuestro continente, los que nos ha costado más de una generación construirlos.

Lamentablemente, tenemos algunos gobiernos que se aferran al mandato inconsulto, a los cuales les atrae gobernantes imperialistas como Donald Trump, ya vemos la gran cercanía del gobernante salvadoreño y no sería extraño que Rodrigo Chávez, se alinee fácilmente con ese gobierno. El presidente Novoa de Ecuador, con facilidad se inclinaría ante los mandatos de Trump. Títeres hay suficientes como para montar una ofensiva fascista en nuestra Iberoamérica.

Sin embargo, cuando vemos las grandes movilizaciones de mexicanos y de migrantes iberoamericanos que protestan por las acciones del gobierno racista y sectario de EUA, nos damos cuenta de que hay esperanzas en nuestra democracia y en nuestra juventud.

Sabemos que debemos seguir con la educación política sin temor a las amenazas de los grupos oligarcas en cada país. El proceso democrático debe seguir, aunque con la aparición de un líder estadounidense con ese perfil, estamos en un grave riesgo de retroceder. Trump nos ha enviado a su secretario de Estado, Marco Rubio, como emisario de un emperador romano, para asegurar sus posiciones territoriales y la voluntad de sometimiento de los gobernantes locales. Es claro que ese emisario no visitará Nicaragua, Honduras y Venezuela, menos a la isla de Cuba.

Nuestro proceso de democratización debe seguir creciendo sin permitir el vasallaje de nuestros gobiernos y pueblos. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum nos sigue mostrando diariamente cómo se debe hacer.

El ridículo de la diplomacia chavista

Mauricio Ramírez Núñez.

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

La diplomacia es el arte de la prudencia, de la previsión estratégica y de la defensa de los intereses nacionales sin caer en servilismos ni alineamientos ciegos. Sin embargo, la política exterior de Costa Rica bajo el gobierno de Rodrigo Chaves ha sido todo lo contrario: errática, dependiente y carente de un criterio propio. Ahora que la realidad geopolítica cambia drásticamente, con el presidente Trump y el presidente Putin acercándose para poner fin a la guerra en Ucrania, queda en evidencia el ridículo que han hecho muchos países al seguir sin cuestionamiento alguno la narrativa impuesta por Washington y Bruselas.

La paz en Ucrania, que tanto se ha negado durante años por los intereses de una élite occidental, parece inminente. Esto deja en una posición incómoda a los gobiernos que compraron la retórica de defensa de la democracia ucraniana, cuando en realidad todo se trató de una estrategia geopolítica de desgaste contra Rusia. Los países europeos y los aliados incondicionales de la administración demócrata estadounidense quedan expuestos como meros instrumentos de una agenda que nunca tuvo a Ucrania como prioridad ni objetivo final, sino que buscó prolongar el conflicto para beneficios estratégicos.

En este contexto, la pregunta para Costa Rica es clara: ¿qué hará ahora el gobierno de Rodrigo Chaves y su canciller sin experiencia, Arnoldo André Tinoco, cuando su gran aliado norteamericano cambie de postura? ¿Seguirán bailando la música que Washington les imponga, como el propio Chaves admitió vergonzosamente hace unos días? Es un espectáculo lamentable ver cómo la diplomacia costarricense se ha convertido en un eco vacío de la política exterior estadounidense, sin la más mínima capacidad de definir una postura propia que responda a los verdaderos intereses del país.

Costa Rica y su clase política en general, en su mayoría acríticamente pro-occidente, ha apostado por una línea hostil hacia Rusia sin ninguna necesidad ni conocimiento profundo de las razones del conflicto, perjudicando cualquier posibilidad de relación con una de las potencias globales más influyentes de la actualidad. Ahora, con Trump inclinándose hacia un acercamiento con Moscú y un preacuerdo de paz con el presidente Putin, ¿seguiremos con nuestra postura obsoleta y absurda o veremos a Chaves y su equipo dando un giro sensato respecto a Rusia?

Pero el problema no es solo Rusia. Este mismo patrón de sumisión e ignorancia geopolítica se está viendo reflejado en la relación con China. La Casa Blanca dicta la línea, Costa Rica obedece, sin importar si nuestras decisiones benefician o perjudican al desarrollo del país. Lo vimos con Huawei y lo veremos en cualquier otro tema estratégico. La lección es clara: la política exterior de la Costa Rica chavista no responde a una visión soberana ni a un análisis propio de los acontecimientos internacionales, sino a una simple repetición de la narrativa occidental añeja y neocolonial, sin importar las consecuencias.

El tiempo ha demostrado que la visión maniquea del conflicto en Ucrania, promovida por Estados Unidos y la OTAN, era falsa. Que el triunfo de Rusia es irrefutable en todos los ámbitos y que la neutralidad, así como las buenas relaciones con todos por igual, es el único camino viable para un país pequeño como Costa Rica en tiempos de incertidumbre global. Pero ¿ha aprendido algo nuestra clase política que tanto ha criticado al “terrible Putin”? Si seguimos con la misma actitud de sumisión y falta de visión estratégica, el ridículo de la diplomacia chavista solo será un capítulo más en la triste historia de nuestra falta de autonomía internacional.

Trumpismo, neofascismo y el culto a la personalidad de los violentos

Por José Solano Saborío

¿Cómo se pasa de que “apoyé a Donald Trump porque quiero la paz mundial”, al infierno actual?

Sí, a solo unas semanas de su vuelta a la Casa Blanca ya estamos en una de las peores crisis que hemos tenido… él la creó, esto no le está pasando a él, no es un tipo que tropezó y cayó en una guerra, él las está provocando, y las mismas personas que votaron por la “Paz Mundial” y “Estados Unidos primero”, ahora están entusiasmados de ver cómo Estados Unidos deja que sus raíces e instintos imperialistas se expandan, porque, aparentemente nada justifica que “centrarse en los estadounidenses” sea expandir su negocio familiar en el extranjero. Así que ¿cómo justifican esto? ¿es disonancia cognitiva? ¿mentalidad de culto o chivos expiatorios fabricados?…

La paz mundial ahora es solo que su lado, “el bueno”, gane a cualquier costo o sacrificio de derechos humanos o incluso de vidas… para ellos, la violencia es orden y el orden es paz; por lo que, cuando Estados Unidos invade o amenaza a un país, no lo ven como destrucción y violencia, más bien, ven que las cosas “se ponen en su lugar”, hacen culto a la fuerza; piensan que la violencia es necesaria para la paz, y que la debilidad es caos.

La fuerza es la paz, así que cuando Trump arrase sus propias ciudades, no lo ven como una atrocidad, lo ven como “restaurar el orden”. Para los chivos expiatorios de Trump… él crea un desastre y para ellos “les cumple”.

El “hombre del saco” (el “bogeyman” le dicen los gringos) es el culpable… y se lo creen sin chistar.

Los aviones se estrellan y -claramente- fue porque el piloto leyó un folleto de diversidad sexual.

Una vez que la economía se hunda, como parece que sucederá inexorablemente, según predicen los economistas serios, será por ese barista de Starbucks que usó leche de avellana en el café…

Nada tiene que ver las guerras en el Báltico o el Medio Oriente, ahora estará enviando tropas a Gaza, no se irán pacíficamente.

Él rompe algo, culpa a alguien más… y se lo compran, cada vez más usa el adoctrinamiento religioso, esto no es solo política, “es una profecía bíblica cumpliéndose” para ellos. Realmente creen que “Israel tiene que expandirse para el fin de los tiempos” y es el destino manifiesto de Estados Unidos ser su brazo aliado. Algunos se asombran de su “visión de negocios”, claro, “echemos a los palestinos y hagamos un Mega Gaza Trump Resort”.

No, no ven a Trump como un político, lo ven como “un guerrero elegido”, cuando destruye, lo ven como “el plan de Dios”, por eso se sienten como si fueran otra especie y no están pensando en hechos, ni en la lógica, o en la corrupción… están pensando que un “Estado Profundo” que controla desde las sombras a EE. UU. y el mundo, está contra ellos, se sumergen en retórica de cruzadas religiosas… ¡eso es aterrador! porque significa que justificarán cualquier cosa, esto no es solo hipocresía, son delirios masivos y, lo peor, es que realmente piensan que son los héroes y los patriotas.

Ahora… pensando en las formas y el discurso, cambie el nombre de Trump a este artículo y use el del presidente de su país: Bukele, Ortega, Milei o…. ¡Chaves! ¿Calza?

EEUU y Donald Trump en clave religiosa

Mg. José A. Amesty Rivera

La confesión de fe de Donald Trump es discutida, polémica y controvertida. Su pertenencia a alguna religión en específico es indeterminada e incomprensible. Por lo que en este artículo daremos algunas pinceladas para tratar de ver el tramado de cuestiones que hay que abordar, para comprender lo amplio del tema.

Lo primero que hay que saber es que la relación entre religión y política, siempre han atravesado la vida de los norteamericanos y la de Trump, en este sentido, veamos algunos elementos:

1. La separación de la iglesia y el estado, se establece en la primera enmienda de la Constitución de los EEUU, no obstante, es uno de los países más religiosos del mundo. Una prueba de ello es que los templos en EEUU normalmente están atiborrados con fieles; otra prueba es que quizás sea uno de los países con más templos por kilómetro cuadrado, llenos de fanáticos de múltiples creencias y cristianos religiosos, que condicionan el curso de la política norteamericana.

2. En este sentido, una incongruencia clave en la política estadounidense es que EEUU, es una sociedad interiormente religiosa con un marco institucional civil o secular. Esta anomalía tiene su raíz en un compromiso incorporado en la Constitución, sobre la relación adecuada entre la religión y el Estado. Sin embargo, como la mayoría de las cuestiones polémicas, este debate sigue siendo una fuente de conflicto.

En síntesis, como reza la primera enmienda: «El Congreso no aprobará ninguna ley que establezca una religión o prohíba su libre ejercicio».

3. Asimismo, cuál ha sido la religión de los presidentes norteamericanos: la mayoría han sido presidentes protestantes, a saber, presbiterianos, bautistas, episcopales. Richard Nixon fue cuáquero; John F. Kennedy y Joe Biden, católicos; tres han sido no religiosos: Thomas Jefferson, Andrew Johnson y Abraham Lincoln.

4. En el caso de Donald Trump, lo controversial de su religión es, por ejemplo, que, en 2011, en una entrevista en el programa Club 700, dijo: «Soy protestante, soy presbiteriano. He tenido una buena relación con la Iglesia cristiana. Creo que la mía es una religión maravillosa». Dentro de su familia, por otro lado, no todos se definen como él. Melania su esposa, es católica y su hija, Ivanka, se convirtió al judaísmo, para casarse en 2009 con Jared Kushner.

Desde 2020, mientras todavía ocupaba el despacho de la presidencia (la primera vez), se describió a sí mismo como cristiano sin denominación. Aunque antes era presbiteriano, ahora no se vincula con ninguna confesión concreta. El empresario Trump como buen conocedor de sus votantes, muchos de ellos hispanos católicos, que siempre le han mostrado más apoyo a su oponente demócrata, donde buena parte de ellos vive en los estados bautizados como el cinturón bíblico, al sureste del país en las dos Carolinas (Norte y Sur), Alabama, Georgia, Misisipi, Tennessee, Kentucky y Arkansas, el cristianismo evangélico está muy arraigado en la sociedad, y la fe cuenta también con un papel muy destacado en la política. Muchos de los locales de este círculo o cinturón bíblico, consideran a Trump como «el enviado de Dios».

5. En cuanto, y a pesar de aquella separación formal entre la Iglesia y el Estado, el nacionalismo cristiano estadounidense siempre ha estado entrelazado con el cristianismo protestante-evangélico.

6. Para ir finalizando este primer apartado, se rescatan dos elementos importantes, el secularismo y el nacionalismo cristiano estadounidense, que se ven representados en las palabras del ex fiscal general estadounidense William Barr en 2019, al expresar, que «la fuente de los problemas sociales de nuestra época es la perdida de los valores tradicionales, y que la religión ha perdido su predominio en la vida pública civil y secular». «El abuso de drogas, las familias rotas, la depresión y cualquier otra cantidad de patologías sociales son los amargos resultados de la nueva era secular. Al prohibir la oración en la escuela, legalizar el aborto y normalizar los estilos de vida alternativos, la sociedad estadounidense había permitido, que el relativismo moral socavara el sentido tradicional del orden moral del país. La solución, según Barr y otros, es un papel más central para la religión en el gobierno y la vida pública».

¿Cómo se refleja, entonces, el nacionalismo cristiano en Donald Trump?, primero hay que señalar un elemento desconcertante en la figura de Trump:

– ¿Cómo es posible?, que Trump sea el paladín de la derecha cristiana cuando ha sido acusado de misoginia, materialismo y odio al otro; cuando se haya casado tres veces, ser dueño de casinos y pagando y teniendo amantes adúlteras, cuando lo anterior no representa la ética de la derecha cristiana, de los protestantes evangélicos blancos, de predicadores y figuras políticas como William Bar, Franklin Graham entre otros; además de que contrasta con las enseñanzas de Jesús.

– Todo esto se entiende al haber ganado el apoyo en 2016 y 2020, incluyendo a católicos blancos conservadores, ya que Trump, según ellos, es el líder agresivo y fuerte que se enfrenta en una guerra -y aquí entra el ámbito político- capaz de desafiar a la élite liberal.

Entonces, la «ética cristiana de Trump» no atrajo a los cristianos conservadores, sino que fue su nacionalismo cristiano encarnado en una lucha salvaje entre demócratas y republicanos, entre conservadores y liberales norteamericanos, además, Trump estaba dispuesto a aprobar leyes y nombrar jueces que privilegiaran su visión del mundo cristiana conservadora, y que harían retroceder las protecciones legales que garantizaban la igualdad racial, de género y matrimonial.

¿Quién es entonces Donald Trump en términos religioso-políticos?

a) Reiteramos que, a lo largo de su carrera, Trump ha afirmado ser un ferviente cristiano, hasta llegar a recibir apoyo de los sectores conservadores cristianos evangélicos. Pero su actuación personal y sus declaraciones han generado dudas sobre la autenticidad de su fe. En medio de acusaciones de racismo, xenofobia y misoginia, muchos se cuestionan si Trump, realmente practica los valores que defiende la religión cristiana.

b) Es más, muchos críticos señalan que Trump se adhiere a grupos religiosos para desde allí llevar a cabo estrategias políticas y no responde a convicciones profundas de fe. Se preguntan: ¿Es el cristianismo religioso de Trump, genuino o simplemente es una fachada para ganar apoyo entre ciertos sectores de la sociedad?

c) Otros hablan que Trump usa la instrumentalización de la religión o la utilización de la religión en la política, para promover agendas conservadoras y discriminatorias. Ya que la postura religiosa del mandatario estadounidense, ha sido objeto de debate cuando ha utilizado la religión cristiana, por ejemplo, para justificar políticas como las restricciones a la inmigración o la oposición al matrimonio igualitario, en lugar de promover estrategias de inclusión, igualdad y justicia social.

Dos elementos importantes con carga religiosa, en lo que se refiere a Trump:

El atentado y su primer discurso religioso político.

Días después del atentado a mediados del 2024, Donald Trump se refirió a la religión con un estilo de un predicador evangélico: «Mi fe adquirió un nuevo significado el 13 de julio en Butler, donde me tiraron al suelo, básicamente por lo que parecía una mano sobrenatural». Y con una cruz de madera en su mano agregó: «Me gustaría pensar que Dios me salvó con un propósito, que es hacer que nuestro país sea más grande que nunca».

A partir de este hecho, Trump ha manipulado el hecho, para hacer de él, su gestión de trabajo, ya que se manifiesta, por ejemplo, en que casi la mitad de su discurso de proclamación, que fueron casi profecías de un mesías, veamos: «La edad dorada de América comienza ahora. Seremos la envidia de todas las naciones y no permitiremos que se aprovechen de nosotros… América pronto será más grande, más fuerte y mucho más excepcional que nunca. Estamos al comienzo de una nueva era emocionante de éxito nacional… Todo cambiará a partir de hoy muy rápidamente. A partir de este momento el declive de América ha terminado… Fui salvado por Dios para hacer a América grande nuevamente… Para los ciudadanos de EEUU el día de hoy es el día de la liberación… Espero que mi elección sea recordada como la más grande y trascendental en la historia de nuestro país. Mi administración estará inspirada por una fuerte búsqueda de la excelencia, el éxito implacable y la revolución del sentido común».

Por otro lado, ¿quiénes han influenciado en la vida religiosa de Trump?

Al parecer hay varias personas y movimientos, veamos algunos:

– Su posible consejero y asesor religioso fue, según analistas, el reverendo Norman Vicent Peale, cuya iglesia en Nueva York congregaba principalmente a protestantes ricos de clase ejecutiva, donde se difundía el pensamiento positivo y la búsqueda de la eficiencia. Según Peale, Trump era su mejor discípulo y Trump era su admirador. La influencia del predicador en Trump se ve reflejada en sus discursos: «De ahora en adelante una nueva visión gobernará esta tierra…»A su vez, los autores de estas corrientes religiosas ven en EEUU «un nuevo Israel al que Dios eligió y bendijo de modo singular».

– Más adelante, en 2008, Trump apareció en el programa Paula Today, que conduce Paula White, según algunos su «guía espiritual», quien confirmaba las palabras y tesis de Trump, sobre las claves del éxito: «Encuentra tu pasión y encuentra una manera para hacer dinero», convirtiéndose así en su referente espiritual.

White organizó en la torre Trump, en 2015, un encuentro para orar por Trump, invitando a telepredicadores, en dicho evento se escuchó a White orar así: «Padre, por la sangre de Jesús lo aseguramos ahora… ninguna arma forjada contra él podrá prosperar y cualquier lengua levantada contra él será condenada conforme a la palabra de Dios».


  • Luego, en 2024, fue mucho más moderada en su apoyo a Trump, tal vez para no perder muchos fieles que votarían por Harris. Pero lo cierto es que, a pesar de no haber estado tan presente como en la primera presidencia de Trump, el 9 de setiembre encabezó una reunión evangélica anunciada como «Consejo Nacional de Asesoramiento sobre Fe», previo al debate entre Trump y Harris, llamando a orar y a apoyar a Trump.



  • Por otro lado, desde octubre de 2015, varios telepredicadores de megaiglesias, afines a la teología de la prosperidad, rezaron públicamente sobre Trump imponiéndole las manos.



  • En 2017, el día en que Trump asumió por primera vez la presidencia de EEUU, el neopentecostalismo tuvo un protagonismo inusual. Entre los principales referentes religiosos presentes se encontraba una de las personalidades del mundo neopentecostal más influyente de la televisión, por ejemplo, la pastora Paula White, quien es conocida como referente de la teología de la prosperidad.



  • Asimismo, el pastor Samuel Rodríguez, presidente de la National Hispanic Christian Leadership Conference, se convirtió en el primer evangélico latino, en participar de una investidura presidencial estadounidense.


Para no hacer más largo este artículo, resumamos y recalquemos que el lema y tema de campaña electoral de Trump fue, Make America Great Again, que traduce: «Hacer grande a Estados Unidos otra vez, reflejando la creencia de los norteamericanos blancos, conservadores y ricos, que EEUU se creó y fundó como una nación cristiana, quienes instauraron leyes e instituciones, basadas en principios bíblicos protestantes. Este lema enciende el deseo de recuperar el país, quitándoselo al progresismo y su ideología woke (de varios movimientos e ideologías progresistas o de izquierda), para volver a ser gobernados por valores cristianos.

De allí que, durante la campaña electoral, Trump prometió «proteger a los cristianos» en las escuelas, el ejército, el gobierno y la plaza pública. Se comprometió a defender a cristianos y a los judíos que enfrentan discriminación y persecución. Se comprometió a oponerse al adoctrinamiento sobre las identidades sexuales, porque “Dios los creó hombre y mujer”.

En fin y para concluir, como señala un compañero de estudios teológicos, al igual que en el campo político, la guerra de las ideas se está llevando a cabo en el campo religioso, una guerra en contra de lo bueno de la humanidad y Trump la va ganando. Como cristianos y cristianas debemos esforzarnos en contribuir en esta área. Trump, como ejemplo en este espacio religioso, señala: «Dios me salvó y me eligió», bajo el supuesto, que Él «es el elegido para gobernar (mandar) por encima de las leyes y por encima de las iglesias».

Otro ejemplo es que, el mandatario estadounidense indica: «La diversidad sexual es pecado, Dios creó hombre y mujer», en el supuesto que, «el liberalismo y la izquierda han creado homosexuales, trans…». Un ejemplo final es, según Trump, que «quienes son diferentes a nosotros son delincuentes» y el supuesto es que, «los gringos son seres humanos, el resto son delincuentes».

Asimismo, en general y, en consecuencia, estas ideas son reproducidas por la mayoría de las personas: «Dios manda someternos a las autoridades superiores, Dios puso a las autoridades”. “Dios manda multiplicarnos, de hombre y mujer nos multiplicamos”. “Nuestra comunidad era segura, llegaron los indígenas y los negros y ahora todo es inseguro”; “si hay un crimen, seguro es un migrante».