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Etiqueta: Ucrania

Negociaciones en Estambul: Una chanfaina europea

Gilberto Lopes

San José, 18 mayo 2025

Chanfaina, receta tradicional de algunos lugares en España y América Latina. Guiso elaborado con vísceras y carne de cerdo, verduras y papas, dice el diccionario. Comida que se prepara friendo sangre de animal con menudos bien picados, cebolla, ají, pimienta, vinagre y limón o vino. Mezcolanza, revoltijo, confusión de cosas. Enredo o lío.

El viernes 16 de mayo finalmente se reunieron en Estambul las delegaciones rusas y ucranianas. Una propuesta que el presidente ruso, Vladimir Putin, había hecho una semana antes, en un discurso la noche del sábado 10, en el que propuso retomar, sin condiciones, el contacto entre los dos países, perdido desde 2022. Entre una reunión y otra se desarrolló una guerra, expresión aguda de un orden internacional que se resquebraja.

No hubo tregua

Ucrania exige un alto al fuego a Rusia para negociar. Putin quiere negociar un alto al fuego”, dijo la periodista Veronika Dorman, del diario francés Libération.

El mismo sábado 10 los aliados más cercanos de Ucrania –Macron, Stamer, Merz y Tusk– viajaron a Kiev y después de una larga reunión con Zelensky anunciaron haber logrado el apoyo de Trump para su exigencia de una tregua de 30 días, inmediata y sin condiciones. Una “jornada histórica”, según Dorman, en la que los aliados europeos de Zelenski plantearon su ultimátum a Rusia.

Tregua que Rusia ya había rechazado, afirmando que solo daría tiempo a Ucrania, tanto para la renovación de su arsenal, como para reorganizar su ejército y fortalecer sus posiciones en el terreno.

De modo que, más que la negociación de un acuerdo de paz –imposible por ahora, dada la situación en el terreno y la distancia entre las demandas de las partes–, la cita de Estambul se transformó en un confuso movimiento europeo para lograr el apoyo de Washington.

Por ahora nadie ha renunciado a la iniciativa militar. Zelenski cuenta con el apoyo de una Europa empeñada en aumentar su esfuerzo para imponer una derrota a Rusia. Como saben que, sin Estados Unidos, eso sería muy difícil, han diseñado una estrategia para acercarse a Trump y convencerle de que Putin es el que rechaza las iniciativas de paz del presidente norteamericano.

Por parte de Ucrania y sus aliados, la exigencia era la aceptación de una tregua incondicional, acompañada de amenazas de renovadas sanciones si no era aceptada antes de la medianoche del lunes 12. Rusia respondió diciendo que no se le hablaba al país en ese tono, ni por medio de un ultimátum.

Entre las nuevas sanciones se apuntaba a la flota con la que Rusia sigue comerciando su hidrocarburo. Para eso cuentan con una oferta del senador norteamericano Lindsay Graham –el mismo que dijo que el financiamiento del ejército ucraniano es un buen negocio para Estados Unidos– de imponer aranceles de hasta 500% a quienes usen esos barcos para abastecerse de petróleo ruso.

Ante esa realidad, Ucrania anunció el viaje de Zelenski a Ancara, la capital turca, donde se reuniría con el presidente Tayip Erdogan para presionar por un encuentro con Putin.

Reunidos en Turquía, el jueves 15, los ministros de Relaciones Exteriores de los países de la OTAN repitieron, uno tras otro, un mismo argumento. “El presidente Zelenski está aquí preparado para hablar sobre la paz, mientras que Vladímir Putin ha enviado una delegación de bajo nivel, solo para ganar tiempo”, en opinión del ministro polaco, Radoslaw Sikorski, mientras el canciller francés, Jean-Noël Barrot, insistía en la necesidad de tener preparadas “sanciones masivas” para obligar a Putin a aceptar la tregua.

Habrá, además, un renovado suministro de material bélico a Ucrania, incluyendo posiblemente los misiles alemanes de largo alcance, sin que se pueda descartar, eventualmente, nuevo armamento norteamericano.

Rusia nunca respondió a estas presiones hasta que, el miércoles 14, anunció la conformación de su delegación, encabezada por Vladímir Medinski, asesor presidencial que ya había sido jefe de la delegación rusa en las negociaciones del 2022, de las que Ucrania se retiró.

Todo lucía confuso e improvisado. “Las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania comienzan entre la duda y el caos”, diría el New York Times, cuando ya ambas delegaciones se encontraban en Estambul.

La prensa europea no ahorró críticas a la integración de la delegación, liderada por “una figura de escaso peso político, incluso en Rusia”, según el diario español El País, mientras reiteraba su discurso: el rechazo de Putin a la cita con Zelenki (que no había sido programada con anterioridad) “era la prueba de su nulo compromiso con la paz”. Cuando Rusia ya había explicado por qué no podía aceptar el cese al fuego incondicional exigido por Europa, ni quedara claro tampoco como eso conduciría al fin de la guerra, sin atender a ninguna de las demandas rusas.

Como sabemos, no hubo tregua el lunes 12, sino que se acordó un encuentro en Estambul, el jueves 15, celebrado de acuerdo con la propuesta del Kremlin: conversaciones sin condiciones previas.

El día siguiente, concluido en encuentro entre las dos delegaciones, Alexandra Sharp escribió en Foreign Policy: “los expertos sugieren que la sola realización de la reunión representó un triunfo táctico para Moscú, que se las arregló para iniciar el diálogo sin haber aceptado primero la tregua, algo que Ucrania y sus aliados habían insistido ampliamente como precondición para las conversaciones”. “Poco diálogo, ningún progreso’, fue la conclusión de Sharp.

Destruir todo el orden político europeo

Lejos de avanzar hacia negociaciones de paz, Europa apuesta por la partida de la guerra, sin que Rusia tampoco se haga ninguna ilusión sobre un pronto acuerdo de paz. Su objetivo, de conquistar el territorio aún en manos de Ucrania de las cuatro regiones incorporadas al país, está en pleno desarrollo, mientras Zelenski reiteró, en Ankara, que no reconocerá ninguna concesión territorial a los rusos.

Para Europa, el tema tiene otras aristas. Como lo señaló el nuevo canciller alemán, de la derecha socialcristiana, “esta guerra no solo amenaza la integridad territorial de Ucrania. Su objetivo es destruir todo el orden político europeo. Por eso apoyamos a Ucrania”.

Con todos apostando por un eventual triunfo militar, no hay, por ahora, espacio alguno para un acuerdo negociado.

Como lo señaló Vitaly Ryumshin, periodista y analista político ruso, en un artículo publicado la semana pasada en RT, las negociaciones estaban destinadas al fracaso desde el inicio. “Las condiciones reales para la paz simplemente no existen”, afirmó, destacando que la situación militar de Ucrania es “precaria”. Recordó también el fracaso de negociaciones anteriores, desarrolladas en medio de expectativas “poco realistas”.

Gaza y Ucrania: las dos caras de Occidente

La clave para entender el desarrollo del conflicto –y justificar la enorme magnitud de recursos invertidos por Occidente en esta guerra– es la frase del nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, para quien el objetivo de Rusia es “destruir todo el orden político europeo”.

Discípulo del ex ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ya fallecido –el mismo que, junto con el hoy Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, entonces primer ministro holandés, impusieron los drásticos ajustes económicos a Grecia, para salvar la banca alemana y francesa– es difícil pensar que hay algo a la derecha de los socialcristianos alemanes, en la que milita también la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Desde los años 90’s del siglo pasado, al final de la Guerra Fría, Europa no cesó de avanzar las líneas de la OTAN hacia el este, hasta las fronteras rusas. Todas las advertencias, incluyendo la de distinguidos diplomáticos norteamericanos, sobre lo inconveniente de ese avance fueron desoídas, hasta que Rusia reaccionó militarmente en su frontera con Ucrania.

Pero hay otra guerra, en la que Occidente respalda objetivos muy distintos a los esgrimidos en Ucrania, donde la inviolabilidad de las fronteras es el argumento principal. Es la agresión israelí en Gaza y Cisjordania, cuyos niveles de crueldad parecían inimaginables desde el final de la II Guerra Mundial.

Por lo menos 125 personas murieron, entre ellas muchos niños, consecuencia de los ataques aéreos israelíes a Gaza, el domingo 18 de mayo. Ataques que precedieron una vasta invasión terrestre, por el norte y por el sur, con la anunciada intención de apropiarse del territorio palestino.

No hay ayuda europea para la población palestina, víctima de un verdadero genocidio, a la que el gobierno israelí somete ahora a una situación de hambruna, imponiendo restricciones al abastecimiento de alimentos a una población civil indefensa.

Los palestinos muertos desde el inicio de la campaña israelí ya se acercan a cien mil, sin que “Occidente” se oponga a este genocidio, mientras destinan más de 400 mil millones de dólares para armar a Ucrania, donde estiman amenazado el “orden político europeo”.

¿Qué orden es ese? No está claro. Tampoco está claro el destino de las negociaciones iniciadas la semana pasada en Estambul. Europa ya prometió renovadas sanciones a Rusia, sin que se sepa si será acompañada en esas medidas por Washington, mientras se espera el resultado a una anunciada conversación telefónica de Trump con Putin y Zelenski.

Cualquier tregua debe ser la base para una paz duradera, eliminando las causas profundas del conflicto en Ucrania, dijo Putin el domingo 18. Un alto al fuego que no sea parte de un arreglo de largo plazo no será satisfactorio para Rusia, afirmó. Por ahora, es lo que se sabe.

FIN

Ucrania-Rusia: Las “tierras raras” y el fin del conflicto

Félix Madariaga Leiva
Periodista

Desde hace meses se comenta, a través de la prensa, columnistas y comentaristas internacionales, el posible fin del conflicto entre Ucrania y Rusia, el que vería a Estados Unidos como garante. De hecho, se han realizado varias reuniones en busca de acuerdos, incluso en la Casa Blanca, donde el otrora incondicional aliado Donald Trump recibió no muy amablemente a Volodímir Zelenski, acusándolo de hacer “un trabajo horrible” y “permitir” el inicio de la guerra.

Las preguntas surgen rápidamente, ¿qué está buscando Estados Unidos con este cambio de posición? En medio de deportaciones extrajudiciales, cierre de oficinas públicas de ayuda internacional, congelación de fondos a universidades estatales, es difícil creer que el país del norte busque simplemente la paz entre las dos naciones, sin peros ni condiciones. No somos ilusos, detrás de sus acciones se va dibujando un escenario favorable para Estados Unidos.

Así lo confirman, por ejemplo, las declaraciones del Canciller de Ucrania Andrii Sybiha, quien señala que Ucrania está decidida a firmar un acuerdo «que satisfaga mutuamente los intereses nacionales tanto de EE.UU. como de América«. Nos queda claro que Estados Unidos de América es el actor principal.

A estas declaraciones, le sumamos las que recientemente hizo la primer viceministra y ministra de Economía de Ucrania, Yulia Svyrydenko, cuando anunció que “Nos complace anunciar la firma, con nuestros socios estadounidenses, de un Memorándum de Intenciones, que allana el camino para un Acuerdo de Asociación Económica y el establecimiento del Fondo de Inversiones para la Reconstrucción de Ucrania”. Y agregó “Es muy importante que el documento recoja el deseo del pueblo estadounidense de invertir junto con el pueblo ucraniano en una Ucrania libre, soberana y segura”.

¿Cuánto le costará a Ucrania el fin de la guerra?

Para poner más presión a la firma del acuerdo que permitirá a Estados Unidos acceder a los minerales raros de Ucrania*, el secretario de Estado norteamericano Marco Rubio afirmó que “Si no es posible poner fin a la guerra en Ucrania, debemos avanzar”, añadiendo que “Tenemos que determinar rápidamente ahora, y estoy hablando de una cuestión de días, si esto es factible o no en las próximas semanas”.

Desde una perspectiva geopolítica, el acuerdo es una jugada maestra de Washington. Ofrece a Ucrania ayuda para su reconstrucción a cambio de acceso a minerales estratégicos, permitiéndole reducir su dependencia de China y fortalecer su industria local de baterías y tecnología avanzada.

Se estima que Ucrania posee alrededor de 2,5 millones de toneladas de carbonato de litio equivalente, con una ley superior al 1% de óxido de litio, lo que lo convierte en un recurso altamente atractivo. Estados Unidos sabe que el futuro de su industria depende de estos minerales y que no puede depender de China con quien ha iniciado una guerra arancelaria.

Algo que debería preocupar a Chile, ya que, si estos depósitos comienzan a explotarse con el respaldo de Norteamérica, afectará claramente a nuestra economía futura. Un nuevo actor, con el respaldo financiero y tecnológico de Estados Unidos logrará consolidar una cadena de suministro de minerales provenientes desde Ucrania y reducirá sustancialmente la competencia.

¿Qué podría pasar entonces? Si Estados Unidos consolida estos acuerdos, primero, podría mantener y fortalecer una hegemonía financiera mundial desplazando a China, lo que ha sido un objetivo para ellos desde hace muchos años. Controlar la economía mundial a través de sus aranceles.

Desde el punto de vista de la guerra podría instalar bases militares propias en Ucrania, con el objetivo de mantener sus intereses económicos protegidos de cualquier enemigo externo.

El pueblo ucraniano seguirá pagando los costos y podría convertirse en un satélite más dentro de la órbita mundial de influencia de Estados Unidos y ahí sí, comenzará la verdadera guerra, una que no tendrá fin, una guerra guiada por los intereses de la potencia que se disfraza de protector.

Si el acuerdo con Estados Unidos se firma, será muy tarde para Ucrania dar marcha atrás, como ejemplo, basta recordar el caso de Chile, cuando en los años ‘70 Salvador Allende nacionalizó el cobre, la respuesta fue clara y contundente, financiar el golpe de Estado de 1973, asesinando, torturando y desapareciendo chilenos y chilenas. Han pasado 52 años y aún no han pedido perdón, aún vivimos con las heridas abiertas, los abrazos robados y el silencio cómplice que no nos ha dado justicia y verdad.

*Término colectivo para 17 elementos químicamente similares que se utilizan en tecnología y la industria modernas. Son cruciales para la fabricación de teléfonos inteligentes, computadoras y equipos médicos, entre otros. Se trata del escandio (Sc), el itrio (Y), el lantano (La), el cerio (Ce), el praseodimio (Pr), el neodimio (Nd), el prometio (Pm), el samario (Sm), el europio (Eu), el gadolinio (Gd), el terbio (Tb), el disprosio (Dy), el holmio (Ho), el erbio (Er), el tulio (Tm), el iterbio (Yb) y el lutecio (Lu).

Fuentes:

https://www.eltiempo.com/mundo/europa/acuerdo-de-minerales-entre-ucrania-y-ee-uu-kiev-se-retracta-y-anuncia-dialogos-para-un-nuevo-documento-3440343

https://x.com/Svyrydenko_Y/status/1912969519326241043?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1912969519326241043%7Ctwgr%5E78b161217a0d53661f5788b0faa13cbc0b11d61e%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.france24.com%2Fes%2Feuropa%2F20250417-ee-uu-y-ucrania-firman-un-memorando-que-allana-la-vC3ADa-para-un-acuerdo-sobre-minerales

https://www.france24.com/es/programas/invitad-del-d%C3%ADa/20250227-acuerdo-de-tierras-raras-el-%C3%BAltimo-recurso-de-zelenski-para-atraer-el-apoyo-de-trump

https://www.bbc.com/mundo/articles/ce8vj79e238o

https://www.eltiempo.com/mundo/europa/acuerdo-de-minerales-entre-ucrania-y-ee-uu-kiev-se-retracta-y-anuncia-dialogos-para-un-nuevo-documento-3440343

A 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial: La historia no se construye a conveniencia

Por Félix Madariaga
Periodista

El pasado 4 de marzo, el representante Permanente Adjunto de Polonia ante las Naciones Unidas, Michał Miarka, emitió un comunicado en conjunto con 35 países tras la adopción de la resolución de la Asamblea General de la ONU que conmemora el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Como es usual en la diplomacia internacional, la declaración se inicia con palabras de buena crianza en la que se señala que “Debemos honrar los sacrificios realizados y lamentar las innumerables vidas perdidas durante y después de la guerra, incluidas las de las víctimas del Holocausto, las ocupaciones, las deportaciones y los actos de represión”, palabras que sería imposible no compartir.

El Representante continúa afirmando que “debemos ser conscientes de nuestro presente y nuestro pasado. Dada nuestra responsabilidad hacia todas las víctimas de atrocidades, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, pasadas y presentes, es crucial que las iniciativas que conmemoran la Segunda Guerra Mundial mantengan su compromiso con la verdad histórica y la reconciliación”.

Y a partir de ahí en el discurso va al verdadero punto: condenar el conflicto en Ucrania, acusando a la Federación Rusa de causar y mantener viva la guerra unilateralmente – como si Europa y Estados Unidos no fuesen parte activa en el conflicto. Además, acusa a Rusia de cinismo por su inquebrantable esfuerzo por condenar en cada instancia posible la glorificación del Nacismo.

Y si de verdad histórica hay que hablar, sólo brevemente, quisiéramos recordar el rol crucial de la URSS en la derrota de Alemania, el fin de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de Europa, incluida la Polonia ocupada y los macabros campos de concentración y exterminio que los nazis establecieron en su territorio, como Auschwitz-Birkenau, Majdanek, Treblinka y Sobibor.

La memoria histórica – esa forma en que se construye identidad, conociendo, valorizando y explicando los hechos que han conformado la historia – no puede construirse a voluntad, a comodidad o a conveniencia.

Hoy Polonia, junto a sus aliados europeos y americanos, emiten declaraciones en favor de los derechos humanos, olvidando que en Ucrania, desde agosto de 2024, se han utilizado tanques polacos contra la población civil en la región de Kursk.

Al parecer Polonia tiene una frágil y corta memoria, porque olvidan a quienes los liberaron del nacismo hace 80 años, olvidan que Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial y olvidan que fueron las primeras víctimas de la agresión militar de la Alemania nazi. Olvidan que un 20% de la población polaca existente antes de la invasión murió durante la ocupación, olvidan que la invasión de su aliado en la OTAN significó una abrupta ruptura de los estándares de vida de sus ciudadanos, olvidan la brutalidad del nazismo, de las políticas de limpieza étnica y la construcción de campos de concentración y exterminio. 

Los Polacos conmemoraron el pasado 27 de enero, los 80 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por el Ejército soviético, acto en el que estuvieron presentes sobrevivientes del Holocausto y en el que participaron jefes de Estado y de Gobierno y representantes de medio centenar de países, y con una clara intencionalidad, la Federación Rusa no fue invitada.

La historia no la podrán cambiar ni con declaraciones, ni con intentos de tergiversar el presente, motivados por intereses políticos, económicos o estratégicos. Y sí, tarde o temprano, deberán responder por sus decisiones ante sus pueblos, que no quieren ser parte de sus guerras.

De hecho, el apoyo que Chile entrega hoy a Ucrania nos recuerda un poco la declaración de guerra que le hizo a Japón el 13 de abril de 1945, ambas poco comprensibles, salvo que nuestros gobernantes piensen que “el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.

Los chilenos no queremos ser parte de esta ni de ninguna guerra, Chile debe estar por la paz, aquí y ahora. Es el tiempo de conmemorar los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial con actos de reparación y de reconciliación, que ayuden a poner fin a los conflictos bélicos actuales y que fortalezcan las posiciones contra cualquier forma de glorificación del nacismo.

Fuentes:

https://www.gov.pl/web/un/poland-delivers-a-joint-statement-on-behalf-of-35-countries-following-the-adoption-of-the-un-general-assembly-resolution-marking-the-80th-anniversary-of-the-end-of-world-war-ii#_ftnref1

https://www.infobae.com/america/the-new-york-times/2023/07/20/una-guerra-actual-se-enfrenta-al-pasado-los-restos-de-la-segunda-guerra-mundial-en-ucrania/

Si el mundo civilizado no les amarra las manos, estos salvajes nos van a llevar a la Tercera Guerra Mundial

  • El Libro Blanco y la militarización de Europa

Gilberto Lopes
San José, 3 de abril de 2025

Una amenaza fundamental

Europa se enfrenta a una amenaza aguda y creciente. La única manera de garantizar la paz es estar preparados para disuadir a quienes quieran hacernos daño. Ha llegado el momento de que se rearme. Estas son algunas de las conclusiones del Libro Blanco Conjunto para la Preparación de la Defensa Europea 2030, divulgado en Bruselas el pasado 19 de marzo.

El Libro Blanco expone un plan para rearmar Europa. Para eso han abierto las puertas al endeudamiento de los países europeos mediante la llamada “Cláusula de Escape”, que permite a los países superar los límites de déficit y de deuda establecidos en las normas europeas, si se trata de inversiones relacionadas con la industria militar.

Cambios en el entorno estratégico

Según el Libro Blanco, el equilibrio político surgido tras el final de la Segunda Guerra Mundial y de la conclusión de la Guerra Fría “se ha visto gravemente alterado”.

Por un lado, estiman que “Estados autoritarios”, como China, tratan de imponer “su autoridad y control sobre nuestra economía y sociedad”.

Por otro, señalan que Rusia “ha dejado claro que sigue en guerra con Occidente” y “seguirá siendo una amenaza fundamental para la seguridad de Europa en un futuro previsible”. Si se permite a Rusia alcanzar sus objetivos en Ucrania –aseguran– “su ambición territorial se extenderá más allá”. Afirmaciones que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha rechazado reiteradamente.

Aumentar los gastos de defensa

El gasto en defensa de los Estados miembros de la Unión Europea ha crecido más de un 31% desde 2021, alcanzando los 326 mil millones de euros en 2024.

A principios de marzo, la presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, había anunciado el plan ‘ReArm Europe’, que contempla un gasto de cerca de 800 mil millones de euros para la defensa del bloque.

La propuesta no ha sido acogida por unanimidad. El 26 de marzo pasado, Gregorio Sorgi y Giovanna Faggionato publicaron en POLITICO (una publicación originalmente con sede en Virginia, vendida en 2021 a la alemana Axel Springer), que países del sur de Europa –Francia, Italia y España– habían expresado preocupación por las consecuencias económicas que el aumento de la deuda podría tener, considerando sus ya elevadas deudas y déficits presupuestarios. “Algunos países tienen serias dudas sobre la posibilidad de endeudarse a esos niveles, dice el artículo, citando a “un diplomático senior de la Unión Europea”, en Bruselas. En vez de asumir nuevas deudas, proponen la emisión de bonos de defensa, colocados por la UE en el mercado de capitales, para financiar esas inversiones. Algo a lo que países como Alemania y Holanda tradicionalmente se han opuesto.

Apoyo militar a Ucrania

El Libro Blanco no contempla iniciativa diplomática alguna. Alineado con la visión militarista de la nueva Comisión Europea, en la que los beligerantes países bálticos encabezan las comisiones de Relaciones Exteriores y Defensa, proponen a los Estados miembros acordar rápidamente una ambiciosa iniciativa de apoyo militar a Ucrania, entrenando y equipando sus fuerzas armadas y suministrándoles munición de artillería y defensa aérea. Ucrania se ha convertido en el principal laboratorio mundial de defensa e innovación tecnológica, dice el documento.

Desde febrero de 2022 Europa le ha proporcionado alrededor de 50 mil millones de euros en apoyo militar y se propone mejorar su capacidad de defensa a través de lo que han llamado “estrategia del puercoespín”, para disuadir cualquier posible nuevo ataque.

Misiles (incluidos los de ataque de precisión profunda), aviones no tripulados y, por lo menos, dos millones de cartuchos para artillería de gran calibre al año, son prioridades compartidas por Ucrania y los Estados miembros de la UE, que pretenden también formar y equipar brigadas ucranianas y apoyar la regeneración de sus batallones.

Esfuerzos que buscan, entre otras cosas, llenar el espacio dejado por un cambio en la política norteamericana, que desde 2022 ha venido sustentado la guerra de Ucrania, como lo demostró el reportaje de NYT, “The partnership: the secret history of the war in Ukraine”, publicado el pasado 29 de marzo.

Pese a las tensiones con Washington, Europa reconoce, sin embargo, que un fuerte vínculo transatlántico sigue siendo crucial para su defensa. La OTAN es la piedra angular de esa defensa.

Más allá de Europa

El documento propone un compromiso ambicioso en materia de seguridad y defensa, “con todos los países europeos afines, los países de la ampliación y los países vecinos (incluidos Albania, Islandia, Montenegro, la República de Moldavia, Macedonia del Norte y Suiza)”, así como seguir estudiando una Asociación de Seguridad y Defensa con la India.

La idea es que la UE explore, además, “oportunidades de cooperación industrial en materia de defensa con los socios del Indo-Pacífico, en particular Japón y la República de Corea, con los que se celebraron Asociaciones de Seguridad y Defensa el pasado mes de noviembre, así como Australia y Nueva Zelanda”.

La guerra a gran escala de Rusia contra Ucrania tiene repercusiones más allá de Europa, dice el Libro Blanco. Las amenazas híbridas y los ciberataques no respetan fronteras. Tampoco lo hace la seguridad en el espacio o en el mar.

La militarización de la industria, un buen negocio

Un mercado de equipos de defensa verdaderamente operativo en toda la UE sería uno de los mayores mercados nacionales de defensa del mundo, asegura el Libro Blanco. Un aumento de la inversión en defensa tendría efectos positivos en toda la economía. La reactivación industrial de la defensa a gran escala exigirá que la industria atraiga y forme a muchos talentos, incluyendo técnicos, ingenieros y expertos especializados.

Reconstruir la defensa europea exigirá una inversión masiva durante un periodo sostenido, tanto pública como privada, para reponer las existencias de equipos militares de los Estados miembros y aumentar la capacidad de producción industrial de defensa europea. El Banco Europeo de Inversiones debe desempeñar un papel decisivo en la financiación de esos programas. Su Plan de Acción de Seguridad y Defensa fue un primer paso en esa dirección, pero se estima que su aplicación debe acelerarse.

Pero impulsar la inversión pública en defensa no será suficiente. Las empresas europeas, incluidas las pequeñas y medianas, deben tener un mejor acceso al capital. La propuesta es que, para el periodo 2023-2027, el Fondo Europeo de Defensa (EDF) financie a las PYME con hasta 840 millones de euros y que el Programa Europeo para la Industria de Defensa (EDIP) cree un Fondo para Acelerar la Transformación de la Cadena de Suministro de Defensa (FAST).

Europa se prepara para las guerras

La UE es y sigue siendo un proyecto de paz, se puede leer casi al concluir el Libro Blanco. Europa debe tomar decisiones audaces –agregan– y construir una Unión de Defensa que garantice la paz en nuestro continente mediante la unidad y la fuerza.

En Bruselas se dice que la Comisión Europea “se ha transformado en un Ministerio de Defensa”, dijo la periodista Gloria Rodríguez, del diario español El País, en un artículo fechado en Bruselas.

La agenda de estos días es elocuente, afirma. “El Libro Blanco que define las amenazas a las que se enfrenta la UE, complementa ReARM Europe, el plan más ambicioso hasta ahora para reforzar a los ejércitos europeos y a la industria de la defensa”, presentado por von der Layen hace dos semanas.

Para Dmitri Peskov, portavoz de la presidencia rusa, las principales señales procedentes de Bruselas y de las capitales europeas se refieren ahora a planes para militarizar Europa. Moscú no ha recibido señales de Bruselas que indiquen un deseo de buscar una solución política del conflicto ucraniano, afirmó.

Necesitan justificarse

Los países miembros de la UE eligieron a la exprimera ministra de Estonia, Kaja Kallas –una de las voces más beligerantes contra Rusia–, como representante de su política exterior porque querían una líder para tiempos de guerra, dicen –citando a fuentes europeas– Niicholas Vinocur y Jacopo Barigazzi, periodistas de POLITICO. “Es tiempo de hechos, no solo de palabras”, agregan.

Si Ud. la oye –dice una voz europea crítica de Kallas, citada por POLITICO –, parece que estamos en guerra con Rusia, lo que no es la línea oficial de la Unión Europea”.

Pero otros aprueban, como la primera ministra danesa –otra voz particularmente beligerante– o un diplomático europeo, no identificado por los autores del artículo, que se siente “muy contento” con el estilo de Kallas.

Odio hacia los rusos expresó el presidente ucraniano, en una entrevista al diario conservador francés Le Figaro. Un “sentimiento apropiado” en tiempos de guerra –afirmó–, que lo ayuda a mantenerse al frente de la lucha.

Un sentimiento que probablemente contribuyó al fracaso de los acuerdos de Minsk, negociados antes de la guerra, en 2014 y 2015, boicoteados por Ucrania, Francia y Alemania. Acuerdos que pretendían dar garantías a las poblaciones rusas de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk. Los combates en el este de Ucrania, entre los separatistas y las fuerzas ucranianas, ya habían cobrado unas 14 mil vidas, antes de la invasión rusa, según la británica BBC, y dejado más de un millón de desplazados.

En ese clima, el canciller español, José Manuel Albares, pidió no inquietar inútilmente a la gente. “Nadie se prepara para la guerra” aseguró. Se refería al “Kit de supervivencia” para sobrevivir por lo menos 72 horas, en caso de una emergencia, propuesto por von der Layen. El mismo Albares que en una reunión de seis países europeos en Madrid, el lunes 31 de marzo, proponía, sin lograr apoyo, utilizar los fondos rusos congelados en los bancos europeos para ayudar a Ucrania.

«Necesitan justificarse”, dijo el presidente ruso, Vladimir Putin, comentando la propuesta del kit. “Por ello asustan a su población con una hipotética ‘amenaza rusa’”. «Decir que vamos a atacar a Europa después de Ucrania es una completa tontería. Es la intimidación de su propia población”.

¿Las guerras del futuro?

El colega de Kallas en la Comisión, el exprimer ministro de Lituania Andrius Kubilius, hoy a cargo de la recién creada cartera de Defensa, también partidario de una agresiva política frente a Moscú, estimó que “si Europa la quiere evitar, debe estar lista para la guerra”. Las prioridades del Libro Blanco –destacó– son aumentar los gastos en defensa, pensando “no solo en las guerras de hoy, sino también en las del futuro”.

Putin no se detendrá leyendo el Libro Blanco, agregó. Solo lo hará “si lo usamos para crear drones muy reales, tanques, artillería… para nuestra defensa”.

Para el presidente finlandés, el también conservador Alexander Stubb, la única manera de detener Moscú es “armar Ucrania hasta los dientes”.

Y, por primera vez desde la II Guerra Mundial, Alemania despliega tropas en el extranjero. Se trata de una brigada instalada en Lituania, a 10 km de la frontera con Bielorrusia. Cuando esté plenamente operativa, en 2027, contará con unos 5.000 personas, entre militares y civiles.

Los dos –Kallas y Kubilius– son ciudadanos de dos países bálticos –Estonia y Lituania-, particularmente agresivos contra Rusia. No es arriesgado decir que su designación en esos cargos se debió precisamente a eso.

Resulta que Estonia, con cerca de 1,4 millones de habitantes, y Lituania, con unos 2,9 millones, son, por su población, apenas como un barrio de cualquier ciudad grande de América Latina. El área metropolitana de México, o de São Paulo, tienen cerca de ocho millones de habitantes.

De modo que no deja de sorprender que funcionarios europeos, que podrían ser como alcaldes de barrios de esas ciudades, tengan en sus manos la definición de políticas que pueden llevar el mundo a una nueva guerra de dimensiones catastróficas.

Si el mundo civilizado no amarra las manos a estos salvajes, nos van a llevar a la Tercera Guerra Mundial.

FIN

Un pequeño giro hacia la paz: votación en el Consejo de Seguridad de la ONU

Félix Madariaga Leiva
Periodista

El 24 de febrero pasado podría ser considerado un día histórico: Estados Unidos votó junto con la Federación Rusa, en contra de una resolución de la ONU que condenaba a Moscú por la invasión a Ucrania. Este hecho es de enorme relevancia, ya que es una de las pocas ocasiones en que Estados Unidos ha expresado su disposición hacia la paz en un conflicto internacional.

Sin duda marcará un antes y un después en la política exterior de Donald Trump, que ha lanzado un claro mensaje: Estados Unidos no seguirá apoyando a Ucrania. La guerra debe terminar.

Tres años después del inicio del conflicto entre Ucrania y la Federación Rusa, Estados Unidos sorprendió a los representantes diplomáticos votando al igual que Rusia contra la resolución promovida por Kiev y sus aliados europeos que buscaba priorizar la integridad territorial en cualquier acuerdo de paz.

La geopolítica es compleja, la diplomacia aún más. ¿Qué significa el cambio de actitud de Estados Unidos, el que fuera hasta la llegada de Trump uno de los más fuertes aliados de Zelenski? Las variables son tantas – infinitas – y es lícito dudar de las intenciones de la potencia americana. Sin embargo, las cifras están ahí, sin restas ni matices.

Los costos de un conflicto de tal envergadura son y serán siempre inconmensurables. Cada vida perdida es irremediable, los daños a las infraestructuras, a las escuelas, caminos, hospitales, fuentes de energía, viviendas, etc. significan recursos y años de esfuerzos para su recuperación. Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) hasta febrero de 2025 se había confirmado la muerte de más de 12.600 civiles y más de 29.000 heridos en Ucrania. Entre las víctimas hay al menos 2.400 niños.

Según el Statista “Estados Unidos es, con gran diferencia, el país que más se ha involucrado económicamente con la nación dirigida por Zelenski. En concreto, hasta el 31 de diciembre de 2024, su contribución humanitaria, financiera y militar a Ucrania ha alcanzado los 114.150 millones de euros”, y con la nueva política Trump, esa por sí sola, sería una razón suficiente para terminar una guerra – que según los expertos – podría prolongarse por años.

Es lógico y humano agotar todas las instancias que permitan detener el conflicto y la aprobación de la Resolución 2774 presentada por Estados Unidos y aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU es un paso en esa dirección: “Lamentando la trágica pérdida de vidas durante todo el conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania,

Reiterando que el propósito principal de las Naciones Unidas, expresado en la Carta de las Naciones Unidas, es mantener la paz y la seguridad internacional y arreglar pacíficamente las controversias,

1. Implora que se ponga un rápido fin al conflicto e insta además a que se logre una paz duradera entre Ucrania y la Federación de Rusia”.

La resolución recibió 10 votos a favor (incluidas Rusia, Estados Unidos y China), 0 votos en contra y la abstención de Francia, Reino Unido, Dinamarca, Grecia y Eslovenia. Es la primera vez que este organismo alcanza una decisión conjunta sobre este tema.

Ese mismo día, la Asamblea General de la ONU adoptó dos resoluciones frente al conflicto ruso-ucraniano, que no tienen carácter vinculante como la anterior. Uno de los textos fue presentado por Ucrania con el apoyo de los países europeos y la segunda, fue la resolución presentada por Estados Unidos (aprobada en el Consejo de Seguridad) que luego de las enmiendas introducidas por la Asamblea, significó su abstención.

La primera fue aprobada con 93 votos a favor, 18 en contra y 65 abstenciones y exigía que la Federación Rusa retire de inmediato, por completo y sin condiciones todas sus fuerzas militares del territorio ucraniano, reafirmando el compromiso con la “soberanía, independencia, unidad e integridad territorial del país”. Como en otras ocasiones, encabezados por Paula Narváez, Chile votó a favor. ¿estamos cambiando de socio comercial en Chile? ¿El Gobierno de Gabriel Boric, al apoyar a Ucrania, está en contra de la paz?. Es una pregunta a la que hoy no intentaremos dar respuesta.

No somos expertos, pero si tenemos opinión: este conflicto – y llámelo como quiera guerra, invasión, como prefiera – debe terminar, y debe terminar ahora y para lograrlo es necesario el compromiso de todos los Estados. Las palabras crean realidades, y parece que, para muchos en el seno de la ONU, lo importante son precisamente las palabras y no las acciones.

Nosotros no queremos ser parte de las decisiones que toma un gobierno endureciendo un discurso, y no somos ilusos, sabemos que la posición de Estados Unidos responde a sus propios intereses, también sabemos que la Unión Europea ha invertido demasiado y no aceptará ser un jugador de segundo plano – por no decir perdedor – en un conflicto que los ha visto involucrados desde el día 1.

Entonces, ¿qué hacemos? estamos frente a una disyuntiva: continuar la guerra o alcanzar la paz por la vía del diálogo diplomático y la negociación política. Las Naciones Unidas nacieron después del mayor conflicto bélico de la historia para garantizar la paz y la seguridad internacional, su mayor éxito ha sido evitar una tercera guerra mundial. Eso es lo que esperamos que hoy logren.

Fuentes:

https://es.statista.com/estadisticas/1294251/guerra-rusia-ucrania-tipo-ayuda-militar-enviada-a-ucrania-por-cada-pais-en-2022/

https://cnnespanol.cnn.com/2025/02/24/mundo/eeuu-usia-resolucion-onu-ucrania-trax

https://cronicadigital.cl/2025/03/10/la-primavera-ha-llegado-a-rusia-celebracion-de-la-maslenitsa/

https://webtv.un.org/es/asset/k13/k1386gd0l9

El asalto a Moscú: Europa lo intenta otra vez

Gilberto Lopes

San José, 11 de marzo de 2025

Derrotar a Rusia o el alto precio de perder Ucrania

¿Qué está en juego en el conflicto en Ucrania?, se preguntaba Stephen J. Blank, investigador senior del Foreign Policy Research Institute, una institución con sede en Filadelfia, cuyos objetivos son fortalecer la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos. Blank se presenta como reconocido experto en Rusia y la antigua Unión Soviética, autor de decenas de artículos y libros, profesor durante 24 años (1989-2013) del US Army War College. O sea, de las fuerzas armadas norteamericanas.

La ambición rusa –afirma Blank– es no solo rediseñar sus fronteras con Ucrania, sino también en los Balcanes y en Europa del este: Bielorrusia, Polonia, Rumania, Moldavia y los Estados bálticos. “Todos corren riesgos. No solo si Ucrania es derrotada, como también si no logra expulsar Rusia de Crimea y de Dombas”.

Y agrega: “dado el creciente número de informes asegurando que Putin se está preparando para una guerra general con Europa, será bien recibido cualquier cambio militar-político de la situación en el terreno”.

Lo que está en juego, en su opinión, es la oportunidad para que Washington y Europa “derroten a Rusia y logren la mayor transformación estratégica en una generación”.

El artículo de Blank fue publicado el 13 de diciembre del año pasado. Ya Trump había sido elegido, pero no había asumido todavía la presidencia de los Estados Unidos.

La idea de que Rusia es una amenaza para los países de la OTAN es repetida por otros académicos y líderes políticos europeos, de la Unión Europea y de la OTAN.

Frederick W. Kagan, Kateryna Stepanenko, Mitchell Belcher, Noel Mikkelsen, y Thomas Bergeron, investigadores del Institute for the Study of War (ISW) –otra institución con sede en Washington–, especulan sobre “El alto precio de perder Ucrania” (The High Price of Losing Ukraine), en un artículo publicado también en diciembre del año pasado.

Una tal cosa –afirman– “pondría el ejército ruso, golpeado pero triunfante, en la frontera de la OTAN, desde el mar Negro hasta el océano Ártico”. Rusia podría entonces avanzar hacia occidente e “instalar bases militares en las fronteras de Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumania”. ¡Unos 3.000 km de fronteras! Casi tres veces más que el frente del actual conflicto entre Rusia y Ucrania.

Claude Malhuret, médico, abogado y senador francés del grupo de derecha Les Indépendants – République et territoires (LIRT), el martes, 4 de marzo, dijo en el senado que “la derrota de Ucrania sería la derrota de Europa. Los países bálticos, Georgia y Moldavia ya están en la lista”. El objetivo de Putin es volver a Yalta –aseguró–, en referencia a la conferencia en la que los líderes de Rusia, Estados Unidos e Inglaterra negociaron, en febrero de 1945, el orden político europeo después de la II Guerra Mundial.

Pero el mismo Malhuret afirma que “al contrario de lo que dice la propaganda del Kremlin, Rusia va mal. En tres años, el supuesto segundo ejército del mundo sólo ha conseguido arañar migajas de un país tres veces menos poblado. Los tipos de interés del 25%, el colapso de las reservas de divisas y oro, el derrumbe demográfico”, en su opinión muestran que Rusia “está al borde del abismo”. La misma Rusia que académicos y políticos europeos estiman capaz de asaltar Europa.

La expansión de la OTAN

En Europa, esas ideas se repiten hasta el cansancio. No se trata solo de Ucrania, sino del debilitamiento de Europa, de su destrucción, dijo Nathalie Tocci, directora del Instituto de Asuntos Internacionales de Roma.

Todas reflexiones de carácter especulativo, sin sustento factual. Se trataría de un despliegue militar que, a todas luces, está mucho más allá de la capacidad del ejército ruso, si no nos bastan las reiteradas declaraciones de Putin de que no es su intención avanzar sobre territorio europeo.

Si uno se interesa por los hechos y examina de forma fría las capacidades de Rusia, ve que no existe ninguna amenaza seria para Alemania, según el politólogo norteamericano John Mearsheimer, en entrevista a la publicación alemana Der Spiegel, el 7 de marzo pasado.

Cuando uno piensa en Putin, debe hacerse dos preguntas, dice Mearsheimer. Una es cuáles son sus intenciones. La otra, cuáles son sus capacidades. “En cuanto a sus intenciones, no tenemos pruebas de que sea un imperialista que quiera conquistar toda Ucrania y crear una gran Rusia, y mucho menos territorios adicionales en Europa del Este”.

¿No atacaron sus tropas Kyiv, Bucha e Irpin en 2022? ¿No sigue bombardeando objetivos en toda Ucrania, incluso en Lviv, a menos de 60 kilómetros de la frontera polaca? ¿No es eso una amenaza?, le pregunta el periodista.

“De eso no hay duda”, contesta Mearsheimer. “Pero la causa de estas guerras fue la expansión de la OTAN, no el supuesto imperialismo de Putin”.

¿Múnich y Yalta?

Ya hicimos referencia a la conferencia de 1945 en Yalta, Crimea, territorio que Rusia se anexó después del golpe de 2014 en Ucrania, donde Roosevelt, Churchill y Stalin discutieron, sin la presencia del francés Charles de Gaulle, como reorganizar el mundo después de la II Guerra Mundial. Las tropas rusas ya estaban a poco más de 60 km de Berlín.

Pero Yalta no ha sido la única referencia a esa época, rescatada en el debate sobre la situación en Ucrania. El ABC, diario español que, en su época, fue soporte del franquismo, se preguntó si se repetía la historia. Estaba hablando del Pacto de Múnich, de 1938, cuando los primeros ministros de Inglaterra y Francia, Neville Chamberlain y Édouard Daladier, negociaron con Hitler la entrega de los sudetes, entonces territorio checoeslovaco. Era el 30 de septiembre de 1938 y los dos países soñaban con que así Hitler los dejaría en paz, que la guerra sería entonces contra la Unión Soviética.

Para la diplomacia soviética esa era la intención. Stalin consideró el acuerdo como una traición de las democracias occidentales. Consideraron que el objetivo de los acuerdos era aislar la Unión Soviética para lanzar las tropas alemanas hacia Moscú.

Ya sabemos que Inglaterra y Francia no pudieron evitar la guerra, pero el objetivo principal de las tropas alemanas siguió siendo Moscú. Medios de prensa, académicos y políticos europeos aprovecharon esta circunstancia para sugerir que las conversaciones de Trump y Putin tienen objetivos similares a los que atribuyen a los acuerdos de Múnich de 1938. Periódicos como el ABC (y muchos otros) acusan a Trump de pretender apaciguar las ínfulas expansionistas de Putin. Pero no hacen referencia al objetivo de esos acuerdos, de facilitar la conquista de Moscú.

El entusiasmo por las armas

De modo que, más afín a los objetivos del Pacto de Múnich de 1938 parece el plan de rearme propuesto, el pasado 6 de marzo, por la presidente de la comisión europea, la conservadora alemana Ursula von der Leyen, en el que piensan invertir más de 800 mil millones de dólares.

Es esa cita de la Unión Europea con Zelenski, mirando hacia Moscú –más que las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia– la que se identifica con la otra, con la de Múnich, en 1938, cuando ingleses y franceses negociaban con los alemanes.

Andrea Rizzi, periodista de El País, escribía desde Múnich, dos días antes de la reunión convocada por Macron: la conferencia “ha evidenciado el muy mayoritario convencimiento entre los líderes de dar un rápido salto en cuanto a capacidades militares, tanto para sostener a Ucrania como para disponer de la fuerza para disuadir a Putin de otras aventuras”.

“La carrera de rearme es parte del nuevo enfoque europeo ante un momento particularmente convulso”, dijo la corresponsal en Bruselas de El País, al comentar el anuncio, con un entusiasmo por la nueva política armamentista que se extiende por casi toda la gran prensa europea, incluyendo el francés Libération, el inglés Guardian o la alemana DW.

Las “ambiciones de Putin, de reconstituir a toda costa el imperio ruso o su equivalente comunista, son bien conocidas”, diría Serge July, fundador del diario francés Libération.

El miércoles, 5 de marzo, Macron pronunció un discurso “solemne”, asegurando que “Ucrania se había transformado en un conflicto global”. “Rusia se ha transformado en una amenaza para Francia y Europa” –aseguró–, y ofreció poner a disposición de los demás países europeos el paraguas nuclear francés, la única potencia nuclear en la Unión Europea.

Días antes, en una entrevista con diarios regionales franceses, había dicho que “Rusia constituye una amenaza existencial para Europa”. Y agregó: “No piensen que lo impensable no puede ocurrir, incluyendo lo peor”. ¡Macron habla de una guerra nuclear contra Rusia!

Como dice Céline Marangé, investigadora del Instituto de investigación Estratégica de la Escuela Militar de la Université París 1 Panthéon-Sorbonne, “en Rusia la guerra marca la culminación de un proyecto político que ofrece como horizonte de futuro un retorno a la época soviética”.

“El objetivo final sería más bien una Rusia dominante y temida, que haya recuperado su estatus de gran potencia y borrado la humillación de la derrota en la Guerra Fría, empujando las fronteras de la OTAN y destruyendo la Unión Europea”.

Tiempos extraños

El canciller ruso, Seguei Lavrov, ha recordado esa renovada tentación europea de conquistar Moscú. Contestando el discurso de Macron, Lavrov afirmó que el presidente francés había hecho “un discurso extremadamente agresivo anti ruso, calificando a Rusia como ‘una amenaza para Francia y Europa’”. Lo ha dicho otras veces, pero nunca de esa forma tan intensa e irreconciliable, que sonaba como un programa de acción rusofóbico”.

Macron pretende convencer al público francés de que somos una amenaza existencial para Francia, dijo Lavrov. Pero, de hecho, “Rusia nunca ha amenazado a Francia. Al contrario, ayudó a defender su independencia y soberanía en dos guerras mundiales”, mientras recordaba el concepto de de Gaulle, de una indivisible seguridad europea, desde el Atlántico hasta los Urales.

Como señaló Mearsheimer en su entrevista a Der Spiegel, si estamos interesados en los hechos, en la lógica, si calculamos fríamente las capacidades de Rusia, “vemos que no hay una amenaza seria de Rusia a Alemania”. ¡Ni a Europa!, pese al entusiasmo de sus medios por el rearme.

Como en 1938, ¡los ejércitos de Europa apuntan de nuevo hacia Moscú!

“¡Qué tiempos extraños vivimos, que Polonia se alegra del rearme de Alemania!”, habría comentado el primer ministro polaco, Donald Tusk, otro gran entusiasta de los gastos militares y del cerco a Moscú, citado por la corresponsal de El País.

Tiempos muy extraños. Una Europa (y una Polonia) que se olvidan de las consecuencias del rearme alemán para el mundo, en el siglo pasado.

FIN

El nuevo rumbo geopolítico en vivo y en directo desde el Salón Oval

Por: Francisco José Reyes Torres*

Ante los sucesos del 29 de febrero de 2025 en el salón oval de la Casa Blanca entre Zelenski y la cúpula de la administración Trump, y cuando no se tiene una perspectiva geopolítica, tal como es evidente en los “análisis” de muchos «profesores» y «expertos» que reducen el problema a la presencia de buenos (obviamente los occidentales) y los tipos malos (Putin, Xi Jinping, etc.,) todo se convierte en una especie de telenovela como en cualquier televisión latinoamericana.

Por ello creo necesario y urgente hacer unas puntualizaciones que señalen los elementos geopolíticos más significativos del tema:

1. Con la caída de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, terminó el orden bipolar planetario acordado en Yalta, en febrero de 1945, exactamente hace 80 años.

2. La Tercera Guerra mundial ya aconteció y se resolvió sin dispararse un solo tiro, salvo lo sucedido en Rumania a Nicolae Ceaușescu y a su esposa.

3. Esa Tercera Guerra mundial fue el triunfo de las potencias occidentales de la OTAN, avanzado hacia el Este, haciendo volar por los aires lo convenido en Yalta y refrendado en Potsdam. Y a contrapelo de las garantías «de palabra» dadas por Bush padre, al ingenuote del Gorbachov.

4. La URSS reducida ya a la Federación Rusa, pasó a ser en esos años una obsoleta potencia de cuarta categoría, con arsenal atómico, pero con una economía destrozada y con un ejército desbaratado y desmoralizado.

5. Occidente, embriagado por su estupenda victoria geopolítica y el triunfalismo del » fin de la historia » no reparó que era cuestión de tiempo para que la Federación Rusa se recuperara y en posesión del más vasto territorio rico en recursos del mundo, casi inagotables, volviera por lo suyo, puesto que la geopolítica no se reduce la disputa capitalismo vs socialismo, más allá de que este fuera grandemente distorsionado en el llamado Campo Socialista, que se cayó por sus propios errores internos.

6. Rusia es un país europeo, es una rama del mismo tronco cultural de occidente, pero también es cierto que abarca muchos pueblos no eslavos y 3/4 de su territorio están en Asia.

7. Putin intentó en principio integrarse más a Occidente y llegó a contemplar la entrada de Rusia a la Unión Europea, e incluso a la propia OTAN, si esto significaba construir un verdadero sistema de seguridad global e integral para todas las partes.

8. EEUU e Inglaterra se opusieron a ello, recordando el multisecular temor anglosajón a un entendimiento de la Europa Occidental con la Europa Oriental, en su versión para ellos más peligrosa: la unión de los pueblos germanos con los eslavos, como en su tiempo lo llegó a pensar el lúcido Otto Bismarck.

9. Por ello, apuntalaron la OTAN con abierta hostilidad a la Federación Rusa buscando desmembrarla más, no contentos con la disolución de la URSS, explotando sus contradicciones étnicas y soñando con fragmentar más su vasto territorio.

10. En Ucrania era cuestión de tiempo aprovechar la división milenaria entre los eslavos rusos y los eslavos ucranianos, atizada por la dominación rusa en la época imperial y por el imborrable recuerdo para los rusos de la alianza de los ucranianos occidentales con las fuerzas fascista alemanas en la Segunda Guerra mundial.

11. El estado de Ucrania, pese a una efímera existencia en 1918, fue más un invento del poder soviético, pero nunca como un Estado Nacional, con dos claros grupos de una misma etnia eslava, que pese a compartir algunas tradiciones culturales en realidad estaban profundamente divididos entre los ucranianos antirrusos y los ucranianos filorusos. De hecho, hablan dos idiomas derivados de un tronco lingüístico común.

12. La Federación Rusa podría soportar cualquier asedio a sus fronteras, menos que la Ucrania independiente desde 1991 se integrara a la OTAN y al expansionismo occidental. Esto se convertía de facto en un problema existencial para Rusia, como lo fue para EEUU el peligro de los misiles nucleares soviéticos en Cuba.

13. El golpe de estado en Ucrania de 2014, preparado en las manifestaciones del Euromaidán para imponer un gobierno occidental, instigado por la OTAN con EEUU a la cabeza, fue el toque de rebato que confirmó los temores rusos. El hostigamiento a la población rusa ucraniana del oriente de Ucrania, precisamente en el Donbás y en Crimea, adquirió ribetes de guerra civil y de limpieza étnica antirrusa.

14. Era claro que Rusia no podía arriesgarse a perder definitivamente a Sebastopol en Crimea (Crimea desde la derrota del Kanato de Crimea había sido rusa y poblada por rusos, hasta que Nikita Kruschev se la obsequió a la República Soviética de Ucrania, en tiempos de la URSS).

15. Desde 1991 mediante un acuerdo con el gobierno ucraniano postsoviético, se le permitía a Rusia conservar el único puerto con aguas no congelables, vital para la flota rusa desde los tiempos de Catalina la Grande. Era bien sabido que La Federación Rusa jamás permitiría esa pérdida puesto que no se puede alegar la intangibilidad de las fronteras de Ucrania acordada al momento de la disolución de la URSS escamoteando la intromisión y la provocación occidental después del 2014.

16. Aprovechando la casi absoluta mayoría de población rusa ucraniana en Crimea, Rusia apoyó un referendo unilateral de anexión de Crimea a Rusia. Cosa que jamás se hubiera podido negociar con los gobiernos prooccidentales de Ucrania después del Euromaidán del 2014.

17. A partir de ese mismo año y en desarrollo de la confrontación entre proucranianos y prorrusos se iniciaron los combates en el Donbás y la formación de gobiernos separatistas prorrusos enfrentados al ejército ucraniano en esa región. Obviamente se formaron milicias con apoyo de la parte ucraniana y de la parte rusa, respectivamente.

18. A finales de 2014 se llegó a una negociación entre las partes en conflicto (Rusia, Ucrania y las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, todo con el apoyo de las potencias europeas. Fue el llamado Protocolo de Minsk. El Protocolo buscaba un cese al fuego y una negociación de un estatuto especial para la población del Donbás. Ninguna de las partes cumplió y como dijo Ángela Merkel, las potencias occidentales deseosas de apuntalar a Ucrania contra la Federación Rusa, consideraron que el Protocolo de Minsk le permitía a Ucrania ganar tiempo y a que la OTAN armara a Ucrania. Y a la OTAN misma, hacerse más fuerte y expandirse en Ucrania y en Georgia.

19. Ante la hostilidad creciente de Occidente y los planes de incorporar a Ucrania en la OTAN, la línea roja que la Federación Rusa no permitiría jamás que Occidente pasara, y la creciente asistencia miliar al ejército ucraniano, el 24 de febrero del 2022, Rusia inició la invasión a Ucrania. Occidente había fabricado su propio espantapájaros y su profecía se había hecho realidad.

20. Tanto republicanos y demócratas en EEUU vieron la oportunidad de que Ucrania, con apoyo occidental, le ganara a Rusia y que las sanciones y medidas económicas quebraran la economía rusa, propiciando la caída de Putin y facilitando la mayor fragmentación de la Federación Rusa, paso previo para pasar a preparar toda la energía para enfrentar al gran adversario geopolítico de Occidente: China

21. El rápido avance ruso sobre la capital de Ucrania no fructificó. Rusia se replegó y todo parecía indicar que los cálculos occidentales eran los correctos: Rusia perdería la guerra.

22. Rusia reacomodó su táctica y concentró su esfuerzo en el Donbás y el oriente de Ucrania, llegando a ocupar y conservar, luego de tres años de guerra, casi el 20 % del territorio ucraniano.

23. Desde entonces Rusia lentamente sigue conquistando terreno y pese a la copiosa ayuda en tecnología y armamento occidentales es claro, desde hace dos años, que cada día Ucrania está perdiendo la guerra.

24. Las sanciones económicas no postraron la economía rusa y en cambio, la falta del gas ruso ha resultado un rudo golpe a la economía europea.

25. Rusia ha ido mostrando un creciente poder tecnológico y militar, ha estrechado lazos geopolíticos con China, Irán, Corea del Norte, amén de su liderazgo en los BRICS.

26. La hegemonía de Occidente está más en entredicho que nunca, desde su inicio en el siglo XVI. Indefectiblemente el centro de gravedad geopolítica mundial se desplaza al Asia Oriental.

27. Donal Trump es un patán, pero no es idiota, sabe que la guerra de Ucrania está perdida, necesita que Europa Occidental no esté colgada al esfuerzo bélico de EEUU. Necesita que ellos hagan su parte, mientras que EEUU se ocupa del problema geopolítico central: contener a China.

28. Si antes el problema de una posible guerra mundial con China pasaba por debilitar y fragmentar a Rusia, la ruta de Trump ahora es más directa, hay que ir por China y no perder tiempo en Ucrania y menos con un tipo como Zelenski.

29. Hay que separar a Rusia de China o al menos no darle razones para que se acerque a ella.

30. Occidente vs China es el plato fuerte del concierto musical de la geopolítica mundial. Lo de Ucrania es simplemente un espectáculo de un grupo telonero que está saliendo mal.

31. Eso era lo que había que hacerle entender a Zelenski en el Salón Oval, si daba la oportunidad, zurrándolo en público para que Europa entienda, de una vez, cuáles son las prioridades del Hegemón gringo que no quiere que llegue otro gallo a cantar duro en el gallinero mundial.

*Sociólogo colombiano con un Doctorado en Procesos Sociales y Políticos en América Latina, docente universitario interesado en temas de geopolítica. Representante Legal de la Asociación Colombiana de Sociología.

Imagen: elDiario.es

Occidente y el fin de la unipolaridad

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez

Tras el fin de la Guerra Fría, el mundo fue testigo de la consolidación del orden unipolar encabezado por el llamado “Occidente colectivo”, es decir, Europa continental, Inglaterra y Estados Unidos. Como vencedores y ante el colapso del socialismo real, impusieron su hegemonía en todos los ámbitos: político, militar, económico y cultural. La globalización neoliberal literalmente colonizó el planeta, y los ideólogos estadounidenses proclamaban el “fin de la historia”, bajo la ilusión de que la democracia liberal era el destino inevitable de todas las naciones. La utopía del totalitarismo liberal hecha realidad.

Este dominio se sustentaba militarmente en la OTAN, políticamente en el discurso de la democracia liberal, y culturalmente en la narrativa de los derechos humanos y la supuesta tolerancia, promoviendo la ideología LGBTI y otros valores que, lejos de fortalecer a las sociedades, las sumieron en la decadencia y la división interna. En lo económico, la primacía del mercado global sin fronteras permitió a las élites occidentales consolidar un sistema apátrida, donde el capital y la producción eran trasladados a donde resultara más barato, debilitando sus propias economías nacionales.

Sin potencias que pudieran desafiar su monopolio del poder, el Occidente colectivo mantenía la ficción de que el mundo estaba dividido entre buenos y malos, entre países «civilizados» y «forajidos» que debían ser democratizados a la fuerza, ya fuera por medios duros (intervenciones militares y/o sanciones económicas) o blandos, como las primaveras árabes, revoluciones de colores y manipulación mediática.

Sin embargo, el ascenso de nuevas potencias a inicios de siglo puso fin a esta ilusión. Rusia, bajo el liderazgo del presidente Vladimir Putin, resurgió como un actor clave en la geopolítica global. China superó a Occidente en el ámbito tecnológico y compite de tú a tú con Occidente, mientras que países como la India, Turquía y otros, despertaron como un jugador fundamental en la política internacional. Estas naciones comenzaron a construir su propio camino, exigiendo un lugar en la toma de decisiones globales y desafiando la narrativa occidental que se arrogaba la posesión de la verdad absoluta y el control de la historia.

A esto se sumó un factor clave: la deslocalización de la producción. Europa y EE.UU., en su afán de maximizar beneficios, trasladaron su manufactura a Asia, debilitando sus economías y perdiendo su ventaja competitiva. Al darse cuenta del error, ya era demasiado tarde: el mundo había cambiado y Occidente estaba en desventaja ante los nuevos polos de poder.

Frente a esta crisis, las élites liberales globalistas, especialmente en EE.UU. bajo el mando demócrata, decidieron escalar el conflicto mundial, llevando al mundo al borde de una guerra nuclear. Utilizaron a Ucrania como herramienta contra Rusia, no para defender la soberanía de Kiev, sino como una maniobra desesperada para sostener un orden unipolar en decadencia. La retórica de la Guerra Fría fue desempolvada para justificar su actuar y constantes provocaciones, disfrazándolas de una lucha entre democracia y autoritarismo cuando, en realidad, los objetivos eran otros: frenar el ascenso de Rusia y mantener la hegemonía occidental a cualquier costo.

Sin embargo, Donald Trump rompió con esta lógica. Con un enfoque pragmático y realista, aceptó que EE.UU. ya no es la única potencia dominante, y que su rol como “policía mundial” es insostenible. Al tomar esta decisión, Trump desacopla a EE.UU. del Occidente colectivo y pone fin a un orden mundial que duró poco más de 30 años, desde la caída de la cortina de hierro. La narrativa de buenos y malos, autoritarios y democráticos, derecha e izquierda, deja de tener relevancia en el sistema internacional.

Con este cambio, el discurso occidental de manipulación global se derrumba. Ahora, la política internacional ya no se define por valores impuestos desde Washington o Bruselas, sino por intereses estratégicos y económicos reales. El nuevo orden multipolar empieza a consolidarse poco a poco, a pesar de la resistencia de una Europa débil y una OTAN herida de muerte, que claramente, siguen apostando por continuar la guerra, aunque no tengan cómo, antes que negociar una paz duradera con Rusia. Aunque parece que Zelenski, acorralado y sin futuro, ya empezó a dar señales de aceptar el liderazgo de Trump para poner fin al conflicto.

En el marco de esta nueva realidad internacional, que se vislumbra camina a pasos agigantados, ya no importa si un país es democrático o autoritario; lo que define las relaciones entre naciones es su capacidad de negociación, lo que puedan ofrecer al mundo, su economía y su poder militar. Por eso, hoy a EE.UU. ya no le interesa si coincide con Corea del Norte o con Alemania en las votaciones de Naciones Unidas, porque el criterio de alineación ideológica como criterio de orientación internacional ha muerto. El mundo ha entrado en una nueva era, y con ello, Occidente ha perdido el monopolio de la narrativa, y, por ende, de la historia.

La votación en la ONU

Manuel Delgado

En medio de la basura reaccionaria, la prepotencia y el servilismo de gobierno de Chaves, Costa Rica asumió en la votación de la ONU en relación con Ucrania la mejor postura. Abstenerse de votar una moción que pretende perpetuar la guerra es más acorde con nuestra idiosincrasia, nuestra neutralidad y nuestro espíritu de paz.

Que esa moción fue también rechazada por Estados Unidos, es cierto. Pero también es cierto que se abstuvieron, al igual que Costa Rica, naciones con gobiernos de “izquierda” como Cuba, China, Brasil Colombia, Honduras y otros. Esos países respaldaban otro texto que evitaba culpar a Rusia y pedía un final rápido del conflicto, seguido de una paz duradera.

¿Que la actitud de nuestro gobierno es seguidista y hasta servil? Es cierto, pero también lo era la anterior, que coincidía con la votada por la mayoría en esta ocasión y por la cual Chaves fue condecorado por Zelensky.

Pero el fondo es lo que vale. Nuestros diputados están muy molestos porque el gobierno no secundó la moción de Ucrania y la Unión Europea, que pretendían darle largas a una guerra perdida con el fin de obtener utilidades.

Destaca aquí, una vez más, la actitud del Frente Amplio de plegarse a la derecha en cuestiones de política exterior. Una vez más el partido amarillo se pone a la cola de Feinzaig. Ya lo había hecho en otras ocasiones.

Un partido popular, por no decir revolucionario, tiene que poner de primero el fondo de la cuestión y no quedarse en cuestiones secundarias. Y lo que hay de fondo se puede resumir en pocas palabras:

1.- Que esa guerra no la inició Rusia hace tres años, sino el gobierno ilegítimo y racista de Zelensky hace muchos años, con sus ataques contra la población ucraniana rusa, con su violación de los acuerdos de Minsk, con el asesinato en masa de los dirigentes de origen ruso de Odesa, con el golpe de estado fascista que removió del poder al gobierno legítimo e instauró una dictadura filofascista.

2.- Que esa guerra era innecesaria, y que pudo haberse evitado, ahorrándole así dolor y destrucción a ese país.

3.- Que la guerra la tiene perdida Ucrania y desde hace rato, pero tercamente Estados Unidos y la Unión Europea la han mantenido a costa, repito, de grandes sacrificios y de un sobreendeudamiento del que costará décadas salir.

4.- Que a Europa le importa un bledo el pueblo ucraniano, y pide desesperadamente un sitio en la mesa no con fines humanistas sino para ver qué tajada sacan de ese negocio.

5.- Que a Zelensky y su camarilla corrupta también les importa un bledo el país y solo quieren seguir lucrando de la guerra.

6.- Que para una paz duradera hay que hacer un cambio político en Ucrania, derrocando el gobierno corrupto actual, legalizando los partidos políticos que en su totalidad siguen ilegalizados, liberando los presos políticos y realizando elecciones libres que constituyan un gobierno democrático.

Un político responsable tiene que tomar eso en cuenta en sus decisiones y tiene la obligación de educar al pueblo en estas verdades. Lo demás es oportunismo político.

Trump recibirá a Zelenski en la Casa Blanca para firmar un acuerdo sobre la explotación estadounidense de minerales ucranianos

El mandatario estadounidense dijo que no ofrecerá garantías de seguridad a Kiev, porque eso le corresponde a Europa.

Funcionarios de los gobiernos de Estados Unidos y Ucrania informaron que hay gestiones avanzadas para que el viernes el presidente Donald Trump reciba a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca para firmar los términos de un acuerdo por el cual Washington podrá explotar minerales existentes en el subsuelo del país europeo.

“Es un comienzo”, afirmó Zelenski, en una declaraci…