Ir al contenido principal

Etiqueta: Venezuela

La Venezuela de Trump, ¿hoguera de su inmolación o la antesala de la III Guerra Mundial?

Vladimir de la Cruz

La movilización militarista y guerrerista del Presidente Donald Trump en el Caribe, intentando provocar un “cerco”, en aguas internacionales, frente a Colombia y Venezuela, con el pretexto de su lucha contra el narcotráfico, pero dirigido a eliminar en el ejercicio de la Presidencia, del gobierno de Venezuela, a Nicolas Maduro le ha resultado hasta ahora un fiasco, un fracaso político, y en cierta forma militar, humillante para su soberbia, su arrogancia, su orgullo y su excesivo sentimiento de gendarme internacional, de características mundiales. Como “cerco” no lo ha logrado. Esta situación no es como la crisis de Caribe, rodeando a Cuba, en 1961.

No es secreto que el presidente Trump trata de redefinir la geopolítica mundial, y restablecer en América Latina una versión modernizada, y actualizada a las condiciones del siglo XXI, de las doctrinas de política exterior de los Estados Unidos, que conocemos como las Doctrina Monroe, la del Destino Manifiesto, de las políticas anexionistas e invasivas con filibusteros, como lo fue en México, Centroamérica y en la guerra hispano norteamericana de finales del siglo XIX, con la intención de apropiarse de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, la Doctrina del Gran Garrote, en la primera mitad del siglo XX, totalmente intervencionista en todo el Caribe, imponiendo dictaduras, tiranías, gobiernos autoritarios de facto y de control de aduanas, y apropiándose de pequeños territorios ocupados militarmente, como Guantánamo en Cuba.

Estas doctrinas justificaron. para los gobiernos de Estados Unidos, especialmente en el siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, el control que trataron de establecer y asegurar su presencia en el continente, frente a otras naciones europeas, en sus expansiones especialmente económicas y de proyección e influencia geopolítica, como lo fue Inglaterra a principios del siglo XIX que se había hecho presente en el Cono Sur, las avanzadas francesas en la región, y la necesidad de controlar y dominar las construcciones de las rutas canaleras interoceánicas, en las regiones del Caribe, especialmente en Panamá y Nicaragua, la intervención de Estados Unidos en la región de Maracaibo, en Venezuela a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y en Cuba con la llamada República Plattista, que de hecho le fue impuesta en los años 1899-1902, fortalecida con la imposición de la Enmienda Platt, como un apéndice a la Constitución Política de Cuba, de 1901.

Con el desarrollo de la revolución industrial de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, cuando surge la etapa imperialista del capitalismo, con sus carteles, trusts, monopolios y oligopolios, como nuevas formas empresariales, que se volcaban al control de territorios, en todos los continentes, por sus materias primas estratégicas, por su mano de obra barata y por los mercados de venta de productos en esos territorios, los Estados Unidos, pasan a jugar un papel importante y dominante en el conjunto de las relaciones internacionales del continente. Al finalizar la I Guerra Mundial, resultado de esas contradicciones y reparticiones del mundo, Estados Unidos salió fortalecido en su inicial hegemonismo.

Entre los productos estratégicos para las nuevas áreas de producción de aquellos años, aún vigentes, estaban el cobre, para el desarrollo de la electricidad, el oro, la plata, el hierro, el zinc, el litio, la bauxita, especialmente significativo para la producción de aluminio, el plomo, el estaño, el carbón, y el petróleo que empieza a conocerse tempranamente en Venezuela, desde 1875, y en México, desde 1901.

Hoy se tiene en esta visión de control de minerales, por parte de las grandes potencias imperialistas, el molibdeno, el niobio, el grafito, la fluorita, los fosfatos y vetas de uranio; lo que se llaman “tierras raras”, que incluye arsénico, asbesto, cesio, fluorita, galio, grafito natural, indio, manganeso, mica natural en láminas, sienita nefelínica, niobio, rubidio, escandio, estroncio, tantalio, torio y vanadio. Además, el continente americano es una gran reserva de productos agrícolas, como café, caña de azúcar, maíz, cebada, arroz, soja, algodón, tabaco, banano y cacao.

En la América Central hay madera, oro, plata, cobre, plomo, zinc, hierro, antimonio, carbón, y en toda la región la pesca y la ganadería.

El trasfondo de la riqueza minera y natural de Venezuela, tras la amenaza de Trump con sus tropas de asalto y guerra frente a sus costas, es lo que realmente persigue el presidente estadounidense, y es lo que busca controlar.

Más que a Nicolás Maduro el objetivo principal de Trump en Venezuela es el control del cobre, del hierro, el oro de Venezuela, que tiene la cuarta mina más grande del mundo, considerada el 20% de la reserva mundial. También el petróleo venezolano, que está considerado como la mayor reserva del mundo, y sus minerales de las “tierras raras” como Níquel, Rodio, Titanio. A ello se agrega bauxita, carbón, Coltan. El gas de Venezuela hoy ocupa el octavo lugar con mayor reservas en el mundo.

El compromiso de Venezuela en el narcotráfico, la narco producción, el blanqueo de capitales, la existencia de organizaciones narco terroristas, como las define actualmente la administración estadounidense, son solo el pretexto de la intervención en la institucionalidad política y el control económico y de las riquezas naturales de ese país.

Nicolás Maduro inició su ejercicio presidencial el 19 de abril del 2013, siguiendo su segunda toma de gobierno el 10 de enero del 2019 y la tercera en enero del 2025.

Con Maduro dio inicio a una segunda época de la llamada V República, que se inició con el presidente Hugo Chávez Frías, en 1999, falleciendo en el 2013, cerrando de esa manera su ciclo presidencial. Para mí hoy no existe la República Chavista de la V República. Es la República Cabello Madurista, si así se le puede denominar, por el poder e influencia que ejercen en el desenvolvimiento de Venezuela, Diosdado Cabello Rondón y Nicolás Maduro Moros.

Diosdado reúne sobre Maduro su condición de militar, originario del golpe de Chávez del 4 de febrero de 1992 y su condición de político, en distintas ramas de la institucionalidad venezolana, que lo hace, en cierta forma, más poderoso que Maduro.

Las tres presidencias de Maduro han sido cuestionadas en su origen, aun cuando en ellas haya habido procesos electorales. Las últimas dos, particularmente, han sido cuestionadas por fraudes electorales. La elección del 2019 originó que más de 50 países negaran su reconocimiento de presidente válidamente electo, aun cuando no rompieran relaciones diplomáticas con Venezuela.

Las elecciones del 2024 fueron más evidentes en el fraude que se le atribuye, por cuanto hasta hoy no ha podido demostrar Maduro su legítimo triunfo, con la presentación de las actas electorales, lo que mantiene ese desconocimiento internacional por parte de esos países.

Tampoco, con Maduro, Venezuela presenta un modelo político institucional revolucionario, que pueda contagiar a la región para seguirlo, aunque mantiene un discurso antiimperialista y antiestadounidense fuerte, con énfasis en un nacionalismo latinoamericanista.

Con Hugo Chávez, hasta el 2013 se mantuvo la idea de un Socialismo del Siglo XXI, concepto que en el discurso se mantuvo por Rafael Correa en Ecuador y por Evo Morales en Bolivia, como slogan, y en cierta forma como propuesta, en el continente por algunos movimientos políticos. Durante la era Chávez este concepto no se logró establecer como política continental de los gobiernos reformistas de la primera década, en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, ni como alternativa en la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, CELAC. Menos lo fue en la segunda década y todavía menor en esta tercera década.

Como concepto se dejó, en su contenido, desde el 2008, cuando Hans Dieterich Steffan, su creador, se desencantó de lo que sucedía en Venezuela, con su propuesta política, retirándose a sus domicilios en México y La Habana, con su compañera Marta Harnecker.

La única República Socialista del continente, Cuba, no acogió el concepto de Socialismo Siglo XXI como una bandera de su Revolución. No lo necesitaba.

A la muerte de Hugo Chávez, el presidente Maduro intentó mantener el concepto, sin éxito. Ya no se habla de ello ni se agita como proyecto político en Venezuela. En Ecuador como en Bolivia, el concepto de Socialismo siglo XXI se mantuvo, mientras Rafael Correa y Evo Morales, estuvieron vigentes y activos en política. Al morir Hugo Chávez, tanto Rafael Correa como Evo Morales volvieron en la política de sus países a recuperar los conceptos, que dieron origen a sus procesos políticos, la “Revolución Ciudadana”, con Rafael Correa, o el de la “Revolución Plurinacional, Democrática y Nacional”, con Evo Morales, conceptos que hoy están desaparecidos del escenario progresista continental y de esos países.

Venezuela no es un país socialista, política ni económicamente. Sigue siendo un país capitalista, gobernado por un grupo político que traza sus derroteros en el reformismo político avanzado, pero actualmente muy débil, tratando de continuar las reformas que impulsó con bastante éxito Hugo Chávez Frías.

Venezuela, en lo que se conoce, no es un país narco productor. Allí no se produce cocaína, que sí se produce en Bolivia, en Colombia y en una parte de Perú. Colombia produce el 60% de la producción mundial, Perú el 30% y Bolivia el 10%. El restante 10% se produce en otros países fuera del continente.

Los Estados Unidos en Sur América y el Caribe tiene 76 bases militares, coordinadas todas por el Comando Sur, SOUTHCOM, del Ejército de los Estados Unidos y de la estructura del actual Ministerio de Guerra, como lo ha redefinido Donald Trump, y no Ministerio de Defensa como antes se llamaba. De ellas, tiene ocho en Colombia, aún con el gobierno de Petro. En el mundo, en 100 países, Estados Unidos tiene más de 800 bases militares, de distinto tamaño y magnitud.

La existencia de las bases militares de Estados Unidos obedece a la lógica intervencionista de su política, en los asuntos regionales y particulares donde operan, más que con objetivos de colaboración o seguridad regional. A ello suma su presencia en varios bloques y alianzas militares como la OTAN en Europa.

No hay de hecho una amenaza continental ni regional en América Latina que pueda justificar la existencia de esas 76 bases, ni se justifica ya la Fuerza Interamericana de Paz, establecida en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, de 1948.

Ninguna actividad relacionada con la producción de droga puede poner en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos. En los propios Estados Unidos en los siguientes Estados: Alaska, Arizona, California, Colorado, Connecticut, Illinois, Maine, Maryland, Massachusetts, Michigan, Missouri, Montana, Nevada, New Jersey, Nuevo México, Nueva York, Oregón, Rhode Island, Vermont, Virginia y Washington se permite cultivar, producir y comercializar legalmente marihuana. Los últimos en sumarse a la legalización fueron Delaware, Minnesota y Ohio en 2023. La marihuana se vende libremente en los llamados Dispensary. La han legalizado bajo el concepto de marihuana recreativa y marihuana medicinal. El 20 de abril se ha establecido como el Día de celebración de la Marihuana o el Cannabis.

No se llega en lanchas ni en botes a las costas de los Estados Unidos desde Suramérica, llevando unos cuantos cientos de kilos de cocaína para poner en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos. Entra por tierra, principalmente, desde México.

En la vida del ejército estadounidense se permite y tolera el uso de drogas, y de drogas fuertes, como la cocaína, las anfetaminas, el alcohol, ciertos opiáceos y morfina, para que sus soldados y militares puedan actuar en las operaciones de guerra, combatiendo su fatiga y reforzando su coraje de combate.

En Estados Unidos tienen un grave problema con las drogas ilegalizadas como el hachís, el crack, la heroína, los alucinógenos, la LSD, el hongo de psilocibina, los inhalantes.

El Ejército estadounidense ha desarrollado Hospitales especiales para desintoxicar sus soldados luego de prestar el servicio militar en guerras, o en ciertas actividades militares. Estos hospitales forman parte del Sistema de Salud Militar (MHS), como son el Centro Médico del Ejército Brooke (BAMC) en Texas y el Médico Militar Nacional Walter Reed. En total el MHS tiene 51 hospitales y 424 clínicas.

El negocio de las drogas le ha permitido a Estados Unidos mantener y alimentar guerras, y luchas de organizaciones que ellos emplean, para liquidar gobiernos o tratar de derrocarlos. En Centroamérica se dio el caso en la década de los 80s de llamado caso Irán-Contras, o Irangate, en 1985-1986, usando grupos de narcotraficantes para financiar grupos armados, creados y organizados por el Ejército de los Estados Unidos y sus agencias político-militares, especialmente para liquidar al gobierno sandinista en Nicaragua.

El peso de las bases militares estadounidenses en Sur América lo tienen Colombia, Ecuador y Perú. En Venezuela y en Bolivia no hay. En esos países las justificaron en la lucha contra las guerrillas y movimientos armados de izquierda que persistieron en Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia durante la segunda mitad del siglo XX y en algunos de esos países en este siglo, todavía en una parte de Colombia, sin que constituyan en este momento fuerzas capaces de derribar gobiernos. La presencia militar estadounidense en Colombia no acabó con la narco producción ni con las organizaciones narco productoras, hoy llamadas narcoterroristas. Eso lo está haciendo el gobierno de Petro.

La democracia representativa política en el continente se ha fortalecido desde 1991, cuando se disolvió la Unión Soviética y el Bloque de países socialistas europeos.

En la redefinición de la geopolítica y geoestrategia de Trump se ha establecido que el ejército y las fuerzas armadas, de los Estados Unidos, deben atender la lucha contra el narcotráfico, como tarea militar, lo que se le encarga al Ejército, calificando a las organizaciones que se dedican a la producción, el comercio y el tráfico de drogas como organizaciones terroristas, que son de atención del Ministerio de la Guerra y del Ejército. Es una simple justificación para actuar militarmente contra gobiernos especialmente latinoamericanos, que no son de la simpatía política del actual gobierno de Estados Unidos, especialmente Venezuela, ampliado ahora a Colombia.

En esta dirección Trump amenazó a México de intervenir, con su Ejército, en la frontera y el territorio mexicano fronterizo, para actuar allí supuestamente, contra los carteles del Tren de Aragua (TdA), la Mara Salvatrucha (MS-13), el Cartel de Sinaloa, el Cartel de Jalisco “nueva generación” (CJNG), el Cartel del Noreste (CDN), el de La Nueva Familia Michoacana (LNFM), el Cartel de Golfo (CDG) y los “Carteles Unidos” (CU) como organizaciones terroristas extranjeras (FTO).

De estas son organizaciones transnacionales, la TdA que es una organización originaria de Venezuela con células en Colombia, Perú y Chile, y con informes de presencia esporádica en Ecuador, Bolivia y Brasil. La MS-13 como organización transnacional se originó en Los Ángeles, pero se trasladó a América Central a medida que se deportaba desde Estados Unidos a personas de esa organización. El Cartel de Sinaloa es una organización transnacional con sede en Sinaloa (México). Es uno de los carteles de la droga más poderosos del mundo y uno de los mayores productores y traficantes de fentanilo y otras drogas ilícitas hacia Estados Unidos.

Otros carteles de droga en México son el de Los Viagras, de Santa Rosa de Lima, el Independiente de Acapulco, el de Guerreros Unidos, el Nueva Plaza, el de Tláhuac, y el de la Unión Tepito.

En Colombia operan los carteles del Clan del Golfo, conocido antes como Los Urabeños, compuesto por disidentes de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, el cartel de «Los Pelusos», con disidencias del EPL. Los carteles de Medellín y de Cali han sido desarticulados. También operan el Tren de Aragua, los Satanás, los Paisas, los Pereiranos, los Lucky, los Maras, los Camilos, los Bury, los Zetas, los Boyacos y los Maracuchos.

En Venezuela opera el Cartel de los Soles, que presuntamente como organización ilícita está fuertemente vinculada a altos mandos militares y políticos, dedicada principalmente al narcotráfico y la minería ilegal. Recientemente se informa que también opera el Cartel del Tren de Aragua. En esta rápida visión de distribución de organizaciones narcotraficantes, Venezuela es la que menos tiene en su territorio.

Lo que hace diferente a Venezuela de México, Colombia, Perú o Bolivia, es que al Cartel de los Soles se le vincula directamente a personajes de la política de gobierno como el mismo Nicolás Maduro, Diosdado Cabello Rondón, militar y político, y a Vladimir Padrino, Jefe del Ejército, que en la justificación que hace el Presidente Trump, lo lleva a sostener que Venezuela es un narco Estado, por el papel que tienen estos tres personajes en la estructura política, de gobierno en su Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo, el Poder Judicial y en el Ejército. Esto, por cuanto han detenido internacionalmente altos personajes de Venezuela vinculados al narcotráfico y el lavado de dólares, como han sido los hijos-sobrinos del presidente Maduro y su esposa, Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, y Alex Saab, uno de los más cercanos colaboradores del presidente Maduro, que fue detenido en Cabo Verde, como el lavador de dólares de ese gobierno. Los hijos-sobrinos de Maduro, y Saab, fueron indultados por el presidente Biden, que ya estaban condenados a 18 años de cárcel por narcotráfico, por Cortes Judiciales de Estados Unidos, para intercambiarlos por 7 estadounidenses presos en Venezuela y para asegurar la presencia de la Chevron en el negocio petrolero de Venezuela.

Otros venezolanos buscados por narcotráfico y lavado de dólares, por los Estados Unidos, son las siguientes personas venezolanas: Tareck Zaidan El Aisami, que ha sido vicepresidente de Venezuela, Maikel José Moreno Pérez, que ha sido presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Joselit Ramírez Camacho, Samark López Bello, los narcotraficantes venezolanos Walid Makled García, Hermagoras González Polanco, Arick Komarczyk y su socio, Irazmar Carbajal, Clíver Antonio Alcalá Cordones, mayor general retirado de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Hugo Armando “El Pollo” Carvajal Barrios, exdirector de Inteligencia Militar y diputado oficialista en la Asamblea Nacional. Algunos de estos capturados y presos en Estados Unidos han informado con detalle, y algunos de ellos han hecho publicaciones detalladas de los alcances de los compromisos de estos dirigentes políticos con el negocio y las organizaciones de la droga que usan el territorio venezolano para sus negocios y tráfico internacional.

El operativo militar montado desde hace varias semanas en el Caribe frente a Venezuela, amenazando intervenir para llevarse al presidente Maduro y unos cuantos personajes más de su gobierno, a los que les han puesto recompensas millonarias, no ha dado los resultados que Trump había deseado. Internamente en Venezuela ha fortalecido al gobierno, a sus dirigentes, al mismo Maduro, y permitido poner en acción y movilizar alrededor de un millón de personas en la preparación militar para defender a Venezuela de una posible invasión y enfrentamiento militar con Estados Unidos.

Tampoco ha logrado el presidente Trump el consenso político de los gobiernos suramericanos y latinoamericanos en general, que le permitan justificar su acción militar, para detener y llevarse, a Maduro como el cabecilla del Cartel de los Soles y del narco estado venezolano, como vende su proyecto.

En el continente, los gobiernos no están de acuerdo en llevarse a ningún presidente con esos pretextos. Tampoco en tumbarlos con intervención extranjera militar. Los problemas de legitimidad, de legalidad, de la presidencia de Venezuela es un problema de los venezolanos, que lo tienen que resolver ellos. No son fuerzas extranjeras las que tienen que resolverlos. Ni los organismos internacionales tienen hoy la fuerza para imponer o derrocar un gobernante. La lucha contra la droga no tiene a Estados Unidos en otros países o regiones del mundo, productoras de droga, de modo amenazante como está en Venezuela, o frente a China, a quien acusa de introducir el fentanilo en Estados Unidos. Es claro, entonces, el pretexto político contra Venezuela, que sirve de amenaza contra cualquier proyecto reformista en el continente que no sea del agrado de Estados Unidos.

El distanciamiento de Trump con el presidente Petro, de Colombia, obedeció a esa solicitud de apoyo intervencionista, de usar su territorio, con sus bases militares, como base de apoyo en su posible guerra contra Venezuela, que Colombia rechazó.

La diplomacia estadounidense se ha movido para justificar la captura no de un presidente, aunque haya sido mal electo, sino la de un delincuente narcotraficante que ha hecho de su gobierno un narco estado, que pone en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos, sin tener fronteras terrestres, ni marítimas ni aéreas comunes, como Estados Unidos las tiene con México o Canadá. Lo único que ha logrado Trump es el apoyo de una isla insignificante políticamente a pocos kilómetros de distancia de Venezuela, Trinidad y Tobago. Tampoco ha podido desarrollar sus nuevas bases militares en Panamá, que las está negociando.

La excusa de la guerra contra las drogas no le ha valido. Despedazar desde el aire unas cuantas lanchas, asesinando de esa manera a sus setenta tripulantes, que han muerto, no le ha permitido demostrar que esas lanchas llevaran toneladas o bastantes kilos de cocaína. Para todos los efectos esos ataques a esas lanchas han sido valorados internacionalmente como ejecuciones sin juicio alguno, sin pruebas materiales de transportación de drogas. Esos ataques son acciones sicariatas del Ejército de Estados Unidos contra pescadores, navegantes, personas que viajaban en lanchas sin que se haya podido demostrar que en esas naves llevaban drogas o cocaína, han sido condenadas incluso por las Naciones Unidas. Con todo el despliegue militar que allí tiene pudieron haberlas detenido con sus ocupantes y demostrar que iban cargadas de droga. Por las torturas que tiene autorizadas el Ejército de Estados Unidos a realizar legalmente, con un Manual de Torturas, pudieron haber interrogado y sacado información de esas personas pescadoras, presuntos narcotraficantes, de los vínculos de sus posibles organizaciones narcotraficantes y de los posibles compromisos de gobiernos con ellos. No han podido demostrar un solo caso de este tipo. En otro orden de cosas pareciera ser prácticas de tiro que realizan desde aviones o desde el portaviones Ford, el más grande de la marina de los Estados Unidos, contra lanchas que no llevan artillada ninguna arma. Simplemente ejecuciones, asesinatos a mansalva.

Cada día que pasa en que Trump se juega su pellejo, su figura, su presidencia, sin proceder a la captura de Maduro, le cuesta carísimo al pueblo de los Estados Unidos con el mantenimiento de esa movilización militar, de agua, aire y tierra que tienen preparada, para una guerra, frente a Venezuela. Más de 10.000 soldados listos para realizar la gran hazaña de Trump, en la que se van a llevar una gran sorpresa del pueblo venezolano.

Venezuela, en este asunto, de la intervención militar extranjera no está sola. Ya tiene aliados muy poderosos, Rusia y China, que le han facilitado recursos militares de defensa y de ataque, en posibilidad de hundir a su Portaviones Ford, y de mantener una resistencia defensiva por mucho tiempo. Venezuela se puede convertir en el Vietnam latinoamericano para los Estados Unidos, pero, también puede convertirse en la antesala de una III Guerra Mundial, donde en medio de este conflicto, se resolverá casi simultáneamente el conflicto de Ucrania, el del Medio Oriente, el del Mar de la China, el de Taiwán. La OEA por ahora, ni CELAC le darán apoyo a la aventura militar de Trump en Venezuela, por más aranceles que aplique y eleve.

Si la OTAN, por otro lado, se atreve a participar en una ofensiva contra Rusia, caerán bombas en toda la costa atlántica de los Estados Unidos, que es parte de la OTAN, país donde nunca ha caído ni un cachiflín, ni una bomba resultado de una guerra…y el pueblo estadounidense va a reaccionar más fuertemente de lo que hasta ahora se cree y estima políticamente.

Estados Unidos en su guerra y ofensiva contra Venezuela, y contra Colombia, si así se lo propusiera, lleva las de perder más que las de ganar.

Veo más a Trump retirándose humillado del Caribe frente a Venezuela, que entrando heroico a Caracas. En una intervención o en una guerra que se le puede extender en el tiempo se va a encontrar con el canto venezolano de 1816, ¡Gloria al Bravo Pueblo que el yugo lanzó!

¿Lo que suceda en Venezuela será la hoguera de la inmolación de Trump, o la antesala de la III Guerra Mundial?

(Artículo publicado en MEER.com.es y compartido con SURCOS por el autor).

Bombas, drogas y rock and roll: cómo EEUU utiliza la lucha contra el narco para forzar un cambio de régimen

La Semana Internacional
Javier Biosca de elDiario.es

Se cumplen dos meses del despliegue militar y de los ataques de EEUU contra embarcaciones frente a las costas de Venezuela. Van más de 60 muertos y Trump no afloja. Es más, dentro de unos días llegará a la zona el buque de guerra más grande del mundo. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha ordenado al USS Gerald R. Ford —un monstruo de 100.000 toneladas con capacidad para llevar 90 aeronaves— que abandone las aguas del Mediterráneo y se dirija al Caribe para participar en la supuesta lucha de EEUU contra las drogas.

Nosotros no tenemos portaaviones, pero tenemos socios. Y si nos apoyas, seremos mucho más fuertes que las 100.000 toneladas de acero de USSS Gerald Ford.

Lecciones de Panamá

La última vez que EEUU derrocó por la fuerza militar directa a un líder latinoamericano fue en 1989 en Panamá y también lo justificó con la lucha contra las drogas. Por si quedaban dudas, llamó a la operación ‘Causa Justa’. Manuel Noriega, bajo el conocimiento de EEUU, había formado la primera “narcocleptocracia” del mundo, pero permitía a Washington utilizar su país para llevar ayuda a sus aliados armados en El Salvador y Nicaragua, además de establecer puestos de escucha. De hecho, desde los 70, Noriega fue agente pagado de la CIA.

“La invasión de EEUU de Panamá es el equivalente más cercano a una operación de cambio de régimen en Venezuela”, me dice Michael Paarlberg, profesor, investigador y exasesor de Bernie Sanders para América Latina. “Como Trump hoy, EEUU no lo declaró como una guerra, sino una operación contra el narcotráfico. Derribaron a Noriega por sus vínculos con el tráfico de drogas que, irónicamente, EEUU ya conocía y que incluso fomentó como activo de la CIA”, añade Paarlberg, que vivió en Panamá en los años posteriores al golpe porque su padre trabajaba en el servicio exterior de EEUU.

Es demasiado evidente que lo de Trump en Venezuela no es un intento real de frenar el tráfico de drogas y que no hace falta llevar al buque de guerra más grande del mundo para hundir narcolanchas. Según los propios datos de la agencia antidrogas de EEUU (DEA), el “corredor caribeño” que está atacando el presidente en Venezuela representa solo el 8% de toda la cocaína que llega al país norteamericano. Sin embargo, el 80% llega por aguas del Pacífico desde Ecuador y Colombia, según datos de 2022 del Ejército de EEUU. Pero ahí no están atacando.

Pese a las similitudes, “hay grandes diferencias” entre la operación en Panamá y en Venezuela, comenta Paarlberg. “En ese momento, EEUU tenía muchas bases militares en Panamá. De hecho era la sede del Comando Sur y ya había 13.000 soldados allí desplegados —a los que luego añadieron unos 15.000 más—”. Incluso con tantas tropas, “hubo muchas batallas feas”. Paarlberg recuerda un episodio en el que varios Navy Seals fueron capturados y asesinados en la pista de despegue del aeropuerto de la capital.

Trump ha dicho una cosa y la contraria, pero el próximo paso en la escalada serían ataques estadounidenses en tierra. Pase lo que pase, Paarlberg cree que el presidente “no quiere recrear ninguno de los problemas de la invasión de Panamá”. “Además, no tiene los recursos. Actualmente hay alrededor de 10.000 soldados, y realmente es una cifra mucho menor si hablamos de tropas de combate. Siendo generosos, la mitad. Eso deja 5.000 soldados, muchos menos de los movilizados para invadir Panamá, un país 20 veces más pequeño que Venezuela”.

Maestros de la guerra psicológica

Elliot Abrams, vieja y oscura figura en la política estadounidense y las injerencias en terceros países, ya lideró la estrategia (fracasada) de Trump en su primer mandato para forzar un cambio de régimen en Venezuela: autoproclamación de Juan Guaidó, operación de ayuda humanitaria, conato de alzamiento militar… “¿Cree que Trump está más cerca de lograrlo en esta nueva presidencia?”, le preguntaban el otro día en una entrevista con la BBC. “Eso espero. Y hay un par de razones para ser un poco más optimista […] El presidente Trump está presionando más. Entonces tuvimos sanciones, pero no tuvimos la campaña de presión, con un gran poderío militar incluido, que estamos viendo hoy”.

En una cosa coincide Abrams con lo que me decía Paarlberg: “Esa flota en el Caribe no es lo suficientemente grande como para invadir Venezuela, y no creo que Trump tenga ninguna intención de hacer eso, pero es mucho más grande de lo que se necesita para dispararle a pequeñas lanchas rápidas. El siguiente paso será probablemente algún ataque dentro de Venezuela”, decía el ex enviado especial de Trump para Venezuela.

“Todo esto es una especie de operación psicológica cuyo propósito es decirles a las personas alrededor de Maduro, a los militares y a los civiles en el régimen: ‘Él tiene que irse, pero ustedes no tienen que irse; hagan algo, sálvense», decía Abrams a la BBC.

La invasión de Panamá tuvo un final inesperado. Noriega estaba refugiado en la Nunciatura Apostólica, la embajada de facto de la Santa Sede en el país, y no quería salir. Los soldados vigilaban el perímetro 24 horas y recurrieron a la guerra psicológica reproduciendo en bucle y a todo volumen canciones de rock. Judas Priest, Kiss, Black Sabbath, Guns and Roses… En realidad, todo esto te lo cuento como excusa para dejarte por aquí la ‘Playlist Noriega’ llena de temazos. Tras 10 días escondido en la embajada, Noriega acabó entregándose a los gringos, pero parece que la música no tuvo mucho que ver.

Tienes que ver…

Hablando de guerra psicológica, hoy te traigo algo un poco diferente. Es un breve vídeo con el que se presenta el 4th Psychological Operations Group, una de las unidades de guerra psicológica del Ejército de EEUU.

El vídeo se llama Ghosts in the machine (fantasmas en la máquina) y el nombre no es casual. Hace referencia a una expresión acuñada por el filósofo Gilber Ryle y su crítica al dualismo cartesiano de cuerpo y mente. Ryle argumentaba que la visión de Descartes era como decir que somos máquinas operadas por fantasmas independientes que viven en nuestro interior.

Así se ven ellos, los estadounidenses. Como los fantasmas que dirigen nuestras vidas.

Chávez espantó a “marines” en la capital costarricense

Rafael A. Ugalde Q.
Periodista, abogado y notario por la U.C.R.

Un telón plegable con el rostro del comandante Hugo Rafal Chávez Frías y los colores de la bandera de la República Bolivariana de Venezuela puso a correr a los “marines” y a la policía local que resguardaban la embajada estadounidense en la capital costarricense, en medio de tambores de guerra en Suramérica, cada vez más sonoros.

El insólito hecho acaeció la víspera como parte de los actos de los costarricenses identificados con la solidaridad, como acción concreta contra todos los pueblos del mundo que sufren de diversas formas la explotación y humillación del imperialismo. Así, en blanco y negro, sin timoratos, sin mascaras ni reformismos.

Desde la perspectiva histórica que ya vive la humanidad, entre una “fiesta de vampiros”, selectos invitados que nunca faltan y quienes ya no quieren dar más su sangre, la solidaridad tiene hoy, como principal componente, la lucha contra el imperio, por encima de extensión geográfica, color de piel, edad o sexo. Bastaría, pues, que la autodeterminación exigida por cualquier pueblo y el derecho a vivir en paz se vean amenazados por la guerra imperial en sus distintas manifestaciones, para que nos convirtamos en internacionalistas y simples ciudadanos del mundo.

No se había desplegado la fotomural enrollable con el rostro de Chávez Frías y su típica boina roja de paracaidista, que lo inmortalizó como internacionalista de verdad, cuando los “marines” ya habían desaparecido de las afueras de la sede diplomática y una patrulla de la policía local hacia acto de presencia frente a la embajada estadounidense, al oeste de nuestra capital.

La escena cobró relevancia hoy al conocerse por medios periodísticos norteamericanos que la Casa Blanca y sus aliados en la región habían decidido ya un ataque aéreo masivo a tres principales bases militares venezolanas, a varios aeródromos utilizados para el despegue de los bombardeos de fabricación rusos, así como varios cuarteles claves cercanos a las costas, a fin de facilitar luego el desembarco de fuerzas terrestres estadounidenses.

Según el diario “Miami Herald” – cercano a la peor calaña guerrerista de La Florida y de Marco Rubio, secretario de Estado norteamericano – la administración Trump tomó la decisión de atacar instalaciones militares claves dentro de Venezuela. Los bombardeos podrían ocurrir en cualquier momento, señalan.

Los planes de agresión, también reportados por el conservador diario Wall Street Journal, buscan destruir el máximo de instalaciones militares, dividir las tropas bolivarianas y descabezar la oficialía, y luego, ir por las principales cabezas políticas venezolanas, entre las que destacan la del presidente Nicolás Maduro, los ministro de defensa e interior, Padrino López y Diosdado Cabello, respectivamente.

El relato ampliamente promocionado por Washington y sus fieles oligarquías regionales para justificar una intervención militar contra los venezolanos empezó con una especie de leyenda urbana denominada “cartel de los soles”.

Más recientemente, según el noticiero France 24, mientras se “libera” a Venezuela de la “dictadura” de Maduro, después de lo cual supuestamente la invadida isla de Trinidad y Tobago tendría gas gratuito, la Casa Blanca autorizó a las autoridades de la ínsula caribeña a explotar un depósito gasífero junto a Caracas.

Ahora la tercera entrega de la leyenda se redondea con bombardeos a gran escala sobre toda clase de cuarteles, las importantes bases aéreas como Teniente Luis del Valle García, en Anzoategui, en el municipio Simón Bolívar, la Capitán Manuel Ríos, ubicadas ambas sobre planicies, y la del Libertador, en Maracay, con una mayor dificultad para el enemigo, dada la irregularidad del terreno.

Para los norteamericanos, la destrucción de esas tres bases áreas garantizarían la destrucción no solo de los aviones de guerra venezolanos, sino además todo el potencial misilístico de fabricación rusa, capaz de acabar con cualquier portaviones del Tío Sam.

Asimismo, los órganos relacionados con la aviación en Puerto Rico, confirmaron este fin de semana a medios periodísticos de la isla, que el espacio aéreo fue restringido sorpresivamente hasta el 31 de marzo de 2026. Es decir, esperan una guerra corta de seis meses.

Los cuarteles históricamente se inventaron como sitios para guardar armas en ocasión de grandes campañas militares y nunca como depósitos de drogas que mereciesen bombardeos a gran escala.

Sin embargo, con la presente administración Trump y sus bandas espere cualquier cosa. Estos nazifascistas locos por los recursos ajenos, usted tiene que creerle para no engrosar la lista de narcotraficantes y terroristas. ¡La leyenda del cartel de los soles forma parte de ello!

¿La intervención militar de EEUU en Venezuela es inminente?

Mg. José A. Amesty Rivera

El pasado miércoles 15 de octubre 2025, el presidente Donald Trump confirmo la información sobre la autorización a la Agencia Internacional de Inteligencia CIA norteamericana, para realizar operaciones encubiertas en Venezuela.

Pongamos en contexto esta decisión: recordemos que EEUU por orden de Trump movilizo al Atlántico, en las inmediaciones de las costas venezolanas, un arsenal militar gigantesco, con la intención de frenar lo que ellos llaman el «narcoterrorismo«.

Esta fue la justificación, pero todos intuimos, cuáles son las verdaderas razones para tal militarización.

Desde este hecho, han tenido a Venezuela, la región latinoamericana y al mundo en vilo, ante una posible agresión militar contra Venezuela. Al momento de escribir estas notas, todavía estamos en zozobra, ante esta posible aventura belicista.

Por supuesto, los medios están inundados de hipótesis, negando o afirmando tal locura.

Nuestra posición al respecto, parte de la noticia del mandatario norteamericano al autorizar a la CIA para actuar en Venezuela.

Primero, la noticia de Trump da por sentado que la CIA no haya operado en Venezuela y en la región. Cosa que no es cierto, ya que hay muchos antecedentes de la actuación de la CIA, tanto en algunos países de Latinoamérica como en Venezuela.

Segundo, ante la autorización de Trump, los medios principalmente, interpretan la orden con varios matices:

  • Donald Trump, ordena a la CIA entrar a Venezuela.

  • Trump autoriza operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela.

  • Trump autoriza operaciones de cambio de régimen de la CIA contra Venezuela.

  • Trump ordena a la CIA operar en Venezuela.

  • Donald Trump autorizó «acciones agresivas» de la CIA en Venezuela.

En fin, múltiples interpretaciones que rayan en hipótesis diversas, sin certeza verdadera.

Creemos, que llego un momento en que las autoridades militares y Trump, se dieron cuenta de que la invasión u agresión militar, no era posible debido a múltiples causas, que no abordamos aquí ni repetimos porque están en el mar de las noticias mediáticas.

Lo que si es posible es que el anuncio de permitir a la CIA actuar, fue en el momento y es en la actualidad, una forma del retiro de las tropas de las inmediaciones de Venezuela. ¡Ojalá no nos equivoquemos!

Ya lo han dicho algunos analistas, que EEUU moverá sus barcos y aviones, del Atlántico al Pacífico, cosa que hemos visto en los últimos días, al destruir lanchas en el Pacífico, cerca de las costas colombianas.

Ahora, en términos generales la CIA se organiza en cinco directorios, que responden a las necesidades de los Centros de Misión.

El primero es la Dirección de Análisis, que informa al presidente y sus asesores sobre temas extranjeros y les ayuda a tomar decisiones.

Después está la Dirección de Operaciones, que recoge información de fuentes de inteligencia humana y realizan acciones encubiertas.

Por su parte, la Dirección de Ciencia y Tecnología apoya las misiones en el extranjero con soluciones en ambos frentes.

El cuarto y más reciente es la Dirección de Innovación Digital, que actúa de manera transversal aportando nuevas técnicas y herramientas.

Por último, la Dirección de Apoyo lleva a cabo tareas de logística, seguridad y suministros, entre otras, y por tanto, se considera la columna vertebral de la CIA.

Por otro lado, el verbo encendido del presidente colombiano Gustavo Petro, ante sus palabras de apoyo a Venezuela y a la región, además de los insultos entre ambos mandatarios, le cayó como un anillo al dedo a EEUU, para una posible reculada.

No obstante, cuando la CIA opera en algún país, normalmente no lo hacen en medio de una guerra, sino, antes y después de concluidas las operaciones militares. Básicamente con espionaje, secuestro de algún personaje importante, entre muchas otras.

Una prueba de lo inmediato anterior es que, un reportaje de AP documenta cómo el agente estadounidense Edwin López de la CIA, intentó durante 16 meses sobornar al piloto presidencial venezolano Ángel Villegas para que desviara el avión de Nicolás Maduro. La oferta: riquezas y protección a cambio de entregar al presidente venezolano.

Lo que reafirma nuestra hipótesis de que, EEUU olvidará, por ahora, su aventura militar, y permitirá que la CIA continúe trabajando al interior de Venezuela.

No obstante, la CIA en este escenario, no actúa como un mero órgano de inteligencia, sino como el brazo operativo encubierto de una política de cambio de régimen, ya que es un sistema de poder que ha operado al margen del derecho, la transparencia y la soberanía de los Estados.

No olvidando que, la agencia de inteligencia actúa como órgano decisorio encubierto, mientras que las fuerzas armadas ejecutan, en este caso, operaciones con una escalada sin precedentes en el Caribe y en la frontera sur.

Ahora, Venezuela necesita continuar blindándose para enfrentar a la CIA actuando en su territorio, no permitiendo su entrada fácilmente, vigilancia extrema.

En fin, aunque continúa la guerra psicológica con la presencia del aparataje militar estadounidense, es muy posible que los gringos vayan reculando poco a poco, ¡Ojalá no nos equivoquemos!

Hoy Venezuela y Colombia, ¿mañana quién?

Juan Carlos Cruz

Las amenazas de intervención militar de Estados Unidos nos competen a todas y todos.

El reciente despliegue militar del gobierno de Estados Unidos en el Caribe, incluyendo el portaaviones USS Gerald R. Ford, y las crecientes acusaciones sin prueba alguna contra los gobiernos de Venezuela y Colombia, constituyen una grave amenaza a la paz regional, a la soberanía de nuestros pueblos y al principio de no injerencia consagrado en el derecho internacional.

Las acusaciones de narcoterrorismo dirigidas contra los presidentes Nicolás Maduro y Gustavo Petro parecen un último recurso de desprestigio a gobiernos soberanos cuando otros calificativos no han tenido efecto, pero, sobre todo, carecen de pruebas contundentes y verificables. Este nuevo discurso se sustentan en narrativas mediáticas que buscan criminalizar y justificar agresiones que se realizan por razones geopolíticas.

¿Por qué los sobrevivientes a los ataques no han sido presentados ante ninguna instancia legal como prueba de la «presunta implicación de Venezuela y Colombia» en el narcotráfico?

Tal como ha señalado la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, Venezuela no figura como país relevante en los informes internacionales sobre tráfico de drogas. Por su parte, el presidente Petro ha denunciado que estas amenazas ignoran décadas de lucha efectiva contra el narcotráfico en Colombia y las sanciones anunciadas vienen más bien a debilitar los programas ya existentes.

La presencia de fuerzas militares estadounidenses en la región, bajo el pretexto de combatir el crimen organizado elevado al nivel del terrorismo, representa una escalada peligrosa que vulnera el principio de autodeterminación de los pueblos y revive prácticas intervencionistas que han causado sufrimiento y desestabilización en América Latina.

Independientemente de suscribir o no las circunstancias políticas y económicas por las que transitan los respectivos gobiernos, las condiciones geopolíticas de nuestro Caribe demandan solidaridad con los pueblos de Venezuela y Colombia y respeto irrestricto a su soberanía.

Es imperativo de la comunidad internacional, los movimientos sociales y las organizaciones defensoras de la paz, mantenerse alertas y condenar cualquier intento de intervención militar que atente contra la estabilidad de nuestra región. Hoy la amenaza es contra Venezuela y Colombia, mañana puede ser contra cualquiera.

Imagen: Portaviones USS Gerald R. Ford (Wikipedia)

¿Qué pasa hoy en Venezuela? En Alternativas este viernes a las 6 pm

El programa Alternativas, producido por el Colectivo Reflexión-Acción, dedicará su próxima emisión al análisis de la situación actual en Venezuela. El espacio se transmitirá este viernes 17 de octubre de 2025, a las 6:00 pm (hora de Costa Rica), por Facebook Live, YouTube y Spotify.

El panel contará con la participación de Jorge Coronado Marroquín, sociólogo con estudios en Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica y economista político por la Escuela Libre de Estudios Superiores de Berlín, Alemania.

También participará Francisco González, docente e investigador universitario, especialista en integración regional y comentarista en medios nacionales e internacionales de Venezuela.

Completan el panel Roberto Zanabria, comunicador y director de Radio Voces Libertarias, integrante del Consejo Nacional de Medios Alternativos y Comunitarios de Venezuela, y Sergio Rodríguez Gelfenstein, analista internacional y profesor universitario, con maestría en Relaciones Internacionales y doctorado en Estudios Políticos.

El programa Alternativas busca promover el pensamiento crítico y el análisis de coyuntura latinoamericana desde una perspectiva ciudadana, con el lema:

Pensar libremente para construir un país y un mundo enteramente mejores.”

Emisoras amigas: Guanacaste 106.1 FM, Radio Soberanía, Radio Revolución y 506 Ondas Alajuelita Radio.

Nada por la paz… Todo contra el pueblo

Rafael A. Ugalde

Aclaración: La solidaridad antimperialista con todos los pueblos del mundo es una obligación humana, no es un derecho que requiera permiso alguno, pues el carácter de obligatoriedad, está por encima de cualquier barrera idiomática, creencia, gusto o visto bueno. Por la urgencia del caso y a fin de dar agilidad y no comprometer a nadie, me responsabilizó por cada una de estas líneas.

Los famosos premios Nobel de la Paz ya hacen mucho tiempo estaban moralmente desvalorizados, pero ahora sí tocaron fondo, otorgando esta considerable bolsa de dinero a María Corina Machado, lo que no debería alegrar a ningún hombre y mujer pacífico en el mundo.

Basta recordar que esta «premiada» no ha tenido empacho alguno para implorar a los imperialistas gringos y europeos intervengan con urgencia contra su país, que equivale a llamar a quienes robaron y se llevaban los recursos de Venezuela a desangrar un pueblo hermano, trabajador, amante de la paz, alegre como él solo y fraterno, muy identificado, por cierto, con los dolores pasados y presentes de los costarricenses de bien.

A raíz del golpe de Estado en nuestro país en 1948, con más de 3000 muertos y heridos, hubo costarricenses que el pueblo venezolano acogió, les dio refugio y allá muchos de ellos murieron, dejándonos el legado obligatorio del agradecimiento sagrado, por encima de las diferencias ideológicas de entonces.

Nunca, además, el pueblo venezolano tuvo reparo para entregar petróleo subsidiado a los costarricenses, a través del acuerdo regional para estos fines, en la década de los setenta.

Fueron otros, los insaciables de siempre por ganancias a costa de la sangre de las mayorías -vampiros ensangrentados a los que pertenecen y defienden la banda de Machado-, quienes boicotearon un día sí y el otro también este esfuerzo descomunal latinoamericano y caribeño de progreso y unidad de nuestros pueblos en la región.

Hoy, a quien premiaron en Noruega por su llamados a la guerra y el derramamiento de sangre, se nos confirma una vez más que los imperialistas de ayer, los actuales y del futuro, desprecian la paz y la soberanía de todo pueblo que apuesta por el progreso y su independencia.

No debe extrañarnos este “premio” en disputa cerrada con otro criminal nazi fascista como lo ha demostrado Donald Trump. Entendemos que a cualquiera de los dos que les hubieran dado esta bolsa millonaria buscarían “blanquear” el asesinato como lo hizo su progenitor de estos premios, Alfredo Nobel, traficante e inventor de armas, quien en su testamento dejó instituidos estas premiaciones para que fuera limpiado su oscuro pasado.

Quiero decir a usted, que la República Bolivariana de Venezuela no necesita del negocio del narcotráfico para superar cada uno de los intentos hechos para imponer el hambre como arma de guerra, dados sus vastos recursos naturales y la indeclinable decisión de su ciudadanía a ser libre.

Los costarricenses de bien, la gente honesta, debe recurrir a la experiencia y la historia recientes en esto del descabellado invento del famoso «Cartel» de los Soles. Ustedes han visto como los troles yankis hacen repetir tal mentira en los noticieros, telenoticieros, periódicos, Casa Presidencial y Asamblea Legislativa, entre otras cajas de resonancia, a fin de esconder una nueva intervención militar en la zona.

Atrás de la militarización del mar Caribe y las ejecuciones extra sumarias de quienes navegaban en botes de fibra de vidrio, subyace la urgencia de petróleo y saldar a cómo haya lugar las multimillonarias pérdidas dejadas a la industria de la guerra gringa en Ucrania y en Oriente Medio.

La aparición de buques de guerra, misiles y cientos de «marines» tienen además relación directa con los nuevos bloques políticos, económicos y comerciales presentes en la zona, así como el fortalecimiento del llamado grupo de países de los BRICS, parte integral del nuevo mundo que se levanta imparable.

Aparejado a lo anterior tienen una profunda crisis financiera interna y de valores en Estados Unidos, como puedes constar sí entrelazas el hilo conductor de la realidad arriba apuntada.

Es cuestión de revisar cómo se han disparado los precios en todos los supermercados estadounidenses, afectando a quienes menos tienen recursos, las balaceras constantes y los muertos dejados en colegios y escuelas, los desacuerdos al interior del único partido político estadounidense con dos cabezas, una de burro y otra de elefante, etc.

Es decir, están recogiendo lo sembrado y que no merece el trabajador pueblo de la Unión. Son causas innegables que están atrás de esta militarización del Caribe ordenada por el nazi fascista Trump y sus muchachos.

Hay que decir que todo costarricense, por antonomasia, es inteligente y, sin ningún distingo ideológico, religioso o cultural, debe recordar el guion de la misma novela escrita con el cuento de las «armas de destrucción masiva en Irak» o la «intolerable violación de los derechos humanos» en Libia, fin último que sirvió primero, para invadir y legitimar el terrorismo que decían combatir, y luego, robarse descaradamente y a cántaros llenos el petróleo en ambas naciones.

En esta línea de saqueo y crimen se enmarca precisamente el premio a la guerra dado a esta venezolana, vinculada con golpes de Estado y el narcotráfico colombiano de alto vuelo.

Ni la CIA ni la DEA pudieron desmentir al gobierno y el pueblo venezolanos, cuando desactivaron el pasado mes de septiembre en plena marcha una intentona de derramamiento de sangre, allanando varias bodegas camufladas de empresas con miles de munición de todo tipo, cientos de kilómetros de cable explosivo, bombas para volar terminales petroleras, puentes, negocios, minas de diversos usos, rifles para francotiradores, destinados a atentar contra la vida de altos funcionarios de gobierno, entre otros dispositivos guerreristas, llegados a las bandas terroristas que controla la gente de María Corina, gracias a sus contactos con los narcos colombianos.

Si, como lo oyes, la ahora premio Nobel de la Paz vinculada al crimen y el narcotráfico colombiano.

El proceso de investigación por estos alijos de guerra llevó a la detención de la mayoría de estos terroristas con las «manos en la masa», narrando con lujo de detalles las fuentes de financiamiento, los lugares de reunión en Colombia para coordinar las «entregas”, así como nombres de narcotraficantes «chineados» en los anteriores gobiernos del actual presidente Gustavo Petro, los «contactos» en el interior de Venezuela etc.

Frente a esta abundante prueba, la CIA ni la DEA dijeron esta boca es mía. Como siempre ocurre no aparecieron dando la cara por estas fechorías, dejando abandonados a sus secuaces. En cuanto a la embajada estadounidense en Caracas, siempre sale a relucir su típica hablada diplomática: «yo no fui».

A estos bajos niveles ha llegado la academia que otorga los Nobel de la paz, otro hora orgullo y esperanza de justicia social y comprensión para nuestros pueblos. Este contexto está dominado cada vez más por el ascenso desbocado del nazi fascismo – sionismo, impulsado por el llamado Occidente de la OTAN; nos obliga, por tanto, como costarricenses y parte de los pueblos del mundo, a ser audaces como nunca en la solidaridad requerida ya. Sin demora alguna.

Pareciera que el mañana latinoamericano y caribeño se nos agota, si no damos los pasos hacia la dirección correcta, dada las actuales circunstancias ante una nueva intervención militarista en la región.

El salto cualitativo nos obliga a leer esta nueva realidad en la región sobre la base de la experiencia solidaria transitada ya por muchos hombres y mujeres que viven profundamente en nosotros. Físicamente no los vemos ya caminar por nuestras calles y alamedas, ni jugar con sus hijos ni nietos en los parques, ni dejando debajo de las puertas de las casas de nuestros barrios la hoja suelta convocando para el piquete de solidaridad.

Ya no están, pero su ausencia física la llenaron con la experiencia de calidad que dan a los hijos de no siervos menguados aquellos y aquellas decididas cada vez que enemigo de los pueblos nos declara la guerra. Ayer dijeron: ¡Presente!, como reclama el hoy, nuevos y urgentes aprendizajes en esto de la Solidaridad, porque el mañana es de los pueblos que defienden su existencia.

Y ahora resulta que ninguna nación está exenta en nuestro continente de la intervención militarista yanki y el sometimiento de todos sus pueblos. Como ellos y ellas nos han enseñado no es hora de pusilánimes. Decimos con el pecho henchido: ¡Listos! ¡En marcha muchachos y muchachas!

La paz orwelliana (“1984”) y distópica

Por Jiddu Rojas

Seamos claros: se acaba de otorgar un nuevo y cuestionado Premio Nobel de la Paz 2025, que es prácticamente una licencia para una próxima invasión militar del hegemon norteamericano contra una sitiada Venezuela.

Por favor, sin entrar a defender o no al gobierno de Maduro ni al cuestionado proceso electoral bolivariano, pero ¿cómo se puede pedir una intervención militar extranjera contra su propia patria? ¿Cómo puede ser una supuesta líder política tan cipaya y servil? ¿Puede ser la ocupación extranjera imperial mejor que el régimen actual, bajo constante ataque económico y mediático de Estados Unidos y Occidente?

Hasta Henrique Capriles Radonski, excandidato de oposición a Maduro, condenó públicamente la amenaza de intervención militar de Trump y Marco Rubio. Muchos otros sectores de la oposición venezolana también condenan esas amenazas.

Pero seamos honestos: más allá de las simpatías o antipatías hacia el gobierno de Maduro, ¿realmente alguien cree que al gobierno de Estados Unidos le interesan los derechos humanos de los venezolanos o la “democracia”? ¿O se trata solo de su petróleo, de sus tierras raras y de sus recursos naturales?

¿Premiar así a una líder de extrema derecha, acusada de golpista y de promover la posible intervención militar norteamericana y occidental? ¿Una ficha geopolítica de Trump maquillada que gana un Premio Nobel de la Paz? Esto es una clásica inversión axiológica (Franz Hinkelammert), al mejor estilo de la novela 1984: un montaje internacional, un show mediático y una burda maniobra geopolítica.

¿A quién beneficia esta polarización extrema: María Corina vs. Maduro/Diosdado? No ciertamente al pueblo de Venezuela, agredido por esta guerra híbrida internacional, cuyas víctimas económicas son las propias comunidades civiles.

Trump queda doblemente expuesto, porque su incondicional “alfil” venezolano se convirtió en reina y le arrebató, sin querer queriendo, la corona y los laureles mediáticos que tanto necesitaba para frenar la caída de su popularidad interna. ¿Funcionará su pax imperial sobre los cadáveres de los niños, mujeres y civiles de Gaza, frente a la voracidad de la limpieza étnica de su socio Netanyahu, acusado internacionalmente de crímenes de guerra y de lesa humanidad?

Pero volvamos al Gran Caribe bajo la hegemonía norteamericana. No se trata de legitimar o no al gobierno de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello; se trata de no legitimar una inminente invasión militar de Trump a Venezuela.

Hagamos memoria: ¿qué salió de “bueno” para la humanidad de las invasiones a Granada, Panamá, Irak (Bush padre y Bush hijo), la antigua Yugoslavia, Afganistán, Somalia, Libia, Siria o Yemen, por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos e Israel? ¿Blood for oil?

¿Qué resultado dejaron sus guerras “proxy”, como la de Ucrania frente a la invasión rusa? Miles de jóvenes muertos, un país devastado, dos pueblos hermanos enemistados y una gran venta de armas y nuevas tecnologías militares; además de, paradójicamente, consolidar la posición geopolítica de Rusia y del gobierno de Putin, pese a las sanciones occidentales.

¿Dejó de ser la Federación Rusa una amenaza militar o China Popular una superpotencia económica cada vez más consolidada? No. Tanto los gobiernos de Biden como los de Trump, con sus matices, parecen haber equivocado su política exterior belicista contra Rusia y China. ¿Se debilitaron los BRICS+ o se fortalecieron? La respuesta es obvia: se fortalecieron, igual que la búsqueda de un mundo multipolar.

En cambio, ¿ayudaron estas masacres imperialistas a consolidar un mundo más justo y multipolar, o solo reforzaron el viejo unilateralismo norteamericano y su dependencia del complejo militar-industrial?

Nada nuevo bajo el sol: el Premio Nobel de la Paz, después de figuras tan polémicas como Henry Kissinger, ya estaba devaluado. Pero para este complejo 2025, ¿realmente no había una persona más decente y coherente para recibirlo?

¿Qué hay de quienes han luchado pacíficamente contra el genocidio en Gaza?
Por ejemplo, Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los Territorios Ocupados, ha desarrollado una labor meticulosa y humanista frente a un genocidio televisado a vista de los poderosos.

Lamentable. Realmente lamentable. Será un craso error estratégico con consecuencias a largo plazo para la legitimidad democrática de los gobiernos del norte global.
Sus propios pueblos, más allá de la desinformación sistemática, comenzarán a sospechar más y más de sus gobiernos y de sus élites.

Como es arriba, es abajo, dijo Hermes Trismegisto. Este arrogante gesto geopolítico imperial traerá consecuencias. Se desenmascaran radicalmente ciertas instituciones nacionales e internacionales.

Las consecuencias de esta acelerada quiebra de legitimidad democrática, sumadas a la apatía colectiva, la desconfianza institucional y el crecimiento de la desigualdad estructural, pueden resultar letales para las democracias representativas, el ideal del Estado social de derecho y los ecosistemas del planeta.

Gracias, paz y justicia.
MEL. Jiddu Rojas Jiménez

¡No al montaje terrorista! Solidaridad con Venezuela frente a provocaciones imperialistas

El Partido Vanguardia Popular condena con firmeza la estrategia terrorista de la ultraderecha venezolana, supuestamente en complicidad con la embajada de Estados Unidos, para planear provocaciones violentas que sean utilizadas como pretexto para una intervención militar. Las denuncias hechas por el Gobierno venezolano respecto a una operación de “falsa bandera” con explosivos contra la embajada estadounidense en Caracas no pueden ser ignoradas.

Estas acciones son parte de un guion recurrente del imperialismo, fabricar un conflicto, asignar culpables y luego invocar “responsabilidad internacional” como justificación para invadir. No es una exageración. Basta recordar las operaciones encubiertas históricas donde diarios episodios sirven de pretexto para agresiones externas.

Venezuela ha sido clara, se reforzaron las medidas de seguridad diplomática, se alertó a embajadas europeas y se pidió al gobierno de EE.UU. tomar nota del complot.

Estas advertencias no pueden tomarse como propaganda sin más; exigen atención al contexto de agresión continua que sufre ese país.

Por ello, el Partido Vanguardia Popular hace un llamado a:

– La solidaridad internacional con Venezuela, denunciando cualquier maniobra que pretenda justificar una intervención extranjera.

– Vigilar las estrategias mediáticas y diplomáticas de las potencias imperialistas, que históricamente fabrican enemigos para consolidar su dominio.

– Respaldar las medidas del Gobierno venezolano para salvaguardar la paz regional.

Ni provocaciones ni mentiras servirán para legitimar invasiones. Solo la verdad, la unidad y la resistencia pacífica pueden frenar los planes de dominación que amenazan la soberanía de los pueblos latinoamericanos.

Partido Vanguardia Popular

¡Alerta ante la amenaza imperialista contra Venezuela y la paz de Nuestra América!

El Partido Vanguardia Popular condena enérgicamente las maniobras agresivas e ilegales del imperialismo estadounidense en el Caribe, que constituyen una amenaza directa a la paz latinoamericana y un atentado contra la soberanía del pueblo venezolano.

La acumulación extraordinaria de medios militares de EE.UU. en el sur del Caribe, las incursiones ilegales de sus aviones de combate en espacios aéreos controlados por Venezuela, la destrucción de embarcaciones civiles y el asesinato de sus tripulantes, así como la pretensión de extender estas acciones a zonas terrestres, forman parte de un plan cuidadosamente diseñado para fabricar un pretexto de agresión militar. Esta política belicista viola de forma flagrante la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.

El imperialismo estadounidense, en su desesperación por recuperar control político y económico sobre los recursos venezolanos, busca imponer por la fuerza lo que no ha podido lograr con bloqueos, sanciones y campañas mediáticas. Se trata de una ofensiva peligrosa que podría desatar un conflicto armado con consecuencias incalculables para toda América Latina y el Caribe.

El PVP reafirma su solidaridad inquebrantable con el pueblo venezolano, su Gobierno Bolivariano y su unidad cívico-militar, que han resistido dignamente décadas de agresiones imperialistas. Defender la soberanía de Venezuela es defender la soberanía de todos los pueblos de la región.

Llamamos a las fuerzas progresistas, a los movimientos sociales y a los gobiernos comprometidos con la paz a cerrar filas contra esta amenaza y a movilizarse para impedir que una nueva agresión imperialista siembre muerte y destrucción en nuestra América.

Partido Vanguardia Popular
3 de octubre 2025