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Etiqueta: violencia

Psicología y genocidio – el aporte de Robert Jay Lifton

El Núcleo de Investigación y Acción en Psicología y Violencia invita a la presentación “Psicología y Genocidio: el aporte de Robert Jay Lifton”, a cargo del expositor Ignacio Dobles Oropeza.

La actividad es abierta al público interesado.

Poesía por Palestina: recital en solidaridad con la niñez gazatí

El próximo 9 de septiembre de 2025, a las 7:00 p.m., se realizará en El Lobo Mestizo el recital: Poesía por Palestina, un encuentro literario y cultural que busca alzar la voz en solidaridad con la niñez gazatí.

El espacio contará con la participación de destacadas y destacados poetas como María Montero, Arabella Salaverry, Laura Contreras, Mauricio Molina, Paola Valverde, Shirley Campbell, Marianela Sáenz, Dennis Ávila, Valeria Varas, Leo Madriz y Nidia González. Además, la actividad tendrá como invitada especial a Wajiha Sasa, Cónsul Honoraria de Palestina en Costa Rica.

El recital es convocado por Palabras Viajeras, Carmen Lyra, Cartonera Tica y Lobo Mestizo, colectivos y espacios culturales que se unen para visibilizar la realidad de la niñez palestina, tejiendo puentes desde la poesía y la resistencia cultural.

Comisión de Investigación también renuncia tras negativa de Colegio de Psicología a denunciar genocidio en Gaza y rechazar TLC con Israel

El 28 de agosto, integrantes de la Comisión de Investigación del Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica presentaron su renuncia irrevocable ante la Junta Directiva de la institución.

En la carta, explican que la decisión responde a la oposición de la Junta Directiva a un pronunciamiento elaborado por la Comisión de Violencia, en el que se denunciaba el genocidio que ocurre en Gaza y se rechazaba la iniciativa del Gobierno de firmar un tratado de libre comercio con Israel. La Junta insistió en la necesidad de mantener una supuesta neutralidad en el plano político, lo cual fue considerado inaceptable por las personas firmantes.

La Comisión de Investigación señaló que el silencio institucional no equivale a neutralidad, sino a complicidad pasiva, y que como profesionales de la psicología no podían acompañar esa posición. Subrayaron que la violencia debe entenderse en sus dimensiones políticas, sociales, culturales y económicas, y que una pretendida neutralidad contribuye al aumento de la violencia en el país y ante la situación en Gaza.

En su carta, agradecen la oportunidad de haber formado parte de la Comisión y reiteran su compromiso de continuar trabajando desde otros espacios académicos, sociales y profesionales a favor de la ética y los derechos humanos, de manera independiente al Colegio.

La renuncia fue suscrita por:

  • Rolando Pérez Sánchez (código 535)

  • David Torres Fernández (código 7545)

  • Benjamín Reyes Fernández (código 2955)

  • Vanessa Smith Castro (código 9975)

  • Siu Fong Acon (código 5978)

  • Marco Vinicio Fournier Facio (código 145)

Puede leer aquí la nota publicada este 28 de agosto acerca de la renuncia de la Comisión Ad-Hoc para el abordaje de la Violencia Social en Costa Rica.

Excepción, excepcionalidad, excepcionalismo…

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Ha sido un fin de semana de terror en Costa Rica.

Como si la metáfora no fuera suficiente, la principal vía de comunicación que conecta el Aeropuerto Internacional con la ciudad capital, San José, sufrió un colapso producido por aguaceros intensos, rayería e inundaciones. La carretera se llenó de escombros de todo tipo.

La imagen, valga decirlo, asemeja en mucho a la de un país que ha sido entregado sin dilación a los poderes fácticos, que ahora sí hacen lo que les venga en gana. El país se llenó de escombros, se entrampó, se inundó todo de su propia agua profunda.

No solo los efectos del clima producidos por el hombre y sus modelos económicos extractivistas y lacerantes fue lo que tuvimos este fin de semana en esta Costa Rica, ya para nada excepcional.

En menos de 48 horas, seis asesinatos nos muestran la gravedad de lo que nos hemos convertido: el sicariato salió de las pantallas y de las narconovelas para convertirse en una realidad absoluta. Como tantas otras cosas que nos han ocurrido en el pasado reciente, llegó para quedarse.

Es claro.

El dejar hacer, dejar pasar en materia de seguridad tiene un propósito político: convencer a la ciudadanía de que el único camino posible para “detener” esta violencia, implica la construcción de una megacárcel al estilo salvadoreño. Todo ello bajo la operación de una oprobiosa industria que hace millones a costa de respuestas populistas como esta.

Esos escombros en que nos hemos convertido en materia de seguridad apuntan a la instalación de un régimen de excepción (al igual que en El Salvador) en el que, a cambio de restablecer la paz, todo lo demás y de forma irregular se justifica: las desapariciones, los juicios sumarios, las detenciones arbitrarias contra defensores y defensoras de los derechos humanos.

Estamos a un minuto para que esto ocurra en Costa Rica.

Para evitar esa debacle, el camino, la vía costarricense como ha sido llamado históricamente a ese pacto sociopolítico, debe ser recuperado. Si hay un elemento que ha dibujado ese cierto excepcionalismo, es la forma cómo hemos recuperado el rumbo cuando estamos a punto de perderlo.

Es ahora. Es ya.

Más de 900 periodistas en Latinoamérica han sido forzados al exilio, revela investigación internacional

El Programa de Libertad de Expresión y Derecho a la Información (PROLEDI) de la Universidad de Costa Rica, la Cátedra UNESCO de la Universidad Diego Portales de Chile y la organización no gubernamental Fundamedios, dedicada a la defensa de la libertad de expresión, elaboraron el informe Voces Desplazadas: Radiografía del exilio periodístico latinoamericano.

El estudio revela que entre 2018 y 2024, al menos 913 periodistas de 15 países latinoamericanos se vieron forzados a exiliarse debido a la represión, la persecución y el cierre de espacios cívicos en sus países. Además, advierte que el desplazamiento forzado por persecución, censura y amenazas se ha convertido en una grave alerta para la libertad de expresión y la democracia en la región.

Venezuela, Nicaragua y Cuba concentran el 92% de las salidas estimadas de periodistas, aunque también se identifican contextos hostiles en Guatemala, Ecuador, Haití, México, Colombia y El Salvador, donde la criminalización del ejercicio periodístico o la violencia del crimen organizado vulneran a quienes trabajan en medios de comunicación.

Los principales destinos de acogida para estas personas desplazadas son Costa Rica, Estados Unidos, España, Chile, Argentina, Colombia y México, elegidos principalmente por las redes de apoyo disponibles y las posibilidades de regularización migratoria.

El informe destaca que la mayoría de los desplazamientos ocurren de forma abrupta y sin planificación, lo que profundiza situaciones de vulnerabilidad. Las personas desplazadas enfrentan precariedad económica, violencia, discriminación, problemas de salud física y mental, y dificultades para acceder a derechos básicos como salud, vivienda y empleo.

En muchos casos, las personas se ven obligadas a abandonar la práctica profesional, lo que produce vacíos y desiertos informativos que afectan directamente la libertad de prensa y el derecho ciudadano a estar informado.

“Que más de 900 periodistas hayan sido desplazados forzosamente por defender la libertad de expresión es un ataque directo a la democracia y un llamado urgente a los gobiernos para que actúen sin demora”, expresó Óscar Mario Jiménez, coordinador del equipo investigador desde Costa Rica.

Por su parte, Dagmar Thiel, directora de Fundamedios en EE. UU., advirtió que “el periodismo se ha transformado en una actividad de alto riesgo, pues los y las periodistas ponen en juego su integridad física y su propia vida para ejercer un buen periodismo en Latinoamérica”.

Desde Chile, Alejandra Matus, directora de la Cátedra UNESCO en Comunicación y Participación Ciudadana de la Universidad Diego Portales, subrayó: “El periodismo florece y fructifica en contextos de respeto a las normas democráticas y a uno de sus principios fundantes: la libertad de expresión. Cuando las y los periodistas son perseguidos y forzados al destierro, no solo se silencian sus voces, sino que se dañan los derechos de las comunidades a las que esos profesionales servían”.

FEUCR se pronuncia ante hechos de violencia en Guanacaste

Comunicado

Este 25 de julio en Guanacaste, nuestra delegación fue hostigada, rodeada y expulsada de un acto oficial, mientras el presidente de la República ridiculizaba nuestra presencia, generando rechazo hacia las personas estudiantes porque somos quienes alzamos la voz en contra de los recortes a la educación, salud y cultura que su gobierno hace, y tenemos voces críticas que en su marco autoritario no caben.

Estar en un espacio público, con orgullo universitario y en paz, no puede seguir siendo motivo de violencia. La diferencia no se reprime, se respeta. Esto no es solo un ataque al movimiento estudiantil, sino a la democracia misma.

¿Somos ya un Narco Estado? La administración Chaves-Robles en la mira

Por JoseSo
José Solano-Saborío
Analista Político

Por décadas hemos sido testigos de casos de personajes políticos, judiciales y empresariales ligados al narcotráfico internacional y local. Pero nunca habíamos llegado a la dimensión de la actual crisis, pues durante los últimos tres años, en la administración Chaves Robles, se ha asistido a un curioso desmantelamiento de las capacidades de control marítimo y fronterizo en Costa Rica que ha dejado en evidencia una peligrosa desconexión entre las promesas de protección y la realidad de los hechos. A mediados de 2023, el viceministro Manuel Jiménez Steller, quien se especula tiene relación cercana con el extraditable Celso Gamboa, ordenó cerrar de manera verbal las estaciones de Guardacostas en Sixaola y Bahía Drake, contra el criterio de sus propios mandos y sin respaldo escrito, despojando a esas puertas de ingreso de la droga de la presencia de la policía marítima más especializada del país.

Simultáneamente, se emprendió el traslado de la Academia Nacional de Guardacostas de su sede histórica junto al mar en Quepos a las instalaciones de Pococí, a casi 300 kilómetros de la costa, obligando a instructores y cadetes a recorrer más de cinco horas de carretera para capacitarse en ejercicios básicos de navegación y rescate acuático que deberían impartirse al nivel de la brisa marina, no en piscinas lejanas del agua salada.

En paralelo a estas decisiones, durante 2023 y 2024 se instalaron escáneres en la Terminal de Contenedores de Moín como parte de la llamada Operación Soberanía, sin embargo, los decomisos de cocaína siguen en caída libre: en sólo tres años las incautaciones pasaron de 47 a 21 toneladas, una disminución del 55 % que demuestra que la tecnología por sí sola no basta cuando las estructuras policiales se debilitan o se desplazan de los puntos críticos de fiscalización. Quizá por eso, mientras las autoridades locales confirman esa severa contracción, las agencias europeas reportan cifras récord de cocaína originaria de Costa Rica. Sólo en los últimos ocho años, contenedores de fruta llegaron al Viejo Continente con casi 15 toneladas de droga oculta, una señal inequívoca de que las rutas de narcotráfico no han hecho más que multiplicarse y diversificarse pese a las promesas de mayor vigilancia portuaria.

Estos recortes operativos no nacen en el vacío presupuestario. Varios diputados han advertido de una rebaja en el financiamiento de la policía y del Organismo de Investigación Judicial y proponen fórmulas de financiamiento sostenible, como el proyecto de ley que crearía un fideicomiso alimentado con el 2 % de las primas de seguros, para dotar de recursos estables al OIJ y al Ministerio Público ante la evidente insuficiencia de partidas en rubros esenciales para la lucha contra la criminalidad organizada.

En la misma línea de desarme estratégico, la Policía de Control de Drogas —la unidad especializada en la investigación de red de narcotráfico—fue retirada de aeropuertos y fronteras internacionales, cediendo esas misiones a otros cuerpos sin la misma experiencia ni adiestramiento, lo que ha motivado un recurso de hábeas corpus ante la Sala Constitucional, por entenderse que se compromete la seguridad ciudadana en zonas críticas de tránsito de estupefacientes.

Mientras tanto, en el remoto Refugio Gandoca-Manzanillo —punto de encuentro entre la selva y el mar Caribe— la Fiscalía Ambiental investiga la aparición de una presunta pista clandestina de aterrizaje que habría sido construida en los últimos dos años para facilitar el envío de cargamentos de droga, un esquema que, de confirmarse, demostraría cuán lejos llegan los tentáculos del narcotráfico frente a una desprotección efectiva de los ecosistemas y la soberanía nacional.

Frente a todo ello, ni la instalación de “gadgets” de alta tecnología ni algunos incrementos puntuales en plazas policiales parecen haber servido para contener el récord de asesinatos por sicariato que ya supera los 2 600 en tres años y sigue creciendo: Costa Rica cerró 2023 con 907 homicidios y 2024 con 880, y lleva más de 260 asesinatos por encargo en lo que va de 2025, un volumen de violencia sin precedentes en nuestra historia moderna que amenaza la paz que tanto hemos valorado como nación.

Todo indica que los vacíos de poder y de presencia estatal en los puertos, aeropuertos y costas no han hecho más que alentar al crimen organizado. La falta de un mando coherente, el debilitamiento de las unidades especializadas y la aparente desconexión entre presupuesto y necesidades operativas han creado la tormenta perfecta para que el narcotráfico encuentre un patio de recreo en territorios que deberían ser custodios de nuestro bienestar.

Camina como Pato, tiene alas de pato, hace cuack…… ¿Será un pato?

A 15 años de la masacre de Changuinola. La violencia continúa

Masacre en Changuinola 2010 | Foto: Gerardo Iglesias (archivo Rel UITA)

Gerardo Iglesias

El 8 de julio de 2010 el aparato represor del gobierno del expresidente Ricardo Martinelli −condenado por corrupción y asilado hoy en Colombia− reprimió con saña al pueblo trabajador de la zona bananera de la provincia de Bocas del Toro.

En aquel entonces, José Raúl Mulino −hoy Presidente de la República− era ministro de Interior, por lo tanto, responsable directo de la feroz cacería de ciudadanos indefensos en el feudo de Chiquita Brands.

José Raúl Mulino sufre del trastorno de acumulación de odio contra los trabajadores bananeros y los indígenas. Aquella salvajada −por la cual debería estar preso− dejó un saldo de dos muertos, 78 lisiados de por vida y 700 heridos de bala y perdigones.
La entonces ministra de Trabajo, Alma Cortés, se dignó ir a la zona bananera donde el Sindicato (SITRAIBANA) había convocado a una huelga en todas las fincas.

En la propia sede del Sindicato, la copetuda ministra mostró también su fobia antiindígena: “Ustedes son unos indios borrachos, ignorantes, analfabetos”, les dijo. “Dejen de hacerle el juego a los dirigentes sindicales, que lo único que quieren es seguir viviendo de las cuotas”, añadió.

Aquella señora copetuda fue condenada en mayo del actual a 32 meses de prisión al no justificar gastos de viáticos por 49 mil dólares en reuniones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra, Suiza. La muy instruida señorona resultó una vulgar ladrona.

Hace algunas semanas el presidente Mulino ordenó una nueva cacería en Bocas del Toro. El despliegue de las fuerzas de seguridad llevó por nombre “Operación Omega”. El número de muertos crece a diario, junto a las denuncias de torturas y flagrantes violaciones a los derechos humanos.
Ni siquiera la impunidad es eterna. El que las hace las paga. ¡Prohibido olvidar!

Masacre en Changuinola 2010 | Foto: Gerardo Iglesias (archivo Rel UITA)

Del mundo bipolar, al unipolar y de ahí al de la multipolaridad (La guerra en Ucrania y Rusia)

Alberto Salom Echeverría

A modo de prólogo, la violencia en la historia humana

Karl Marx expresó en su obra la siguiente frase: “La violencia es la partera de la historia”. Uno revisa los grandes cambios de época al menos en Europa Occidental y, en efecto en su compleja evolución, del comunismo primitivo a la esclavitud, de esta al feudalismo, del modo de producción servil al capitalismo y de la producción capitalista al socialismo que realmente existió, la violencia como expresión de la lucha de clases ha sido el acicate, la gran palanca movilizadora de los cambios sociales. Sin embargo, en la filosofía de Marx, este pensador no quiso profetizar al respecto. El mismo filósofo materialista señaló en su escrito la “Crítica del Programa de Gotha” que, la violencia dejaría de ser la “gran partera de la historia”, en cuanto se disolvieran las clases sociales, valga decir, cuando allá muy lejos en el desarrollo de las sociedades humanas, se consiga disolver la propiedad privada; asimismo, el Estado como lo conocemos hoy, vaticinaban los pensadores socialistas dejará de ser necesario, y, a la vez se alcanzará un estado de desarrollo tan grande que hará posible que los seres humanos continúen produciendo cada cual, de acuerdo con su capacidad; pero, la enorme producción que mediante el desarrollo tecnológico se alcanzará, se distribuirá como un principio de solidaridad social de tal forma que, la retribución de ese producto social podrá darse según la necesidad de cada individuo o familia, ya no de acuerdo con el aporte de cada uno como con acierto propuso Marx para la primera fase de desarrollo socialista.

La filosofía materialista histórica y dialéctica, ligó entonces siempre, la violencia como palanca principal para provocar los cambios sociales, a la lucha de clases, lo mismo que la existencia del Estado y la propiedad privada sobre los medios de producción. De ahí que, para el marxismo, la violencia no fue una petición de partida, sino más bien una observación, un diagnóstico acerca de cómo se ha desenvuelto y seguirá desenvolviéndose la dinámica social mientras existan privilegios qué defender para las clases dominantes. Quiere decir que, en principio la violencia ha sido y es en esencia parte consustancial de los detentadores del poder, de los que ostentan el control del Estado. Para las clases y sectores subyacentes, para los oprimidos la violencia ha sido más bien un mecanismo para defenderse de la resistencia de los opresores a dejarse arrebatar sus privilegios. Aunque muchas experiencias socialistas en el poder se convirtieron en burocracias parasitarias del conjunto de la sociedad, burocracias represivas y crueles que, le ocasionaron un enorme desprestigio a la causa socialista.

Por todo lo anterior, las transiciones pacíficas de un sistema productivo a otro, constituyen una excepcionalidad en la historia; son un fenómeno muy raro, como se demuestra en el caso de la revolución pacífica que quiso propiciar Salvador Allende en Chile, la cual terminó bañada en sangre, producto del golpe de Estado propinado por el dictador Pinochet, al mando de las fuerzas armadas, apoyadas -como se sabe bien hoy- por la derecha chilena, por la Democracia Cristiana de Frei y por la CIA de los Estados Unidos; así como por el mismo Richard Nixon, a la sazón presidente de los Estados Unidos y su secretario de Estado, Henry Kissinger, entre 1973 y 1977, quien fuera además su asesor en temas de seguridad nacional.

El mundo Bipolar

La contradicción que se da en el modo de producción capitalista, entre fuerzas productivas cada vez más sociales (patente en la enorme división social y técnica de los trabajadores de las más grandes industrias) versus relaciones de producción cada vez más privadas (concentración de los capitales cada vez en menos manos), para los socialistas marxistas presionaría cíclicamente e induciría en forma constante, un formidable estallido social al interior de cada sociedad, que favorecería la revolución social. No obstante, los países capitalistas más desarrollados como Los Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Japón por encima de todo se han servido de las superganancias obtenidas, para costear la tendencia a la disminución de la tasa de ganancia, mediante la exacción y exportación de un gigantesco flujo de capitales, que salen de las fronteras nacionales para ser invertidos en la extracción de materias primas en los países asiáticos, africanos o latinoamericano. La forma como este proceso se ha dado a lo largo del siglo XX y XXI, ha sido generalmente una oda a la violencia sin precedentes, dejando una estela de muerte y de sufrimiento en las clases explotadas. A este proceso, generalmente violento se le ha llamado neocolonialismo.

Esta extraordinaria expansión del capitalismo por todo el mundo derivó en un enfrentamiento militar entre las principales potencias de la época, ocasionando dos guerras mundiales, ambas en la primera mitad del siglo XX; las cuales tuvieron un costo altísimo, especialmente en vidas humanas.

Después de la segunda guerra mundial, el mundo quedó dividido en dos grandes bloques, cada uno amalgamado por una ideología, capitalista liberal y luego neoliberal, por una parte, socialista y comunista por la otra. El enfrentamiento que se suscitó entre ambos bloques se disfrazó de “guerra fría”; mientras se desarrollaba una carrera armamentista sin precedentes, apoyada en alta tecnología. Este fue un mundo Bipolar en el que las principales potencias mundiales no pararon mientes en “armarse hasta los dientes”, sustrayendo enormes recursos económicos al desarrollo de los países más rezagados de la tierra que, pudieron haberse invertido para enfrentar el atraso, el hambre y la miseria que fue quedando en todas partes.

Los recursos empleados en armamento bélico ralentizaron el desarrollo económico en ambos bloques; especialmente en el bloque socialista y comunista, merced al desviacionismo burocrático de una élite arrogante que amasó fortunas a costillas del resto de la sociedad. El ideal socialista fue carcomido desde adentro, creándose una capa burocrática que se alimentó de la desigualdad instalada en las sociedades, ciertamente no derivada de extracción de plusvalía como en el capitalismo, pero sí de gran parte de los recursos producidos con ingentes esfuerzos por las masas trabajadoras. A este drenaje, sumamos la creación de estados burocratizados y represivos, de ejércitos incosteables, y una supina incapacidad para invertir recursos frescos para el desarrollo. Por añadidura, la mentalidad de bloque indujo a las élites, especialmente de la Unión Soviética (URSS), a desviar esfuerzos que debieron orientarse hacia el desarrollo, y, en su lugar los canalizaron invadiendo países allende sus fronteras, como en los casos de Hungría, en noviembre de 1956; Checoeslovaquia, en 1968; conflicto armado en la frontera con China, en 1969; y tal vez el principal de todos, la invasión de Afganistán, en1979, que le costó a la URSS la pérdida de su prestigio, como defensor de los países subdesarrollados y dependientes entre gran parte de la población progresista del mundo.

Los Estados Unidos y el bloque occidental por su parte, pretendieron imponer su hegemonía mundial, invadiendo durante la guerra fría, países prácticamente en todo el orbe. Los principales fueron: ayudaron a derrocar el gobierno democrático de Guatemala en 1954, contribuyeron abiertamente en la invasión contrarrevolucionaria de Cuba en 1961, coadyuvaron en la invasión de República Dominicana en 1965, tuvieron una decisiva participación en la invasión de la pequeña isla de Granada, en 1983, directamente intervinieron en la guerra de Viet Nam, de donde salieron humillantemente derrotados, 1955-1975, también estuvieron involucrados en los conflictos en Corea, Laos y Camboya. Aparte de esto los Estados Unidos apoyaron a los militares de Brasil, desde 1954, cuando los militares brasileños forzaron la renuncia de Getúlio Vargas, arremetieron contra el gobierno de Janio Quadros, 1961, y desestabilizaron hasta derrocar al gobierno democrático de Joao Goulart, apoyando por medio de la “Operación Hermano Sam”, mediante la que se le brindó apoyo logístico al general represivo Humberto Castello Branco en 1964. Así pusieron fin al gobierno de la Cuarta República, y dejaron instalada una dictadura militar de 24 años en Brasil. Antes nos referimos a la decisiva intervención de la CIA y el gobierno de los Estados Unidos, en Chile, 1973, para derrocar al gobierno democráticamente electo de Salvador Allende. Al mismo tiempo, financiaron y apoyaron a las dictaduras militares represivas que se instalaron en los países del cono sur, como Argentina y Uruguay.

Dejaremos para después el comentario de otras intervenciones e invasiones del gobierno más intervencionista de la historia mundial (leer al respecto al sociólogo, estadounidense C. Wright Mills), como es el de los Estados Unidos; que ha forjado su imperio a base de sucesivas invasiones a otras naciones en todo el mundo, mancillando la democracia.

Esta narración acerca de cómo se ha conformado el mundo moderno, la continuaré la semana entrante.

Dignidad poética y violencia cibernética: testimonio desde la palabra

Por Paola Valverde Alier

Escribo este texto con un propósito claro y necesario: denunciar un episodio de violencia simbólica y cibernética que trasciende lo personal y pone en evidencia una práctica ilegítima para el pensamiento crítico, la ética literaria y la integridad de los espacios culturales en Costa Rica.

El 30 de mayo de 2025 fui agredida, a través de las redes sociales de Facebook, por el poeta Ignacio Aru (José Ignacio Arias Ruiz). En una intervención pública, a propósito de un comentario propio al poeta Randall Roque —sin haberme dirigido a él ni provocar su reacción— Aru me respondió con un ataque verbal cargado de desprecio. Entre más de 25 personas que conformamos el “Movimiento Transparencia”, eligió señalarme directamente con expresiones denigrantes: “Paola Valverde, a usted el ácido le espumea hasta en las sienes”. Posteriormente: “usted ni con tres libros medianamente iguales se gana un premio. Debe ser frustrante, lo entiendo”.

¿Qué prácticas permitimos cuando toleramos este tipo de violencia simbólica y cibernética en nombre del accionar literario? ¿Qué implicaciones legales y éticas existen para una comunidad de escritores y lectores cuando la palabra se utiliza para lesionar y deslegitimar en lugar de construir y argumentar con presentación de hechos y pruebas? Estas preguntas no solo interpelan mi caso personal, sino el contexto más amplio del campo literario costarricense, en donde los premios, los afectos, las redes de poder y los silencios se entrelazan en formas que muchas veces excluyen, violentan y corrompen mediante padrinazgos.

No hablo desde el anonimato, ni desde el rencor. Denuncio desde una trayectoria de más de veinte años, construida con libros, talleres en cárceles y escuelas, acciones y compromiso con la poesía como oficio y forma de vida. Nunca he utilizado perfiles falsos, ni he manipulado los márgenes de legalidad de las bases de concursos literarios. Cada vez que he alzado la voz, lo he hecho de frente, con documentos en mano, con publicaciones reales, con registros verificables. La equidad le exige, a quien denuncia, hacerlo con la misma integridad.

En estos años he participado en concursos literarios porque representan una oportunidad, no una consigna. Por eso, he sido finalista, he obtenido menciones honoríficas y un premio. Todo ello bajo medidas éticas y profesionales. Mis libros existen. Están publicados. Tienen trayectoria editorial, crítica y lectora.

Lo que se espera de cualquier certamen literario financiado con fondos públicos es claridad en sus bases, transparencia en su aplicación y respeto a quienes compiten con honestidad. No es suficiente cumplir con la letra: también hay que sostener el espíritu ético de lo que hacemos. Y en eso, muchos de los que callan han fracasado. Si quienes escribimos desde la ética callamos, el campo será cada vez más hostil para quienes no aceptamos ni el amiguismo ni la humillación como norma.

Ignacio Aru no solo me insultó a través de un espacio cibernético público: desplegó un mecanismo de deslegitimación que apunta a una tendencia más amplia, la de castigar a quienes no callan, a quienes no se alinean con las redes de privilegio, a quienes creen que la poesía no se debe a los favores sino al lenguaje.

Escribo esto no para competir, sino para ejercer mi derecho a responder con dignidad y profundidad a un acto injusto. Porque si uno de los premios estatales más significativos que tenemos los escritores —el Aquileo J. Echeverría— se entrega en un entorno donde la trampa es tolerada y la denuncia es castigada, estamos frente a un problema estructural.

Siempre he trabajado por la poesía y lo seguiré haciendo. La palabra tiene historia. Y la historia tiene peso. Mi conclusión no es amarga, sino lógica: si permitimos que la agresión suplante al argumento, la literatura pierde su poder transformador y se vuelve arma para quienes se sienten impunes. Y eso, como comunidad, no lo podemos permitir.

Estoy donde está mi corazón. Y mi corazón está con la poesía que no negocia su dignidad.

Costa Rica, junio de 2025

SURCOS comparte la biografía de la escritora:

Paola Valverde Alier (Costa Rica 1984).

Poeta y gestora cultural. Dictó el taller literario del centro penal C.A.I. La Reforma (2002-2006). Fue productora general del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica (2015-2016). En 2019, dentro del marco de la Feria del Libro de Costa Rica, fue directora de los encuentros Canto a la Semilla y Fuego Cruzado, organizados por la UNESCO y la Cooperación Española. Actualmente es productora general de las lecturas de poesía que se llevan a cabo en el Teatro Nacional de Costa Rica a través del movimiento Palabra y Punto. Ha publicado: La quinta esquina del cuadrilátero (Ed. Cartonera Tuanis, Costa Rica 2010, Ed. Arlekin, Costa Rica 2013, Ed. Lápices de Luna, España 2016 y Ed. Cartonera Tica, Costa Rica 2019 y Ed. Nueva York Poetry Press, EEUU 2025); Bartender (Ed. Perro Azul, Costa Rica 2015); Las Direcciones Estelares (Ed. Amargord, España 2017); Cuando florecen los cactus (Ed. Amargord, España 2019); El Entrenador de Palomas (Costa Rica, 2019); Yesca para el fuego (Ed. Perro Azul, Costa Rica 2024).