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Etiqueta: virus

UCR. Hablemos del virus oropouche, ¿qué es?, ¿cómo se transmite?, ¿y por qué la purruja está implicada?

Entrevista

La Dra. Eugenia Corrales Aguilar, viróloga de la UCR, explica de qué se trata este particular virus, cómo prevenirlo y el panorama actual al que se enfrenta Costa Rica

Dos muertes confirmadas en Brasil, 7 700 personas afectadas en América Latina a julio del 2024 —según la Organización Panamericana de la Salud (OPS)— y un caso sospechoso descartado en Costa Rica por el Ministerio de Salud el 14 de agosto de este mismo año. 

Esa es parte de la situación actual que está viviendo la región de Latinoamérica en relación con el virus oropouche (OROV), identificado por primera vez en 1955, y que este 2024 está tomando un importante protagonismo internacional debido al recrudecimiento de casos ya confirmados en Brasil, Bolivia, Perú, Cuba y Colombia.

La expansión del virus ha sido tal que, en julio de este año, la OPS emitió una alerta epidemiológica sobre el aumento de casos reportados del virus y el peligro que implica, especialmente, en una posible transmisión maternoinfantil. 

Si bien aún esa transmisión maternoinfantil no se ha confirmado en su totalidad, las autoridades de salud valoran la posibilidad de que, al igual que el zika, en casos muy específicos el OROV pueda ocasionar la muerte del feto.

Ante tal escenario, y después de experimentar una primera alerta nacional, ¿de qué se trata este virus? ¿Es realmente peligroso? ¿Qué papel tiene la purruja (un diminuto insecto) en todo esto? y por qué, después de 69 años, ¿se está viviendo una expansión del virus? ¿Se puede prevenir el virus ante la no existencia de una vacuna o tratamiento disponible?

En una entrevista en profundidad, la Dra. Eugenia Corrales Aguilar, experta en virología del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET) y de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica (UCR), esclarece las dudas, explica el panorama que podría experimentar Costa Rica, la manera en que el daño ambiental influye en la problemática y algunas recomendaciones que tanto las personas, como las autoridades de salud del país, pueden tomar en cuenta en la generación de política pública.

La Dra. Corrales-Aguilar es la coordinadora de virología en el Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET). Tiene experiencia previa en enfermedades virales como herpesvirus y citomegalovirus y su evasión inmune, los cuales se han tropicalizado después de su regreso a Costa Rica en el 2010 con un doctorado y varios posdoctorados obtenidos en Alemania. Foto: Anel Kenjekeeva, UCR.

La base

—Dra. Corrales Aguilar, quiero saber el impacto que genera este nuevo virus para la salud pública nacional. Sin embargo, empecemos por lo básico. ¿Qué es el virus oropouche, identificado por primera vez en 1955 en Trinidad y Tobago, y por qué se dice que es tan similar al dengue?

—Dra. Eugenia Corrales Aguilar (ECA): “El oropouche es un virus de una familia que se llama Peribunyaviridae. Esta familia son como los primos lejanos del dengue, el zika y el chikunguña. Por eso, de ahí el parecido, pero no son iguales. Son familiares lejanos, muy lejanos y, como usted lo dice, fue en 1955 cuando se identificó por primera vez este virus en un paciente que presentaba fiebre. 

Ese primer aislamiento del virus se hizo en Trinidad y Tobago. Después de eso, en los años sesenta, setenta y ochenta han habido brotes esporádicos, en los cuales se han visto un par de personas en ciertos lugares, muy circunscritos a la región amazónica; es decir, la selva. Por lo tanto, siempre se tuvo la idea de que el oropouche no era un virus de alarma, hasta ahora. Así que, no es un virus nuevo, pero sí un virus emergente”. 

—¿A qué se refiere con virus emergente, doctora?

—ECA: “Un virus emergente es aquel que aparece y afecta a una población por primera vez, o ha existido anteriormente, pero ahora se está propagando rápidamente, como es este caso. 

En el 2024 ya se han reportado entre 8 000 a 9 000 casos, sobre todo en los lugares como Brasil, el más afectado, pero también se han visto pacientes con el virus en Bolivia, Perú, Haití, Cuba y hasta en Colombia.

Lo anterior levanta las alarmas, porque quiere decir que el virus se está expandiendo del lugar donde estaba contenido que era el Amazonas”.

—¿Y por qué, Dra. Corrales Aguilar? ¿Por qué después de 69 años —desde que el virus se identificó por primera vez— hasta ahora vemos esa expansión? ¿Cuáles podrían ser algunas razones?

—ECA: “Hay varias razones y, probablemente, sea algo multifactorial. Lo primero es lo que nosotros, como seres humanos, hacemos mal. 

Actualmente, lo que se dice es que, con el aumento del calentamiento global, la deforestación y la urbanización descontrolada, el vector ha tenido que buscar otras opciones para alimentarse. Aquí hay algo importante. El vector que transmite el virus no es el mosquito Aedes aegypti, sino lo que nosotros en Costa Rica llamamos purruja. Su nombre científico es el Culicoides paraensis”.

—Entonces, ¿las purrujas son las grandes cómplices detrás de la transmisión del virus OROV?

—ECA: “Sí. La C. paraensis ha tenido que buscar otras opciones para alimentarse porque, a raíz de cambios ecológicos, los animales silvestres —de los cuales la purruja se alimentaba antes— se han movido hacia otras zonas y, por lo tanto, ahora su alimento más cercano son los seres humanos. 

Además, y algo que se está discutiendo bastante, son los grandes avances en la deforestación que han tenido países como Brasil, donde sabemos que hay un problema serio en ese sentido. Aquí los animales salvajes han sido desplazados hacia otras zonas. 

Igual que en los mosquitos Aedes, la purruja hembra es la que pica al ser humano porque necesita los componentes de la sangre para poner los huevecillos y reproducirse, pero —a diferencia del mosquito del dengue que es un mosquito urbano— la C. paraensis es un artrópodo selvático y esto lo hace muchísimo más difícil de controlar.

Como ya lo hemos visto en las campañas de dengue, el mosquito Aedes se reproduce en recipientes con agua limpia que tengan una pared, o bien, en algo tan pequeño como una tapa de refresco. Con un poquito de agua el Aedes puede reproducirse ahí.

En cambio, los sitios donde se reproduce el Culicoides, o sea la purruja, son sitios anegados como los manglares: zonas donde se une el agua y el terreno. Por ejemplo, lagos o en bebederos de animales domésticos con fango. Entonces, cuando las purrujas empiezan a perder su hábitat natural, comienzan a movilizarse y, por lo tanto, a extenderse”. 

—¿Y cómo se hace visible ese fenómeno de extensión?

—ECA: “Por ejemplo, si vemos los casos en Brasil, estos ya no están en la zona del Amazonas como se reportaban antes, sino que están llegando a focos urbanos y periurbanos. 

También está la variable viral. Los estudios preliminares del virus OROV indican que el microorganismo tuvo una modificación genética que lo ha hecho más transmisible por las purrujas. 

Asimismo, en el laboratorio se ha visto que también lo puede transmitir el mosquito Culex, ese mosquito que genera un zumbido y que oímos por la noche, y esto genera una mayor alerta porque el Culex lo tenemos, prácticamente, en toda Costa Rica. 

Sin embargo, todavía no se sabe si el mosquito Culex lo transmite naturalmente. Se sabe que a nivel de laboratorio sí puede haber una transmisión, pero aún no se sabe si en la naturaleza puede suceder lo mismo.

Entonces, vemos que el virus está cambiando. Las condiciones ambientales y ecológicas están cambiando y nosotros, los seres humanos, somos la fuente de alimento más cercana o más disponible para las purrujas. Por eso se está viendo esta explosión de casos”.

El cuadro clínico

—En cuanto a la sintomatología, Dra. Corrales Aguilar, ¿cómo se manifiesta este virus?

—ECA: “Similar al dengue y a cualquier otro cuadro viral. En los brotes se vio que el OROV causaba los mismos síntomas que el dengue: dolores de cabeza, dolores de cuerpo y articulares, fiebre, debilidad, fotofobias —molestia a la luz— escalofríos y cansancio.

Muchas veces, estos signos y síntomas no son causados por el virus per se, sino que son causados por nuestro sistema inmune como respuesta ante el virus. Lo más severo que se había visto hasta entonces era que este virus también podría causar meningitis o encefalitis —ambas son inflamaciones en el sistema nervioso central— , y esto podría generar muertes e, incluso, secuelas graves. 

Pero eran muy pocos casos de meningitis o encefalitis los que se veían porque, además, eran pacientes que vivían en un ambiente amazónico, en un ambiente selvático, donde no hay un centro de salud cerca. Como dije antes, al cambiar el comportamiento ecológico de los Culicoides, pues se está viendo esa explosión de casos y, además, se están viendo dos cosas que preocupan bastante y generan alerta”.

—¿Cuáles son esos dos elementos que generan alerta?

—ECA: “Primero, que las muertes reportadas por OROV fueron de personas relativamente jóvenes, sin ninguna enfermedad de fondo. 

Cuando uno habla de virus respiratorios, se sabe que si la persona tiene asma, hipertensión y diabetes entre otras cosas, hay una mayor probabilidad de experimentar manifestaciones severas de estos virus. No obstante, en este caso, las personas que murieron por OROV tenían menos de 30 años y eran relativamente sanas. No conocemos las otras condiciones como sus estados de nutrición o la parte genética, pero igual genera alerta por ser personas jóvenes. 

El segundo elemento es que se vio fue muerte en fetos. Madres que estaban embarazadas en ese momento, y que se infectaron con el virus, sufrieron la muerte del feto. Esto también disparó las alarmas por lo que sucedió en el 2014 y en el 2015 con el zika. Anteriormente, a esto y por los pocos casos presentados, se dijo que el virus del zika no causaba enfermedad seria y, de manera repentina, se empezaron a registrar muertes de fetos.

Esto con OROV todavía se está probando en laboratorio porque no se sabe cómo pasa la infección. No obstante, al considerar que es un virus parecido a los virus que ya tenemos, creemos que el virus pasa al feto por medio de ciertas células de la placenta.

Lo anterior es de mucho cuidado, porque Latinoamérica, al tener las condiciones ambientales, geográficas y los vectores presentes en todo el territorio, permite que el virus se expanda relativamente rápido. En tan solo un año ya ha conquistado parte de Latinoamérica y, justamente, eso es lo que da la preocupación de que este virus sea como un nuevo zika, dengue o chikunguña y venga a complicar más lo que hemos visto”.

—¿De qué manera se podría complicar más?

—ECA: “Por ejemplo, el diagnóstico, el manejo clínico y la identificación del virus. El OROV es un virus que causa más o menos los mismos síntomas. Entonces, para saber si es dengue, zika o chikunguña, es esencial hacer pruebas moleculares en el laboratorio para detectar al virus directamente.

Por eso, hasta se podría creer que el virus ya está en más países, pues es muy probable que se haya estado diagnosticando erróneamente como dengue debido a la similitud de los síntomas. Como usted sabe, si una persona de una zona endémica de dengue viene con fiebre o dolor de cabeza, digamos Limón, la primera alarma es que es dengue.

Si no se hace un estudio de esa muestra y de ese paciente, pues va a quedar categorizado como dengue y no como otra cosa. Ahí es donde hay que tener un poquito más de cuidado con la vigilancia molecular y epidemiológica de estos virus”.

El panorama nacional

—Entonces, Dra. Corrales, ¿considera usted que Costa Rica tiene las condiciones idóneas para alojar este virus y generar una cadena de transmisión con algún animal reservorio?

—ECA: “Completamente. Es muy posible que el virus llegue a Costa Rica, si no es que ya está. También, es muy posible que no se identifiquen casos debido a que se crea que son dengue.

En cuanto a la cadena de transmisión, hasta ahora en los países de Latinoamérica se ha observado que el virus se mantiene en ciertos animales, como los perezosos, algunas aves y en primates no humanos como las marmosetas y monos”.

—En cuanto al diagnóstico, ¿está el país preparado?

—ECA: “En Costa Rica sí hay diagnóstico para el virus oropouche. Varios hospitales grandes de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (inciensa) tienen cómo diagnosticar. 

El asunto es que es necesario que las personas que atienden al paciente, desde la atención primaria, tengan esa perspicacia de que podría ser oropouche y envíen el caso para que se confirme de manera molecular y no perder el registro de este virus.

De hecho, el caso sospechoso que fue descartado en Costa Rica era de una persona que venía de Perú, de una con transmisión de oropouche y, al ver los síntomas y los exámenes de sangre, no calzaban mucho los hallazgos con dengue, zika o chikunguña. Ahí se genera la sospecha y el personal de salud decide enviar al Inciensa la muestra para su análisis, porque es muy complicado diagnosticar de manera contundente solo por una prueba de sangre y no detectando los posibles virus”. 

—¿Por qué una prueba de sangre convencional no basta?

—ECA: “Porque en el oropouche y en otros virus, los leucocitos y las plaquetas pueden verse afectados al igual que en el dengue y el zika. Por lo tanto, con tan solo un examen de sangre no se puede decir si es zika, dengue, Oropuche, encefalitis equina del este o el virus del Nilo. Al virus hay que ponerle nombre y apellido, por medio de técnicas de identificación.

Para explicarlo más sencillo, es como cuando uno tiene un resfriado. Uno no puede saber si es un virus, influenza o si es parainfluenza, adenovirus, el virus respiratorio sincitial, el metapneumovirus, el Sars-CoV-2 o si es un coronavirus no pandémico. O sea, uno tiene que hacer un estudio molecular para saber cuál virus está causando esto”.

—Y, si el virus llegara a Costa Rica, ¿dónde es más posible ver los primeros casos? Al hablar de purrujas, el principal vector de este virus, uno pensaría que las zonas costeras podrían ser los lugares más probables. 

—ECA: “Sí. Es muy probable que veamos los primeros brotes a nivel de las costas, principalmente, porque ahí es donde están más presentes las purrujas. 

También, veo muy probable que el virus entre por medio de turistas que vayan a esas zonas. Las áreas costeras son muy turísticas en nuestro país y es viable que algunos turistas traigan el virus y se inicie una cadena entre la purruja, turista y, posteriormente, a una persona local. Desde mi punto de vista virológico, va a ser muy difícil evitar que el ciclo se establezca entre purruja y ser humano. 

Ahora bien, lo que se debería tratar de evitar es que se establezca el ciclo del virus urbano entre el mosquito Culex y las personas. Esto todavía no ha sucedido pero podría pasar, como anteriormente sucedió con el virus del dengue y el mosquito Aedes”. 

—¿Qué pasó con el dengue?

—ECA: “Que este virus se estaba pasando entre mosquitos Aedes selváticos y primates, pero cuando este mosquito pica a un ser humano, se inicia la transmisión del virus con Aedes adaptados a ambientes urbanos. Esto es lo que debemos evitar a toda costa que pase entre el virus Oropuche y el mosquito Culex.

Por el momento, en los países donde hay brote, lo que se reporta es una transmisión de la purruja al ser humano. Todavía no han habido estudios ecológicos para ver si una persona infectada, que posteriormente es picada por un mosquito Culex, luego ese mismo mosquito puede pasarle el virus a otra persona. Si esto se llegara a comprobar en el ambiente natural, que el Culex puede transmitir el virus a humanos, entonces es una cadena que hay que evitar a toda costa”.

—En caso de no evitarse, ¿qué escenario podría experimentar Costa Rica?

—ECA: “Esa es una excelente pregunta y no quiero ni saber qué podría pasar. Si vemos lo que está pasando en Brasil, con las condiciones y la cantidad de población que tiene, pues nos da algunas luces de qué podría pasar en Costa Rica —y cualquier país de Latinoamérica pequeño como el nuestro—.

Brasil es, por excelencia, un país centinela donde se reportan las primeras alarmas. Así fue con zika, parcialmente con chikunguña y, probablemente, con varias cepas de  dengue de los que causan más daño. 

Así que Costa Rica lo mejor que podría hacer en este momento es educar a las personas sobre cómo prevenir la picadura de las purrujas y, por lo tanto, enfermarse”.

La prevención

—Excelente, Dra. Corrales. A ese punto quería llegar. ¿Qué podemos hacer para prevenir el virus en un contexto en el cual la misma OPS nos dice que no hay vacuna ni tratamiento disponible?

—ECA: “Utilizar repelentes. Yo siempre digo que las personas cometen el error de que primero son picados y luego se ponen repelente, cuando lo mejor es ponerse un repelente preventivo.    

También se puede prevenir con métodos de barreras. Por ejemplo, camisas de manga larga, pantalón de manga larga y no exponer la piel. Otra forma es con cedazos, pero tiene que ser un cedazo con orificios muy pequeños que le impida a la purruja pasar. 

Así que, en realidad, es prevenir mucho a nivel individual para evitar que las purrujas nos piquen. El control de vectores, como el de la fumigación que se le hace al Aedes, y en el cual se descartan todos los recipientes que podrían ser potenciales criaderos, con las purrujas no se podría hacer. Hacer un control de vectores es muy difícil en ese sentido porque se tendría que eliminar el criadero y ese criadero por ejemplo es un manglar, lo cual es ecológicamente imposible.

Otra forma de prevención es estar alertas a los síntomas y signos como fiebre, dolor de cabeza y dolor muscular que, si bien son muy inespecíficos, son importantes para buscar ayuda, especialmente, para las mujeres embarazadas a fin de evitar muertes fetales”.

—¿Y qué tipo de ayuda? ¿Podríamos tener una vacuna como la que hoy se tiene para prevenir el dengue?

—ECA: “Actualmente no hay ni terapias ni vacunas para contrarrestar el oropouche. Por el momento sé que hay ciertas investigaciones, sobre todo en vacunas con fines militares, de personas que tienen ejército presente en los trópicos. Precisamente, así se está generando una posible vacuna contra el chikunguña.

Me parece que, así como se está avanzando con la vacuna del dengue, es muy probable que si el virus oropouche genere más casos y complicaciones, a nivel internacional se discuta y se tomen medidas.

Hay que esperar a ver cómo se comporta el oropouche porque todavía hay muchas preguntas abiertas. O sea, no se conocen muchos detalles del virus porque los casos han sido muy pocos. Entonces, apenas se están viendo todas estas manifestaciones.

Con el COVID-19 fue muy diferente porque habían millones de personas infectadas en ese momento, lo que facilitaba más el análisis de síntomas y la búsqueda de una terapia para el virus, algo que no está pasando por ahora”. 

—Con el Oropuche, ¿podríamos experimentar una explosión como la que hubo con el COVID-19?

—ECA: “No será algo como el COVID-19. No hay una transmisión respiratoria directamente entre persona y persona. El oropouche es uno de los virus de los cuales hay que preocuparse, pero hay que ver si realmente va a haber la explosión que hubo, no con COVID, sino con zika. 

Recordemos que el zika también puede transmitirse sexualmente. Por más que usted use repelente, si tiene el virus y experimenta una relación sexual sin protección, pues va a transmitir el virus. Eso aún no se conoce con el oropouche. A lo largo del tiempo iremos ganando más y más información”.

—Ahora, doctora, como últimas preguntas: si en Costa Rica hubiese un primer diagnóstico, ¿qué debe tomar esa persona en cuenta? y ¿cuáles grupos de edad cree usted que serán los más vulnerables?

—ECA: “Todavía hay muchas preguntas y pocas respuestas. Yo le diría a la gente que, si se siente mal y está en una zona donde hay muchas purrujas, vaya al centro de salud. ¿Para qué? Para tener vigilancia médica y un diagnóstico temprano. Nos falta mucho por conocer de este virus, entonces la vigilancia es vital.

En cuanto a las edades de las poblaciones más vulnerables, todavía no hay. Por el momento, la prioridad serían las mujeres embarazadas. Si viven en una zona costera, o donde hay muchos mosquitos y purrujas, entonces intentar buscar opciones para evitar una picadura aunque tendría que limitar el uso del repelente. 

Una medida importante es tener máximo cuidado durante el amanecer o en el atardecer, que es donde están más activas las purrujas. Algo fundamental es que las acciones tomadas ayudarán a disminuir el riesgo de infección, pero este riesgo nunca será cero si el virus se establece en nuestro país”.

Jenniffer Jiménez Córdoba
Periodista Oficina de Comunicación Institucional, UCR

Programa Alternativas: Pandemia del Covid-19: Estado de la cuestión

El pasado viernes 12 de noviembre el programa radial Alternativas se discutió acerca de “El estado de la cuestión de la pandemia del Covid-19”. 

Durante el desarrollo del programa se conversó sobre el impacto de la vacunación para erradicar enfermedades, la situación de las vacunas en territorios indígenas, situaciones de desigualdad debido a la pandemia, situación laboral en Costa Rica, situaciones a nivel psicológico por el COVID-19, entre otros.

El espacio contó con la participación de:

– Marco Vinicio Fournier Facio, psicólogo social e investigador

– Leonardo Merino, investigador del Programa Estado de la Nación

– Walter Quesada Fernandez, secretario adjunto ANEP

– Pablo Sibar, coordinador de FRENAPI e investigador comunitario del CICDE UNED y recuperador de Chun Shurin

– Gustavo Gutiérrez Espeleta, rector UCR

Puede observar el programa completo en : https://www.facebook.com/AlternativasGrecia/videos/1770074016509201 

CEPAL presenta: COVID-19 y la crisis socioeconómica en América Latina y el Caribe

SURCOS comparte la siguiente publicación:

La revista CEPAL presenta su publicación cuatrimestral con un enfoque dirigido a la crisis socioeconómica presente en América Latina y el Caribe por el COVID-19. Además, plantea de acuerdo con los enfoques de los autores convocados, variadas propuestas de políticas orientadas a superar la crisis sanitaria, social y económica que ha ocasionado la propagación del virus.

El material que se presenta para descarga puede clasificarse según las distintas perspectivas de análisis planteadas en los 14 artículos que incluye la edición. En tal sentido, resaltan artículos en que se aborda la problemática del COVID-19 desde una perspectiva global. Este es el caso de los trabajos de Ha-Joon Chang, Giovanni Dosi, Maria Savona, y Nora Lustig y Mariano Tommasi.

Esta edición especial incluye otro conjunto de artículos en que se exploran los efectos de la pandemia desde una perspectiva regional, compuesto por los ensayos de Alicia Bárcena y Mario Cimoli; José Antonio Ocampo; Martín Abeles, Esteban Pérez Caldentey y Gabriel Porcile; Nicole Bidegain, Lucía Scuro e Iliana Vaca Trigo, y Juan Carlos Moreno Brid y Rodrigo Morales.

Se agregan a este grupo de ensayos un par de artículos en que se analizan tópicos de la pandemia combinando las perspectivas global, regional y nacional. En esta categoría se ubican los ensayos de Benedicte Bull y Francisco Robles y de José Gabriel Palma,que además destacan los desafíos de economía política que conlleva la pandemia.

Se completa el conjunto de artículos de esta edición con tres trabajos en que se analizan casos nacionales, el de Leonardo Lomelí sobre México, el de Luiz Carlos Bresser-Pereira sobre el Brasil y el de Ramón López y Gino Sturla sobre Chile.

Le invitamos a descargar y conocer este material, adjuntamos el pdf:

 

Enviado a SURCOS por German Masís.

UCR, Voz experta: Algunas tecnologías utilizadas para las vacunas contra el COVID-19 y su eficacia

Por Eugenia Corrales Aguilar, viróloga de la UCR

El SARS-CoV-2 y el COVID-19

Dra. Eugenia Corrales Aguilar, viróloga de la UCR. Foto: Anel Kenjekeeva.

A finales del 2019 se alertó sobre la aparición de neumonías atípicas en China. Estas eran causadas por un virus perteneciente a la familia de los coronavirus, que está compuesta por virus que pueden causar diversas enfermedades como diarreas en animales o enfermedades respiratorias desde un resfriado común hasta presentaciones más graves en humanos.

Solo siete coronavirus de muchos han logrado afectar a los seres humanos. Dos de ellos, MERS (2012) y SARS (2002), han tenido potencial pandémico, pero fueron mitigados exitosamente con medidas de salud pública.

El nuevo coronavirus, bautizado SARS-CoV-2, causa la enfermedad llamada COVID-19 y nos tiene viviendo esta pandemia actual. Tras casi un año desde los primeros casos que se reportaron en Costa Rica, entramos en una nueva fase de la pandemia: una campaña de vacunación en el país. Esta campaña de vacunación ha sido denominada por las autoridades nacionales en salud como “segura, controlada y de impacto”. Pero, ¿son estas vacunas seguras, controladas y de impacto?

Conceptos básicos sobre las vacunas

Las vacunas se han utilizado desde el siglo XV para combatir patógenos o microrganismos que causan enfermedades. Las vacunas son preparaciones que tienen como objetivo producir una respuesta inmune o de defensa contra ese patógeno y que esa respuesta inmune tenga memoria.

Lo anterior quiere decir que más adelante, cuando se enfrenta de nuevo a ese patógeno, ya la respuesta inmune está lista para que nuestro cuerpo pueda defenderse y eliminarlo. La inmunidad que se produce es de dos tipos: la humoral (los anticuerpos) y la celular (células T y B de memoria). Estas dos ramas trabajan conjuntamente para que la defensa contra el patógeno sea efectiva.

Existen diferentes tipos de preparaciones de vacunas contra los virus. Las más tradicionales utilizan virus debilitados (atenuados) o virus inactivados (tratados químicamente). Estas vacunas presentan algunas particularidades. Por ejemplo, para las vacunas de virus inactivados se necesitan producir grandes cantidades de virus. Esto es un problema para el SARS-CoV-2 ya que por su facilidad en la transmisión por aerosoles, debe trabajarse en laboratorios con niveles de bioseguridad altos y estos por costos y complejidad no están comúnmente presentes.

Por otro lado, para las vacunas de virus atenuados se pueden presentar riesgos como el proceso de reversión al virus patógeno desde el virus atenuado (vacuna oral contra polio). Otras preparaciones de vacunas virales utilizan subunidades proteicas del virus que estimulan al sistema inmune. Un ejemplo de esto es la vacuna contra la hepatitis B, que utiliza una proteína del virus que se llama antígeno de superficie (HbsAg).

Independientemente del tipo de vacuna, es importante saber cuál componente del virus va a inducir adecuadamente una respuesta inmune y que esta respuesta contra ese componente viral consecuentemente proteja al ser humano contra el patógeno, ya sea contra la infección, contra la enfermedad (presentar síntomas), contra la severidad de la enfermedad (requerir hospitalización) o evitar la muerte.

En el caso del coronavirus SARS-CoV-2 se conocía, por estudios previos con el MERS y el SARS, que la proteína estructural de la espícula del virus es la subunidad proteica contra la cual se necesita crear anticuerpos y células de memoria.

La espícula es el receptor viral, aquella proteína que el virus necesita para unirse a la célula, poder entrar a la misma y replicarse. Por lo tanto, se busca con las vacunas producir una respuesta inmune que evite que el virus entre a la célula por el mecanismo de bloqueo de esta unión, o lo que se llama neutralización por anticuerpos, y que elimine a las células infectadas, o lo que se llama citólisis por células T.

Tecnologías utilizadas para las vacunas contra el COVID-19

Hasta hoy (16.02.2021), existen 89 candidatos en fases preclínicas de investigación en modelos animales, 69 candidatos en ensayos clínicos en humanos (fase 1 a fase 4), 20 candidatos en fases finales (fase 3), 6 vacunas aprobadas para su uso de emergencia (EUA), 4 aprobadas para su uso en algunos países y 4 candidatos descartados.

Para SARS-CoV-2 se tienen candidatos o vacunas que abarcan desde tecnologías tradicionales para la preparación, como la atenuación del virus (aún en fases preclínicas o fase 1), la inactivación del virus (Sinopharm, Sinovac y COVAXIN de China) y la utilización de subunidades proteicas (Novavax), pero además se desarrollaron y afinaron tecnologías nóveles y emergentes.

Una de ellas utiliza vectores virales que pueden ser de distintos tipos como adenovirus humanos (como la vacuna Gamaleya Sputnik V o la de Johnson & Johnson (Janssen)) o de otros animales (como la vacuna de AstraZeneca-Oxford), virus tipo VSV (virus de la estomatitis vesicular) o virus como MVA (cepa vacunal de la viruela). Vacunas de este tipo ya habían sido aprobadas para su uso contra el virus ébola en 2019 y en 2020.

Pero la tecnología más novedosa para producir vacunas contra el COVID-19 fue la que utiliza ácidos nucleicos, ya sea ADN o ARNm (ARN mensajero). Los candidatos más avanzados y ya aprobados para su uso son la de ARNm (Pfizer-BioNTech o Moderna-NIH). Para Costa Rica, hasta febrero del 2021 se han reservado dosis principalmente de dos vacunas: Pfizer-BioNTech y AstraZeneca-Oxford.

Vacuna Pfizer-BioNTech

Esta tecnología ha estado en desarrollo para su uso terapéutico contra enfermedades genéticas y cáncer por al menos durante 30 años y para su uso contra patógenos virales desde el 2013 en ensayos clínicos contra virus como Rabia, Zika e Influenza.

Esta vacuna tiene el material genético del virus SARS-CoV-2 como ARNm envuelto en una nanopartícula de lípidos. Esto tiene como propósito proteger el ARNm que es muy frágil y sensible a la temperatura, pero también esta nanopartícula se utiliza como un vehículo que, después de ser inyectado durante la vacunación, se fusiona con la célula para llevar esa información o mensaje (en forma de ARNm) adentro de la célula y que la maquinaria enzimática normal de cada célula lea ese mensaje y produzca solamente la proteína viral de la espícula.

Una analogía sería darle instrucciones a algunas células nuestras para que se conviertan temporalmente en “fábricas” de producción de proteína viral. El ARNm es degradado por enzimas celulares en cuestión de minutos y no se integra al material genético (ADN) propio. Una vez que se producen estas proteínas virales, células de nuestro sistema inmune o de defensa las reconocen, las procesan y se inicia así la inducción de la respuesta inmune.

En los estudios clínicos realizados se demostró que aquellos que fueron vacunados con un esquema de dos dosis con 21 días entre la primera y la segunda dosis produjeron una buena cantidad de anticuerpos neutralizantes (que bloquean la entrada del virus a la célula) y de células de memoria.

Además, se demostró una eficacia del 95 % para prevenir la aparición de síntomas. Esto quiere decir que de cada 100 personas vacunadas que entren en contacto con el virus, solo 5 van a presentar algunos síntomas característicos del COVID-19, pero levemente. Esto implica que la vacuna no protege contra la infección pero sí contra la enfermedad.

Impresionantemente, también se demostró tener un 100 % de eficacia para prevenir enfermedad severa (hospitalizaciones) y muertes. De igual forma, estudios preliminares han demostrado que disminuye la cantidad de virus presente en las personas vacunadas, lo que puede significar una disminución de la transmisión viral hacia los no vacunados. Esta vacuna presenta algunos retos logísticos por el transporte y almacenamiento a temperaturas ultra-frías. Sin embargo, estos retos están siendo poco a poco solucionados a nivel nacional.

Vacuna AstraZeneca-Oxford

Esta tecnología se aprovecha de un vector viral. En este caso se usa un adenovirus no replicativo de chimpancé. Este adenovirus contiene en su información genética la que codifica para la proteína espícula, pero en forma de ADN. El adenovirus es el vehículo (como la nanopartícula en la vacuna de Pfizer-BioNTech) y que al entrar a las células funciona como un “caballo de troya”.

Cabe recalcar que los seres humanos nos infectamos con adenovirus a menudo y que estos causan resfriados comunes no complicados. Las ventajas de utilizar este adenovirus de chimpancé es que los seres humanos no nos vamos a enfermar con un resfriado ser de otra especia, no deberíamos tener una respuesta inmune previa que afecte la entrada del virus a la célula y que al ser no replicativo, significa que el virus no se perpetúa, solo es utilizado como vehículo.

Al entregar la información de la espícula, nuevamente se aprovecha de la maquinaria enzimática normal de cada célula para que se lea este mensaje y produzca solamente la proteína viral de la espícula. Igual que con la vacuna de Pfizer-BioNTech, una vez que se producen estas proteínas virales, algunas células de nuestro sistema inmune las procesan y se inicia así la inducción de la respuesta inmune.

Los estudios clínicos realizados arrojaron resultados un poco confusos, ya que se utilizaron dos esquemas distintos de vacunación. En uno vacunaron con dos dosis completas con 28 días entre la primera y la segunda dosis y en otro, por error, vacunaron solo con media dosis en la primera puesta. En ambos casos, se demostró que aquellos que fueron vacunados produjeron una buena cantidad de anticuerpos neutralizantes (que bloquean la entrada del virus a la célula) y de células de memoria.

También, se demostró una eficacia combinada del 70 % (62 % y 90 % respectivamente para los dos esquemas) para prevenir la aparición de síntomas. Esto quiere decir nuevamente que la vacuna previene la enfermedad y no la infección. Es decir, de cada 100 personas vacunadas que entren en contacto con el virus, solo 30 van a presentar levemente algunos síntomas característicos del COVID-19.

Sin embargo, aunque no tenga una eficacia tan alta como la de Pfizer para prevenir síntomas, los dos esquemas de vacunación demostraron tener un 100 % de eficacia para prevenir enfermedad severa (hospitalizaciones) y muertes. La ventaja de esta vacuna es que no requiere temperaturas tan bajas de transporte y almacenamiento. Esto la hace muy factible de aplicar en países de bajos y medios recursos que no tengan acceso a congeladores de ultra baja temperatura o en países donde las redes de vacunación deben llegar a sitios remotos y complejos.

¿Nos permitirán estas vacunas una campaña segura, controlada y de impacto?

Sí, lo van a permitir. Estas vacunas son seguras y eficaces y tendrán un gran impacto. Se presentan algunos efectos secundarios propios de la vacunación, síntomas que aparecen por la activación de nuestro sistema inmune como dolores musculares, de cabeza, fatiga, escalofríos, adormecimiento del brazo, dolores articulares. No obstante, no permanecen más de 24-48 horas. Muy poco frecuentemente se han presentado reacciones alérgicas, pero se pueden manejar médicamente.

No se puede omitir mencionar algunos aspectos que se desconocen aún, por el poco tiempo transcurrido tras el inicio de las aplicaciones o por no tener aún la evidencia completa, por ejemplo:

¿Evitan la transmisión del virus? Es esperable que sí la disminuyan.

¿Cuál es la duración de la protección causada por la vacunación? Hasta ahora se habla de por lo menos 3 meses, pero es esperable que sea por más tiempo.

¿Será necesaria una vacunación periódica? Es probable, debido no solo a la duración de la protección sino a la aparición de variantes virales.

¿Habrán efectos adversos a (muy) largo plazo o muy infrecuentes? Puede ser, pero hasta el momento desde el inicio de los ensayos clínicos en fase 1, no se ha observado ninguno.

¿Habrán vacunas para menores de edad? Ya se están realizando ensayos clínicos con adolescentes y menores de 12 años. Todo parece indicar que sí las habrán.

¿Es la vacunación lo que hará que la pandemia finalice? Es muy probable, pero no lo podemos predecir.

*Los ejemplos de las tecnologías de la preparación de vacunas ni los nombres de las mismas vacunas son exhaustivos.

 

Eugenia Corrales Aguilar, MQC, Ph.D. en Virología
Viróloga, Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET), Facultad de Microbiología, Universidad de Costa Rica

Costa Rica posee una variante casi exclusiva del SARS-CoV-2 que aumenta su presencia en el país

  • El Dr. José A. Molina-Mora, de la Facultad de Microbiología de la UCR, explica los detalles y comparte su posición sobre la variante de Londres

Miércoles 27 de enero de 2021. En diciembre de 2020, once científicos de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) le dieron a la comunidad científica internacional un reporte inédito: en Costa Rica existe una variante del SARS-CoV-2 que aumentó su presencia y que sobrepasó el estándar mundial.

Su nombre es T1117I y se ubica en la espícula (corona) del virus. Si bien esta mutación no hace al virus más letal, contagioso o agresivo, en el reporte de diciembre de 2020 (que analizó los casos de marzo a agosto) y el de enero de 2021 (que añade los casos de septiembre, octubre y noviembre), han ocurrido varios cambios.

Uno de ellos está en la cantidad reportada. En el reporte de diciembre de 2020, la variante T1117I registraba una presencia del 14,5 % en los 138 casos estudiados. Ahora, el reporte de enero de 2021 muestra que esa cifra aumentó a un 29.2 % con los 47 nuevos genomas secuenciados. Este dato supera, y por mucho, la frecuencia internacional que no llega ni al 1 %.

De acuerdo con la base de datos internacional GISAID, una plataforma que promueve la rápida distribución de información relacionada con virus (entre ellos el SARS-CoV-2), Nueva Zelanda, Australia y Bangladesh ya tienen la variante. Sin embargo, al 26 de enero de 2021, las tres naciones han contabilizado menos de dos casos.

Los otros países que también han hecho reportes de la T1117I, pero con casos mínimos, son Chile y Sudáfrica. Pocos países, incluido Costa Rica, han hecho público la existencia de la mutación.

Ahora bien, la pregunta es ¿por qué? ¿Qué posee Costa Rica que no tienen los demás países para tener una variación del virus que incrementa su presencia en el país, cuando en otras naciones no aumentó?, ¿podría esta variante poner en peligro la eficacia de la vacuna?

Para contestar esa interrogante recurrimos nuevamente al Dr. José Arturo Molina Mora, microbiólogo bioinformático del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET-UCR), de la Facultad de Microbiología, y coordinador del proyecto de análisis genómico del virus desde la UCR.

A continuación, les enviamos un resumen de la entrevista que usted podrá consultar de forma completa en https://www.ucr.ac.cr/noticias/2021/01/26/costa-rica-posee-una-variante-casi-exclusiva-del-sars-cov-2-que-aumenta-su-presencia-en-el-pais.html

  1. ¿Cuántas variantes, en general, han logrado encontrar hasta hoy?

José Molina Mora (JMM): “En la última entrevista le dije que habíamos descrito hasta 15 mutaciones por genoma y que esas mutaciones también se reportaban en el mundo. Al día de hoy, nosotros ya hemos detectado hasta 22 mutaciones por genoma, para un total de 283 diferentes mutaciones en todos los genomas que hemos analizado en conjunto.

Al igual que la vez anterior, no tenemos ninguna asociación de los genomas virales o tipos de virus con la mortalidad. En otras palabras, independientemente de la variante con la que se tenga la infección, por el momento es igual de probable fallecer (o no) por la enfermedad que genera el virus”.

  1. En relación con esta nueva variante, la T1117I de la espícula, ¿cuándo se dieron cuenta de que la teníamos en Costa Rica?

JMM: “En diciembre de 2020 nos dimos cuenta de la T1117I. Cuando se está haciendo el estudio, uno va mutación por mutación para analizar cuál podría ser el efecto. Al encontrar esa variante yo dije: ‘¿qué?, ¡espere un momento!’, y empecé a indagar más.

En el reporte de diciembre, que analizó el periodo marzo-agosto, decíamos que la T1117I en Costa Rica tenía una frecuencia del 14 % en agosto, mientras que en el mundo esa mutación no subía del 1 %, y que es muy escasamente reportada por otros países.

En el gráfico del GISAID vemos que esta variación es muy predominante en Costa Rica. Hay algunos pocos casos en Colombia, y muy pocos en Malasia y Australia.

A enero de 2020 actualizamos la información con genomas obtenidos de casos hasta noviembre y vemos un 29 % de frecuencia en dicha mutación en Costa Rica. Es decir, ya se duplicó en nuestro país en tan solo tres meses.

  1. Entonces, ¿se podría considerar esta variante, la T1117I, como la más frecuente de Costa Rica?

JMM: “No es la más frecuente, pero es la que está aumentando más con respecto a su histórico. Veamos el caso de la variante D614G de la espícula. Al inicio la teníamos en un 95 %, luego 98 % y ahora al 99 %.

Esos porcentajes reflejan que la variante D614G siempre ha sido muy alta y superior al 90 % de las secuencias. Pero esta, la T1117I de la espícula, antes estaba en cero y se mantuvo así por varios meses hasta mayo. Ahora, está aumentando.

Si llega la variante de Londres, por citar un caso, es esperable que suceda un aumento, parecido al que se ha reportado en Inglaterra y Estados Unidos, porque se sugiere que tiene mayor transmisión.

Lo importante aquí es que nosotros estudiamos detalladamente la variante T1117I de la espícula de primero en el mundo ante la comunidad científica. Aunque no tuvimos el primer caso, si hicimos el primer reporte con un incremento sostenido a niveles no observados en ningún otro país. El primer caso estuvo en Alemania”.

  1. ¿Y ya se sabe qué fue lo que propició el origen de esa mutación en Costa Rica?

JMM: “No. Hay muchas hipótesis. Como el primer caso reportado fue en Alemania, una opción es que alguna persona alemana llegara a Costa Rica y trajera esa mutación. Esa podría ser una explicación.

Otra es que pudo haberse originado completamente en Costa Rica a parte de Alemania, Australia y Malasia. Los escenarios son muy complejos.

Lo que sí sabemos es que los genomas que circulan en el país son producto de múltiples introducciones. Una vez me preguntaron, ¿entonces la culpa de que el COVID-19 lo tengamos en Costa Rica es del primer extranjero infectado que vino al país? La verdad no. Él fue un caso, pero hay muchos reportes más de personas que lo trajeron de otros países, incluidos costarricenses.

Al igual que los demás países del mundo, los genomas que circulan son producto de múltiples introducciones de personas de varias naciones”.

  1. Hay un término bastante técnico en el artículo científico que me parece importante rescatar aquí en palabras sencillas, y es el de la oligomerización viral. Este término hace referencia a la forma final que tendrá el virus ¿Acaso la T1117I influye de alguna forma a esa conformación final del SARS-CoV-2?

JMM: “Para explicar de forma sencilla sobre la oligomerización, digamos que usted compra una silla plegable. Usted tiene que armar la silla, acomodarla, abrirla y ponerle tapones. Esa silla, para usted poder armarla, tiene unas instrucciones que le ayudarán a tener una conformación final.

Para verlo desde el virus, sería lo siguiente. Si yo le digo: ‘constrúyame una cama’, pero hay una mutación de una M por una S, en vez de ‘cama’ usted leerá ‘casa’. Esa simple letra (mutación) generará un impacto grandísimo. Usted me dará una casa y no la cama.

También, la letra C puede mutar a una K. En tal caso, se leería ‘Kama’, que si bien está mal escrita con K, se sigue entendiendo que es una cama y no hay un verdadero efecto en el mensaje. Esto es lo que podría pasar con la T1117I.

La variante podría generar una conformación final ligeramente diferente de la espícula del SARS-CoV-2, pero que no propició cambios significativos en el comportamiento del virus”.

  1. Eso explicaría por qué esta variante no convierte al virus en una versión más agresiva, letal o contagiosa. ¿Estoy en lo correcto?

JMM: “Sí. El material genético trae las instrucciones de cómo el virus va a ensamblar su espícula (esos picos que tiene en forma de corona y que es su llave para entrar a la célula humana). La oligomerización le da a la proteína del virus su forma final y la capacidad para interactuar con la célula humana.

Si nos enfocamos en la mutación T1117I, al ubicarse tan abajo, los análisis bioinformáticos nos predicen que es muy probable que no tenga mayor efecto en cómo actúa la molécula con la célula humana. Por lo tanto, no debería afectar ningún cambio en la presentación de la enfermedad”.

  1. ¿Tampoco en la vacuna?

JMM: “Tampoco. Si esta mutación estuviera cerca de los sitios donde se reconocen los anticuerpos, ahí sí sería preocupante porque pondría en riesgo la eficacia de las vacunas. Pero este no es el caso. La mutación, al estar tan lejos, no debería afectar la vacuna.

  1. ¿Y qué podríamos tener de especial las y los costarricenses para poseer una variación del virus que incrementa su presencia en el país, cuando en otras naciones que reportaron la misma variante no tuvieron aumentos significativos?

JMM: “Podría ser algo casual y de comportamiento social, pero también la genética de cada población podría determinar la infección y los factores de fondo. Por ejemplo, ¿por qué la ACE2 (el receptor de la célula humana que le permite al virus la entrada) es tan importante cuando hablamos de pacientes con hipertensión arterial?

Porque hay una serie de tratamientos para la presión arterial que pueden aumentar la cantidad de receptores ACE2 en las células, dependiendo del tipo (alelo) de ACE2 que se tenga.

Entonces, por decirlo así, la persona tiene más puertas para que el virus se pegue y entre. Esto podría tener efectos en la cantidad de virus que se produce o incluso en severidad. Una persona con hipertensión arterial con ciertos tratamientos favorece la producción de estas moléculas ACE2. Es una hipótesis que se maneja incluso para explicar por qué los niños no se enferman como los adultos.

En una población con una alta prevalencia de hipertensión arterial, como el caso de Costa Rica, podría ser una de las razones que influya en el aumento de la transmisión y favorecer así a esta variante. En Costa Rica no se están haciendo estudios de esta índole, entonces es solo una hipótesis”.

  1. Finalmente, Dr. Molina, ¿qué puede esperar la población costarricense en los próximos meses?

JMM: “Lo más importante de esto, que aplica para la mutación de Costa Rica y Londres, es que por el momento ninguna de las mutaciones ha reportando un cambio en la forma en cómo va a dar la enfermedad.

El COVID-19 sigue dependiendo de los factores de riesgo. Hay que seguir tomando las medidas. También, que indistintamente si a mí me va a llegar la versión GH, GR o G del virus, debemos prevenir la infección desde el punto de vista individual y colectivo, en especial las personas de alto riesgo.

Nosotros desde la UCR y el Inciensa, vamos a seguir detectando mutaciones, pero esto seguramente no nos va a cambiar las normas para controlar el virus.

Ahora bien, desde el punto de vista de su frecuencia, es probable que la variante siga aumentando. Es completamente esperable tener otras mutaciones que aumenten y que alguna mutación, o su acúmulo, genere un cambio. A largo plazo se espera que las variantes atenúen el virus, pero eso no quita que pueda aparecer alguna mutación que complique la transmisión, severidad o tratamientos”.

 

Foto: Dr. José Molina Mora. Microbiólogo bioinformativo. Facultad de Microbiología, UCR. Foto: Laura Rodríguez, UCR.

Nicaragua: la lucha contra la pandemia y el desgobierno

*Es justo aclarar que vivo fuera de Nicaragua y escribo esto auspiciándome en datos y notas de medios oficialistas e independientes, así como del Ministerio de Salud (MINSA) del país*

Joel Herrera

En la actualidad, como ya todas las personas estamos enteradas, la población global se encuentra enfrentándose a una pandemia. Un virus relativamente nuevo que ha cobrado una cantidad muy significativa de vidas alrededor del mundo, que ha logrado colapsar los sistemas de salud de todos los países y que paralizó a una sociedad que desde hace mucho tiempo estaba corriendo de una forma muy acelerada. Es cierto que todas y todos estamos aprendiendo sobre este microorganismo y el padecimiento que causa , por la simple razón de que nadie se esperaba una crisis de salud pública de esta magnitud y el paroxismo con el que apareció fue solamente un preámbulo de la velocidad de su expansión; no obstante, a pesar de este aprendizaje sobre la marcha y de estar enfrentándose a una pandemia, existen países como Nicaragua, que también enfrentan a un desgobierno que pone en peligro la vida e integridad física de la ciudadanía.

Desde el inicio de la expansión de la pandemia y las primeras recomendaciones que han brindado las organizaciones regionales y mundiales de la salud, la población Nicaragüense vislumbraba como la situación se podría tornar incluso más complicada en el país, el presidente Daniel Ortega , la vicepresidenta –quien también es primera dama y vocera del gobierno- Rosario Murillo y todo el aparataje estatal y oficialista iniciaron a emitir discursos irresponsables al tildar a esta enfermedad como un “padecimiento de ricos y burgueses” , se negaban a acatar recomendaciones mientras convocaron concentraciones masivas en las calles –la marcha llamada “amor en tiempos de covid”, es solo un ejemplo- y actividades deportivas/culturales que a la fecha se continúan realizando ; aunado a todo esto, iniciaron una campaña de comunicación para deslegitimar cualquier noticia sobre el virus, adjudicándolo a otro intento de desestabilización de la oposición.

Con el paso del tiempo y debido a que era innegable la presencia del virus en Nicaragua, el ministerio de salud encontró su escaparate al implementar un sistema de manipulación de información, elaborando actas de defunción donde la causa de muerte se adjudicaba a una “neumonía atípica” y se continuaba replicando el discurso que Nicaragua solo tenía un par de casos importados, pero que no había transmisión comunitaria; durante el tiempo transcurrido del primer caso diagnosticado el 18 de Marzo a la fecha del 12 Mayo, se contabilizaban 25 casos positivos y 8 fallecimientos, pero el último informe emitido, el día 19 de mayo, expresa que han incrementado a 254 casos, lo que representa una alza significativa en la curva de contagio; no obstante, el mandatario en su última comparecencia admite una alza de muertes por neumonía en el país, en comparativa con los datos obtenidos en los últimos 5 años.

Ante la desinformación y la falta de transparencia de las autoridades de salud y el estado de Nicaragua, la población optó por establecer mecanismos de observación y comunicación de manera independiente, surgiendo la iniciativa del “Observatorio Ciudadano COVID-19 Nicaragua”, que –como sus redes sociales indican- son un esfuerzo colaborativo para brindar información sobre el COVID-19; esta iniciativa representa solo un ejemplo de las medidas que ha tenido que implementar la población nicaragüense debido a que el gobierno no responde, no informa y no protege a sus conciudadanos, pero, a pesar de los esfuerzos individuales y colectivos que puedan llevar a cabo las y los nicas, el panorama a mediano y largo plazo se ve muy negativo, el sistema de salud –significativamente pobre- puede colapsar, las personas no pueden hacer cuarentena porque no tienen garantías para el sustento de un par de semanas o un par de meses , los precios de mascarilla, guantes y alcohol en gel se han disparado por los cielos y, como si se tratase una competencia por cual es la situación más trágica, muchas localidades del país no tienen acceso a agua potable.

Es cierto que el papel de la ciudadanía es llevar a cabo las medidas de prevención y protección ante el virus, pero también el estado tiene una gran responsabilidad de velar por la salud, integridad física y bienestar de la población a quienes –en teoría- representan, pero lamentablemente la tiranía y sed de poder ciega a sus gobernantes a tal punto de dejar morir a sus gobernados, incluso a sus fieles seguidores.

De la pandemia a la partenogénesis

Arnoldo Mora Rodríguez

Como si estuviéramos ante una nueva versión del dios Jano, un fantasma de doble rostro recorre el mundo; se trata de un solo fantasma pero con dos rostros: el uno que mira hacia atrás, el otro hacia adelante. Ambos ya son conocidos por la humanidad; el uno nos da una visión del pasado, el otro atisba el futuro; el uno es una pesadilla, el otro un sueño; ambos constituyen una muestra indeleble de lo que es la cultura occidental. La pesadilla fue anunciada por el fantasma como el anuncio de la tragedia que envuelve el trono de Dinamarca, según el célebre drama de Shakespeare; el otro rostro lanza la primera frase del no menos célebre Manifiesto de 1848 en que Carlos Marx y Federico Engels proclaman que un nuevo salvador ha venido al mundo: el proletariado (“los pobres de la tierra” diría hoy la teología de la liberación, en una frase que evoca a José Martí, tanto como al Sermón de la Montaña).

En mi reclusión de estas semanas en mi casa, se han dado cita en mi mente estos dos fantasmas, mientras veo a la humanidad sumida en los dolores de un parto, que anuncia que el terror apocalíptico de las pestes debe convertirse en grito de esperanza ante el advenimiento de una nueva época, tal como, a inicios del segundo milenio lo proclamara el monje calabrese Joaquín de Fiori. La evocación de ese teólogo medieval no es gratuita, ni casual. Hoy vivimos el fin del segundo milenio de la cristiandad y el inicio del tercero; el año 2000 no fue sólo el comienzo del nuevo siglo, el XXI, sino igualmente el inicio de un nuevo milenio, el tercero. Pero, para saber hacia dónde vamos, debemos primero conocer de dónde venimos. En vísperas del primer milenio Julio César crea el modelo de Estado que le permitirá a Occidente dominar el mundo, al convertir la República de Roma en el Imperio Romano; seis años antes del año con que comenzó nuestra era nace, según hay consenso entre los historiadores actuales, el personaje histórico más influyente de la historia hasta el momento actual: el judío Yeoshua de Nazareth, llamado Jesucristo, según la terminología del griego coiné imperante como lengua franca de la Cuenca del Mediterráneo en esa época. En el año mil en la Edad Media cristiana, se vive como cosmovisión la versión milenarista de la teología, según la cual, con la llegada del año mil, retornaría Cristo a juzgar a los pueblos y, con ello, la humanidad tal como la conocemos, habría llegado a su fin, sólo habría el cielo y el infierno, el primero para los justos y el segundo para los perversos; la profecía del Apocalipsis se habría cumplido, por lo que la historia de la humanidad y la humanidad misma no sería nunca más la misma, se acababa un mundo y se daba inicio a otro, radicalmente nuevo, calificado por Fiori como la era del Espíritu Santo, en que la iglesia jerárquica desaparecería y daría inicio la era de la libertad de los hijos de Dios…Pero resultó que Cristo no regresó ni se acabó el mundo; todo lo contrario, el papado, que como centro de poder absoluto se venía paulatina pero inexorablemente confirmando, llenando así el vacío provocado por la decadencia del Imperio creado por Carlo Magno y el nacimiento de lo que se llamará Europa; el papado lanzaría Las Cruzadas, con lo que se iniciaba la conquista del Mediterráneo y la expansión planetaria del Occidente Cristiano como potencia dominante…hasta el presente. Desde entonces Occidente ha emprendido una cruzada que abarca el planeta entero, que se inicia con el “descubrimiento” de todo un Nuevo Mundo más allá de “la Mar Océano”, como llamaban los conquistadores españoles al actual Océano Atlántico; el pequeño pero poderoso militarmente reino de Castilla lograba la proeza histórica de forjar el primer imperio en el cual “no se ponía el sol”. Se requerirán cuatro siglos para que surja otro imperio absolutamente planetario, el británico, que será amo del universo durante todo un siglo: desde la Batalla de Waterloo (1815) hasta la 1ra. Guerra Mundial (1914). El último imperio de Occidente, el Norteamericano, hegemónico después de la 2da.Guerra Mundial (1940) llega, con el nuevo siglo y con el nuevo milenio, a su fin; con ello, como decía el último primer ministro laborista Gordon Brown en la Cumbre de Dabos del 2008:”West is over”.

La actual pandemia, la más planetaria que conoce la historia, ha puesto dramáticamente en evidencia que estamos siendo testigos de la más grande revolución política, social y cultural que pone fin a dos mil años de hegemonía mundial de la Cristiandad Occidental. Pero no por ello la humanidad o la historia se acaban; un nuevo orden mundial se gesta construido por un nuevo sujeto histórico: un ser humano con conciencia o identidad planetaria, dado que los actuales desafíos a los que afronta la especie ya no son regionales sino planetarios; por eso, en cada decisión que tomemos, se pone en juego la sobrevivencia misma de la especie. Nunca como ahora que el homo sapiens ha acumulado la mayor cantidad de poder que especie viviente alguna haya logrado en la evolución, el espectro de la muerte nos acompañará tanto como la euforia provocada por la conciencia de disfrutar de un poder cuasi infinito; viviremos entre la pesadilla y el ensueño. Como lo vislumbró Shakespeare poniendo al fantasma del padre de Hamlet a denunciar la podredumbre oculta tras los oropeles de un trono real, que haría que los tiempos de gloria de la corona danesa se convertirían en una sangrienta pesadilla. Pero también estos tiempos de cambio anuncian el advenimiento de lo que Nietzsche denominó “aurora” de un nuevo día, que se convirtió en el motor que ha movido todas las revueltas de los movimientos populares, cuyo programa de acción fue redactado en 1848 por Marx y Engels; recurriendo a la terminología de Teilhard de Chardin, para ello debemos transitar “de la divergencia a la convergencia”. Hasta el momento actual, la especie ha sobrevivido; ahora debe aprender, so pena de extinción, a convivir; debemos pasar de la sociedad (instinto gregario propio de casi todas las especias de mamíferos) a la comunidad conformada por personas solidarias; lo cual sólo se logra cambiando de escala de valores. La concepción antropológica que identifica ser humano con individuo debe ceder el paso a lo que la doctrina social de la Iglesia, inspirada en la filosofía de Aristóteles, denomina “ser social”. Ante este reto no somos libres, si por tal entendemos el ejercicio de lo que San Agustín denominaba “libre albedrío”.

La humanidad afronta el fantasma del suicidio colectivo en cuatro desafíos. A partir de Agosto de 1945 (Hiroshima y Nagasaki) vivimos bajo la sombra ominosa del hongo nuclear; luego en 1968 el Club de Roma anuncia que la destrucción de las especies vivientes desenmascara el mito de una sociedad del despilfarro, basada en una industrialización llevada a cabo a contrapelo de una ética ecológica; ya en este siglo, un diminuto virus le ha quitado la corona al homo sapiens y se ha convertido en el apocalíptico ángel de la muerte, desenmascarando la destrucción de los más elementales valores humanos perpetrado por el capitalismo salvaje, que se nutre de la nefasta ideología neoliberal. Sólo nos resta acabar con el cuarto ángel exterminador, cual es la dictadura mediática, propulsora de las falsas noticias. Cuatro guerras mundiales: la nuclear, la ecológica, las pandemias y el imperio mediático de la infamia y la mentira. Sólo venciendo esas amenazas de destrucción masiva, que pondrían fin a la especie humana, podremos construir una paz auténtica como espacio de convivencia digna de seres humanos, tal como sería la era mesiánica proclamada por la esperanza escatológica de la teología de la historia de inspiración judeocristiana. Habríamos así pasado del horror de la pesadilla al embeleso del ensueño; de la tragedia de Hamlet a la edad de oro anunciada en el Manifiesto de 1848. De la pandemia a la partenogénesis.

Foto: UCR

Nosotros no somos el virus

Sebastián Solís Vargas *

Yo me considero un ambientalista, pero a veces pienso en que quizá esa palabra no es percibida de la misma manera por todos. Aunque la palabra hace pensar en alguien que se preocupa por el medio ambiente, la definición que yo le doy no acaba ahí. Quiero aprovechar este medio para explicar mis pensamientos respecto a esa palabra tan importante para mí y de paso exponer por qué creo que algunas personas tienen un concepto totalmente equivocado sobre el ambientalismo.

Es una creencia popular que el ser humano es un ser “ajeno” a la naturaleza, un ser superior a la misma, tanto así que para muchos es difícil concebir la idea de que pertenecemos el reino animal. En parte es por eso que durante las últimas generaciones han ocurrido las conocidas revoluciones industriales, las cuales han llevado a la humanidad a explotar la naturaleza de una manera nunca antes imaginada. Por el contrario, la generación actual ha promovido la creencia de que el ser humano SÍ es parte de la naturaleza y no un ente ajeno y superior, por lo que dependemos de ella y debemos cuidarla. A simple vista parece que el ambientalismo se apega a la segunda creencia. De hecho, creo que muchos ambientalistas piensan así. Sin embargo, mi posición se aproxima más a la primera forma de pensar. El propósito de los próximos párrafos es explicar esta supuesta contradicción.

Un ejemplo del choque de creencias que mencioné se ha hecho manifiesto durante la actual cuarentena ocasionada por el virus COVID-19. Mientras que las actividades humanas han sido frenadas por primera vez en décadas, la naturaleza parece empezar a resurgir en lugares antes afectados por la contaminación y de igual manera empiezan a surgir publicaciones en redes sociales con la frase “Nosotros somos el virus”. De aquí emerge el título de esta publicación. Después de analizar esta frase durante mis días de cuarentena fue que llegué a comprender mejor cuál es mi posición al respecto.

Si la crisis climática empeorara lo suficiente como para causar la extinción de la humanidad, e incluso la de la mayoría de las especies existentes, eso no significa que sea el fin de la naturaleza. Te aseguro que ella tarde o temprano se recuperará, y seguirá adelante sin importarle que existamos o no. Te lo puedo asegurar porque la Tierra ya ha pasado por eventos similares en el pasado. Nosotros las conocemos como “Las cinco extinciones masivas”.

Cinco. Durante la historia de nuestro planeta han sido cinco las ocasiones en las que la naturaleza pareció estar al borde de la muerte.1 Y aun así, la naturaleza se ha levantado, lo suficientemente fuerte como para dar lugar al planeta hermoso, verde y lleno de vida que conocemos. Por eso pienso que la naturaleza no necesita a alguien que la defienda de los humanos. “Nosotros NO somos el virus”. Somos nosotros los que deberíamos tener cuidado. Esto NO es una guerra entre la naturaleza y la humanidad, como normalmente se nos hace creer.

Yo no soy ambientalista simplemente porque quiero que la naturaleza prospere.

Yo soy ambientalista porque quiero que la humanidad prospere.

Definitivamente es cierto que la humanidad depende de la naturaleza para existir.

Sin ella no tendríamos fuente de alimento, de agua, de aire, de paisajes hermosos, ni siquiera del suelo en el que ponemos nuestras casas. Y aunque esto nos hace parecer que estamos totalmente a la merced de los caprichos de la naturaleza, yo sí pienso que el ser humano es un ser superior a la naturaleza—o más bien, tiene el potencial de serlo.

Comprender las causas de una extinción masiva es muy complicado, porque hay muchos factores involucrados, todos cambiando al mismo tiempo. No es para nada como un experimento de laboratorio, en el cual solo se modifica una variable mientras que las otras se mantienen constantes.2 Más bien, es una maraña de elementos interconectados que ninguno de sus espectadores, como reptiles, plantas y anfibios prehistóricos, podría haber siquiera comprendido; mucho menos hacer algo para evitarlo.

Pero nosotros somos diferentes. Desde 1886 la humanidad descifró el cambio climático3: desde entonces hemos descubierto que la quema de combustibles fósiles libera un gas invisible que favorece al incremento de la temperatura global y que han ocurrido eventos muy similares en el pasado—sí, también como parte de las extinciones masivas2.

Somos la primera especie con el súper poder de predecir el futuro de esa manera. Los millones de especies afectadas por estos eventos estarían increíblemente celosos.

A pesar de tener ese poder colectivo tan útil, creo que no es suficiente para hacernos llamar “seres superiores a la naturaleza”. Pues, por el momento seguimos actuando como si nada pasara, igual que las víctimas de las antiguas extinciones: a pesar de estar en medio de una crisis global, no tenían idea de lo que pasaba, y simplemente continuaron sus actividades rutinarias. Ya fuese cazar insectos, hacer fotosíntesis o tomar el sol, no podían hacer nada para salvarse. Si realmente queremos hacernos llamar seres superiores a la naturaleza, hay que demostrarlo dándole la vuelta a esta crisis. Solucionarla es nuestro examen de graduación.

Las corporaciones y gobiernos obsesionados con el crecimiento económico continúan destruyendo el medio ambiente porque creen que explotar a la naturaleza demuestra cuán poderosos son4, cuando en realidad solo demuestra que actúan como cualquier otro ser vivo sin capacidad de razonamiento. Si de verdad queremos demostrar lo poderosos que somos, ¿qué mejor manera de hacerlo que actuar para evitar la sexta extinción masiva? Ese sería un logro del que sí nos podríamos sentir orgullosos como especie. La frase “Nosotros somos el virus”, lejos de sonar como algo que un ambientalista diría, sirve como una excusa para no enfrentar a la crisis climática. Se traduce a algo como “Si nosotros somos el virus, entonces es mejor que nos extingamos. Así ya no causaremos más problemas”. Suena como algo que diría alguien que ya se rindió y está dispuesto a no hacer nada, y a morir a manos de la crisis climática. Esto NO es ambientalismo. Es exactamente lo contrario.

Yo me considero un ambientalista. Pero es posible que la palabra que más se ajuste a mi forma de pensar y actuar sea “humanista”. Porque nosotros no abogamos simplemente por el bienestar del medio ambiente. Abogamos por el bienestar de la humanidad misma.

Nosotros no somos el virus. Somos mucho más valiosos que eso, y llegó el momento de demostrarlo.

Referencias

1. Taylor, Paul D. Extinctions in the History of Life. Londres: Cambridge University Press, 2004.
2. Weart, Spencer R. The Discovery of Global Warming. Londres: Harvard University Press, 2004.
3. Wignall, A. Hallam & P.B. Mass Extinctions and Their Aftermath. Nueva York: Oxford University Press, 1997.
4. Evans, Malcolm D. Whitehead and Philosophy of Education: The Seamless Coat of Learning. Amsterdam : Rodopi, 1998.

* Integrante de Fridays For Future Costa Rica

Estas son las medidas tomadas por la UCR para intentar frenar el contagio por COVID-19

Costa Rica contabiliza 69 casos y un fallecido en tan solo 13 días del primer diagnóstico

Imagen de un coronavirus. Fuente de AP.

El COVID-19, la enfermedad producida por el virus del SARS-COV-2, quedó al descubierto a finales de diciembre del 2019. A partir de esa fecha, el mundo inició acciones de emergencia para frenar la propagación del virus. No obstante, este ha logrado expandirse y hoy se encuentra en todos los continentes.

De acuerdo con los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicados el 17 de marzo, en el mundo hay 191 127 pacientes confirmados. De esa cifra, 7 807 son muertes. Costa Rica registró el primer caso el jueves 5 de marzo, y al miércoles 18 de marzo ya se suma un total 69 casos positivos y un fallecido. Si el incremento continúa, el sistema de salud pública está frente a una clara amenaza de colapsar.

¡Ocupo que reaccionen! No es una cosa menor, son vidas, son personas que pueden quedarse sin acceso a una unidad de cuidados intensivos y a un respirador si lo ocupan”, enfatizó el ministro de Salud, Daniel Salas, en la conferencia de prensa brindada el 18 de marzo en Casa Presidencial.

La Universidad de Costa Rica (UCR) no ha sido ajena a la alerta amarilla. Para responder a esta situación, el Centro de Coordinación Institucional de Operaciones (CCIO) de la UCR ha sostenido desde el 9 de marzo reuniones continuas para tomar decisiones y enfrentar la problemática.

El centro de decisiones de la CCIO siempre es la comunidad universitaria, en la búsqueda de alternativas que permitieran rápidamente implementar el trabajo remoto y flexibilizar las condiciones de trabajo para las personas funcionarias.

Esta estructura institucional el CCIO es precisamente la que enfrentó con éxito las anteriores emergencias generadas por el Huracán Otto en 2016 y el Huracán Nate en el 2017, en las que también fue parte de las soluciones a nivel país.

¿Qué ha hecho la UCR?

Desde el 5 de marzo, la UCR puso a disposición del público el micrositio ucr.ac.cr/coronavirus.html elaborado por la Oficina de Divulgación e Información (ODI). El sitio cuenta con información sobre el nuevo virus y las medidas de higiene para evitar las transmisión. Este sitio se mantiene actualizado con datos actuales, los comunicados emitidos y un formulario al final del sitio web para que toda la comunidad universitaria envíe sus dudas.

Por otro lado, a partir del lunes 9 de marzo el CCIO dio a conocer un total de nueve comunicados (del 9 al 17 de marzo) que iniciaron con las medidas a tomar en casos de desabastecimiento de agua, acciones preventivas ante la alerta amarilla, la suspensión de todos los eventos masivos, la posibilidad de hacer trabajo remoto y el suspender del todo los viajes a los países que se encontraran en la lista de transmisión local activa de COVID-19.

El 10 de marzo el CCIO amplía sobre la posibilidad de que el personal de la Universidad, así como la población estudiantil, se ausenten ante la aparición de síntomas de gripe, como acatamiento a las recomendaciones emitidas por el Ministerio de Salud.

Además, se le recomienda a la Vicerrectoría de Acción Social suspender las actividades del Programa Integral de la Persona Adulta y Adulta Mayor (PIAM), con el propósito de proteger a la población altamente vulnerable. Otro aspecto fue la suspensión a la asistencia de público a actividades deportivas, recreativas y culturales.

El 11 de marzo el Centro solicita al personal docente suspender las clases presenciales e implementar una modalidad de enseñanza virtual que garantice la continuidad y la calidad. Se incentiva que los cursos virtuales se lleven a cabo en la plataforma “Mediación Virtual” de la Vicerrectoría de Docencia, la cual es gestionada por la Unidad de Apoyo a la Docencia Mediada con TICS (METICS).

Al miércoles 18 de marzo, 53 427 estudiantes están inscritos en la plataforma, y un aproximado de 4 117 docentes. Esta cifra está en ascenso de forma tan acelerada, que los avances logrados tecnológicamente se van quedando cortos.

Por ese motivo, un equipo de trabajo del Centro de Informática está laborando de manera ardua para que, día con día, se pueda ampliar la cantidad de usuarios en dicha plataforma (ya que una misma persona puede tener varios cursos y se contabiliza como varios ingresos). En pocos días la plataforma se va a estabilizar, es un proceso en el que la UCR está invirtiendo recursos de diversa índole.

Por otro lado, se hizo un llamado al personal administrativo a implementar de forma inmediata el trabajo remoto, mediante una adenda al contrato laboral, salvo aquellos puestos que por su naturaleza requieran la presencia de la persona funcionaria.

El 11 de marzo, ante el temor de la comunidad universitaria por casos posibles de COVID-19, la UCR aclaró que no existen casos confirmados. También, se le recordó a los y las funcionarias que, si regresan de viaje de un país con transmisión local activa, permanezca en su lugar de residencia al menos siete días naturales.

El 12 de marzo se da un aumento importante de la demanda de las personas usuarias en la plataforma de Mediación Virtual. Por eso, se comunica que el Centro de Informática (CI) y la Unidad de Apoyo a la Docencia Mediada con TIC de la Vicerrectoría de Docencia (Metics), de la Universidad de Costa Rica (UCR), realizaron los trabajos necesarios para dar una mayor capacidad a la plataforma.

Así mismo, se instó a la población estudiantil, docente y administrativa a aprovechar las diversas opciones de plataformas tecnológicas que la Universidad pone a su disposición, como el sistema de videoconferencia Zoom o Mconf. Por otro lado, el CI, en coordinación con el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), realizó acciones para duplicar el ancho de banda de Internet en todas las sedes y recintos de la institución.

El viernes 13 de marzo se enfatizó la función vital del Centro Coordinador Institucional de Operaciones (CCIO) de la UCR, la cual procura gestionar una acción institucional coordinada para la atención de la alerta amarilla por COVID-19.

Una semana crucial

Para el día lunes 16 de marzo, es decir una semana después de la entrada en operación del CCIO, ya la Universidad de Costa Rica brindaba a sus trabajadores instrumentos digitales por medio del Portal UCR para acogerse al trabajo remoto. Así mismo, se generaron con gran prontitud instrumentos para que las personas que tuvieran síntomas de gripe y aquellos que hubiesen viajado al extranjero reportaran su condición y se mantuvieran aislados en sus casas de habitación.

A las disposiciones emanadas del CCIO, se suma la resolución del Consejo de Rectoría R-95-2020 que suspendió totalmente las clases presenciales a partir del 16 de marzo y hasta el sábado 4 de abril de 2020, al mismo tiempo que se robustecen las plataformas tecnológicas para la Mediación Virtual y el trabajo remoto.

Al respecto, el Rector Henning Jensen manifestó que “el comportamiento epidemiológico nos obliga a ir tomando decisiones todos los días, este es un momento clave para reducir la curva de contagio del COVID-19, por eso seguimos tomando medidas para evitar la presencia física y promover el distanciamiento, a la misma vez que vamos impulsando fuertemente el trabajo remoto y la mediación virtual en docencia. Es la hora de la solidaridad y de la responsabilidad”.

El 17 de marzo, siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Salud, el CCIO informa que se aumentó a 14 días naturales el periodo de reposo y aislamiento para las personas que regresaron de viaje de un país mencionado dentro de la lista de países de transmisión local activa.

Con el fin de proteger a la población trabajadora más vulnerable, el CCIO resuelve que las personas trabajadoras que presenten factores de riesgo, y que sus funciones no se pueden realizar por trabajo remoto, deberán ausentarse y guardar reposo en su hogar hasta nuevo aviso. También, se solicita a las jefaturas de las oficinas administrativas reducir el personal operativo al mínimo para garantizar la continuidad del servicio en la Institución.

De conformidad con las medidas tomadas por el Gobierno en materia de centros educativos, también se suspenden los servicios de los Centros Infantiles Universitarios, Casas Infantiles Universitarias y el cierre de sus edificios. Además, se comunica el cierre de las instalaciones deportivas en todas las sedes y recintos, así como el suspender todas las giras y el servicio del bus interno.

A la fecha, el Centro de Coordinación Institucional de Operaciones (CCIO) de la UCR continúa trabajando con visión de largo plazo para hacer frente a la atención de la emergencia generada por el coronavirus a nivel institucional. El manejo oficial de toda la información sobre el COVID-19 se realiza desde el CCIO y la Oficina de Divulgación e Información (ODI).

 

Jenniffer Jiménez Córdoba

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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Viróloga sugiere hacer diagnóstico diferenciado para dengue, chikungunya y zika

Pide a población protegerse con repelente de día y de noche y con mosquiteros

Lidiette Guerrero Portilla,

Periodista Oficina de Divulgación e Información

Virologa sugiere hacer diagnostico diferenciado para dengue
Lo que la población costarricense debe saber es que para protegerse contra el dengue, la chikungunya y el zika debe vigilar y eliminar los criaderos del Aedes aegypti, usar mosquitero en la noche para protegerse del mosquito Culex y ponerse repelente para evitar las picaduras de día y de noche (foto Archivo ODI).

Por el interés que tiene el dengue, la chikungunya y el zika en la salud pública, en este país, es necesario emprender el diagnóstico diferenciado para esas tres enfermedades en los Ebais y hospitales del país, manifestó la Dra. Eugenia Corrales Aguilar, profesora de la Facultad de Microbiología e investigadora del Centro de investigación en Enfermedades Tropicales (CIET).

Corrales trabaja en el Laboratorio de Virología de esa unidad académica, único laboratorio que se dedica a aislar los virus del dengue en el país y según lo manifestó, no todas las muestras referidas como casos de dengue, llega a confirmarlas como tal.

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Para la Dra. Eugenia Corrales Aguilar, desde el punto de vista científico y del diagnóstico, es un gran avance el saber que el virus del zika se encuentra en orina y en semen, para poder analizarlo en el laboratorio (foto Laura Rodríguez Rodríguez).

“Yo tengo casos de pacientes, de zonas endémicas por dengue, y diagnosticados como positivos para dengue por IgG y la técnica Elisa y le hago en el laboratorio ensayos de neutralización contra los cuatro serotipos de dengue y salen negativos”, afirmó.

Agregó que en este momento puede asegurar que al menos hay muchos otros virus diferentes a esos tres (dengue, chikungunya y zika) circulando en el país y es importante identificarlos.

En acatamiento a la recomendación que emitió la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde el 2009, Costa Rica diagnostica el dengue por síntomas clínicos y algunas pruebas básicas de sangre, pero ahora que existen además casos de chikungunya y zika, con manifestaciones similares, el diagnóstico puramente clínico se complica.

“Es imposible diagnosticar las tres enfermedades solo con síntomas clínicos, ahora hay que diagnosticarlas en laboratorio, principalmente por técnicas moleculares”, detalló.

Para su criterio es fundamental que en los Ebais se hagan pruebas rápidas de tamizaje para diferenciar el padecimiento y que se opte por hacer los estudios de identificación confirmatorio del virus, porque ella sospecha que hay casos de enfermedades producidas por otros virus transmitidos por mosquitos, cuyos síntomas se confunden con dengue.

Por ejemplo, citó el virus del Oeste del Nilo (West Nile), el cual se transmite principalmente por el mosquito Culex (es el que zumba en los oídos en la noche) y aseguró que hay pruebas de que ese virus tiene como reservorio los equinos y los pájaros y ha afectado caballos en Nicoya, Esparza y las llanuras de Upala, entre otros.

Las autoridades en salud nacionales no reportan la presencia del virus del Oeste del Nilo en humanos, pero la Dra. Corrales y sus colegas han tenido dos casos de pacientes jóvenes, que murieron, con anticuerpos altísimos contra ese virus, lo que indica que estuvieron en contacto con ese agente viral.

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En opinión de la viróloga Eugenia Corrales Aguilar, al hijo de la mujer que se le considera el primer caso de zika en Costa Rica, es necesario hacerle análisis de respuesta inmune (por examen de orina) para saber si se infectó con ese virus o no (foto Laura Rodríguez).

En relación con el mosquito Culex informó de que hay una investigación científica que indica su participación en la infección de zika, también. Esto es un hallazgo muy serio en opinión de la viróloga, porque se trata de un mosquito selvático o periurbano que crece en reservorios naturales, con agua en movimiento, de manera que no se le puede combatir de la misma manera que al Aedes aegypti, con la eliminación de criaderos.

Por esa razón, recomienda usar mosquitero para protegerse del Culex en la noche y repelente tanto de día como de noche, ya que los mosquitos de la familia Aedes pican de día.

Enfermedades similares

La especialista dijo que de las tres enfermedades, el dengue es la de más rápida propagación y ha aumentado 30 veces la cantidad de casos en áreas urbanas, en los últimos 10 años, por muchas razones, específicamente por calentamiento global, por pobreza, crecimiento urbano desordenado de la población, que genera problema de recolección de basura, de acumulación indebida de agua, pero sobre todo porque la gente no acata el llamado a vigilar y eliminar criaderos, que además es mucho más barato que la atención de enfermos en hospitales.

Los reportes de casos de dengue se registran en el país desde 1993, mientras que el virus del chikungunya ha logrado expandirse por América en los últimos 15 meses y el del zika, en los últimos ocho meses, lo que significa que no se ha logrado éxito en el combate del o los mosquitos vectores.

Del total de casos de dengue, un 70% pueden pasar asintomáticos o enfermos leves, por esa razón la Dra. Corrales afirma “que lo que estamos viendo en el país de personas enfermas, es un número menor a los casos reales” y eso se refleja con los reportes del Ministerio de Salud, que indican que solo han ocurrido 1 175 casos graves de dengue de los 347 mil que en total se han registrado desde 1993 hasta la fecha, con 23 muertes por esa causa, en ese mismo periodo.

Para chikungunya son menos los asintomáticos, (solo el 28%) y en total los casos reportados durante el 2015 fueron 4 912 y los que se tienen registrados en estos meses del 2016 son 1 167 casos, lo que a criterio de la viróloga confirma el hecho de que no se está controlando el vector.

Corrales recomienda que en el país se hagan encuestas entomológicas, es decir estudiar los mosquitos para la presencia de los distintos virus, hacer estudios de competencia vectorial, de distribución geográfica, etc.

Considera que la mejor arma para atacar al chikungunya y el zika sería el contar con una vacuna, porque son enfermedades causadas por un solo virus, aunque tiene diferentes cepas. “De hecho ya hay vacuna a nivel militar estadounidense para chikungunya”, aseguró y agregó que para zika podía desarrollarse una en los próximos años aprovechando la plataforma existente de la vacuna contra la fiebre amarilla u otro virus parecido”.

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El dengue se ha expandido mucho en zonas urbanas, por las condiciones desfavorables de algunos sitios, en donde hay hacinamiento, problemas de recolección de basura y disponibilidad de agua, además de que las personas no se comprometen a eliminar los criaderos del Aedes aegpti, que es el principal vector (foto Archivo ODI).

Por otra parte considera que se debe tener cautela antes de aplicar la vacuna contra el dengue, que ha sido aprobada hace poco en varios países, porque solo protege contra dengue grave cuando la persona ha tenido una infección previa por dengue, pero no elimina la infección para quienes no la han padecido (previamente), porque emplea virus vivo y no desarrolla protección contra los cuatro serotipos del virus en la misma magnitud. Además se deben considerar los costos de la vacunación.

Agregó que hacen falta más estudios sobre las vacunas que se ofrecen para el dengue y que debemos ser cautelosos, porque la situación específica del número de casos y de los casos graves por dengue en el país es benévola en comparación con otras naciones.

La Dra. Eugenia Corrales Aguilar impartió la conferencia titulada Zika qué, Chikun qué y dengue, el 11 de marzo, en las instalaciones del Instituto de Investigaciones en Salud (Inisa) de la UCR, como parte del programa de charlas científicas.

 

Información enviada a SURCOS Digital por Lic. Otto Salas Murillo, periodista Oficina de Divulgación e Información UCR.

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