Por Slavica Djenes Gutiérrez, coordinadora de la carrera Bachillerato en Turismo Ecológico y Licenciatura en Gestión Ecoturística en Guanacaste
En el marco de los 197 años de la incorporación del Partido de Nicoya al país, también celebramos los 30 años del Bachillerato en Turismo Ecológico. Esta es la primera carrera propia de una sede regional de la Universidad de Costa Rica, creada justamente en Guanacaste, símbolo de la anexión, y a través de la cual se ha podido anexar a Costa Rica al mundo, y el mundo a nuestro país.
En 1991 empezó a impartirse la carrera de Turismo Ecológico en la Sede de Guanacaste de la Universidad de Costa Rica, la primera carrera propia en una sede regional, y que se sumó a las opciones académicas de la Institución. Su creación se dio en respuesta a las demandas del turismo tanto en Guanacaste como en el resto del país, acorde con las políticas del Gobierno que veían el desarrollo de la actividad turística como una opción para generar divisas y empleos.
En el 2021 celebramos 30 años de profesionalizar el turismo en Costa Rica y de hacerlo único. ¿Por qué único?
Es un aporte único porque expandimos el conocimiento que hizo grande a cada destino a lo largo y ancho de 51 100 kilómetros cuadrados, enriqueciendo la oferta turística nacional y aportando desarrollo económico al país.
Es un aporte único por ser una nueva visión de hacer turismo, bajo una marca país, en respuesta a las nuevas exigencias verdes del mercado internacional y generando oportunidades para las comunidades más pobres de nuestra nación.
Es un aporte único porque el valor del turismo más que los atractivos son las experiencias y cada día las personas graduadas y egresadas han sabido agregar valor diferenciado a cada experiencia turística.
Es un aporte único porque es una carrera visionaria, donde hemos sabido entender y potenciar nuestras capacidades en el momento oportuno, para hacer grande a Costa Rica. Hoy, el turismo sigue siendo el motor del crecimiento económico nacional.
De Guanacaste para el mundo
Las personas graduadas de la carrera de Bachillerato en Turismo Ecológico son profesionales que siembran el conocimiento y amor por la naturaleza y posicionan el concepto de turismo sostenible en los ambientes donde laboran, permitiendo que las personas turistas que nos visitan tengan experiencias que las marcan, llevando a sus países de origen parte de nuestra tierra y nuestro folklore.
La carrera de Turismo Ecológico se desarrolla en un país ambientalmente sano y de reconocimiento mundial, posee un personal docente preparado y experimentado en el clúster turístico. Ha formado a más de 1 000 profesionales, siendo la mayoría mujeres, donde la colectividad proviene de todo el país, principalmente de zonas rurales y de escasos recursos.
Hoy, nuestro estudiantado activo tiene la certeza de que se ubicarán rápido en el medio laboral o emprenderán sus propios proyectos, porque la carrera se ha caracterizado por promover un sector del turismo netamente sostenible, por lo que desde sus orígenes y hasta la actualidad, brinda una formación interdisciplinaria y de excelencia. Desde diferentes áreas del conocimiento, el plan de estudio combina la teoría con el análisis práctico.
La práctica de campo y la construcción del pensamiento analítico a través de las giras, intercambio de experiencias, eventos (seminarios, foros, talleres), proyectos de investigación, TCU, trabajo de voluntariado en diferentes instancias, contacto con las comunidades, son algunos ejemplos de esto.
Además, promociona el uso de habilidades blandas durante el desarrollo de los cursos, mediante trabajo en equipo, pensamiento crítico, sociabilidad y liderazgo. Asimismo, desarrolla ejes transversales como la equidad de género, la sostenibilidad, la ética y los valores en turismo, entre otros.
«Celebramos 30 años de profesionalizar el turismo en Costa Rica y de hacerlo único».
Hemos hecho un aporte único porque se siembran habilidades y destrezas que facilitan la evaluación, proyección y desarrollo de proyectos turísticos, además de la protección responsable del patrimonio turístico cultural y natural. La persona profesional en turismo ecológico puede desarrollarse tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, en zonas rurales y urbanas.
Los trabajos finales de graduación y los de investigación llevados a cabo en los diferentes cursos han permitido generar grandes insumos para las comunidades donde se llevan a cabo. Todo esto respalda nuestro quehacer en acción social e investigación a través de la docencia.
De lo tradicional a lo sostenible
La paradoja costarricense es la pobreza viviendo en medio de la riqueza, y la desigualdad en la distribución de los recursos y las oportunidades. Las zonas más pobres del país: las costas, los cantones fronterizos y el espacio rural, son los cantones más vulnerables y a la vez los que poseen la mayor cantidad y riqueza de recursos. El turismo ecológico ha apostado a romper ese esquema del turismo tradicional y la distribución desigual de la riqueza, potenciando las oportunidades que el espacio ofrece a través del fortalecimiento de las capacidades humanas.
Como carrera de Turismo Ecológico hemos alcanzado metas importantes, pero aún hay más por hacer. A la par de nuestra intención social y del manejo adecuado del patrimonio, tenemos otros retos como:
Formar profesionales que respondan a este mundo cambiante. Cada vez es más común observar que el mercado turístico está expuesto a diferentes situaciones relacionadas con factores económicos o de seguridad, por lo que es necesario que las personas profesionales tengan ventajas competitivas.
Reforzar y buscar mecanismos e instrumentos para la enseñanza del idioma, no solamente el inglés.
Ser reconocidos como una opción académica de formación profesional. Parte del mercado laboral es sumamente técnico y la carrera se enfoca en aspectos más integrales y no tan específicos. Al mercado laboral le ha costado comprender el rol de las personas graduadas en turismo ecológico.
Gestionar, en conjunto con la academia estatal la creación del Colegio de Profesionales en Turismo, que permita el reconocimiento formal de la educación turística.
Contribuir en la construcción del conocimiento en torno a la disciplina.
Fortalecer la carrera a nivel interno, al finalizar la actualización del plan de estudios y conseguir la acreditación de la carrera. El turismo es uno de los sectores más dinámicos y cambiantes. La carrera debe estar a la par de estos cambios para actualizar la formación del estudiantado, especialmente la importancia que está teniendo el componente tecnológico en la gestión comercial y en la operación.
Robustecer el personal docente en propiedad de la carrera, asignación de presupuesto para proyectos de docencia, investigación y acción social.
Extender la proyección de la carrera con comunidades, empresas e instituciones de Gobierno, que permita educar en concordancia a lo que el mercado necesita y a las tendencias actuales.
Promocionar la internacionalización que permita a estudiantes y a docentes interactuar en el campo turístico, con personas de diversos países quienes llevan a cabo labores turísticas distintas a las nuestras, lo que abre un mundo de posibilidades y conocimientos mayores.
Tenemos grandes retos y queremos lograrlos, porque no somos cualquier turismo, somos Turismo Ecológico, el turismo que el país necesita para poder brindar un desarrollo en armonía con el ambiente, y que responde a las tendencias del mercado, en concordancia con lo establecido por el Plan Nacional de Desarrollo y con los objetivos y metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¡Somos Turismo Ecológico, somos UCR!
Slavica Djenes Gutiérrez Coordinadora de la carrera Bachillerato en Turismo Ecológico y Licenciatura en Gestión Ecoturística en Guanacaste
Imagen: Slavica Djenes Gutiérrez, coordinadora de la carrera Bachillerato en Turismo Ecológico y Licenciatura en Gestión Ecoturística en Guanacaste
Por Nicolas Boeglin, profesor de la Facultad de Derecho
Han pasado cuatro décadas sin que los testigos de aquella época aporten elementos nuevos para conocer mejor las razones por las cuales se asesinó, en una celda, a una joven universitaria de 18 años
Al cumplirse los 40 años del asesinato de Viviana Gallardo, no se observó ninguna iniciativa para recordar este hecho. Sin embargo, la exigencia de justicia y de verdad puede acentuarse con el pasar de cada conmemoración; al tiempo que algunos de los testigos de aquella convulsa época en América Central podrían sentir que ya ha llegado el momento de liberar la información ocultada durante 40 años. En la imagen, Viviana Gallardo en su graduación del Liceo Franco Costarricense el 3 de diciembre de 1979. El 1.° de julio de 1981, fue asesinada en una celda de la Dirección General de la Guardia Civil. Imagen tomada de la portada del libro Viviana Gallardo fue mi amiga (2020), de Jacques Sagot Martino. El texto completo de la primera edición (2018) está disponible aquí.
El 1.° de julio del año 1981, en Costa Rica, la joven Viviana Gallardo Camacho, de 18 años de edad, fue asesinada de varios disparos en una diminuta celda de detención de la Dirección General de la Guardia Civil, al tiempo que fueron heridas de bala dos compañeras suyas, también detenidas en la misma estrecha celda, una de ellas embarazada.
Los tiros provinieron de un oficial de la misma Guardia Civil, José Manuel Bolaños Quesada, quien, sin tener asignada la vigilancia de Viviana Gallardo y la de sus compañeras aquel fatídico día, llegó con su metralleta y, al parecer, instrucciones muy claras.
En un texto del juez Rodolfo Piza Escalante, adjuntado a una decisión de setiembre de 1983 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre este caso (véase enlace, páginas 19-31), se precisa que:
«2. El 1.° de julio de 1981, el Cabo de la Guardia Civil José Manuel Bolaños Quesada, que no estaba a cargo de la vigilancia de las detenidas, logró llegar hasta la puerta de su celda y disparar con una metralleta a través de la mirilla de la misma, causando la muerte de Viviana e hiriendo a sus compañeras Alejandra y Magaly [sic]».
La noticia de la muerte de Viviana Gallardo estremeció a toda la sociedad costarricense y causó un profundo impacto en Costa Rica, en una época de violencia política que caracterizaba a la región centroamericana.
Foto de Viviana Gallardo, tomada de la portada del libro El crimen de Viviana Gallardo (2017), del historiador costarricense David Díaz Arias. Texto completo disponible en este enlace.
Desde la perspectiva internacional, este acontecimiento en Costa Rica fue informado por medio de los canales usuales. Por ejemplo, en este cable desclasificado de los archivos de la diplomacia argentina, se precisa la forma —algo escueta— en que fue informada la capital de Argentina por parte de uno de sus representantes en Costa Rica (véase texto). No se ha tenido acceso a otros cables diplomáticos enviados en esa época desde San José. Se considera que una investigación al respecto sería muy deseable en aras de conocer mejor cómo la correspondencia diplomática comunicó al mundo este asesinato, y con base en qué tipo de fuentes.
Una reacción insólita del Estado costarricense
Desde la perspectiva del derecho internacional público, el caso del asesinato de Viviana Gallardo en Costa Rica constituye una verdadera rareza, como lo detallaremos a continuación.
Se lee, en una primera decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 13 de noviembre de 1981 (véase texto completo), que el Estado costarricense presentó una denuncia, muy pocos días después de los hechos, ante la misma Corte:
«1. Mediante telegrama del 6 de julio de 1981, el Gobierno de Costa Rica (en adelante «el Gobierno») anunció la introducción de la instancia de una demanda para que la Corte entrara a conocer el caso de Viviana Gallardo y otras. Por escrito del 15 de julio de 1981 ese anuncio fue formalizado. En su demanda el Gobierno manifestó a la Corte la decisión de someter a su conocimiento el caso de la muerte en prisión de la ciudadana costarricense Viviana Gallardo, así como el de las lesiones de sus compañeras de celda, causadas por un miembro de la Guardia Civil de Costa Rica, encargado de su vigilancia, en la Primera Comisaría de la Institución; hechos ocurridos el 1 de julio de 1981. En su demanda el Gobierno, invocando el artículo 62.3 de la Convención, solicitó que la Corte decidiera si esos hechos constituían una violación, por parte de las autoridades nacionales de Costa Rica, de los derechos humanos consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención, o de cualquier otro derecho contemplado en dicho instrumento internacional [sic]».
El entonces presidente de la Corte, el costarricense Rodolfo Piza Escalante, tramitó de manera muy célere la solicitud. En esta precitada decisión se lee que:
«5. Por resolución del 15 de julio de 1981, el Presidente de la Corte, Dr. Rodolfo E. Piza E., decidió someter directamente la consideración de la demanda del Gobierno a la Corte en pleno. Resolvió igualmente, según lo dispuesto por el artículo 5.3 del Reglamento, ceder la Presidencia para el conocimiento del presente asunto al Vicepresidente, Dr. Máximo Cisneros. Habiendo sido electo Presidente de la Corte el Juez Carlos Roberto Reina el día 17 de julio de 1981, pasó desde la misma fecha a presidir las sesiones en sustitución del Juez Máximo Cisneros [sic]».
Como se recordará, Viviana Gallardo y sus dos compañeras de celda eran integrantes de un pequeño grupo de activistas denominado por las autoridades «La Familia», al que se le responsabilizó por la muerte de tres policías en junio de 1981.
La respuesta del juez interamericano se dio en dos tiempos, entre los que intervino la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En una primera decisión del 13 de noviembre de 1981 (cuyo documento original puede apreciarse en este enlace), los jueces decidieron rechazar la solicitud de Costa Rica, al leerse en la parte dispositiva que la Corte:
«1. Decide, unánimemente, no admitir la demanda introducida por el Gobierno de Costa Rica para el examen del caso de Viviana Gallardo y otras. 2. Decide, unánimemente, aceptar y tramitar la solicitud subsidiaria del Gobierno de Costa Rica para remitir el asunto a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. 3. Decide, unánimemente, retener la petición del Gobierno de Costa Rica en su lista de asuntos pendientes en espera del trámite ante la Comisión«.
La familia de Viviana Gallardo reenvió el caso a la Comisión. En esteenlace se puede apreciar el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del 30 de junio de 1983. Recomendamos la lectura completa de este documento. En particular, el hecho de que la Comisión precisa en uno de sus considerandos que el rigor de la aplicación de la ley en Costa Rica para sancionar al responsable del asesinato de Viviana Gallardo es tomado en cuenta por el órgano interamericano:
«3.Que de las informaciones sobrevinientes recibidas por la Comisión, en especial de las respuestas sometidas a su consideración por el Gobierno de Costa Rica; del estudio efectuado del Expediente No. 034-81 de la Procuraduría General de la Nación; del requerimiento de instrucción formal presentado por el Agente Fiscal de San José; de las sentencias dictadas en la causa contra José Manuel Bolaños por los delitos de homicidio calificado, lesiones graves y lesiones leves en perjuicio de Viviana Gallardo, Alejandra Bonilla Leiva y Magaly Salazar Nasser; y de la investigación adelantada por el Director del Organismo de Investigación Judicial, se desprende que el Gobierno de Costa Rica ha actuado de conformidad con las disposiciones legales vigentes, sancionando con todo el rigor de la ley al responsable de los actos denunciados«.
A partir de este y de varios otros considerandos, la Comisión Interamericana concluye:
«1. Declarar inadmisible la petición objeto del presente asunto de conformidad con el Artículo 48, numeral 1, inciso c) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. 2. Comunicar esta Resolución al Gobierno de Costa Rica y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. 3. Archivar este asunto de acuerdo con lo establecido en el Artículo 32 (c) del Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos«.
En un segundo tiempo, en una resolución del 8 de setiembre de 1983, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (véaseenlace pp.16-17) decidió:
«1. Declarar inadmisible la petición objeto del presente asunto de conformidad con el artículo 48, numeral 1, inciso c) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. 2. Comunicar esta resolución al Gobierno de Costa Rica y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. 3. Archivar este asunto de acuerdo con lo establecido en el artículo 32 (c) del Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. 4. Incluir la presente resolución en su Informe Anual a la Asamblea General de conformidad con el artículo 59 inciso g) del Reglamento de la Comisión«.
El precitado juez Rodolfo Piza Escalante se apartó del criterio de la mayoría (véase enlace, página 31), al indicar en una larga opinión disidente (o voto salvado) que:
«MI VOTO SALVADO es para que la Corte declare: 1. Que, en virtud de la Resolución de la Comisión No. 13/83 de 30 de junio de 1983, deben tenerse por agotados jurídicamente los procedimientos previstos en los artículos 48 a 50 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 2. Que, en consecuencia, cumplida la condición de procedibilidad impuesta por el artículo 61.2 de la Convención y de conformidad con la Decisión de esta Corte del 13 de noviembre de 1981, debe la Corte reasumir el conocimiento de la petición presentada por el Gobierno de Costa Rica [sic]».
En los anales del derecho internacional público, este caso resulta a todas luces insólito, en la medida en que por primera (y única) vez, un Estado presentó una denuncia en su contra (Nota 1). El sistema internacional de protección de los derechos humanos funciona como un régimen que asiste a las víctimas en caso de no encontrar justicia o respuesta a sus reclamos en un Estado Parte a un tratado internacional de derechos humanos, pero nunca fue ideado para que los Estados presenten denuncias en su contra.
Ello se desprende de la misma nomenclatura utilizada por los tribunales internacionales de derechos humanos al inscribir, tramitar y resolver los casos con los apellidos de las víctimas, seguido de la palabra «contra» o «versus» y, luego, el Estado incriminado (por ejemplo, «Velázquez Rodríguez contra Honduras»). En el presente caso, debió de tramitarse bajo una nomenclatura bastante insólita de «Costa Rica vs. Costa Rica».
Cuando este caso fue remitido para conocimiento de la Comisión (único órgano interamericano jurídicamente habilitado para recibir denuncias por parte de las víctimas), una desgarradora carta de la madre de Viviana Gallardo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en julio de 1983 (véase texto completo) señaló las condiciones inhumanas de detención previas al asesinato de su hija y las humillaciones a la que fue sometida días antes de aquel 1.° de julio de 1981. En este extracto de una entrevista a la madre de Viviana Gallardo 30 años más tarde, en el 2013 (véaseenlace), se señala que su hija sabía que la iban a asesinar y así se lo había indicado a su mamá:
«Ella me dijo, el día que la iban a llevar ahí, que la matarían. Yo le pregunté por qué decía eso, entonces me respondía que no le hiciera caso. Había muchos intereses de silenciarla, no sé por qué lo sabía«.
Viviana Gallardo y sus dos compañeras de celda eran integrantes de un pequeño grupo de activistas denominado por las autoridades «La Familia», al que se le responsabilizó por la muerte de tres policías en junio de 1981. Imagen tomada del artículo de la BBC (2017) «Las incógnitas que rodean la muerte de Viviana Gallardo, unas de las páginas más opacas de la historia de Costa Rica».
Viviana Gallardo: preguntas lancinantes que no logra borrar el tiempo
Han pasado muchos años sin que los testigos de aquella época aporten elementos nuevos para conocer mejor las razones por las que se asesinó, en una celda, a una joven universitaria detenida, de 18 años, en Costa Rica en julio de 1981.
En este muy completo artículo publicado por la BBC en el 2017 y titulado «Las incógnitas que rodean la muerte de Viviana Gallardo, unas de las páginas más opacas de la historia de Costa Rica» (cuya lectura se recomienda), se lee que:
«Sin embargo, el Tribunal Superior Primero Penal condenó a Bolaños como autor único del crimen a 24 años de prisión, que después se redujeron a 18. Luego se le permitió visitar a sus hijos los fines de semana y el 30 de septiembre de 1987 obtuvo el beneficio de la libertad condicional«.
Una libertad condicional otorgada en setiembre de 1987 para hechos acaecidos en julio de 1981 plantea algunas interrogantes. No se ha tenido acceso a algún análisis desde la esfera del derecho penal que pueda explicar tan generoso beneficio obtenido de forma tan rápida por los defensores del señor Bolaños; tampoco se tiene conocimiento de un informe de alguna entidad del Estado costarricense que permita conocer los criterios usados en el caso de la condena impuesta al señor Bolaños. Es de notar que en el precitado informe a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de 1983 (que tomó debidamente nota de este preciso aspecto), el Estado costarricense en su defensa se refirió a la pena de 18 años impuesta al señor Bolaños en una de sus respuestas:
«13. El Gobierno de Costa Rica en nota del 24 de agosto de 1982 dio respuesta a la solicitud de la Comisión, adjuntando dos certificaciones debidamente autenticadas de las sentencias dictadas en la causa contra José Manuel Bolaños por los delitos de homicidio calificado, lesiones graves y lesiones leves en perjuicio de Viviana Gallardo, Alejandra Bonilla Leiva y Magaly Salazar Nasser. También informó que la pena de 18 años de prisión impuesta al señor Bolaños se cumple actualmente en el Centro Regional de Adaptación Social de Pérez Zeledón«.
Fotografía de la placa conmemorativa artesanal que apareció en el 2017 y que fue retirada a las pocas horas. Imagen tomada del mencionado artículo de la BBC.
En las conclusiones de su libro publicado en el 2017, titulado El crimen de Viviana Gallardo (véase texto completo), luego de un exhaustivo análisis, el historiador costarricense David Díaz Arias finalizó con dos preguntas que, 40 años después de los hechos, permanecen siempre muy válidas:
«El cabo Bolaños murió en junio del 2014 y la prensa comentó entonces que se había llevado a la tumba ‘el secreto’ de por qué mató a Gallardo. En ese contexto, la segunda esposa de Bolaños repitió que aquel hombre había sido bueno, pero le indicó a La Nación que no quería ahondar en el pasado porque ‘ya lo que pasó pasó y él recibió la condena. Solo él y Dios saben lo que pasó y ya se lo llevó a la tumba’. Como se ve, es imposible que se dejen de tejer dudas sobre la muerte de Gallardo si la prensa insiste en crearlas o reproducirlas. No era exacto que Bolaños no hubiera dado una causa de por qué mató a Gallardo; de hecho, sí lo hizo, construyó dos explicaciones: la de que había sido una venganza, que ensayó entre julio de 1981 y marzo de 1982 y la de que había sido un plan construido desde “arriba” que primero reveló al Semanario Universidad en 1981 y que sostuvo y amplió en detalles desde 1982 hasta 1991. Su pena, además, fue drásticamente reducida de la que originalmente se le había impuesto.
Resulta claro ahora que la teoría de que Gallardo fue asesinada para evitar que delatara a los miembros de ‘La Familia’ carece de fundamento, ya que, desde el 17 de junio de 1981, las autoridades habían capturado prácticamente toda la documentación necesaria relacionada con ese grupo. Tampoco es creíble la teoría de que fueron altas autoridades políticas o policiales las que planearon el asesinato, dado que para efectos de combatir el comunismo era más estratégico que Gallardo permaneciera viva. Las preguntas de fondo, que permanecen sin responder son ¿a quiénes les convenía que Gallardo muriera? ¿Quiénes podían ser directamente perjudicados si ella declaraba en los tribunales?» (pp. 26-27).
En este artículo, publicado por el periodista Fernando Francia el 2 de julio del 2020, titulado «Viviana Gallardo: un crimen aleccionador» (cuya lectura también se recomienda), se lee que:
«El debate sobre terrorismo o revolucionaria se instaló para siempre. Los medios mantienen la versión de terrorismo, aunque estudiosos de historia, tanto David Díaz de la Universidad de Costa Rica como Eduardo Tristán de la Universidad de Santiago de Compostela, sostienen que, por sus postulados políticos, por los documentos encontrados y por las prácticas demostradas atribuidas a la organización no puede adosárseles el término de terrorismo. Era un grupo que cuestionaba el orden establecido y las injusticias y que pretendía realizar cambios por la vía armada [sic]».
No obstante, a pesar de lo señalado por el comunicador Fernando Francia, por los historiadores citados por este autor, y por algunos artículos de opinión publicados en la prensa costarricense, es extremadamente frecuente en Costa Rica escuchar a personas asociar el nombre de Viviana Gallardo con la palabra «terrorista«. Su corta edad (18 años) al momento de su asesinato en su celda no pareciera influir mayormente en el uso de este calificativo; el hecho de que Costa Rica carezca de una historia de violencia política entre jóvenes y menores de edad (entrenamiento en el uso de armas y de explosivos, o planificación y ejecución de acciones armadas), tampoco. Unos años después de 1981, Costa Rica sí vería en su territorio aparecer modalidades de adiestramiento para la lucha armada, pero para uso «externo« (Nota 2).
A modo de conclusión
Salvo error de nuestra parte, el pasado 1.° de julio del 2021, no se observó ninguna iniciativa para conmemorar, de alguna u otra manera, los 40 años del asesinato de Viviana Gallardo en Costa Rica.
Pese a ello, no cabe duda de que en este caso (como en muchos otros casos de violaciones a los derechos humanos ocurridos en América Latina), la exigencia de justicia y de verdad puede acentuarse con el pasar de cada primavera, de cada conmemoración; al tiempo que algunos de los testigos de aquella convulsa época en América Central podrían sentir (tal vez) que ya ha llegado el momento de liberar algunas cosas ocultadas durante 40 años.
—
Nota 1: En relación con la tramitación de este anómalo caso, el juez norteamericano Thomas Buergenthal de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de 1979 a 1991, escribió en un artículo publicado en el 2004 que:
«Aunque apreciamos la confianza depositada por el Presidente de Costa Rica en la Corte, no tuvimos más opción que rechazar nuestro primer caso contencioso, si es que podía describirse como caso contencioso propiamente dicho. El problema era que si bien se puede, en principio, renunciar al agotamiento de recursos internos que exige la Convención, no es posible renunciar a los procedimientos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como pretendía Costa Rica al presentar el caso directamente a la Corte. Los particulares pueden presentar sus casos ante la Comisión, al igual que los Estados Partes. Sin embargo, los particulares no tienen legitimidad ante la Corte. En opinión de la Corte, el permitir que un Estado renuncie unilateralmente a un derecho diseñado en parte para proteger los intereses de los particulares, sería incompatible con los fines de la Convención. La Corte calificó el caso de inadmisible y lo trasladó a la Comisión. La familia de Gallardo se negó a proseguir con el caso ante la Comisión, poniendo fin a este primer caso ante la Corte. Si aceptamos que el Asunto de Viviana Gallardo fue efectivamente un caso contencioso y no una opinión consultiva, como ha sido sugerido de tanto en tanto, se puede decir que la Corte no recibió ningún otro caso hasta el año 1986, cuando fueron sometidos los Casos de Honduras sobre desaparición forzada» (véase BUERGENTHAL Th., «Recordando los inicios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos», Vol. 39, Revista IIDH (2004) pp. 11-31, p. 17. Texto del artículo completo disponible aquí).
Nota 2: En los años 80, los únicos centros de adiestramiento en Costa Rica para realizar acciones armadas violentas fueron los centros instalados unos años después de 1981 (y de manera discreta) por Estados Unidos en la zona norte de Costa Rica con el fin de entrenar a elementos de la denominada «contra» nicaragüense en su lucha insurgente contra las autoridades en el suelo de Nicaragua. Incluso la misma Agencia de Inteligencia Norteamericana (CIA) publicó un «manual» para perpetrar actos de sabotaje en Nicaragua, de 96 páginas (véase texto).
Estos mismos centros de entrenamiento, con el mismo objetivo, también vieron el día en la zona fronteriza entre Honduras y Nicaragua. Esto llevó a Nicaragua a presentar una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) contra Honduras (véase texto) y contra Costa Rica (véase texto completo de la demanda de julio de 1986). Es de notar que la demanda contra Costa Rica fue retirada, a solicitud de Nicaragua, en 1987 (véase textode ordenanza de la CIJ donde formaliza el retiro en agosto de 1987). En este artículo de opinión, publicado en el 2010 por quien fuera el embajador de Costa Rica en Nicaragua en el período 1986-1990, se lee que:
«Cuando transitamos en la negociación del Plan de Paz en Nicaragua, el presidente Arias me pidió que dedicara mis esfuerzos para que Nicaragua retirara la demanda que tenía contra Costa Rica en La Haya. En un principio me encontré con la férrea oposición del canciller Descoto que llamaba a la demanda, la última trinchera contra el imperialismo yanqui. No desistí en mi empeño por que se retirara la demanda y dialogando con Humberto en varias jornadas, a pesar de la oposición del canciller Descoto y de La Habana, Humberto intercedió no solo para que se firmara el Plan de Paz, sino que Nicaragua retirara la demanda en contra de Costa Rica todo lo cual se dio en agosto de 1987«.
Nicolas Boeglin Profesor de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, Universidad de Costa Rica
Por Laura Raabe Cercone, curadora de artes visuales del Museo UCR
Exposición »Blanco, azul y rojo: 1821-2021» los compromisos y responsabilidades de los museos con la sociedad, con el pasado y con el futuro
Laura Raabe Cercone, curadora de artes visuales del Museo UCR Foto: Anel Kenjekeeva, UCR.
En el 2021 se conmemoran dos siglos de la independencia de Centroamérica. Para celebrar este aniversario se desarrolló la exposición “Blanco, azul y rojo: 1821-2021”, proyecto realizado en conjunto por el Museo Nacional (MNCR) y la Universidad de Costa Rica (UCR). De esta última participaron el Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (Ciicla), el Museo de la Universidad de Costa Rica (Museo UCR) y la Escuela de Estudios Generales.
Esta exposición brinda un recorrido por los 200 años de vida independiente en Costa Rica, mediante el abordaje de diferentes aspectos de la conformación del Estado y la adopción de conceptos asociados a la modernidad política. Además, la exposición tiene como objetivo mostrar diversas manifestaciones culturales sobre la independencia, es decir, cómo se ha celebrado y recordado esta efeméride en Costa Rica.
A propósito de esta exposición, es pertinente destacar el valor de los objetos en el marco del quehacer de los museos. En “Blanco, azul y rojo: 1821-2021” se muestran aproximadamente 70 objetos. En su gran mayoría estos pertenecen al Museo Nacional de Costa Rica, y en menor medida a otras colecciones de instituciones públicas, como la UCR, el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría (MHCJS) y los Museos del Banco Central de Costa Rica (MBCCR). Esto solo es una muestra de la relevancia del papel de los museos como responsables de preservar el patrimonio de una sociedad y del desempeño de su función como mediadores entre el público y el patrimonio.
Pese a una función tan importante, constantemente, los museos deben enfrentarse a la idea bastante extendida de que se trata de lugares aburridos y rezagados en el tiempo, donde se almacenan cosas muy viejas. Es verdad que los museos con una orientación histórica albergan objetos muy antiguos, pero eso no los convierte en sitios aburridos. Por el contrario, se trata de espacios que procuran brindar experiencias que posibiliten el acceso a conocimientos y el encuentro con el patrimonio.
Los objetos son portadores de historia. Son en cierto sentido, un texto. Por supuesto, para leerlos se requieren las herramientas y saberes adecuados. Precisamente, entre sus diversas funciones, a los museos les corresponde leer los objetos bajo su custodia. Como es bien sabido, la columna vertebral de todo museo la constituyen sus colecciones, es decir, su patrimonio. A lo largo del tiempo, las instituciones museísticas han sido investidas de la autoridad para determinar la valía -o no- de los objetos que integran o llegarán a integrar su patrimonio. Se han definido criterios para establecer el valor y la trascendencia de determinados objetos. De esta manera, desde los museos se construyen lecturas de la cultura material de una sociedad.
Pero, no solo los objetos costosos y raros que se encuentran en los museos pueden ser el foco de atención para posibles lecturas, también pueden serlo los que habitan nuestra vida cotidiana, porque alrededor de nuestros objetos cotidianos se articulan recuerdos personales -por supuesto- pero también, procesos industriales, económicos y sociales. Se debe recordar que a lo largo de los dos últimos siglos se han modificado notablemente las perspectivas valorativas en torno a los objetos y la noción de patrimonio.
Por excelencia, es en el marco de las exposiciones que se despliega la interpretación de los objetos en procura de que estos sean más comprensibles para el público. Las exposiciones son los espacios en los que el museo desempeña la función de mediación entre el patrimonio y el público, es decir, su labor educativa. Actualmente, se discute muchísimo sobre las posibilidades de museos hipertecnológicos, donde los objetos permanezcan en un segundo plano ante las posibilidades de interacción tecnológica. También, se ha puesto en práctica el desarrollo de museos y exposiciones virtuales. Aunque este tipo de propuestas son interesantes -y desde luego válidas- suponen una transformación dramática con respecto a la razón de ser original de los museos, es decir, el albergar objetos y posibilitar el encuentro entre estos y los visitantes.
A mí, personalmente, me gusta más la idea tradicional de los museos, es decir, como los lugares donde se albergan objetos. Y no se trata solo de preferencias subjetivas, se trata del reconocimiento de ciertos compromisos y responsabilidades con la sociedad, con el pasado y con el futuro. Por supuesto que con la sociedad, porque los museos asumen el deber de conservar el patrimonio de esta, y por supuesto con el pasado, porque guardan la memoria de la sociedad. Pero, ¿por qué hablo de responsabilidad con el futuro?
Si asumimos la labor de conservar la memoria, lo hacemos siempre en función de las nociones y las necesidades del presente, pero también lo hacemos con miras al futuro. Por eso hablo de responsabilidad con el futuro; y de responsabilidad con las futuras interpretaciones que se puedan construir en torno al pasado, así como responsabilidad con las futuras generaciones. En ese sentido, debemos considerar que las perspectivas cambian a lo largo del tiempo. Puede ser que, hace cincuenta años se hayan considerado como interesantes y dignos de exposición únicamente determinados tipos de ítems que se encontraban en los museos. En la actualidad, le damos importancia a una mayor diversidad de elementos de la cultura material porque el propio concepto de cultura experimentó una transformación notable a partir de la segunda mitad del siglo XX. Se puede decir que ahora procuramos asumir perspectivas no tan jerarquizadas de la cultura, como las que se construyeron en el pasado, muchas de las cuales tendieron a ser fuertemente elitistas.
En este sentido, en la exposición mencionada, el público podrá hacer un recorrido en el que convergen objetos muy disímiles, desde pinturas de caballete, caricaturas, tecnologías obsoletas y hasta elementos de consumo masivo como billetes de lotería. Es decir, se procuró implementar un abordaje ajeno a perspectivas elitistas del concepto de cultura y libre de jerarquizaciones con respecto a la cultura material.
Laura Raabe Cercone Curadora de artes visuales del Museo UCR
Por: Alfonso Chacón Mata, profesor adjunto de la Escuela de Administración de Negocios y de la Facultad de Derecho
Análisis del proyecto de Ley de Empleo Público e implicaciones jurídico-operativas para la Universidad de Costa Rica
Alfonso Chacón Mata, profesor adjunto de la Escuela de Administración de Negocios y de la Facultad de Derecho. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.
Las universidades estatales vienen padeciendo, desde tiempos muy recientes, un ataque sistemático a su organización y funcionamiento otorgado por la Carta Magna de 1949, y la consabida autonomía especializada se viene desdibujando a través de propuestas legislativas que buscan desconocer esta realidad y optar por una recentralización de sus funciones, sujeta a directrices y disposiciones vinculantes que cercenan su accionar.
La denominada “autonomía universitaria” no es una ficción y el proyecto de Ley de Empleo Público que se encuentra en la corriente legislativa (Expediente 21.336) responde a una lógica jerárquica del sector público, en la que no se discrimina las competencias dadas constitucionalmente a las propias universidades públicas, quienes poseen la más perfecta autonomía en las vertientes de organización, administración, financiera y conducción política. Lo cierto del caso es que el artículo segundo del proyecto de ley aduce que las universidades estarán afectas a las disposiciones del mismo proyecto. Ahora bien, ¿qué tipo de implicaciones y situaciones se suscitan con la intromisión del Poder Ejecutivo en su quehacer autonómico? Para tratar de desentrañar esa inquietud, el artículo sexto crea la Rectoría de Empleo Público y Creación del Sistema General de Empleo Público, compuesto por el Ministerio de Planificación Económica (Mideplan) como ente rector político y por la Dirección General de Servicio Civil (DGSC) como el órgano asesor técnico. A partir de la intromisión de las anteriores instancias en la dinámica habitual de las universidades estatales, nos servimos presentar una serie de postulados fácticos descritos en la ley y, que por sus implicaciones jurídicas, conviene desentrañar seguidamente:
1°- La DGSC emitirá, entre otras acciones a ser implementadas, los lineamientos y principios generales para la evaluación del desempeño, así como el establecimiento de un sistema único y unificado de remuneración de la función pública de conformidad con esta ley y especifica el salario y los beneficios de todas las personas funcionarias públicas (art. 9). En consecuencia, los salarios y cómo valorar el desempeño para ciertos incentivos (p.e. anualidades) vienen dados por la DGSC y no por la propia universidad.
2°- En contrapartida, las dependencias de recursos humanos de las instituciones incluidas en el artículo 2 de la eventual ley -que incluiría a las universidades públicas- deben aplicar y ejecutar las disposiciones de alcance general en ámbitos tales como gestiones del empleo, rendimiento, compensación y relaciones laborales, que la DGSC remita a la respectiva institución (art. 10 inciso a). Estamos, ni más ni menos, ante directrices de aplicación y ejecución dadas por la DGSC en todos esos ámbitos de organización administrativa de las universidades públicas.
3°- Por su parte, si bien es cierto que se dispone que será responsabilidad de las entidades de gestión de recursos humanos elaborar y aplicar las pruebas para efectos de los procesos de reclutamiento y selección de personal, así como efectuar los concursos internos y externos por oposición y méritos, sí debe obligatoriamente cumplir siempre con los estándares que establezca la DGSC (art.10 b). Estamos ante un acto administrativo en el que la DGSC establece los estándares que se requieren para el puesto, que no es otra cosa más que los requisitos que serán utilizados en los diferentes concursos dentro del sector público, incluidas las mismas universidades.
4°- Siguiendo siempre con esta sujeción a directrices en materia de organización y administración de personal que se propone en este proyecto de ley, no menos desdeñable sería que toda dependencia pública en el marco de la elaboración de su propio reglamento autónomo de servicio o su equivalente, deba alinearlo de conformidad con los lineamientos y directrices que emita el ente rector del empleo público y de salud ocupacional (art. 11). Se hace sumamente lesivo, entonces, que la potestad de autogobernarse en su principal basamento funcionarial, queda supeditado al ente rector (Mideplan), que debe avalar tales reglamentaciones internas de las universidades.
5°- Y, si acaso quedara duda de los alcances de esta intromisión en materia de selección de personal de otras instancias ajenas a la universidad, tenemos que la misma ley, en el denominado Régimen General de Empleo Público, conforma las denominadas “familias de puestos”, siendo que las personas docentes y académicas de la educación técnica y superior se encuentran incluidas en una misma familia (art. 14 inciso e). Para efectos de reclutamiento y selección de las personas de nuevo ingreso se dice que la DGSC emitirá las respectivas disposiciones según la respectiva familia de puestos (art. 15). Se deja sin efecto, nuevamente, lo que ya la misma Sala Constitucional había esgrimido desde hace mucho tiempo, concretamente en la sentencia N° 1313-93 de las 13:54 horas del 26 de marzo de 1993, al decir que compete a las universidades “decidir libremente sobre su personal”.
6°- Siguiendo con este tópico de las “familias”, se hace alusión al ámbito de la metodología de valoración del trabajo y, en este sentido, el artículo 32 del proyecto de ley dispone que la DGSC definirá los factores de trabajo relevantes para cada familia laboral. Sin embargo, entre todas estas valoraciones nos llama poderosamente la atención la que estipula el inciso j) del citado artículo 32, referente a “La producción científica, técnica y académica vinculada con las funciones del puesto o el giro ordinario de la institución para la que se labora”. Debe entonces considerarse a la luz de lo dicho que, en el caso de los y las docentes universitarias, su trabajo y labor académica debe ser definida metodológicamente por la DGSC. ¿Cómo valorará esta instancia técnica del Poder Ejecutivo los estudios investigativos en campos como virología, medicina, física, genética, historia colonial, ciencias del movimiento humano, etc., sin tener los profesionales y competencias sobre tales tópicos?
7°- Y para continuar con las denominadas “familias laborales”, igualmente vamos a encontrarnos que la misma DGSC establecerá los distintos grados dentro de tales familias, que representarían los grupos de puesto con perfil similar. Por ello, la Dirección definirá el número de grados requeridos dentro de cada familia laboral, así como sus características, según lo preceptúa el artículo 33 de la iniciativa legal. ¿Y dónde queda la posibilidad de analizar y ejecutar la estructura de personal más conveniente según las necesidades universitarias? ¿Quién podría saber más acerca de las necesidades familiares que la propia familia misma?
8°- En materia salarial, se habla de un régimen salarial unificado para todo el servicio público, por lo que todas las instituciones del sector público se incluirán en este régimen basado en el denominado “salario global”. Si la misma ley propuesta establece que la DGSC y la Autoridad Presupuestaria (AP) del Ministerio de Hacienda definen los salarios de las altas jerarquías, incluyendo a rectores y rectoras de universidades públicas (artículo 38 inciso f), con mucho más razón pretende fijar “hacia abajo” todos los salarios universitarios como parte del sector público en general.
9°- Por último, esta iniciativa estaría menguando y, prácticamente, desapareciendo la capacidad y autonomía de negociación en materia de convenciones colectivas de trabajo. El artículo 43 del proyecto es tajante en la prohibición de variar o modificar salarios y no se permite la creación de incentivos, compensaciones o pluses salariales. Sin duda alguna, se incurre en una seria afrenta contra la libertad de negociación en el sector público y se está vaciando la garantía que ostentan los sindicatos para ejercer el derecho a la suscripción de convenciones colectivas a la luz de las disposiciones de la Organización Internacional del Trabajo, concretamente los Convenios 87 y 98. En este sentido, la ley no puede venir a desaparecer derechos humanos laborales fundamentales, como en la especie se está realizando de manera inapropiada.
En virtud de todo lo anteriormente expuesto, corresponde apelar al buen tino de la Sala Constitucional para que pueda deshacer esta suerte de Frankenstein jurídico, cuyas consecuencias nos hemos permitido esbozar someramente. Las universidades estatales y, en especial la Universidad de Costa Rica, deben seguir vigilando muy de cerca lo que acontece sobre este particular.
Alfonso Chacón Mata Profesor adjunto de la Escuela de Administración de Negocios y de la Facultad de Derecho
Por Mario Solís Umaña, profesor de la Escuela de Filosofía, Universidad de Costa Rica
Filosofía de la ciencia y SARS-CoV-2
Los espacios que habitamos, nuestros cuartos, nuestras casas, pueden ser amplias y agradables o pueden no serlo. Si no lo fueran, resulta valioso intentar hacerlos agradables; hacer lo que está al alcance para “sentirnos como en casa” ahí donde habitamos. Nuestras vidas, como nuestros espacios, se han tenido que ajustar en pandemia a una cotidianidad con grados altos de “ensimismamiento”. Y como todo en la vida, es posible convertir la situación en una oportunidad para florecer humanamente o para desgastarnos y perdernos en la monotonía y el angustiante desencanto. Es evidente que apostamos a lo primero y no a lo segundo, pero ¿cómo lograrlo? Esta es la pregunta difícil, cuya respuesta no puede sino ser múltiple y variada; porque no existe una fórmula mágica y, si existiera, probablemente caeríamos igual en la monotonía y el consecuente malestar, al invocar precisamente una fórmula para lo múltiple, distinto, variado, irreducible.
Podemos, sin embargo, intentar ofrecer claves para la acción tendiente al florecimiento humano. Alternancia es la clave que más resultado me ha dado. Alternancia es el término que he utilizado en casa, con mis hijos, para hacer cortes en sus actividades diarias. “¿Cómo va con la alternancia?” “¡No olvide la alternancia!” digo a mi hija de 13 años y al pequeño de 8. Ellos entienden de inmediato y saben de qué se trata. Por ejemplo, cuando ven esas series (casi infinitas) de “animé” se dan cuenta de la necesidad de detenerse y realizar otra actividad, sea caminar, sea jugar con la mascota, sea leer y pintar (como necesidad “se impone”, con un poco de presión externa, pero también con reconocimiento interno). El día va bien cuando se ha logrado alternar tareas con satisfacción; no es un buen día cuando, casi por inercia, el tiempo se ha ido en la repetición de una única cosa, atomizada, cerrada, que nos envuelve y nos agota, aun cuando uno se encuentra atraído por tal acción.
Alternancia también viene a la mente con las tareas propias de la academia. Y no se trata de una cuestión misteriosa: en la universidad se nos recuerda, una y otra vez, que las personas estudiantes requieren pausas para lograr aprovechar nuestros cursos (no ir más allá de 50 minutos seguidos en una lección, con al menos 10 minutos de distensión entre una lección y otra) o que debemos preparar clases virtuales asincrónicas con el fin de vencer el cansancio que genera el tiempo exigido frente a una computadora. Lo misterioso, o quizás no tanto, es la facilidad con la que olvidamos la clave en cuestión, la alternancia.
En todo caso, existe un elemento más profundo en relación con la alternancia. Se trata de un ejercicio cognitivo-moral. En los esfuerzos por “redirigir la mirada”, cambiar deliberadamente de objeto de la percepción y del pensamiento (como cuando se dice “piense en otra cosa”, o cuando buscamos “distracción”) alimentamos capacidades humanas fundamentales y ponemos en marcha, al menos, dos valores cognitivo-morales.
En primer lugar, el valor de la precisión (accuracy en inglés, con su raíz latina curare, como lo explica Bernard Williams en Verdad y Veracidad, 2002). La precisión es, a la vez, una cuestión de percepción fina o aguda de las diferencias -y de cómo las diferencias (distinciones) nos hacen conocer en sentido pleno- y una práctica de “cuidado”, es decir, de “atención afectuosa” de aquello que nos importa, e importa mucho, y nos hace “sentirnos con y parte de”, es decir, nos constituye.
En segundo lugar, el valor de la tolerancia. Para el caso de la alternancia, “tolerancia” significa tanto una actitud de apertura a lo nuevo-distinto y con derecho propio (y no simplemente aceptación resignada), es decir, un reconocimiento de “lo otro” no reductible a “lo mismo”, cuanto un ejercicio que nos hace superar las dificultades que de pronto se nos vienen encima.
Precisamente sobre esto último, la alternancia parece ser una clave fundamental en estos tiempos de pandemia. Si prestamos atención, y atención alterna en todos los sentidos antes mencionados, nos percatamos de lo útil que resulta cambiar constantemente de actividad, generar aún de modo virtual una interacción intensa con “los otros”, con “lo otro”, al mismo tiempo que nos cuidamos y cuidamos a los demás.
Es cierto que la posibilidad de alternancia cotidiana puede ser un lujo, y muchas personas tendrían razón en sentirse ofendidas por esta clave para generar acciones tendientes al florecimiento humano. Pero prestar atención a dicha realidad, al salir de la nuestra, y al intentar entrar, aunque sea por medios con poca capacidad de transmitir “calor humano” (Zoom, por ejemplo) permitirá caer en cuenta de que nos queda una tarea común por ejecutar, con cuidado y precisión, a saber, la de movernos hacia otros lugares e intentar ocupar los lugares de los muchos (en palabras más sencillas, ponernos en los zapatos de las otras personas). Y se torna imperativo no ofenderse al ser reconocido y no ofender al intentar reconocer la importancia de la alternancia y sus muchas virtudes.
Mario Solís Umaña Profesor de la Escuela de Filosofía, Universidad de Costa Rica
Por Daniel Fernández Vásquez y Ana María Araya Meneses, equipo de trabajo del Observatorio Comunitario de Acciones Colectivas (OCAC) del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS)
Daniel Fernández Vásquez y Ana María Araya Meneses. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.
Más de 400 acciones colectivas se registraron en comunidades de todo el país durante el 2020, según el monitoreo realizado por el Observatorio Comunitario de Acciones Colectivas1 (OCAC), de la Universidad de Costa Rica. Estas acciones nos permiten aportar una mirada que se suma a la planteada en el mes de agosto por el equipo de PROTESTAS2 del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica.
Según el informe construido en el OCAC fueron 431 las acciones de grupos y organizaciones de la sociedad civil que se lograron registrar durante el 2020. Denuncias, pronunciamientos, marchas, asambleas, bloqueos, recuperaciones de territorio, entre otras, buscaban la garantía de derechos humanos, la protección del ambiente, la defensa de ríos y la oposición a proyectos de ley mayoritariamente.
Desde el OCAC hemos sistematizado principalmente, pero no únicamente, acciones vinculadas a la defensa del ambiente (87) y de los derechos de los pueblos indígenas (121).
En el primer caso, se muestra un panorama que choca con el discurso verde (ya bastante deslegitimado) que suele presentarse en el país. Es posible ubicar procesos organizativos por la defensa del agua y el ambiente ante la amenaza desde distintos frentes (monocultivos, deforestación, proyectos de riego, proyectos hidroeléctricos, entre otros), así como denuncias y pronunciamientos en contra de leyes que plantean retrocesos a nivel ambiental y social.
Por otro lado, en el caso de la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, las denuncias tanto por la inacción del Estado para garantizar su derecho al territorio y seguridad, así como las constantes amenazas y agresiones en su contra y la impunidad por estos hechos, se han mantenido a lo largo de todo el año. Además, a esto se suman múltiples pronunciamientos y denuncias presentadas ante los desalojos planteados contra algunas de las recuperaciones en diferentes territorios.
Un punto a tomar en consideración a partir de las acciones que se reportan en el informe es la alta presencia de las declaraciones públicas, tanto de denuncia como de pronunciamiento a través de las redes y medios monitoreados. Si bien podemos señalar que las medidas de cuarentena podrían tener un papel en esto (será un tema sobre el cual la continuación del monitoreo nos podría brindar algunas luces), también encontramos que esta se posiciona como una vía de visibilización de los diferentes conflictos. Que valga decir, muchas veces son invisibilizados por los principales medios de comunicación.
También es posible afirmar, como lo hace el equipo de PROTESTAS (Alvarado, Cortés, Sáenz, Sánchez y Guzmán, 2020) que otros medios que toman lugar en los espacios públicos no son completamente descartados y un claro ejemplo de esto son las recuperaciones llevadas a cabo en los territorios indígenas u otras acciones como marchas, bloqueos y liberación del cauce de ríos desde comunidades.
Si bien un seguimiento mes a mes de las acciones monitoreadas permite identificar momentos de mayor confrontación ante diferentes conflictos y problemáticas, también permiten ver que las mismas se mantienen a lo largo del año sin interrupción. Es así, que si bien la pandemia ha marcado cambios en muchísimas dinámicas sociales, procesos como el despojo, la contaminación, la violación de derechos de los pueblos indígenas y la amenaza a los bienes comunes se mantienen vigentes. Esto en muchas ocasiones y según señalan los diferentes grupos que protestan, con el favor del Estado costarricense, ya sea por acción u omisión.
Ninguno de los conflictos o problemáticas desde donde surgen las acciones reportadas son recientes. En tan solo la última década (aunque podríamos mapear bastante más atrás en el tiempo) se registran más de 20 proyectos hidroeléctricos propuestos solamente en la zona sur del país, múltiples denuncias a empresas dedicadas al monocultivo por afectaciones en comunidades y zonas protegidas y un alto número de amenazas y actos de violencia (incluido el asesinato) en contra de personas indígenas y sus derechos. Esto último principal, pero no únicamente en las comunidades de Salitre y Chiná Kichá.
Es importante señalar que estos proyectos, muchas veces vienen entretejidos y acompañados de leyes o propuestas de ley que amenazan los diferentes territorios. Todo esto pone en evidencia la tensión existente entre un modelo de desarrollo impuesto y las necesidades y apuestas diferentes a las planteadas desde el gobierno que surgen desde muchas comunidades.
El informe de OCAC sobre las acciones comunitarias, se extrae del monitoreo de medios y organizaciones como “Surcos Digital”, “Radio Machete”, “La Voz de Guanacaste”, Coordinadora de Lucha Sur-Sur (CLSS), FECON, Alianza de Comunidades por la Defensa del Agua – Puntarenas, Movimiento Ríos Vivos, Coordinadora Norte Tierra y Libertad (CNTL) y Ditsö. Dicho trabajo se suma al monitoreo de acciones colectivas a nivel nacional realizado desde la base de datos Protestas. Todos los documentos, informes y gráficos se encuentran disponibles en los enlaces https://protestas.iis.ucr.ac.cr y https://accionescolectivas.ucr.ac.cr
Proyecto parte del Programa Nuevas formas de acumulación, distribución y desigualdad del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica.
Por Daniel Fernández Vásquez y Ana María Araya Meneses Equipo de trabajo del Observatorio Comunitario de Acciones Colectivas (OCAC) del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS)
Por Ronny J. Viales Hurtado, Ronald Sáenz Leandro y Marco Garita Mondragón del Programa Ambiente, Ciencia, Tecnología y Sociedad del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC)
La Ciencia es una actividad social. Por esa razón, para comprender las demandas sociales de investigación científica y de producción de conocimiento, es necesario que haya una interacción entre todos los campos que lo producen: las Ciencias, las Humanidades, las Ingenierías y las Ciencias Sociales, lo que ayudará a una mejor aproximación al problema del desarrollo científico y tecnológico y coadyuvará en su gestión, al favorecer el diálogo entre Ciencia y Sociedad. Deberíamos tener la claridad para internalizar que los científicos y las científicas deben ser reconocidos como expertos, cuyo criterio puede orientar y generar pensamiento crítico sobre la gobernanza de la Ciencia, con la finalidad de construir políticas científicas, tecnológicas y de innovación en cuya formulación también deben participar los diversos sectores de la sociedad costarricense, sin perder de vista el contexto mundial.
Lo anterior, tal y como se ha planteado en otras latitudes, puede generar un novedoso contrato entre la Ciencia, los científicos y las científicas, las universidades, las industrias, las empresas, los gobiernos y, por otra parte, la Sociedad, los grupos de presión y el público, los ciudadanos y las ciudadanas. El obstáculo de fondo para lograr esta interacción tiene que ver con el hecho de que la Ciencia también es poder. En nuestro país, generalmente se ha perdido de vista el hecho de que el reformismo neoliberal impulsado después de la Crisis de 1980 había sido lento, en comparación con otras naciones latinoamericanas, sin embargo, este ha sido de amplio espectro, por lo que en su agenda también se ha incluido la transformación de la Ciencia.
En Costa Rica, un proceso de “endogenización tecnológica” permitió orientar esfuerzos tanto en las políticas de Estado de mediano y largo plazo, como en la articulación con sectores estratégicos vinculados a la producción, en busca de condiciones más favorables para la implantación de iniciativas de inversión privada en Investigación y Desarrollo (I+D+i). Es decir, esta agenda se encuentra presente al menos desde la reformulación del Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), a inicios de la década de 1990. En 2006 se creó la primera “Comisión Especial”, en la Asamblea Legislativa, para tratar el tema del desarrollo de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, pero dependiente de la Comisión de Asuntos Agropecuarios y, si bien realizó un esfuerzo por convocar a algunos actores estratégicos del país, no convocó a la ciudadanía en general y priorizó la inclusión de actores científicos y empresariales. De ahí la visión “desde arriba” que se manejó sobre esta problemática en dicho órgano político.
Esta es una problemática harto tratada por el campo de los estudios sociales de la ciencia: es a partir de políticas sustentadas en la retórica de la innovación que se genera la formulación de políticas públicas, con importantes déficits democráticos, mientras que el proceso de diálogo entre los hacedores de políticas y la sociedad civil permanece poco claro. En este esquema, la preocupación por formular políticas de ciencia, tecnología e innovación que busquen paliar la profundización de las brechas sociales y la apropiación ciudadana de la innovación tecnológica, está obviamente fuera del plano central de la inminente creación de la Promotora Costarricense de Innovación, tras la aprobación en segundo debate del proyecto de ley con el que se sustituirá al CONICIT, perdiendo la oportunidad de democratizar y transformar la histórica relación ciencia-sociedad.
El contexto internacional, donde algunos organismos financieros y think tanks vinculados con la Ciencia y sobre todo con la Economía de la Innovación, ha ido marcando una tendencia que favorece el modelo lineal de innovación, que privilegia un elemento retórico y lineal, según el cual los procesos de innovación se sustentan en la investigación básica, que pasan luego a la investigación aplicada y al desarrollo experimental y finalmente se transforman en innovaciones que llegan al Mercado, como han planteado Pablo Kreimer y Juan Zabala.
A esto le agregan otro elemento retórico: las políticas científicas neoliberales en América Latina señalan la producción de conocimiento como insumo para la resolución de problemas sociales. Pero en ningún momento dejan claro ¿cuándo le preguntaron a la sociedad cuáles son sus problemas sociales? Esto debido a que en el reformismo neoliberal el mercado se constituye en el elemento que supuestamente cohesiona a la sociedad. Pero el modelo lineal de innovación se planteó en 1945 y existen muchas visiones críticas sobre este, así como visiones alternativas; y está claro que el mercado es una institución que tiene grandes limitaciones para resolver “problemas sociales” que, en buena parte, ha contribuido a crear.
No debemos perder de vista que el conocimiento no es creado en forma aislada, que el mercado no es el único ente que puede plantear demandas de conocimiento y que las empresas innovan en tanto se vinculan con competidores, proveedores, clientes y con una diversidad de instituciones, como ha dejado claro Eduardo Mallo. Es más, en los países latinoamericanos también innovan otros actores institucionales, fundamentalmente las universidades públicas. Tomemos como referencia todos los esfuerzos interinstitucionales (con un importante financiamiento público) que se han tomado para desarrollar tratamientos y vacunas contra el virus SARS-Cov-2, impulsando la investigación y la innovación de la biomedicina, como han argumentado Bhaven N. Sampat y Kenneth C. Shadlen en un reciente artículo.
Por esta razón, es importante tomar en cuenta que la Innovación es un proceso que vincula la Investigación y el Desarrollo (I+D+i), que debe transmitirse por medio de la educación y que estos pilares se deben potenciar por medio de políticas de Ciencia y Tecnología, según indica José Luis Mateo y que, agregaremos nosotros, estas políticas deben orientarse a generar inclusión social, así como cohesión social. Por lo tanto, la innovación es un proceso social, en el que deben intervenir actores y actoras diversos y no solamente las empresas que, en la historia de nuestro país, contrario a la experiencia estadounidense, no han invertido de manera fuerte en I+D+i.
Desde que se publicaron las primeras estadísticas sobre Ciencia y Tecnología en Costa Rica, en la década de 1970, se ha destacado el papel de liderazgo que han asumido las universidades públicas y las unidades de investigación del sector público en la inversión en I+D+i. En contraste, la iniciativa privada más bien ha sido baja: la inversión privada representó solo el 21,4 por ciento de la inversión nacional costarricense en I+D durante 2011, de acuerdo a datos del Estado de la Nación. Si las empresas se encargan de fomentar la innovación, con fondos públicos, reforzaríamos la línea de la corporativización de la ciencia en Costa Rica, como lo han estudiado Randall Blanco y Viviana Guerrero (ver la reciente publicación del libro: ¿Son públicas las políticas públicas? Las redes de poder en Costa Rica en la ciencia y la tecnología), entre otras personas investigadoras que han contribuido a estudiar la “otra cara” del discurso de innovación en el país.
Con base en un análisis pormenorizado del texto del proyecto, el Dr. José María Gutiérrez apuntó en este mismo foro de Voz Experta el carácter problemático de su posible ratificación en segundo debate, en el tanto la creación de la Promotora deja desatendidos una serie de debates en torno al régimen de representación pretendido y a la asunción acrítica del modelo lineal de innovación. Consideramos que la propuesta legislativa, ya aprobada, ignora abiertamente toda una tradición crítica formulada en América Latina desde los estudios CTS, que se puede rastrear desde la década de 1960, que evidencia en varias latitudes la repetición de esquemas moldeados por una visión tecnocrática que necesita una mayor discusión sobre temáticas como la participación de actores sociales y estratégicos; la gobernabilidad y la calidad de vida requerida, a partir de un enfoque que se tome en serio el acceso a las oportunidades, a los recursos y el impacto social de la investigación científica. Paradójicamente se está transformando la institucionalidad sobre ciencia y tecnología, desatendiendo las propias problemáticas que la ciencia ha señalado sobre el tema.
Es necesario promover nuevos espacios para la democratización de la innovación en la sociedad civil, no solo en Costa Rica, sino en toda la región centroamericana, la cual sigue presentando «déficits de implementación» de políticas científicas, cortoplacismo e inestabilidad de líneas de acuerdo con cambios de gobierno, entre otros problemas. Esos espacios deben de estar compuestos por actores diversos, que no se limiten únicamente a los actores académicos y empresariales.
Por lo anterior, la verificación de la implementación de las políticas científicas de cohesión e inclusión social debe avanzar a un siguiente nivel, que dé cuenta de los mecanismos de participación ejecutados en la materia, al tiempo que potencie la construcción de una cultura política de retroalimentación entre los diferentes sectores que componen la sociedad, más allá del predominio empresarial. Es ahí donde las universidades públicas del país deben avanzar como actoras fundamentales de la innovación, pero también de la I+D con su visión de poder contribuir con la cohesión social, que se ha venido debilitando en el contexto del reformismo neoliberal, donde la desigualdad creciente y la pobreza se están tratando de naturalizar, y donde el mercado se está convirtiendo en el principal regulador de la ciencia y la tecnología.
Ronny J. Viales Hurtado, Ronald Sáenz Leandro y Marco Garita Mondragón Investigadores del Programa Ambiente, Ciencia, Tecnología y Sociedad del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC)
La Sede del Sur ofrece educación de calidad y desarrollo humano inclusivo con valores humanísticos, rasgos distintivos de la Universidad de Costa Rica
El pasado viernes 25 de setiembre se inauguró oficialmente, en la Sede del Sur, la primera promoción del Posgrado en Gerencia Agroempresarial. Se matricularon 23 estudiantes, la mayor cantidad de personas en la historia de dicho programa.
Este logro requiere contextualizarse desde el Plan de Desarrollo Académico del Recinto de Golfito. Por ello, desde la Comisión de Docencia se establece la Comisión de Posgrado que gestionó la posibilidad para ofrecer el programa en Gerencia Agroempresarial.
Esta maestría no sería posible sin el apoyo decidido de su director, Mag. Carlos Díaz y la Comisión del Posgrado de la Escuela de Economía Agrícola. Asimismo agradecemos al Decano del Sistema de Estudios de Posgrado, Dr. Olman Quirós por su apoyo incondicional a la Sede del Sur en su plan de oferta académica.
Asimismo, la Comisión de Posgrado de la Sede del Sur ha venido desarrollando una estrategia para ofrecer programas que impacten áreas estratégicas en el Pacífico Sur, para incidir en el desarrollo humano de la zona de influencia de la Sede. La recepción de la posible oferta de programas por parte de la población ha sido de mucha participación.
La cercanía de la Sede del Sur permite una educación de calidad, pertinente y accesible a las diferentes personas interesadas.
Lo anterior facilita que los futuros estudiantes no deban desplazarse 15 horas en promedio a San José para cursar su formación de posgrado. A la vez, sitúa a la UCR y específicamente a la Sede del Sur como líder en la oferta de dichos programas en la Región Brunca. También favorece la interacción con diversos sectores productivos y profesionales. Aunado a esto, la posibilidad de captar profesionales de Panamá, de la provincia de Chiriquí, dinamizaría las relaciones internacionales de los posgrados y de la Sede del Sur.
En un ejercicio de consulta pública se llevó a cabo una indagatoria, en la región de influencia de la Sede, para considerar una futura oferta para el año 2021. La acogida de las diversas propuestas fue alta. Por ello, se inició el proceso con dos de los programas propuestos y con más alta demanda. En este momento se está a la espera de contar con la aprobación de parte del Sistema de Estudios de Posgrado para los siguientes programas para el año 2021, a saber:
Maestría en Administración Pública con énfasis en Administración Aduanera y Comercio Internacional
Maestría en Salud Pública en Gerencia de la Salud
También desde la Comisión se continúa gestionando posibilidades de formación en áreas como derecho, educación, administración de negocios, enfermería, entre otros. Por ello, desde la Sede y especialmente desde la Comisión de Posgrado se busca dinamizar áreas como la Agroempresarial, salud y administración aduanera.
En el actual contexto de COVID-19 la Sede del Sur busca ofrecer un desarrollo de oportunidades profesionales que permita a cada persona dar lo mejor de sí mismo, y a la vez, le ofrezca una mejor calidad de vida. Educación de calidad y desarrollo humano inclusivo con valores humanísticos, es uno de los rasgos distintivos de la Universidad de Costa Rica.
Prof. Randall Jiménez Retana. Coordinador de la Cátedra Temática Humanidades en el Pacífico Sur. Sede del Sur, Universidad de Costa Rica
Seis hallazgos en torno a los canales sonoros y televisivos religiosos del país
El estudio de los medios de comunicación religiosos que se realizó fue de carácter exploratorio. Luego de hacer un análisis de su historia, sus características y su propiedad, la investigación logró llegar a seis hallazgos fundamentales. Primero, los medios de comunicación religiosos representan el 22 % de la radiodifusión sonora y televisiva abierta de Costa Rica. Es una cifra importante, pues supera en cantidad, por ejemplo, a las iniciativas mediáticas públicas o de carácter estatal, así como a las propuestas regionales de televisión comercial que transmiten en abierto.
Segundo, hay un escenario de disputa mediática entre medios católicos y evangélicos. Si bien es cierto, las iglesias evangélicas tienen más frecuencias del espectro radioeléctrico concesionadas, la Iglesia católica concentra más señales como actor particular. Esto le brinda una posición de ventaja y beneficio con respecto a las otras religiones analizadas, en tanto se trata de un solo actor jurídico y político administrando varias líneas editoriales de manera centralizada y coordinada.
Tercero, las dinámicas entre los medios religiosos y evangélicos son distintas. Mientras que el catolicismo mediático tiene una estructura mucho más rígida y vertical, de una clara jerarquía y línea editorial, las iniciativas mediáticas evangélicas actúan de una forma más libre, coordinadas en torno a una serie de principios generales, pero como iniciativas particulares, ligadas a iglesias específicas que no tienen una unidad administrativa única. Esto les permite tener más flexibilidad comercial, periodística y comunicativa, y les permite adaptarse mejor al entorno.
Cuarto, el escenario de los medios de comunicación religiosos se encuentra altamente concentrado, pues el 90 % de los medios son católicos o evangélicos. Esta concentración es un hecho negativo, pues se suma a otros tipos de concentración que ya existen en Costa Rica y que se han documentado, como la concentración mediática territorial, de propiedad y de diversidad que otros estudios han señalado.
Quinto, el estudio confirma que el crecimiento social del pentecostalismo en las adhesiones espirituales tiene su reflejo en el sistema mediático costarricense. Los medios identificados con esta denominación específica son mayoría dentro de las emisoras y televisoras evangélicas, lo cual demuestra que el crecimiento social y electoral también existe en el plano mediático.
Sexto, la relación entre medios de comunicación y religiones no es algo nuevo en el escenario costarricense. Existen vínculos entre emisoras radiofónicas y organizaciones religiosas desde mediados del siglo XX, las cuales se han ido fortaleciendo y han permitido crear un ecosistema mediático particular dentro del escenario general.
Óscar Mario Jiménez Alvarado Politólogo y comunicador, UCR
¿Cómo se distribuye y se concentra la publicidad oficial y electoral en los medios de comunicación del país?
En el capítulo 4 del II Informe del Estado de la Libertad de Expresión se presenta la distribución del presupuesto estatal en publicidad a los medios de comunicación del país, durante los años 2017 y 2018. Igualmente, se encuentra un análisis en torno al comportamiento de la pauta mediática pagada por los partidos políticos, como parte de la deuda política, durante las campañas electorales 2010, 2014, y 2018.
Los cuatro grupos empresariales que más pago recibieron por pauta oficial fueron Televisora de Costa Rica (Teletica), Grupo Repretel, Grupo Nación y Sociedad Periodística Extra. Solo en el 2017, los dos primeros concesionarios cobraron más de mil millones de colones cada uno, seguido del Grupo Nación con más de 800 millones de colones y Sociedad Periodística Extra con una suma superior a los 700 millones.
El comportamiento en el 2018 no varió significativamente, pero sí aparecen otras empresas de comunicación y personas físicas participando de la distribución. En esta oportunidad, los tres grupos mediáticos que dominaron la pauta publicitaria estatal fueron el Grupo Nación GN Sociedad Anónima, CRHoy Sociedad Anónima, y Televisora de Costa Rica Sociedad Anónima, que recibieron montos superiores a los mil millones de colones cada uno. Por su parte, Representaciones Televisivas Repretel obtuvo más de novecientos millones de colones y al Grupo Extra se le pagó más de quinientos millones de colones.
Con respecto a la concentración de la pauta oficial —según la plataforma de emisión—, se observa que, en televisión, Repretel y Televisora de Costa Rica están en primer lugar; mientras que, en Radio, se encuentra Central de Radio CDR Sociedad Anónima, seguido de Canara y de la Cadena de Emisoras Columbia. En cuanto a la plataforma impresa, Grupo Nación, Pro-Periódicos Limitada y Sociedad Periodística Extra son los que más pauta recibieron. Finalmente, en la plataforma digital, CRHoy encabeza la lista.
En cuanto a la pauta electoral, es importante mencionar que el uso de las diferentes plataformas de comunicación ha cambiado de manera importante. Por ejemplo, el pago por pauta en periódicos y revistas para las elecciones de 2010 era de ¢563 210 770,95; mientras que para el 2014 fue de ¢301 893 508,69. Es decir, de una campaña a otra, disminuyó alrededor de doscientos cincuenta millones de colones. Sin embargo, la reducción más significativa se evidenció en la última campaña, ya para el 2018, solo se pagó ¢42 186 590,00.
Con respecto a la pauta en televisión, si bien es cierto, el pago ha disminuido, este no ha sido tan drástico como con los periódicos, pues de la campaña de 2010 a la de 2014 el monto disminuyó en menos de mil millones de colones, y de la campaña 2014 a la de 2018 disminuyó un poco más de cien millones.
El pago por pauta en radio tuvo un pico en la campaña de 2014, al pasar de ¢475 487 118,68 en el 2010 a ¢954 070 293,80. No obstante, el monto disminuyó en más de doscientos millones de colones en la campaña 2018. Finalmente, con el uso de internet se presentan dos picos: en la campaña 2010 y en la campaña 2018. En esta última, se presentó un aumento en el pago de más de doscientos millones de colones entre ambas campañas. Internet ha sido la plataforma que más aumento ha presentado con respecto a los pagos.
Evidentemente, la publicidad oficial es un mecanismo indispensable en la relación entre el Estado y la sociedad, pues es una forma de crear estrategias para la rendición de cuentas de los diferentes entes estatales, y también es una forma de informar y promocionar sobre las acciones que realizan. Sin embargo, la publicidad debe ser vista como el lazo entre el Estado y la sociedad, y no como una forma de premiar o castigar a los diferentes medios de comunicación.
En este capítulo, y siguiendo el comportamiento de los datos presentados en el Primer Informe del Estado de la Libertad de Expresión en Costa Rica, la concentración mediática también implica una concentración en la asignación de la pauta oficial, ya que pocos adjudicatarios obtienen altos montos por pauta.
Es así como es necesario retomar las recomendaciones que la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (2012) plantea en los Principios sobre regulación de la publicidad oficial. Específicamente en regulación de la publicidad oficial y libertad de expresión en Costa Rica es necesario:
Establecer un marco legal y transparente que permita la asignación de la pauta oficial igualitaria, lejos de decisiones arbitrarias. Dicho marco debe aplicar para todos los niveles de los entes públicos.
Establecer una definición clara de lo que realmente es publicidad oficial.
Crear los procedimientos para la asignación de la pauta oficial abiertos, transparentes y no discriminatorios. La contratación directa debe ser un caso excepcional, de emergencia o imprevisto justificado, y no la norma para dicha asignación.
Promover la transparencia de todos los datos relacionados con la publicidad oficial.
En cuanto a la concentración mediática, como se mencionó anteriormente, hace referencia al acaparamiento en pocas empresas de emisoras de radio, canales de televisión y medios escritos, medios multimedia y otras actividades del mercado de los medios. Esta concentración también se refleja en el acaparamiento de la pauta, tanto oficial como electoral, en grandes grupos mediáticos.
A partir del análisis de los resultados, se concluye que la publicidad oficial y la publicidad electoral se concentra, según las diferentes plataformas, de la siguiente forma. En televisión: Televisora de Costa Rica Sociedad Anónima y Representaciones Televisivas Repretel Sociedad Anónima; en radio: Radio Central de Radios CDR Sociedad Anónima, Cadena Radial Costarricense Sociedad Anónima y Cadena de Emisoras Columbia Sociedad Anónima; en periódicos: Grupo Nación GN Sociedad Anónima, Sociedad Periodística Extra Limitada y Properiódicos Limitada; y en internet: CRHoy Sociedad Anónima.
Johanna Rodríguez López Docente de la Escuela de Sociología e investigadora y encargada de proyectos en el Programa de Libertad de Expresión y Derecho a la Información (Proledi), UCR