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VENDER LO AJENO

Si su único dueño
nos dijera un día
cuánto le debemos
por habitar su tierra,
de espanto moriríamos.

Si nos dijera el tamaño
de la deuda por haber
mirado sus flores
y respirado sus perfumes
tantas décadas,
seguro que de
insomnio
moriríamos.

Si siquiera pensara
mostrarnos la cantidad
de cifras que le adeudamos
por toda el agua que hemos
consumido sin su permiso,
no alcanzarían cincuenta
vidas para resarcirlo.

Si nos cobrara
por haber sumergido
nuestras miserias en
sus mares; por habérselo
llenado de inmundicias,
fijo el habla se nos moriría
de pena.

Si tan sólo
mencionara el volumen
de nuestra deuda por
haberle explotado
este Hogar que fue prestado,
habría que emigrar
hacia la nada.

Si nos cobrara
por haberle respirado
sólo un año su oxígeno
a precio de mercado,
ni cien vidas a trabajo
forzado nos daría tanto
para honrar este hurto
realizado sin descanso.

Si al Dueño
de esta nave en
que surcamos a diario
la Vía Láctea se le antojara
mencionarnos el costo
de tan lejanos viajes,
jamás atinaríamos siquiera a pronunciar el
volumen de semejante cifra.

Si nos cobrara
por los espectáculos
del arco iris y de los eclipses,
por las lunas llenas, por el
canto de sus aves, por el baile
de los delfines tan cerca
de las costas…

Si dijera miren,
la sonrisa de una
sola ballena no se paga
con la Bolsa de Wall Street;
ni con un pozo de petróleo
en el patio de tu casa;
ni siquiera con toda
la sangre de tus venas;
sería tan grande el susto
que ni siendo de oro
nuestras heces cotidianas
podríamos saldar
un porcentaje.

Si nos cobrara
por vivir respirando su
aliento soberano y por
el uso de su nombre
para calmar nuestras
angustias. Si nos dijera
de repente que le debemos
sus Derechos de Autor
por nuestra vida, no
habría en esta casa suya
un volcán con un cráter
suficiente para lanzarnos
al olvido.

Si nos pidiera
que le devolvamos
el mundo por las buenas
regresando a la justicia
y al camino de los trigos
sin precio y del agua sin
código de barras; al camino
del oxígeno gratuito aunque sea de máquinas
eléctricas…si nos dejara la tarea
de aprender a vivir de nuevo
como fue concebido en un
principio, estaríamos dispuestos?

ClaMo
Toyopán, ZURQUÍ.

 

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