Freddy Pacheco León, PhD
El primer tercio del siglo XX, el Valle Central, fue el principal asiento del desarrollo pionero de las ideas socialistas que desde Europa, los Estados Unidos y algunos países suramericanos, eran captadas por conciudadanos poseedores de especial patriotismo y sentimiento solidario. Algunos se reunían en lugares como el “Centro de Estudios Sociales Germinal” con Carmen Lyra y Omar Dengo, así como con los ilustres Rogelio Fernández Güell, León Pacheco, Jorge Volio, Julio Acosta, y demás, que se destacaron en su lucha contra la dictadura de Federico Tinoco y gobiernos posteriores de tendencia clasista. Fueron años del nacimiento de movimientos obreros abonados a partir de las injusticias que desde una clase política de mucho poder económico, subyugaba vilmente a los trabajadores. Para entonces, eran noticia, los movimientos huelguísticos en la “meseta central” y las zonas bananeras, las minas de Abangares, etc., en los que se acusaba a los dirigentes obreros, hastiados de ser explotados, de delincuentes que habrían de ser encarcelados, como efectivamente sucediera en algunas oportunidades.
Grande fue la lucha librada por Joaquín García Monge y Julio Padilla, quienes organizaron el “Comité de Defensa de la Riqueza Natural”, como resultado de la lucha librada durante el gobierno de Ricardo Jiménez que propiciaba el control monopólico de la electricidad del país en manos de la extranjera “Electric Bond and Share Corporation”.
Cabe aclarar que no pretendemos hacer un recuento amplio y detallado, como los realizados magistralmente por Vladimir de La Cruz, quien sí conoce el tema, sino que nuestra intención es tratar de recordar a los amigos lectores, algo de lo que se vivía en la Costa Rica de aquellos años, donde no existía la Institución Universitaria propiamente dicha, y donde la ausencia de normas laborales y derechos civiles era la constante. Una Costa Rica sin comunicación fluida entre las regiones, donde lo que sucedía en el Pacífico norte no llegaba a ser conocido oportunamente en el “centro político” del país, aunque, como sucediera, los hechos fuesen de trascendencia histórica.
Pues bien, bajo tal realidad, no fue extraño que en una provincia de Guanacaste que apenas superaba los 57.000 habitantes, los sucesos de especial relevancia regional, no repercutieran en el resto del país, entonces con poco más de 516.000 habitantes. Para entones, como ahora en términos generales, las decisiones gubernamentales tomadas en cuatro cuadras de San José, igualmente afectaba a los guanacastecos, limonenses y puntarenenses, aunque pocos se detenían a pensar en las consecuencias regionales sobre los habitantes de la olvidada periferia.
En el silencio que caracterizaba su aislamiento, el trabajador guanacasteco padecía de las decisiones que se tomaban en San José, mientras su voz no podía ser escuchada más allá de los difusos límites de su provincia. Para algunos ignorantes meseteños, ellos, los “nicas regalados”, si no les gustaban nuestras leyes, pues “que se vayan para Rivas, donde quizá estarían más felices”. Duro reconocerlo, pero no hace muchos años, persistía todavía en el centro del país ese sentimiento de rechazo al guanacasteco, que se disimulaba bajo la música folklórica, y que seguramente era más fuerte en las primeras cuatro décadas del siglo pasado.
Fue por esos años en que surgió con voz potente, un gran guanacasteco de estatura nacional, que vino a romper ese lúgubre silencio con acciones efectivas a favor de los desposeídos. Hablamos del “Apóstol de la Provincia de Guanacaste”, reconocido así por el Colegio de Médicos y Cirujanos, por sus acciones solidarias en el campo médico, político y filantrópico, el Dr. Francisco Vargas Vargas.
Nacido en el seno de una familia terrateniente el 23 de agosto de 1909 en el atractivo distrito de Palmira, cantón de Carrillo (donde se puede admirar su escultura, admirable trabajo del artista guanacasteco Andrés Garita Briceño, graduado de la Universidad Nacional), estudió en el Liceo de Costa Rica, para luego cursar estudios de medicina en la prestigiosa universidad parisina de La Sorbona. Allí en ese continente vibrante en ideas y movimientos, no solo conoció de los últimos adelantos científicos de la época, sino también de las doctrinas sociales que permeaban el Europa, que apenas llegaban a cuenta gotas a esa Costa Rica de medio millón de habitantes, y esa Guanacaste altamente despoblada y aislada.
Nos narra la historiadora Soili Buska Harju, que Francisco Vargas Vargas se interesó en política desde niño, tanto que sus primeros escritos fueron publicados en periódicos cuando tenía solo diez años. Al graduarse y regresar de París, comenzó a trabajar en el Hospital San Juan de Dios en 1935, pero a raíz de un enfrentamiento serio con sus superiores, dejó su puesto en el Hospital el año siguiente, disponiéndose a viajar a Guanacaste declarando que “iba a su provincia siguiendo la voluntad de su corazón de servir a sus comprovincianos y a la humanidad”. ¡Y así lo hizo!, pues gracias a su sólida formación humanista, su especial inteligencia y su gran patriotismo, se convirtió naturalmente en el abanderado de “una cruzada cívica, producto de su indignación contra el abandono estatal en que se encontraba Guanacaste en los años treinta y cuarenta”, nos resume la historiadora.
Por esos años, en agosto 1934, un grupo de guanacastecos residentes en la ciudad capital habían fundado la asociación “La Casa de Guanacaste”, y el periódico “El Guanacaste” con el propósito de “mejorar la vida cultural y material” en su provincia. Fueron medios vitales para crear promotores de su causa y para elaborar el discurso y la identidad regionales. Eran “abnegados hijos de la pampa residentes en San José”, que estaban realizando una misión ardua, patriótica y generosa a favor de su “tierruca lejana”, se expresaba.
Para ello se esmeraron en reunir a sus coterráneos para informarlos, comprometerlos y con ellos educar a los guanacastecos que en su mayoría eran analfabetos. Su objetivo, elaborar y presentar propuestas ante el gobierno y las instituciones estatales relacionadas con las políticas oficiales dirigidas a su provincia. Así, de dicho esfuerzo surge en 1937 una organización política llamada Partido Confraternidad Guanacasteca en la que ya empezaba a sobresalir el médico llegado de Francia. Para entonces, fiel a su compromiso, el Dr. Francisco Vargas Vargas había adquirido notoriedad como solidario ciudadano y médico de trato fraternal. Usualmente atendía gratis a sus pacientes pobres, recorría caminos de tierra y barro de su provincia por todos sus rincones, e incluso, hacía de maestro y sacaba tiempo para alfabetizar a los que así pudiere. Por sus hechos era conocido por muchos de los habitantes de su Guanacaste querida. Antes de la fundación del partido y el comienzo oficial de la campaña electoral, el doctor Vargas había estado muy presente en las páginas de “El Guanacaste”, que tenía un Consejo Editorial que lo apoyaba activamente, lo que facilitó la realización de los hechos posteriores al momento de estructurar la organización política que se identificaba de manera natural con Vargas, quien, es comprensible, se había convertido de manera espontánea en el candidato del Partido Confraternidad Guanacasteca para las elecciones de medio periodo de los miembros del Congreso Constitucional.
Desde “El Guanacaste”, se había contribuido a crear consciencia entre los habitantes de su provincia, de las calidades humanas del doctor Vargas que, habiendo estudiado en Europa y teniendo posibilidades de quedarse a vivir en la ciudad capital, decidió, gracias a su espíritu altruista, irse a trabajar en pro de los desvalidos de su lejana, pobre y casi olvidada provincia. A ello contribuyó, como lo hace hoy “La Anexión”, que desde sus páginas se elaborara un discurso regionalista, guanacasteco pero muy costarricense, que para cuando nuestro Apóstol decidiera su destino patriótico, en pro de los suyos, ya entre los guanacastecos había un contingente dispuesto a comprometerse con una lucha política-electoral, que en sus cimientos tenía el anhelo de alcanzar una estrella, que no era más que la de luchar por los intereses de la mayoría de los guanacastecos, bajo una ideología que algunos ven similar a las ideas socialdemócratas tanto camino han abierto en Costa Rica.
Como precursor del Partido Confraternidad Guanacasteca, ha de citarse en este sucinto recuento, al “Movimiento Unión Guanacasteca”, semilla fundada en 1905 por Francisco Mayorga Rivas y Antonio Álvarez Hurtado, desde donde, y con su periódico “Unión”, se abogó igualmente por el progreso de su provincia. Pasaron los años, y así, 35 años después esa semilla sembrada por Mayorga y Álvarez daría sus primeros frutos. A una memorable concentración del Partido Confraternidad Guanacasteca, realizada el 8 de diciembre de 1937 en la Hacienda San Miguel, en Llano Grande de Liberia, acudieron entusiastas desde todos los rincones de Guanacaste, unas cinco mil personas, entre jinetes y la muchedumbre que viajó a pie y en carreta, en respuesta al llamado que les hacía el Dr. Francisco Vargas. En su mayoría eran sabaneros, peones, cocineras, hacendados, mineros artesanales, analfabetos, artesanos, a los que movía un sueño que compartían, una motivación que les nutría una esperanza que poco antes parecía perdida. Les convocaba la persona de un médico guanacasteco que reunía en sí una profunda aspiración popular, al que ellos querían como diputado al Congreso Constitucional como su representante genuino.
El Partido había postulado en primer lugar al Dr. Francisco Vargas, junto a los otros tres candidatos Lisímaco Leiva Cubillo, Hernán Vargas Castro y Adán Guevara Centeno, resultando electo solo el Dr. Vargas en las elecciones de 1938. No fue una campaña libre de obstáculos, pues los afines al partido oficial del Presidente León Cortés Castro (1936-1940), interrumpían o prohibían sus reuniones y plazas públicas. Y es que para los acomodados al status quo, para los acostumbrados a explotar al resto de los habitantes, Francisco Vargas Vargas era “un comunista” que amenazaba la paz bucólica, apacible, que se vivía en las tierras de la pampa, que era lo que les convenía. Había que detener a Vargas pues ese partido político, inaceptable para ellos, también apoyaba el voto femenino y otras reivindicaciones, como la justicia social y mejoras de las condiciones de trabajo de los jornaleros. Ideas extrañas que no podían aceptarse, decían.
Igualmente, para ellos era inconcebible que un Partido y un candidato al Congreso basara su campaña en panfletos que denunciaban “el sufrimiento de los guanacastecos como clase explotada y como habitantes de una provincia expulsada del vagón de la modernización”, acompañadas de proclamas como “El Guanacaste comienza a hacerse sentir gracias al Partido Unión y Confraternidad Guanacasteca”. “Peones. Sabaneros. Agricultores. Ganaderos. Es la hora del sacrificio. El momento de nuestra redención ha llegado. Nuestra vida ha sido siempre: Trabajo y tumba prematura. Ahora debemos unirnos para que se nos trate como a los demás pueblos de Costa Rica. Queremos hospitales, carretera y segunda enseñanza, como las otras provincias. Hace 115 años vivimos en el abandono y miseria más absolutos. Hombres del Guanacaste: Ser o no ser. Guanacaste! ¡Levántate y anda…! ¡Abajo los traidores de las ideas de Cristo!”. (Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X. Número especial 2008. Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm).
Frente a esas ideas que para algunos parecían muy radicales, y hasta comunistas, Vargas declaró que no respondería más acusaciones personales pues “el destino de 57 mil personas estaba en juego”. Después de más de cien años de ciudadanía costarricense, los guanacastecos, decía, “continuaban viviendo sin hospitales, carreteras o escuelas secundarias”, lo cual era justificadamente intolerable. Y siendo un convencido de que podría redimir a su pueblo de la discriminación y el abandono, no le pudieron detener sus detractores. A los que le acusaron de agitar a las clases bajas contra los ricos de la provincia, el doctor mostraba telegramas de apoyo que le enviaban guanacastecos ricos, hacendados e intelectuales, que compartían con él sus altas preocupaciones.
Gracias al gran apoyo popular, Francisco Vargas llegó a ser miembro brillante del Congreso Constitucional en 1938 y electo años después a la Asamblea Constituyente que redactaría la Constitución Política de Costa Rica, vigente desde el año 49.
Una gran variedad de facetas se nos queda sin consignar, pues nuestro objetivo más bien ha sido recordar a este ilustre guanacasteco, a propósito de lo que hoy representa Guanacaste para la Patria, donde otros costarricenses después de él, bajo circunstancias muy diferentes, pero como frutos de sus semillas, contribuyeron a materializar muchas de sus aspiraciones.
En cumplimiento del sueño del Dr. Vargas por dotar a Guanacaste de vías de comunicación, donde no existían carreteras que comunicaran con el resto del país, hoy se levanta la mejor autopista de Costa Rica (¡sin peaje, por cierto!) que corre por 50 km desde Liberia a Cañas y se está extendiendo hasta Puntarenas. Ruta que se complementa con el buen Aeropuerto Internacional Daniel Oduber Quirós, desarrollado como complemento al Proyecto Turístico Golfo de Papagayo, desarrollado por el ICT, que en menos de tres décadas ha contribuido a posicionar al Guanacaste como imán turístico, gracias al inigualable ramillete de preciosas playas, llanuras, parques nacionales, marinas turísticas, volcanes, pesca deportiva, y, lo más importante, su extraordinaria gente. Al ser el turismo la principal fuente de empleo y divisas extranjeras de Guanacaste y de Costa Rica, es de la mayor importancia propiciar su desarrollo siempre bajo la actitud responsable del desarrollo sostenible, donde el progreso no se alcance a costa de la destrucción de los bienes naturales que habrán de sustentarlo hoy y mañana.
La salud, que tanto ocupara y preocupara al Apóstol Dr. Francisco Vargas Vargas, hoy es atendido por el sistema de Seguridad Social desarrollado a partir de los años 40, y que el Benemérito de la Patria pudo apreciar parcial y felizmente, antes de morir el 14 de mayo de 1995 a la edad de 86 años. Además del hospital regional Enrique Baltodano Briceño, en Liberia, brinda sus buenos servicios el hospital periférico La Anexión, en Nicoya, complementados ambos por 107 “Equipos Básicos de Atención Integral en Salud” (Ebais) distribuidos por toda la provincia, cumpliéndose así uno de los sueños de Francisco Vargas.
Igualmente, donde antes no había colegios de secundaria, hoy no solo existen en cantidad suficiente, sino además, las principales universidades estatales tienen sedes en Nicoya, Liberia, Cañas y Santa Cruz, que ofrecen posibilidades de superación profesional a los bachilleres de la provincia.
Las perspectivas de llevar agua potable a decenas de miles de familias que no la tienen en cantidad y calidad suficientes, ya se vislumbran positivamente. Igual para miles de hectáreas de tierras de vocación agropecuaria que, distribuidas en cientos de fincas, solo esperan el vital líquido para generar productos, empleos y mejor calidad de vida para los guanacastecos. Similarmente, la industria turística, principalmente de playa, que no ha podido desarrollar su potencial ante la escasez de agua potable, comparte con los anteriores, la esperanza de que ya no tendrán que esperar eternamente por el abastecimiento necesario de agua, que le permita recibir más turistas, y como consecuencia, generar mayor empleo en Guanacaste.
Imaginamos al Dr. Francisco Vargas Vargas, y a su Partido Confraternidad Guanacasteca, luchando hombro a hombro con los que buscan hacer realidad, el gran proyecto de abastecimiento de agua potable para Guanacaste, que ha sido obstaculizado por los que dudosamente, dicen amar a la provincia. Nos atrevemos a afirmar que ¡jamás! el genuino Partido Confraternidad Guanacasteca estaría en contra de que, el agua que por millones de metros cúbicos se bota diariamente al mar procedente del embalse artificial del Proyecto Hidroeléctrico Arenal, se aproveche para propiciar un mayor desarrollo de la provincia de Guanacaste, como insólitamente sucede con algunos que no vale la pena nombrar.
Por ello, el proyecto Agua para Guanacaste habrá de convertirse en el estandarte de los guanacastecos que desean el progreso de su provincia. Progreso que el Dr. Vargas no solo soñó, sino que trabajó para que se hiciere realidad con la urgencia que así lo ameritaba. De cumplir esa misión, no solo estarían honrando la memoria de quien fuere declarado Benemérito de la Patria hace casi exactamente 22 años (19 de julio del 2.000).
¡Claro que persisten graves problemas sociales y económicos que agobian a los guanacastecos!, pero la tarea iniciada por el Partido Confraternidad Guanacasteca ha de reconocerse, en homenaje a su líder y en homenaje a ese pueblo que creyó en él. Su vida marcó un hito en el camino que llevaba la provincia de Guanacaste, pues su amor genuino por su pueblo siempre se reflejó en sus consejos y acciones, más allá de los prejuicios que acumulan otras personas.
¡Viva el Partido Confraternidad Guanacasteca!