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Volver a la Facultad – Una diatriba contra el estado de las cosas

Walter Antillón

La Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica es, primordialmente y por definición, un santuario de la Justicia. Los santuarios viven, florecen o languidecen al calor de los sentimientos, los principios y los valores que cultiven activa y fervorosamente sus componentes. Hay facultades pujantes donde reina la mística por el trabajo bien hecho, por el compromiso serio con la ciencia jurídica, con el pensamiento filosófico riguroso y con la justicia que se brinda a los sectores más carenciados de la comunidad; y hay facultades únicamente de nombre, donde sólo trasciende una apariencia académica, a veces espectacular, que cubre y disimula un fondo vacío, o un mero interés comercial.

Volver a la Facultad significa un fuerte y sostenido compromiso con la academia jurídica, que se traduce en el estudio desinteresado de la historia, la teoría y la dogmática en las manifestaciones más actuales y precisas de la doctrina europea y latinoamericana: por ejemplo, la tradición del derecho privado germánico desde las obras de Windscheid, Enneccerus y Hedemann hasta Eisenhardt y Klunzinger; del derecho civil francés desde Planiol y Josserand hasta Carbonnier, Cornu y Boris Starck; del derecho civil italiano desde Filippo Vassalli, Barassi y Messineo hasta Rodolfo Sacco, Rodotà, Guido Alpa y Alessandro Somma; del derecho civil español desde Castán Tobeñas y Federico de Castro, a Luis Díez-Picazo y Albaladejo; del derecho civil latinoamericano desde Clovis Bevilacqua, Alberto Spota, Barandiaran y Alessandri, hasta Francisco Amaral, Lorenzetti y Juan Orrego Acuña.

Volver a la Facultad significa asumirnos como juristas, como personas comprometidas con la honestidad, la voluntad de no hacer daño, y luchar por el justo reparto de los bienes de la vida.

Volver a la Facultad significa reivindicar la posición señera de la academia juris en el tratamiento de las cuestiones constitucionales y legales propuestas en la palestra nacional, como cuando los gobiernos y los diputados requerían y secundaban las opiniones de don Víctor Guardia, don Antonio Picado, don Enrique Guier o don Fernando Baudrit.

Costa Rica cruza por momentos de grave peligro; y volver a la Facultad en un momento de grave peligro institucional es un deber moral y cívico de todo compatriota con alta formación académica, aún en casos de colegas que han alcanzado la edad de retiro. Menciono a algunos: a Gilbert Armijo y a Ernesto Jinesta, jueces retirados; a Javier Llobet, Juan Marco Rivero y Francisco Dall’Anese; a Víctor Pérez Vargas, a Hugo Muñoz, padre e hijo, a Marlen León; a Ricardo Harbottle, a Ricardo Hilje, a Daniel González, a Mario Houed y a Fernando Cruz. Todos tienen todavía muchísimo que dar. No incluyo a otros y otras colegas muy valiosas, en razón de su precaria salud. Pido a todos los mencionados concurrir, junto a los actuales titulares, a un Congreso Académico donde se discuta el rumbo de la Facultad y el rol del jurista dentro de la sociedad que vivimos; su papel orientador en la comunidad nacional; sus opciones didácticas y su compromiso con la excelencia académica y la excelencia moral: su compromiso en la formación de juristas verdaderos, que es su razón de ser.