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Acabar la cultura nacional es parte del desmantelamiento del Estado Social de Derecho

Vladimir de la Cruz

En la década de 1960, bajo la presión del desarrollo del Mercado Común Centroamericano, que se impulsaba al empuje de la Alianza para el Progreso de los Estados Unidos, y de la reunión de Presidentes y Dictadores de Centroamérica, que se realizó en Costa Rica, en paralelo se impulsaron otros programas. Uno de ellos, el del Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA), que reunió los Ejércitos de Centroamérica, para maniobras conjuntas, en un período que se impulsaba la doctrina de la contrainsurgencia y de la lucha anticomunista, por la recién triunfada Revolución Cubana.

Costa Rica se integró al CONDECA como país observador, y participó, poco tiempo después, de manera infame, en la intervención militar que hiciera y encabezara Estados Unidos en República Dominicana, en 1965.

Otro Programa fue el de la ROCAP, con el cual se planeó la divulgación de textos educativos para Centroamérica, especialmente en sus zonas rurales y marginadas, restos que carecían de contenidos nacionales, de tradiciones históricas precisas, de símbolos nacionales. El propósito era destruir la identidad nacional, la memoria nacional e insertar a los niños y jóvenes en un concepto regional sin valores ciudadanos de identificación particular con cada país en concreto. En el caso costarricense, dichosamente, la Escuela de Educación de la Universidad de Costa Rica combatió fuertemente estos textos y esta política educativa que se quería imponer.

Por aquellos días, y hasta 1978, se impulsaba el desarrollo del Estado Social de Derecho, el llamado Estado Asistencialista o Benefactor, que alcanzó su mayor apogeo en el gobierno de Daniel Oduber, con gran número de empresas estatales.

A partir del gobierno de Rodrigo Carazo el Estado Benefactor empezó a desarticularse, cuando el presidente impulsó la disolución y privatización de esas empresas estatales. Luego siguieron los Planes de Ajuste Estructural a partir del gobierno de Luis Alberto Monge, y las políticas de Tratados de Libre Comercio, a partir de los gobiernos de 1990, que modelaron, y siguen perfilando, la Costa Rica actual.

La situación internacional, provocada por la caída del Sistema Mundial Socialista, la disolución de la Unión Soviética y la caída de los sistemas socialistas en los países europeos que formaban parte de ese Sistema Mundial, favorecieron más fuertemente las políticas neoliberales a escala universal, hizo surgir en esos años a los Estados Unidos como la super potencia hegemónica mundial, papel que está perdiendo, con el desarrollo del multilateralismo y de varios países que reclaman este papel director mundial compartido.

La guerra estimulada en Ucrania es parte de esa disputa por presidir el control hegemónico mundial, bordando criminalmente la posibilidad de desatar una III Guerra Mundial, que de realizarse alcanzará inevitablemente al continente americano y a los territorios de Canadá y Estados Unidos, que son países integrantes de la OTAN, de continuar la OTAN con sus planes guerreristas y hegemónicos.

A la desintegración del Estado Social de Derecho, al debilitamiento de las instituciones nacionales que lo constituyen, se han sumado ahora las políticas de debilitamiento, y de ser posible de desaparición, de las instituciones culturales. Es una lógica perversa la que se está imponiendo desde el ejercicio político de la Casa Presidencial.

Acabar con la cultura, con sus diversas manifestaciones que tienen amparo institucional, es parte de este proceso neoliberal. Interesa impulsar una nación de borregos, de gente sometida dócilmente, o por temor, o intimidación, a la voluntad impuesta del gobernante y de quienes le acompañan en esta desintegración de la cultura nacional. Eso se acompaña de nuevos valores asociados a la cultura del neoliberalismo, la de la cultura como negocio, la de la cultura de los grandes espectáculos musicales, que apartan a los jóvenes especialmente, y a otros sectores nacionales y populares, de los valores históricos nacionales, de la tradición cultural costarricense. Desnacionalizar culturalmente al país pareciera ser el objetivo del proyecto neoliberal que cabalga desbocadamente en Zapote.

Puedo entender que una persona que ocupa el recinto presidencial, que no ha vivido 35 años en el país, que aparentemente ni venía a vacacionar cuando podía hacerlo, esté bastante desarraigado y desconozca mucho el desenvolvimiento histórico del país, y por ello carezca del conocimiento histórico cultural porque en tanto tiempo de lejanía poco tuvo que ver con esa tradición y el conocimiento básico de los lineamientos históricos y culturales de la nación costarricense. Pero, que quienes le acompañan, o quienes le aconsejan en la toma de decisiones lo han rodeado o le han hecho rodear de ignorantes como él.

Lo que se está haciendo con las instituciones culturales, en el Ministerio de Cultura es un acto criminal institucional. Es la expresión de la liquidación de la cultura como parte de la liquidación que se impulsa del Estado Social de Derecho, es lo que sigue, para tener hasta donde sea posible un pueblo mal educado, sin educación, sin cultura general y precisa, sin valores nacionales, sin cultivo de tradiciones históricas, y sin rescate, promoción y conservación de estas tradiciones y de este conocimiento de la Patria, y de la nación costarricense.

Decía Nicolás Maquiavelo que el Príncipe, el Gobernante, no debe ser religioso, pero que debía aparentarlo. Lo aconsejaba como acto importante para la toma de decisiones del Gobernante.

El Presidente Chaves pareciera no tener nada de cultura y conocimiento histórico costarricense, pero como Presidente por lo menos debe aparentarlo, para sus decisiones importantes, en un campo sensible como la cultura y la educación, como para sus práctica política cotidiana.

El Presidente debe aparentar ser un hombre culto, lúcido, con brillo mental. Si de ello carece, por lo menos debe rodearse por quienes le puedan dar ese brillo, esa luz, le cubran sus vacíos culturales e históricos, y con le hagan brillar su gobierno, que por ahora es bastante opaco.

Lo peor que nos puede pasar a los costarricenses es que el Presidente se luzca como el ignorante más grande del país, como un deficiente mental que actúa o se comporta con poca o casi ninguna inteligencia, como un tonto, pensando más en sus intereses y en su figura personal presidencial que en los asuntos públicos que debe atender.

Justicia y derechos para el pueblo Ngäbe de Sixaola*

Por Eusebio Julián, indígena Ngäbe de Sixaola

Tenemos el día de hoy una petición al gobierno de Costa Rica. Exigimos el derecho a nuestro territorio, estamos enfrentando mucha vulnerabilidad, el no tener garantizado el acceso a la tierra nos impide poder sembrar, no podemos hacer nuestras actividades culturales, necesitamos acceder a salud, contar con agua, luz, servicios, acceso a vivienda y mucho más.

Nuestro pueblo ha sido históricamente transfronterizo, una vez que construyeron la frontera nos dejaron aislados. Tenemos más de 500 años de estar en la lucha, solicitando una condición de vida digna para nuestro pueblo originario.

En este momento estamos en una situación crítica. Nos obligan a vivir en territorio de las dos empresas transnacionales que nos han invadido durante los últimos años, valiéndose de la explotación laboral y el atropello de los derechos humanos de los trabajadores. Hemos comunicado ya nuestra preocupación y necesidades a las autoridades, al señor Rodrigo Chaves, a través de la carta entregada al viceministro de Justicia y Paz, Sergio Sevilla, quien nos indicó que para la segunda o tercera semana de mayo se haría presente, o enviaría algún representante al territorio para escuchar nuestras demandas. No estamos pidiendo más de lo que nos corresponde. El Estado costarricense está en la obligación de acatar lo estipulado en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas.

Como pueblo indígena tenemos derecho a organizarnos desde nuestra cosmovisión, organizarnos desde nuestra cultura, nuestras creencias y resolver nuestros conflictos como usualmente lo hacemos, y no con mecanismos impuestos que nos son ajenos. El Gobierno está en la obligación de realizar la consulta indígena cuando se toman decisiones que nos afectan, y no lo han hecho así. En ocasiones han consultado a los pueblos Cabécar y Bribri, pero a nosotros, como pueblo Ngäbe nadie nos ha consultado, precisamente por no tener un territorio reconocido como tal. Ya no estamos pidiendo, estamos exigiendo un derecho para nuestra juventud, para las nuevas generaciones, estamos luchando también por ellos y ellas.

La explotación laboral nos tiene en una situación vulnerable. Las empresas bananeras buscan implementar las leyes laborales de los países de donde provienen, lo que abre más espacio para esta explotación, ya que se saltan las regulaciones que deberían aplicar en territorio nacional. Las empresas bananeras no nos proporcionan seguro social. Cuando los trabajadores se accidentan, la empresa no se hace responsable y no hay seguro que nos cubra. Los salarios son cada vez más bajos, los precios de la canasta básica siguen subiendo todos los días y el dinero ya no nos alcanza. Sufrimos también de persecución, los trabajadores que se manifiestan contra el maltrato y explotación son reprimidos por los jefes. Han venido haciendo persecuciones hasta los hogares y no nos permiten tener fogones dentro de las casas, aunque sea nuestra tradición.

En este momento hay compañeros trabajadores en huelga, ya que no les han pagado sus prestaciones, los desalojan de sus casas y se valen de la ayuda de la Fuerza Pública para hacerlo, sacan a las mujeres, niñas y niños de sus casas también. A pesar de que Costa Rica se diga ser democrática, en Sixaola son las empresas quienes mandan. El capataz es el dueño y los trabajadores no pueden reclamar nada, aunque prácticamente todos los trabajadores somos indígenas. Cuando alguno de nosotros se queja de todo lo que estamos viviendo, el capataz usa la violencia contra nosotros. Todo esto que estoy contando ocurre porque el Estado lo ha permitido, porque no ha intervenido en estas situaciones y ha facilitado la permanencia de las empresas bananeras en nuestro territorio indígena.

Nosotros, existiendo ya el Convenio 169, no vamos a permitirlo, estamos cansados de tanto maltrato y tanto abuso, somos más de 10 mil indígenas en Sixaola discriminados todos los días por el gobierno de Costa Rica.

*Con base en participación del Programa Voces y Política de Radio Universidad del 19-4-23.

Kioscos Ambientales UCR

Modelos de gestión de territorios Marino costero: casos de Cahuita y Ostional – Voces y Política

Este miércoles 17 de mayo a las 5:00 pm, Radio Universidad de Costa Rica 96.7 tendrá al aire el programa “Modelos de gestión de territorios Marino costero: casos de Cahuita y Ostional”, el programa se presenta desde la mirada investigativa de jóvenes profesionales.

Las voces representantes están a cargo de la joven María José Castro Artavia, Ostional y conflictos de uso de la Naturaleza, tesis en Ciencias Política; y el joven Pablo Zagt Hernández, Multiterritorialidades del Mar en Cahuita, tesis en Geografía.

El programa se presentará en vivo por los canales oficiales de Radio Universidad Costa Rica, a través de facebook (https://www.facebook.com/radiouniversidad

Se espera una amplia participación mediante las redes del canal y mediante la línea telefónica habilitada para la presentación del programa de radio 2234-3233.

¿POR QUÉ DESTRUCTORES Y MALANDRINES? (III)

Adriano Corrales Arias*

En su LIII aniversario, la emergencia nacional provocada por la pandemia del Covid-19 trajo a flote la crisis que arrastraba el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ), acumulada en los últimos treinta años y acelerada en los últimos diez. Merced a la contrarreforma neoliberal iniciada en los años ochenta del siglo pasado con los tristemente célebres Planes de Ajuste Estructural (PAEs), dicho ministerio fue despojado de algunas de las funciones estratégicas para las que originalmente fue creado. Por eso carga con serias limitaciones para responder a una realidad cambiante y también en crisis, la cual se expresa en una sociedad trastocada por el cambio global y por una creciente y profunda desigualdad estructural.

Frente a ese aniversario y ante el opaco bicentenario de la “república”, muchas personas pensamos que bien valdría la pena realizar un balance colectivo del ministerio y de las políticas culturales en Costa Rica para repensar lo que se había hecho y dejado de hacer, pero, fundamentalmente, sobre el rol que debería jugar el MCJ en el futuro cercano, sin olvidar que, al menos simbólicamente, también es el ministerio de la juventud. Con acendrada ingenuidad, esperamos a que el mismo ministerio, en las últimas dos administraciones, se abocara a ello con la presencia organizada de los sectores involucrados en el quehacer cultural y artístico del país. Con Godot, continuamos esperando.

Es importante recordar que el 5 de julio de 1971, mediante la Ley No. 4788, se crea el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes, de modo tal que la cartera involucraba también a la Juventud y al Deporte. (El pequeño ministerio se había incubado en la otrora Dirección de Artes y Letras del Ministerio de Educación, cuyo gran impulsor, entre otros, fuera el artista y arquitecto Rafael Ángel “Felo” García). En los años setenta y parte de los ochenta, funcionó el Movimiento Nacional de Juventudes (MNJ) un vigoroso proyecto con casas de la juventud por todo el país. Más tarde se eliminó al “movi” (así lo llamábamos) porque coadyudaba a generar dirigentes juveniles conscientes y críticos (¡con instructores israelíes!), muchos de los cuales pasaban a las organizaciones políticas de izquierda. Pero, además era el ente rector del deporte; luego se creó el ICODER quitándole esa papa caliente al ministerio, cuyo quehacer en esa rama era casi decorativo.

La creación del MCJ obedeció al objetivo estratégico del proyecto original promovido por los llamados “hombres de letras” del Partido Liberación Nacional, jefeados por don Alberto “Beto” Cañas Escalante, en un contexto marcado por la guerra fría y por las consecuencias de la guerra civil con sus persecuciones y su anticomunismo. Como en tantas otras acciones socialdemócratas y socialcristianas, el MCJD funcionó para institucionalizar conflictos y sectores “en pugna”. El Ministerio nace sin saldar la eterna disputa entre “Cultura” y/o “Bellas Artes”, es decir, entre la visión “bellaletrista y bellartística” y el concepto antropológico en el cual la cultura se entiende de manera más amplia e integral. Era una concepción difusionista: fortalecer las bellas artes, llevar la cultura a quienes no la “tenían”, ir a las comunidades con un proyecto de extensión jerárquico y patriarcal. Para ello había que crear conjuntos artísticos (OSN, CNT, CND, TNT…), museos, bibliotecas, entre otros entes; más tarde, cuando el concepto antropológico se fue imponiendo, se crearon direcciones regionales y casas de la cultura con un nuevo discurso acerca de cierta “regionalización” ante el pudor de una conciencia vallecentrista asumida a medias. Eso hizo aguas muy pronto y el ministerio no se reactualizó, sino que, al contrario, se recortó.

Ya entrado el nuevo milenio, el MCJ se fue adaptando a la contrarreforma y extendiéndose más al espectáculo (FIA, FNA, Feria del Libro, Festival de Cine, etc.) y apoyando las incipientes industrias culturales. La actividad cultural pasaba de ser prioridad del estado (benefactor) a dejarse en manos de la iniciativa privada que, de todas maneras (rezaba el slogan) “produce libertad”. En los últimos años se le dio prioridad a los “pequeños productores de cultura” (artesanos y emprendimientos “artísticos”) e incluso los grandes proyectos de masas tipo FIA o FNA hicieron aguas, ya por la desidia, ya por la impericia de los tres últimos (des)gobiernos. Es claro que el ministerio transitaba a la deriva dependiendo de las administraciones o de las “personalidades” de sus ministros o ministras, así como de sus efímeros equipos de trabajo.

Ante la crisis prolongada y con la emergencia de la pandemia, algunos “artistas” pegaron el grito al cielo (yo me preguntaba: ¿por qué no lo hicieron antes?, ¿por que hasta los tiempos del Covid 19?), amenazando incluso con acusaciones y anatemas, a la vez que lanzaban un estentóreo SOS. Muchos de ellos comparaban al ministerio con una suerte de CNP, ICT, INVU o IMAS, sin comprender la naturaleza del mismo ni la amplitud del concepto cultura constreñido, según sus visiones, a la “actividad artística”. Otros, como quien esto escribe, pensamos que ya era demasiado tarde para pataleos puesto que hacía algunos años le habían dado el tiro de gracia. La contrarreforma neoliberal lo precarizó, los tres últimos gobiernos lo desmantelaron. Sin embargo, “del ahogado el sombrero”, pensaba; algo se podría rescatar. Se precisaba, eso sí, de una reforma total del estado que lo revitalizara y colocara a la altura de los tiempos. En otras palabras, se trataba de preservar y fortalecer el Estado Social de Derecho que la contrarreforma neoliberal había venido debilitando y que ahora intenta rematar sin oposición y con miles aplaudiendo. La pregunta todavía se impone: ¿será posible?

Para entonces un reconocido cantautor ponía en una de las redes sociales: “Muchos de los que reclaman ahora parece que han estado muy cómodos durante tantos años de silencio”. La frase contiene una vigencia estremecedora y se extiende a lo largo y ancho del tejido social desestructurado y herido por la contrarreforma y por una élite que maneja, con ácida lucidez e impune soltura, los hilos del poder y de los negocios al amparo de un estado secuestrado por su avaricia sin fin. La discusión, quiero decir, la lucha, es mucho más amplia y álgida de lo que parece. Pero pocas personas lo entienden. Y a muy pocas les interesa.

*Escritor

«El amor después del amor»,  Argentina 2023

Jiddu Rojas Jimenez

Todos los huérfanos de Madre tenemos una herida profunda. El cáncer no perdona.

Fito Páez y su madre no fueron la excepción.

Aunque claro, definitivamente, no todos tenemos su genio y su aporte cultural al Rock Argentino y Latinoamericano.

Sustituir a Charlie no es fácil, cocinar con Spinetta, lidiar con el genio de Fabiana Cantillo, no es fácil. Amar a Cecilia Roth tampoco.

Fito adolescente genio, «fan» de Charlie, «pop star» decadente en su autoproclamado Tercer Mundo, versátil en el «error moral»; hipersensible, culto, creativo, auténtico; sutilmente «Kitsch» (es «pop») ; urbano aunque de Rosario; más que egoísta individualista (o sea argentino); y claro, contestatario siempre.

El Tango, el Folclore, la protesta social, el Jazz, el Pop, el Funk, el Rock, el piano materno y los teclados, la Dictadura.

El Álbum más vendido del llamado «Rock Nacional», –ni Charlie–, porque para el Peronismo, Argentina es el Mundo. Como debe ser. Y no digo Buenos Aires, sólo porque definitivamente Rosario parió a Fito.

En fin, se te muere la Madre, pero en la familia latina, caribeña, y mediterránea, igual, siempre estarán las Tías. Te abrazan y te contienen. Y creces como podés. Y claro, están los amigos, el Edipo y una especie de «doble vínculo» pero con el Padre, vendrán las amantes, queda una rebeldía difusa, las drogas y los excesos, y la nostalgia por la Utopía Revolucionaria, y la justa indignación por la pasada derrota popular a pesar de la conquista democrática.

Pero el único problema es que cuando se te muere la Tía, se te muere dos veces la Madre. Y nadie te avisa, ni te previenen. Me consta. Dos Madres, al final serán dos lutos. Ni modo.

Ahora, un cáncer doble, es mala suerte, tristeza profunda, o genética (me consta).

Pero qué te asesinen cruelmente a tus Abuelas y Tías, desborda cualquier dolor. Es una prolongación de la violencia de la Dictadura en «Democracia» en una Argentina enferma.

«El amor después del amor», es una hermosa serie de Netflix. Serie lacrimosa, argentina, rockera, histriónica e histórica, «El amor después del amor», condensa un largo período del Rock Argentino, o sea del Rock Latinoamericano, a través de la figura ícono de Fito. Período largo, doloroso a veces, hermoso siempre.

Serie recomendada, ojalá para verla con compas de la época. Si lloran.

https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=pfbid0RQx5xSn7HBQKgZsVJYFogoGkGB12cs2MZKrSndNfBuxcKpdjpBHnbW9XUNnMT1sUl&id=100002969526277&sfnsn=mo&mibextid=RUbZ1f

 

Compartido con SURCOS por el autor.

¿POR QUÉ DESTRUCTORES Y MALANDRINES? (II)

Adriano Corrales Arias*

La contrareforma neoliberal aprovecha la ventaja comparativa de un gobierno supuestamente popular con un presidente que recibe apoyo mayoritario. Se apresura a concretar la ruta iniciada hace más de cuarenta años: desestructurar y privatizar el Estado Social de Derecho. La clausura ha iniciado por las secciones más sensibles: cultura, educación y salud. En estos artículos me ocupo de la primera, la fundamental según mi criterio, puesto que la cultura, en su acepción más antropológica, es la argamasa de toda sociedad. Me limito, claro está, a la institucionalidad construida en nuestro país para difundir y promover “cultura” desde el gobierno central.

El actual Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) es un híbrido encabalgado entre el modelo difusionista de las bellas artes proveniente de la socialdemocracia liberacionista aupado por el socialcristianismo, con una “nueva visión” de la cultura en su sentido más antropólogico, aunado a una visión neoliberal de la gestión artístico/cultural: un verdadero ornitorrinco. Me explico: el estado benefactor, con la contrareforma neoliberal iniciada en los años ochenta del siglo pasado, fue desmontándose de a poco con una pugna entre el originario difusionismo socialdemócrata, la regionalización y la cogestión neoliberal. Es decir, al lado de quienes al interior conciben la cultura como una práctica más antropólogica y nacional, perviven los que conciben la cultura como la promoción y difusión de las llamadas bellas artes y, sobre todo en las últimas administraciones liberacionistas y del PAC (son las mismas, ¿no?), quienes creen que hay que recortar el estado y dejarle esas tareas a la iniciativa privada, a las industrias culturales.

No hay duda de que el principal objetivo de la presente administración es finalizar la contrareforma neoliberal, acelerada en los últimos desgobiernos, enterrando de una vez por todas el Estado Social de Derecho al constreñir sus principales funciones y privatizar sus tareas estratégicas (salud, educación, seguridad, telecomunicaciones, banca, entre otras). Las primeras medidas para el recorte fiscal se orientaron hacia el empleo público y la contención del gasto en términos de servicios; nada sobre la evasión y elusión fiscal ni el pago de intereses de la deuda, auténticos disparadores del déficit. Todo ello indicaba que Cultura también estaba en la mira del empequeñecimiento estatal, toda vez que no es un ministerio importante para la hacienda pública (en manos neoliberales), a pesar de que el anterior presidente fuese “escritor” e intelectual progre procedente de la universidad pública, lo mismo que su predecesor.

Quedaba claro entonces que, para realizar reformas en ese ornitorrinco/elefantito blanco vallecentralino, había que arrancar otras reformas a nivel económico y político. Dicho de otro modo, se precisaba de un proyecto país que definiera si se trataba de una verdadera “revolución cultural” (visión del progresismo PAC) o de la defensa del Estado Social de Derecho con toda la institucionalidad instalada en términos socioculturales. Lo práctico, entonces y ahora, por obviedad, era la defensa de lo construido, es decir, la protección de los derechos laborales de los funcionarios de cultura y de todo el estado, así como la revitalización del mismo a través del cobro real de los tributos persiguiendo a evasores y elusores fiscales tal y como corresponde. Y claro, consolidar las entidades artísticas descentralizadas con las demás instancias de promoción cultural.

La otra discusión que hace algunos años proponía, giraba en torno al modelo a seguir de acuerdo a las Políticas Culturales vigentes, así como las reformas legales que se precisaban para robustecer un ministerio minimizado, difusionista y paternalista concebido para “artistas” y gestores del valle central; acaso un poquito de folclor y turismo para las regiones periféricas. Es decir, se trataba de reconceptualizar en profundidad lo que debíamos entender por CULTURA, así como las políticas y la estructura administrativa de cara a los grandes desafíos y necesidades que tenía y tiene el país, especialmente en las regiones periféricas con énfasis en las marginales, tales como las costas, las altas montañas, el norte/norte y el sur/sur. Para ello debía pensarse en una estrategia de lucha que involucrara, ya no solo a los artistas y trabajadores de la cultura, sino también a empleados públicos, sobre todo de la educación, y a trabajadores organizados en general.

Se trataba de una alianza entre sectores de trabajadores públicos con la posibilidad de desarrollar una estrategia de lucha para la defensa del estado costarricense en su mejor modelo de planificación y acción social diversificada. Dicha alianza debería pasar por acuerdos con universidades públicas, educadores medios y primarios (organizaciones gremiales y colegiaturas), municipalidades, asociaciones de desarrollo comunal, casas de la cultura y grupos artístico/culturales locales. Todo un reto entonces y todavía, aunque ya el rancho arde sin que se vislumbre oposición organizada alguna. La contrarreforma neoliberal ha golpeado tanto a la sociedad civil que los temores, la desconfianza y la inseguridad nos mantienen atomizados y sin arrestos para la pelea. El reflujo es total.

*Escritor

A las puertas de un cambio Histórico

Edgar Chacón Morales

Edgar Chacón Morales
Mayo de 2023

El cambio en el nuevo orden mundial tendrá que ver más allá de cuestiones económicas, políticas y militares. Es un cambio más profundo, más amplio y determinante. Desde los griegos, desde Alejandro.

Algunos milenaristas tal vez dirán que estamos ante un cambio de era.

En la Escuela primaria nos enseñaron que luego de la prehistoria, la historia se divide en cuatro edades, la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea.

La Prehistoria va desde hace tres millones de años, hasta la aparición de la escritura; la Edad antigua, desde el 3,500 aC, hasta la caída del Imperio Romano (s. V); la Edad Media, desde el siglo V, hasta el descubrimiento de América siglo XV; la Edad Moderna, desde el siglo XV, hasta la Revolución Francesa (s. XVIII); la Edad contemporánea hasta la actualidad. (Elia Tabuenca).

Visto así, la Edad Antigua, que comprendió las influencias de otras civilizaciones, se cierra en Europa, con el Imperio Romano y el peso relativo de la Historia hasta nuestros días, se abre en Europa. Entonces, el centro de la Historia, hasta ahora, ha sido Europa y Estados unidos, la civilización occidental y cristiana, con puntos secundarios en Asia y África.

Ahora, ese centro se mueve y además, ya no habrá un solo centro o polo, estamos a las puertas de que termine la centralidad europea y estadounidense en la Historia.

Hay un cambio en el peso relativo de las capitales políticas mundiales y se avizoran: Pekín, Moscú y Washington. En el futuro puede estar presente Nueva Delhi.

Así también en las capitales financieras, en las que es indudable la presencia de Shanghái.

Esto conlleva un cambio en quiénes hacen la Historia y quiénes la escriben, quiénes la registran. Dicho en otras palabras, en la Historia que se conoce, en la Historia que se enseña y divulga y en la que existe y prevalece.

Por lógica, esto deberá traer un cambio también, en cómo se construye el conocimiento histórico, quiénes participan en esta tarea.

Hay motivos de esperanza y optimismo, para que la Historia ya no sea más la Historia del genocidio, el saqueo, el despojo, la esclavitud, la discriminación que lleva a injusticias, el oprobio y otras aberraciones antiguas, medias, modernas y contemporáneas.

En cuanto a Nuestra América, se dice: fulano de tal parte, fue el conquistador de tal lugar y la Historia del pueblo de ese lugar, es de ahí para atrás. De ahí para adelante es la Historia del país que sojuzgó, el país que resultó y el pueblo sojuzgado.

Y se ensalzan los héroes metropolitanos y se les llama bandidos, a los que opusieron resistencia.

De los pueblos vencidos, sólo se recuerdan tumbas, pirámides, estelas, monolitos y leyendas. Se construyen templos sobre templos; dioses sobres dioses y mitos sobre mitos, o a lo más, se hacen sincretismos.

Se recordarán historias, anécdotas y datos de algunos personajes de los vencidos, pero sólo serán eso en la Historia oficial.

Un cambio en la legitimidad, en el derecho y en la ética. Geo cooperación vrs. geo explotación y saqueo

Actualmente, algunos actores en el plano internacional justifican sus procederes, con base en principios, valores, que según ellos los legitiman, por lo tanto, son éticas y les dan derecho de ejecutarlas.

De acuerdo con esto, por ejemplo, USA/G7/OTAN, ejecuta una acción política en un país, justificando que es para restaurar o preservar la democracia, o la libertad, por lo cual tiene el derecho de hacerlo, de acuerdo con el “orden internacional basado en reglas”, lo que le da legitimidad a la acción y por lo tanto es ética.

Pero hay reglas y organismos internacionales, que pueden ponerse en el tapete del cuestionamiento y por lo tanto los procederes que con base en ellas se legitiman, por ejemplo, la Organización de Naciones Unidas, la Unión Europea.

¿Es legítimo y ético que USA/G7/OTAN invada países, amenace y desestabilice la paz mundial, según sus conveniencias, con base en lo que esgrime y por lo tanto: tiene el derecho de hacerlo?

¿Es legítimo, justo y ético y por lo tanto fuente de derecho, que el mundo occidental y sus instituciones sean emisores y reguladores de la conducta mundial?

Eso está en cuestionamiento, y por lo tanto se avizoran cambios en este orden.

Estamos entonces también ante cambios en el ser, hacer y pensar de grupos y personas y en la convivencia.

Para que este cambio se realice, tenemos que poner de nuestra parte. Un esfuerzo enorme es el desapego a figuras e iconos. Todo aquello que tiene que ver con el esfuerzo nuestro por no ser parte más, del área de influencia del colonialismo ideológico, creer que podemos construir nuestro ideario y construirlo.

Una batalla dura es contra todo aquello que nos inculcan por los “medios de comunicación”; todo aquello que nos llama al engaño de los falsos miedos y las falsas realizaciones; todas las mercancías materiales e ideológicas que nos “ponen” a consumir.

La trampa del consumismo no está sólo en consumir, sino también en olvidar. Por ejemplo, la trampa de la moda no está sólo en lo explícito: comprar, desechar, volver a comprar y volver a desechar, hasta el infinito; sino también en lo implícito: una moda borra la anterior (que tal vez volverá después, pero desarticulada).

Desarticular nuestra historia, la continuidad de nuestra vida, pensamientos y acciones y la desarticulación entre generaciones.

Que no haya memoria; que se le dé la espalda a las luchas y los logros; que una generación no se dé la mano con la otra; la compulsión es a hacer un corte, borrar; todos los días, borrón y cuenta nueva, sin memoria.

Entonces la experiencia no cuenta, cuentan las mentes nuevas por alienar.

Además, que unos pueblos no se den la mano con otros. Así no tendremos pasado ni futuro, sólo presente consumista y que se agota en sí mismo.

En cuanto a los países al sur del río Bravo, que nuestro nacimiento fue en el marco de la independencia del colonialismo europeo.

Contradiciendo el conocido refrán, “Más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer”, podemos estar ante una situación distinta:

Más vale ignorancias y miedos por dejar y oportunidad nueva y propia por construir, que tragedia vieja, segura y conocida, por seguir padeciendo.

Sin cultura no hay democracia

Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli

En otras oportunidades lo he expresado, sin cultura no hay democracia. Por eso, como bien lo ha dicho el recientemente galardonado pensador italiano Nuccio Ordine “los políticos matan la cultura porque desprecian la cultura, pero también porque le tienen miedo”

La primera actitud se debe, como lo han dicho muchos pensadores humanistas de nuestro tiempo, porque consideran útil solo aquello que genera utilidades o ganancias y creen, por lo tanto, que la cultura es inútil. Es la visión materialista y utilitarista de los políticos que, encumbrados al dominio del mundo y por ende del país, por las grandes corporaciones internacionales y sus ramificaciones nacionales, ven en la ganancia y el lucro su única meta. En otras palabras, cumplen a cabalidad las ordenes de su amo. Hace un par de siglos, con visión de futuro, el pensador Giacomo Leopardi veía aquel siglo XIX como soberbio y estúpido, en el que la política y la estadística se sobreponían a las humanidades. ¿Qué diría al ver la situación en nuestro tiempo? Posiblemente adjetivos como soberbio y estúpido, quedarían cortos.

Para muchos de políticos y poli-ticos jugando a tales, hoy tratan de confundir los términos gobernabilidad con gobernanza, pues el primero es el arte de gobernar pensando en el bien común, no en el afán de lucro; el segundo es un concepto sacado de la visión gerencial de las empresas, cuya satisfacción se mide en el rendimiento a favor de la ganancia como ahí corresponde, pero que no es aplicable a la gobernabilidad o arte de gobernar un pueblo. Como bien dice Tzvetan Todorov en “Los Enemigos Íntimos de la Democracia” lo que buscan es sustituir el gobierno de los hombres por la administración de las cosas, aplicando las técnicas de management “que deteriora la vida social y psíquica de las personas a las que se aplica, pero solo mejoran marginalmente los resultados de las empresas”.

Pues bien, estos nuevos “gobernanzos” o “gobermensos” ven en la cultura algo inútil, que no genera ganancia ni riqueza; por ello ahora se han inventado otro tema: la economía naranja. Con ella quieren darle a la cultura un sentido utilitario, que genere beneficios. Dicho así, parece interesante y hasta aceptable. Pero el común de los ciudadanos y hasta muchos involucrados en el mundo de la vida cultural, generalmente necesitados de recursos económicos para realizar sus obras, no se dan cuenta que esa “economía naranja” implica también la aceptación de otro concepto impuesto por los nuevos “gobernanzos” que hablan de la “industria de la cultura”. Es decir, la acción cultural en cualquier campo que se desarrolle debe verse como un producto industrial capaz de generar ganancias y para ello, eso sí, necesitan de una buena “gobernanza”. Entonces, ¿dónde quedan aquellas actividades en las que lo importante es el desarrollo de la inteligencia, la mente, el espíritu humano en las cuales la ganancia mercantilista no es su esencia ni tiene importancia? Como decía el ex Presidente don Ricardo Jiménez…en el pudridero de la Historia. Porque para ellos la cultura vista así, sin utilidad, se vuelve inútil; los nuevos creadores deben “pensar sus obras” con sentido de mercado, para que sean apetecibles a los nuevos mecenas que ven en ellas una posible ganancia, un posible beneficio, gracias al trabajo de esa nueva clase obrera sin libertad en una sociedad “corrompida por la dictadura del beneficio” (Ordine N.)

Por eso es necesario demostrar que la importancia de la cultura, o como lo llama Ordine: la utilidad de lo inútil y es que, precisamente, no hay poder económico que pueda comprar la verdadera libertad del pensamiento que crea el conocimiento. Cuando la creatividad, inquietud y búsqueda de la verdad queda supeditada al interés y el gusto del mecenas, todo se pierde, la cultura debe ser la gran creadora de sociedades libres, sin ella nos convierten en una sociedad sojuzgada y limitada a los “valores” que imponen desde los medios de comunicación y sistemas educativos.

Esa es la otra razón por la que, no solo desprecian la cultura, sino que le tienen miedo. Tradicionalmente los políticos no gustan del pensamiento libre que les contraponga algunas ideas a las que ellos exponen, con contadas excepciones, aunque en democracia no les queda más remedio que aceptarlo pues en dicho sistema político es fundamental. Sin ese contraste de ideas o la falta de cuestionamientos serios, la democracia fallece. Precisamente uno de los mayores pecados de la globalización y el globalismo, es la imposición del llamado: pensamiento único, es el nuevo credo que empieza con: creo en el marcado, como el nuevo dios, creo en la banca, como su templo, creo en la desregulación, como el mejor sistema, creo en la libertad para mí negocio, no para lo demás…y así podemos seguir largo rato.

Para ellos la cultura es peligrosa, pues crea hombres y mujeres libres capaces de tener sus propios criterios, puntos de vista, intereses contrapuestos, ambiciones legítimas, deseos de vivir su propia vida y no la que les imponen desde los altares del poder o de los oráculos mediocres y programas de los medios de comunicación. Si, la cultura es un peligro, por eso prefieren seguir viéndola como algo inútil que puede desecharse.

En los últimos años ha surgido un enemigo más peligroso, dañino y devastador para la cultura: los autócratas o aspirantes a serlo. La mayoría de las veces surgen como jugadores nuevos, fuera de las estructuras tradicionales o “outsider” como dicen en inglés, o un “colado” a la tica. Estos fulanos han accedido al poder por medio de las formas electorales que les brinda la democracia, pero en el sótano de sus inescrupulosos sentimientos la odian, y desean destruirla. No importa sin son del Norte, del Centro o del Sur, de la vieja derecha o izquierda, ateos o creyentes, da igual, todos son Coyotes de la Misma Loma, como los llamo en mi libro. Lo único que desean es el poder para su beneficio, el de sus amigos y circulo cercano, que vengan a sustituir a los anteriores detentadores de él. Para ellos la cultura es fatal, porque lo primero que se suprime es el derecho a pensar, montando conferencias de prensa a distra y siniestra como teatro bufo para engañar al pueblo (Chávez o Maduro de Venezuela, López Obrador en México, Bukele de El Salvador y el Chaves costarricense).

En Costa Rica uno de los mayores atentados a la democracia, de muchos que ya se han dado, es el desmantelamiento y destrucción del Ministerio de Cultura y Juventud. Con el nombramiento de una persona sin curriculum conocido, no le ha importado hacer el “ridiculum” público, para satisfacer a su jefe con aires de autócrata y acabar con todas las políticas culturales que han sido rica herencia de valiosas gestiones del pasado. Para citar dos nada más, resulta incomprensible el cierre de hecho del Archivo Nacional, no solo por el acervo histórico que representa, sino porque es de utilización diaria de todos los notarios del país para miles de trámites de carácter judicial y legal; o la paralización de la Orquesta Sifónica Nacional orgullo del país a nivel mundial, y ni qué decir del peligro en que se han puesto las ferias de libros, realizadas conjuntamente con el Ministerio y así muchas otras actividades.

Pero reviste especial gravedad el hecho que, ante el rebajo presupuestario de 4000 millones de colones en el presupuesto para el año 2024, otro enemigo reconocido y declarado de la cultura como el ministro de Hacienda Nogui Acosta lo justifique diciendo que, al no utilizarse esa suma en el 2023, por la lógica utilización efectiva de los recursos, simplemente lo rebajaron, evidente mentalidad de “gobernanso o gobermenso”

Entonces veamos el otro lado de la moneda, la señora Nayuribe Guadamuz Ministra de Cultura, lo único que puede mostrar es su accionar también autoritario, despidiendo a más de veinte funcionarios de alto rango del Ministerio, por el pecado de haber mostrado sus desacuerdos con ella: pero no ha logrado concretar un solo proyecto de importancia para el país. Por el contrario, con su manera de proceder, está más apegada a las políticas propias de los autócratas de acabar con los organismos promotores de la cultura, por ser un camino efectivo para acabar con la democracia. ¿Será eso lo que buscan en este gobierno del “des-chave”?

Baruch Spinoza. Más allá de un Dios de terribles castigos o premios

Samuel Hirszenberg; Spinoza excomulgado, 1907 (detalle)

Juan Jaramillo Antillón

La actividad más importante que un ser humano puede alcanzar es aprender a entender, porque entender es ser libre.

(Baruch Spinoza)

Nació en 1632 en Ámsterdam, Países Bajos, y falleció en 1677 a la edad de 43 años, debido a tuberculosis, cuando estaba traduciendo al holandés el Antiguo Testamento.

De origen judío-hispánico, sus raíces familiares se encuentran en Espinosa de los Monteros. La familia fue expulsada por judía, por los Reyes Católicos de España, por lo que se trasladaron Portugal y luego, por otra persecución, se fueron a Ámsterdam. Sus amigos lo admiraban por su inteligencia y bondad.

Desde joven prefería pasar el tiempo en la sinagoga aprendiendo sobre religión, estudiando la Biblia y la historia del pueblo judío. Sus primeras dudas sobre la verdad absoluta de la Biblia surgieron al estudiar el pensamiento de filósofos judíos como Ibn Gebirol y la forma como este identificaba a Dios con el universo. Luego con Hasdai Crescas, quien creía que el universo material era el cuerpo de Dios.

Estudió latín para ampliar sus conocimientos y poder leer sobre la religión cristiana y porque había traducción al latín de los pensadores griegos, Platón, Aristóteles, Demócrito, Epicuro, Lucrecio. Se interesó por la vida y hechos de Giordano Bruno condenado por la «santa» Inquisición y quemado vivo. Las ideas de él, de que toda la realidad no es más que una sustancia, una causa, un origen; de que Dios y esta realidad son una misma cosa; de que espíritu y materia son una cosa y, además, de que toda partícula de la realidad se compone inseparablemente de lo físico y lo psíquico, lo impregnaron para toda su vida. También influyó en él Descartes, cuya noción central era la primacía de la consciencia, «pienso, luego existo» (Cogito ergo sum), y su explicación del mundo por leyes mecánicas y matemáticas. Así mismo, sobre que todo aquello que existe o sucede se puede deducir mediante la ayuda de una serie de premisas lógicas e indudables, desde una base puramente científica, algo que creen muchos en los tiempos modernos.

Con el tiempo, estuvo en desacuerdo con Descartes ya que Spinoza entró en una concepción religiosa del mundo al plantear su duda de la siguiente manera: «Si todo lo que tiene lugar en el universo se puede explicar a partir de una serie de leyes científicas y ecuaciones matemáticas, ya no es preciso atribuir a Dios ningún papel en este proceso», en cambio, Spinoza creía que: «Dios es la causa de todas las cosas, las cuales forman parte de él». Se aprecia que esta es una concepción panteísta.

Es considerado aparte de teólogo y político uno de los tres más importantes filósofos racionalistas al igual que Descartes y Leibniz. Hegel, Schelling y otros filósofos lo consideraban el padre del pensamiento moderno. Albert Einstein lo admiraba mucho y decía que el Dios bondadoso y que respetaba a los seres humanos de Spinoza era el suyo, aunque Einstein no creía en el panteísmo. El famoso matemático, filósofo y Premio Nobel de la Paz, Bertrand Russell, lo consideraba, el más noble entre todos los filósofos.

Escribió un Tratado teológico político donde criticaba a la religión judía y la cristiana.

Señalaba que el lenguaje de la Biblia es metafórico y alegórico, con descripciones exageradas, su objetivo no era convencer por medio de la razón, sino mediante la imaginación. Por ello la gran cantidad de milagros hechos por Dios para el pueblo judío, el elegido de Dios.

Él creía en un Dios omnipresente, omnipotente e infinito, concluyendo que no hay nada que no forme parte de Dios. Por cierto, Newton respecto a esto señalaba que Dios creó el conjunto del universo para, a continuación, dejar que este se desarrollase por sí solo de acuerdo con unas leyes que habría dispuesto, leyes que él como científico descubrió y que llamó de la gravitación universal y otras. Spinoza estaba también en desacuerdo con eso, ya que, no podía concebir que Dios exista por un lado y el universo por otro, como dos realidades inconexas, ya que, para él, si Dios es infinito como afirman las religiones y si se separa a Dios del mundo, estaría poniéndole límites al carácter infinito de Dios.

Su Dios nada tiene que ver con el primer motor de Aristóteles ni con el Dios personal de cristianismo. Él estaba contra todas las concepciones antropomórficas de Dios. Dios actúa por entero en los fenómenos con absoluta necesidad. Dios como única substancia y causa inmanente de toda realidad es perfectamente racional y no emana de la naturaleza, sino que se identifica con ella. Con eso él aceptaba que Dios se encuentra presente en la totalidad de lo creado en la naturaleza. Dios no está fuera del mundo, ni está en el mundo, sino que él mismo es el mundo. Eso significa que el universo físico es el cuerpo de Dios. Dios y la naturaleza son una y la misma cosa. El ser humano a pesar de ser una criatura finita posee esa misma naturaleza y a nadie se le ocurriría pensar que el cuerpo y el alma trata de dos personas diferentes. La tradición judía enseña que el cuerpo viene a ser la forma exterior del alma. Esta es una concepción muy especial del hombre y el universo.

Él pudo escribir sus obras muy contradictorias por residir en Holanda (Países bajos), el país más tolerante del mundo de su tiempo. En cualquiera otro lo habrían encarcelado o asesinado.

Por su manera de pensar, fue rechazado y perseguido por la comunidad judía de su tiempo, ya que se escandalizaron por su visión panteísta del mundo, siendo expulsado de la comunidad judía de Ámsterdam. Rechazaron el que él afirmara que Dios tiene como cuerpo el mundo material, que el alma podía ser meramente vida, que no existen los ángeles ni la inmortalidad del ser humano. Fue excomulgado, se les prohibió a todas las personas de la comunidad judía tener contacto con él, sus amigos se alejaron y hasta su padre, un rico comerciante lo abandonó. Se le prohibió la entrada las sinagogas. Solo y aislado, sin profesión. Un comerciante en lentes le enseñó a pulirlos y de eso vivió.

Era considerado en su tiempo «un libre pensador», uno de los precursores de «la libre expresión de las ideas». Creía que la libre expresión de estas es imprescindible para mantener el orden social, pues, en un mundo gobernado por la razón, «cada persona debe poder pensar lo que quiera y decir lo que piensa y los que atentan contra la libertad son aquellos que, en una sociedad libre, pretenden coartar la libertad de pensamiento de los que se resisten a aceptar una tiranía».

Es posible que haya sido el primer filósofo en postular, un siglo antes del inglés Locke, la libertad de expresión como base de la convivencia pacífica, como la posibilidad de progreso y el verdadero objetivo de un gobierno.

Para él era necesario proteger y asegurar las prerrogativas de los ciudadanos, englobándolos en los fines para los cuales surgió la sociedad, al concederle la soberanía popular (el poder) al gobierno, estos deben recibir seguridad y protección. El Estado no puede esclavizar el pensamiento individual ni la libertad, ya que eso sería sojuzgar a la razón. El ciudadano debe ser capaz de imponerse él mismo el dominio de la razón y nunca será esclavo. El problema es que pueden existir formas imperfectas de Estado y que les impiden realizar sus verdaderos fines. La religión no persigue o tiene por fin conocer la naturaleza de las cosas, sino solo aleccionar al hombre sobre su vida moral. Por eso, ni la religión ni el Estado deben atentar contra la libertad de pensamiento.

Respecto a cuál era la mejor forma de gobierno, él contestaba: existen el monárquico, que es tiránico y mantiene engañados a los hombres, y los controla; el aristocrático gobierno de unos cuantos; y el democrático, para él, este últime, es el más natural, y a la vez el que garantiza la libertad de sus súbditos.

Él no creía en el libre albedrío y en el azar, pues creía que todo sucede por necesidad, nada sucede casual o accidentalmente, la suposición de que el hombre tenga voluntad libre es una ilusión. Toda decisión que toma y acto que realiza están determinados.

Puede también ser considerado uno de los defensores de la naturaleza. Él señalaba que «no se puede ir en contra de la naturaleza pues esta se asienta sobre un orden fijo e inmutable» e ir contra ella es ir contra nosotros mismos. Además, la existencia de la naturaleza no depende de nada, excepto de su propia esencia. El problema es que, como ya se señaló, él consideraba que hay una sola sustancia a la que se puede llamar Dios o naturaleza, que engloba todas las cosas.

Notas

Durant, W. (1978). Spinoza. Historia de la Filosofía. México: Editorial Diana.
Geymonat, L. (1985). «Hobbes y Spinoza». En: Historia de la Filosofía y de la Ciencia. Madrid, España: Editorial Crítica. pp. 167-183.
Hampshire, S. (1973). Spinoza. Madrid, España: Ediciones Doncel.
Hartnack, J. (1987). «Naturalismo de Spinoza». En: Breve Historia de la Filosofía. Madrid, España: Ediciones Cátedra, S. A., pp. 107-120.
Magge, B. (1999). «Spinoza». En: Historia de la Filosofía. Barcelona, España: Art. Blume, S. L., pp. 90-95.
Spinoza, B. (2002). Tratado teológico-político. Barcelona, España: Ed. Folio.

 

Publicado en https://www.meer.com/es/73521-baruch-spinoza y compartido con SURCOS por el autor.

¿POR QUÉ DESTRUCTORES Y MALANDRINES? (I)

Adriano Corrales Arias*

Adriano Corrales Arias

Circula la noticia de que la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica (OSNCR) dejará de existir por falta de recursos financieros. Lo mismo sucede con el Ministerio de Cultura y Juventud, el cual, de seguro, será clausurado. Es la crónica de una muerte largamente anunciada, como trataré de evidenciar en este y dos artículos más. Lo cierto es que la contrarreforma neoliberal, iniciada hace más de cuarenta años, cuya ruta es la desestructuración del Estado Social de Derecho, está culminando su arremetida ingresando por las áreas más sensibles del alma patria: la cultura y la educación. Para ello ha diseñado gobiernos como el actual, plagados de incompetencia, ignorancia, charlatanería y un odio esquizofrénico hacia lo público. Es la cultura de la cancelación y de las anti humanidades.

La OSNCR fue fundada el 31 de diciembre de 1940 gracias a los oficios de la entonces primera dama de la República, Ivonne Clays Spoelders, los hermanos Reyes Calderón, el músico uruguayo Hugo Mariani y el violinista Alfredo Serrano. En ese año, bajo la batuta del mismo maestro uruguayo Mariani y con cuarenta músicos, la así bautizada “Orquesta Nacional” realizó su primer concierto en el Teatro Nacional. En 1942 el presidente de la República, Rafael Ángel Calderón Guardia, le otorga una subvención mensual a la agrupación, así como el rango de Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica, luego de agudas carencias financieras en los primeros años de su existencia.

En 1970, con la creación del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) durante la tercera administración del presidente José Figueres Ferrer, maduran las condiciones para que la entidad adquiera el perfil y el rango artístico de auténtica orquesta sinfónica profesional, mediante la reforma y reorganización impulsadas por don Alberto Cañas, primer ministro de Cultura, apoyado por su viceministro Guido Sáenz. Actualmente es considerada una de las mejores orquestas de Latinoamérica; en noviembre del 2017 fue galardonada con el Grammy Latino en la categoría de “Mejor álbum de música clásica” por su disco Música de Compositores Costarricenses Volumen 2. Sus álbumes Bossa Nova Sinfónico y Música de Compositores Costarricenses Volumen I también fueron nominados al Grammy Latino en los años 2013 y 2014.

La orquesta está integrada por setenta y dos músicos profesionales, 87 % de los cuales son costarricenses, la mayoría como estudiantes de su Programa Juvenil. Ha efectuado giras nacionales e internacionales por Asia, Europa, Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. La agrupación realiza cerca de ochenta conciertos al año, cuenta con once producciones discográficas y es una de las instituciones culturales más prolíficas del país. En el año 2022 más de veintisiete mil personas asistieron a las presentaciones que ofreció en diversos escenarios costarricenses. Recientemente se ha presentado con el conocido cantante italiano Andrea Bocelli, el violonchelista Gary Hoffmann, el violinista Philippe Quint y la flautista Jasmine Choi, así como con los directores Shlomo Mintz, Giancarlo Guerrero, James Judd, Mark Laycok y José Serebrier, entre otros.

He allí la institución que el actual gobierno, recipiente, resultado y disparador de las políticas neoliberales de los últimos cuarenta años, desea clausurar alegando la cacareada y falaz crisis fiscal. Pero no es sólo la OSNCR lo que desean clausurar (¿y privatizar?). También se cerraría el Sistema Nacional de Educación Musical (SINEM) creado en el 2007 y ratificado mediante decreto en el 2010 con el afán de estimular el desarrollo humano a través de la música. Es un órgano de desconcentración mínima del MCJ, con personería jurídica instrumental, encargado de promover la creación y el desarrollo de escuelas de música, programas orquestales y programas especiales de promoción de la música. Al día de hoy cuenta con veinte escuelas distribuidas en el territorio nacional con los siguientes programas especiales: Atención de Primera Infancia, Música con Accesibilidad para Todos – para personas con necesidades educativas especiales – y Programas de Atención Prioritaria, ubicados en diversos puntos del país.

Como se ve, la contrarreforma es una auténtica contrarrevolución cultural. Desea cerrar las instituciones artísticas y culturales existentes con el ánimo de hacer tabula rasa sociocultural y educativa para continuar martillando con el discurso único del mercado total, léase totalitario. La voracidad de un pequeño grupo no repara en la salud emocional y espiritual de una población que, hasta hace poco, se ufanaba de presentar como la “más feliz del mundo”. Ni se diga de la salud física porque lo mismo sucede en el mundo productivo y laboral. He allí el verdadero significado de la malhadada y grotesca frase “comerse la bronca”. La meta es convertir a Costa Rica en el país desigual y pobre de la primera mitad del siglo XX, pero ahora con una población cinco veces mayor.

*Escritor