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11 de abril, Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson

Dr. Franz Chaves Sell
Especialista en Neurología
Académico de Número de ACANAMED

En 1997 la Organización Mundial de la Salud proclamó el 11 de abril como el Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson, fecha que coincide con el natalicio de James Parkinson, un neurólogo británico que en 1817 describió lo que en aquel tiempo se llamó parálisis agitante (An Essay On The Shaking Palsy) y que hoy conocemos como enfermedad de Parkinson. Era hijo de John Parkinson, boticario y cirujano que ejercía en Hoxton Square en Londres y el mayor de cinco hermanos.

En 1783 se casa con Mary Dale, con quien tiene ocho hijos, dos de los cuales no sobreviven más allá de la infancia y meses después se hace cargo de la clínica de su padre.

Parkinson fue un firme defensor de los desfavorecidos y un crítico abierto del gobierno británico en su época. Se involucró muchísimo en causas sociales y revolucionarias como la Revolución Francesa y el sufragio universal e incluso fue arrestado por lo menos en una ocasión.

Fue también un gran clínico y escribió diferentes artículos de medicina sobre temas tan diversos como la Apendicitis.

El diagnóstico de la enfermedad desde entonces sigue siendo fundamentalmente sintomático, en el predominan los síntomas motores, los cuales llevan a las personas a buscar diagnóstico y tratamiento.

Estudios de gabinete muy sofisticados y normalmente disponibles solo en centros dedicados a la investigación, pueden aportar datos relevantes en el diagnóstico, como imágenes de tomografía axial computarizada y resonancia magnética para rastrear la disfunción neuronal de dopamina, el cual es el principal neurotransmisor involucrado.

Los síntomas suelen aparecer de forma muy sutil y a medida que la enfermedad avanza se vuelven más evidentes. Los primeros y más obvios son temblor, rigidez, lentitud de movimiento, dificultad para caminar, muchas veces con tropiezos y caídas frecuentes, pero también si se hace una historia exhaustiva, casi siempre se encontraran problemas cognitivos y conductuales como ansiedad y depresión. En etapas avanzadas, alrededor de uno de cada diez personas afectadas pueden desarrollar un cuadro de demencia semejante a la Enfermedad de Alzheimer. Los hombres se ven más afectados que las mujeres en una proporción de alrededor de 3:2 y cuando inicia en personas antes de los 50 años, se denomina EP de inicio temprano.

Aun hoy desconocemos la causa de la enfermedad pero tenemos claro que intervienen una combinación de factores genéticos y ambientales. Las personas que tienen un familiar afectado tienen un mayor riesgo de contraer la enfermedad, y se sabe que ciertos genes son factores de riesgo hereditarios. Los factores de riesgo ambiental reconocidos, son la exposición a pesticidas y traumas craneoencefálicos recurrentes como los observados en deportes como el boxeo, entre otros, mientras que por otro lado algunos estudios han mostrado que el fumar tabaco y beber té y café, podrían reducir ligeramente el riesgo de padecer la enfermedad.

El objetivo del tratamiento es reducir los efectos de los síntomas ya que no existe una cura definitiva y la piedra angular del mismo es la administración de levodopa (L-DOPA), precursor de la dopamina. Este medicamento puede ser utilizado solo o en combinación con otros agonistas dopaminérgicos, antidepresivos, etc.

Algunos señalan que el suministro de vitamina K2 en enfermos con Parkinson mejora la circulación de electrones, la actividad de las mitocondrias y la producción de energía.

La dieta y ciertas formas de rehabilitación y ejercicio como la bicicleta estacionaria han demostrado eficacia para mejorar los síntomas. La cirugía para colocar microelectrodos para la estimulación cerebral profunda se ha utilizado para reducir los síntomas motores en casos graves en los que los fármacos no son efectivos.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad de Parkinson afecta a 1 de cada 100 personas mayores de 60 años y se cree que para el año 2030 habrá unas 12 millones de pacientes con Parkinson. Las personas con esta condición que han aumentado la conciencia pública sobre la enfermedad incluyen al boxeador Muhammad Ali, el actor Michael J. Fox, el ciclista olímpico Davis Phinney y el actor Alan Alda.

Una página olorosa a muerte

Luko Hilje Q. (luko@ice.co.cr)

Cuando, cuatro días después de la batalla de Rivas contra el ejército filibustero, el Dr. Karl Hoffmann preparó la lista de los heridos en nuestras filas —un total de 300, más unos 140 muertos—, quizás no aquilató del todo el imperecedero valor histórico que tendría dicho documento.

De hecho, algunos renombrados historiadores criticaron —pienso que con bastante razón— lo lacónico que fue el informe de guerra enviado desde el frente de batalla por don Juanito Mora —presidente nuestro y comandante del Ejército Expedicionario— a su ministro de Guerra y Hacienda Manuel José Carazo Bonilla, mientras que resaltaron el documento de Hoffmann como el más prolijo de dicho episodio bélico.

He tenido la fortuna de sostener en mis manos los originales de ambos documentos, en el Archivo Nacional, al igual que otros igualmente impactantes, como aquel en el cual don Juanito comunica la muerte, debido al cólera, de su secretario personal Adolphe Marie y del valiente estratega militar Alexander von Bülow, aunque ahora se sabe que este último murió de disentería en Liberia. Lo cierto es que un inevitable escalofrío le recorre a uno el cuerpo, mientras discretamente le tiembla el pulso, de tanta emoción. ¡Documentos añosos, de inmenso valor testimonial, remitidos desde los escenarios de guerra, en medio de tanta tragedia y desolación!

Meticuloso como era él, en el documento suscrito por Hoffmann aparecen citados, uno por uno, los nombres de los 270 heridos que permanecían internados hasta el 15 de abril de 1856 en el llamado hospital de sangre —los otros 30 heridos estaban en varias casas—, que no era más que un improvisado albergue en la llamada casa de Maliaño, ubicada cuadra y media al noroeste de la plaza principal de la ciudad. Como buen alemán, al nombre de cada uno de ellos sumó su grado militar, su vecindario o lugar de origen, el tipo y lugar de la herida, así como la calidad o gravedad de ésta. Por ejemplo, me consta lo útil que fue esa lista al amigo historiador Raúl Arias para escribir sendos y notables libros sobre las acciones médicas en los campos de batalla y acerca de nuestros soldados en la Guerra Patria.

Encabezada por el capitán Juan Zamora, de Heredia, quien tenía una grave herida en el hombro, y culminada por el sargento Ramón Rodríguez, de La Garita, con una leve herida en el pie, esa lista es un crudo inventario de dolor y de sangre.

Cabe indicar que el segundo de la lista era el primer teniente Luis Pacheco Bertora, originario de San José, aunque vivía en Cartago, y que su estado era grave, tras recibir dos balazos en el pecho y uno en el hombro. ¡Y no era para menos! Él fue el primero en ofrecerse para incendiar el mesón en el que se albergaba William Walker con su Estado Mayor y numerosos filibusteros, y el único sobreviviente de tan riesgosa aventura, pues tras él caerían el nicaragüense Joaquín Rosales y el erizo Juan Santamaría, quien sí lograría su cometido.

De impecable caligrafía, se ha insinuado que esa lista fue escrita por nuestra heroína Pancha Carrasco —de quien se dice que fungió como enfermera durante la batalla—, pero hoy sabemos de manera fehaciente que ella no sabía leer ni escribir. Y, observándola con detenimiento, aunque guarde similitud en ciertos trazos, tampoco corresponde a la letra de Hoffmann, quien sí rubricó la lista, en su condición de Cirujano Mayor del ejército.

Mi hipótesis es que, como en esa época pocas personas sabían escribir y leer, lo hizo alguno de sus colaboradores inmediatos, como el ayudante de enfermería Carlos F. Moya, o quizás su paisano y también ayudante Rodolfo Quehl, aunque en un documento suscrito por éste he detectado notorias diferencias en la caligrafía. En fin…, ¡quién sabe!

Escrita en diez folios dobles, de un grueso papel celeste impreso con una especie de sello de agua grande en el centro —sin relación aparente con los emblemas oficiales de nuestro ejército—, esa lista es realmente conmovedora y provoca un profundo sobrecogimiento, pues cada uno de esos nombres de compatriotas o de generosos extranjeros, encarna un drama personal único dentro de lo que fue nuestra máxima gesta libertaria. Pero, si el dolor de esos seres concretos, de carne y hueso —y cada uno con su propia travesía vital recorrida a su manera—, es de por sí impactante, debo confesar que el clímax del estremecimiento me lo causó la página final, un tal folio 11, de tonalidad un poco más oscura, y ajena al cuerpo del documento.

Y no tendría mayor importancia que hubiera una página demás, impar, si no fuera por lo que dice. Se trata de una página sobrante, en la que varias personas, pues en ella se mezclan dos o tres tipos de caligrafías, realmente hermosas (¡vaya uno a saber de quiénes!, aunque ninguna es la de don Juanito), descargaron en sugestivas frases truncas, garabatos o tachones, el júbilo o la pena del momento. ¿Serían escritas en la propia Rivas, o en alguna oficina gubernamental de San José?

Ahí, tras la exaltación inicial “Gloria al Excelentísimo Juan Rafael Mora”, renglones más abajo aparece la frase “Mientras Dios nos favoresca triunfaremos”, y aún más abajo se lee “Juan Rafael Mora. En estos momentos acaba de llegar el parte de que el general”. Frase trunca, sin saberse si desemboca en muerte o victoria. ¿Cuál de nuestros generales sería? Y…, ¿qué le ocurriría?

Más adelante aparecen expresiones sueltas, como “amig”, en clara alusión a la palabra amigos, así como “Hipp”, sin relación alguna con Rivas pero sí con Punta Hipp o La Trinidad, en la confluencia de los ríos Sarapiquí y San Juan, y donde en la segunda etapa de la Campaña Nacional se libraría una terrible y fallida batalla para nuestras tropas, luego de una primera exitosa ahí mismo. Y también, tachado, el apellido “Schlessinger”, correspondiente al prepotente coronel húngaro Louis Schlessinger, quien dirigiera la invasión filibustera a Santa Rosa y de donde saliera vergonzosamente derrotado por nuestras gallardas tropas.

¡Rara mezcla de expresiones y de nombres, en esa curiosa página zonta! Pero me electrizó aún más esta sentencia, que está pocos renglones abajo: La muerte está pintada en todas”, la cual aparece tachada. Pero, como en una especie de refrendo, alguien más anotó al lado: “La muerte muerte está pintada”, y también la tachó. Interpreto que quisieron decir La muerte está pintada en todas partes”, quizás cuando ya el cólera —que empezó a causar estragos el 20 de abril— estaba aniquilando a nuestras tropas. Y, después, más expresiones inconexas o inconclusas, como: Gloria a Costa Rica”, “Gloria al al”, “Pero nuestro triun”.

¿Por qué escribir tantas incoherencias al final de un documento de carácter oficial? ¡Quién sabe! Yo imagino a una o dos personas —quizás en días separados, pero igualmente conmovidas— no para trazar palabras al desgaire, sino para descargar, en esa especie de improvisado ritual catártico frente al papel, todo ese crudo e implacable cúmulo de dolor, para así exorcizarlo.

Y, aunque estilísticamente no se trate de literatura formal, siento que la frase La muerte está pintada en todas [partes]”, tiene gran fuerza poética. Inevitablemente me llevó por los arcanos de la memoria a evocar aquel Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, lúgubre poema de tarde de toros en el que Federico García Lorca nos dijo con hondura lírica: Eran las cinco en punto de la tarde. / Un niño trajo la blanca sábana / a las cinco de la tarde. / Una espuerta de cal ya prevenida / a las cinco de la tarde. / Lo demás era muerte y solo muerte / a las cinco de la tarde.

Sí. Muerte y solo muerte, exactamente. Palabras y frases sueltas, dispersas o erráticas, no para aludir poéticamente a la parca —a esa muerte que de manera ineluctable deberá llegar un día—, sino desesperadas y desgarradoras, ante la descarnada brutalidad de su expresión multitudinaria entre la pólvora, las bayonetas y los sables, en las polvorientas calles de Rivas.

Y que alguien, transido de dolor, vació silencioso en ese trozo de papel, sin jamás imaginar que el profundamente angustioso gemido de su alma malherida tendría tanto eco como para resonar tan lacerantes, aún hoy.

Tribuna Democrática, 16-IV-2008

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Imagen ilustrativa.

Señor presidente, recobre la dignidad presidencial

Video de Óscar Aguilar Bulgarelli

El Presidente de la República después de la manifestación de los agricultores (29 de marzo de 2023), amparado por muchos sectores económicos y estudiantiles del país, en vez de referirse a sus quejas, a sus demandas, a sus argumentos —como corresponde a un presidente—, se dedicó a burlarse de ellos. Que si era un chop suey, que si era muy pequeña, que si era una manifestación política y no dijo nada sobre las quejas que le plantearon, con una actitud muy poco presidencial. La investidura presidencial, ese día, quedó por los sueños.

Y es que entonces, me hizo recordar que los autócratas tienen tres “P”. El populismo, la polarización y la posverdad. Bueno, nuestro pichón de autócrata, también tiene tres “P”: tiene la del palurdo, el que cree saber y no sabe nada; la del pachuco, que trata de bailarnos con sus pobres argumentos; y, por último, la del pedante, que presume saber y no sabe nada. Señor presidente, recobre la dignidad presidencial.

En corto y directo

José Luis Callaci

Las grandes ONG, principalmente usa-americanas, financiadas con ingentes recursos financieros de los dueños de la globalización en inglés, se han adueñado de muchas agendas, no solo en el tema ambiental sino en otros que tienen que ver con los derechos de ciertas minorías e incluso de temas de diversa índole, en cuenta sobre las políticas nacionales y la geopolítica.

Denunciarlo una y otra vez, y sin tapujos, se ha convertido en un imperativo. Tal vez con ello se logre evitar que mucha gente honesta pero incauta siga cayendo en esas trampas o puertas falsas establecidas para distraernos de los problemas comunes no resueltos que nos afectan.

Esa presencia no solo ignora o disimula el nefasto y omnímodo poder internacional impuesto, sino que incluso lo fortalece.

Por supuesto que nuestros Estados serviles terminan siendo los principales responsables de esa presencia al permitir que esas organizaciones ejerzan de hecho una especie de “gobernabilidad” en nada democrática, al estar vinculadas y ser obedientes a intereses ajenos que terminan siendo perniciosos para nuestras sociedades y países.

La soberanía nacional se defendió hace 167 años

José Luis Pacheco Murillo

Cada 11 de abril, en todo el territorio nacional de Costa Rica, se conmemora la Batalla de Rivas, Nicaragua, ocurrida en 1856 en el marco de la Campaña Nacional, y de la gesta histórica costarricense donde se recuerda el combate bélico entre el ejército nacional y las fuerzas filibusteras comandadas por William Walker; objetivo nacional de objetivo nacional de expulsar a los filibusteros de Centroamérica.

Es una conmemoración muy especial porque implica, no solamente un triunfo sobre el ejército invasor, que ya había sufrido una derrota tan solo días antes, el 20 de marzo de 1856 en la hacienda Santa Rosa, en Costa Rica, sino también porque de acuerdo con la historia fue un alajuelense el que logró quemar el mesón en el que se refugiaban los invasores. JUAN SANTAMARIA y por ello el haberle otorgado el título de HÉROE NACIONAL.

Hoy celebramos el 167 aniversario de aquella gesta en la que cientos de costarricenses dieron su mejor esfuerzo para expulsar a quienes pretendían dominarnos y esclavizarnos, algunos incluso su vida. A pesar de que hoy es 10 de abril, por una disposición legal se celebra tan importante fecha y mañana quizá pase desapercibida. Por ello el rememorarla hoy.

Por eso es por lo que hoy da coraje que después de semejante proeza, hayan venido traidores a la patria, a entregar nuestras riquezas a ese poder al que se expulsó en aquel momento. La soberanía nacional se defendió hace 167 años. Hoy eso solo se celebra, pero no se vive. Las actuaciones de muchos de los que nos han gobernado han sido serviles y entreguistas a los intereses foráneos.

Es urgente recobrar y recuperar el civismo, el nacionalismo, el amor por esta patria como el que tuvieron nuestros antepasados para defenderla a toda costa de esos que quieren adueñarse de ella y afectar a grandes sectores que claman por justicia y mejores condiciones de vida.

No es solamente celebrar. Es necesario asumir compromisos para mejorar lo que hoy tenemos y hacer homenaje a aquellos que dieron sus vidas por una Costa Rica libre, soberana e independiente.

Dios quiera que este 11 de abril sea un día de compromiso de aquellos que tienen puestos de liderazgo en cualquier nivel y que decidan entregar lo mejor de sí para que tengamos una mejor Costa Rica más justa, más próspera, más equitativa y más llena de diálogo y comprensión entre todos los que debemos aportar algo.

Los peligros de las redes sociales para niños y adolescentes

Trastornos de salud mental, comportamientos adictivos y autolesivos

Juan Jaramillo Antillón

Soy un cirujano y un escritor, no domino este campo de la comunicación, la psicología y la psiquiatría, sin embargo, me han inducido a escribir estas notas, los artículos publicados en el mundo y en mi país, por psiquiatras de renombre señalando el aumento de problemas mentales por el uso de celulares.

Está claro que los problemas de salud mental, que de por sí ya eran un serio dilema en muchos países del mundo, se agravaron con las consecuencias negativas emocionales causadas por la pandemia viral de la COVID-19 a millones de seres humanos.

Me impactó que se señale que, en Costa Rica, país con 5.5 millones de habitantes, investigadores universitarios, consideran que, al menos, 1.3 millones de costarricenses quedaron afectados por trastornos como ansiedad y depresión como resultado de la pandemia viral. Por otro lado, existe un claro déficit de psiquiatras a nivel mundial, lo que causa tremendos atrasos en la atención de los enfermos agudos y crónicos que solicitan consulta y con los servicios de emergencia de esa especialidad colapsados en los hospitales que dan este servicio.

Estoy de acuerdo totalmente en que Internet y sus redes sociales han traído muchos avances y beneficios de diferentes tipos al mundo, sin embargo, a la vez están causando serios problemas por la desinformación (fake news) que también traen.

El problema que planteo aquí es la repercusión que tienen las redes sociales o plataformas de Internet como Instagram, Facebook, TikTok, YouTube, etc. y, algunos de sus programas, dada la forma como los presentan, ya que afectan, sobre todo la salud mental de los niños y adolescentes. Se ha señalado que estas inducen a los niños y jóvenes entre 10 y 20 años o más, a volverse adictos a los mismos y a la propaganda que se da ahí de todo tipo.

El problema es tan grave que, en los Estados Unidos, han demandado a los dueños de Facebook, Instagram, TikTok y YouTube, porque sus programas fomentan la adicción de su uso entre las personas menores, ya que los algoritmos son diseñados para atraer a los jóvenes y conducirlos hacia contenidos extremos. Como resultado de eso los estudios se ven afectados por ausentismos y trastornos del aprendizaje y depresiones, ya que contienen mensajes que afectan su autoestima. Esos algoritmos de los programas conducen a los jóvenes trastornos de su salud mental.

La prensa internacional y artículos publicados de especialistas costarricenses señalan que, aparte de volverse adictos, esos programas les generan ansiedad y depresión y pensamientos autolesivos, llegando en algunos casos al suicidio.

Los especialistas saben que los adolescentes son muy vulnerables a la propaganda y a los ejemplos de las plataformas sociales, pues sus cerebros no están totalmente desarrollados y tampoco poseen la educación suficiente para distinguir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto y lo falso de lo verdadero de lo que ahí se dice. Se ha señalado por ejemplo que un programa de TikTok invitaba a vandalizar la propiedad escolar y a otros problemas. Y es que, en los Estados Unidos, las escuelas y colegios reportan que sus estudiantes sufren ataques de pánico, depresión y otros síntomas que trastornan su asistencia causando gran ausentismo y además, pobre asimilación de los conocimientos que ahí se imparten, con perdida incluso de cursos o años escolares.

En ese país se ha reportado una epidemia de suicidios entre jóvenes de 10 a 24 años, que se agudizó con la pandemia viral de los últimos años y se observó, además, que había relación con las redes sociales. Por otra parte, el 20% de un grupo de jóvenes estudiado, admitía haber tenido pensamientos suicidas, al extremo que la Academia de Pediatría de USA, a finales del año 2021, señaló la existencia de una «epidemia nacional de suicidios», existiendo un componente adictivo que trastorna el comportamiento de los adolescentes. Por esa razón en ese país el gobierno está iniciando los pasos para normatizar la forma de esos programas y su propaganda en las redes sociales en lo que respecta a los niños y adolescentes.

El periódico La Nación de Costa Rica señalaba en abril del 2022, que dos pequeños niños de tan solo seis años se intentaron suicidar intoxicándose con medicamentos que existían en sus casas, la causa desencadenante que los enojó a ambos para tomar esa decisión fue que sus padres les quitaron sus celulares. Se han reportados casos del daño que provoca el abuso de estar viendo las redes sociales, que hay sobre todo niños y adolescentes cuya adicción es tan severa que ameritan tratamiento médico.

El Dr. Alberto Morales, jefe de clínica del adolescente del Hospital Infantil de Costa Rica, señala:

Darle a un niño escolar un celular, y, sobre todo, un teléfono inteligente, es una actitud totalmente irresponsable. Estos y en especial los adolescentes dedican muchas horas del día a su uso y eso debilita la interacción social y el contacto directo entre ellos como personas, pues lo hacen en forma insistente, obsesiva y hasta adictiva, y se pierde la oportunidad desarrollar habilidades de interrelación corrientes y directas con otros jóvenes.

No solo es importante dejar el abuso de los celulares por la interrelación humana, sino también porque es fundamental estar en contacto con la naturaleza, animales y plantas y hacer deportes, todo ello favorece el buen crecimiento y desarrollo físico y psicológico. Por lo señalado el uso de celulares en niños y en adolescentes debe ser limitado a unas pocas horas del día. El problema es que la propaganda y la presión social es tal, que los padres ceden y permiten a los niños el uso de esta tecnología, pues hay quien sostiene que eso ayuda a su educación temprana. Los padres en la actualidad deben educar a los niños y adolescentes en cuanto a que, si les proporcionan celulares, ellos deben tener conciencia de que solo deben usarlo por cierto tiempo y suspender para descansar la mente y cumplir con las responsabilidades que les correspondan, y, nunca usarlos en el desayuno, almuerzo y cena.

Humberto Eco señala:

Las redes sociales dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que, principalmente, hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos, rápidamente era silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel, por eso creía que las redes sociales habían provocado una invasión de imbéciles opinando sobre lo que no saben.

Es pues, indudable que las redes sociales están alterando y modificando la percepción que teníamos del mundo, y de hacer amistades y buenas relaciones sociales, que, ahora son virtuales y no personales. Albert Einstein decía, «temo por el día en que la tecnología sobrepase a la interacción humana. El mundo solo tendría una generación de idiotas». Cuando vemos a niños y jóvenes e incluso adultos, que en todo momento y lugar están con sus celulares y no conversan, eso parece indicar que ese día ya llegó.

¿Cómo vivir la Pascua en medio de tantas crisis?

Leonardo Boff*

Muchas crisis están asolando a la humanidad: la crisis económica que ha hundido a los grandes bancos de los países centrales, la crisis política con el ascenso mundial de las políticas de derecha y extrema derecha, la crisis de las democracias en casi todos los países, la crisis del Estado que se burocratiza cada vez más, la crisis del capitalismo globalizado que no puede resolver los problemas que él mismo ha creado, generando una acumulación de riqueza en muy pocas manos en un mar de pobreza y miseria, la crisis ética, pues ya no cuentan los valores de la gran tradición de la humanidad, sino el vale todo posmoderno (every think goes), la crisis del humanismo pues imperan relaciones de odio y de barbarie en las relaciones sociales, la crisis de civilización que ha comenzado a introducir la inteligencia artificial autónoma que articula miles de millones de algoritmos y toma decisiones independientes de la voluntad humana, poniendo en riesgo nuestro futuro común, la crisis sanitaria que ha alcanzado a toda la humanidad a través de la Covid-19, la crisis ecológica que, si no cuidamos la biosfera, nos alerta de una posible tragedia terminal del sistema-vida y del sistema-Tierra. Detrás de todas estas crisis hay una crisis aún mayor: la crisis del espíritu que representa una crisis de la vida humana en este planeta.

El espíritu es el momento de la vida consciente en el cual nos damos cuenta de que pertenecemos a un todo mayor, terrenal y cósmico, y que estamos a merced de una Energía poderosa y amorosa que sustenta todas las cosas y a nosotros mismos. Tenemos la facultad específica de poder dialogar con ella y de abrirnos a ella, identificando un Sentido mayor que impregna todo y que atiende nuestro impulso de infinitud. La vida del espíritu (que algunos neurólogos llaman el “punto Dios” en el cerebro) está siendo sepultada por la voluntad irrefrenable de acumular bienes materiales, por el consumismo, por el egoísmo y por una profunda falta de solidaridad.

Desde agosto de 1945, cuando los Estados Unidos lanzaron dos bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, se nos abrió la conciencia de que podemos autoaniquilarnos. Ese peligro aumentó con la carrera armamentista, que incluye a nueve naciones con armas químicas, biológicas y cerca de 16.000 cabezas nucleares. La guerra actual entre Rusia y Ucrania ha hecho que Putin amenace con el uso de armas nucleares, suscitando el temor apocalíptico del fin de la especie humana.

En este escenario, ¿cómo celebrar la mayor fiesta de la cristiandad que es la Pascua, la resurrección del Crucificado, Jesús de Nazaret? La resurrección no debe ser entendida como la reanimación de un cadáver como el de Lázaro. Resurrección, en las palabras de San Pablo representa la irrupción del “novissimus Adam” (1Cor 15,45), es decir, del ser humano nuevo, cuyas infinitas virtualidades presentes en él (somos un proyecto infinito) afloran totalmente. Aparece así como una revolución en la evolución, una anticipación del fin bueno de la vida humana. El Resucitado alcanzó una dimensión cósmica, nunca más ha dejado el mundo y llena todo el universo.

En este sentido la resurrección no es la memoria de un pasado, sino la celebración de un presente, siempre presente para suscitarnos alegría, la suave sonrisa de que la muerte matada de Jesús de Nazaret, el viernes santo, es solo una travesía a una vida libre de la muerte y plenamente realizada: la resurrección. El horizonte sombrío se aclaró e irrumpió el Sol de la esperanza.

Pensando en términos del proceso cosmogénico que engloba todo, la resurrección no está fuera de él. Por el contrario, es una emergencia nueva de la cosmogénesis, de ahí su valor universal, más allá del salto de la fe. La resurrección es la síntesis de la dialéctica, de donde Hegel sacó su dialéctica, de la vida (tesis), la muerte (antítesis) y la resurrección (síntesis). Esta es el final de todo, ahora anticipado para nuestra alegría. Es el verdadero génesis, no del principio, sino del fin alcanzado ya.

Considero que la versión del evangelio de San Marcos sobre la resurrección es la más realista y verdadera. Él termina el texto con Jesús resucitado diciendo a las mujeres: “id a decir a los apóstoles, y a Pedro, que él (el Resucitado) va delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis, como os dijo” (Mc 16,7). Y así termina. Las apariciones relatadas, es convicción de los estudiosos que serían un añadido posterior. Es decir: todos estamos en camino hacia Galilea para encontrarnos con el Resucitado. Él personalmente ha resucitado, pero su resurrección no se ha completado, mientras sus hermanos y toda la naturaleza no hayan resucitado aún. Por esta razón, el mundo fenomenológicamente sigue igual o peor, con guerras y momentos de paz, con bondades y maldades, como si la resurrección no hubiera tenido lugar como signo de superación de esta realidad ambigua.

Incluso así, después que Cristo resucitó ya no podemos estar tristes: el fin bueno está garantizado.

Feliz fiesta de Pascua para todos los que pueden realizar este camino y también para los que no puedan hacerlo.

*Leonardo Boff ha escrito: La resurrección de Cristo. Nuestra resurrección en la muerte, Sal Terrae, varias ediciones.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

Fuente: https://leonardoboff.org/2023/04/06/como-vivir-la-pascua-en-medio-de-tantas-crisis/

Compartido con SURCOS por Oscar Jara Holliday.

Palabras gastadas

Manuel Delgado

En el mundo feliz de Huxley, la palabra “padre” se había convertido en “obscena”. Bastaba con escucharla para que los muchachos se pusieran colorados. En ese mundo de reproducción artificial, donde el sexo era solo una diversión de los recreos del colegio, quien dijera tener un padre (situación inusitada) era víctima de un “bullying” tan macabro que podía conducir incluso al suicidio.

Hay un grupo de conceptos con los que ocurre aquello que mencionaba Maiakovski de su pasaporte soviético. La roja libretilla era “como una bomba, como a un erizo, como una navaja afilada, como una víbora de cascabel de veinte aguijones.” Habrán ustedes adivinado ya que estoy hablando de conceptos tales como imperialismo, lucha de clases, internacionalismo proletario y otros por el estilo.

Y no me refiero solo a exactamente a las palabras. Las palabras, como dice el dicho, se las lleva el viento. Hablo del concepto como de una unidad del pensamiento que es capaz de reflejar un ente externo y que nos conduce al conocimiento de la realidad. Cuando digo casa o árbol, hablo de cosas más o menos estáticas. Los conceptos son más que eso, son expresiones de unidades de un proceso, reflejos de fenómenos externos, sociales en este caso, que nos permiten entender el pasado y el presente de una realidad, su movimiento, su devenir, que en definitiva es lo verdadero.

Esos conceptos, como todos los demás, no son imposiciones de la mente, no son caprichos. Son el resultado del movimiento exterior de la realidad. La mente lo que hace es captarlos, darles una expresión verbal y ponerlos en conexión con todo el conjunto del conocimiento humano. Eso es lo que se llama ciencia.

Esta dictadura mediática que nos domina es la que presiona todos los días para que abandonemos conceptos fundamentales de la ciencia social y de la acción política. Esos mismos agentes han sido exitosos en muchos aspectos, pero sobre todo en este de hacer enrojecer el rostro de muchos dirigentes sociales honestos que temen ser incluidos en el rosario de los motes descalificadores y ser llamado “dogmáticos”, para repetir solo uno. Entonces se habla de una llamada nueva izquierda, que hace esfuerzos por convencer de que es diferente y que, en esencia, pretende impulsar un cambio dentro de los límites de la decencia.

El proceso de transformaciones revolucionarias que vive la América Latina y que ya lleva veinte años, contiene rasgos específicos para cada país, pero comparte movimientos comunes, características continentales e incluso mundiales. Ellos no provienen de la voluntad o el capricho de los dirigentes, sino de procesos reales, de estructuras sociales existentes en el exterior de nuestras mentes. Son exigencias sociales que se imponen por encima del discurso.

La primera de esas características, y que conlleva una de esas palabras “obscenas”, es la lucha contra el imperialismo. La revolución latinoamericana sigue siendo antiimperialista o no sería una revolución. Es la presencia extranjera dominante, ese estatus de dependencia, la que ha determinado desde hace más de un siglo y sigue determinando los rasgos esenciales de la economía y, en general, toda la vida de los países de la región. Gusten a no los términos, América Latina es un conjunto de países dependientes en lo económico, en lo financiero, en el comercio exterior, en lo cultural, en lo político, en lo militar, de una potencia extranjera. Sin una ruptura de esa dominación no será posible pensar siquiera en desarrollo, justicia social, paz y democracia.

Ahora hay una corriente que afirma que el imperialismo o ya no existe o ha cambiado de esencia, y que Estado Unidos, bien porque ya no es tan fuerte como antes, bien porque haya perdido interés en el continente o bien porque es un mal menor frente a “otros imperios”, ya no representa un peligro ni económico ni militar o que, en todo caso, se pueden negociar mejores condiciones de esclavitud y permitir avances en medio de las mismas relaciones de antes, solo que un poco modernizadas. (Esa misma visión tampoco es nueva. Reaparece en la historia cada cierto tiempo. Después de la Segunda Guerra Mundial surgió el llamado “browderismo”, impulsado por el Partido Comunista de Estados Unidos. Este afirmaba que el imperialismo había cambiado de esencia, y que se había convertido en una fuerza de paz y progreso mundial. Muy pronto la vida les mostró su error.)

Hay que decir, en primer lugar, que el imperialismo no ha cambiado su esencia creada a comienzos del siglo XX. Pueda que a algunos no les guste usar la palabra “imperialismo”. Le suena a antigua Roma o algo parecido. Pero el concepto de ese fenómeno histórico sigue presente y dominante. Otras formulaciones como globalización, economía global, internacionalización de la economía o de los capitales, etc., no logran expresar la esencia de ese fenómeno, que no solo tiene que ver con el comercio mundial y con el movimiento internacional de los capitales y las mercancías, sino que envuelve la vida entera, precisamente por su carácter universal. Hoy el capital financiero juega un papel mucho más relevante de cuando se acuñó el término (hace poco más de un siglo) pero el capitalismo sigue siendo igualmente el poder monopólico de las grandes compañías, agresivo, antidemocrático y expansionista.

La presencia del capital extranjero en las economías de los países periféricos no ha disminuido ni estas han logrado crear sistemas económicos capaces de aspirar a su independencia. Al revés, pese a muchas décadas de inversión directa, ha crecido la brecha entre nuestros países y las economías metropolitanas y ha crecido la brecha de mercado mundial, es decir, la diferencia, negativa para nosotros, entre importaciones y exportaciones no solo de mercancía sino también de capitales. Este fenómeno se ha acentuado en el presente siglo, en que la inversión extranjera se ha multiplicado con creces al tiempo que aumenta la dependencia financiera de todos los países tercermundistas y, en particular, de América Latina.

Además, el imperialismo no es solo un fenómeno económico y comercial. Es un entramado que cubre toda la vida social. Desde siempre fue una fuerza retardataria del avance social y político de la zona y es padre directo del fascismo y de las dictaduras. Como decía el filósofo Nicos Poulantzas, en su libro “Fascismo y dictadura”, “el que no quiera hablar de imperialismo también debería callar en lo que al fascismo se refiere».

Estados Unidos no ha perdido su interés en la región. Presiona por todos los medios contra las fuerzas progresistas y recurre a las oligarquías corruptas y sus grandes medios de prensa, como siempre ha hecho, para alentar la subversión, el desorden, las rupturas del orden legal y constitucional de los países, y al chantaje del comercio internacional, especial por sus cercos económicos con los que ha mantenido por muchos años contra Cuba y contra Venezuela.

Las relaciones de dependencia con Estados Unidos no solo afectan la economía. Mientras esas relaciones se mantengan, nuestros países no podrán avanzar en ninguno de los demás aspectos, pues esta es la fuerza retardataria fundamental de nuestras relaciones sociales y económicas. Jamás podremos salir de manera efectiva y duradera ni del subdesarrollo, ni de la pobreza, ni de la desigualdad, si antes o al mismo tiempo no liberamos a nuestras naciones de esa dominación global. Predicar lo contrario es engañar a los electores, para no decir que a los pueblos.

Algunos teóricos predican acercamientos en vez de confrontaciones, como si las confrontaciones vinieran de nuestro lado. Las negociaciones y los acercamientos son siempre plausibles en cualquier ámbito de la vida, incluida la política, pero resulta demasiado ingenuo pensar que podemos superar la dominación imperialista mediante negociación con el mismo imperialismo.

Aquí yo siempre recuerdo el chiste del perrito de Pávlov que me contó un amigo. Pávlov fue el científico ruso que estudió las conductas reflejas. Trabajaba con perros y les enseñó que cuando ellos hacían sonar una campana de su jaula, recibían alimento. Un día llegó un perrito nuevo y el otro ya veterano, refiriéndose a su amo, le dijo: “Vea como lo tengo bien condicionado: yo toco la campana y él me da comida”. Aclaro que en la historia real las investigaciones del científico eran diferentes, pero el chiste ayuda a comprender que muchas veces pretendemos manejar las riendas, cuando en la realidad estamos siendo manejados por otros que sostienen los aperos con que nos atan. Pretenden algunos que haciendo concesiones en algunas cosas pueden obtener ventajas. Pero las concesiones, por lo general, son un camino sin regreso.

En las circunstancias actuales, aún más que antes, Estados Unidos y sus aliados europeos buscan dividir a los pueblos y a los gobiernos progresistas. La única respuesta valedera frente a eso es la solidaridad. La lucha antiimperialista es la lucha por la independencia nacional por una mano, y es a la vez la solidaridad internacional por la otra. Cada golpe que se le da a un gobierno progresista es un golpe contra todos y, sin pretender ser adivino, estoy convencido que la revolución latinoamericana alcanzará la victoria si la logra un grupo de naciones y sus gobiernos conjunta y solidariamente. Ningún país podrá superar el pasado por su cuenta, aislado de los demás. No lo hicieron hace 200 años, cuando la pelea independentista exhibía esa característica internacional, transfronteriza, menos se lograría hoy, cuando nos enfrentamos a una estructura imperial mucho más poderosa.

El segundo rasgo esencial de nuestras revoluciones es su carácter democrático. En todas las naciones del continente ese es no solo un punto pendiente, sino además un clamor popular. Los países latinoamericanos buscan superar las dictaduras de tantas décadas así como sus secuelas, darle a las sociedades seguridad jurídica para elegir a sus gobernantes y brindarle a sus pueblos regímenes de garantías de convivencia social, de derechos humanos y de paz.

Eso se ha hecho más evidente en naciones de grandes tradiciones represivas: Chile, Colombia, Honduras. Pero también en Brasil, Argentina y Uruguay, en donde los gobiernos de izquierda nacen de largo periodo de la dictadura. Lo mismo ocurre en todos los demás países y no hace falta recordarlo.

Decía Gustavo Petro que su movimiento no pretendía instaurar el socialismo, sino el capitalismo. Esa frase tan paradójica muestra en gran parte el sentido de la lucha latinoamericana. En este aspecto, se trata de crear regímenes de garantías constituciones y de libertades públicas garantizadas semejantes a las instauradas por las revoluciones burguesas europeas, y, por otro lado, establecer relaciones de respeto e impulso a la producción que siempre ha estado atada a las carlancas del pasado: salarios miserables, relaciones no justas, mercados manejados por las oligarquías locales.

Es el mismo sentido que encierra el concepto de “revolución democrática”: un cambio social que elimine las ataduras del pasado y que permita relaciones económicas capitalistas modernas.

Pero aquí como en todo el análisis no puede ser plano, unilateral. Tiene necesariamente que ser dialéctico. Lo cierto es que esta era de revolución, que ya lleva casi un cuarto de siglo, se ha visto obligada a trabajar dentro de los cánones constitucionales heredados del pasado. Los cambios se hacen utilizando las viejas instituciones, siempre dentro de la dinámica de esa institucionalidad creada en la época de la independencia y después de las guerras civiles que la siguieron, una democracia representativa y de división de poderes que hoy es insuficiente para crear una auténtica democracia del pueblo. Siempre me he preguntado cómo fue posible que después de quince años de revolución el ejército boliviano se aliara con los golpistas contrarrevolucionarios. ¿No se plantearon los dirigentes de la revolución un cambio en esas instituciones?

En noviembre de 1971, Fidel hizo una visita de 23 días a Chile. Presidía el gobierno chileno Salvador Allende. Durante su larga visita, el líder cubano expresó diferencias respecto a la decisión chilena de la “defensa del régimen democrático” de Allende y la “necesidad de ir a unas formas de acción más insurreccionales” de Fidel.

Uno de los hechos más recordados de esa visita fue el regalo que Fidel le hizo a Allende de un fusil AK-47. El regalo no fue público, posiblemente por solicitud de los chilenos, pero fue ampliamente divulgado. Era evidentemente una entrega simbólica, que manifestaba una lectura de los que estaba sucediendo en el país suramericano. El líder cubano no se proponía en su visita crear un ejército revolucionario, como acusaba la derecha. Lo que sí quedó claro es que era una ingenuidad pretender que los militares iban a respetar el voto popular. ¿Se puede hacer una revolución en el marco de esa “democracia burguesa” (palabras usadas entonces por Fidel)? Nosotros respondíamos que sí, de la manera más acrítica, simplemente porque el partido decía que sí y nadie podía levantar su voz contra su mandato. Y el partido, por su parte, de una manera igualmente acrítica, respondía afirmativamente siguiendo de manera fiel a su partido hermano de Chile.

La respuesta la dio la historia. ¿Esa respuesta nos sirve de algo ahora, cincuenta años después? Las cosas por supuesto han cambiado mucho y nadie se atreve a recomendar un alzamiento armado. Más aún, los pueblos han demostrado que pueden hacer frente a intentonas subversivas de las oligarquías y aun con sufrimientos atroces han podido revertir los golpes en Bolivia, Brasil, Honduras y levantar cabeza después de las derrotas de Argentina y Ecuador.

Las comparaciones son odiosas, pero debe mencionarse que el caso de Cuba fue muy diferente y mucho más fácil, por la razón de que la revolución arrasó con el pasado no solo económico sino también político y le quebró la columna vertebral a la oligarquía, que prefirió huir a Miami. Quedó, por supuesto, la amenaza externa de Estados Unidos; pero dentro de las fronteras, un pueblo unido y listo para defender su revolución y su patria. Las revoluciones latinoamericanas se han visto precisadas a remodelar la casa con todos los inquilinos dentro, incluidas las oligarquías, dentro. Estas han lucrado don los avances en todos los campos, al mismo tiempo que conspiran, día a día, contra los poderes instituidos, contra la paz y la coexistencia democrática.

Sí no es aventurado pensar que las estructuras estatales heredadas del pasado, sus parlamentos, su prensa, sus tribunales de justicia, sus ejércitos, terminarán entrando en conflicto con las necesidades de cambios y con las transformaciones revolucionarias mismas. Se pondrá a la orden del día entonces la contradicción entre la revolución democrática y ese régimen que Fidel llamó, hace cincuenta años, la “democracia burguesa”. La forma de ese enfrentamiento no puede predecirse, pero los pueblos deben comprender que se producirá irremediablemente.

La tercera característica de nuestras revoluciones es su carácter popular. Eso quiere decir que la lucha por el bienestar popular es su tercer eje fundamental. América Latina se cansó de ser eternamente pobre. Y lo hace, curiosamente, en que las desigualdades sociales se agudizan.

En este contexto, los pueblos se unen en torno a la consigna de acabar con el neoliberalismo, es decir, de revertir las reformas hambreadoras que nos vienen azotando desde hace décadas. Los avances que han recibido las sociedades en este sentido son enormes. Los regímenes progresistas han sacado a muchos millones de la pobreza, sobre todo de la pobreza extrema, y han impulsado con éxito mejoras en todos los aspectos. Pero aun así, los avances no son definitivos ni seguros. Más aun, parecen frágiles y sencillamente reversibles. Pero tampoco son lo suficientemente profundos para convencer a las masas populares, que en una gran parte siguen atadas a los carros de los partidos políticos de la derecha.

Pese a los avances sociales, todos los países han sido escenario de luchas de la población por mejoras que los gobiernos no pueden conceder. Cada revolución y cada partido tiene un programa que aplica o pretende aplicar de manera segura y responsable. Pero en cada país, junto al apoyo consciente a las medidas aplicadas y las transformaciones prometidas, crece también el descontento. Las reformas necesarias parecen chocar con barreras infranqueables: el mercado internacional manipulado por las grandes corporaciones trasnacionales y sus gobiernos, es decir, por el imperialismo, y la rapacidad de oligarquías firmemente sentadas en el poder que se niegan a ver reducidos sus privilegios.

Ese avance contradictorio, de dar mucho pero no lo suficiente, los reflejaba el exvicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera cuando afirmaba que los partidos progresistas en el gobierno cometieron el error de convertirse de partidos contestatario en administradores, de fuerzas del desorden a partidos del orden, y eso lo cobran las masas.

A los gobiernos les queda el asistencialismo que tiene grandes limitaciones: es muy costoso y poco sostenible, genera mucha corrupción y que no crea desarrollo. Para avanzar pareciera que tarde o temprano hay que ir más allá, hay que modificar la estructura económica. En otras palabras, no existe posibilidad de acabar con la pobreza y la desigualdad en los límites del capitalismo y las sociedades tendrán que proponer, en algún momento, posiblemente pronto, la necesidad de avanzar hacia un nuevo régimen, hacia el socialismo.

El sistema neoliberal se impuso por la fuerza, amparado en los regímenes dictatoriales. Eran, de otra manera, inviables. Por eso parece evidente que el neoliberalismo ya no tiene más aire, aunque teóricamente haya todavía espacio donde aplicar sus recetas. La pregunta es si existe una alternativa antineoliberal dentro del régimen capitalista. Esa contradicción entre los posible y lo deseable tiende a crecer, y terminará por hacer crisis.

Hace ochenta años José Figueres Ferrer publicó un folletito titulado “Palabras gastadas”. En él hace comentarios acerca de tres conceptos: libertad, democracia y socialismo. Interesa aquí este último. Allí hace severas críticas al capitalismo, un régimen “cuyo fruto es la pobreza”, que “derrocha energías despiadadamente al duplicar servicios sin necesidad, al destruir mercancías por especulación”, a cuyos subalternos “denigra, y cuyos esfuerzos trata de obtener por la menor compensación posible” y, “lo peor de todo, enarbola con fiereza la bandera milenaria del antagonismo”.

Como solución a este mundo carente de sentido humano, propone un nuevo estado de cosas que él llama socialismo, un régimen donde “los hombres competentes de la industria y el comercio, los poseedores de la riqueza (se den cuenta) de que su actividad es realmente social y no privada”.

Un mundo de capitalismo humano, basado en la cooperación que nace de la convicción subjetiva de los hombres, en particular, de los poseedores del capital, y apoyado por una izquierda revolucionaria que él llama a la refundación sobre postulados “racionales”.

Con esta filosofía aparentemente primitiva se montó un régimen social exitoso, que dirigió al país durante tres décadas, desde 1952 hasta comienzos de los ochentas. Es el socialismo democrático o socialdemócrata, que dio origen al estado social de derecho que se nos ha ido como resultado de las políticas neoliberales y que muchos sueñan con hacer retoñar. Es la nostalgia del viejo terruño, que sirve en los discursos para hacer ver cuán traidores han sido los viejos dirigentes que otrora promovieron ese estado, pero que no puede ser base de un programa de transformaciones políticas hoy día. La vieja sociedad del socialismo democrático ya no volverá. No lo permiten ni las condiciones internacionales ni las realidades económicas y sociales actuales. Ellas tuvieron como centro un proyecto desarrollista de una burguesía nacionalista y proteccionista que ya no existe, un campesinado que ya ha desaparecido y un proletariado que ya dejó de creer en esas promesas. Estaba, además, inspirado en un clima internacional promovido también por Estados Unidos, primero con el ejemplo del New Deal y luego por los programas de la Alianza para el Progreso a la AID. Ese viejo régimen se inspiró en un clima internacional que favorecía el proteccionismo y el desarrollismo, tendencias que hicieron crisis al enfrentarse con la globalización surgida a partir de los ochentas.

En resumen, el estado social de derecho solo puede rescatarse y desarrollarse sobre nuevas bases sociales, económicas y de relaciones internacionales. Esas bases exigen un régimen económico socialista y una redoblada lucha por la independencia nacional y contra el imperialismo.

Pero todo esto se oculta. Vivimos la época de las posverdades y las posmentiras, del lenguaje suave, medio en clave, cribado de palabras obscenas, admisible en las mesas decentes y en los medios de comunicación socialmente admisibles.

Algunos se conforman con pensar que sí, el socialismo vendrá, pero falta tanto para eso que lo mejor es ocultarlo mientras tanto, como si el problema fuera de fechas, como si no fuéramos capaces de entender que las batallas de mañana se pelean todos los días. El carácter inmediato de esa revolución que hará surgir el socialismo no se resume a un problema de fechas. La flor y el fruto no son entidades distintas, pero aunque falten días para que se nos aparezca como fruto, la flor es ya fruto, lo es inmediatamente, porque encierra en sí toda la constitución del fruto, constitución que está en movimiento desde el momento cero, desde antes de que exista incluso la flor misma. Esa es la dialéctica del desarrollo. Solo que en política las cosas no ocurren de una manera natural, como en patio de nuestra casa, porque ella engloba también la acción humana consciente. Cultivar esa acción consciente es una obligación. Es un problema de autenticidad personal, un problema ético. Pero sobre todo es una necesidad política, la necesidad de preparar el ejército para los combates actuales teniendo en la mira los combates futuros.

El discurso es un factor actuante, transformador. Las palabras no se convierten en acción, ellas son directamente acción política. Emplear el discurso en forma adecuada es una forma de lucha. Hablar es actuar. Callar es renunciar a la lucha. El discurso es, en sí mismo, un acto revolucionario.

La paz de Esquipulas, tres décadas después

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

“Esa campaña –titulada “La izquierda latinoamericana de espaldas a la dictadura”- es organizada por medios digitales de la oposición nicaragüense…Una campaña de esa naturaleza podría ofrecer a la izquierda latinoamericana una alternativa al gobierno de Ortega. Pero se limita a argumentar que el gobierno de Ortega no es de “izquierda”. Sería lógico pensar que la izquierda está en la oposición. Pero no es así”. Gilberto Lopes LA IZQUIERDA Y LA SITUACIÓN EN NICARAGUA.

Al cabo de un poco más de las tres décadas, transcurridas desde la firma de los acuerdos de paz de Esquipulas (Guatemala, agosto de 1986), firmados en un período que va de 1988 a 1996, los que estaban destinados a ponerle fin a la guerra civil centroamericana de la segunda mitad del siglo XX, un evento histórico que pasó desapercibido para muchas gentes, incapaces de captar o ubicar el fenómeno en toda su intensidad y alcances. Lo pude constatar cuando publiqué mi libro LA DESMOVILIZACIÓN MILITAR EN AMÉRICA CENTRAL (Dice Libro Editores, San José Costa Rica 2008), por las reacciones de asombro que ese trabajo produjo entonces: sólo se hablaba de guerras locales, como si el istmo no estuviera estrechamente relacionado e incluso condicionado, por circunstancias históricas, políticas, económicas, geopolíticas y de subordinación a los poderes imperiales del mundo(Gran Bretaña y los Estados Unidos, siendo este último el hegemónico a lo largo de todo el siglo XX).

En los inicios de la tercera década de la nueva centuria, durante y después del cambio de siglo, resulta más evidente que nunca la constatación del fracaso de esos acuerdos en lo referente a alcanzar la construcción de una paz positiva, la que sólo era posible conseguir a partir de la superación de las causas profundas y endógenas que dieron lugar al conflicto bélico que ensangrentó, durante varias décadas y de diversas maneras, a la totalidad de los cinco países que conformaron la vieja República Federal de Centroamérica, entre 1824 y 1848, amenazando con proyectarse hacia otras naciones como Panamá. Colombia y México que intentaron mediar y encontrar soluciones al conflicto bélico.

La miseria creciente, el desempleo, la destrucción del tejido social, el acaparamiento de la riqueza en pocas manos, la eliminación de las conquistas de la clase trabajadora, la destrucción del agro, entre otros factores a considerar, constituyen la mejor demostración del fracaso de los acuerdos de paz, muchos de cuyos componentes han sido deliberadamente omitidos u olvidados a conveniencia, por quienes conforman los poderes fácticos.

Es por eso, que la agudización del conflicto sociopolítico, por otras vías no armadas, o delincuenciales (maras o pandillas), en el intervalo transcurrido desde la firma de esos acuerdos, convertidos en un mero cese del fuego, no dieron lugar nunca a su superación, e implicaron serios problemas de legitimidad para las élites regionales, los que han llevado a las llamadas “democracias” del istmo a verdaderos callejones sin salida, al convertirse en países donde la convivencia pacífica y la solución de conflictos se torna imposible, al no poder encararlos sin acudir a la violencia simbólica e incluso física por parte de las clases dominantes y detentadores del poder real, la que conduce a la exclusión de los otros diferentes (percibidos como amenazantes o inferiores) en los órdenes de lo político, lo social, lo étnico y lo cultural.

Los casos de Nicaragua y El Salvador son particularmente dramáticos por los altos grados de confrontación que se dan entre las élites del poder, mientras las mayorías populares siguen siendo las espectadoras de una crisis que puede culminar en un nuevo conflicto bélico, con una intervención militar de la superpotencia estadounidense, la que ha invertido muchos millones de dólares para desestabilizar al actual gobierno nicaragüense.

Al respecto el sociólogo costarricense, Allen Cordero Ulate, manifestó lo siguiente en una publicación mexicana: Esta entrevista trata sobre mi participación en tanto coordinador costarricense de la Brigada Simón Bolívar. Fuimos dos coordinadores Franklin Sancho (q.e.p.d.) y yo. La BSB fue una iniciativa latinoamericana para luchar contra la dictadura somocista. Los integrantes de la brigada pensábamos, hace ya 44 años, que era posible iniciar una reconstrucción socialista en Nicaragua, por pensar eso fuimos echados de Nicaragua. Hoy en día por pensar cosas más inocuas las personas son expulsadas y hasta asesinadas en Nicaragua. Con nuestra temprana expulsión de ese hermano país ya se anunciaba lo que más tarde ocurrió claramente; el retroceso social y político de Nicaragua. Agradezco al POS -México el interesarse por esta historia. Una historia que puede verse utópica, ilusa, aventurera, lo que sea, pero prefiero tener este currículo utópico que haber sido parte del “realismo político” que en la Nicaragua de hoy en día se traduciría en ser parte de la dictadura orteguista o bien ser parte de alguna variante de restauración democrática”(Como enrolamos a más de 2 mil personas para participar armadas en la revolución nicaragüense Diálogo con Allen Cordero Ulate sobre la Brigada Simón Bolívar México marzo de 2023) dentro de lo que constituye un planteamiento muy revelador, acerca de la precariedad y vacilaciones de naciente “revolución sandinista”, el que sólo comparto parcialmente.

Por otra parte, la deriva delincuencial fruto de la no superación de la guerra civil centroamericana del siglo pasado, en el caso salvadoreño, ha conducido a ese país a una deriva autoritaria que ha podido, por el momento, contener la violencia acudiendo al estado de excepción, el que no podrá sostenerse en el mediano y en el largo plazo: el presidente Nayib Bukele ha optado por convertir a ese pequeño país en una inmensa cárcel, algo así como una nueva versión del Gulag del período estalinista en la antigua Unión Soviética, o del stalag de la Alemania Nazi, que fueron campos de concentración basados en la esclavitud y el trabajo forzado.

Todo esto, aunque no quedan excluidos del agravamiento de esos problemas de legitimación de las viejas élites los restantes países centroamericanos, especialmente Guatemala (un caso que habría que analizar por separado), e incluso Costa Rica que se viene deslizando hacia una profunda crisis, acelerada a medida en que se ha venido desmantelando el estado de bienestar social (impulsado durante las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta por el entonces socialdemócrata PLN, encabezado por José Figueres Ferrer) que la caracterizó durante la segunda mitad del siglo anterior, como bien indica el escritor y periodista Gilberto Lopes: “Es cierto, sin embargo, que desde principios de los años 80, cuando en el mundo se abría paso el modelo neoliberal y trataban de convencernos de que no había alternativa, un gobierno que se reivindicaba con la misma línea de Figueres dio comienzo a una proceso de privatizaciones que, con recursos de la AID, apunto, en primer lugar a la banca nacionalizada. En los 40 años siguientes ese mismo partido (el socialdemócrata Liberación Nacional) consolidó el camino neoliberal, incluyendo una campaña para la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos basada en una estrategia conocida como el “Memorando del miedo”. Hoy, el país también siente que ha perdido su rumbo, que un cierto orden, sustentado por un Estado preocupado por la vida de sus ciudadanos, ha ido, poco a poco, a mordiscos, siendo desarmado.” (Lopes op.cit).

La presencia perturbadora, cínica y prepotente de los Estados Unidos en la política centroamericana continúa gravitando sobre el destino de la región, las invasiones y ocupaciones militares de la infantería de marina de esa superpotencia se iniciaron en 1912, en el caso de Nicaragua, dando al traste con la democracia guatemalteca (la revolución democrática de 1944-1954), al invadir el país y forzar la renuncia del presidente Jacobo Árbenz Guzmán, dando inicio a otro ciclo de sangrientas y genocidas dictaduras militares que dieron origen a la ya mencionada “Guerra civil Centroamericana de la segunda mitad del siglo XX”.

La “izquierda centroamericana”, o buena parte de ella, no logra entender el alcance y el significado de los planes desestabilizadores financiados generosamente por las ONG estadounidenses (Gilberto Lopes op. Cit), las que han privado a las distintas fuerzas políticas nicaragüenses de otras opciones que no sean las de una confrontación absoluta, descarnada y cruel. Es por esta razón que la llamada izquierda light se ha quedado sin una política propia frente al intervencionismo estadounidense, sumándose al coro de una oposición que de izquierda no tiene nada, además de ser omisa en cuanto a son sus reales intenciones, en caso de que lograran sustituir al actual gobierno de Nicaragua. La paz en el istmo centroamericano se encuentra hoy más amenazada que nunca, no perdamos de vista el curso de los acontecimientos.

7 de abril Día Nacional de la Vacunación

Dr. Oscar Porras Madrigal (PhD)
Servicio de Inmunología y Reumatología Pediátrica
Hospital Nacional de Niños “Dr. Carlos Sáenz Herrera”
Miembro de número, Academia Nacional de Medicina

Vacunación es el término que identifica la aplicación de una vacuna. Vacuna y vacunación derivan de las definiciones que uso Edward Jenner (1798) en “Una investigación sobre las vacunas y los efectos de variolae vaccinae”, en la cual refirió el efecto protector de la viruela bovina contra la viruela humana. Pasteur en 1881 en “Address on the germ theory”, amplió el uso de los términos a otras inoculaciones de protección. A partir de entonces, vacuna se identifica con cualquier preparación que tenga como objetivo generar inmunidad adquirida contra una enfermedad infecciosa y vacunación con la gestión de aplicar vacunas. La palabra vacunación acompaña las actitudes responsables primero de padres y madres en la edad pediátrica, luego de nosotros como adultos y finalmente de quienes nos gobiernan generando acciones de salud pública. La vacunación moderna se inició en el siglo 18 con Jenner. Sin embargo, la práctica de la inoculación contra viruela, la precedió en Asia, donde la aprendió Lady Montague y la introdujo como “variolización” en Europa. El aporte de Jenner estuvo en el uso de un virus vivo de “Viruela Vacuna” (“Cowpox virus”) para inducir una respuesta protectora contra la “Viruela Humana” (“Smallpox virus”). Sus resultados indujeron a la aplicación del concepto a otras enfermedades y a provocar que se convirtiera en una acción de salud pública.

El primer uso con objetivos de salud pública se atribuye a la expedición de Balmis (1803-1806), al vacunar contra la viruela en los territorios coloniales en América. En Costa Rica se inició en el siglo 18 (1805 Cartago, Expedición Balmis) con el uso de vacuna contra Viruela (cuadro 1). Como resultado de un esquema nacional de vacunación efectivo desaparecieron Viruela, Fiebre Amarilla, Polio, Tétanos, Difteria, Sarampión, Rubéola congénita, Tétanos neonatal y meningitis bacteriana. Además, se previno el cáncer de cérvix, la diarrea por rotavirus, la transmisión de Hepatitis B, la varicela, la mortalidad por Influenza y la pandemia por SARS-CoV-2.

Cuando la vacunación se transforma en política de salud pública, se convierte en factor de nivelación social. Al aplicarla a toda la población, dentro de un esquema nacional, financiado por el estado con acceso universal, es un nivelador social, ya que padecer la enfermedad no estará asociado a un privilegio económico o social. La protección basada en vacunación se mide como cobertura, que debe ser >95% para producir ausencia de casos y disminución de hospitalizaciones, muertes, días no trabajados, morbimortalidad infantil, desarrollo de epidemias y productividad.

En Costa Rica el Esquema Nacional de Vacunación (ENV) incluye la infancia, la adolescencia y la edad adulta. La compra de vacunas está bajo la responsabilidad de la CCSS, con un aporte del Ministerio de Salud (MS). La CCSS es la responsable de cadena de frío, almacenaje, gestión de distribución, estrategia nacional de aplicación y formación del recurso humano. El MS realiza los procesos de gestión de la información y seguimiento de la cobertura nacional. Las vacunas que se utilizan para gestionar el ENV se adquieren en el Fondo Rotatorio de la OPS.

En Costa Rica, la vacunación pediátrica 0-17 años, es obligatoria y tutelada por el estado. A partir de los 15 años los adolescentes pueden acudir al vacunatorio sin ser acompañados por su padre o madre. El objetivo fundamental de la tutela del estado es cumplir con el Derecho a la Salud del Niño y la Niña. Varias leyes apoyan la vacunación en nuestro país: la Constitución Política, la Ley General de Salud, la Ley Nacional de Vacunación (LNV), la Convención sobre los Derechos del Niño y el Código sobre la Niñez y la Adolescencia. La LNV crea la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología, como órgano técnico para el análisis y toma de decisiones en relación con vacunación.

El principio biológico está en los mecanismos de inmunidad activa: generación de linfocitos T y producción de anticuerpos por células plasmáticas diferenciadas a partir de linfocitos B. La respuesta específica se dirige a un componente del agente infeccioso, que es protector contra infección. Los linfocitos T específicos inducen memoria inmunológica y permiten el estímulo con dosis de refuerzo.  En el caso de las embarazadas la vacunación lleva a transferencia pasiva de anticuerpos (TPA) al recién nacido. En Costa Rica la TPA ha contribuido a eliminar la rubéola congénita, el tétanos neonatal, la tosferina en recién nacidos. Las estrategias capullo y de rebaño explican la protección a susceptibles. Todas las vacunas contienen un antígeno (inductor de la respuesta inmune) que depende de la estructura del microrganismo que se quiere controlar. Pueden ser organismos vivos atenuados o inactivados, polisacáridos capsulares conjugados con proteínas, estructuras de superficie y toxoides. Existen diferentes plataformas tecnológicas para producirlos como: generar atenuación, producir un toxoide o el ARNm o ADN recombinante de una estructura de superficie.

La vacuna antes de ser aplicada a una población pasa por una secuencia de investigación, que asegura seguridad, inmunogenicidad y eficacia. Cuando el proceso se ha completado, los resultados son revisados por la OMS y agencias reguladoras como FDA o EMA, aprueban el uso dentro de una gestión de vacunación indicando: eficacia, inmunogenicidad, seguridad, dosis, esquema, vía de administración y contraindicaciones, y continúan monitoreando efectividad y seguridad. Además, en Costa Rica se debe contar con el permiso del MS.

Al aplicar las vacunas se pueden dar efectos adversos, en la mayoría de los casos se clasifican como leves y de corta duración (reactogenicidad). Los efectos adversos graves son poco frecuentes y se pueden asociar con la idiosincrasia de cada ser humano. Siempre la decisión de uso está basada en principios bioéticos y la valoración del riesgo-beneficio. La historia y la experiencia con la vacunación han identificado que el proceso y la gestión de aplicar vacunas es una estrategia costo efectiva.

Cuando pensamos en vacunas siempre asociamos el concepto con la erradicación de la viruela, el control de la polio, la fiebre amarilla, el sarampión, la difteria, la tosferina, el tétanos y el de otras infecciones que, gracias a ellas, producen menos mortalidad y morbilidad en los seres humanos.

Cuadro 1. Esquema de vacunación disponible en Costa Rica.

En el mercado privado de vacunas en Costa Rica están además disponibles: Hepatitis A, Fiebre Amarilla, Meningococo-conjugada y Dengue.

Respuesta a las vacunas, ejemplo de tosferina en Costa Rica Ávila-Agüero ML et al. Vaccine 2022. 40:223.