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De los símbolos patrios y su uso ante el Mes de la Patria

Vladimir de la Cruz

El Mes de la Patria, que se celebra tradicionalmente durante el mes de setiembre, asociado a la Declaración de la fecha de Independencia de Guatemala, del 15 de setiembre, que sirvió de detonante para que cada Provincia que integraba la Capitanía General de Guatemala, con conocimiento de esa decisión, así se pronunciara.

La noticia de ese acontecimiento llegó a Costa Rica, el 13 de octubre, acompañada de la Declaración de Independencia, del 28 de setiembre, tomada en Nicaragua, la conocida por su expresión de declarar su Independencia “hasta que se aclararen los nublados del día”, lo que rectificaron el 11 de octubre.

A partir del 13 de octubre en el país el último gobernador colonial, Juan Manuel de Cañas, no pudo ocultar la noticia de la desintegración colonial que estaba sucediendo en el Virreinato de México y en la Capitanía General de Guatemala, a los cuales pertenecíamos. La puso en conocimiento de los pueblos con la intención de que nombraran delegados para reunirse en Cartago, la capital de la Provincia de Costa Rica, en aquellos años, el 29 de octubre para tomar la decisión correspondiente.

Así en Cartago se reunieron las autoridades políticas más importantes de Costa Rica, en ese momento, junto a los delegados de Ujarrás,

Alajuela, los Legados de San José, Heredia, Barba, delegados de los Ayuntamientos Bagaces, y ese 29 de octubre declararon la “Independencia absoluta del Gobierno español”.

De seguido, como lo hicieron las provincias de la Capitanía General de Guatemala, se dispuso “observar la Constitución y las Leyes que promulgue el Imperio Mexicano”, de Agustín de Iturbide, integración que no llegó a concretarse, dando campo al desarrollo que desde 1824 hasta 1838 funcionó con nuestra presencia, las Provincias Unidas del Centro de América y la República Federal de Centroamérica.

En 1824 el Congreso Federal resolvió establecer la fecha del 15 de setiembre como una fecha a celebrar en toda la Federación, a la vez que se debía celebrar la fecha en que cada Provincia, o Estado, en ese momento, debía celebrar la propia, El Salvador el 21 de setiembre, Honduras el 28 de setiembre, Nicaragua, el 11 de octubre y Costa Rica el 29 de octubre.

Desintegrada la República Federal, el 31 de agosto de 1848, el Dr, José María Castro Madriz, declaró siguiendo un acuerdo del Congreso Nacional, del 30 de agosto, la República de Costa Rica recogiendo las iniciativas que en ese sentido habían propuesto un grupo de municipalidades.

El Mes de la Patria, que se celebra, así debería arrancar con la fecha del 30 y del 31 de agosto de 1848, cuando el Congreso Nacional tomó la decisión, a iniciativa de ese grupo de municipalidades, de declarar la República de Costa Rica, lo que el 31 de agosto afirmó y así lo proclamó en definitiva el Dr. José María Castro Madriz, dejando de usarse el término Estado de Costa Rica, nombre que habíamos tenido dentro de la República Federal.

Si el Mes de la Patria está asociado a esa fecha de la Independencia, bien debe prolongarse su celebración, como realización de actividades cívicas y protocolarias, conmemorativas a la identidad de nuestro país, de nuestra Nación y de nuestro sistema democrático, hasta el mes de octubre, para que quede cubierta la fecha del 29 de octubre, cuando en Cartago se proclamó y decidió, como capital que era de la Provincia de Costa Rica.

Las celebraciones que se realizan durante este mes exhiben banderas de Costa Rica, en todos los establecimientos escolares, edificios públicos, en todas las casas, empresas e instituciones de distinto tipo, que de esa manera se unen a la celebración. Cuando no se ponen banderas se exhiben los colores de la bandera, azul, blanco y rojo, Bandera Nacional también establecida por el Dr. José María Castro Madriz, que son los colores de los revolucionarios franceses de 1789, establecidos también en la Bandera de Francia.

La Bandera Nacional como Símbolo Patrio es el más distinguido de todos los símbolos existentes, es el que más nos representa a todos los costarricenses, y a Costa Rica en el concierto internacional de las Naciones. La Bandera Nacional desde su origen, el 29 de setiembre de 1848, ha permanecido inalterable, invariable, como ha sucedido de igual manera con la música del Himno Nacional, aprobada en el gobierno de Juan Rafael Mora Porras, escrita e interpretada el 11 de junio de 1852.

Los Símbolos Mayores de nuestra Patria son la Bandera Nacional y el Escudo Nacional, que nació con la Bandera, el Pabellón Nacional, que es la integración de la Bandera y el Escudo, la Música y la Letra del Himno Nacional. Desde 1939 se han creado otros símbolos nacionales MENORES, cuando

Los Símbolos Nacionales tienen normas de uso que deber seguirse y de respetarse. Es importante tenerlas presentes, especialmente en este mes, que se populariza al extremo su uso.

Entre las normas, o reglas que deben acatarse con la Bandera, están las siguientes:

1.- No se puede usar para cubrir tribunas de ningún tipo. Cuando en un acto, reunión o actividad cívica, no hay tribuna se coloca a la derecha del lugar de honor o de más distinción en que pondrá.

2.- La bandera nunca debe usarse, en ninguna forma, como colgadura. En su lugar se usa estameña roja, blanca y azul.

3.- Cuando flota o se coloca junto con las banderas de provincias, ciudades o sociedades se debe poner más alto y en el centro

4.- La Bandera nunca se debe desplegar sucia, rota, deshilachada o desteñida. Tampoco puede guardarse rota, sucia o con daño alguno. A la hora de desplegarse o izarse hay que asegurarse que no se le producirá daño alguno.

5.- La Bandera nunca debe usarse como traje.

6.- No se le puede bordar la Bandera en cojines, tapetes, manteles, servilletas o pañuelos, en etiquetas de botellas o cosas de uso temporal, ni tampoco en propaganda política.

7.- No debe servir de anuncio, ni propaganda comercial de ningún género.

8.- No se le pueden poner, ni debe tener, inscripciones ni letras de ninguna naturaleza. Es usual grabarle “Costa Rica”, lo que no debe hacerse.

9.-No se le puede destinar a usos impropios ni se le puede poner nada encima, ni pegarle figuras, diseños, logos, insignias comerciales o de cualquier tipo.

10.- La bandera debe no puede estar en contacto con lo que esté debajo de ella, suelo, basuras, agua, o lo que sea.

11.- La bandera no se puede usar como cortina.

12.- La bandera no se puede exhibir plegada, sino que siempre debe tener una caída libre

13.- Sobre la Bandera, o a su derecha, no se podrá poner ninguna otra bandera.

14.- En las fiestas patrias se debe izar la bandera en todos los edificios públicos.

15.- Por respeto a la Bandera Nacional no debe izarse cuando hay inclemencia climática.

16.- No se debe colocar atrás de los vehículos o los transportes.

17.- Si la Bandera se usa en situaciones de duelo se debe colocar a media asta.

18.- Cuando se usa o se permite su uso para cubrir ataúdes, de grandes personalidades nacionales, éste debe ser llevado hacia adelante y la bandera con las franjas hacia adelante.

19.-Nunca se debe permitir que la bandera entre en la fosa, ni se puede enterrar, ni que toque el suelo. Tampoco se puede usar para cubrir parte de un cuerpo, el corazón por ejemplo, que se le extraiga a un cuerpo para ser enterrado aparte.

20.- En las iglesias cuando está en el presbiterio la Bandera Nacional se coloca al lado derecho del clérigo, dándole el frente a los fieles, y los estandartes religiosos se ponen a su izquierda. Fuera del Presbiterio se pone a la derecha y de frente a los fieles.

21.- Para destruir una Bandera dañada se debe quemar en privado.

La Bandera Nacional como símbolo supremo solo puede ser usada en lo que le es propio, y debe izarse cuando así lo ordene el Poder Ejecutivo.

Una cuestión importante que se debe seguir, con el uso y respeto que se le debe tener a la Bandera Nacional, es la forma de saludarla.

Hay tres formas de saludarla. Una es extendiendo el brazo derecho al frente, al pasar delante de donde está enarbolada; la segunda, colocando la palma de la mano derecha sobre el corazón y, la tercera, colocando el antebrazo derecho en forma horizontal frente a la garganta.

La colocación de la palma derecha sobre el corazón es símbolo de la disposición de arrancarse el corazón y de ofrendar la vida en defensa de la Bandera, la Patria y la Nación en ella representada.

La colocación del antebrazo derecho en forma horizontal frente a la garganta es compromiso de que antes de proferir palabras o pensamientos contra la Patria y la Nación se está en disposición de cortarse la garganta, de que jamás se dirán tales expresiones y de cortarse la cabeza antes que actuar de esa forma.

En todos los casos en que se salude a los Símbolos Nacionales, las personas presentes deben ponerse de pie y dar la cara a la Bandera al momento de hacerlo. Quienes usen sombrero o gorra se la deben quitar y poner en el hombro izquierdo. Los extranjeros presentes en estos actos tienen el deber de ponerse de pie.

Cuando la bandera no esté izada, o no se ice, y se ejecute el Himno Nacional, las personas al saludar este Símbolo, dan la cara hacia donde se entona la música y se ponen de pie.

En el momento en que se despliega la Bandera es cuando se realiza el saludo. Si el Himno se ejecuta cuando ya la Bandera está presente, entonces las personas deben dirigir su cara hacia la bandera y proceder a realizar el saludo, permaneciendo en esa forma hasta el final.

Los símbolos nacionales expresan lo mejor de evolución histórico política de la nación y exaltan la esencia del ser costarricense, de sus momentos de gloria.

Se considera la Bandera como el símbolo más distinguido y preciado de la unidad del pueblo, del patriotismo y la soberanía.

Es ante la Bandera que se realiza el Juramento de las autoridades públicas que lo deben rendir, y se debe saludar a los Símbolos Nacionales con la mayor solemnidad.

El Mes de la Patria debe provocarnos a pensar sobre la Costa Rica que queremos. Debe invitarnos a reflexionar, analizar y decir qué Costa Rica queremos construir en el futuro inmediato y percibir la Costa Rica del largo plazo, la que exige un Pacto Nacional para impulsarla.

Compartido con SURCOS por el autor.

La fundación de la República no fue un acto simbólico. Fue un acto de afirmación nacional – estudiante Adriana Shaleth Sánchez Moya

La fundación de la República de Costa Rica no fue un acto simbólico. Fue un acto de afirmación nacional, de visión política y de madurez institucional, de reconocimiento como nación, libre, soberana y responsable de su destino.

(Discurso pronunciado por la estudiante Adriana Shaleth Sánchez Moya, del Liceo Dr. José María Castro Madriz, en el acto cívico oficial, organizado por la Dirección Regional de Educación de San José Central, en el marco de los actos conmemorativos del 177 aniversario de la Fundación de la República de Costa Rica, celebrado el domingo 31 de agosto del 2025, frente al busto del Dr. José María Castro Madriz, ilustre fundador de nuestra República, ubicado en la Avenida Central, calle 4, ciudad de San José.)

Es un honor dirigirme a esta distinguida audiencia, conformada por representantes del Estado costarricense, por miembros de nuestra comunidad educativa y por ciudadanos que, con su presencia, reafirman el valor de la memoria histórica y el compromiso con nuestra nación.

Hoy conmemoramos un hecho trascendental en la historia de Costa Rica: el 177 aniversario de la Fundación de la República. Un 31 de agosto de 1848, el entonces Jefe de Estado, José María Castro Madriz, emitió el Decreto 134, mediante el cual se oficializó el cambio de nombre de “Estado de Costa Rica” a “República de Costa Rica”, marcando así un momento decisivo en nuestro camino hacia la plena soberanía y consolidación institucional.

Este acto no fue meramente simbólico ni un simple ajuste jurídico. Representó la culminación de un proceso que había iniciado décadas atrás cuando Costa Rica, como parte de las Provincias Unidas del Centro de América, comenzó su tránsito como Estado libre tras la Independencia de España en 1821. La disolución progresiva de la Federación Centroamericana entre 1838 y 1841 permitió que Costa Rica asumiera de facto su autonomía, pero fue en 1848 cuando esta independencia se consolidó jurídica y políticamente con la proclamación de la República.

La decisión de constituirse como República fue un acto de afirmación nacional, de visión política y de madurez institucional. Fue entonces que Costa Rica se reconoció como nación, libre, soberana y responsable de su destino.

Este hito fue liderado por uno de los estadistas más notables de nuestra historia, José María Castro Madriz. Su figura merece un reconocimiento especial no solo por haber fundado la República, sino por su incansable labor a favor de la educación, la libertad de prensa y el fortalecimiento del Estado de Derecho. Bajo su liderazgo se sentaron las bases del sistema educativo costarricense moderno, se promovió la participación ciudadana y se consolidaron las instituciones democráticas que hoy nos definen.

Castro Madriz comprendió que la educación era la herramienta más poderosa para construir un República sólida. Por eso impulsó la creación de escuelas, el acceso a la educación para todos y la formación de ciudadanos críticos, informado y comprometidos.

Su legado sigue vivo hoy en cada aula, en cada maestro, en cada joven que estudia con la esperanza de forjar un mejor país.

La proclamación de la República no fue el final de una lucha, sino el inicio de un proyecto nacional que continúa hasta nuestros días. Ser una República implica mucho más que una forma de gobierno. Significa asumir un compromiso permanente con los valores de la libertad, la justicia, la equidad y la participación ciudadana.

Y es precisamente aquí, donde radica el verdadero valor de esta conmemoración. No celebramos solo un hecho del pasado. Celebramos una decisión valiente que nos permitió construir una identidad propia, una institucionalidad sólida y una democracia que, aunque perfectible, es ejemplo en la región.

La defensa de esa República, fundada hade 177 años nos convoca hoy. Nos recuerda que la democracia no se sostiene sola; necesita ciudadanos comprometidos, instituciones firmes y servidores públicos éticos. Nos exige recordar que las conquistas de la historia deben ser protegidas con educación, participación y respeto mutuo.

Por eso, en este día especial, renovemos nuestro compromiso con Costa Rica. Sigamos honrando la visión de aquellos líderes que nos dieron patria, y trabajemos cada día por una nación más libre, más justa y solidaria.

Que el aniversario de la República no sea solo una efeméride, sino una oportunidad para reafirmar los valores que nos definen como costarricenses.

Y en ese mismo espíritu de compromiso nacional, reconozcamos también que la República se construye desde la diversidad que nos conforma. Por ello, al conmemorar el Día de la Persona Negra y la Cultura Afrocostarricense, establecido por la Ley No. 8938, y reforzado por la Ley No. 9526, destacamos el valor de todas las culturas que han contribuido a la historia costarricense.

Esta efeméride, también celebrada cada 31 de agosto, honra los aportes históricos, sociales y culturales de las personas afrodescendientes en nuestro país, y nos recuerda que la República que conmemoramos hoy debe ser inclusiva, respetuosa y consciente de su riqueza multicultural.

Que el aniversario de la fundación de la República nos inspire a seguir construyendo una Costa Rica donde todas las voces sean escuchadas y todos los ciudadanos tengan un lugar digno en la historia que compartimos.

¿Batalla cultural o salto evolutivo?

Guillermo Sullings / pressenza

En los últimos tiempos hemos visto un avance de las derechas y ultraderechas en el mundo, ganando terreno electoral en muchos países y llegando al poder en varios de ellos. Desde el punto de vista económico, ya estábamos acostumbrados desde hace décadas al avance del neoliberalismo representando siempre los intereses del poder económico concentrado, pero solía hacerlo presionando, tanto a gobiernos de derecha como a los progresistas, para aplicar las políticas económicas que favorecieran a la banca y al capital concentrado en general, pero manteniendo cierto nivel de “corrección política” para adaptarse a los nuevos tiempos; y así hemos visto gobiernos que aplicaron políticas económicas neoliberales, pero siendo un poco más aggiornados en otras áreas, como los derechos de las minorías, el cuidado del medio ambiente, y ciertas políticas públicas de contención social. Pero más recientemente han ido surgiendo los llamados “populismos de derecha” que, además de reivindicar al más crudo capitalismo salvaje y depredador, atacan sin ningún tipo de filtro ni autocensura todas las conquistas sociales haciendo de ello su bandera política, logrando que a través de la manipulación del relato mediático y de las redes sociales, una buena parte de la población ponga en duda la validez o conveniencia de tales conquistas, y hasta logran movilizar una considerable cantidad de militantes que promueven el odio hacia los inmigrantes, el colectivo LGBT, los ecologistas, al feminismo y obviamente a lo que llaman populismo de izquierda y sus políticas económicas redistributivas. El término “wokismo”, que originalmente se utilizaba para manifestar la necesidad de “estar despierto y alerta” ante la discriminación a los afroamericanos y que luego se extendió a otros tipos de reivindicaciones, ahora la derecha lo utiliza peyorativamente para referirse a lo que definen como una “dictadura cultural del progresismo”, enfatizando en ciertas exageraciones, dogmatismos y cancelaciones para conseguir así la adhesión de una parte de la población. En esta confrontación con el wokismo la derecha levanta la bandera de una nueva “Batalla Cultural”, obviamente en sentido opuesto a la formulada por el Gramscismo, promoviendo la hegemonía de la derecha.

Como en toda batalla, debe haber dos bandos bien definidos, y a través de sus medios de comunicación y la manipulación de redes sociales se ocupan de demonizar y estigmatizar a todo aquel que reivindique los derechos humanos, la justicia social y el cuidado del medio ambiente como “seres miserables”, “escorias comunistas” y otros epítetos que buscan deshumanizar a todo el que piensa distinto, y hasta justificar el uso de la violencia contra ellos. Muchos jóvenes, tal vez hartos de la prédica de un progresismo “políticamente correcto” (y a menudo hipócrita), sienten que la rebeldía juvenil ahora pasa por ser de derecha y adhieren a estos nuevos fascismos. Esta estrategia extremadamente maniquea no es muy diferente a la utilizada por el fascismo que emergiera hace un siglo y terminara con las peores atrocidades; y también consigue como en aquellos tiempos, el apoyo del poder económico que se siente beneficiado por partida doble, ya que puede contar con la complicidad de los gobernantes para explotar y depredar, y a la vez lo puede hacer sin ningún prurito al estar avalado por el apoyo popular de quienes paradójicamente respaldan a sus propios verdugos.

Frente a esta situación algunos, desde ambos bandos se preguntan cómo lograr ganar la batalla cultural y así tener la hegemonía que permita gobernar. Pero qué pasaría si nos preguntáramos si realmente la solución pasa por librar esa batalla y en ese terreno.; o preguntarse también para qué se quiere realmente ganar una batalla cultural y tener la hegemonía, ¿para hacer qué exactamente?

Cuando Antonio Gramsci volcó su pensamiento en los cuadernos, escritos en la cárcel del fascismo italiano, para los comunistas de la época no había dudas de que el comunismo era la solución política y económica, y en todo caso el desafío principal era cómo llegar al poder para aplicarlo ¿sería a través de golpes palaciegos? ¿o mediante revoluciones y alzamientos populares?, ¿sería a través de procesos democráticos respaldados por masas proletarias organizadas en sindicatos? La pregunta era cómo lograr el poder y mantenerlo, conseguir que la sociedad respaldara, se convenciera; pero pocos se preguntaban sobre qué hacer con ese poder cuando se obtuviera, porque se suponía que eso ya estaba claro y que el comunismo era la solución. Pero un siglo más tarde, después de la caída del socialismo real, después del fracaso estrepitoso de las economías centralizadas, esa respuesta ya quedó obsoleta, y hoy en día si alguien se preguntase cómo llegar a tener la hegemonía que le permitiese gobernar con apoyo social, debiera antes que nada preguntarse qué va a hacer con ese poder, porque no parece estar muy claro, habida cuenta de las reiteradas frustraciones con gobiernos de diferente signo. Tal vez habría que comprender que los bandos que hoy se disputan la hegemonía no son más que diferentes avatares de un mismo poder que perdura incólume rigiendo los destinos de la humanidad con diferentes disfraces. Desde hace mucho tiempo ya que, gobierne quien gobierne, la riqueza se acumula cada vez más en pocas manos, el poder financiero domina el mundo, el planeta se sigue destruyendo, la violencia perdura y escala, y cada vez más seres humanos son marginados del sistema. Gobierne quien gobierne, todos aceptan esta marcha hacia el abismo de la civilización, algunos lo hacen por convicción, y otros con resignación; algunos pisan el acelerador y otros buscan infructuosamente el freno, mientras sostienen el volante en la misma dirección. Por eso es un error pensar que frente al avance de las ultraderechas lo que habría que hacer es redoblar esfuerzos desde el progresismo para ganar la batalla cultural y recuperar la hegemonía. Toda batalla implica encerrarse en bandos, y lo que se necesita es comprender que el 99 % de la población tiene problemas similares, comparte los mismos sufrimientos y temores, tiene angustia por un futuro cada vez más incierto, y la responsabilidad de esto no radica en ese 99 %, sino en el otro 1%, que es el más interesado en que nos dividamos en bandos para responsabilizarnos unos a otros, y para eso manipula la información y la subjetividad de las personas. Sentimientos como el odio, la envidia, el revanchismo, la discriminación son utilizados por los manipuladores para lograr que se conformen los bandos y se distraigan luchando entre sí. Ya hemos visto en la historia lo que pasa cuando los peores sentimientos se exacerban para incentivar la lucha entre bandos; varios genocidios comenzaron de ese modo, con gobiernos de diferente signo; se ha deshumanizado a otros por la raza, por la clase social, por la religión, por el nivel de educación, o por la nacionalidad, hasta llegar a una cosificación que justificaba cualquier matanza: ocurrió en la Europa dominada por los nazis, ocurrió en la Unión Soviética, en China, en Camboya, en Ruanda, en Sudáfrica, en India, en los Balcanes, solo por citar algunos ejemplos, pero los casos sobran lamentablemente, y aunque supongamos que en estos tiempos no se llegará a tanto, ya es suficiente con la polarización que existe en las sociedades para impedir que las mayorías se reconcilien y abracen un proyecto común: la polarización hace que se demonice al otro bando y por lo tanto ningún razonamiento, argumento, fundamentación, e incluso dato concreto puede ser verdadero o digno de ser considerado si pertenece al bando contrario.

Giuliano de Empoli, en su libro “Los ingenieros del caos”, analiza y describe muy bien cómo a través de las redes sociales se ha manipulado a las personas para que terminen apoyando a determinados candidatos o determinadas políticas; y quien mayor provecho ha sacado de esta manipulación por las redes ha sido la ultraderecha, que no ha tenido ningún prurito en difundir noticias falsas, o apelar a los peores sentimientos del ser humano; porque precisamente, como bien señala este autor, la propaganda por redes sociales se alimenta de emociones negativas, porque estas aseguran mayor participación. Las fake news que apelan a emociones negativas se viralizan rápidamente, mientras que las desmentidas de las mismas no tienen gran difusión. Si antes decíamos que el actual crecimiento de la ultraderecha tenía similitudes con los fascismos que surgieron hace un siglo, esta es otra coincidencia, la táctica de Goebbels del “miente, miente, que algo quedará”. Este tipo de propaganda manipuladora no enfatiza tanto en las supuestas virtudes del bando que la produce, sino más bien en los imperdonables defectos del bando opuesto, al punto de deshumanizarlo por completo; así se llega a un punto tal que buena parte de la población es capaz de apoyar y soportar al peor de sus verdugos, con tal de que no gane la partida el otro bando, al que le enseñaron que debía odiar.

Es por eso que, si se busca una transformación profunda en las sociedades, y un cambio sustancial en la dirección que lleva la civilización, no podemos plantearlo en términos de batalla cultural, de puja entre bandos, sino más bien como la necesidad de un salto evolutivo, y eso implica muchas cosas, pero sobre todo la épica de una ética superadora de la mediocridad actual.

Y cuando hablamos de mediocridad, no nos referimos solamente al individualismo, el odio, la discriminación y la crueldad de la ultraderecha, sino también a las palabras huecas y a la hipocresía del progresismo.

Tal vez haya que redefinir algunos conceptos y palabras que representen mejor la profundidad de una nueva ética social. Tal vez habría que hablar más de reciprocidad, y no tanto de solidaridad, ya que este último término está muy asociado al humanitarismo limosnero, mientras que la reciprocidad nos refiere más a un sistema de relaciones en las que los miembros de una comunidad se comprometen a ayudarse mutuamente. Tal vez habría que hablar de humanizar la mirada sobre los demás, porque ello implica aplicar la vieja regla de oro, tratar a los demás como queremos ser tratados, y de eso se desprenden un cúmulo de acciones y consideraciones que ayudarían a destrabar la trampa de los bandos, y nos llevaría a comprender mejor las ideas y sentimientos de los demás. Tal vez habría que hablar de liberación, más que de libertad, porque la liberación implica un proceso permanente, y en una sociedad cambiante y compleja, la diferencia entre la libertad teórica y la libertad concreta a menudo nos exige reconsiderar los términos de la misma. Con respecto al concepto de igualdad, no hay duda de que todos deben tener iguales derechos y oportunidades, pero la falta de oportunidades en la práctica es la que motiva propuestas compensatorias que podrían ser tildadas de igualitaristas, y ante eso surgen las críticas de los defensores de la meritocracia, que obviamente nada dicen de la falta de igualdad de oportunidades; por tal motivo habría que plantear a la igualdad de oportunidades como un requisito sine qua non si se quiere sostener un régimen de propiedad privada, porque en ese caso el derecho de propiedad debe estar condicionado por el derecho a la igualdad de oportunidades y no a la inversa, y en la medida de que la concentración de riqueza sea un obstáculo para la igualdad de oportunidades, habrá que replantearse el derecho al uso de la propiedad del capital concentrado. Pero por sobre todo habrá también que preguntarse también por el verdadero sentido de la vida humana en contraste con el materialismo consumista y alienante que hoy es aceptado como el ordenador de la organización social y la realización individual.

En definitiva, si de los laberintos se sale por arriba, habrá que empezar a volar hacia nuevas utopías que resuenen en los sentimientos más profundos del ser humano; porque no será suficiente con proponer el cambio de las prácticas democráticas, o de las técnicas económicas o de la legislación, en todo caso todo eso deberá ser la consecuencia de un verdadero salto evolutivo.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2025/08/batalla-cultural-o-salto-evolutivo/

Ambición y ruina: el trágico desenlace de la Sociedad Mora y Aguilar en el siglo XIX

Dr. Fernando Villalobos Chacón
Investigador morista

Don Juan Rafael Mora Porras, se había convertido en un exitoso empresario y exportador luego de una difícil década de 1830. Esto hace que otras personas deseen hacer negocios con él. Muchos tenían el dinero, pero no el conocimiento del mundo como si lo tenía Mora. Uno de estos personajes adinerados fue D. Vicente Aguilar Cubero, con quien en el año 1842 funda una empresa. Esta sociedad prometía ser una de las alianzas comerciales más fuertes de la época, e implica para don Juanito viajar con frecuencia fuera del país.

La compañía suscrita entre los dos empresarios haciendo honor a sus apellidos, es denominada como: “Mora y Aguilar”, constituida con un capital semilla de dieciocho mil pesos aportados por cada uno.

D. Vicente Aguilar Cubero, socio de D. Juan Rafael Mora Porras. Imagen tomada con fines ilustrativos de la web.

El acuerdo inicial de la conformación de alianza Mora y Aguilar, establecía que la empresa se manejaría de la siguiente forma: Vicente Aguilar manejaba los negocios dentro del país, y Mora se encargaba de los negocios en el exterior. Sin embargo, un negocio pujante y promisorio al principio terminó en pesadilla al final. Probablemente sería difícil encontrar en la historia del país, una empresa o relación comercial cuyo manejo y gestión haya sido tan complicada, que haya generado tantas rencillas, odios y litigios en los Tribunales de Justicia. En los estrados judiciales a este caso se le denominó: “Cuestión Mora y Aguilar”. Fue un tema tan mediático en la sociedad costarricense, que llegó a influir fuertemente en la política nacional en la década de los cincuenta. Muchos de los hechos al final de esa década tales como: el derrocamiento de Mora el catorce de agosto de 1859, su inmediato exilio y su trágico final junto con José María Cañas en Puntarenas el treinta de setiembre y dos de octubre de 1860, respectivamente; encuentran su explicación en mucho; en esta amarga relación comercial. Este es un típico caso en el que una rencilla comercial profunda degeneró en un odio inmenso que terminó muy mal para una de las partes. Se puede decir que la empresa fue financieramente exitosa, por lo menos al principio; pero el manejo de las diferencias resultó lamentablemente desastroso.

La sociedad con Vicente Aguilar – en 1845 – tres años después de haberse fundado, presentaba sus primeros síntomas de desgaste, por la forma en que, según Aguilar, don Juanito conducía algunos proyectos de la compañía. El socio de don Juanito reclamaba que éste último se aprovechaba de la sociedad para su propio beneficio, o que revolvía los negocios personales con los de la empresa, lo que según las reclamaciones de don Vicente le mermaban fuertemente sus ganancias. No obstante, esta primera divergencia se solventa con un nuevo acuerdo donde se esclarecen mejor las delimitaciones de los negocios a favor de uno y otro. En este sentido, el nuevo pacto dejaba claro que cualquier negocio de Mora o Aguilar en la sociedad, beneficiaría a la otra parte en idénticas condiciones. En el año de 1845, la sociedad Mora y Aguilar, se había convertido en una de las corporaciones mercantiles más sólidas de Costa Rica.

No obstante, estas discrepancias iniciales entre don Juanito y don Vicente Aguilar; en el mismo año de 1845 constituyen otra sociedad acompañados de otros dos accionistas: Nicolás Ulloa y Rafael Moya, con el objetivo de buscar oro en los Montes del Aguacate; empresa que fracasó posteriormente y fue disuelta. Esto denota que, aunque había diferencias entre ambos socios, aún se tenían algún grado de confianza.

Vicente Aguilar Cubero era un personaje bastante reconocido en el país y don Juanito también. Aguilar había sido congresista. Era una persona de familia, medianamente instruida, conservadora y muy meticulosa en todos sus negocios. Además, se le ha considerado como una persona sumamente avara y codiciosa, según descripciones de Mora y sus allegados.

Don Juanito manejaba los grandes negocios, pero era un poco descuidado en los detalles de las cláusulas y poco precavido en algunas inversiones, en las que arriesgaba más de la cuenta. Precisamente ésta era otra de las quejas recurrentes de Aguilar, en el sentido que en varias ocasiones sin consulta previa a su socio había adquirido compromisos o deudas riesgosas, complicadas de poder honrar si algo no salía bien, lo que podía poner en riesgo absoluto el patrimonio familiar de ambos, cosechado con trabajo y ahorro de toda una vida. Esta conducta si se quiere decir temeraria – propia de los grandes comerciantes, – exasperaba a Aguilar en demasía, y sería una causa frecuente de fuertes roces entre ambos.

Transcurridos apenas seis años de la conformación de la sociedad, don Juan Rafael comenzó a darse cuenta de un evidente faltante de fondos en perjuicio de su parte proporcional de participación en dicha entidad mercantil, razón por la cual de inmediato decidió disolver su vínculo mercantil con Aguilar Cubero en febrero de 1848. En vista del faltante detectado y sospechando de las malas intenciones de su socio, con la idea de conservar pruebas para entablar un posible litigio en los Tribunales de Justicia, don Juanito cautamente conservó los libros mercantiles y registrales de la fenecida Sociedad Mora y Aguilar.

Don Juanito, que había incursionado brevemente en la política nacional en 1847, renuncia a la Vicepresidencia del país en 1848 y liberado de ese compromiso, realiza un viaje de negocios entre octubre y diciembre de 1848 a Chile. Durante el viaje tuvo mucho tiempo para estudiar los manejos de Aguilar con la compañía y regresa muy molesto de este periplo el veinticuatro de diciembre y escribe una severa carta a don José María Cañas, en la cual relata a su amigo y cuñado, su enfado con Aguilar por supuestas prácticas tramposas en los negocios, a criterio de Mora. Esto significará el inicio del diferendo entre ambos ex-socios, de infaustos recuerdos y larga data en el país. A continuación, se transcribe textual e íntegramente, la misiva de don Juanito, en la que se retrata lo agudo del conflicto que se avecinaba y que daría origen a las acusaciones mutuas que se harían ambos personajes en los años siguientes:

Puntarenas, diciembre 24 de 1848,

Señor don José María Cañas – Reservada.

Querido hermano:

He tenido el pesar de no encontrarlo en este, pues, pensaba dejarlo descargando el buque, mientras yo pasaba a esa a dar una vuelta, por cuatro días; pero ya que he sido burlado, espero que se venga lo más pronto para que me ayude a despachar los efectos, pues tengo un asunto muy importante que ventilar en esa, con mi memorable socio Aguilar, y por esto quiero pasar a esa lo más pronto.

Tengo mucho que contarle, pues el tal Aguilar ha tratado de arruinarme, pues además de quedarse con mi capital y utilidades que tenía en la compañía, se pensaba apropiar más de sesenta mil pesos, que maliciosamente te dejó sin cargar en el inventario o balance que forjó muy a sus anchar. ¡Qué hombre tan descarado! Pero le aseguro que hasta por la prensa he de publicar todos sus manejos. Sí, yo le juro que he de poner en claro sus conductas, que ya no es desconocida de muchos.

U. es testigo de lo que yo he sufrido a este hombre, cerrando los ojos a todos sus sucios manejos. Se acuerda U. que hicimos un cálculo de las facturas que yo compré para la compañía, y que sacamos por resultado que no bajaban de sesenta por ciento libre la utilidad que en 450.000 pesos, con lo que hemos negociado, serían 270.000 pesos. Todo esto puede probarse hasta la evidencia, haciendo un inventario de todas las facturas, y poniéndoles los precios a que aparezcan vendidos otros de la misma especie, y haciendo un reconocimiento de los libros que él llevaba, para cotejar el contenido con las facturas, pues puedo probarle que no apuntaba las ventas que hacía al contado, ni se cargaba las grandísimas partidas de efectos que pasaba a su tienda y otras transacciones que probaré.

Solo espero que él me conteste, y si su contestación no es satisfactoria, (como lo creo por el conocimiento que tengo de este avaro) entonces, inmediatamente, sin entrar en más correspondencia, daremos principio al reconocimiento judicial de documentos, contratas, facturas, libros, etc., pues tengo un campo más vasto que el océano.

Además de las utilidades que hemos hecho en los efectos, debe haber otra muy grande de compras de café, réditos, certificaciones; y, en fin, de tantas operaciones que se han hecho por la compañía; pero la que en particular debe haber producido mucho es, las compras de café a veinte reales, y después reconocido a cinco pesos por café a veinte reales para el año siguiente, por manera que en dos años era más que doble el capital. Todo lo puedo probar en pocos días…

Hace algún tiempo me echaba la cantinela de que la compañía le debía como noventa mil pesos; yo me reía a mis solas del descaro de este hombre; pero me hacía de la vista gorda como era tan fácil averiguar lo que correspondía a la compañía y él era el único administrador y tenedor de libros, papeles e intereses, a su tiempo veríamos esos noventa mil pesos, y más de otro tanto que quedaba a retaguardia. ¡Sí, hermano, solo peleando puedo sacarle a este monstruo de ingratitud lo que me ha usurpado! Pelearemos, pues, pondremos en juego todos los recursos que me suministran sus mismas operaciones, pues es tan fácil poner todo en claro, que antes de dos meses estará concluido el asunto, y para prestigiar el asunto haremos por la imprenta una relación minuciosa y extensa de todos los hechos que han ocurrido desde que hicimos el primer negocio por la compañía: publicaremos certificados, pruebas y también la carta que con esta fecha le he dirigido. Si, y tendré actividad, me volveré escritor, y cuando U. quiera, pero el triunfo será seguro, pues tengo la justicia en mi favor y no habrá una sola persona que no se compadezca de mí.

Ya se acordará U. de lo que nos reímos cuando él proyectó aquel viaje a Inglaterra, el cual jamás tuvo en mira realizar, pero lo que le interesaba era arribar a un arreglo y hacerse de comprobantes. ¡Qué malicioso ignorante!, ¿Pues qué, no es el responsable de los intereses que ha administrado? Ya veremos.

U. extrañará que aun a pesar de todo, yo todavía le preste servicios a Aguilar, como lo he hecho de esta vez en Valparaíso; pero además de que siempre he tenido por principio la buena fe, como podía yo informar de todo a los señores John Thompson, cuando hasta muy tarde vine a descubrir por las cuentas, las cantidades que se usurpaba Aguilar. ¿Qué concepto se formarían de mí habiendo hablado tan bien en su favor, y veinte días después decirles lo contrario? Era imposible, me fue forzoso llevar adelante mi papel y mis buenos oficios para con este ingrato, pero hay más tiempo que vida.

Estoy muy agradecido de mis consignatarios, pues me han dado pruebas de su deferencia y confianza en mi favor, que llegó hasta tal punto que me preguntaron si me era en alguna manera perjudicial que aceptasen los negocios de Aguilar, para rehusarlos, y yo les contesté que no, y que les suplicaba lo sirviesen tanto como a mí, que aun cuando se había disuelto la compañía, nosotros nos favorecíamos mutuamente, prestándonos servicios y caminando de acuerdo en todos los negocios. ¡Servicios a quien me quiere arruinar! ¡Qué anomalías!

El saldo que resultó contra la compañía es tan grande que cuando lo vi me sorprendió tanto, que no sé cómo no me mató la aflicción, hasta que el mismo apuro me hizo revisar más de cien veces, las cuentas, hasta que con sumo gozo vine a descubrir que Aguilar se había dejado de cargar grandes sumas. Qué ceguedad de hombre, ¿cómo podría creer que esto no se descubriera? Entonces despertado del abatimiento que me consumía, toda mi furia se dirigió al usurpador, y entonces ofrecí escarmentarlo, publicando sus hechos, y arrancarle lo que me corresponde. Si, lo haré o acabará hasta con mi vida.

Hermano, en el caso desgraciado a que la suerte pudiese conducirme, tendría valor; y la tranquilidad de mi conciencia creo me bastaría para ser feliz, si, el pan que se arrebata a otro no puede saborearse con tranquilidad. Los perversos están flacos, macilentos por el tósigo que los acosa, yo no, me veré gordo y colorado, y con más valor.

No tengo más tiempo que para decirle que lo espero pronto. Saludos a Melico, al Dr. Castro, al General Quiróz mis buenos amigos, y en fin, a toda esa caterva de amigos y deudos. Un abrazo a la Lupita, un beso a mis sobrinos, y U. mande a su hermano q.b.s.m. – Juan R. Mora.

Adición. – Dígale a José María que tenga esta por suya, pues no tengo tiempo. – Vale —. (Carta tomada del Folleto “Cuestión Mora y Aguilar”. San Salvador, marzo 7 de 1861, citada por Vargas 2007).

La carta simplemente es reveladora y detalla con bastante precisión, que don Juanito había comprobado por fin el desfalco sistemático del que había sido víctima por parte de su socio Aguilar Cubero. Mientras Mora buscaba negocios en el exterior, como era el acuerdo; su asociado tramaba el desfalco en su perjuicio en los negocios internos. Con posterioridad, y para el amplio período de tiempo transcurrido entre 1849 y 1857, el Presidente Mora decidió no entablar proceso judicial alguno en contra de Aguilar, dada la investidura presidencial que ejercía. Lo anterior a pesar de que durante esos años don Juan Rafael había logrado sustentar sus sospechas iniciales, pues, efectivamente, existió un sistemático y gravoso desfalco en su contra que, según los cálculos contables realizados con base en los libros de la Sociedad Mora y Aguilar, ascendió a la ostensible suma de 350.000 pesos. Así las cosas, para 1857 y comprendiendo de modo paralelo que el plazo de prescripción para entablar un proceso judicial en contra de Aguilar estaba por fenecer, Mora decidió por fin actuar al respecto. Fue en medio de esta coyuntura cuando Aguilar Cubero le planteó la rúbrica de una transacción alterna que evitase llevar el litigio a sede judicial y dilapidar su reputación de hombre correcto, lo cual fue aceptado por don Juanito de buena fe en 1859 (Rodríguez, 1986).

Don Juan Rafael Mora, un comerciante atrevido tuvo la mala suerte de asociarse con una persona dispuesta a enriquecerse a cualquier costo. Vicente Aguilar Cubero llegó a ser la persona más adinerada del país. Sus manejos cuestionados le ocasionaron a don Juanito una pérdida en su patrimonio de un millón y medio de francos. A sabiendas de su mala fe y malos manejos contables y con el temor de verse arruinado en su imagen Aguilar no tuvo más remedio que aceptar una conciliación debiendo pagar medio millón a don Juanito en tres tractos.

Mora logra recuperar una parte de su patrimonio lesionado, pero se gana con esto el enemigo más cizañoso que se podía tener: Vicente Aguilar Cubero. De ahí en adelante se ocupó de buscar arruinar a don Juanito en todos los aspectos que le fueron posibles; así como ser parte del grupo que orquestó su golpe de estado concretado el catorce de agosto de 1859 y su brutal muerte en setiembre de 1860. Lamentablemente Aguilar tenía una inmensa fortuna capaz de comprar conciencias. Lo peor de la política costarricense estaría por venir.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

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Planos registrados en zonas costeras de Guanacaste tienden a estabilizarse tras el boom inmobiliario postpandemia

Esteban Barboza, Abigail Lizano, Aarón Chaves, Johan Mora. Agosto, 2025

Por primera vez desde los inicios del boom inmobiliario postpandemia, existen indicadores que sugieren una estabilización en el mercado de compra y venta de propiedades en distritos costeros de Guanacaste. Esta conclusión surge del análisis de la cantidad de planos de agrimensura registrados ante el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) entre 2016 y 2024.

En términos generales, solo Tamarindo (desde 2019) y Tempate (desde 2021) mantienen una tendencia de crecimiento sostenido. Los demás distritos analizados, como Sámara, Nosara, Veintisiete de Abril, Cabo Velas, Sardinal y Nacascolo, muestran un comportamiento de estabilización o incluso una disminución en los registros.

De manera particular, Nacascolo refleja una fuerte desaceleración, mientras que Nosara y Sámara evidencian un decrecimiento importante entre 2023 y 2024. En cuanto a los planos registrados como solares y para construcción, la mayoría de los distritos también presentan cifras descendentes o menos ascendentes. Una excepción es Veintisiete de Abril, que mantiene un aumento marcado en los solares desde 2018, aunque no así en los lotes para construcción.

Es en los lotes para construcción donde más se percibe la caída de registros en prácticamente todos los distritos analizados, lo que refleja un cambio en el ritmo del desarrollo inmobiliario.

Estos resultados sugieren que el acelerado crecimiento inmobiliario vivido durante 2021, 2022 y 2023 —caracterizado por segundas residencias de lujo, alquileres turísticos y desarrollos hoteleros— estaría dando paso a una etapa de menor dinamismo en varias zonas costeras de Guanacaste.

Invitamos a leer el artículo completo en el sitio del OBTUR-UNA:
Planos registrados en zonas costeras de Guanacaste para construcción y solares tiende a estabilizarse tras el boom inmobiliario postpandemia

El chavismo, un discurso sin patria y sin historia

José Luis Amador.

Por José Luis Amador MSc.

Una de las características del discurso chavista es la negación y tergiversación de la historia y los valores patrios. Proclamar que el país es una dictadura y convencer a la ciudadanía de que nada existe y hay que empezar de cero, es apenas un ejemplo. Esto le permite atacar las instituciones y debilitar los poderes de la República que le estorban en sus pretensiones autocráticas.

Para ello tiene a su haber la desinformación histórica que campea en gran parte de la población y especialmente en algunos sectores de su base social. Cosechamos el resultado de años de ausencia de educación cívica de la ciudadanía y un vacío enorme en el fortalecimiento de memoria histórica.

Súmese a ello que los partidos políticos tradicionales habían venido haciendo una utilización abusiva y superficial de la historia y la tradición, cuando no era que habían echado por la borda los valores de patria y solidaridad, a cambio de una visión economicista y utilitarista del país. “Mi partido y mi patria son mis amigos y mis negocios”.

No menos impactante fue el trabajo de erosión interna, generado desde ciertos sectores académicos, que, en nombre de la crítica científica, terminaron socavando la figura de héroes nacionales como Juan Santamaría o Juanito Mora. Esa visión fue interpretada por el pueblo como una negación de la existencia misma de estos héroes.

Así, el edificio ideológico que sostiene la identidad nacional quedó descuadrado, y el terreno abonado, abriendo espacio para un discurso chavista, a-histórico, carente de luces ciertamente, pero con un poder mediático descomunal, capaz de atacar viralmente la base de nuestra identidad y cohesión social.

En el espacio político, ya teníamos antes una derecha apátrida, que optó por los negocios y convirtió los partidos en maquinarias electorales, pero que se valía del discurso patrio para ganar adeptos, ahora tenemos una derecha ignorante, ayuna de todo interés real en nuestra historia y nuestra ancestralidad.

Nos toca ahora retomar las tareas de re-construcción de la nación y la identidad. Son las viejas tareas de Omar Dengo, Carmen Lyra, García Monge y tantos otros, “para recordarles a los que vienen que no son hijos de las peñas, que tienen precursores abnegados e ilustres y una tradición estimable que conocer, respetar y proseguir” (García Monge al pie del Monumento Nacional. 15 de setiembre, 1921).

En este momento, son pocos y quizá demasiado dispersos los actores sociales, (políticos, artistas, académicos, religiosos, periódicos, formadores de opinión) que alimentan un discurso de revitalización de los elementos de identidad patria y procuran enfrentar y neutralizar el discurso de negación histórica de la arremetida chavista.

Es urgente que los sectores humanistas del arte, la política y la intelectualidad, unan esfuerzos para enfrentar esta visión negacionista de la historia y la cultura, a efecto de trabajar juntos en la reconstrucción del edificio ideológico y espiritual de la patria, fundamentados en la solidaridad humana y no en otra cosa

Cabe señalar que este es casualmente, el talón de Aquiles del discurso chavista: No tiene concepto de Patria, no tiene sentido de solidaridad, no conoce la costarriqueñidad, es un discurso improvisado desde la ideología de un funcionario de tercera del Banco Mundial, que solo sabe servir a sus financistas y a unos cuantos empresarios.

El supuesto líder chavista no tiene las luces para generar un concepto de patria, mucho menos esa Tercera República, de la que habla. No tiene la consistencia ideológica y espiritual que eso requiere y esperamos, no la obtenga jamás.

El discurso chavista pretende haber abolido la historia, pero cuidemos que no nos robe nunca la misión sagrada y permanente de construir la patria, el futuro y la esperanza.

El filibustero William Walker huye ante la acción de las Repúblicas Centroamericanas lideradas por Costa Rica. Ilustra un momento heroico y luminoso de nuestra historia, pero hay muchos, la mayoría de ellos, anónimos.

La declaración de la República fue un compromiso con la libertad, la justicia y el progreso

(Discurso de Guiselle Alpízar Elizondo, viceministra Académica del Ministerio de Educación Pública, en el acto cívico oficial, organizado por la Dirección Regional de Educación de San José Central, en el marco de los actos conmemorativos del 177 aniversario de la Fundación de la República de Costa Rica, celebrado el domingo 31 de agosto del 2025, frente al busto del Dr. José María Castro Madriz, ilustre fundador de nuestra República, ubicado en la Avenida Central, calle 4, ciudad de San José.)

Me dirijo a ustedes en ocasión de saludarles y dar inicio al Mes de la Patria.

Hoy conmemoramos dos hitos que marcan un antes , un presente y un después para todas las personas habitantes de Costa Rica.

En primer lugar, el día de la Fundación de la República de Costa Rica. La Fundación ocurrió hace 177 años, en 1948. En ese día, bajo el liderazgo del Dr. José María Castro Madriz, nuestro país dejo de ser un Estado para convertirse en una República soberana, libre e independiente. Este cambio marcó el inicio de una nueva etapa para Costa Rica, una etapa en la que comenzamos a construir el país democrático que conocemos hoy.

En segundo lugar el día de la persona negra y la cultura afro costarricense. Es una fecha de gran importancia porque reconoce y valora el aporte fundamental de la población afrodescendiente a la identidad, la cultura, la historia y el desarrollo de nuestro país. Esta celebración promueve la visibilización de sus tradiciones, luchas, derechos y contribuciones en igualdad con otros grupos étnicos.

La declaración de la República no fue solo un cambio de nombre, sino un compromiso con la libertad, la justicia y el progreso.

Este acto significó que Costa Rica dejó de ser un Estado para convertirse en una Nación soberana, libre e independiente.

Marca la culminación de un proceso iniciado en 1821, cuando Costa Rica logró la independencia de España, representando la consolidación definitiva de la soberanía nacional.

Con la declaración de la República, se fortalecieron valores como la educación, la libertad de prensa, y el respeto al Estado de derecho, pilares esenciales para el desarrollo democrático y social del país.

Simboliza el compromiso con un gobierno representativo y con el bienestar de todos los ciudadanos, incluyendo avances sociales como el impulso a la educación para las mujeres. La fundación también implica la creación de símbolos nacionales, como la bandera y el escudo, que fortalecen la identidad y el orgullo nacional.

Además, este evento es un recordatorio para las nuevas generaciones de la importancia de defender la democracia, la soberanía y los derechos adquiridos frente a cualquier amenaza o desafío.

Esta fecha nos recuerda la importancia de valorar y cuidar nuestra democracia, trabajar unidos desde nuestros centros educativos por garantizar una educación de calidad para todos los habitantes de Costa Rica, a fin de dar continuidad en la construcción de un país donde todos tengamos oportunidad y respeto. Así, como nuestros antepasados lucharon por la independencia y la Fundación de la República, ahora nosotros somos los encargados de mantener vivo ese legado.

Bajo este Cielo que hoy nos cobija, los invito a que, como ciudadanos libres, demos con alegría la bienvenida a estas festividades patrias, y nos preparemos con entusiasmo a celebrar en próximos días, un año más de vida independiente.

Me despido de ustedes, no sin antes, instarlos a que, desde nuestros espacios, (centros educativos, barrios, nuestra comunidad en general), levantemos nuestra voz y le digamos al mundo, que, en esta tierra, estamos más que orgullosos de nuestra herencia histórica y el legado de libertad que nos fue dado. Así mismo, que estamos dispuestos a defender estos ideales, ante cualquier amenaza que quiera opacar tan sagrados regalos.

¡Viva Costa Rica!! ¡Viva la Fundación de nuestra República!!

Le invitamos a leer la intervención en este mismo acto del historiador Vladimir de la Cruz.

Ante el 177 aniversario de la Fundación de la República

(Intervención de Vladimir de la Cruz, en el acto cívico oficial, organizado por la Dirección Regional de Educación de San José Central, en el marco de los actos conmemorativos del 177 aniversario de la Fundación de la República de Costa Rica, celebrado el domingo 31 de agosto del 2025, frente al busto del Dr. José María Castro Madriz, ilustre fundador de nuestra República, ubicado en la Avenida Central, calle 4, ciudad de San José.)

La noticia de la Declaración de Independencia de Guatemala, del 15 de setiembre de 1821, llegó a Cartago, capital entonces de la Provincia de Costa Rica, el 13 de octubre.

El 11 de octubre de 1821 la Diputación de León, a la cual pertenecíamos, también así lo había resuelto, corrigiendo lo acordado en esa Diputación el 28 de setiembre, cuando conocieron la Declaración de Guatemala.

Entre el 13 y el 28 de octubre se conocieron estos documentos en distintos lugares del país, que se hicieron representar el 29 de octubre de 1821, en Cartago, para definir el rumbo de Costa Rica.

Así, en el Ayuntamiento de la ciudad de Cartago, se proclamó la Independencia absoluta del gobierno español, el 29 de octubre de 1821, aceptando de seguido la Constitución y las leyes del Imperio Mexicano, por la felicidad y verdadero interés de la entonces Provincia de Costa Rica, situación que no se materializó, al desaparecer el Imperio Mexicano en 1823.

De esa forma iniciamos el camino de nuestra vida independiente hace 204 años.

De seguido procedimos a nombrar, una serie de nueve breves gobiernos, desde el 12 de noviembre de 1821 hasta la instalación de la Asamblea Constituyente del 6 de setiembre de 1824.

Por iniciativa del Acta de Independencia de Guatemala, del 15 de setiembre, se convocó a un Congreso centroamericano para decidir el punto de independencia general absoluta y fijar, en caso de acordarla, la forma de Gobierno y ley fundamental que debía regir. Así, se produjo la Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América, el 22 de noviembre de 1824, que dio origen a la República Federal de Centroamérica.

En la República Federal nos constituimos como el Estado Libre, desde 1824 hasta 1838, cuando el jefe de Estado Braulio Carrillo nos separó de la Federación, considerando que para ese momento no había un sentimiento de nación y de federación centroamericana.

Aun así, mantuvimos la condición de Estado, como forma organizativa política hasta el 31 de agosto de 1848, cuando el Dr. José María Castro Madriz, junto con el ministro de Relaciones y de Gobernación, Joaquín Bernardo Calvo, siguiendo la decisión del Congreso de la República, del 30 de agosto de 1848 decretó, ese 31 de agosto, un día como hoy, hace 177 años, la República, como nueva denominación de Costa Rica, en su “condición de cuerpo político, soberano e independiente”. De esa forma el título de ESTADO de Costa Rica se sustituyó por el de República de Costa Rica, que es lo que hoy celebramos.

Con la nueva denominación no se afectó la condición del cuerpo político soberano e independiente que teníamos desde la disolución de la República Federal, ni se alteró la constitución interior de la estructuración y organización institucional de los Poderes Públicos (el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial), que teníamos desde 1825, desde hace 200 años, cuando así se establecieron, constituyendo el sólido Estado de Derecho que desde entonces vivimos, con estos poderes independientes, soberanos y autónomos entre sí, cada uno con funciones que se les han respetado propias, exclusivas e indelegables.

Es importante destacar que la decisión del Congreso de declarar la República obedeció a una solicitud que había hecho una mayoría de Municipalidades, en ese sentido.

Con la Declaración de la República se afirmaron los principios de soberanía, de libertad y de independencia de Costa Rica, y en tal concepto el de nación libre, soberana, independiente y dueña de sus derechos.

Ante la decisión de la Declaración de la República, el 10 de octubre de 1848, el cuerpo eclesiástico de Costa Rica, se dirigió al presidente José María Castro Madriz, para que gestionara la creación de la Diócesis de Costa Rica, para romper la dependencia que tenía la iglesia costarricense con la de León de Nicaragua, considerando que al declarar la República, la Iglesia costarricense no debía depender de otro Estado, lo que se logró en el gobierno de Juan Rafael Mora Porras, el 28 de febrero de 1850, con la Bula “Christianae religionis auctor” del Papa Pío IX, fortaleciendo la Independencia de Costa Rica en el plano religioso.

Al recordar la Declaración de la República exaltamos con ella los valores fundamentales del sistema democrático, cuales son entre otros, Igualdad, Libertad, Fraternidad, Tolerancia y Respeto para las distintas ideas, personas, derechos y libertades, Orden, Honestidad, Solidaridad, Pluralismo político, Justicia Social, Bien Común, Legalidad, Justicia, Participación Ciudadana.

La importancia del régimen republicano es el respeto al Estado de Derecho, que es el respeto a la independencia, autonomía y soberanía de los Poderes Públicos, que es el sometimiento de las Autoridades Políticas a lo que la Constitución y las Leyes les obligan y permiten hacer, es el respeto al ejercicio pleno de los Derechos y Libertades de los ciudadanos.

Al Dr. José María Castro Madriz le reconocemos y recordamos también como el gobernante que impulsó la instrucción pública, particularmente su preocupación por la educación de mujeres; el que impulsó reformas educativas y las relaciones internacionales; el que decretó la erección de la Universidad de Santo Tomás, el que propuso el establecimiento del Hospital San Juan de Dios, el que propuso fundar una Escuela Normal encargada de formar maestros; el impulsor de la construcción del ferrocarril a los puertos de Limón y Puntarenas.

También lo recordamos como magistrado y presidente de la Corte Suprema de Justicia, como diputado y presidente del Congreso, como jefe de Estado, como presidente de Estado y como presidente de la República, como Rector de la Universidad de Santo Tomás, como Maestro Masón y gran pensador y reformador liberal.

Al Dr. José María Castro Madriz también le debemos la actual Bandera y Escudo Nacional.

Especialmente le recordamos por su paso por la prensa con la publicación del periódico semanal “El Mentor Costarricense”, que marcó los senderos luminosos de la marcha del periodismo costarricense, de las libertades de prensa, de información, de pensamiento, de educación y de la opinión pública.

El Dr. Castro Madriz decía que “la opinión pública debe ser el oráculo de un gobierno libre y popular; que no puede conocerse bien si no es expresándose bajo los auspicios de la augusta libertad de prensa, y que tampoco puede ilustrarse si no es con la publicación de los pensamientos y el debate de los escritos, de los que resulta triunfante la verdad”.

Procuraba que los periódicos instruyeran al pueblo en sus deberes y le informara sobre los aconteceres más importantes de la marcha del Gobierno. Los periódicos los consideraba constructores de la Patria.

Frente a las críticas periodísticas que se le hacían dijo: “Quiera Dios que durante mi presidencia sean saciadas las hambres de libertad de prensa para que mis sucesores encuentren calmados los ánimos y encauzado, por sí solo, este derecho incontrovertible del hombre a un plano de más elevadas miras…”

“Quiero que mi Patria, ya que no puede ser temida por su fuerza, sea considerada por su justificación y cordura, de modo que sobre cualquier agravio que se le infiera, recaiga el anatema del mundo civilizado. No tenemos escuadras, tengamos la simpatía de las naciones. La civilización del siglo ha definido la libertad política y religiosa, elevándola a dogma de paz y de ventura. Como tal la conozco y sabré acatarla y sostenerla”.

“Creo que la expresión de la verdad, aún la más amarga, conviene al gobernante que como yo, tiene el valor de abdicar ante ella sus errores, y el sincero deseo de tomarla por base de sus actos. Creo, en fin, que toda discusión ordenada y comedida ilustra, y que el lenguaje sólito de las malas pasiones, contra un gobierno que por su legitimidad y rectitud abunda en medios morales de defensa, es impotente”.

“La libertad de la prensa es un derecho consagrado por la ley, y como tal debo respetarlo, cualquiera que sean las consecuencias que de su ejercicio para mí resulten. Quizás su acción en estos momentos no sea favorable para mi Gobierno, desde luego que contra él se esgrimen con no disimulada furia sus armas; pero esa libertad es una de las que a la nación más honran, y andando el tiempo, de las que más habrán de aprovecharle; y entre lo que creo que le conviene a la nación y lo que me conviene a mí, como jefe de ella, yo no vacilo. Primero y ante todo la nación, y primero el derecho de los ciudadanos a ella, que lo que pudiera convenirme a mí en esta jefatura transitoria, que mucho me honra, pero que para mi corazón y mi espíritu tiene poco de placentero, y sí mucho de mortificante, puesto que, ejecutando el bien, según mi conciencia, me expongo a cosechar en perjuicio personal mío males sin cuento. Que sea así en buena o mala hora; pero mi mano no suscribirá jamás nada que pueda ser atentatorio contra derechos que están consagrados por las costumbres, a menos que estos pudieran tener carácter manifiestamente dañino a la moral social, como quedan todavía algunos, cuya desaparición debemos confiar, sin embargo, antes que a nuestra acción coercitiva, a la marcha depurativa y lenta, pero siempre segura, de los tiempos. Para esos somos, antes que mandatarios, educadores de un pueblo que entró hace poco en la pubertad y cuyo espíritu debemos fortalecer adiestrándolo en el ejercicio amplio de sus capacidades sociales, y no debilitarlo, escamoteándole la facultad de realizar, en todos sus campos y con entera plenitud, los que la ley le consagra como legítimos derechos suyos”.

La Independencia proclamada en Cartago el 29 de octubre de 1821 se dispuso jurarla en cada pueblo, por lo que se devolvió la noticia para que los ciudadanos la juraran, y se hicieran “adictos a la libertad”.

Hoy no se acostumbra jurar la Independencia al conmemorar estas fechas, como la de la República, aspecto que se debiera retomar desde el Ministerio de Educación y de los Poderes del Estado, para promover mayor compromiso con la Democracia, la Libertad, la Soberanía, la Justicia Social, la Paz y el Desarrollo Nacional, juramento que gobierno y ciudadanos lo deben realizar, así como el saludo a la Bandera que se lleva a cabo en ceremonias o actos cívicos como éste que estamos realizando. La primera Jura ante la Bandera costarricense se realizó el 8 de junio de 1823.

El Juramento es el compromiso que se adquiere de servir a la Bandera con honestidad y lealtad contra sus enemigos, contra quienes la amenacen y actúen en su contra; para servir al gobierno si llama en su defensa.

El Juramento es la afirmación ante los Héroes y Próceres de la Patria del recuerdo de su memoria cuando se izó por primera vez como símbolo de patriotismo, de identidad nacional, como escudo de la Independencia Nacional y en memoria de los que cayeron combatiendo por la Libertad, la Independencia y la Soberanía Nacional.

Hoy al recordar al Dr. José María Castro Madriz, en esta gloriosa fecha, con el corazón henchido, afirmamos:

¡Viva la Independencia de Costa Rica!

¡Viva la República de Costa Rica!

¡Vivan siempre los valores políticos de La República!

Puede leer el discurso en el mismo acto de Guiselle Alpízar Elizondo, viceministra Académica del Ministerio de Educación Pública.

Radiografía de la incertidumbre

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Una lectura rápida, pero no menos implicada, a algunas noticias aparecidas en medios nacionales los últimos días, permiten constatar el punto de no retorno en una sociedad como la costarricense.

Mientras la realidad campea en lo que podríamos denominar una radiografía de la incertidumbre, quedamos notificados de que la parálisis organizativa y la respuesta persisten sin evidencia de su recomposición.

La ofensiva sociocultural desplegada hace unos años desde sectores conservadores ha dado su resultado más rotundo: la atomización, el secuestro del concepto de pueblo por versiones populistas y perversas hábiles en la comunicación dirigida y sus variantes, así como la naturalización de dimensiones que hasta hace poco eran impensadas en este país, son solo algunos de esos efectos inmediatos y devastadores.

Empecemos por la peor debacle de todas, la pesadilla lapidaria: este país entró en un apagón educativo que está amenazando a amplios sectores de la población.

Si aquella, la de los ochenta, fue la década perdida, estos años sin lugar a dudas serán recordados como el cierre con candado a varias generaciones que fueron confinadas al peor de sus ostracismos.

El cuento se cuenta solo, porque no se parece siquiera a un chiste que es como se diría correctamente la frase: pésima comprensión de lectura en estudiantes de varios niveles y debilidades en la enseñanza de las matemáticas, por causa de malos manejos en las herramientas didácticas por parte de las personas docentes.

El último informe del Estado de la Educación fue todo un obituario. De eso estamos seguros.

En la misma semana que este informe se daba a conocer, los medios de comunicación nos hablaban de la transversalización del enfoque de la violencia en todos sus alcances: en la Costa Rica del chifrijo, cada diez horas ocurre un asesinato, cada nueve días un femicidio, que hasta la semana anterior contabilizaba 27 homicidios de mujeres a manos de sus parejas.

Para aquellos y aquellas acostumbrados a explayarse en ese tan cacareado excepcionalismo costarricense en la región centroamericana, les tengo una noticia: las extorsiones, el cobro de peajes y el desplazamiento violento de familias enteras de sus viviendas por parte del crimen organizado, está ocurriendo en esta tan linda su Costa Rica, la suiza centroamericana. Nada que no ocurra en un barrio empobrecido de San Salvador o Tegucigalpa.

Como si este punto de inflexión no fuera suficiente, las soluciones extremas y populistas parecieran ganar espacio en el inconsciente colectivo atolondrado y mareado por tanto discurso provocador: una mega cárcel resumiría la política social del estado costarricense para acabar con la delincuencia.

Hace muchos años facilitaba en El Salvador un evento de juventudes centroamericanas sobre participación política. El caso de la delegación tica era contundente: su desprecio por las demás delegaciones y su poca vinculación con el resto, les hizo granjearse rápidamente una percepción negativa de parte del resto.

Hoy esa actitud arrogante y proponente debe ser abandonada y transitar hacia una humilde escucha de quiénes han experimentado esos viajes de los cuales no han regresado.

Mirar por encima del hombro y con arrogancia al conjunto de la región, no es opción. Nos hemos estandarizado. Reconocerlo es el primer paso para la reparación de eso que alguna vez fuimos.

Educación o cárceles: ¿Qué futuro estamos construyendo?

JoséSo (José Solano-Saborío)

En Costa Rica, el rumbo que está tomando el Estado en materia de inversión pública parece cada vez más desconectado de las verdaderas necesidades de la población. Mientras se destinan recursos millonarios a la construcción de una “Mega Cárcel”, se recortan fondos en áreas clave como la educación pública, la policía judicial, la Fiscalía y el Poder Judicial. Es decir, se debilita tanto la prevención como la atención del delito, y se abandona la inversión social que podría evitar que muchas personas lleguen a delinquir en primer lugar.

La educación pública no es un lujo, es una herramienta esencial para el desarrollo humano. Es el puente que conecta a las personas con oportunidades reales, especialmente a quienes viven en condiciones de vulnerabilidad. Cuando se le quitan recursos, se cierran puertas. Y cuando esas puertas se cierran, el hambre, la desesperanza y la falta de opciones empujan a muchos hacia caminos que terminan en conflicto con la ley.

A esto se suma el abandono de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), con una deuda estatal que no se reconoce ni se paga. Esto deteriora aún más el acceso a salud, otro pilar fundamental para el bienestar y la productividad. Si a eso le agregamos una política económica que favorece la importación y golpea a los productores nacionales, lo que se genera es un cóctel perfecto para el desempleo, la informalidad y la pérdida de empleos dignos.

Sin una educación pública fuerte, sin salud accesible, sin seguridad alimentaria ni apoyo a la economía interna, Costa Rica deja de ser atractiva para la inversión responsable. Y lo que es peor: se convierte en terreno fértil para el crimen organizado, que ofrece una “salida” a quienes el Estado ha dejado atrás.

Invertir en cárceles sin invertir en educación es como tratar de apagar un incendio construyendo más hospitales, pero sin apagar el fuego. Las cárceles no darán abasto si seguimos condenando a nuestros jóvenes a un futuro sin oportunidades. La educación no solo previene el delito, también construye ciudadanía, fortalece la democracia y abre caminos hacia una sociedad más justa.

Hoy más que nunca, necesitamos que la educación sea el eje de todas las decisiones públicas. Porque si seguimos apostando por el castigo en lugar de la prevención, estaremos construyendo cárceles para los hijos de nuestras propias decisiones. Y eso, más que una política de seguridad es una tragedia anunciada.