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Cuando la palabra tóxica se encuentra con la mediocridad

Macv Chávez

Normalmente febrero suele llegar arrasando los ojos con frases sanvalentinescas, esos que suelen llegar a ser como la urticaria, debido a la masificación del síndrome del nombre del mismo mes, aquel que no hace otra cosa más que demostrar a ciencia cierta la falta de amor propio que existe en nuestras sociedades, sin la necesidad de investigaciones de grandes y prestigiosas universidades ni de intelectuales renombrados. Pero, este año febrero se presenta de manera muy particular, cargado de memes que resucitan y vuelven a matar a Marie Curie por tanta publicidad malformada de la palabra tóxica/o, tanto que creo que de volver a despertar terminaría citando una escena de la película “El lado oscuro del corazón 1” para definir a esta sociedad febreriana: “sarta de mal cogidos”, conduciéndonos de una u otra forma a Freud para poder entenderla mejor.

Pienso que cada día la estupidez humana se expande interminablemente, tanto que, incluso, con el paso del tiempo se está volviendo un tanto poeta, porque es lo que se viene haciendo últimamente con el uso de la palabra tóxica para hablar de relaciones amorosas enfermizas, trastornadas, deficientes, inmaduras y demás categorías que se suele contemplarse en el día a día de una sociedad envuelta en la mentira, el autoengaño, la falacia y demás pendejadas que sirven para vivir huyendo de la realidad, para no enfrentarse con la verdad de las cosas en sí misma. Por eso podemos contemplar que en el fondo es hasta ironizado el uso del término tóxico para las relaciones amorosas, al punto de que se van convirtiendo en citas influenciadoras sobre la masa, esa cantidad de personas que son los animales domésticos que todavía no aprenden a ser persona, por tal razón carecen de pensamiento propio, como también de ética, moral, conciencia, valores indispensables para una vida trascendental, a esa que está llamada todo ser humano por su propia naturaleza o capacidad de razonar, algo que no tienen los demás animales, para crear y transformar su entorno natural de ficción a realidad.

Ahora, según la RAE tóxico es algo que contiene veneno, por tanto no se puede usar para definir estados mentales de las personas, porque no contenemos veneno, no somos serpientes ni componentes químicos que matan como Chernóbil, salvo que lo empecemos a usar en el sentido figurado de la poesía, porque esa es la única forma en cómo una persona podría ser tóxica, caso contrario, no se tendría por qué usar dicha palabra para definir a las personas que tienen trastornos o problemas mentales, porque quieran o no se ha creado la idea de que lo tóxico mata, por tal razón, con el uso de este término podríamos estar expandiendo el número de asesinatos o de la propagación de la violencia y hasta de las violaciones, porque no hay que olvidar que muchas de estas reacciones son como bombas de tiempo que solo necesitan ser pinchadas con un alfiler para estallar, porque son cosas que se han ido reprimiendo y no tratando a lo largo de la vida, sencillamente porque nos han planteado de que ir al psicólogo o psiquiatra es solo porque estás demente, enfermo mental extrema, psicópata, asesino, gente que busca matar o dañar a otro a cada instante, cuando no es así. Por eso este uso indiscriminado del término tóxico debería preocuparnos, porque su mal uso puede promover estas cosas, debido a que todavía somos sociedades subconsciente y, por ende, nos dejamos arrastrar por los estados biológicos o subconscientes del ser para socializar, desde el hacer amigos hasta tener una relación de pareja, porque lastimosamente todavía no hemos dejado de ser animales domésticos, por tal razón vivimos propagando la malformación humana por todos los medios sin tomar conciencia de las cosas, como ahora mismo lo vienen haciendo con esta palabra, esa que en el fondo de una malformación humana representa solo a una cosa que con el tiempo te mata, tal y cual lo hacen los tóxicos de Chernóbil.

Y si realmente nos preocupa la realidad sociocultural que hoy se contempla con más fuerza que antes, debido a que la información está al alcance de nuestras manos, debemos empezar a fomentar la práctica de los valores, como el honor, buscando la honestidad de la persona consigo misma, para que en ese encuentro consigo misma sea capaz de reconciliar y superar ese pasado que a Freud le hizo sexualizar al hombre, algo que me atrevería a decir que es así, porque el ser doméstico todavía funciona así, porque toda nuestra actitud se desprende del ser sexual, porque es ahí donde empieza nuestra vida, es ahí donde se desencadena el instinto o prima la razón, porque es ahí donde el instinto te invita a llenar vacíos existenciales como la ausencia del padre, la madre, la necesidad de afecto, entre otras cosas, como los abusos en sus diversas manifestaciones. También es ahí donde la razón te dirá que no estás llenando ningún vacío existencial, sino que estás complementando tu ser con la libertad de ser tú, sin la necesidad de conservar ni preservar nada, por contrario, simplemente dándote tal y cual eres, sin cadenas que te aten al pasado ni bloqueen tu futuro.

Y es ahí donde recién puedes descubrir tus propias capacidades humanas, porque aprendes a distinguir entre deseo o sueño y las enfermedades mentales, los trastornos biológicos y psicológicos, esos que hoy la mediocridad llama poéticamente tóxico, porque suena más bonito y agradable que enfermo mental, ese enfermo mental que socialmente somos por lo menos el 90% de la población, porque no es fácil ser persona, tener conciencia del ser en plenitud, vivir sin mentiras ni con autoengaños, razón por la cual el hombre sigue tragándose al hombre, simplemente porque todavía no hemos aprendido a ser personas para dejar de ser masas, animales domésticos, esos que pueden ser perro, gato, loro, entre otros, solo que con figura humana y mentalidad de máquina, motivo por el cual repetimos los mismo patrones de la involución humana, sin siquiera lograr trascender, sin ir más allá de nosotros mismos.

Y esta es la razón por la cual me opongo firmemente a que se siga usando la palabra tóxica para una sociedad enferma y no contaminada, porque lo tóxico viene de fuera, es contaminante, es una sustancia externa, un veneno, y la enfermedad viene desde adentro, desde ese ser que hoy está desnutrido, humanamente hablando, porque nos hemos vuelto irracionales, porque nos hemos domesticado tanto que hemos perdido la capacidad de razonar, a pesar de tener tantos años universitarios o tantos logros en la vida personal, simplemente porque somos incapaces de ver más allá de nuestros propios ojos, porque solo nos miramos como uno se mira en el autoengaño: incapaz de verse ante el espejo humano que es el otro, porque finalmente nadie es de sí mismo, sino todos somos de toda la humanidad, y por tal razón la humanidad es la que sigue y seguirá fallando, porque todavía seguirá enferma, mientras la gente siga siendo incapaces de verse más allá de sus propios ojos, porque está enferma de sí misma.

 

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