Cultura: eje central para el desarrollo sostenible
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Como parte del proyecto: “Análisis de los efectos económicos, ambientales y sociales del Turismo y la Cultura en Costa Rica”; la académica de la Escuela de Economía UNA, María Fernanda Vega Solano, comparte un análisis de la cultura como eje central para el desarrollo sostenible de la economía en el país.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la cultura abarca desde los grandes y famosos museos y monumentos históricos, hasta el arte contemporáneo y las prácticas de patrimonio vivo. Es el alma de una sociedad, tiene la potestad de unir a la gente por medio de los museos, teatros u otros. Además, nos ayuda a definir quiénes somos y nos brinda una identidad ante los demás; la cultura tiene muchos beneficios, de los cuales una gran parte son personales.
La participación en actividades culturales durante etapas tempranas mejora las habilidades, aumenta la autoestima y se convierte en un motor de superación importante para quienes se encuentran en riesgo social, estudios como el de Díaz y Ledezma (2019), demuestran que los estudiantes que participan en este tipo de actividades tienen más posibilidades de avanzar en sus estudios, es un aprendizaje para toda la vida, les permite una mejor comprensión de la historia y fortalece sus competencias blandas.
Por su parte, cuando se trata de adultos mayores se ha demostrado que el arte trae consigo grandes beneficios, potencia la habilidad mental (razonamiento, memoria, pensamiento creativo), se convierte en un alivio a dolores de carácter emocional, ayuda a la mejora de la motora fina, es un factor fundamental para una adecuada salud mental y le da sentido a la vida de esta población tan vulnerable, pero que aumenta día a día.
Aun cuando en la Agenda 2030 no se plantea la cultura de manera explícita, se ha convertido en un eje transversal de este proyecto mundial, por tanto, la UNESCO en el 2022 elaboró el documento denominado “Re|Pensar las políticas para la creatividad: Plantear la cultura como un bien público global” donde el objetivo 3 específicamente establece “integrar la cultura en los marcos de desarrollo sostenible” y menciona que los datos recolectados evidencian que la cultura brinda recursos para el desarrollo local, hecho que potencia el progreso de los países y contribuye al crecimiento económico y la innovación.
La inversión en cultura es relativamente baja a nivel mundial, no supera el 1% del PIB, son pocos los países que como Estonia, Hungría, Dinamarca, Francia y España destinan más de 1% al sector; a nivel de Latinoamérica, un estudio realizado por Aguayo y Argüello (2021), demuestra que el gasto público en cultura rondó el 0,1% del PIB en 2020, y que Costa Rica es el país que mayor inversión cultural realizó en 2020 con 0,94 %, seguido de Chile con 0,87 %.
Costa Rica, en su Plan Nacional de Desarrollo y de Inversión Pública 2023-2026, cuenta con 3 metas sectoriales en cultura, y que están en su totalidad vinculadas a los ODS; el propósito está en aproximar las instituciones culturales a la población costarricense, principalmente a las periferias. Uno de los objetivos definidos para el sector está relacionado con el apoyo para emprendimientos e iniciativas culturales y artísticas, a partir de capacitaciones e incentivos económicos que estimulen, dinamicen y potencien la producción artística y la gestión cultural.
Pese a lo anterior, recientemente el ministro de Hacienda informó que el Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica sufrirá un recorte a su presupuesto 2024, mismo que fue reducido cerca de 2% para el 2023. Estos recortes atentan contra la funcionalidad de una serie de entidades como son el Teatro Nacional, el Sistema Nacional de Educación Musical (SINEM), el Museo de Arte Costarricense, el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, entre otras instituciones adscritas al Ministerio de Cultura y Juventud.
La cultura fortalece nuestra identidad, brinda oportunidades a quienes viven de su creatividad y talento, tiene un valor dual al poseer un valor económico y un valor simbólico que contribuye al desarrollo integral de los países, por tanto, no es un gasto es una inversión y debe ser tomada como tal, respetando lo establecido en las políticas nacionales y con miras al cumplimiento de lo estipulado en la Agenda 2030.