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Don Juanito Mora en un inverosímil reto a duelo

Luko Hilje Quirós (luko@ice.co.cr)

Alguna vez me contaron que, en una oportunidad, don Juanito Mora se había enfrentado en un duelo con un miembro de la legendaria y poderosa estirpe militar de los Quirós. Y eso lo recordé hace unas semanas, cuando me topé en internet con información al respecto, en un enjundioso artículo intitulado El delito de duelo en Costa Rica (Análisis histórico-jurídico), del amigo abogado e historiador Tomás Federico Arias Castro (Revista Judicial, No. 101, 2011). Por supuesto que lo leí con avidez y fruición, por tres motivos: mi interés acerca de la vida y la obra de nuestro héroe mayor; lo insólito de un lío como ese, inducido por una disputa amorosa; y mi pertenencia a la familia Quirós, por vía materna.

En cuanto a esto último, el artículo me reveló que el rival de don Juanito fue Juan Manuel Quirós Blanco, hijo de Francisco Apolinar Quirós Jiménez, quien era primo hermano de mi abuelo Ascensión Quirós Montero. El contendiente de don Juanito era hermano de José Manuel Quirós Blanco, célebre general que muriera en la batalla de Rivas, Nicaragua, y con quien don Juanito tuvo serios enfrentamientos desde el momento en que asumió la presidencia de la República, al punto de que lideró un fallido golpe de Estado, junto con varios parientes que eran militares.

Nacido el 5 de diciembre de 1841, mi abuelo Chón —venido al mundo 111 años antes que yo—, tenía apenas unos meses de edad cuando su primo segundo Juan Manuel entró en conflicto con don Juanito, al punto de retarse a un duelo, según se narra en el artículo El Gral. Quirós encontró la muerte en la jornada gloriosa del once de abril, cumpliendo una orden del Presidente Mora, de autor anónimo, y publicado en el diario La Tribuna (10-III-1929, 2ª Sección, pp. 9 y 14-15); dicho artículo fue reproducido en la Revista de Costa Rica (No. 4, pp. 65-75), de agosto de ese año, con el título Algunos datos sobre la vida del General Quirós. Tuve la oportunidad de consultar y cotejar ambas versiones, que no son idénticas.

Don Juanito en su juventud

Antes de referirme al duelo como tal, es pertinente indicar que don Juanito aún no había incursionado con fuerza en la política, según se capta en el libro Palabra viva de Libertador (EDUVISION, 2014), escrito por los amigos historiadores Raúl Aguilar Piedra —de grata memoria— y Armando Vargas Araya, donde hay un valioso recuento cronográfico de los quehaceres de don Juanito. En él se colige que hasta 1842 era un muy acucioso comerciante y empresario, dedicado al negocio de bienes raíces, así como a la exportación de café y a la venta de mercaderías importadas. Como parte de sus actividades económicas, había efectuado viajes de negocios a Nueva York, Nicaragua, El Salvador, Jamaica y Chile.

En realidad, junto con sus hermanos, fue una cruda víctima de la orfandad, pues su madre Ana Benita Porras Ulloa había muerto en 1833, y su padre Camilo Mora Alvarado en 1836.

Además del dolor de perderlos a ambos, con apenas 22 años de edad y por ser el primogénito de la prole, desde entonces le correspondió velar por la manutención de sus nueve hermanos, que eran Mercedes, Miguel, Guadalupe, José Joaquín, Ana María, Heliodora, María Rosa, Juana y Virginia. Y, por si esta no fuera suficiente responsabilidad, acogió a sus sobrinos Manuel, David y Dorila Argüello Mora, cuyo padre Toribio Argüello Argüello —cónyuge de Mercedes— falleció en 1838. Esta información proviene del artículo Mora y Cañas en familia (Revista Comunicación, 2010), del recordado y querido amigo genealogista Emilio Obando Cairol.

Ahora bien, según la tradición oral familiar, don Juanito decidió permanecer soltero hasta que todos sus hermanos se casaran, lo cual cumplió a cabalidad, como se verá posteriormente.

Relatados estos datos, que permiten contextualizar lo que era la comprometida y difícil vida cotidiana de don Juanito en esos tiempos, es oportuno referirme al duelo entre él y Juan Manuel Quirós, ocurrido en una fecha no especificada de 1842, según el artículo citado previamente.

Acerca del duelo

La causa de la confrontación, armas en mano, fue la disputa por el amor de una linda muchacha josefina de apellido Madriz, emparentada con el célebre abogado y político José María Castro Madriz.

Por entonces los contendientes rondaban los 28 y 22 años, respectivamente, y eran buenos amigos, según se capta en el mencionado artículo. Por ejemplo, en un pasaje dice así: “Parece que el General [José Manuel] Quirós y su familia mantuvieron siempre magníficas relaciones con la casa de don Juan Rafael Mora. Políticamente, también y siempre se sostuvieron mutuamente en sus empeños. Las dos familias habían vivido muy unidas desde los tiempos coloniales”. Sin embargo, como consecuencia del interés sentimental común hacia la señorita Madriz, “una gota de amargura cayó por primera vez en la armonía existente entre aquellas dos familias. Los amigos se distanciaron, los rivales se ofendieron, y rota la paz entre ellos, los recíprocos reproches los condujeron al incidente personal. Y un día quedó concertado un duelo entre ambos pretendientes”.

Entremos a conocer los pormenores de tan inesperado y serio suceso, que el autor anónimo, con grata habilidad literaria, narra así:

Por razones que no hemos podido constatar, se convino en que el encuentro debía verificarse en la ciudad de Puntarenas. Una madrugada, en la playa, cerca de la Punta, don Juan Rafael Mora y don Juan Quirós se encontraron con sus padrinos, listos a definir la situación. El duelo fue concertado a la suerte, tirando uno primero y el otro después, y la suerte favoreció al señor Quirós. Debía tirar primero.

El señor Quirós llevaba un bastón delgado y fino, que distraídamente clavó en la arena, al tomar su puesto para batirse. Casualmente, el bastón quedó muy cerca de su dueño cuando éste se colocó en el sitio designado por los padrinos. Se dio la orden de fuego, y el señor Quirós disparó. Erró el tiro. Don Juan Rafael Mora quedó ileso, y tendió a su vez el brazo, a indicación del jefe de campo.

A la segunda palmada, don Juan Rafael afinó la puntería, dirigiendo la pistola visiblemente contra el cuerpo de su adversario. Sonó la tercera palmada, y disparó. El bastón de don Juan Quirós, partido en dos pedazos, rebotó sobre la playa y cayó al mar.

Don Juan Rafael Mora había probado dos cosas: que tenía una magnífica puntería y que perdonaba la vida de su adversario.

Al día siguiente don Juan Quirós, sintiéndose humillado por la actitud del señor Mora, abandonó Costa Rica para siempre y se fue a Nicaragua, donde murió años después.

Cuando se supo en San José el resultado del lance, el General [José Manuel] Quirós arrugó el ceño, y desde aquel momento don Juan Rafael Mora no fue santo de su devoción”.

Cabe acotar que el articulista indica que el joven Juan Manuel era sobrino del citado militar, pero, en realidad, era su hermano menor.

¿Hubo duelo, realmente?

Tras analizar lo ahí narrado, me parece que ese duelo es inverosímil, por las siguientes razones.

En primer lugar, salvo que los contendientes estuvieran de paseo allá, no tiene lógica alguna haber pactado el duelo en la muy lejana Puntarenas. Esto significaba cabalgar unas 25 leguas (unos 125 km) desde San José, por el muy escarpado y sinuoso Camino Nacional, a través de los Montes del Aguacate. Por entonces la medida de distancia usada era la legua, correspondiente al trayecto que recorre una persona a caballo o a pie en una hora, la cual se calculaba en 5 km; es decir, se requerían 25 horas para llegar a Puntarenas, de modo que, si se viajaba solo en horas diurnas, se demoraban dos días en la travesía. Por tanto, hubiera sido más lógico seleccionar un predio en la capital, como por ejemplo la planicie de La Sabana o sus alrededores; de hecho, Tomás Federico documenta la ejecución de tres duelos en La Sabana o en fincas muy cercanas a ésta.

En segundo lugar, no es cierto que Juan Manuel Quirós abandonara nuestro país para siempre y se instalara en Nicaragua, pues permaneció ocho años en Costa Rica. De ello da fe el siguiente hecho.

Recién llegado a la presidencia, don Juanito estuvo en la mira para ser derrocado, el 3 de junio de 1850, por José Manuel Quirós, por entonces comandante general del ejército y comandante del Cuartel Principal de San José, y al que don Juanito recientemente le había quitado potestades militares. Descubierto a tiempo el complot, se condenó a ambos hermanos a diez años de prisión, al igual que a otros once militares; por cierto, de los 13 acusados, ocho eran de apellido Quirós, y oriundos de San Juan del Murciélago, hoy Tibás. Sin embargo, posteriormente, a José Manuel y Juan Manuel, así como a su primo Máximo Blanco Rodríguez —quien después sobresaldría en la Campaña Nacional contra los filibusteros—, más Francisco y Pedro Quirós, la pena de encarcelamiento les fue canjeada por el destierro, por cinco años.

En tercer lugar, cuando supuestamente ocurrió el duelo, apenas tres de los hermanos de don Juanito se habían casado: Mercedes, con Toribio Argüello Argüello (1829); Miguel, con Felipa Montes de Oca y Gamero (1840); y Ana María, con José María Montealegre Fernández (1840). Es decir, faltaban por contraer nupcias Juana, con José Antonio Chamorro Gutiérrez (1843); José Joaquín, con María Dolores Gutiérrez y Peña Monge (1843); Guadalupe, con José María Cañas Escamilla (1844); Heliodora, con Manuel Cañas Escamilla (¿?); María Rosa, primero con José Francisco Salazar Aguado (¿?) y después con Manuel Joaquín Gutiérrez Peñamonge (1845). Virginia, quien sufría de parálisis, permaneció soltera. Esta información procede del artículo de Emilio Obando, antes mencionado.

En síntesis, si don Juanito había prometido velar por sus hermanos en condición de padre postizo o sustituto —como en realidad lo hizo—, no iba a faltar a su promesa y correr el riesgo de perder la vida por un duelo de amor, por atractiva que fuera la señorita Madriz, el cual después podría resultar volátil o ilusorio, como es común en las cosas del amor y los sentimientos; además, aunque él resultó ileso de dicho lance, eso no le garantizó que ella lo aceptaría como novio o esposo. Bueno…, en realidad a ninguno de los dos, pues Quirós se casó o tuvo un romance con Agapita Quesada —en una fecha no indicada—, como resultado del cual nació Cérvulo Quirós Quesada.

En el caso de don Juanito, hombre de palabra, como lo era, contrajo matrimonio cuando ya todos los hermanos se habían casado; lo hizo el 24 de junio de 1847, con Inés Aguilar Cueto —hija del exjefe de Estado Manuel Aguilar Chacón—, ella con apenas 17 años de edad, y él con 33, una edad bastante atípica para los estándares de la época, lo cual se explica por la atención con la que se prodigó hacia sus hermanos, y no por falta de candidatas, que de seguro las había. Porque, además de su éxito como empresario y de su bien ganado y abundante capital, “era uno de los hombres más hermosos de su tiempo, de pequeña estatura pero perfectamente proporcionada, de barba tupida, negra y sedosa, de ojos pardos sombreados por largas y crespas pestañas. Su mirada era irresistible por lo que tenía de penetrante y de atrayente”, en palabras de su sobrino, el escritor Manuel Argüello Mora. Es decir, era un “muy buen partido”al decir de antes, pues era guapo, inteligente y rico.

Para concluir, el hecho de que el duelo no aparezca mencionado en el recuento cronográfico contenido en el libro Palabra viva de Libertador —que es sumamente detallado—, sugiere que no existió, pues los contendientes eran figuras muy conocidas en la sociedad de entonces, y ese dato no iba a pasar desapercibido. O, para dar el beneficio de la duda —en el sentido de que no se publicitó—, es oportuno mencionar que ese año no circularon periódicos en el país, pues los medios Noticioso Universal y La Tertulia habían fenecido, y El Mentor Costarricense no vería la luz por primera vez sino en diciembre.

En fin…, juzgue usted, amigo lector.

Don Juanito Mora, enfrentamiento en duelo, historia, Luko Hilje Quirós