El voto “Qué me da” y el voto “Caperucita Roja”

Edgar Chacón Morales

El voto “que me da”, está compuesto por los votantes/papeleta que, tomados individualmente y contados uno por uno, en cantidad, son los que sumados, más aportan al total de votos, para definir quién ocupara el cargo correspondiente.

                El voto “qué me da”, es aquel, en el que se encuentran las mayorías que no votan por un proyecto político, porque no lo tienen, porque “se los quitaron”, “los marginaron, los dejaron fuera de la jugada”, como a muchas otras personas. A muchos de ellos, “la mano invisible del mercado” les quitó hasta “el derecho” de ser explotados. Es el voto inmediatista de “usted qué me da”, para mis necesidades inmediatas: comida, vestido y habitáculo. Es el voto al que Oscar Arias le ofreció cuarenta mil colones mensuales en el 2006. También es el voto de los que piensan “¿qué me da?” con oportunismo arribista. Como quienes cuando están en el cargo piensan: ”Es ahora o nunca. Hay que aprovechar”.

                Es aquel voto que las élites han venido “produciendo”, para contar con las mayorías manipulables: para “poner” presidente, diputados, o para aprobar el TLC.

                Es aquel al que no le importa si el candidato es neo liberal…o: ¿qué más?; al que no le importa para donde van a llevar al país o que leyes se aprueban. Su único razonamiento es : “¿Usted qué me da?”

                El voto “Caperucita roja” está compuesto por aquellos que creen en “mentiras obvias”, que se dejan engañar por las promesas de cada cuatro años del que dice que tiene experiencia (¿en qué?); por los que se dejan asustar por un esperpento monigote “…de la triste figura”: Porque se ve más el machete en la mano, el mazo, o el cuchillo de carnicero que el escalpelo, o el estilete.

                Debido a estos votantes, no habrá leñador que nos venga a salvar, porque después del 3 de abril, cuando nos empiece a comer el lobo, habrán de comprobar que esa nariz, era para mentirles mejor, y esas promesas, para engañarlos mejor.

                Se pensaría que en los anteriores, sólo están los votos de personas con baja escolaridad. También está el voto de visión de corto alcance, que como el cerdito, se dejaron engañar por el lobo que les dijo: No, yo no “soplaré, soplaré y tu casa tiraré”.

                También está el voto de los “acorralados”, que caen en la trampa y piensan que uno de los dos tiene que quedar y por uno de esos dos, entonces tengo que votar. “Yo voto ganador” dicen algunos y qué tristeza: sin reflexión sólida y coraje, dejan que los pongan “contra la pared”. Luego del desastre les dirán: Es lo que más le conviene al país. Acá, se puede agregar el voto tradicional de zaga.

                A estos votantes se les olvidó el pasado reciente, el presente y el futuro, se les olvidó que ni con cadetes, ni con guardas de barrio garrote en mano, se hace país inclusivo.

                Se les olvidó que aquí ni uniformes militares, ni vestimentas y corbatas de testaferro, ni proyectos grupusculares convienen. Aquí lo más consecuente para gente, país y planeta es decir no a la brutalidad y a la demagogia y caminar con esperanza, para que en días cercanos, se elija y no sólo se vote.