Frente a las acechanzas del régimen de la dictadura en democracia: estos son momentos de reflexión pero también de coraje y de lucha

Rogelio Cedeño Castro

 

La libertad no es un regalo que pueda venirnos de un Estado o jefe, sino un bien que se conquista con el esfuerzo de cada uno de nosotros y con la unión de todos«

Albert Camus

 

Cuando ha transcurrido una semana desde el inicio de la gran huelga nacional, organizada por una gran coalición de sectores populares de nuestro país, como un movimiento al que se trató de minimizar, y descalificar de mil maneras, desde el principio, acudiendo a las viejas tácticas totalitarias de la mentira y la calumnia reiteradas, en el mejor estilo del nazifascismo alemán, las que se han visto amplificadas por un poderoso aparato mediático, conformado por los grandes diarios y televisoras, junto con una gran cantidad de trolles de todo tamaño y pelaje, unas gentes que vomitan desde las llamadas redes sociales todo su odio, con posiciones cada vez más cercanas a un fascismo más ramplón, autoritario y desmedido, pero también con el uso de la mentira más descarada, la que no resiste la menor contrastación con los hechos.

Los discípulos del principal ideólogo del régimen de la dictadura en democracia, un cierto gobernante de cuyo nombre no quiero acordarme, un siniestro personaje para quien los problemas de la democracia no se resuelven con más democracia, sino con la intensificación de las acciones represivas, la manipulación mediática, la mentira convertida en verdad y el autoritarismo elitista, cuyas principales manifestaciones son el menosprecio al juego democrático, las posturas sabihondas para no dar participación a las mayorías en los procesos de toma de decisiones: nosotros los iluminados decidimos, y ustedes la canalla obedecen. Es por estas razones que la pesadilla del universo totalitario, a la manera del universo novelado de George Orwell a ratos, o a la de Aldous Huxley en otros momentos, en un estilo digamos que soft, se despliega para imponernos un modelo de sistema político y sociedad, cada vez más autoritarios: no nos engañemos, en esta gran huelga estamos peleando por una sociedad democrática de verdad, y por la concreción de un sistema político donde la protesta social y la legítima organización de los trabajadores no sean satanizados, ni convertidos en materia del código penal calificando de delincuentes a los ciudadanos que protestan, frente a los actos ilegítimos de unas elites y unos gobernantes que cada día se alejan más de realidad, para dar paso así al imaginario de una sociedad totalitaria, donde las gentes se conviertan en meros autómatas, verdaderas marionetas de sus juegos y ansias de dominación absoluta.

No contentos con todo lo anterior, están tratando de dividir y fracturar al gran movimiento popular costarricense, el que se expresó multitudinariamente en las calles de la ciudad de San José, durante la mañana del miércoles 12 de septiembre, recién pasado. Tratan de separar a las organizaciones sindicales del resto del movimiento, con falsas acusaciones de búsqueda de ventajas sectoriales, al mismo tiempo que acechan para darle el golpe mortal a lo que queda del viejo estado benefactor, el que apenas han tolerado desde la década de los cuarenta, pues se sintieron traicionados por José Figueres Ferrer, Rodrigo Facio y otros líderes de entonces, al concluir la guerra civil de 1948, por no haber abolido las garantías sociales y dejar establecido en la Constitución de 1949, el estado social de derecho(artículos 50 y 74 de esa constitución). Para la derecha fascista y totalitaria, la hora del asalto final ha llegado, aprendamos las lecciones de la historia: sepamos ser libres, no siervos menguados, lo que está en juego es la naturaleza del régimen político y el tipo de sociedad que queremos ser, esta no es una simple disputa por una reforma o paquete tributario, de números más o números menos. En conclusión: son tiempos que están marcando un peligroso parteaguas. Estemos atentos compañeros, en esta lucha contra un enemigo perverso y astuto como el que tenemos al frente.

 

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