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IGLESIA RETROGRADA

Rigoberto Salas Aguilar-b

Dr. Rigoberto Salas Aguilar

Jefe Clínica H.C.G.

Profesor U.C.R.

 

La iglesia católica ha cometido innumerables errores durante toda su existencia, algunos de ellos verdaderos crímenes de lesa humanidad, horribles, espantosos, cremando gente en un afán troglodita de mantener atada la mente del hombre a ras del suelo, impidiéndole elevarse hasta las estrellas, intentando impedir que le dé rienda suelta a su inteligencia e imaginación.

A pesar de las experiencias pasadas en cuanto a impedir la evolución del ser humano, aún, a estas alturas, la Iglesia sigue sosteniendo posiciones francamente cavernícolas. Hay avances científicos extraordinarios que la iglesia está intentando obstaculizar, bloquear y entorpecer, de manera frontal: la fecundación in vitro, la manipulación genética y de células madre. También mantiene posiciones conservadoras ante temas como las guías sexuales para el estudiante, el aborto, la masturbación, el celibato, la unión gay.

La fecundación in vitro es la única posibilidad que tienen las parejas infértiles de tener hijos independientemente de que en el curso del procedimiento puedan perderse algunos huevos fecundados. El resultado obtenido – un hijo – para una pareja imposibilitada de tenerlo, significa toda la felicidad del mundo, su realización completa como pareja, creando un lazo difícil de romper, lo que consolida la unión de la pareja.

La instrucción sexual en las escuelas, es una labor que debe realizarse urgentemente para evitar el embarazo de adolescentes, que es una patología social que destruye vidas y complota severamente con el desarrollo equilibrado de la juventud. Debe hacerse mediante guías científicamente hechas, que enseñen claramente la sexualidad sin ningún tipo de misticismo sino con abordaje claro y preciso acerca de su anatomía y fisiología. Estas guías no pueden, de manera alguna, ser elaboradas con criterio religioso y místico, tratando de disimular la realidad concreta.

El hombre, desde que dio sus primeros pasos en el planeta, ha buscado insistentemente la fuente de la juventud , en un afán de lograr la longevidad y burlar la muerte. Esta fuente de la juventud no está en fuentes, ríos o plantas: está en el hombre mismo. Existen en nuestro código genético genes del envejecimiento que, sabia y científicamente manipulados, nos podrían prolongar la vida haciéndonos prácticamente inmortales.

Igualmente podemos decir de la obtención de tejidos y órganos completos que sustituyan a los dañados, con la ventaja de que, por su origen- células del propio paciente- no producen rechazo inmunológico, los que se obtendrían al manipular células madre del cordón umbilical.

Dos palabras acerca del aborto y de la autocomplacencia que tanta roncha ha producido en la frágil epidermis eclesiástica, a raíz de un programa televisivo. Una sociedad avanzada, que respete la autodeterminación de la persona – en este caso la mujer- en cuanto a disponer de su cuerpo conforme a su libre albedrio y según su conveniencia, debe respetar su decisión de interrumpir un embarazo no deseado.

En cuanto a la autosatisfacción sexual, quien la estigmatice, la niegue o la condene, va contra natura, pues es el inicio del largo camino que ha creado la naturaleza para perpetuar las especies. En la pubertad la autoexploración es la regla y le permite al individuo conocerse y orientarse hacia la consecución de una relación con el sexo opuesto, que le conduzca al divino resultado del acto del amor: la procreación.

Quien diga que no ha sentido el llamado hormonal y no haya realizado acto sexual alguno, miente. Tal grado de “pureza”- como pretenden los curas- es irreal, anormal e imposible de alcanzar. Este intento de castración a lo que conduce es a actos sexuales aberrantes que se convierten en delitos y crímenes sexuales – sodomismo- de los que esta contagiado el clero. La abstinencia sexual induce al clérigo a este tipo de conducta, así como a tener mujer e hijos a espaldas de la Iglesia, como ha sido profusamente difundido y denunciado por la prensa en los últimos tiempos, cada vez con mayor frecuencia, a nivel mundial.

Por esto, si la alta jerarquía católica quiere terminar con las prácticas sexuales clandestinas que realiza el clero y que tanto desprestigio y dinero le está costando, debe permitir el matrimonio a los curas, suprimiendo así , de un solo tajo, la anacrónica costumbre del celibato. Al fin y al cabo, también los curas son seres humanos, con sus virtudes y sus defectos.

Debe permitirse la unión entre homosexuales, siguiendo el principio de respeto al libre albedrío, promulgando las leyes que les permitan la unión civil. Se trata de darle rango legal a una unión de hecho – como la unión libre entre heterosexuales – y no de auspiciar y promocionar el homosexualismo.

Enviado a SURCOS Digital por el autor.

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