La charlatanería de los recortes

Luis Paulino Vargas Solís

La charlatanería de los recortes

La charlatanería de los recortes

Repasemos algunos datos bien conocidos: desde 2009 –este año incluido- el gobierno de Costa Rica ha presentado un déficit fiscal de magnitud muy considerable  y tendencialmente creciente. Si quisiéramos observar enseguida los datos sobre inflación, constataríamos que durante ese mismo período ésta ha caído a mínimos no registrados desde hace más de cuarenta años.

Fijemos entonces nuestra atención en las tasas de interés. Al observar los datos en la página web del Banco Central se constata que durante estos años ha habido algunos episodios en que se incrementaron, lo cual, sin embargo, fue revertido en cuanto hubo voluntad política de hacerlo. En todo caso, dos detalles resultan claros: primero, en general las tasas de interés se mueven hacia donde quiere llevarlas el Banco Central (así ha ocurrido en meses recientes) y, segundo, hay una gran diferencia entre las tasas que los bancos cobran sobre sus créditos respecto de las tasas que pagan por lo depósitos que reciben. Esto segundo advierte sobre la ineficiencia del sistema financiero costarricense (público y privado) y su proclividad hacia la extracción de rentas. En resumen: tratándose de las tasas de interés, son otros factores –y no el déficit fiscal- los que más inciden en su comportamiento.

Esa es, a grandes rasgos, la realidad que tenemos. No coincide para nada con lo que afirman los economistas del establishment sobre catástrofes inflacionarias y grandes alzas de las tasas de interés presuntamente causadas por el déficit fiscal.

Pasemos a otra cosa: la palabra charlatán o charlatana, según el diccionario de la Real Academia española,  hace referencia a una persona “que habla mucho y sin sustancia”. Otros diccionarios en línea dicen: persona “que habla mucho y sin sentido”. Pues acontece que, tristemente, el tema del déficit fiscal alimenta con creces el refulgente estrellato mediático de un puñado de charlatanes. Pero, en especial, observamos que la discusión de las últimas semanas en torno al presupuesto del gobierno, ha dado ocasión a que la charlatanería alcance cimas inigualables de procacidad.

Lo que reseñé más arriba es un primer indicio en ese sentido: una cosa es la realidad-real; otro el cuento de fantasmas y aparecidos que estos payasos repiten en un ejercicio incontenible de locuacidad.

La charlatanería de los recortes2

La charlatanería de los recortes

Pero todo eso se queda corto –y resulta un asunto casi pudoroso y recatado- si se le compara con lo dicho por ciertos diputados en el marco de la polémica sobre el presupuesto. Sobran los ejemplos que lo ilustran. Mencionaré algunos. Primero, la irresponsabilidad de imponer recortes decididos en un despacho legislativo y desde la más completa ignorancia respecto de las complejas y heterogéneas realidades de la institucionalidad pública de Costa Rica. Segundo, la insultante pretensión de recortar indiscriminadamente el monto para alquileres, como si las oficinas y el personal pudieran ser reubicados en cualquier pocilga. Tercero, la idea retrógrada de restringir presupuestos destinados a la compra de equipo de cómputo. Cuarto, el absurdo de recortar viáticos para obligar a que personal cuyo trabajo exige desplazarse a diferentes lugares del país, permanezca amarrado a su escritorio y su oficina.

Y todavía uno más: la pretensión de que los recortes luego se podrían reponer vía presupuestos extraordinario, sujeto a determinadas condiciones. Esto pone en evidencia que, más que un asunto de austeridad, de lo que se trata es de torcerle el brazo al gobierno. Pero también se adivina una estrategia del tipo “zanahoria y garrote” (o bien: “con sangre la letra entra”), según la cual darle de fuetazos a las instituciones públicas y su personal es la forma de lograr “que aprendan”. Lo cual ratifica el prejuicio desde el que esto se formula, y su inquina contra las personas empleadas del sector público.

Es por completo fútil negar que en lo público hay mucho por mejorar. Hay problema de eficiencia organizativa y de calidad y oportunidad en los servicios. También hay diversos abusos –incluso algunos en los regímenes de estímulo laboral- los cuales ameritarían corrección. Pero es una completa irresponsabilidad la sola insinuación de que hay sobrante, cuando son tan frecuentes los reclamos populares pidiendo servicios necesarios pero inexistentes o demandando mejor atención. El recorte tiene sentido solo cuando algo está de más. Lo cierto es que, todo lo contrario, tratándose de la institucionalidad pública, se necesita más y, sobre todo, se necesita mejor.

Ese es el primer problema con esta desaforada charlatanería de los recortes: que impone una agenda negativa –es una “mística de la mutilación”- distrayendo la atención respecto de lo que sí es importante: el trabajo necesario para mejorar y depurar todo aquello que así lo requiere. Puesto que, por otra parte, confundir la mutilación con la mejoría es una versión extrema de esa ópera bufa de los recortes.

La charlatanería de los recortes3

La charlatanería de los recortes

Pero quizá lo peor de todo es que esto ha actuado como un poderosísimo distractor respecto de los asuntos realmente importantes. Decir –como sin cansancio lo repiten estos charlatanes- que el principal problema de Costa Rica es el fiscal claramente pone en evidencia un perverso sesgo ideológico: aquel que cree que un estado contable es más importante que la vida de la gente. Por el contrario, los problemas económicos más importantes son aquellos directa o indirectamente relacionados con el empleo, la pobreza y la desigualdad. Reactivación económica y generación de muchos empleos de buena calidad, deberían ser, por lo tanto, el punto prioritario de la agenda de políticas.

Y, sin embargo, acontece que la restricción presupuestaria y la austeridad fiscal que este ejército de charlatanes quiere imponer, no solo deterioraría aún más la de por sí decepcionante situación de la economía y el empleo, sino que, encima, agregaría razones para un deterioro fiscal aún más agudo. La dinamización de la economía y la creación de buenos empleos son necesarios para la reducción de la pobreza, como también para mejorar los ingresos del gobierno, reducir el déficit fiscal y bajar el peso de la deuda pública.

He ahí, con seguridad, el más grave problema que ha traído consigo toda esta charlatanería: en vez de ocuparnos en el diseño e impulso de una agenda activa que impulse la recuperación de la economía y del empleo, hemos quedado atrapados en una discusión absurda sobre colones más o colones menos en viáticos, computadoras o alquileres.

Alguien debería hacer que estos bufones paguen por todo el daño que han ocasionado.

 

Tomado del Blog “Soñar con los pies en la tierra” de Luis Paulino Vargas Solís

http://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2014/11/la-charlataneria-de-los-recortes.html

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