La lógica perversa

Por José Luis Callaci

Cuando se pretende ignorar los hechos o se omite referirse a ellos, como es el caso del genocidio contra la población rusa que durante estos ocho años ha cobrado la vida de miles de ruso parlantes en el sudeste de Ucrania en manos de neonazis, brazos armados de los gobiernos que sucedieron al golpe de Estado del 2014 apoyado por la OTAN y en separado por líderes de países que integran esta alianza militar; cuando deliberadamente se ignora o se hace caso omiso a las acciones que ponen en serio riesgo la seguridad de un país en sus propias fronteras, hay una lógica perversa.

Un país que ha venido insistiendo en resolver este conflicto por la vía del diálogo y la negociación, entonces solo queda calificar estas actitudes como peligrosas necedades que ponen en riesgo la propia paz mundial. Rusia no comenzó esta guerra, que lleva ya ocho años, sino que se vio obligada a intentar terminarla con esta operación militar para proteger a su pueblo y la seguridad en sus fronteras, como lo hubiera hecho cualquier otro país en las mismas condiciones, si se le intentara rodear con bases militares y misiles que apunten a sus ciudades.

Pero de nada sirve señalar los hechos ni las poderosas razones que impulsaron, no solo al Presidente ruso en solitario como algunos intentan hacer ver, mientras Washington por supuesto aplaude, y de paso esputarle insidiosos y ofensivos epítetos, o para favorecer propósitos desestabilizadores del gobierno ruso.

Rusia ha tomado esta decisión de intervenir para acabar con la amenaza y con el genocidio de la población ruso parlante en Ucrania, una vez fracasadas las negociaciones durante estos ocho años de guerra, debido a las constantes interferencias de terceros. No le quedó otra opción.

Pero qué interesante. A través de la alianza militar de la OTAN, con sus socios mayoritarios y minoritarios, se pueden destrozar otros países que no se subordinan, instalar cientos de bases militares en todo el mundo, asesinar líderes, realizar bloqueos económicos, y no hay escándalo ni fuertes repudios, ni nadie pone el grito en el cielo porque sencillamente ellos son los “buenos”. Pero cuando Rusia sale a hacer valer su seguridad y a proteger a millones de rusos, hoy víctimas de matanzas, que siempre han vivido por generaciones en lo que antes era parte de su país, revive la pandemia de la rusofobia y no hay razones ni sentido común ni conocimientos o información fidedigna sobre los hechos que sirvan para desvirtuar las mentiras, debido a una razón también muy simple: los rusos serán siempre los “malos”. Como en las películas o en las series, incluso para niños, producidas al norte del Río Bravo o Grande.

Esa es la lógica perversa que impera en estos días, unos la arman y programan y otros, sin sonrojos, la difunden.