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Etiqueta: Rusia

Europa se prepara para la guerra: ¿Alguna alternativa mejor?

Gilberto Lopes

San José, 21 abril 2025

El ejército alemán debe estar listo para una guerra con Rusia antes del 2030, dijo su inspector general, Carsten Breuer, en una entrevista publicada el 13 de marzo pasado en el diario conservador Welt. En 2029 Rusia «sería capaz de un ataque convencional a gran escala, incluso en territorio de la OTAN», agregó.

Nadie le pidió a Breuer una mayor elaboración, pese a lo polémico de su afirmación. Ya en octubre del año pasado, el presidente del Servicio Federal de Inteligencia alemán (BND), Bruno Kahl, había insistido en la idea de que Rusia estaría lista para atacar los países de la OTAN a finales de esta década.

Desde 2022, la OTAN considera Rusia la mayor amenaza inmediata para la seguridad de Europa. Una victoria de Rusia en el conflicto de Ucrania “sería una tragedia”, en opinión del entonces Secretario General de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg.

Tampoco la prensa europea le pidió mayor elaboración sobre una afirmación de esta envergadura. Hace ya un tiempo que la mayor parte de la gran prensa europea repite un mismo relato y ha dejado de hacer este tipo de preguntas.

Una guerra en Europa ya no es impensable”, diría el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, cuando todavía el gobierno estaba en manos de los socialdemócratas, encabezados por Olaf Sholz. Pero Pistorius, un belicista, seguirá al frente de la cartera en el nuevo gobierno encabezado por los socialcristianos de Friedrich Merz, que ya ha propuesto suministrar a Ucrania los misiles Taurus para atacar el puente de Crimea.

En noviembre del 2023, Pistorius anunció el despliegue de dos batallones de tanques en Lituania, mientras Scholz aumentaba del gasto militar, para transformar Alemania en la columna vertebral de la defensa europea.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha rechazado reiteradamente la idea de que su país pretenda atacar a los da la OTAN. Eso es un “disparate”, afirmó, considerando que una guerra contra la OTAN no sería otra cosa que una guerra nuclear.

Hacer lo impensable

Si en Europa se oyen pocas voces reflexionando sobre un discurso que ha ido ocupando los espacios oficiales, no ocurre lo mismo en todo el mundo. ¿Es Rusia realmente la principal amenaza para Europa?, se preguntó el diplomático y académico singapurense, Kishore Mahbubani, en un artículo publicado, en febrero pasado, en Foreign Policy.

Los europeos –dice Mahbubani– no ven la evidente contradicción entre destacar la incapacidad de Rusia para derrotar a Ucrania, un país de 38 millones de habitantes y un PIB que, el año pasado, fue de unos 189 mil millones de dólares, y declarar que Rusia es una verdadera amenaza para Europa, que tiene 744 millones de habitantes y un PIB de 27 billones de dólares.

Para Mahbubani, “es tiempo de que Europa haga lo impensable”. Bruselas “ha seguido servilmente a Washington durante demasiado tiempo y ha olvidado cómo promover sus propios intereses geopolíticos”.

En su opinión, la única manera de restaurar la posición geopolítica de Europa es considerar tres opciones, hasta ahora impensables. La primera es que Europa anuncie su voluntad de abandonar la OTAN. Obligada a gastar el 5% de su PIB en defensa, “Europa no necesita de Estados Unidos”. El 5% del PIB de la UE y del Reino Unido representó, en 2024, 1,1 billones de dólares, más que los 824 mil millones del gasto en defensa de Estados Unidos.

Su segunda propuesta es que Europa elabore “un nuevo gran acuerdo estratégico con Rusia, en el que cada parte se adapte a los intereses fundamentales de la otra”. Es una vieja opción, que pareció posible en algún momento después de la Guerra Fría. Se hablaba de una Europa unida, desde Lisboa a los Urales, un escenario muy distinto al de una Europa enfrentada a Rusia, considerada su amenaza fundamental.

Mahbubani hace referencia a tres destacados militares, diplomáticos y líderes políticos europeos para ilustrar su punto de vista. Si Metternich (el hábil canciller austríaco de la primera mitad del siglo XIX, que articuló la resistencia de su país a Napoleón), Talleyrand (su contemporáneo francés, destacado político que sobrevivió a diversas alternativas políticas en el período de la Revolución Francesa), o el general Charles de Gaulle (que encabezó la resistencia francesa a los nazis y después, cambiando de posición, abrió una vía para poner fin a la guerra colonial de Argelia) vivieran hoy, recomendarían ese acuerdo estratégico con Rusia, asegura.

Esto lo lleva a reflexionar sobre una tercera opción. “Los europeos creyeron tontamente que una lealtad servil a las prioridades geopolíticas estadounidenses les reportaría ricos dividendos. En lugar de ello, han recibido una patada en la cara”.

Es China la que –en su opinión– puede ayudar a la UE a hacer frente “a su verdadera pesadilla geopolítica a largo plazo: la explosión demográfica en África”. En 1950 –nos recuerda– la población de Europa era el doble que la de África. Hoy, la población africana duplica a la europea, que enfrenta el desafío de una migración que parece, a ratos, incontrolable.

Los acuerdos de Minsk, la geopolítica de la paz

Ninguna de estas sugerencias está en la agenda de hoy. En su Libro Blanco, publicado el ms pasado, Europa renunció a toda iniciativa política. Optó por la estrategia de una guerra inimaginable, a menos que se esté dispuesto a acabar con la vida humana en la Tierra.

Una Europa que parece, además, olvidar las consecuencias del rearme alemán en el siglo pasado, o los objetivos de la OTAN, definidos en 1949 por su primer Secretario General, el general británico Hastings Ismay, de origen hindú: “mantener a los rusos afuera, a los norteamericanos adentro y a los alemanes abajo”. Objetivos de los que la OTAN parece más alejada que nunca.

Una paz duradera requiere una comprensión adecuada del origen del problema. No es una tarea sencilla porque cualquier análisis tiene, en este caso, derivaciones políticas. En todo caso, nos parecen útiles los puntos de vista de dos destacados académicos norteamericanos: el economista Jeffrey D. Sachs, director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, y John Mearsheimer, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Chicago y reconocido analista internacional.

Sachs cuenta una experiencia personal, después de las protestas en la plaza de Maidan, promovidas por Occidente en 2014 y que llevaron al derrocamiento de Víktor Yanukóvich. Elegido presidente de Ucrania en 2010, Yanukóvich estaba a favor de la neutralidad de Ucrania y se oponía a la ampliación de la OTAN.

El nuevo gobierno me pidió que fuera a Kiev. Me llevaron a Maidan y aprendí muchas cosas de primera mano”, dijo Sachs en un artículo –The geopolitics of peace– publicado en Consortiumnews en febrero pasado.

La ampliación de la OTAN había comenzado en 1999 con la incorporación de tres países: Polonia, Hungría y República Checa. En la siguiente ronda, en 2004, se sumaron siete países más: los tres bálticos, Rumanía, Bulgaria, Eslovenia y Eslovaquia. La idea de Washington era que Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia estuvieran todos en la OTAN. Neutralizarían así a Rusia, controlando su acceso al mar Negro, transformándola en poco más que una potencia local.

Sachs recuerda que no hubo demanda territorial alguna por parte de Rusia antes del golpe de 2014 en Ucrania. Derrocado Yanukóvich, Moscú respondió rápidamente, retomando Crimea y evitando que su base naval en Sebastopol cayera en manos de la OTAN, algo inaceptable para los rusos.

Para Putin, con el derrocamiento de Yanukóvich “había llegado el momento de actuar contra Ucrania y Occidente”. Se movió para disuadir el nuevo gobierno de Kiev de alinearse con Occidente contra Moscú, proporcionando asesores, armas y apoyo diplomático a los separatistas rusos del este de Ucrania. Se negociaba la autonomía política de Donetsk y Luhansk, en medio de una virtual guerra civil que, ya en mayo del 2015, había dejado unos siete mil muertos.

Siguieron las fracasadas negociaciones de Minsk, en 2014 y 2015, que buscaban establecer un estatus especial para esas Repúblicas. Más tarde se supo, por declaraciones de la excanciller alemana Angela Merkel (que, con el presidente francés, François Hollande, debía ser una de las garantes de los acuerdos), que nunca negociaron con intención de cumplirlos. El objetivo era ganar tiempo para fortalecer militarmente a Ucrania.

La tensión siguió agravándose. El 15 de diciembre de 2021, Putin presentó sus últimas propuestas, dice Sachs: un proyecto de acuerdo con Estados Unidos y Europa. El objetivo de Rusia –afirmó– era mantener a Estados Unidos lejos de su frontera. No tuvo respuesta.

Después de eso –agregó–, “tuve una llamada de una hora con el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, rogándole: –Jake, evita la guerra”. Sullivan le dijo a Sachs que estuviera tranquilo, que no habría guerra. Menos de dos meses después quedaba en evidencia que las garantías dadas a Sachs por Jack Sullivan, no tenían fundamento.

Un trágico error

El artículo de Mearsheimer al que hicimos referencia fue publicado en agosto del 2014. Seis meses después del derrocamiento de Yanukóvich y cinco después de la anexión de Crimea por Rusia.

Según la opinión predominante en Occidente –afirmó Mearsheimer– “la crisis ucraniana puede achacarse casi exclusivamente a una agresión rusa. El presidente ruso Vladimir Putin, según este argumento, se anexionó Crimea por su antiguo deseo de resucitar el imperio soviético”. “Pero esta versión es errónea”, aseguró. “Estados Unidos y sus aliados europeos comparten la mayor parte de la responsabilidad de la crisis. La raíz del problema es la ampliación de la OTAN”. Lo intentaron, pese a las advertencias rusas sobre lo peligroso de ese camino. Un punto de vista que comparte Sachs.

Mearsheimer acude a las declaraciones de un viejo y destacado diplomático norteamericano, George Kennan, sobre el tema. En una entrevista publicada en 1998, poco después de que el Senado de Estados Unidos aprobara la primera ronda de ampliación de la OTAN, Kennan afirmó: “Creo que los rusos reaccionarán gradualmente de forma bastante adversa y esto afectará sus políticas”. «Creo que es un trágico error. No había razón alguna para ello”.

Su voz es ahora un poco frágil, diría Thomas Friedman, en una columna en el NYT, en mayo del 98, refiriéndose a Kennan. “Pero su mente, incluso a los 94 años, sigue tan aguda como siempre. Así que cuando me puse en contacto telefónico para conocer su reacción ante la ratificación, por parte del Senado, de la ampliación de la OTAN, no me sorprendió que el hombre, que fue el arquitecto de la exitosa contención de la Unión Soviética y uno de los grandes estadistas norteamericanos del siglo XX, tuviera preparada una respuesta”.

Creo que es el comienzo de una nueva guerra fría», dijo Kennan desde su casa de Princeton.

Relaciones EEUU-Rusia, una larga historia

En abril de 1951, ya en plena Guerra Fría, Kennan escribía en Foreign Affairs sobre el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Especulaba sobre el tipo de sociedad en que podía transformarse.

No se trataba solo de los cambios que debían ocurrir en Rusia, sino también del comportamiento de los Estados Unidos. Podemos pedir que se levante el grotesco sistema conocido como Telón de Acero, decía, “y que el pueblo ruso, que tiene tanto que dar y tanto que recibir como miembro maduro de la comunidad mundial, deje de ser insultado por una política que lo trata como a un niño, demasiado inmaduro para tener un contacto normal con el mundo adulto”.

Kennan no dejó nunca de analizar esas relaciones, ni el escenario internacional. Su obra me parece de particular relevancia para analizar, pensar en alternativas, buscar hoy soluciones políticas al conflicto de Occidente con Rusia.

No hay mucho riesgo en decir que ningún diplomático norteamericano (probablemente tampoco ningún académico o político), pensó tan profundamente las relaciones entre los dos países a lo largo de casi 60 años. Ninguno tenía tampoco el conocimiento y la pasión que ese tema despertaba en Kennan, un hombre que hablaba ruso, que vivió en Rusia y que admiraba el pueblo ruso con la misma pasión con la que condenaba el gobierno de Stalin.

El mismo que escribió uno de los artículos de mayor repercusión en la política internacional de su época. El artículo –«The Sources of Soviet Conduct»­– firmado de forma anónima por “X”, apareció en la edición de julio de 1947 de Foreign Affairs. Fue fundamento de la política de contención, uno de los pilares de la Guerra Fría.

40 años después, en 1987, en la edición de primavera de la misma revista, Kennan volvió a analizar la naturaleza de esas relaciones en un artículo titulado “Containment Then and Now”.

Then” (en 1947), la Unión Soviética, exhausta después de una guerra que le había costado cerca de 20 millones de muertos, no era una amenaza militar, sino una amenaza política. Esa era la visión de Kennan.

Now” (40 años después, en 1987), la situación, desde su punto de vista, era exactamente la contraria. Moscú ya no era una amenaza ideológica o política. En cambio, el aspecto militar era entonces de “primordial importancia”.

Pero aclaró: “Cuando digo que este factor militar es ahora de primordial importancia, no es porque vea a la Unión Soviética amenazando a Estados Unidos o a sus aliados con la fuerza armada. Para mí está totalmente claro que los dirigentes soviéticos no quieren una guerra con nosotros y no planean iniciarla. En particular, nunca he creído que les interese invadir militarmente Europa Occidental”.

De lo que se trata, lo “que hay que contener, en mi opinión, no es tanto la Unión Soviética como la propia carrera armamentista”.

Ya entonces exploraba las perspectivas de las relaciones de Rusia con sus vecinos étnicamente no rusos, con los que mantenía estrechas relaciones económicas. Entre ellos los países bálticos, hoy particularmente rusófobos.

Todos estamos de acuerdo en que los países bálticos no deben verse obligados, nunca más, en contra de los sentimientos más íntimos de sus pueblos, a establecer relación alguna con el Estado ruso. Pero ellos mismos serían insensatos si rechazaran acuerdos de cooperación con una Rusia tolerante y no imperialista, que deseara realmente superar los infaustos recuerdos del pasado”, decía Kennan.

El lugar por donde pasa la frontera

Ucrania merece “pleno reconocimiento, por el genio y las capacidades peculiares de su pueblo”. Pero Ucrania –agregaba, ya en 1951– “es económicamente tan parte de Rusia como Pennsylvania lo es de los Estados Unidos”. Y se preguntaba:”¿quién puede decir cuál debe ser el estatus final de Ucrania si no conoce el carácter de la Rusia a la que habrá que adaptarse?”

Hay cosas más importantes que el lugar por donde pasa la frontera –agregó– y la primera de ellas es que, a ambos lados, debe haber tolerancia y madurez, humildad ante los sufrimientos del pasado y los problemas del futuro”. “Ninguno de los problemas importantes del futuro, para ninguno de los pueblos de Europa, se va a resolver enteramente, ni siquiera principalmente, dentro de las fronteras nacionales del país”.

El odio hacia lo ruso

Kennan murió en marzo de 2005, a los 101 años. No vio, por lo tanto, el desenlace de un problema que ya percibía hace 75 años y que se desarrolla hoy ante nuestros ojos.

Para el canciller ruso, Sergei Lavrov, “es inaceptable hablar con Rusia en el lenguaje de la superioridad, como intenta hacer la Unión Europea, refiriéndose a la aspiración de varios países europeos a enviar sus tropas a Ucrania”. Ya antes, en otra entrevista, había señalado que “Rusia no está peleando por territorio. Estamos peleando por los derechos de la gente que vive en esos territorios”.

Rusia se anexó la península de Crimea en marzo del 2014, un mes después del derrocamiento del gobierno ucraniano y las protestas de Maidan. Y después de la invasión de Ucrania en 2022, lo hizo con las provincias de Khersón, Zaporiyia, Donetsk y Luhansk, fronterizas y mayoritariamente de población de origen ruso, escenarios, desde 2014, de un conflicto armado con las autoridades de Kiev.

Cuándo Zelensky reivindica las viejas fronteras de Ucrania, ¿eso implica que pretende echar de ahí a la población de origen ruso?, se preguntó Lavrov, en una entrevista publicada el 14 de abril en el diario ruso Kommersant. “¿Pretenden restaurar allí las viejas normas nazis, obligándolos a olvidar su idioma, su cultura e historia y todo lo que Rusia ha hecho en esos territorios?”.

Desde una perspectiva legal, de acuerdo con las leyes ucranianas de hoy, adoptadas antes de la operación militar rusa, “todo lo ruso está cancelado” en Ucrania, agregó.

Zelensky afirmó, en una reciente entrevista al diario francés Le Figaro, que, en su lucha, lo motiva el odio hacia los rusos. De modo que ningún acuerdo parece posible para resolver el conflicto antes de que se clarifique el escenario militar; que alguna de las fuerzas enfrentadas establezca una superioridad que obligue el enemigo a ceder en sus pretensiones.

No es el caso todavía y el fracaso de la iniciativa norteamericana para lograr un alto al fuego y un acuerdo negociado lo muestra. En cambio, lo que vemos es un renovado esfuerzo, tanto de la Unión Europea (hoy en manos de las más beligerantes fuerzas rusófobas), como de Francia e Inglaterra para coordinar un creciente apoyo económico y militar a Kiev.

Los líderes de Francia, Alemania y el Reino Unido, con sus consignas abiertamente belicosas y amenazas contra Rusia, quieren aferrarse al poder», dijo Lavrov. Si esta coalición de voluntarios está dirigida por algún líder sano, “deberían darse cuenta de que esta no es la manera de hablar con Rusia. De lo contrario, seguirán en pie de guerra sin ninguna ambigüedad. Esa es su elección».

Las miradas se orientan ahora hacia Alemania, donde el 6 de mayo debe asumir un nuevo gobierno, aún más a la derecha, encabezado por el demócrata cristiano Friedrich Merz.

Merz ha expresado su deseo de facilitar a Kiev los misiles Taurus, con un alcance de 500 km, capaces de alcanzar objetivos profundos en territorio ruso. Su antecesor, el socialdemócrata Olaf Scholz, nunca quiso entregar esos misiles, que deben ser operados por militares alemanes, conociendo las consecuencias que eso puede tener. “Asumo que no queremos una escalada del conflicto, ni ser parte de esa guerra”, dijo Matthias Miersch, líder socialdemócrata, que será ahora socio minoritario del gobierno.

Para Merz, sin embargo, Alemania debe asumir nuevamente “su responsabilidad en Europa y en el mundo.” ¿Nuevamente? ¿A cuál período histórico se refiere Merz?, preguntó la portavoz de la cancillería rusa, Maria Zakharova.

La idea de Merz es que Ucrania tome la iniciativa en el campo de batalla, en vez de permanecer a la defensiva. Un objetivo, que Kiev considera de la mayor importancia política, sería el puente de Kerch, que une la península de Crimea con el territorio ruso.

Como el disparo de esos misiles es imposible sin la asistencia directa del ejército alemán, un ataque a cualquier instalación rusa o infraestructura crítica de transporte será considerada como una participación directa en las operaciones militares”, dijo Zakharova.

Alemania es, nuevamente, un peligro para el mundo, advirtió.

FIN

Ucrania-Rusia: Las “tierras raras” y el fin del conflicto

Félix Madariaga Leiva
Periodista

Desde hace meses se comenta, a través de la prensa, columnistas y comentaristas internacionales, el posible fin del conflicto entre Ucrania y Rusia, el que vería a Estados Unidos como garante. De hecho, se han realizado varias reuniones en busca de acuerdos, incluso en la Casa Blanca, donde el otrora incondicional aliado Donald Trump recibió no muy amablemente a Volodímir Zelenski, acusándolo de hacer “un trabajo horrible” y “permitir” el inicio de la guerra.

Las preguntas surgen rápidamente, ¿qué está buscando Estados Unidos con este cambio de posición? En medio de deportaciones extrajudiciales, cierre de oficinas públicas de ayuda internacional, congelación de fondos a universidades estatales, es difícil creer que el país del norte busque simplemente la paz entre las dos naciones, sin peros ni condiciones. No somos ilusos, detrás de sus acciones se va dibujando un escenario favorable para Estados Unidos.

Así lo confirman, por ejemplo, las declaraciones del Canciller de Ucrania Andrii Sybiha, quien señala que Ucrania está decidida a firmar un acuerdo «que satisfaga mutuamente los intereses nacionales tanto de EE.UU. como de América«. Nos queda claro que Estados Unidos de América es el actor principal.

A estas declaraciones, le sumamos las que recientemente hizo la primer viceministra y ministra de Economía de Ucrania, Yulia Svyrydenko, cuando anunció que “Nos complace anunciar la firma, con nuestros socios estadounidenses, de un Memorándum de Intenciones, que allana el camino para un Acuerdo de Asociación Económica y el establecimiento del Fondo de Inversiones para la Reconstrucción de Ucrania”. Y agregó “Es muy importante que el documento recoja el deseo del pueblo estadounidense de invertir junto con el pueblo ucraniano en una Ucrania libre, soberana y segura”.

¿Cuánto le costará a Ucrania el fin de la guerra?

Para poner más presión a la firma del acuerdo que permitirá a Estados Unidos acceder a los minerales raros de Ucrania*, el secretario de Estado norteamericano Marco Rubio afirmó que “Si no es posible poner fin a la guerra en Ucrania, debemos avanzar”, añadiendo que “Tenemos que determinar rápidamente ahora, y estoy hablando de una cuestión de días, si esto es factible o no en las próximas semanas”.

Desde una perspectiva geopolítica, el acuerdo es una jugada maestra de Washington. Ofrece a Ucrania ayuda para su reconstrucción a cambio de acceso a minerales estratégicos, permitiéndole reducir su dependencia de China y fortalecer su industria local de baterías y tecnología avanzada.

Se estima que Ucrania posee alrededor de 2,5 millones de toneladas de carbonato de litio equivalente, con una ley superior al 1% de óxido de litio, lo que lo convierte en un recurso altamente atractivo. Estados Unidos sabe que el futuro de su industria depende de estos minerales y que no puede depender de China con quien ha iniciado una guerra arancelaria.

Algo que debería preocupar a Chile, ya que, si estos depósitos comienzan a explotarse con el respaldo de Norteamérica, afectará claramente a nuestra economía futura. Un nuevo actor, con el respaldo financiero y tecnológico de Estados Unidos logrará consolidar una cadena de suministro de minerales provenientes desde Ucrania y reducirá sustancialmente la competencia.

¿Qué podría pasar entonces? Si Estados Unidos consolida estos acuerdos, primero, podría mantener y fortalecer una hegemonía financiera mundial desplazando a China, lo que ha sido un objetivo para ellos desde hace muchos años. Controlar la economía mundial a través de sus aranceles.

Desde el punto de vista de la guerra podría instalar bases militares propias en Ucrania, con el objetivo de mantener sus intereses económicos protegidos de cualquier enemigo externo.

El pueblo ucraniano seguirá pagando los costos y podría convertirse en un satélite más dentro de la órbita mundial de influencia de Estados Unidos y ahí sí, comenzará la verdadera guerra, una que no tendrá fin, una guerra guiada por los intereses de la potencia que se disfraza de protector.

Si el acuerdo con Estados Unidos se firma, será muy tarde para Ucrania dar marcha atrás, como ejemplo, basta recordar el caso de Chile, cuando en los años ‘70 Salvador Allende nacionalizó el cobre, la respuesta fue clara y contundente, financiar el golpe de Estado de 1973, asesinando, torturando y desapareciendo chilenos y chilenas. Han pasado 52 años y aún no han pedido perdón, aún vivimos con las heridas abiertas, los abrazos robados y el silencio cómplice que no nos ha dado justicia y verdad.

*Término colectivo para 17 elementos químicamente similares que se utilizan en tecnología y la industria modernas. Son cruciales para la fabricación de teléfonos inteligentes, computadoras y equipos médicos, entre otros. Se trata del escandio (Sc), el itrio (Y), el lantano (La), el cerio (Ce), el praseodimio (Pr), el neodimio (Nd), el prometio (Pm), el samario (Sm), el europio (Eu), el gadolinio (Gd), el terbio (Tb), el disprosio (Dy), el holmio (Ho), el erbio (Er), el tulio (Tm), el iterbio (Yb) y el lutecio (Lu).

Fuentes:

https://www.eltiempo.com/mundo/europa/acuerdo-de-minerales-entre-ucrania-y-ee-uu-kiev-se-retracta-y-anuncia-dialogos-para-un-nuevo-documento-3440343

https://x.com/Svyrydenko_Y/status/1912969519326241043?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1912969519326241043%7Ctwgr%5E78b161217a0d53661f5788b0faa13cbc0b11d61e%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.france24.com%2Fes%2Feuropa%2F20250417-ee-uu-y-ucrania-firman-un-memorando-que-allana-la-vC3ADa-para-un-acuerdo-sobre-minerales

https://www.france24.com/es/programas/invitad-del-d%C3%ADa/20250227-acuerdo-de-tierras-raras-el-%C3%BAltimo-recurso-de-zelenski-para-atraer-el-apoyo-de-trump

https://www.bbc.com/mundo/articles/ce8vj79e238o

https://www.eltiempo.com/mundo/europa/acuerdo-de-minerales-entre-ucrania-y-ee-uu-kiev-se-retracta-y-anuncia-dialogos-para-un-nuevo-documento-3440343

A 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial: La historia no se construye a conveniencia

Por Félix Madariaga
Periodista

El pasado 4 de marzo, el representante Permanente Adjunto de Polonia ante las Naciones Unidas, Michał Miarka, emitió un comunicado en conjunto con 35 países tras la adopción de la resolución de la Asamblea General de la ONU que conmemora el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Como es usual en la diplomacia internacional, la declaración se inicia con palabras de buena crianza en la que se señala que “Debemos honrar los sacrificios realizados y lamentar las innumerables vidas perdidas durante y después de la guerra, incluidas las de las víctimas del Holocausto, las ocupaciones, las deportaciones y los actos de represión”, palabras que sería imposible no compartir.

El Representante continúa afirmando que “debemos ser conscientes de nuestro presente y nuestro pasado. Dada nuestra responsabilidad hacia todas las víctimas de atrocidades, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, pasadas y presentes, es crucial que las iniciativas que conmemoran la Segunda Guerra Mundial mantengan su compromiso con la verdad histórica y la reconciliación”.

Y a partir de ahí en el discurso va al verdadero punto: condenar el conflicto en Ucrania, acusando a la Federación Rusa de causar y mantener viva la guerra unilateralmente – como si Europa y Estados Unidos no fuesen parte activa en el conflicto. Además, acusa a Rusia de cinismo por su inquebrantable esfuerzo por condenar en cada instancia posible la glorificación del Nacismo.

Y si de verdad histórica hay que hablar, sólo brevemente, quisiéramos recordar el rol crucial de la URSS en la derrota de Alemania, el fin de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de Europa, incluida la Polonia ocupada y los macabros campos de concentración y exterminio que los nazis establecieron en su territorio, como Auschwitz-Birkenau, Majdanek, Treblinka y Sobibor.

La memoria histórica – esa forma en que se construye identidad, conociendo, valorizando y explicando los hechos que han conformado la historia – no puede construirse a voluntad, a comodidad o a conveniencia.

Hoy Polonia, junto a sus aliados europeos y americanos, emiten declaraciones en favor de los derechos humanos, olvidando que en Ucrania, desde agosto de 2024, se han utilizado tanques polacos contra la población civil en la región de Kursk.

Al parecer Polonia tiene una frágil y corta memoria, porque olvidan a quienes los liberaron del nacismo hace 80 años, olvidan que Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial y olvidan que fueron las primeras víctimas de la agresión militar de la Alemania nazi. Olvidan que un 20% de la población polaca existente antes de la invasión murió durante la ocupación, olvidan que la invasión de su aliado en la OTAN significó una abrupta ruptura de los estándares de vida de sus ciudadanos, olvidan la brutalidad del nazismo, de las políticas de limpieza étnica y la construcción de campos de concentración y exterminio. 

Los Polacos conmemoraron el pasado 27 de enero, los 80 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por el Ejército soviético, acto en el que estuvieron presentes sobrevivientes del Holocausto y en el que participaron jefes de Estado y de Gobierno y representantes de medio centenar de países, y con una clara intencionalidad, la Federación Rusa no fue invitada.

La historia no la podrán cambiar ni con declaraciones, ni con intentos de tergiversar el presente, motivados por intereses políticos, económicos o estratégicos. Y sí, tarde o temprano, deberán responder por sus decisiones ante sus pueblos, que no quieren ser parte de sus guerras.

De hecho, el apoyo que Chile entrega hoy a Ucrania nos recuerda un poco la declaración de guerra que le hizo a Japón el 13 de abril de 1945, ambas poco comprensibles, salvo que nuestros gobernantes piensen que “el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.

Los chilenos no queremos ser parte de esta ni de ninguna guerra, Chile debe estar por la paz, aquí y ahora. Es el tiempo de conmemorar los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial con actos de reparación y de reconciliación, que ayuden a poner fin a los conflictos bélicos actuales y que fortalezcan las posiciones contra cualquier forma de glorificación del nacismo.

Fuentes:

https://www.gov.pl/web/un/poland-delivers-a-joint-statement-on-behalf-of-35-countries-following-the-adoption-of-the-un-general-assembly-resolution-marking-the-80th-anniversary-of-the-end-of-world-war-ii#_ftnref1

https://www.infobae.com/america/the-new-york-times/2023/07/20/una-guerra-actual-se-enfrenta-al-pasado-los-restos-de-la-segunda-guerra-mundial-en-ucrania/

Si el mundo civilizado no les amarra las manos, estos salvajes nos van a llevar a la Tercera Guerra Mundial

  • El Libro Blanco y la militarización de Europa

Gilberto Lopes
San José, 3 de abril de 2025

Una amenaza fundamental

Europa se enfrenta a una amenaza aguda y creciente. La única manera de garantizar la paz es estar preparados para disuadir a quienes quieran hacernos daño. Ha llegado el momento de que se rearme. Estas son algunas de las conclusiones del Libro Blanco Conjunto para la Preparación de la Defensa Europea 2030, divulgado en Bruselas el pasado 19 de marzo.

El Libro Blanco expone un plan para rearmar Europa. Para eso han abierto las puertas al endeudamiento de los países europeos mediante la llamada “Cláusula de Escape”, que permite a los países superar los límites de déficit y de deuda establecidos en las normas europeas, si se trata de inversiones relacionadas con la industria militar.

Cambios en el entorno estratégico

Según el Libro Blanco, el equilibrio político surgido tras el final de la Segunda Guerra Mundial y de la conclusión de la Guerra Fría “se ha visto gravemente alterado”.

Por un lado, estiman que “Estados autoritarios”, como China, tratan de imponer “su autoridad y control sobre nuestra economía y sociedad”.

Por otro, señalan que Rusia “ha dejado claro que sigue en guerra con Occidente” y “seguirá siendo una amenaza fundamental para la seguridad de Europa en un futuro previsible”. Si se permite a Rusia alcanzar sus objetivos en Ucrania –aseguran– “su ambición territorial se extenderá más allá”. Afirmaciones que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha rechazado reiteradamente.

Aumentar los gastos de defensa

El gasto en defensa de los Estados miembros de la Unión Europea ha crecido más de un 31% desde 2021, alcanzando los 326 mil millones de euros en 2024.

A principios de marzo, la presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, había anunciado el plan ‘ReArm Europe’, que contempla un gasto de cerca de 800 mil millones de euros para la defensa del bloque.

La propuesta no ha sido acogida por unanimidad. El 26 de marzo pasado, Gregorio Sorgi y Giovanna Faggionato publicaron en POLITICO (una publicación originalmente con sede en Virginia, vendida en 2021 a la alemana Axel Springer), que países del sur de Europa –Francia, Italia y España– habían expresado preocupación por las consecuencias económicas que el aumento de la deuda podría tener, considerando sus ya elevadas deudas y déficits presupuestarios. “Algunos países tienen serias dudas sobre la posibilidad de endeudarse a esos niveles, dice el artículo, citando a “un diplomático senior de la Unión Europea”, en Bruselas. En vez de asumir nuevas deudas, proponen la emisión de bonos de defensa, colocados por la UE en el mercado de capitales, para financiar esas inversiones. Algo a lo que países como Alemania y Holanda tradicionalmente se han opuesto.

Apoyo militar a Ucrania

El Libro Blanco no contempla iniciativa diplomática alguna. Alineado con la visión militarista de la nueva Comisión Europea, en la que los beligerantes países bálticos encabezan las comisiones de Relaciones Exteriores y Defensa, proponen a los Estados miembros acordar rápidamente una ambiciosa iniciativa de apoyo militar a Ucrania, entrenando y equipando sus fuerzas armadas y suministrándoles munición de artillería y defensa aérea. Ucrania se ha convertido en el principal laboratorio mundial de defensa e innovación tecnológica, dice el documento.

Desde febrero de 2022 Europa le ha proporcionado alrededor de 50 mil millones de euros en apoyo militar y se propone mejorar su capacidad de defensa a través de lo que han llamado “estrategia del puercoespín”, para disuadir cualquier posible nuevo ataque.

Misiles (incluidos los de ataque de precisión profunda), aviones no tripulados y, por lo menos, dos millones de cartuchos para artillería de gran calibre al año, son prioridades compartidas por Ucrania y los Estados miembros de la UE, que pretenden también formar y equipar brigadas ucranianas y apoyar la regeneración de sus batallones.

Esfuerzos que buscan, entre otras cosas, llenar el espacio dejado por un cambio en la política norteamericana, que desde 2022 ha venido sustentado la guerra de Ucrania, como lo demostró el reportaje de NYT, “The partnership: the secret history of the war in Ukraine”, publicado el pasado 29 de marzo.

Pese a las tensiones con Washington, Europa reconoce, sin embargo, que un fuerte vínculo transatlántico sigue siendo crucial para su defensa. La OTAN es la piedra angular de esa defensa.

Más allá de Europa

El documento propone un compromiso ambicioso en materia de seguridad y defensa, “con todos los países europeos afines, los países de la ampliación y los países vecinos (incluidos Albania, Islandia, Montenegro, la República de Moldavia, Macedonia del Norte y Suiza)”, así como seguir estudiando una Asociación de Seguridad y Defensa con la India.

La idea es que la UE explore, además, “oportunidades de cooperación industrial en materia de defensa con los socios del Indo-Pacífico, en particular Japón y la República de Corea, con los que se celebraron Asociaciones de Seguridad y Defensa el pasado mes de noviembre, así como Australia y Nueva Zelanda”.

La guerra a gran escala de Rusia contra Ucrania tiene repercusiones más allá de Europa, dice el Libro Blanco. Las amenazas híbridas y los ciberataques no respetan fronteras. Tampoco lo hace la seguridad en el espacio o en el mar.

La militarización de la industria, un buen negocio

Un mercado de equipos de defensa verdaderamente operativo en toda la UE sería uno de los mayores mercados nacionales de defensa del mundo, asegura el Libro Blanco. Un aumento de la inversión en defensa tendría efectos positivos en toda la economía. La reactivación industrial de la defensa a gran escala exigirá que la industria atraiga y forme a muchos talentos, incluyendo técnicos, ingenieros y expertos especializados.

Reconstruir la defensa europea exigirá una inversión masiva durante un periodo sostenido, tanto pública como privada, para reponer las existencias de equipos militares de los Estados miembros y aumentar la capacidad de producción industrial de defensa europea. El Banco Europeo de Inversiones debe desempeñar un papel decisivo en la financiación de esos programas. Su Plan de Acción de Seguridad y Defensa fue un primer paso en esa dirección, pero se estima que su aplicación debe acelerarse.

Pero impulsar la inversión pública en defensa no será suficiente. Las empresas europeas, incluidas las pequeñas y medianas, deben tener un mejor acceso al capital. La propuesta es que, para el periodo 2023-2027, el Fondo Europeo de Defensa (EDF) financie a las PYME con hasta 840 millones de euros y que el Programa Europeo para la Industria de Defensa (EDIP) cree un Fondo para Acelerar la Transformación de la Cadena de Suministro de Defensa (FAST).

Europa se prepara para las guerras

La UE es y sigue siendo un proyecto de paz, se puede leer casi al concluir el Libro Blanco. Europa debe tomar decisiones audaces –agregan– y construir una Unión de Defensa que garantice la paz en nuestro continente mediante la unidad y la fuerza.

En Bruselas se dice que la Comisión Europea “se ha transformado en un Ministerio de Defensa”, dijo la periodista Gloria Rodríguez, del diario español El País, en un artículo fechado en Bruselas.

La agenda de estos días es elocuente, afirma. “El Libro Blanco que define las amenazas a las que se enfrenta la UE, complementa ReARM Europe, el plan más ambicioso hasta ahora para reforzar a los ejércitos europeos y a la industria de la defensa”, presentado por von der Layen hace dos semanas.

Para Dmitri Peskov, portavoz de la presidencia rusa, las principales señales procedentes de Bruselas y de las capitales europeas se refieren ahora a planes para militarizar Europa. Moscú no ha recibido señales de Bruselas que indiquen un deseo de buscar una solución política del conflicto ucraniano, afirmó.

Necesitan justificarse

Los países miembros de la UE eligieron a la exprimera ministra de Estonia, Kaja Kallas –una de las voces más beligerantes contra Rusia–, como representante de su política exterior porque querían una líder para tiempos de guerra, dicen –citando a fuentes europeas– Niicholas Vinocur y Jacopo Barigazzi, periodistas de POLITICO. “Es tiempo de hechos, no solo de palabras”, agregan.

Si Ud. la oye –dice una voz europea crítica de Kallas, citada por POLITICO –, parece que estamos en guerra con Rusia, lo que no es la línea oficial de la Unión Europea”.

Pero otros aprueban, como la primera ministra danesa –otra voz particularmente beligerante– o un diplomático europeo, no identificado por los autores del artículo, que se siente “muy contento” con el estilo de Kallas.

Odio hacia los rusos expresó el presidente ucraniano, en una entrevista al diario conservador francés Le Figaro. Un “sentimiento apropiado” en tiempos de guerra –afirmó–, que lo ayuda a mantenerse al frente de la lucha.

Un sentimiento que probablemente contribuyó al fracaso de los acuerdos de Minsk, negociados antes de la guerra, en 2014 y 2015, boicoteados por Ucrania, Francia y Alemania. Acuerdos que pretendían dar garantías a las poblaciones rusas de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk. Los combates en el este de Ucrania, entre los separatistas y las fuerzas ucranianas, ya habían cobrado unas 14 mil vidas, antes de la invasión rusa, según la británica BBC, y dejado más de un millón de desplazados.

En ese clima, el canciller español, José Manuel Albares, pidió no inquietar inútilmente a la gente. “Nadie se prepara para la guerra” aseguró. Se refería al “Kit de supervivencia” para sobrevivir por lo menos 72 horas, en caso de una emergencia, propuesto por von der Layen. El mismo Albares que en una reunión de seis países europeos en Madrid, el lunes 31 de marzo, proponía, sin lograr apoyo, utilizar los fondos rusos congelados en los bancos europeos para ayudar a Ucrania.

«Necesitan justificarse”, dijo el presidente ruso, Vladimir Putin, comentando la propuesta del kit. “Por ello asustan a su población con una hipotética ‘amenaza rusa’”. «Decir que vamos a atacar a Europa después de Ucrania es una completa tontería. Es la intimidación de su propia población”.

¿Las guerras del futuro?

El colega de Kallas en la Comisión, el exprimer ministro de Lituania Andrius Kubilius, hoy a cargo de la recién creada cartera de Defensa, también partidario de una agresiva política frente a Moscú, estimó que “si Europa la quiere evitar, debe estar lista para la guerra”. Las prioridades del Libro Blanco –destacó– son aumentar los gastos en defensa, pensando “no solo en las guerras de hoy, sino también en las del futuro”.

Putin no se detendrá leyendo el Libro Blanco, agregó. Solo lo hará “si lo usamos para crear drones muy reales, tanques, artillería… para nuestra defensa”.

Para el presidente finlandés, el también conservador Alexander Stubb, la única manera de detener Moscú es “armar Ucrania hasta los dientes”.

Y, por primera vez desde la II Guerra Mundial, Alemania despliega tropas en el extranjero. Se trata de una brigada instalada en Lituania, a 10 km de la frontera con Bielorrusia. Cuando esté plenamente operativa, en 2027, contará con unos 5.000 personas, entre militares y civiles.

Los dos –Kallas y Kubilius– son ciudadanos de dos países bálticos –Estonia y Lituania-, particularmente agresivos contra Rusia. No es arriesgado decir que su designación en esos cargos se debió precisamente a eso.

Resulta que Estonia, con cerca de 1,4 millones de habitantes, y Lituania, con unos 2,9 millones, son, por su población, apenas como un barrio de cualquier ciudad grande de América Latina. El área metropolitana de México, o de São Paulo, tienen cerca de ocho millones de habitantes.

De modo que no deja de sorprender que funcionarios europeos, que podrían ser como alcaldes de barrios de esas ciudades, tengan en sus manos la definición de políticas que pueden llevar el mundo a una nueva guerra de dimensiones catastróficas.

Si el mundo civilizado no amarra las manos a estos salvajes, nos van a llevar a la Tercera Guerra Mundial.

FIN

Un pequeño giro hacia la paz: votación en el Consejo de Seguridad de la ONU

Félix Madariaga Leiva
Periodista

El 24 de febrero pasado podría ser considerado un día histórico: Estados Unidos votó junto con la Federación Rusa, en contra de una resolución de la ONU que condenaba a Moscú por la invasión a Ucrania. Este hecho es de enorme relevancia, ya que es una de las pocas ocasiones en que Estados Unidos ha expresado su disposición hacia la paz en un conflicto internacional.

Sin duda marcará un antes y un después en la política exterior de Donald Trump, que ha lanzado un claro mensaje: Estados Unidos no seguirá apoyando a Ucrania. La guerra debe terminar.

Tres años después del inicio del conflicto entre Ucrania y la Federación Rusa, Estados Unidos sorprendió a los representantes diplomáticos votando al igual que Rusia contra la resolución promovida por Kiev y sus aliados europeos que buscaba priorizar la integridad territorial en cualquier acuerdo de paz.

La geopolítica es compleja, la diplomacia aún más. ¿Qué significa el cambio de actitud de Estados Unidos, el que fuera hasta la llegada de Trump uno de los más fuertes aliados de Zelenski? Las variables son tantas – infinitas – y es lícito dudar de las intenciones de la potencia americana. Sin embargo, las cifras están ahí, sin restas ni matices.

Los costos de un conflicto de tal envergadura son y serán siempre inconmensurables. Cada vida perdida es irremediable, los daños a las infraestructuras, a las escuelas, caminos, hospitales, fuentes de energía, viviendas, etc. significan recursos y años de esfuerzos para su recuperación. Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) hasta febrero de 2025 se había confirmado la muerte de más de 12.600 civiles y más de 29.000 heridos en Ucrania. Entre las víctimas hay al menos 2.400 niños.

Según el Statista “Estados Unidos es, con gran diferencia, el país que más se ha involucrado económicamente con la nación dirigida por Zelenski. En concreto, hasta el 31 de diciembre de 2024, su contribución humanitaria, financiera y militar a Ucrania ha alcanzado los 114.150 millones de euros”, y con la nueva política Trump, esa por sí sola, sería una razón suficiente para terminar una guerra – que según los expertos – podría prolongarse por años.

Es lógico y humano agotar todas las instancias que permitan detener el conflicto y la aprobación de la Resolución 2774 presentada por Estados Unidos y aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU es un paso en esa dirección: “Lamentando la trágica pérdida de vidas durante todo el conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania,

Reiterando que el propósito principal de las Naciones Unidas, expresado en la Carta de las Naciones Unidas, es mantener la paz y la seguridad internacional y arreglar pacíficamente las controversias,

1. Implora que se ponga un rápido fin al conflicto e insta además a que se logre una paz duradera entre Ucrania y la Federación de Rusia”.

La resolución recibió 10 votos a favor (incluidas Rusia, Estados Unidos y China), 0 votos en contra y la abstención de Francia, Reino Unido, Dinamarca, Grecia y Eslovenia. Es la primera vez que este organismo alcanza una decisión conjunta sobre este tema.

Ese mismo día, la Asamblea General de la ONU adoptó dos resoluciones frente al conflicto ruso-ucraniano, que no tienen carácter vinculante como la anterior. Uno de los textos fue presentado por Ucrania con el apoyo de los países europeos y la segunda, fue la resolución presentada por Estados Unidos (aprobada en el Consejo de Seguridad) que luego de las enmiendas introducidas por la Asamblea, significó su abstención.

La primera fue aprobada con 93 votos a favor, 18 en contra y 65 abstenciones y exigía que la Federación Rusa retire de inmediato, por completo y sin condiciones todas sus fuerzas militares del territorio ucraniano, reafirmando el compromiso con la “soberanía, independencia, unidad e integridad territorial del país”. Como en otras ocasiones, encabezados por Paula Narváez, Chile votó a favor. ¿estamos cambiando de socio comercial en Chile? ¿El Gobierno de Gabriel Boric, al apoyar a Ucrania, está en contra de la paz?. Es una pregunta a la que hoy no intentaremos dar respuesta.

No somos expertos, pero si tenemos opinión: este conflicto – y llámelo como quiera guerra, invasión, como prefiera – debe terminar, y debe terminar ahora y para lograrlo es necesario el compromiso de todos los Estados. Las palabras crean realidades, y parece que, para muchos en el seno de la ONU, lo importante son precisamente las palabras y no las acciones.

Nosotros no queremos ser parte de las decisiones que toma un gobierno endureciendo un discurso, y no somos ilusos, sabemos que la posición de Estados Unidos responde a sus propios intereses, también sabemos que la Unión Europea ha invertido demasiado y no aceptará ser un jugador de segundo plano – por no decir perdedor – en un conflicto que los ha visto involucrados desde el día 1.

Entonces, ¿qué hacemos? estamos frente a una disyuntiva: continuar la guerra o alcanzar la paz por la vía del diálogo diplomático y la negociación política. Las Naciones Unidas nacieron después del mayor conflicto bélico de la historia para garantizar la paz y la seguridad internacional, su mayor éxito ha sido evitar una tercera guerra mundial. Eso es lo que esperamos que hoy logren.

Fuentes:

https://es.statista.com/estadisticas/1294251/guerra-rusia-ucrania-tipo-ayuda-militar-enviada-a-ucrania-por-cada-pais-en-2022/

https://cnnespanol.cnn.com/2025/02/24/mundo/eeuu-usia-resolucion-onu-ucrania-trax

https://cronicadigital.cl/2025/03/10/la-primavera-ha-llegado-a-rusia-celebracion-de-la-maslenitsa/

https://webtv.un.org/es/asset/k13/k1386gd0l9

Sobre geopolítica mundial en el Siglo XXI y la profecía de George Orwell

MBA Lic. Luis Gilberto Martínez Sandoval, UTN.

Luis G. Martínez Sandoval
MBA Lic. Bach. Luis G Martínez Sandoval
Académico Universitario Titular
Carreras Comercio Exterior, Administración Aduanera
Sede Central UTN
www.utn.ac.cr
Especialista en Relaciones Económicas y Políticas Internacionales,
MBA Administrador de Empresas énfasis Mercados Globales y Negocios Internacionales.
Ex Funcionario Banco Mundial IFC – Ecuador- y, América Latina,
Escritor, Científico Social

Hace algunos días finalice la reelectura de la novela 1984 de George Orwell cuyo nombre real es Eric Arthur Blair. Una obra distópica, dado que se crea una sociedad imaginaria bajo un poder totalitario o una ideología determinada. Hoy 2025, la novela 1984 parece una profecía apocalíptica por cumplirse.

El Gran Hermano (ESTADO) nos vigila La Policía del Pensamiento controla todo. El Ministerio de la Verdad (MIVER) se guía por tres consignas del Partido: LA GUERRA ES LA PAZ. LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD. LA IGNORANCIA ES LA FUERZA. El sistema gubernamental lo conforman: el Ministerio de la Verdad –noticias, espectáculos, educación y las bellas artes- el Ministerio de la Paz – para asuntos de guerra-. El Ministerio del Amor – encargado de mantener la ley y el orden-. Y el Ministerio de la Abundancia – asuntos económicos-. Unicamente 4 ministerios: MINIVER, MINIPAX, MINIAMOR, MININDANCIA. El Ministerio del Amor era el terrorífico. La tecnología todo lo vigila todo. Nada ers ilegal porque ya que no existían leyes. El Departamento de Registro, el Departamento de Novela, la Liga Juvenil Antisex todos son espías o agentes de la Policía del Pensamiento. El enemigo del pueblo eran los contrarrevolucionarios que se oponian al Gran Hermano y los traidores que manchaban la pureza del Partido Unico. El enemigo del pueblo era quien insultaba o acusaba al Partido que ejercía la dictadura. Eran enemigos del pueblo los que abogaban por: libertad de palabra, libertad de prensa, libertad de reunión, libertad de pensamiento, los que gritaban la revolución a sido traicionada. Eran el blanco de todos los odios. El ejercito actuaba en la sombra, una subterránea red de conspiradores que se proponían derribar al Estado. La organización se llamaba la Hermandad.

1984 describe una sociedad guiada por el extasis del miedo y venganza, deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros con un martillo, de odio…El Gran Hermano y su procedimiento de autohipnosis para ahogar la conciencia colectiva. Hacer lo mismo que hicieran los demás era natural. Las mentes y los pensamientos debian estar abiertos no ocultos.La Hermandad eran los enemigos del Partido, existía o era un mito -nadie lo sabía- y su consigna: ABAJO EL GRAN HERMANO. ABAJO EL GRAN HERMANO. ABAJO EL GRAN HERMANO. ABAJO EL GRAN HERMANO. Eso simboliza el Partido Unico Totalitario Dictadura Terror. Que te descubrieran pensando seria CRIMENTAL. Las detenciones nocturnas. La gente desaparecia sencillamente y siempre durante la noche. En nombre desaparecia de los registros, se borraba de todas partes toda referencia y su paso por la vida quedaba totalmente anulado como si jamás hubiera existido. Se vive como ratón asustado. “Es la dicotomía entre la psiquis del inidividuo y la violencia que se crea al someterse a los mandatos del gobierno totalitario” El Gran Hermano te vigila. De la Policia del Pensamiento, dependía la estabilidad del Partido. Y ellos eliminaban a los traidores y criminales mentales. Cualquier indicio de herejía descubierto por los Espias que eran todos y todas era considerado una rebeldía contra la disciplina del Partido. Habia que adorar al Partido y el Gran Hermano. El INGSOC se guiaba por principios sagrados: neolengua, doblepensar, mutabilidad del pasado. Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro del cráneo. Cenizas. Vaporización. La herencia humana no se continuaba por que uno se hiciera oír sino por el hecho de permanecer cuerdo. Conceptos: Crimental (el crimen de la mente) no implica la muerte; el crimental es la muerte misma. Uno se reconoce ya a sí mismo muerto. Purgas. Miedo. Odio. Dolor físico. Todo se desvanecía. La Bomba atómica armas de destrucción masiva.

Solo existirán tres potencias resalta la novela 1984: EURASIA, ASIA ORIENTAL y, OCEANÍA el Estado totalitario intercontinental. Mas los territorios en disputa.

Oceanía estaba en guerra con Eurasia y era aliada de Asia Oriental. “El que controla el pasado, decía el slogan del Partido, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado”.

Las tres superpotencias emergen de la guerra nuclear y de disoluciones civiles.

Tres superestados. OCEANÍA surge de la absorción del Imperio Británico por parte de Estados Unidos y su geografía comprende toda América, toda Oceanía, las Islas Británicas, Islandia y el archipielago britanico, las islas del Atlántico y el sur de África. EURASIA lo conforman toda Europa y casi toda Asia desde Portugal hasta el estrecho de Bering. ASIA ORIENTAL, el más pequeño y más joven de los superestados, lo conforman China, Indochina, Japón, Mongolia, Tíbet y en general, el Sudeste Asiático. Los tres son SUPERESTADOS.

Las fronteras fluctuantes que durante la guerra se dividen y cambian de control de un estado a otro son principalmente el Polo Sur y una especie de cuadrilátero que se extiende entre Tánger (Marruecos), Brazzaville (República del Congo), Darwin (Australia) y Hong Kong (China) que abarca Asia Central (norte de Mongolia y Tíbet), el África Central, Medio Oriente, sur de India e Indonesia cuya población ha sido convertida en esclavos.

La guerra entre las superpotencias se describe como sangrienta y las violaciones, masacres, saqueos, infanticidio así como ejecuciones tortuosas y brutales de prisioneros son comunes, pero ningún estado puede ganarle al otro. Y por lo general la guerra acontece en la frontera fluctuante, pero salvo por esporádicos bombardeos, la guerra jamás toca los centros de civilizacion y las fronteras bien definidas.

Los tres estados se encuentran en un estado constante de guerra, aunque usualmente dos se alían contra otro por un cierto lapso de tiempo, hasta que el aliado se confía, se forman bases militares en las fronteras y entonces lo traicionan, tras lo cual se alían con el antiguo enemigo. Debido a que su poderío es equivalente ningún estado puede ganar la guerra que se vuelve eterna, aunque la prensa controlada por el gobierno frecuentemente anuncia numerosas victorias. La guerra es el principal motor de la economía y permite el desarrollo de la industria así como justificar el control y la violación de los derechos dentro de sus propias fronteras, razón por la cual resultaría inadecuado para los gobernantes de todos los países que terminara.

Asimismo, ninguno de los estados tendría las posibilidades de derrotar o invadir. La xenofobia fomentada por el Estado es común, así por ejemplo los ciudadanos de OCEANÍA se les enseña a odiar a las poblaciones del país enemigo e incluso se ve con recelo a las del país aliado. Todos los ciudadanos tienen prohibido aprender lenguas extranjeras o interactuar de cualquier forma con extranjeros, especialmente para evitar que descubran que en el fondo son todos iguales.

Cada uno de los estados realiza una fuerte carrera armamentista (que es la única función útil que tiene la ciencia en esos momentos) la cual busca crear armas de destrucción masiva, armas biológicas, armas químicas, etc. así como almacenar más y más bombas atómicas con laboratorios ubicados en las selvas de Brasil, los desiertos de Australia y Mongolia. O en los polos norte y sur. Y los oceános.

LA GUERRA ES LA PAZ. Tres bloques de poder global se conforman: EURASIA guiada por el neobolchevismo que estan enfreantados a OCEANÍA y en ESTASIA un término chino que se traduce como «culto por la muerte» o «desaparición del yo», aunque los tres estados condenaban la ideología de sus rivales como aberraciones. Los tres superestados tienen sistemas políticos virtualmente idénticos y represivos donde la población es controlada hasta en sus más íntimos momentos y desaparece cualquier noción de libertad personal y con un líder semidivino y absoluto. ESTASIA O ASIA ORIENTAL, es el más pequeño y más joven de los superestados mundiales, lo conforman China, Indochina, Japón, Mongolia, Tíbet y en general, el Sudeste Asiático. La ideología dominante en Estasia esta guiada por los Nacionalistas Comunistas que enfatizaban la idea de sacrificar la vida por un bien mayor y éste era un tema recurrente en la propaganda. La guerra puede ser también ficticia o falsa. Por ejemplo, Londres es bombardeado por el propio gobierno para mantener el clima bélico y reforzar su control. Ello nos recuerda las Torres Gemelas en EUA y la invasión de Irak, Afganistán otras regiones. Esta novela se publicó en 1949, décadas después durante la Guerra Fría y las predicciones de Orwell parecían coincidir simbólicamente con la efectiva división de la Tierra: EUA, URSS, CHINA. Tras el fin de la Guerra Fría -1989- dichos paralelismos han aumentado. El mundo ahora ha entrado en un nuevo conflicto (conocido como nueva Guerra Fria o la Segunda Guerra Fria) La disputa por zonas de influencia geoconómicas por tres superpotencias nucleares: ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA, cuyas áreas de influencia son bastantes similares a las de las ficticias OCEANÍA, EURASIA Y EASTASIA.

LA GUERRA ES LA PAZ.

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD.

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA

El asalto a Moscú: Europa lo intenta otra vez

Gilberto Lopes

San José, 11 de marzo de 2025

Derrotar a Rusia o el alto precio de perder Ucrania

¿Qué está en juego en el conflicto en Ucrania?, se preguntaba Stephen J. Blank, investigador senior del Foreign Policy Research Institute, una institución con sede en Filadelfia, cuyos objetivos son fortalecer la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos. Blank se presenta como reconocido experto en Rusia y la antigua Unión Soviética, autor de decenas de artículos y libros, profesor durante 24 años (1989-2013) del US Army War College. O sea, de las fuerzas armadas norteamericanas.

La ambición rusa –afirma Blank– es no solo rediseñar sus fronteras con Ucrania, sino también en los Balcanes y en Europa del este: Bielorrusia, Polonia, Rumania, Moldavia y los Estados bálticos. “Todos corren riesgos. No solo si Ucrania es derrotada, como también si no logra expulsar Rusia de Crimea y de Dombas”.

Y agrega: “dado el creciente número de informes asegurando que Putin se está preparando para una guerra general con Europa, será bien recibido cualquier cambio militar-político de la situación en el terreno”.

Lo que está en juego, en su opinión, es la oportunidad para que Washington y Europa “derroten a Rusia y logren la mayor transformación estratégica en una generación”.

El artículo de Blank fue publicado el 13 de diciembre del año pasado. Ya Trump había sido elegido, pero no había asumido todavía la presidencia de los Estados Unidos.

La idea de que Rusia es una amenaza para los países de la OTAN es repetida por otros académicos y líderes políticos europeos, de la Unión Europea y de la OTAN.

Frederick W. Kagan, Kateryna Stepanenko, Mitchell Belcher, Noel Mikkelsen, y Thomas Bergeron, investigadores del Institute for the Study of War (ISW) –otra institución con sede en Washington–, especulan sobre “El alto precio de perder Ucrania” (The High Price of Losing Ukraine), en un artículo publicado también en diciembre del año pasado.

Una tal cosa –afirman– “pondría el ejército ruso, golpeado pero triunfante, en la frontera de la OTAN, desde el mar Negro hasta el océano Ártico”. Rusia podría entonces avanzar hacia occidente e “instalar bases militares en las fronteras de Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumania”. ¡Unos 3.000 km de fronteras! Casi tres veces más que el frente del actual conflicto entre Rusia y Ucrania.

Claude Malhuret, médico, abogado y senador francés del grupo de derecha Les Indépendants – République et territoires (LIRT), el martes, 4 de marzo, dijo en el senado que “la derrota de Ucrania sería la derrota de Europa. Los países bálticos, Georgia y Moldavia ya están en la lista”. El objetivo de Putin es volver a Yalta –aseguró–, en referencia a la conferencia en la que los líderes de Rusia, Estados Unidos e Inglaterra negociaron, en febrero de 1945, el orden político europeo después de la II Guerra Mundial.

Pero el mismo Malhuret afirma que “al contrario de lo que dice la propaganda del Kremlin, Rusia va mal. En tres años, el supuesto segundo ejército del mundo sólo ha conseguido arañar migajas de un país tres veces menos poblado. Los tipos de interés del 25%, el colapso de las reservas de divisas y oro, el derrumbe demográfico”, en su opinión muestran que Rusia “está al borde del abismo”. La misma Rusia que académicos y políticos europeos estiman capaz de asaltar Europa.

La expansión de la OTAN

En Europa, esas ideas se repiten hasta el cansancio. No se trata solo de Ucrania, sino del debilitamiento de Europa, de su destrucción, dijo Nathalie Tocci, directora del Instituto de Asuntos Internacionales de Roma.

Todas reflexiones de carácter especulativo, sin sustento factual. Se trataría de un despliegue militar que, a todas luces, está mucho más allá de la capacidad del ejército ruso, si no nos bastan las reiteradas declaraciones de Putin de que no es su intención avanzar sobre territorio europeo.

Si uno se interesa por los hechos y examina de forma fría las capacidades de Rusia, ve que no existe ninguna amenaza seria para Alemania, según el politólogo norteamericano John Mearsheimer, en entrevista a la publicación alemana Der Spiegel, el 7 de marzo pasado.

Cuando uno piensa en Putin, debe hacerse dos preguntas, dice Mearsheimer. Una es cuáles son sus intenciones. La otra, cuáles son sus capacidades. “En cuanto a sus intenciones, no tenemos pruebas de que sea un imperialista que quiera conquistar toda Ucrania y crear una gran Rusia, y mucho menos territorios adicionales en Europa del Este”.

¿No atacaron sus tropas Kyiv, Bucha e Irpin en 2022? ¿No sigue bombardeando objetivos en toda Ucrania, incluso en Lviv, a menos de 60 kilómetros de la frontera polaca? ¿No es eso una amenaza?, le pregunta el periodista.

“De eso no hay duda”, contesta Mearsheimer. “Pero la causa de estas guerras fue la expansión de la OTAN, no el supuesto imperialismo de Putin”.

¿Múnich y Yalta?

Ya hicimos referencia a la conferencia de 1945 en Yalta, Crimea, territorio que Rusia se anexó después del golpe de 2014 en Ucrania, donde Roosevelt, Churchill y Stalin discutieron, sin la presencia del francés Charles de Gaulle, como reorganizar el mundo después de la II Guerra Mundial. Las tropas rusas ya estaban a poco más de 60 km de Berlín.

Pero Yalta no ha sido la única referencia a esa época, rescatada en el debate sobre la situación en Ucrania. El ABC, diario español que, en su época, fue soporte del franquismo, se preguntó si se repetía la historia. Estaba hablando del Pacto de Múnich, de 1938, cuando los primeros ministros de Inglaterra y Francia, Neville Chamberlain y Édouard Daladier, negociaron con Hitler la entrega de los sudetes, entonces territorio checoeslovaco. Era el 30 de septiembre de 1938 y los dos países soñaban con que así Hitler los dejaría en paz, que la guerra sería entonces contra la Unión Soviética.

Para la diplomacia soviética esa era la intención. Stalin consideró el acuerdo como una traición de las democracias occidentales. Consideraron que el objetivo de los acuerdos era aislar la Unión Soviética para lanzar las tropas alemanas hacia Moscú.

Ya sabemos que Inglaterra y Francia no pudieron evitar la guerra, pero el objetivo principal de las tropas alemanas siguió siendo Moscú. Medios de prensa, académicos y políticos europeos aprovecharon esta circunstancia para sugerir que las conversaciones de Trump y Putin tienen objetivos similares a los que atribuyen a los acuerdos de Múnich de 1938. Periódicos como el ABC (y muchos otros) acusan a Trump de pretender apaciguar las ínfulas expansionistas de Putin. Pero no hacen referencia al objetivo de esos acuerdos, de facilitar la conquista de Moscú.

El entusiasmo por las armas

De modo que, más afín a los objetivos del Pacto de Múnich de 1938 parece el plan de rearme propuesto, el pasado 6 de marzo, por la presidente de la comisión europea, la conservadora alemana Ursula von der Leyen, en el que piensan invertir más de 800 mil millones de dólares.

Es esa cita de la Unión Europea con Zelenski, mirando hacia Moscú –más que las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia– la que se identifica con la otra, con la de Múnich, en 1938, cuando ingleses y franceses negociaban con los alemanes.

Andrea Rizzi, periodista de El País, escribía desde Múnich, dos días antes de la reunión convocada por Macron: la conferencia “ha evidenciado el muy mayoritario convencimiento entre los líderes de dar un rápido salto en cuanto a capacidades militares, tanto para sostener a Ucrania como para disponer de la fuerza para disuadir a Putin de otras aventuras”.

“La carrera de rearme es parte del nuevo enfoque europeo ante un momento particularmente convulso”, dijo la corresponsal en Bruselas de El País, al comentar el anuncio, con un entusiasmo por la nueva política armamentista que se extiende por casi toda la gran prensa europea, incluyendo el francés Libération, el inglés Guardian o la alemana DW.

Las “ambiciones de Putin, de reconstituir a toda costa el imperio ruso o su equivalente comunista, son bien conocidas”, diría Serge July, fundador del diario francés Libération.

El miércoles, 5 de marzo, Macron pronunció un discurso “solemne”, asegurando que “Ucrania se había transformado en un conflicto global”. “Rusia se ha transformado en una amenaza para Francia y Europa” –aseguró–, y ofreció poner a disposición de los demás países europeos el paraguas nuclear francés, la única potencia nuclear en la Unión Europea.

Días antes, en una entrevista con diarios regionales franceses, había dicho que “Rusia constituye una amenaza existencial para Europa”. Y agregó: “No piensen que lo impensable no puede ocurrir, incluyendo lo peor”. ¡Macron habla de una guerra nuclear contra Rusia!

Como dice Céline Marangé, investigadora del Instituto de investigación Estratégica de la Escuela Militar de la Université París 1 Panthéon-Sorbonne, “en Rusia la guerra marca la culminación de un proyecto político que ofrece como horizonte de futuro un retorno a la época soviética”.

“El objetivo final sería más bien una Rusia dominante y temida, que haya recuperado su estatus de gran potencia y borrado la humillación de la derrota en la Guerra Fría, empujando las fronteras de la OTAN y destruyendo la Unión Europea”.

Tiempos extraños

El canciller ruso, Seguei Lavrov, ha recordado esa renovada tentación europea de conquistar Moscú. Contestando el discurso de Macron, Lavrov afirmó que el presidente francés había hecho “un discurso extremadamente agresivo anti ruso, calificando a Rusia como ‘una amenaza para Francia y Europa’”. Lo ha dicho otras veces, pero nunca de esa forma tan intensa e irreconciliable, que sonaba como un programa de acción rusofóbico”.

Macron pretende convencer al público francés de que somos una amenaza existencial para Francia, dijo Lavrov. Pero, de hecho, “Rusia nunca ha amenazado a Francia. Al contrario, ayudó a defender su independencia y soberanía en dos guerras mundiales”, mientras recordaba el concepto de de Gaulle, de una indivisible seguridad europea, desde el Atlántico hasta los Urales.

Como señaló Mearsheimer en su entrevista a Der Spiegel, si estamos interesados en los hechos, en la lógica, si calculamos fríamente las capacidades de Rusia, “vemos que no hay una amenaza seria de Rusia a Alemania”. ¡Ni a Europa!, pese al entusiasmo de sus medios por el rearme.

Como en 1938, ¡los ejércitos de Europa apuntan de nuevo hacia Moscú!

“¡Qué tiempos extraños vivimos, que Polonia se alegra del rearme de Alemania!”, habría comentado el primer ministro polaco, Donald Tusk, otro gran entusiasta de los gastos militares y del cerco a Moscú, citado por la corresponsal de El País.

Tiempos muy extraños. Una Europa (y una Polonia) que se olvidan de las consecuencias del rearme alemán para el mundo, en el siglo pasado.

FIN

El nuevo rumbo geopolítico en vivo y en directo desde el Salón Oval

Por: Francisco José Reyes Torres*

Ante los sucesos del 29 de febrero de 2025 en el salón oval de la Casa Blanca entre Zelenski y la cúpula de la administración Trump, y cuando no se tiene una perspectiva geopolítica, tal como es evidente en los “análisis” de muchos «profesores» y «expertos» que reducen el problema a la presencia de buenos (obviamente los occidentales) y los tipos malos (Putin, Xi Jinping, etc.,) todo se convierte en una especie de telenovela como en cualquier televisión latinoamericana.

Por ello creo necesario y urgente hacer unas puntualizaciones que señalen los elementos geopolíticos más significativos del tema:

1. Con la caída de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, terminó el orden bipolar planetario acordado en Yalta, en febrero de 1945, exactamente hace 80 años.

2. La Tercera Guerra mundial ya aconteció y se resolvió sin dispararse un solo tiro, salvo lo sucedido en Rumania a Nicolae Ceaușescu y a su esposa.

3. Esa Tercera Guerra mundial fue el triunfo de las potencias occidentales de la OTAN, avanzado hacia el Este, haciendo volar por los aires lo convenido en Yalta y refrendado en Potsdam. Y a contrapelo de las garantías «de palabra» dadas por Bush padre, al ingenuote del Gorbachov.

4. La URSS reducida ya a la Federación Rusa, pasó a ser en esos años una obsoleta potencia de cuarta categoría, con arsenal atómico, pero con una economía destrozada y con un ejército desbaratado y desmoralizado.

5. Occidente, embriagado por su estupenda victoria geopolítica y el triunfalismo del » fin de la historia » no reparó que era cuestión de tiempo para que la Federación Rusa se recuperara y en posesión del más vasto territorio rico en recursos del mundo, casi inagotables, volviera por lo suyo, puesto que la geopolítica no se reduce la disputa capitalismo vs socialismo, más allá de que este fuera grandemente distorsionado en el llamado Campo Socialista, que se cayó por sus propios errores internos.

6. Rusia es un país europeo, es una rama del mismo tronco cultural de occidente, pero también es cierto que abarca muchos pueblos no eslavos y 3/4 de su territorio están en Asia.

7. Putin intentó en principio integrarse más a Occidente y llegó a contemplar la entrada de Rusia a la Unión Europea, e incluso a la propia OTAN, si esto significaba construir un verdadero sistema de seguridad global e integral para todas las partes.

8. EEUU e Inglaterra se opusieron a ello, recordando el multisecular temor anglosajón a un entendimiento de la Europa Occidental con la Europa Oriental, en su versión para ellos más peligrosa: la unión de los pueblos germanos con los eslavos, como en su tiempo lo llegó a pensar el lúcido Otto Bismarck.

9. Por ello, apuntalaron la OTAN con abierta hostilidad a la Federación Rusa buscando desmembrarla más, no contentos con la disolución de la URSS, explotando sus contradicciones étnicas y soñando con fragmentar más su vasto territorio.

10. En Ucrania era cuestión de tiempo aprovechar la división milenaria entre los eslavos rusos y los eslavos ucranianos, atizada por la dominación rusa en la época imperial y por el imborrable recuerdo para los rusos de la alianza de los ucranianos occidentales con las fuerzas fascista alemanas en la Segunda Guerra mundial.

11. El estado de Ucrania, pese a una efímera existencia en 1918, fue más un invento del poder soviético, pero nunca como un Estado Nacional, con dos claros grupos de una misma etnia eslava, que pese a compartir algunas tradiciones culturales en realidad estaban profundamente divididos entre los ucranianos antirrusos y los ucranianos filorusos. De hecho, hablan dos idiomas derivados de un tronco lingüístico común.

12. La Federación Rusa podría soportar cualquier asedio a sus fronteras, menos que la Ucrania independiente desde 1991 se integrara a la OTAN y al expansionismo occidental. Esto se convertía de facto en un problema existencial para Rusia, como lo fue para EEUU el peligro de los misiles nucleares soviéticos en Cuba.

13. El golpe de estado en Ucrania de 2014, preparado en las manifestaciones del Euromaidán para imponer un gobierno occidental, instigado por la OTAN con EEUU a la cabeza, fue el toque de rebato que confirmó los temores rusos. El hostigamiento a la población rusa ucraniana del oriente de Ucrania, precisamente en el Donbás y en Crimea, adquirió ribetes de guerra civil y de limpieza étnica antirrusa.

14. Era claro que Rusia no podía arriesgarse a perder definitivamente a Sebastopol en Crimea (Crimea desde la derrota del Kanato de Crimea había sido rusa y poblada por rusos, hasta que Nikita Kruschev se la obsequió a la República Soviética de Ucrania, en tiempos de la URSS).

15. Desde 1991 mediante un acuerdo con el gobierno ucraniano postsoviético, se le permitía a Rusia conservar el único puerto con aguas no congelables, vital para la flota rusa desde los tiempos de Catalina la Grande. Era bien sabido que La Federación Rusa jamás permitiría esa pérdida puesto que no se puede alegar la intangibilidad de las fronteras de Ucrania acordada al momento de la disolución de la URSS escamoteando la intromisión y la provocación occidental después del 2014.

16. Aprovechando la casi absoluta mayoría de población rusa ucraniana en Crimea, Rusia apoyó un referendo unilateral de anexión de Crimea a Rusia. Cosa que jamás se hubiera podido negociar con los gobiernos prooccidentales de Ucrania después del Euromaidán del 2014.

17. A partir de ese mismo año y en desarrollo de la confrontación entre proucranianos y prorrusos se iniciaron los combates en el Donbás y la formación de gobiernos separatistas prorrusos enfrentados al ejército ucraniano en esa región. Obviamente se formaron milicias con apoyo de la parte ucraniana y de la parte rusa, respectivamente.

18. A finales de 2014 se llegó a una negociación entre las partes en conflicto (Rusia, Ucrania y las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, todo con el apoyo de las potencias europeas. Fue el llamado Protocolo de Minsk. El Protocolo buscaba un cese al fuego y una negociación de un estatuto especial para la población del Donbás. Ninguna de las partes cumplió y como dijo Ángela Merkel, las potencias occidentales deseosas de apuntalar a Ucrania contra la Federación Rusa, consideraron que el Protocolo de Minsk le permitía a Ucrania ganar tiempo y a que la OTAN armara a Ucrania. Y a la OTAN misma, hacerse más fuerte y expandirse en Ucrania y en Georgia.

19. Ante la hostilidad creciente de Occidente y los planes de incorporar a Ucrania en la OTAN, la línea roja que la Federación Rusa no permitiría jamás que Occidente pasara, y la creciente asistencia miliar al ejército ucraniano, el 24 de febrero del 2022, Rusia inició la invasión a Ucrania. Occidente había fabricado su propio espantapájaros y su profecía se había hecho realidad.

20. Tanto republicanos y demócratas en EEUU vieron la oportunidad de que Ucrania, con apoyo occidental, le ganara a Rusia y que las sanciones y medidas económicas quebraran la economía rusa, propiciando la caída de Putin y facilitando la mayor fragmentación de la Federación Rusa, paso previo para pasar a preparar toda la energía para enfrentar al gran adversario geopolítico de Occidente: China

21. El rápido avance ruso sobre la capital de Ucrania no fructificó. Rusia se replegó y todo parecía indicar que los cálculos occidentales eran los correctos: Rusia perdería la guerra.

22. Rusia reacomodó su táctica y concentró su esfuerzo en el Donbás y el oriente de Ucrania, llegando a ocupar y conservar, luego de tres años de guerra, casi el 20 % del territorio ucraniano.

23. Desde entonces Rusia lentamente sigue conquistando terreno y pese a la copiosa ayuda en tecnología y armamento occidentales es claro, desde hace dos años, que cada día Ucrania está perdiendo la guerra.

24. Las sanciones económicas no postraron la economía rusa y en cambio, la falta del gas ruso ha resultado un rudo golpe a la economía europea.

25. Rusia ha ido mostrando un creciente poder tecnológico y militar, ha estrechado lazos geopolíticos con China, Irán, Corea del Norte, amén de su liderazgo en los BRICS.

26. La hegemonía de Occidente está más en entredicho que nunca, desde su inicio en el siglo XVI. Indefectiblemente el centro de gravedad geopolítica mundial se desplaza al Asia Oriental.

27. Donal Trump es un patán, pero no es idiota, sabe que la guerra de Ucrania está perdida, necesita que Europa Occidental no esté colgada al esfuerzo bélico de EEUU. Necesita que ellos hagan su parte, mientras que EEUU se ocupa del problema geopolítico central: contener a China.

28. Si antes el problema de una posible guerra mundial con China pasaba por debilitar y fragmentar a Rusia, la ruta de Trump ahora es más directa, hay que ir por China y no perder tiempo en Ucrania y menos con un tipo como Zelenski.

29. Hay que separar a Rusia de China o al menos no darle razones para que se acerque a ella.

30. Occidente vs China es el plato fuerte del concierto musical de la geopolítica mundial. Lo de Ucrania es simplemente un espectáculo de un grupo telonero que está saliendo mal.

31. Eso era lo que había que hacerle entender a Zelenski en el Salón Oval, si daba la oportunidad, zurrándolo en público para que Europa entienda, de una vez, cuáles son las prioridades del Hegemón gringo que no quiere que llegue otro gallo a cantar duro en el gallinero mundial.

*Sociólogo colombiano con un Doctorado en Procesos Sociales y Políticos en América Latina, docente universitario interesado en temas de geopolítica. Representante Legal de la Asociación Colombiana de Sociología.

Imagen: elDiario.es

Occidente y el fin de la unipolaridad

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez

Tras el fin de la Guerra Fría, el mundo fue testigo de la consolidación del orden unipolar encabezado por el llamado “Occidente colectivo”, es decir, Europa continental, Inglaterra y Estados Unidos. Como vencedores y ante el colapso del socialismo real, impusieron su hegemonía en todos los ámbitos: político, militar, económico y cultural. La globalización neoliberal literalmente colonizó el planeta, y los ideólogos estadounidenses proclamaban el “fin de la historia”, bajo la ilusión de que la democracia liberal era el destino inevitable de todas las naciones. La utopía del totalitarismo liberal hecha realidad.

Este dominio se sustentaba militarmente en la OTAN, políticamente en el discurso de la democracia liberal, y culturalmente en la narrativa de los derechos humanos y la supuesta tolerancia, promoviendo la ideología LGBTI y otros valores que, lejos de fortalecer a las sociedades, las sumieron en la decadencia y la división interna. En lo económico, la primacía del mercado global sin fronteras permitió a las élites occidentales consolidar un sistema apátrida, donde el capital y la producción eran trasladados a donde resultara más barato, debilitando sus propias economías nacionales.

Sin potencias que pudieran desafiar su monopolio del poder, el Occidente colectivo mantenía la ficción de que el mundo estaba dividido entre buenos y malos, entre países «civilizados» y «forajidos» que debían ser democratizados a la fuerza, ya fuera por medios duros (intervenciones militares y/o sanciones económicas) o blandos, como las primaveras árabes, revoluciones de colores y manipulación mediática.

Sin embargo, el ascenso de nuevas potencias a inicios de siglo puso fin a esta ilusión. Rusia, bajo el liderazgo del presidente Vladimir Putin, resurgió como un actor clave en la geopolítica global. China superó a Occidente en el ámbito tecnológico y compite de tú a tú con Occidente, mientras que países como la India, Turquía y otros, despertaron como un jugador fundamental en la política internacional. Estas naciones comenzaron a construir su propio camino, exigiendo un lugar en la toma de decisiones globales y desafiando la narrativa occidental que se arrogaba la posesión de la verdad absoluta y el control de la historia.

A esto se sumó un factor clave: la deslocalización de la producción. Europa y EE.UU., en su afán de maximizar beneficios, trasladaron su manufactura a Asia, debilitando sus economías y perdiendo su ventaja competitiva. Al darse cuenta del error, ya era demasiado tarde: el mundo había cambiado y Occidente estaba en desventaja ante los nuevos polos de poder.

Frente a esta crisis, las élites liberales globalistas, especialmente en EE.UU. bajo el mando demócrata, decidieron escalar el conflicto mundial, llevando al mundo al borde de una guerra nuclear. Utilizaron a Ucrania como herramienta contra Rusia, no para defender la soberanía de Kiev, sino como una maniobra desesperada para sostener un orden unipolar en decadencia. La retórica de la Guerra Fría fue desempolvada para justificar su actuar y constantes provocaciones, disfrazándolas de una lucha entre democracia y autoritarismo cuando, en realidad, los objetivos eran otros: frenar el ascenso de Rusia y mantener la hegemonía occidental a cualquier costo.

Sin embargo, Donald Trump rompió con esta lógica. Con un enfoque pragmático y realista, aceptó que EE.UU. ya no es la única potencia dominante, y que su rol como “policía mundial” es insostenible. Al tomar esta decisión, Trump desacopla a EE.UU. del Occidente colectivo y pone fin a un orden mundial que duró poco más de 30 años, desde la caída de la cortina de hierro. La narrativa de buenos y malos, autoritarios y democráticos, derecha e izquierda, deja de tener relevancia en el sistema internacional.

Con este cambio, el discurso occidental de manipulación global se derrumba. Ahora, la política internacional ya no se define por valores impuestos desde Washington o Bruselas, sino por intereses estratégicos y económicos reales. El nuevo orden multipolar empieza a consolidarse poco a poco, a pesar de la resistencia de una Europa débil y una OTAN herida de muerte, que claramente, siguen apostando por continuar la guerra, aunque no tengan cómo, antes que negociar una paz duradera con Rusia. Aunque parece que Zelenski, acorralado y sin futuro, ya empezó a dar señales de aceptar el liderazgo de Trump para poner fin al conflicto.

En el marco de esta nueva realidad internacional, que se vislumbra camina a pasos agigantados, ya no importa si un país es democrático o autoritario; lo que define las relaciones entre naciones es su capacidad de negociación, lo que puedan ofrecer al mundo, su economía y su poder militar. Por eso, hoy a EE.UU. ya no le interesa si coincide con Corea del Norte o con Alemania en las votaciones de Naciones Unidas, porque el criterio de alineación ideológica como criterio de orientación internacional ha muerto. El mundo ha entrado en una nueva era, y con ello, Occidente ha perdido el monopolio de la narrativa, y, por ende, de la historia.

La votación en la ONU

Manuel Delgado

En medio de la basura reaccionaria, la prepotencia y el servilismo de gobierno de Chaves, Costa Rica asumió en la votación de la ONU en relación con Ucrania la mejor postura. Abstenerse de votar una moción que pretende perpetuar la guerra es más acorde con nuestra idiosincrasia, nuestra neutralidad y nuestro espíritu de paz.

Que esa moción fue también rechazada por Estados Unidos, es cierto. Pero también es cierto que se abstuvieron, al igual que Costa Rica, naciones con gobiernos de “izquierda” como Cuba, China, Brasil Colombia, Honduras y otros. Esos países respaldaban otro texto que evitaba culpar a Rusia y pedía un final rápido del conflicto, seguido de una paz duradera.

¿Que la actitud de nuestro gobierno es seguidista y hasta servil? Es cierto, pero también lo era la anterior, que coincidía con la votada por la mayoría en esta ocasión y por la cual Chaves fue condecorado por Zelensky.

Pero el fondo es lo que vale. Nuestros diputados están muy molestos porque el gobierno no secundó la moción de Ucrania y la Unión Europea, que pretendían darle largas a una guerra perdida con el fin de obtener utilidades.

Destaca aquí, una vez más, la actitud del Frente Amplio de plegarse a la derecha en cuestiones de política exterior. Una vez más el partido amarillo se pone a la cola de Feinzaig. Ya lo había hecho en otras ocasiones.

Un partido popular, por no decir revolucionario, tiene que poner de primero el fondo de la cuestión y no quedarse en cuestiones secundarias. Y lo que hay de fondo se puede resumir en pocas palabras:

1.- Que esa guerra no la inició Rusia hace tres años, sino el gobierno ilegítimo y racista de Zelensky hace muchos años, con sus ataques contra la población ucraniana rusa, con su violación de los acuerdos de Minsk, con el asesinato en masa de los dirigentes de origen ruso de Odesa, con el golpe de estado fascista que removió del poder al gobierno legítimo e instauró una dictadura filofascista.

2.- Que esa guerra era innecesaria, y que pudo haberse evitado, ahorrándole así dolor y destrucción a ese país.

3.- Que la guerra la tiene perdida Ucrania y desde hace rato, pero tercamente Estados Unidos y la Unión Europea la han mantenido a costa, repito, de grandes sacrificios y de un sobreendeudamiento del que costará décadas salir.

4.- Que a Europa le importa un bledo el pueblo ucraniano, y pide desesperadamente un sitio en la mesa no con fines humanistas sino para ver qué tajada sacan de ese negocio.

5.- Que a Zelensky y su camarilla corrupta también les importa un bledo el país y solo quieren seguir lucrando de la guerra.

6.- Que para una paz duradera hay que hacer un cambio político en Ucrania, derrocando el gobierno corrupto actual, legalizando los partidos políticos que en su totalidad siguen ilegalizados, liberando los presos políticos y realizando elecciones libres que constituyan un gobierno democrático.

Un político responsable tiene que tomar eso en cuenta en sus decisiones y tiene la obligación de educar al pueblo en estas verdades. Lo demás es oportunismo político.