La sinrazón de los grupos antivacuna y el acuerdo de la -OMS- para que todos los países cooperen para afrontar colectivamente otra pandemia

Imagen: Ministerio de Cultura y Juventud

Juan Jaramillo Antillón

La Organización Mundial de la Salud (OMS) para afrontar mejor colectivamente a una futura pandemia viral o bacteriana o de otro tipo que ponga en peligro la salud y la vida de las personas en nuestro planeta Tierra, y en nuestro caso Costa Rica, va a solicitar a sus Estados miembros, firmen un acuerdo para tal efecto “TRATADO INTERNACIONAL CONTRA LAS PANDEMIAS”.

Al parecer eso se debe como lo manifesté en una publicación mía, ya desde octubre del 2021, a que, la pandemia viral que afectó al mundo desde el inicio del 2020 y, aún persiste atenuada y provocada por un diminuto virus llamado SARS-CoV-2, abundante en la naturaleza, huésped de los murciélagos sin enfermarlos así como a otros animales silvestres, virus que no se ve, no hace ruido y no huele y puso a los sistemas sanitarios, sociales y económicos del mundo “patas para arriba”durante los años 2020 a 2022 incluso, aunque aún nos afecta.

Esa pandemia además, probó que el mundo, incluso los países desarrollados y ricos, no estaban preparados ni sanitariamente, ni social o económicamente para atender problemas de esa magnitud, amén de que se comprobó que la OMS no tenía la autoridad para investigar adecuadamente los problemas sanitarios de los países miembros, como sucedió con la aparición de esta pandemia en China, dónde, ya desde noviembre del año 2019 existía una severa epidemia de neumonías entre la población de la ciudad de Wuhan cuyo origen era desconocido pero se propagaba rápidamente. Algo que lamentablemente China negó, y la OMS no pudo investigar. Esa falta de autoridad para poder investigar lo que estaba sucediendo sanitariamente permitió que esa epidemia China se convirtiera en pandemia al difundirse a los países vecinos sobre todo por la vía aérea, e impidió que la OMS diera un aviso mundial oportuno del problema. Y, no fue sino hasta marzo del 2020 cuando lo hizo, perdiéndose así meses preciosos de preparación para enfrentarla mundialmente y de prohibir viajes por avión a China y naciones aledañas ya afectadas ya que la propagación se hacía vía aérea por aerosoles.

Al parecer, un diputado, el señor Fabricio Alvarado se opone a que el país firme dicho acuerdo, y el sindicato del Poder Judicial de Costa Rica, desea que la Sala Constitucional dicte una ley o normativa que impida que, en caso de una epidemia o pandemia viral o bacteriana que afecte la salud y la vida de la población, las autoridades de salud puedan pedirle a TODA la población se vacune, como una prioridad necesaria, para evitar difundir la enfermedad y evitar así no solo la pérdida de la salud y la vida entre nuestro pueblo.

A fin de cuentas, este es un problema ocasionado por los grupos antivacunas, que no solo no desean vacunarse, sino que lo haga el resto de la población. Esto está sucediendo ya pues, muchas personas al ver o escuchar la tremenda desinformación que estos grupos difunden sobre las vacunas, hace que estas sean temerosas de ponérselas y no acudan a los centros de vacunación. Los argumentos principales de los antivacunas, es señalar que “obligarlos a vacunarse constituye una violación de la libertad individual y su derecho a rechazarla y que la vacuna es peligrosa.

Sin embargo, la sociedad como un todo desde hace años sabe que, la libertad para pensar y sobre todo de expresarse y actuar ante un problema en diferentes formas, tiene limitaciones, ya que es sabido que “la libertad de uno termina donde empieza la de los demás”. Si una persona no se vacuna se constituye así en una posible fuente de contagio para otras personas, pudiendo con eso poner en peligro la salud o la vida de ellas.

Cuando se estableció el uso de los cinturones de seguridad para los asientos de los automóviles, so pena de una multa. Pese a que es una medida violación de la libertad individual, se llegó a aceptar, pues se probó que salva millones de vidas en los accidentes. Con la vacuna es igual está probado que han salvado millones de vidas a través de los años e incluso ha ayudado a eliminar mundialmente enfermedades como la viruela, la poliomielitis, la difteria, y a disminuir otras como el sarampión, el tétanos, la tos ferina, etc., etc.

Toda sociedad bien organizada implica la existencia de diferentes prohibiciones de la libertad individual para funcionar. En ellas “El bien común está por encima de la libertad individual” en algunos casos cuando eso signifique evitar la enfermedad y la muerte. Los médicos sabemos y señalamos al público que, no hay medicamento o vacuna completamente inocua, en una pequeña cantidad de casos puede haber efectos secundarios, pero los beneficios están tremendamente por encima de lo anterior, por eso las recomendamos.

Los médicos, enfermeras y el personal de apoyo de las Unidades de Terapia Intensiva UCI de los hospitales que expusieron su salud y su vida, y la de sus familias, para atender a este tipo de enfermos tan contagiosos, saben muy bien que, una cantidad de enfermos de los que llagan ahí no ha sido vacunados y muchos de los que mueren también tienen esta distinción. Son ese personal el que escucha el arrepentimiento por no haberse vacunado. Es paradójico que ese personal pone su vida en peligro para salvar la de otros y, sin embargo, grupos de personas se niegan a recibir la vacuna y cuando enferman recargan sus servicios y en muchos casos retardan la atención de otros.

Así pues, todos como miembros responsables de una sociedad debemos vacunarnos en caso de enfermedades contagiosas; al no aceptar esto, nos convertimos en un peligro para los demás. Y, por cierto, contagiarse y enfermar tiene el problema de que, la mitad de los que se recuperan tienen molestias incapacitantes, en especial respiratorias, fatigas, insomnio, pérdidas de memoria, cefaleas y problemas renales o cardíacos por muchos meses, que requieren apoyo médico y hasta hospitalario un buen grupo de estos lo proporcionan los no vacunados, luego de infectados.

Esta pandemia nos mostró que en la Tierra no hay personas, pueblos o países “islas”, todos estamos interrelacionados y en menor o mayor grado nos necesitamos, sobre todo cuando vimos que el contagio no solo afecta a todos los países, sino que afecta, además, a ricos y pobres, mujeres y hombres, niños y ancianos, sanos y enfermos.

Además, mostró cómo los países que tenían sistemas nacionales de salud se enfrentaron mejor que los desarrollados o pobres que no lo poseían. La razón de lo anterior es que en los que tenían sistema de salud, este le hizo frente a la pandemia vacunando a su población y sus hospitales acogieron a todos. O sea, el Estado asumió con toda la responsabilidad y gastos, la empresa privada con ninguno, con la excepción de ganar miles de millones los fabricantes de las vacunas, pagadas por los gobiernos de los países, que se la proporcionaron a su población gratuitamente. Estas exageradamente absurdas ganancias persistieron aún a la fecha, debido a los famosos derechos de “Patentes”, que no deberían existir en este tipo de medicamento como las vacunas.

En Costa Rica nos jactábamos, que, siendo un país en desarrollo, teníamos un sistema nacional de salud basado en un seguro social universalizado, que asumió la responsabilidad de atender a la población, no solamente vacunando a todo el mundo, sino recibiendo en los hospitales a todos los enfermos si distinción alguna; sin embargo, por muchos meses el sistema estuvo colapsado debido a la enorme cantidad de enfermos que afectaban las Unidades de Terapia Intensiva incluyendo los grupos de enfermos NO VACUNADOS.

Los grupos antivacunas omiten hablar de las situaciones que causan los no vacunados y que se probó con la Covid- 19. Estas personas constituyen un riesgo a corto, mediano o largo plazo para todos. ya que, si no logramos en el país una vacunación lo más completa posible, estos serán focos residuales de contaminación y si enferman, ocuparán camas necesarias para otros pacientes graves con otras patologías, por lo que, se constituyen en otro problema más.

Además, la pandemia probó que, en los inicios, la OMS lamentablemente, tampoco tenía la experiencia para aconsejar medidas tan simples como la importancia del uso de mascarillas en todo lado para evitar la propagación del virus que causaba la enfermedad debido a la tos y su contagio aéreo por aerosol. Tampoco existían recursos suficientes para proporcionar mascarillas y vacunas a la población de ciertas áreas o de países pobres, que podrían convertirse en fuentes de contagio por esa razón vacunas que la OMS consiguió a precio más razonable de lo que costaba en los países ricos.

Fue así como durante muchos meses, este virus tuvo al mundo: sanitaria, económicamente, y socialmente, patas para arriba. Y aparte de que no existía en ese momento una vacuna contra el mismo. Esto no debe repetirse de ninguna manera. Lamentablemente la pandemia agravó las desigualdades sociales y económicas, ya que como se comprobó, los ricos se hicieron más ricos y los pobres más pobres y la clase media se redujo importantemente, desequilibrio que resiente nuestra sociedad.

Este virus que aún nos afecta, Y LOS QUE VENDRÁN EN EL FUTURO, son enemigos muy caprichosos, debido a sus frecuentes cambios llamadas “mutaciones” que sufre para adaptarse a las dificultades que encuentra para sobrevivir en el ambiente. Hay siempre el temor de que un nuevo virus sea más contagioso y letal y pueda evadir a las vacunas o las respuestas inmunológicas defensivas de las personas, ya que hay que hay que acordarse que la vacuna sirve en la medida que haya una respuesta inmunológica de la persona a la vacunación; entre más sana esté ésta mejor el efecto, además, debe tenerse en cuenta que, la respuesta inmune defensiva se debilita con la edad (ancianidad) y si hay enfermedad importante incluyendo la diabetes o se si es desnutrido u obeso.

Además, debido a ese constante mutar, se le dificulta a la ciencia poder predecir su comportamiento, y que acciones tomar para evitar su diseminación masiva. Con el temor, de que, si viene otra pandemia estando éste aún, afectándonos, no sabemos que puede resultar.

Lo anterior es la causa por la que el mundo no ha podido desembarazarse de este virus debido a sus constantes cambios (mutaciones) que hacen que las vacunas pierdan su efecto contra las nuevas cepas del virus, de ahí que haya persistido hasta el presente, pudiendo como se dice, convertirse en estacional, pero atenuado y por esa razón sobre todos los viejos, los enfermos o los niños deben volver a vacunarse.

La vacunación mundial ofrece la mayor esperanza para erradicar esta pandemia cuyo virus permanece infectándonos, aunque insistimos felizmente sus mutaciones no lo han hecho más agresivo. Pero, si continuamos como hasta ahora, destruyendo la naturaleza y dando lugar cambios climáticos, agregados a los problemas de hacinamiento y pobreza, otra pandemia nos espera a la vuelta de la esquina. De ahí porque la OMS desea con sus medidas prepararnos para enfrentarla mejor.

Los sistemas sanitarios del mundo, se entiende cada país, no podrán bajar la guardia nunca más y más bien hay que reforzarlos mundialmente para que puedan así, combatir pandemias virales o bacterianas y sobre todo continuar atendiendo con prontitud y eficacia a los pacientes de otras enfermedades en especial las graves, injusticia que se ha dado en los últimos dos años no sólo en Costa Rica, sino en todo el mundo.

*Ex ministro de Salud de Costa Rica 

*Ex presidente de la Academia Nacional de Medicina

*Catedrático de la Escuela de Medicina de la Universidad de Costa Rica

*Profesor Emeritus de la Universidad de Costa Rica

*Ex jefe de Cirugía del hospital Calderón Guardia

*Escritor y comunicador científico social.