Germán Gorraiz López – Analista
La incursión ucraniana en Kursk es el mayor ataque contra territorio soberano ruso desde que se inició el conflicto militar con Ucrania pues un mínimo de 5.000 soldados ucranianos apoyados por tanques y vehículos blindados habrían invadido el óblast de Kursk alcanzando más de 10 km de profundidad.
El objetivo confeso de dicha ofensiva sorpresa sería obligar al mando ruso a retirar tropas de otras zonas sensibles del frente del Donbás y ocupar la central nuclear cercana a la ciudad de Kurchatov para posteriormente consolidar las posiciones alcanzadas y utilizarlas como armas de presión en futuras negociaciones de paz. Sin embargo, dicha ofensiva no habría conseguido sus objetivos iniciales, pues asistimos al imparable avance ruso en el Donbás, al agravamiento de la crisis energética ucraniana causada por los ataques rusos y al incierto futuro de la ofensiva ucraniana sobre Kursk.
Así, el Ejército ruso estaría utilizando la táctica militar del «caldero o encirclement», que consiste en rodear la totalidad o una parte de una fuerza enemiga y cuyo paradigma sería la batalla de Dunquerque de 1940. Se trataría de una situación sumamente peligrosa para la fuerza embolsada porque no puede recibir suministros ni refuerzos y pueden ser sometidas a ataques desde distintos flancos, y dado que la retirada es inviable, deben optar por la rendición o morir en el intento.